viernes, 5 de octubre de 2018

La innegable naturaleza espiritual humana


 Sumario de  temas a tratar:

-  La innegable naturaleza espiritual humana
-  La vida fácil y el mal carácter
-  Las pruebas del Espíritu
-  El Espiritismo y la guerra
- Sócrates y la inmortalidad del Alma





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          LA INNEGABLE NATURALEZA                                ESPIRITUAL HUMANA

     Cuando en el plano espiritual los límites de nuestras posibilidades de aprendizaje se agotan, por falta de desenvolvimiento de los potenciales anímicos, retornamos a las duras experiencias terrenas.

     La reencarnación es una exigencia de nuestro atraso evolutivo, como la siembra de la semilla en la tierra es la exigencia básica para  su germinación y  su crecimiento. Así, nacimiento y muerte son los dos fenómenos naturales de la vida, que no deberemos confundir con desgracia o castigo. Solo los hombres matan para vengarse o cobrar deudas afectivas. Dios no mata, crea. Al sembrar las monadas  o almas en los planetas habitables, no lo hace para matarnos, sino para que podamos germinar y crecer como la hierba de los campos. La monada sería la centella del pensamiento divino que encierra en sí, como la semilla del vegetal, todo el esquema de la vida y de la forma humana que de ella nacerá en el seno de los elementos vitales de la carne. Los materialistas creen que el esperma y el óvulo ocultan en sí mismos todas las energías creadoras del hombre. Mas los progresos actuales de la genética animal y de la genética humana los despertarán para que com-prendan la existencia de un mecanismo oculto en el semen, del cual depende la propia fecundidad de este. Podríamos decir que Dios no trabaja con cosas, sino con leyes. 

    Las indagaciones  parapsicológicas revelaron que el pensamiento es la energía más poderosa de que podemos disponer. Esta energía no se desgasta en el tiempo ni en el espacio, no está sujeta a las leyes físicas, ni respeta las barreras físicas. Es la única energía conocida que puede operar en las distancias ilimitadas del Cosmos. Si pudiéramos verificar esto en las experiencias telepáticas, de transmisión de pensamientos entre las distancias espaciales y temporales que todas las demás energías no consiguen vencer, deberemos pensar en el poder infinito del pensamiento creador de Dios. Mas el orgullo humano se alimenta de su propia ignorancia y prefiere colocarse sobre la propia Divinidad. Por esto el científico soviético Vassiliev no aceptó la teoría de Rhine – la naturaleza extra-física del pensamiento – y procedió a una experiencia en la Universidad de Leningrado para demostrar lo contrario. Pero no obtuvo las pruebas que deseaba y se limitó a contestarle a Rhine con argumentos, declarando simplemente que el pensamiento se constituye de una energía física desconocida. Hasta ahora, ni en el más allá, para donde la muerte lo transfirió, su rebeldía, no ha conseguido la refutación deseada. 

     Este es un episodio típico de la lucha de los negativistas contra la innegable realidad de la naturaleza espiritual del hombre. Será inútil disputar con ellos, que aún cuando son científicos, se apegan rígidamente a sus convicciones, de manera inopinable. 

Herculano Pires.

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   LA VIDA FÁCIL Y EL MAL CARÁCTER
                                              
                                                                   
   
   Hay personas cuya vida transcurre en una calma perfecta y que, por no tener necesidad de hacer nada por sí mismas, están exentas de preocupaciones. Esa vida dichosa ¿es prueba de que no tienen nada que expiar de una existencia anterior? 
- ¿Conoces muchas en esas condiciones? Si crees que sí estás engañándote. Con frecuencia esa calma sólo es aparente. Puede que hayan escogido esta vida, pero cuando la dejen percibirán que no les ha servido en modo alguno para adelantar. Y entonces, igual que los holgazanes, lamentarán el tiempo perdido. Sabed bien que el Espíritu sólo mediante la actividad puede adquirir conocimientos y elevarse. Si se duerme en la indolencia, no progresa. Se asemeja a aquel que tiene necesidad (conforme a vuestros usos) de trabajar, y que en cambio se va de paseo o se mete en la cama, y esto con el propósito de no hacer nada. Sabed bien, además, que cada cual tendrá que rendir cuentas de la inutilidad voluntaria de su existencia. Y esa inutilidad resulta siempre fatal para la dicha venidera. La suma de la felicidad futura está en razón de la suma del bien que se haya realizado. Y el total de la desventura, en razón del total del mal y de los desdichados que se hayan hecho.* 

