viernes, 12 de octubre de 2018

¿Somos realmente libres?


Hoy podremos leer aquí:

1- El Espíritu en su infancia (2ªParte)
2- Frase Espíritu Eurípides Barsanulfo                     
3-Donación de órganos, coma, eutanasia, etc
4-A la búsqueda de la perfección espiritual
5-¿Somos realmente libres?
6-Algunas conclusiones sobre el Periespíritu






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        EL ESPÍRITU EN SU INFANCIA ( 2ª Parte)

(...//...) ( Continuación del art. del mismo título en la publicación anterior)


El equipo familiar en el mundo no siempre es un jardín de flores. A veces, es una espina de preocupaciones y de angustias, reclamando sacrificios. Con todo, aunque necesitemos  de firmeza en las actitudes para el control de la afectividad que nos es propia, jamás conseguiremos sanar las heridas de nuestro ambiente particular con el látigo de la violencia o con el emplasto de la dejadez.
Nada es  más importante, en materia de educación que preparar a los hijos para que se tornen libres, pero responsables, seguros y conscientes de la utilidad de las leyes y normas disciplinares, sin cuya  observación la vida en sociedad sería imposible, obteniendo de ellos una adhesión espontánea y un consentimiento pleno a las mismas.
Afirma la Psicología moderna que la educación infantil es perfectamente posible sin el uso del pescozón, golpes, zurras, gritos e insultos, siempre que sé de al niño el amor, la atención, el respeto y la protección que él necesita, merecen y debe recibir.
“Cuando Jesús nos recomendó no despreciar a los pequeños, esperaba de nosotros no  solamente medidas providenciales alusivas al pan y a la vestimenta. No basta  alimentar minúsculas bocas hambrientas o abrigar cuerpecitos helados. Es imprescindible el abrigo moral que asegure al espíritu renaciente el clima de trabajo necesario para su sublimación. 
No siempre los hijos se muestran propensos a seguir los ejemplos paternos. Esto es porque, espiritualmente, cada uno de nosotros es hijo de sí mismo, es decir, actúa y reactúa de acuerdo al grado de evolución  que haya alcanzado a través de las sucesivas vidas. Y puede ocurrir, como nos enseña Allan Kardec, que entre los miembros afines de cierta familia uno u otro desentone de los demás, visto que la influencia de algunos años bajo el mismo techo y las mismas técnicas educativas pueden no ser suficientes para modificarle los gustos, las tendencias, el temperamento y otros aspectos de su personalidad.
Forman familia los espíritus que la analogía de los gustos, la identidad del progreso y la afección inducen a reunirse. Esos mismos espíritus, en sus migraciones terrenas, se buscan para agruparse, como lo hacen en el espacio, originándose de ahí las familias unidas y homogéneas. Mas, como no les cumple trabajar apenas para sí, permite Dios que espíritus menos adelantados encarnen entre ellos, a fin de recibir consejos y buenos ejemplos por el bien de su progreso. Por lo tanto hemos de acogerlos, como hermanos; auxiliarlos, y después, en el mundo de los Espíritus, la familia se felicitara por haber salvado a algunos náufragos que, a su vez, podrán salvar a otros.” 
Emmanuel, ese amoroso y lucido mentor del mundo espiritual nos dice a través del médium Cándido Xavier, que pasada la época infantil, acreedora de toda vigilancia y cariño por parte de las energías paternales, los procesos de educación moral, que forman el carácter, se tornan más difíciles, y, alcanzada la mayoría de edad, si la educación no se ha hecho en el hogar, entonces, solo el proceso violento de las pruebas rudas puede renovar el pensamiento y la concepción de las criaturas, porque el alma reencarnada habrá retomado  todo su patrimonio nocivo del pretérito y reincidirá en las mismas caídas, si les faltó la luz interior de los sagrados principios educativos. He aquí porque el hogar es tan importante para la edificación del hombre, y porque tan profunda es la misión de la mujer ante las leyes divinas.
No todos los padres están en condiciones de cuidar, personalmente, de la formación moral de los hijos, porque las peleas, las discordias, las quejas mutuas, incluso los escándalos y los malos ejemplos de una vida desarreglada y disoluta les quitan toda la autoridad.
Entonces lo que les compete hacer en beneficio de la prole es valerse del auxilio de la iglesia a que pertenezcan, encaminándolos a las aulas de evangelización administradas en sus templos. 
Los padres deben de darse cuenta de la seria responsabilidad que les pesa sobre los hombros, de indicar a los hijos el camino que conduce a Dios, si ellos tomaran verdadera conciencia de ello, no olvidarían ese deber, no consentirían que la Religión fuese sustituida simplemente por un apuro mundano, que, en ultimo análisis, no-pasa de ser un paganismo refinado, como ya dijo alguien.
“¿ De que vale al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? 
Cualquiera que sea la religión: Católica, Evangélica, etc.; se debe cuidar que las luces del Evangelio iluminen los pasos, de los niños, para que no se hundan en los abismos del error y del crimen, y alcancen el ambicionado puerto de la felicidad.
“Debe nutrirse el corazón infantil con la creencia, con la bondad, con la esperanza y con la fe en Dios. Actuar contrariamente a esas normas es abrir para el pecador de ayer la misma puerta larga hacia los excesos de toda clase. Los padres, espiritistas deben comprender esa característica de sus obligaciones sagradas entendiendo que el hogar no se hace para la contemplación egoísta de la especie, sino para santuario en donde, a veces, se exige la renuncia y el sacrificio de una existencia entera”. 
Otra cuestión muy importante para el niño es, su educación del sentimiento social. Todos los errores de la infancia, todos los trazos defectuosos del carácter, todas las dificultades para relacionarse tienen por origen una falta de sentimiento social; lo dijo, un notable psicólogo. En los Derechos del Niño encontramos esta preciosa recomendación: “el niño será educado en el sentimiento de que sus mejores cualidades deben ser puestas al servicio de sus semejantes”
