martes, 23 de octubre de 2018

Adolescencia y vida, según la Doctrina Espírita (2ªParte)


    Hoy podemos leer aquí:

1.- Adolescencia y vida, según la Doctrina Espírita (2ªParte)

2.-La Paciencia
3.-Las evocaciones  (1ª)
4.-Acción del agua fluidificada en el organismo humano.

5.-Nuestras razones
6.- Terapia de vidas pasadas





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ADOLESCENCIA Y VIDA  SEGÚN  LA                 DOCTRINA ESPIRITA
(2ª parte)

      La cuestión de la sexualidad merece tratamiento especializado, conforme lo exige la propia vida. el ser humano no es solamente un animal sexual, más también racional, que despierta para el comando de los instintos bajo el amparo de la conciencia.
      El sexo merece en el adolescente el mismo tratamiento y dignificación  que son dispensados a los demás órganos, con la gravedad de tratarse del aparato reproductor, que posee una alta  y expresiva carga emocional, de ese modo necesitando  mayor suma de responsabilidad, así  como de higiene y respeto moral.
     El control mental, la disciplina moral, los hábitos saludables en el paso de las horas, el trabajo normal, la oración ungida de amor y de entrega a Dios, constituyen  metodología  correcta  para la travesía de la adolescencia y el despertar de la edad de la razón con madurez y equilibrio.
      El sexo cuando es orientado reposa  y se estimula en el aura del amor, que debe constituir el guía seguro para solucionar todos los problemas que surgen y preservarlo de los abusos que alucinan.
        Sexo sin amor es agresión brutal en la búsqueda del placer de efímera duración y de desastroso resultado, por no satisfacer ni calmar.
    Cuanto más sea usado en mecanismo de desesperación o fuga, menos tranquilidad proporciona.
       La orientación del sexo ha de iniciarse en la infancia, de forma que el joven se dé cuenta que el sexo existe en función de la vida y no está como un instrumento de él.
El propósito de vida del joven debe centrarse en la búsqueda del conocimiento, en la vivencia de las disciplinas morales, con el fin de prepararse para las luchas, no siempre fáciles del proceso evolutivo, en la reflexión, también en la alegría de vivir, en los placeres éticos, en la recreación, en las cuales encuentra resistencia  y renovación para los deberes que son parte integrante  de su proceso de crecimientos personal.
      El adolescente actual es Espíritu envejecido, acostumbrado a realizaciones, no siempre meritorias, lo que le produce ansias y disgustos aparentemente inexplicables, inseguridad y miedos  sin justificativa, que son provenientes de su conciencia de culpa, en razón de los actos practicados, que ahora vino a reparar, superando los limites  y avanzando  en otra dirección por el camino de la iluminación interior, que es el esencial objetivo de la vida.
      El proyecto existencia del adolescente no puede prescindir de la visión espiritual de la vida; de la realidad transpersonal de el mismo; de las aspiraciones de lo noble, de lo bueno y de lo bello, que serán las realizaciones permanentes en su interior, dirigiendo sus pasos  hacia la felicidad.
     Para ese cometido, la buena orientación sexual se hace indispensable en la fase de la afirmación de la personalidad del adolescente, como ocurre  en todos los diferentes periodos de la vida física.
    El hogar es el mejor educador, el más eficiente, porque las lecciones administradas son vivas e impresionables, cargadas de emoción y de fuerza.
     No siempre, sin embargo, la familia está constituida por Espíritus afines, afectivos, comprensivos y fraternos.
      La mayoría de las veces, la familia está formada para auxiliar a los equivocados a que se recuperen de los errores morales, para reparar daños que fueron causados en otras ocasiones en los cuales fracasaron.
     Es por esa razón que existen familias  bendecidas y familias de pruebas. Las primeras son aquellas en las que se reúnen los Espíritus que se identifican en los ideales del hogar, en la comprensión de los deberes, en la búsqueda del crecimiento moral, beneficiándose por la armonía frecuente y por la fraternidad habitual. Las segundas son caracterizadas por los conflictos que se presentan  desde temprano, en las animosidades entre sus miembros, en las alucinadas disputas, en los conflictos continuos, en las revueltas sin descanso.