989. Existen personas que, sin ser positivamente malvadas, hacen desgraciados a todos aquellos que las rodean, a causa de su mal carácter. ¿Qué consecuencia les acarrea esto? 
- Con toda seguridad que esas personas no son buenas, y lo expiarán delante de aquellos a quienes hicieron desdichados. Será para ellas como un reproche. Además, en una existencia ulterior padecerán lo que han hecho sufrir. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. 
ALLAN KARDEC 

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LAS PRUEBAS DEL ESPÍRITU

13. En cada existencia corporal el Espíritu debe llevar a cabo una labor en proporción con su grado de desarrollo; cuanto más ruda y trabajosa sea tanto mayor será el mérito en 
cumplirla.- De esta manera, cada existencia es una prueba que lo acerca al objetivo. El número de esas existencias es indeterminado. Depende de la voluntad del Espíritu   abreviarlo esforzándose activamente por su perfeccionamiento moral; del mismo modo que depende de la voluntad del obrero, que debe entregar un trabajo, el disminuir la cantidad de días que emplea en hacerlo. 

El Espiritismo en su más simple expresión 
Allan Kardec 


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                            Sir Arthur Conan Doyle

            EL ESPIRITISMO Y LA GUERRA 

El espiritismo contaba con millones de creyentes antes de la guerra, pero el público en general no comprendía bien los beneficios que de él podía esperar. La guerra cambió completamente las cosas. Las desgracias que cayeron sobre casi todos los hogares produjeron un súbito y hondo interés en la vida del Más Allá. La gente no sólo preguntaba: «Si el hombre muere, ¿puede vivir de nuevo?», sino que quería ansiosamente conocer si era posible la comunicación con los seres perdidos. Se suspiraba  por «el contacto con una mano desaparecida y por el sonido de una voz extinta». Y hubo muchos millares de personas que investigaron por sí mismas, y recibieron mensajes de los que habían muerto.  

     La prensa no pudo resistir este estado de la opinión pública, y dio publicidad a no pocos relatos con la vuelta de soldados muertos, y en general de la vida después de la muerte. 
En este capítulo sólo nos referiremos a las diversas maneras en que el mundo espiritual se manifestó durante las distintas fases de la guerra. 


     El mismo terrible conflicto bélico fue predicho no pocas veces; hubo soldados muertos que aparecieron en sus propias casas, y otros que avisaron a sus camaradas en el campo de batalla, del peligro que corrían; fijaron muchos sus imágenes en las placas fotográficas; en la zona de combate se vieron figuras solitarias y fantasmas legendarios; en una palabra, todo el escenario bélico estuvo lleno a veces de una densa atmósfera que revelaba la presencia y la actividad del Otro Mundo. 

     El autor debe decir que si bien su propia pérdida en nada influyó en sus opiniones el espectáculo de un mundo sobrecogido de dolor y que pedía ansiosamente le ayudaran a comprender el misterio de la otra vida, afectó poderosamente su inteligencia y le hizo comprender que aquellos estudios psíquicos que hacía tiempo emprendiera, eran de una importancia inmensa práctica, no pudiendo ser ya considerados como una aislada ocupación intelectual. En su propio hogar era evidente la presencia del muerto, y el consuelo de los mensajes póstumos le decía cuán grande seria el alivio del mundo torturado, si éste podía participar del conocimiento que tan claramente poseía él. Ese convencimiento impulsó tanto al autor como a su esposa a dedicarse intensamente a la propaganda del espiritismo, para lo cual, desde 1916, dio conferencias en varios países, viajando a través de Australia, Nueva Zelanda, América y Canadá.