Los padres deben dedicar especial atención a este aspecto de la formación de sus hijos, que es el más difícil de todos, pero también el de mayor relevancia, pues se dirige a combatir la mayor llaga de la Humanidad: el egoísmo.
Los padres deben ayudar a desarrollar en el niño el deseo de ser útil al prójimo, la capacidad de entender a los semejantes y de condolerse por sus desdichas:
1° Estimulando el gusto por ayudar.
2º Confiándoles tareas de “cuidar”
3º Cultivándole el hábito de compartir sus pertenencias.
4º Exigiéndole el respeto a la propiedad ajena.
5° Formando su corazón para la práctica de la Caridad.
6° Enseñándole  a orar
7° Haciéndole comprender que su derecho termina donde  comienza el del               semejante.
8° Enseñándole a ser tolerante, para que aprenda disculpar las flaquezas                    ajenas.
9° Enseñándole a valorar las cosas y el servicio que prestan aquellos que nos            asisten.
10° Enseñándole a dar el testimonio personal de su alegría al repartir lo que posee con otros, de su satisfacción en poder prestar colaboración en obras filantrópicas o en favor del bien común, de su cordialidad en el trato con los subalternos y de su acatamiento a la persona, a los bienes y a las prerrogativas del prójimo, pues con tales gestos estará introduciendo en su alma sentimientos idénticos, a la misma vez que la educación del niño se hace, por encima de todo, por la imitación de los buenos ejemplos.
 El egoísmo es la fuente de todos   los vicios, como la caridad lo es de todas las virtudes. Destruir uno, es desarrollar la otra, tal debe ser el objetivo de todos los esfuerzos del hombre si quiere asegurar su felicidad en este mundo, como en el futuro.
Es necesario que el hombre aprenda a ejercer la piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es bueno y agradable ante Dios. 
La lucha en familia es un problema fundamental de la redención del hombre en la Tierra. ¿Cómo seremos benefactores de cien o de mil personas, si aun no aprendimos a  servir a cinco o diez  criaturas? Esta es una indagación lógica que se extiende a todos  los discípulos sinceros del Cristianismo.
Buen predicador y mal servidor son dos títulos que no se mezclan. 
Se conoce a numerosos hermanos que se sienten solos, espiritualmente, entre los que se le agregaron al circulo personal, a través de los lazos consanguíneos, entregándose, por eso, al lamentable desánimo.
Es imprescindible, sin embargo, examinar la transitoriedad de las ligaduras corporales, considerando que no existen uniones casuales en el hogar terreno. Mientras, preponderan ahí, las pruebas salvadoras o regeneradoras. Nadie desprecie, por tanto, ese campo sagrado de servicio por más que se sienta agobiado por la incomprensión. Caería en falta grave al olvidar las infinitas posibilidades de trabajo iluminativo.
Es imposible auxiliar al mundo, cuando aun no conseguimos ser útiles ni siquiera en una casa pequeña – aquella en la que la Voluntad del Padre nos situó, a titulo precario.
Antes de la gran proyección personal en la obra colectiva, el discípulo debe aprender a cooperar, a favor de los familiares, en el día a día, convencido de que semejante esfuerzo representa una realización esencial.
El asumir compromisos en la paternidad y en la maternidad constituye un engrandecimiento del espíritu, siempre que el hombre y la mujer  comprendan su carácter divino.
El evangelio habla a las inteligencias y corazones que se muestran susceptibles de recibir al Señor.
Los padres del Mundo, admitidos a las asambleas de Jesús, necesitan comprender la complejidad y la grandeza del trabajo que les asiste. Es natural que se interesen por el mundo, por los acontecimientos vulgares; sin embargo es imprescindible no perder de vista el hogar que es el mundo esencial, en donde se deben atender  los designios divinos en lo tocante a los servicios más importantes que les fueron conferidos. Los hijos son las obras preciosas que el Señor les confía en sus manos, solicitándoles cooperación amorosa y eficiente 
Recibir encargos de ese tenor es alcanzar nobles títulos de confianza, por eso, criar a los hijos y perfeccionarlos no es servicio fácil. La mayoría de los padres humanos viven desviados a través de variadas formas, ya sea por los excesos de ternura, o por una demasiada exigencia, pero a la luz del Evangelio todos se encuentran en el rumbo de la nueva Era, comprendiendo que, si para ser padre o madre son necesarios profundas dotes de amor, al frente de esas cualidades debe brillar el divino don del equilibrio, pues el hijo descuidado, ocioso o perverso es el padre inconsciente de mañana, y el hombre inferior que no disfrutará de la felicidad doméstica.
La felicidad es la primera aspiración del ser humano. Nadie jamás dejó de procurarla, soñando tenerla como primer objetivo de su existencia. La inmensa mayoría espera encontrarla, claro está, en el matrimonio. Natural es que así sea, pues es propósito de la sabiduría divina que el hombre y la mujer, siendo el uno complemento del otro, se unan íntimamente para alcanzar la plenitud de la vida.
Tal es el sentido de las Escrituras, cuando preceptúan: “ Dejará el hombre a su padre y a su madre, sé unirá a su mujer, y serán ambos una sola carne”.
Siendo unánime la expectativa de la felicidad en el matrimonio, varias son las razones que llevan a las criaturas a contraerlo. Por eso, mientras unos recogen, en la vida conyugal una enorme cosecha de alegrías, placeres y bienestar, otros, por el contrario, solo encuentran en ella angustias, frustraciones y sufrimientos.
Y es que para formar un hogar tranquilo y feliz no basta con que los cónyuges se hayan unido por necesidad de amor y compañerismo, por el anhelo de darse enteramente a alguien o por el deseo de poseer un hogar e hijos, razones estas que ofrecen las mayores probabilidades de fortuna en las relaciones de la pareja. El matrimonio es algo muy complejo y su éxito depende de una serie de factores, y se sabe que la felicidad conyugal depende de que marido y mujer fusionen armoniosamente sus pcrsonalidades, tornándose como una sola persona..
FINAL  - ( Mercedes Cruz )
                                                     
