viernes, 27 de marzo de 2020

El descubrimiento de otro mundo

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La felicidad
2.- Ni "Reformistas" ni "Quietistas"
3.- ¿Por qué en Occidente se ignoró la idea de la Reencarnación?
4.- El descubrimiento de otro mundo





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                                                      LA FELICIDAD
        Todos los seres humanos tenemos derecho a la felicidad y debemos disfrutarla, desde sus mínimas expresiones a las más grandiosas en todo el panel de la existencia.
      Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos; sin embargo la naturaleza pide tu participación en tu esfuerzo de mejorarte  moralmente. En todas las naciones, se enseñan caminos ciertos, mostrando vías llenas de espinos,  más la mayoría  de las criaturas, se entretiene, con el bienestar breve, con los placeres efímeros.
      Limpiemos nuestros sentimientos de sentimientos inferiores, alcanzando  un discernimiento más elevado. La felicidad es aquella que perdona, que olvida las ofensas, que ampara a los débiles, que renuncia en favor de la propia vida, ayudando a los que sufren más.
      La felicidad se constituye en hacer caridad, aquella que no exige, que no maltrata, no calumnia, no tiene odio,  porque ella es amor permanente, que sale del corazón del ser humano, atendiendo a todo y a todos, en las dimensiones correspondientes. Felicidad es Cristo dentro de nosotros, mostrándonos a Dios en la conciencia…
      Franciscos de Asis cuando fue preguntado por uno de sus compañeros para que hablara sobre la felicidad, dijo: que solamente  tenemos noticias de la felicidad en la tierra de su belleza  de su estado permanente  de bienestar. Que depende de cada uno, en el pleno ejercicio del perfeccionamiento. Ella no es ni nunca fue dada; es conquistada por el alma que sube el calvario de la vida. la felicidad no se vende ni se compra, es acumulada paso a paso, por las líneas de la oportunidad que la vida nos ofrece en todos los momentos. La felicidad es pues, el conjunto de virtudes acumuladas en el corazón.
      Todos somos candidatos a la tranquilidad imperturbable, más, para eso, tenemos que luchar y vencer la más dura de las batallas, en la guerra con nosotros mismos, que carece de vigilancia permanente  para eliminar a los enemigos  que mucho conocemos: el odio, la envidia y los celos, la discordia y la maledicencia, la venganza y el orgullo, el egoísmo etc… Son frentes de batallas que debemos impedir para vencernos a nosotros mismos y conocer el terreno sagrado de nuestro corazón.
      Existen muchas criaturas que se desaniman en la búsqueda de la felicidad, por desear disfrutarla de inmediato, un hecho que es impracticable. Ella comienza  con el simple cambio de pensamiento, descendiendo por las ideas, dominando las acciones, buscando la vivencia, demorando, a veces, un tiempo prolongado. La verdadera felicidad exige, en la vida de cada uno, la pureza de pensamientos, de ideas y de sentimientos, la pureza de corazón, de la palabra y de la vida. Después de conquistar todo es, el clima de la felicidad perfumará nuestro ser, y nunca más la perderemos y ella nos acompañará en el tiempo que se llama eternidad.
      Por tanto la felicidad es, una forma de vivir y para que se torne permanente, es necesario que adquiramos el nivel de conciencia del espíritu  y esto comienza cuando se descubre  y se atiende a lo que realmente se desea de la vida más allá  de los niveles del gozo y del placer. 
       Si deseas un mensaje extraído de estas enseñanzas, consulta al amor y entrégate a él en el servicio a la Humanidad. Avanza tranquilo y feliz, sin más interrogantes o necesidades, porque el amor es Dios que se revela en tu corazón y en el de todos los hombres. 
      Piensa en el amor y procura sentirlo. Entrégate al bien, al prójimo, e inevitablemente encontrarás a Dios dentro de ti, que pulsa, ama  y te conduce  rumbo a la plenitud.