Arthur Conan Doyle “Historia del Espiritismo”, Capitulo XXIII


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SÓCRATES
Y LA INMORTALIDAD DEL ALMA
   En al año 399 antes de la era cristiana, el Tribunal de los Heliastas, constituido por representantes de las diez tribus que componían la demócrata Atenas, se reunía con sus 501 integrantes para cumplir una obligación muy difícil.
 Representantes del pueblo, escogidos al azar,  estaban allí para juzgar al filósofo Sócrates.
 El pensador era acusado de rechazar a los dioses del Estado y corromper a la juventud.
  Figura muy controvertida Sócrates era admirado por unos, criticado por otros.
Tenía la costumbre de andar por las calles con  grupos de jóvenes, enseñándolos a pensar, a cuestionar sus propios conocimientos acerca de las cosas y de ellos mismos.
  Sócrates desarrolló el arte del dialogo, la mayéutica, ese momento del“parto” intelectual, de la búsqueda de la verdad en el interior del hombre.
  Sus palabras “Sólo sé que no sé nada” representan la sabiduría más grande de un ser reconociendo su ignorancia, reconociendo la necesidad de aprender, buscar la verdad
  Por eso, fue sabio y más allá de sabio, ofreció ejemplos inigualables de conducta moral.
Vivió sencillamente y siempre reflexionó acerca del mundo materialista, de los valores ilusorios del ser  y de las creencias vigentes en la sociedad.
Delante de sus acusadores fue capaz de dejarles lecciones importantísimas, como cuando afirmó:
“No tengo otra ocupación sino esa de persuadiros a todos, jóvenes y viejos, para que cuidéis menos de vuestros cuerpos y de vuestros bienes que la perfección de vuestras almas.”
El gran filósofo fue condenado a la muerte por cerca de 60 votos de diferencia.
La gran mayoría incentivaba a que él intentase negociar su pena, asumiendo el crimen, librándose así de la punición capital con el pago de algunas monedas.
Seguramente todos saldrían con las conciencias menos culpables.
Todos, menos Sócrates que, de ninguna manera, se permitió actuar en contra de sus principios de moralidad. Así, aceptó la pena impuesta.
Aprisionado durante 40 días, tuvo la oportunidad de huir, una vez que sus amigos encontraron una forma ilícita de darle la libertad.
No la aceptó. No se permitió ser deshonesto con la ley, aunque esta lo hubiera condenado injustamente. Una vez más ejemplificó la grandeza de su alma.
Y fueron extremadamente tranquilos los últimos instantes de Sócrates en La Tierra.
Una calma espantosa invadía su semblante y causaba la admiración en todos los que iban a visitarlo.
Indagado acerca de tal sentimiento, el pensador reveló lo que le animaba el espíritu:
   “Todo hombre que llega adonde voy a ir ahora, ¡qué gran esperanza no tendrá, de que poseerá allí lo que buscamos en esta vida con tanto trabajo!
Este es el motivo que el viaje que me ordenan me llena de tan dulce esperanza.”
Si, Sócrates tenía la seguridad interior de la inmortalidad del alma y lo expresó claramente en varios momentos de sus diálogos.
La perspicacia de sus pensamientos y reflexiones ya había llegado a tal conclusión lógica.
El gran filósofo partía seguro de que continuaría su tarea, que proseguiría pensando, dialogando y que desvendaría un nuevo mundo, una nueva perspectiva de la vida, que es una sola, sin muerte, sin destrucción.
 El Codificador de la Doctrina Espírita, Allan Kardec, preguntó a los inmortales:
  “En el instante de la muerte, ¿cuál es el sentimiento que prevalece en la gran mayoría de los hombres: la duda, el temor o la esperanza?”
Y los Espíritus le contestan: “La duda, para los escépticos empedernidos; el temor, para los que son culpables; la esperanza, para los hombres de bien.”
Que podamos todos, a ejemplo de Sócrates, dejar este mundo con el corazón lleno de esperanza.
 Redacción de Momento Espírita, con base en los  libros: El Fedón, de Platón, Colección de Filosofia –  Textos nº 4. ed. Porto y Apologia de Sócrates, de Platón, Colección Los pensadores, ed. Nova Cultural – Brasil
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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