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" Jamás os sintáis solos en la lucha; Estamos con vosotros y seguiremos a vuestro lado;   Invisibilidad no significa ausencia".
- Eurípides Barsanulfo-


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       DONACIÓN DE ÓRGANOS, COMA,                          EUTANASIA, ETC

                                  
    CHICO XAVIER  EXPONE LAS OPINIONES DE LOS ESPIRITUS  EMMANUEL Y ANDRÉ LUIZ, SOBRE ESTOS TEMAS
                               


         Pregunta: ¿Qué puede decir la Doctrina Espírita al respecto de donaciones de órganos, sabiéndose que el desligamiento total del espíritu puede a veces tardar hasta 24 horas y que, para la medicina, el tiempo es muy importante para la eficacia de los transplantes? ¿El Espiritismo está en contra o a favor de los transplantes?


Emmanuel – El beneficio de aquellos necesitados consiste en una de las mayores recompensas para el espíritu. De ese modo, la Doctrina Espírita ve con buenos ojos la donación de órganos.

                                          ESTADO DE COMA

Pregunta: ¿Qué pasa con los espíritus encarnados cuyos cuerpos quedan meses, y hasta incluso años, en estado vegetativo (coma)?.

Emmanuel – Su estado será de acuerdo con su situación mental. Hay casos en que el espíritu permanece como preso al cuerpo, de él no se aparta hasta que permita recibir el auxilio de los Benefactores espirituales. Son Personas, en general, muy apegadas a la vida material y que no se conforman con la situación.
     En otros casos, los espíritus, a pesar de mantener una ligazón con el cuerpo físico, por intermedio del periespíritu, disponen de una relativa libertad. En muchas ocasiones, las personas salidas de un estado de  coma describen los paisajes y los contactos con seres que los precedieron en el pasaje para la Vida Espiritual. Es común que después de esas experiencias ellas pasen a ver la vida con nuevos ojos, re-evaluando sus valores íntimos.
   En cualquiera de las circunstancias, el Plano Espiritual siempre extiende sus esfuerzos en el intento de auxilio. De ahí la importancia de la oración, del equilibrio, de la palabra amiga y fraterna, de la transmisión de paz, de las conversaciones edificantes para que haya mayores condiciones al trabajo del Bien que se dirige, en esas horas, tanto al enfermo como a los encarnados (familiares y médicos)
                                                         
        
                            EUTANASIA

Pregunta: ¿Qué postura se debe tener delante de la eutanasia? ¿Estando el cuerpo físico mantenido por instrumentos, el espíritu continúa unido a él o no?

Emmanuel – Los profesionales y responsables de algunos  pacientes que consienten en la práctica de la eutanasia, imbuidos de ideas materialistas, desconocen la realidad mayor en cuanto a la inmortalidad del espíritu. La muerte voluntaria es entendida como el fin de todos los sufrimientos, pero se trata de un considerable engaño. La fuga de una situación difícil, como la enfermedad, no resolverá las causas profundas que la produjeron, ya que estas se encuentran en nuestra conciencia.
     Es necesario confiar, antes de todo, en la Providencia Divina , ya que tales situaciones consisten en valiosas lecciones en procesos de depuración del espíritu. Los momentos difíciles serán seguidos, más tarde, por momentos felices.
     En cuanto a la otra cuestión, respondemos que sí, que  los aparatos consiguen hacer que el espíritu permanezca unido a su cuerpo por medio de los lazos del periespíritu. Esto ocurre porque ellos consiguen superar, hasta cierto punto, las descompensaciones y desarmonías en el flujo vital del organismo causadas por la enfermedad.

                                                                       GENÉTICA    


Pregunta: La Ciencia se perfecciona y camina para resolver todos los problemas genéticos, o sea, que no nacerán más niños defectuosos. ¿Se puede concluir que los espíritus necesitados no tendrán más oportunidad de reencarnar con pruebas difíciles para cumplir?

Emmanuel – Incluso con el perfeccionamiento de la Ciencia para resolver problemas genéticos, el espíritu se comprometió en existencias anteriores cometiendo delitos que justifican, hoy, su nacimiento con defectos físicos y, por eso, continuará teniendo pruebas difíciles buscando la evolución.
    La Ciencia humana nunca podrá superar las Leyes Divinas, que son físicas y morales, porque las pruebas no son solamente de orden físico, sino también de orden moral.


                               CONTROL DE LA NATALIDAD   


    Pregunta: ¿Cuál es la posición del Espiritismo en cuanto al uso de anticonceptivos para la esterilización?.

  
Emmanuel – Teniendo firme nuestros valores morales, nuestro discernimiento determinará el número de hijos que podamos criar con alegría, dentro de los patrones de correlación y buenos sentimientos.
    Hay una clara diferencia entre impedir la venida de almas a través del aborto, por egoísmo y deseo de sensualidad desequilibrada, y opta por un programa consciente, que cabe al matrimonio decidir.
    La Doctrina deja nuestras conciencias libres para tal gesto.



                 
             BEBÉS DE PROBETA – INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Pregunta: ¿Cómo ve la Doctrina Espírita la situación de los bebés de probeta, eso es cierto o equivocado?