Os desea un buen día, con mucho amor y mucho cariño, vuestra amiga
Merchita


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Ni «Quietistas» ni Reformistas»








El Espiritismo nunca fue ni será una nueva teología ni un nuevo «evangelismo», pero tampoco es una nueva ciencia cargada de prejuicios residuales del pasado positivista-materialista, ni una idea doctrinaria divorciada de la fe (racional) o de. lo espiritual.
Abogar por una renovación de los textos sería un sinsentido y un error mayúsculo; lo que sí debiéramos revisar y renovar son los patrones de pensamiento de los propios espíritas (en este sentido, la Codificación no debe ser «actualizada» sino explicada y esmeradamente contextualizada).
Cualquier otro tipo de actualización es una maniobra del ego y una separación de los deberes esenciales que emanan del Espiritismo.
Si en algún momento recurrimos a la división, a la crítica compulsiva o al descrédito hacia aquellos que, simplemente, no descodifican el mensaje espírita como nosotros, entonces, aún en el supuesto de que tengamos la razón en varios o casi todos los puntos, habremos fracasado como espíritas
Pensar diferente en tal o cual cuestión nunca debe ser motivo de resquemor o separación. No importa si somos más «religiosos» o más «científicos», o el haber discutido por otras cuestiones organizativas; si recurrimos a la deslealtad … o alimentamos rumores negativos, sea cual sea nuestra posición, no seremos buenos ni dignos agentes en la divulgación.
El librepensamiento respetuoso y natural, junto a ser buenos compañeros, nos estimula y abre caminos; pero la amistad y la unión nos hace invencibles, porque anula toda oposición de las sombras y nos granjea la simpatía de los Espíritus felices.
Si nos importa ser comprendidos por las mentes y los corazones del siglo XXI, debemos superar a ese escolástico Jesús de catecismo que impera en parte del movimiento desde mediados del siglo XX, y acercarnos más al concepto del Jesús maestro universal o Cristo interno.
Los sensibles a la actualización cooperan para que el movimiento no permanezca rezagado en las antiguas consignas de la creencia (hasta el punto de que a veces, verdaderamente, parece sólo una secta cristiana más), aunque también es cierto que un sector de los partidarios de la renovación, es evidente que aún no superaron el racionalismo del siglo XVII y el positivismo negador del XIX…
Revisemos (lejos de la pasión ideológica), nuestros ardientes posicionamientos, tanto como nuestro comodismo…
El Espiritismo incapaz de ir más allá del frío racionalismo puede, quizá, ilustrar, pero no irradiará…
Estemos atentos para que el mensaje espírita sea adogmático y actual… pero también, para que la razón (mal gestionada) no nos aparte de la esencia del Espiritismo, y de paso, comprometa la divulgación y nos conduzca a la desunión.
«Grupos de evangelio» o «evangelizar» son expresiones naturales y esperables dentro del movimiento católico, pero (en honor del buen sentido), resultan del todo imprecisos y bastante inconvenientes cuando nos referimos al Espiritismo, porque no forman parte de su discurso y porque si no cuidamos el uso y manejo de cierta terminología, en términos divulgativos, añadiremos confusión y ambigüedades innecesarias.
Pensamiento final:
Como espíritas necesitamos de la metacognición: controlar/organizar lo que se estudia y aprende, y evaluar los logros conseguidos…
Si no utilizamos esto nos limitamos a aprender y/o engullir conceptos, sin controlar y cotejar el proceso de aprendizaje (y la praxis consiguiente), dejando que sea nuestro personalismo (a su vez influenciado por los estereotipos y condicionamientos culturales), el que guíe nuestra manera de interpretar la doctrina…
Escrito por Juanma
JuanmaJuan Manuel Ruíz González es miembro de la Asociación Espírita José Grosso de la ciudad de Córdoba (España) y fundador del grupo de Facebook «Doctrina Espiritista». También escribe artículos en publicaciones espíritas como el periódico madrileño «El Ángel del Bien» y es asiduo colaborador de la web Zona Espírita.