Emmanuel – La Espiritualidad inspira y acompaña los progresos de la ciencia y los investigadores no consiguen realizar lo que no tienen apoyo en los laboratorios del Infinito.
Dentro de la correcta orientación médica, ese tipo de concepción puede ser tratada, no nos olvidemos  que muchos niños sin hogar anhelan por nuestro afecto, en caso de impedimento físico para generar un cuerpo.

                                   
DETERMINACIÓN DEL SEXO


Pregunta: ¿Cómo debemos encarar la posibilidad de que la ciencia humana patrocine la determinación de sexo en el inicio de la gestación?


André Luiz – Comprendiéndose que en los vertebrados el diseño gonadal se reviste de potencialidades bisexuales en el comienzo de la formación, es claramente posible la intervención de la ciencia terrestre en la determinación del sexo, en la primera fase de la vida embrionaria; Con todo, importa considerar que semejante intervención en la esfera de los destinos humanos traería consecuencias imprevisibles a la organización moral, entre las criaturas, porque esa actuación indebida se verificaría sólo en el campo morfológico, imponiendo tal vez inversiones innecesarias e imprimiendo  graves complicaciones al fuero íntimo de cuantos fuesen sometidos a tales procesos de experimentación, totalmente contrarios a la inteligencia que refleja la Sabiduría de Dios.

                                                           HOMEOPATÍA

Pregunta: ¿Es verdad que la homeopatía obra en el Periespíritu?

Emmanuel – El medicamento homeopático actúa energéticamente y no químicamente, o sea, su acción terapéutica se va a dar en el plan dinámico o energético del cuerpo humano que se localiza en el  periespíritu.

     (Del libro “Vigilia de Respuestas” – Francisco Cándido Xavier, Debate)

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              A LA BÚSQUEDA  DE LA 

             PERFECCIÓN ESPIRITUAL
   
 Podríamos proponer algunas pautas importantes para seguir transitando por ese difícil camino que es el de la evolución y progreso espiritual. Veamos algunas de ellas:

 Cuando estemos solos, debemos cuidar nuestros pensamientos pues estos muchas veces tienden a vagar por donde quieren, según sus preocupaciones, sus gustos o sus querencias, no siempre positivos  y como ya sabemos, la mente puesta en acción es el motor generador de nuestras ideas y de nuestros actos, buenos o malos,  de los cuales somos responsables ante nuestra conciencia y ante el Universo entero (Dios).


   Asimismo, cuando estamos con amigos, tendemos muchas veces a acoplar nuestra personalidad, nuestro carácter y hasta nuestros conocimientos a los de ellos, aunque veamos y comprendamos un nivel más pobre  de educación, de formas de comportamiento, o de conceptos, todo con el fin de seguir granjeándonos su amistad y confianza, o  su admiración, dejando tantas veces de obrar como nosotros mismos. Cuando actuamos así  nos colocamos una máscara en la personalidad, que da una imagen distorsionada de nuestra realidad humana y espiritual. Por ello, debiéramos comenzar por cuidar nuestro lenguaje, de modo que este sea siempre  correcto y educado;  un lenguaje que inspire confianza, paz, armonía y seguridad, pues de ese modo, el afecto y el grado de amistad al que aspiramos, llega por sí mismo, sin dejar de mostrarnos tal como somos, dando un ejemplo constante de moderación, de nobleza y de lealtad, que suele ser motivo de admiración y atracción por parte de los amigos y ante cualquier circunstancia.



Los espíritas, en el fondo,  quisiéramos  ser modelo de perfección sin ser perfectos y aun sin pretenderlo, ni mucho menos, entonces por ello, quien conoce   nuestra “etiqueta espírita” o  nuestras afirmaciones y creencias, nos examina permanentemente y hasta con severidad, decepcionándose o alegrándose- según la clase de amigos (o enemigos) que sean-,  cuando encuentran “un fallo”, eso echa por tierra nuestra imagen y la imagen que tienen del Espiritismo que nosotros representamos permanentemente, y ello  muchas veces justifica el que muchas veces no quieran compartir o ni tan siquiera respetar, nuestros conocimientos e ideas.