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¿Por qué en Occidente se ignoró la idea de la reencarnación ?


  Posiblemente sean varias las causas:
La primera podría ser por la persecución del Cristianismo, a pesar de que esta idea ya había sido aceptada por las primeras comunidades cristianas, pero a partir del Concilio de Constantinopla II, se abolió y se desató una persecución implacable contra quien sostuviera esa idea, y como resultado esta idea quedó oculta en pequeños grupos iniciáticos o en sociedades secretas, de modo que al cabo del tiempo de ser ocultada, fue siendo cada vez más ignorada.
El Emperador Justiniano I obligó al Papa Virgilio, tuvo la intención de unificar en su mano el poder político con el poder espiritual de la religión, porque comprendió que si él no tenía el poder de administrar el cielo y el infierno, los fieles cristianos dependerían menos de su autoridad, por lo que en esta idea de la reencarnación comprendió que había un serio obstáculo que tenía que eliminar, tal como hizo en el citado Concilio en donde proclamó que “todo aquel que sostuviese la maravillosa idea de la reencarnación con el regreso a este mundo, sería anatematizado ( perseguido)”.
Y es que mediante la reencarnación, cada uno se salva a sí mismo, por su propio esfuerzo, vida tras vida, pero las religiones desean tener ese gran poder como monopolio exclusivo para que sus fieles acepten todo lo que les impongan. Los teólogos dirán: ¿Por qué murió Jesucristo, sino fue para salvarnos?. No, señores teólogos, Jesús murió martirizado para que su historia personal y enseñanzas quedasen en la posteridad, y sobre todo para demostrar con su "resurección", que existe la vida después de la muerte del cuerpo, porque si existió para él, existe igualmente para todos. Si hubiese muerto de anciano en una cama y no hubiese sido una muerte llamativa por el suplicio histórico a un inocente, y no hubiesen testigos de su reaparición después de su muerte, seguramente su presencia en el mundo y su mensaje no hubiesen atravesado los siglos de la historia humana. Realmente, la historia de Dios Padre, enviando al suplicio a su propio hijo, para compensar los pecados del resto de la humanidad, no es creíble ni aceptable por una mente libre de preconceptos, pues si el ser humano imperfecto no lo haría con su hijo, mucho menos lo pudo hacer el Padre Celestial, infinita perfección, con una de sus criaturas para que con su sangre y dolor le compensase por las demás.Eso sería una crueldad e impiedad infinita, y Dios solamente puede ser infinitamente perfecto en todo.
Cada uno "se salva" a sí mismo, venciendo los defectos humanos que por nuestro atraso evolutivo conllevamos, y ganando al mismo tiempo en virtudes por conquistar.
Otra causa influyente podría ser la natural resistencia de la mente humana para sondear las cuestiones metafísicas, porque son tantas las religiones, conceptos y filosofías que circulan, que las gentes ya están saturadas de todas ellas con sus enrevesados conceptos teológicos, y finalmente todas esas cuestiones le terminan sonando a “pamplinas” o a "ideas raras" de chalados o fanáticos, que le provocan sentimientos de hastío y de rechazo, porque concluyen que esas cuestiones metafísicas no son nada serias ni creíbles.
Otro motivo puede ser el dogmatismo religioso del que  ya  hemos hablado, y al que las civilizaciones se han visto sometidas durante  épocas pasadas. Entonces por un natural sentido del equilibrio, la gente cuando se sacude de opresiones religiosas sufridas en el pasado,  tiende a inclinarse hacia el lado opuesto, rechazando cualquier idea que pudiese entrar en conflicto con la cómoda religión establecida oficialmente, o con un ateísmo mas o menos aceptado y disimulado, a fin de no tener que añadir nuevos conceptos a los que ya les han impuesto, sin querer entrar a analizar nada que pueda turbar sus creencias y su acomodada vida religiosa.
Motivo es también la falta de formación cultural de los pueblos en general, que han ignorado esta ancestral idea  que posteriormente se ha demostrado como cierta y real.  Asimismo han sido ignoradas las investigaciones de corte científico que se han llevado a cabo en este tema, con resultados positivos.
 Igualmente se ha ignorado la Doctrina de los Espíritus en la Codificación Espírita, porque así ha convenido al materialismo y a las religiones cristianas que se aliaron con aquel para tratar de destruir lo que pensaban que era para ellas un serio rival, etc.
El dogmatismo materialista científico,  ha puesto su importante “granito de arena”, porque también es aceptado ciegamente por la gente. La Ciencia por sí misma aparece ante el materialista y el ateo como su único dios verdadero e incuestionable, que siempre tiene la última y definitiva palabra; sin embargo la propia evolución de la Ciencia va derribando sus propios dogmas y va implantando otros nuevos a medida que avanza en sus descubrimientos e investigaciones, pero estos siempre parecen verdades absolutas y definitivas.
Este conjunto de factores, han hecho que no haya una predisposición cultural, social, educativa o tradicional, para  interesarse en Occidente por la tesis de la Reencarnación, sino que por el contrario si que hay una predisposición a rechazar sistemáticamente todo lo que se relaciona con el espíritu o lo religioso.
                                    - Jose Luis Martín-
                                    