   Por las mismas razones expuestas, cuando por alguna causa estemos enojados, cuidemos y controlemos  particularmente nuestro  temperamento, pues en esas situaciones humanas, este tiende a desbocarse y a dejar de nosotros una imagen penosa, difícil de recomponer ante los demás y ante nosotros mismos después de un episodio de esa clase. No permitamos que el dichoso temperamento, fuerte, o el mal humor  nos desborde y aunque sea por momentos, y  haga de nosotros lo que no queremos ser.



  Como vemos, el comportamiento en grupo, es muy importante, pues es la piedra de toque en donde demostramos  a los demás y a nosotros mismos, lo que de verdad somos o lo que de verdad queremos llegar a ser.



  Otra pauta a señalar, sería la de  esforzarnos por cuidar de controlar las emociones negativas ante los demás, cuando estemos con problemas.  El tener problemas , es muy normal y muy humano; ¿Quién no los tiene o los ha tenido?; pero no debemos perder de vista su razón de ser y su utilidad espiritual, pues en primer lugar, sabemos que cada cual ha generado y genera los suyos, a los cuales se tiene que enfrentar después para superarlos, rectificar  y crecer con ellos. Por tanto, cuidemos junto al temperamento esas emociones que a veces nos pueden traicionar.



   Encima de todo esto, a veces descargamos el mal humor con alguna crítica negativa o ácida sobre alguien que no suele estar presente para defenderse.  De este modo empeoramos  con  ella una situación, queriendo justificar lo que moralmente es injustificable y presentándonos como  llenos de razón en nuestros juicios y críticas. ¡ Cuidado con las críticas!; ¡Suelen reflejar aquellos defectos que portamos nosotros mismos, aun cuando nos puedan pasar desapercibidos !.



   Tengamos siempre valor para superar los  problemas y resignación para sufrirlos, sabiendo que nada acontece por casualidad.



¡ Seamos justos y comedidos con los demás, del mismo modo que quisiéramos que los demás lo sean con nosotros !

¡ Y lo más importante !: Cuando nuestra conciencia nos acuse o atormente por algún error cometido o un fracaso en nuestro modo de hacer o de comportarnos,  ¡ No nos desanimemos!; ¡ levantémonos de inmediato, pidamos perdón y ayuda al Padre y también pidamos perdón a quien hayamos podido dañar o  perjudicar de algún modo, y sigamos nuestro camino con el mas sincero propósito de enmienda!



   Por último, cuando  nos vayan bien las cosas; cuando por cualquier motivo sintamos la bendición de Dios, no nos enorgullezcamos  por ello  demasiado; no lo atribuyamos a nuestros méritos por las  mejoras logradas.  Nos podemos decepcionar, porque estamos aún muy lejos de ser modelos de nada.  Más bien, agradezcamos a la Misericordia Divina todo lo bueno que nos llegue, pues en medio de tantos errores espirituales y de tantas deficiencias morales que llevamos en el alma, aún estamos muy lejos de merecer  bendiciones ni favores  de lo Alto. Pensemos que Dios muchas veces nos hace estos regalos sin merecerlos, como una demostración de SU bondad  y de Su Amor,  y se podría decir que como “pago adelantado” y acicate, para que sigamos esforzándonos en avanzar por el arduo camino de la perfección espiritual en medio de este mundo de expiaciones y de pruebas. Tengamos siempre la humildad de reconocerlo y aceptarlo así, mostrando nuestro íntimo agradecimiento por ello.



-Jose Luis Martín -


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      ¿SOMOS REALMENTE                      LIBRES?


¿Somos realmente libres? Esta es una cuestión muy interesante, puesto que nos referimos a un principio básico del ser humano como es la libertad. Sin embargo, de entrada, resulta complicado dar un perfil que pueda satisfacer a todas las personas de diferentes culturas y credos. Lo bien cierto es que dicha palabra ha sido utilizada muy a menudo a lo largo de la historia como emblema o pretexto en revoluciones políticas, religiosas y sociales.
Las interpretaciones al respecto varían dependiendo de las circunstancias de cada uno, según su posición o intereses particulares. Hay quien llama libertad a hacer con su cuerpo lo que quiera (ahí tenemos los debates sobre el aborto, la eutanasia o la donación de órganos, entre otros). O también la visión muy particular de libertad que sostienen algunos mandatarios  políticos, así como aquella minoría que ostentan casi todo el poder económico mundial, quienes consideran imprescindible, en base a su ambición, vanidad y orgullo, privar o restringírsela a los otros. Los primeros porque mayor libertad y democracia amenazaría su perpetuidad en el poder, y los últimos, porque mejorar las condiciones a los trabajadores irían en detrimento de sus intereses económicos.
También hay quien llama libertad a la capacidad de hacer lo que a uno le place en cualquier momento, sin tener en cuenta a los demás. Esto, más bien, sería libertinaje, concepto asociado al descontrol, falta de respeto al semejante y a la indisciplina.
Esto último, por desgracia, es bastante frecuente hoy día, sobre todo a lo que respecta a la educación de los hijos. Es fácil observar en lugares públicos esos cuadros lamentables de desorden, es decir, molestias e impertinencias que provocan algunos niños a las personas que tienen a su alrededor, ante la pasividad de unos padres despreocupados, que obligan a los demás a tener que soportarlos estoicamente; sin estar pendientes de ellos para inculcarles una educación, una enseñanza sobre el respeto a los demás, para que sepan convivir con los adultos, pues esa es su responsabilidad. Muchas veces permitiendo esos mismos padres que los niños generen un exceso de ruido, o también invadiendo el espacio que necesitan las otras personas, sin intervenir para nada, o muy débilmente. Teniendo siempre a mano una justificación, una excusa para tapar esas deficiencias, afirmando: “Son cosas de niños”. Piensan erróneamente que la vida y el tiempo corregirán de manera automática y natural esos comportamientos, a veces, embrutecidos. ¡Craso error!
Al mismo tiempo, esos padres que menosprecian la educación en valores son los que les proporcionan todos los caprichos a sus hijos, incentivándoles el afán de poseer sin medida, exclusivamente por el dudoso mérito de haber obtenido buenas notas en el colegio.
No cabe duda que la sociedad materialista de hoy día se ha despreocupado del auténtico significado de la palabra libertad. Sin embargo, podemos encontrar algunas claves que nos ayuden a entender, como son las que nos proporciona la doctrina espírita.
En la pregunta 826 del Libro de los Espíritus, estos afirman lo siguiente: “Tan pronto como haya dos hombres juntos, tendrán derechos ajenos que respetar y, por tanto, ya no gozarán de libertad absoluta”. De esa manera, el convivir obliga al autocontrol y a respetar el espacio del otro.
La Real Academia de la Lengua, al definirla, nos aporta otros matices como: Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Es una definición muy interesante porque asocia libertad a responsabilidad, lo que supone que el hacer o no hacer tiene sus consecuencias.
Se trata de un bien innato, forma parte de la naturaleza del ser. Es un derecho que en el transcurso de la evolución hemos de aprender a encauzar y usar con sabiduría; teniendo claro no sólo los derechos que poseemos, sino también las obligaciones para con el prójimo, para una correcta convivencia y armonía con nuestro entorno; así lo afirma la pregunta 827 del Libro de los Espíritus: “La naturaleza nos otorga el derecho de ser dueños de nosotros mismos”.