 “El alma es la parte inmortal del hombre; que unas almas vienen hacia nosotros y regresan y vuelven a venir; que todo nacimiento feliz o desgraciado, es la consecuencia de las obras practicadas en las vidas anteriores”
-Los Vedas 

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EL DESCUBRIMIENTO DE OTRO MUNDO

El libro de La Génesis de Kardec reveló la existencia de otro mundo en la Tierra. No se trata de un mundo distante en el espacio, sino de un mundo que interpenetra al nuestro y con él se confunde. Constituido de materia de otra densidad, no deja de ser igualmente material y alberga, por así decir, a la población de los que llamamos muertos. Esos muertos, que están más vivos que  nosotros, se comunican con nuestro mundo y nos ofrecen informaciones de su nuevo hábitat. Fue ese un descubrimiento asombroso que la ciencia rechazó por más de un siglo, pero ahora lo reconoce como real. Todos los fenómenos espíritas están confirmados por la Parapsicología actual, refrendando las pruebas anteriores de la Metapsíquica y de la Ciencia Psíquica inglesa.

   A partir de 1930, dos nuevas conquistas fueron alcanzadas por la Física y la Biofísica, con el descubrimiento de la antimateria, seguido por el logrado por los físicos y biofísicos soviéticos, del llamado cuerpo bioplasmático del hombre, que sobrevive a la muerte del cuerpo físico. La concepción espírita de la génesis, expuesta en este libro, es por tanto de la mayor importancia científica. Alegan algunos críticos que este libro está superado, puesto que tiene más de cien años desde su primera edición y las ciencias han evolucionado mucho durante este tiempo. Otros los critican por no haber ultrapasado los conocimientos científicos de la época. Pero la verdad es que este libro representa un marco histórico en el campo científico, abriendo a la ciencia las perspectivas de la Era Cósmica. Los aportes espíritas dan una nueva dimensión y un nuevo sentido a la concepción del génesis.

   No hay ninguna afirmación dogmática o exposición de cosas fantásticas en las páginas de este libro. Lo que hay es raciocinio, proposiciones lógicas  inducidas de la naturaleza, y coincidencia de los fenómenos, hipótesis arriesgadas que las ciencias confirmaron y que ya son realidades científicas, y explicación de leyes físicas, mentales y psíquicas descubiertas mediante la investigación espírita de los fenómenos objetivos, y una visión del campo místico de los milagros a través del fenómeno paranormal. Esa objetividad del Espiritismo, que no caracteriza solamente a la ciencia espírita, sino también a la filosofía y a la religión(moral) espíritas, se refleja naturalmente en estas páginas, dando una idea general de sus procesos de investigación de la realidad en que vivimos.

- José Herculano Pires- ( Continuará...)

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