En el Evangelio también encontramos referencias muy importantes sobre la libertad, como son las siguientes palabras del Maestro: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». (Juan 8, 31-32)
Este comentario del insigne rabí es muy significativo, puesto que nos habla de “mantenerse en su palabra”. Se refiere a la constancia y al sacrificio. Es el precio de un ideal superior y de mantenerlo a toda costa, pese a las dificultades del camino, los sinsabores, las zancadillas, incomprensiones y los propios defectos que ensombrecen el camino que tenemos trazado, para proseguir con esfuerzo y tesón, y de ese modo, alcanzar los objetivos.
¿Cuál es el resultado de esa lucha por mantenerse fiel a esos ideales o Palabra? El descubrimiento de la verdad, esa verdad que clarifica, reconforta y ofrece seguridad. Es, en pocas palabras, el encuentro con la auténtica libertad; aquella que supera todas las barreras; que no vacila, que confía y consigue siempre buenos resultados. Es la misma verdad que se le niega a los poderosos, o a aquellos que se envanecen por su aparente saber.
Por otro lado, persistir en el error, en las debilidades o defectos nos atan, nos imantan a los planos groseros, adquiriendo nuevas responsabilidades, deudas que nos privan de la ansiada libertad hasta que la reparación esté concluida, como nos aclara el Maestro en la siguiente cita: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo…» (Juan 8, 34).
Sabemos que la actual existencia no es más que una de tantas de la larga sucesión de vidas físicas necesarias para nuestro desarrollo y evolución espiritual. Obviamente, el uso de la libertad se convierte en un gran bien para aquel que conoce cuál es su misión y el destino al que aspira; si es capaz de aprovechar su tiempo en el cumplimiento de sus tareas, tanto en beneficio propio como en el de sus semejantes.
En ocasiones, cuando un espíritu está muy atrasado e instalado en el mal y no es capaz de conducirse, haciendo que su estancamiento sea excesivamente prolongado, es cuando actúan las leyes para favorecer el reajuste necesario. Privándole temporalmente, si fuera necesario, de esa libertad natural e innata, hasta que el proceso regenerador haya concluido. Obligándole a tomar un nuevo cuerpo, muchas veces en condiciones muy penosas, para sensibilizarlo y comenzar a rescatar sus débitos del pasado, generados en otras existencias.
Por lo tanto, la libertad se desarrolla según el nivel de evolución alcanzado, como la responsabilidad de sus actos. Con la muerte física, y una vez desembarazado de los lazos materiales, el ser goza de una mayor autonomía que le permite desenvolverse con una mayor facilidad, al desaparecer el obstáculo que le ataba; pero aun así, existen las limitaciones propias del grado de elevación de cada espíritu.
Dios nos dota de sus atributos, nos concede la libertad para decidir el camino que deseamos recorrer por propia voluntad, pero tarde o temprano vivimos las consecuencias de lo sembrado. Efectivamente, “somos libres para sembrar, pero la cosecha es obligatoria”. El camino del orgullo y del egoísmo, cuando no existe vigilancia y autocontrol, nos puede empujar hacia unas actuaciones equivocadas que retardarán nuestro progreso e impedirán la conquista de la libertad plena y la felicidad tan anhelada. Del mismo modo, si  optamos  por el camino del bien y del amor, el horizonte se irá despejando y se descubrirá ante nosotros un camino lleno de posibilidades. La luz irá diluyendo las sombras de la duda, acercándonos día a día al Creador.
Hemos de pensar en que gozamos de un verdadero tesoro, que consiste en la capacidad de poder decidir libremente, de actuar, de aprender. Hemos de valorar cada momento en su verdadera dimensión. Los hechos del pasado ya no los podemos cambiar, permanecen inamovibles; el presente es su consecuencia inmediata. De las actuaciones que resolvamos acometer, así será el futuro; algo que estamos escribiendo ahora mismo. De nosotros depende el soltar amarras, desembarazarnos de los grilletes que nos aprisionan, que representan los errores y limitaciones del pasado, cumpliendo con la ley del amor y siendo fieles a nuestros compromisos adquiridos libremente antes de encarnar.
© Amor, Paz y Caridad, 

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     ALGUNAS CONCLUSIONES SOBRE EL

                           PERIESPÍRITU


Papel psicológico del periespíritu. 

Sabemos que después de la muerte el alma conserva el recuerdo de los acontecimientos terrestres, y que esta memoria supone la existencia de una suerte de sustancialidad; hemos visto que el periespíritu es normalmente invisible, imponderable, y que no se destruye como el cuerpo físico: por consiguiente en él existe la memoria. Sin prejuzgar en nada la verdadera naturaleza de este cuerpo espiritual, nos hallamos inclinados a suponer, a causa de sus caracteres de invisibilidad e imponderabilidad que el periespíritu se halla formado por una suerte de materia extremadamente rarificada. 

La sensación. 

Durante la vida, el periespíritu se halla interpuesto entre el alma y el cuerpo, y como consecuencia de ello, todas las sensaciones deben pasar por él con objeto de llegar a la conciencia, del mismo modo que todas las operaciones intelectuales y voluntarias dejan allí su huella, pues nada se pierde en la naturaleza. Toda fuerza que actúa sobre un cuerpo podrá transformarse, pero se vuelve a encontrar por entero en el cuerpo que ha estado sometido a su acción. Este es modificado en cierto sentido, así es que el periespíritu debe registrar las modificaciones sucesivas que experimenta, y como es un organismo permanente, en él deben volverse a encontrar cuantas sensaciones, pensamientos y voliciones le hayan hecho vibrar durante su vida terrestre. 

Gabriel Delanne.

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