      Amantes que se corrompieron, y se abandonaron, renacen en la codición de padres e hijos, a fin de alterar el comportamiento afectivo y sublimar sus aspiraciones; enemigos que se  mataron en duelos políticos, religiosos, afectivos, empuñando armas e hiriéndose, matándose, retornan casi siempre en la misma consanguinidad, con el fin de superar antipatías que continúan; traidores de entonces ahora se refugian al lado de las victimas  para conseguir su perdón, vistiendo la indumentaria del parentesco próximo, porque nadie huye de sus actos.
      La familia, de este modo, es el laboratorio moral para las experiencias de la evolución, que caldea los sentimientos y trabaja las emociones, proporcionando la oportunidad  del equilibrio, desde que el amor sea aceptado como el gran  moldeador de los desafíos y de las dificultades.
     En razón de esto, el adolescente experimenta en la familia  esos choques emocionales o se siente atraído por las vibraciones positivas, de acuerdo con los vínculos anteriores que  mantiene con el grupo en el cual se encuentra comprometido.  Esa aceptación o repulsión lo afectar de una manera muy significativa en el momento actual, exigiendo, cuando es negativa,  de terapia especializada y gran esfuerzo del paciente, con el fin de poder ajustarse a la sociedad que le parecerá siempre un reflejo de lo que vivió en el nido domestico.
      Los padres deben unirse  incluso ante la dificultad  en la relación  personal, con el fin de ofrecer seguridad  psicológica  y física a los hijos.
      Esa tarea desafiadora es de gran valía para el conjunto social, los divorcios y las separaciones, legales o no, agrava la economía moral de la sociedad, que sufre  el daño de creciente desequilibrio.
  El adolescente, en un hogar desajustado, naturalmente experimenta las consecuencias nefastas de los fenómenos  de agresividad y de la lucha que tienen allí, escondiendo las propias emociones o dando largas a los vicios, con el fin de sobrevivir, cargado de amargura y asfixiado por el desamor.
   Pese a todo esto, el adolescente  en formación de su personalidad, le cabe  comprender la situación en la que se encuentra, aceptando el desafío y compadeciéndose de sus genitores  y demás familiares envueltos en la lucha infeliz, como  siendo seres enfermos, que están lejos de la cura  o que se niegan a la terapia de la transformación moral.
     Es, sin duda el más grande desafío que enfrenta el joven, de pagar ese elevado precio, que es entender a aquellos que deberían entenderlo , a aquellos que siendo más viejos, y por tanto, más experimentados, deberían comprenderlo  a él y orientarlo.
      El hogar es el gran formador  del carácter del joven. Cuando los adultos adquieran la dignidad, maduren emocionalmente antes de asumir los compromisos de la procreación, habrá un cambio radical en los paisajes de la familia, iniciándose la época de la verdadera fraternidad.
       Cuando el sexo sea ejercido con responsabilidad y no agresivamente; cuando los individuos comprendan que el placer cobra un precio, y este, en la unión sexual, aunque con los cuidados  de los preservativos, es la fecundación, habrá un cambio real en el comportamiento general, abriendo espacio para la adolescencia bien orientada en la familia en equilibrio.
       Sea cual sea el hogar en el cual se encuentre el adolescente, tendrá el campo para la comprensión de la fragilidad de los padres y de los hermanos, para la valoración de sus méritos. Si no es comprendido u amado, debe esforzarse en amar  y comprender, teniendo en cuenta que es deudor de los progenitores, que podrían haber interrumpido el embarazo, y sin embargo, no lo hicieron.
      El adolescente, por tanto, tiene para con su familia, una deuda de cariño, aun  cuando sus progenitores no se den cuenta  del inmenso débito que tienen para con el joven en formación. Por eso el adolescente debe procurar, entender y disculpar, orando  y contará siempre con el auxilio divino que nunca falta y la protección de sus Guías Espirituales, que son responsables por su nueva experiencia reencarnatoria.
      La adolescencia  es  la fase de amoldamiento, de adaptación, al mismo tiempo que de transformaciones que merecen y exigen paciencia y habilidad psicológica.
      Por un lado existe el interés familiar, que trabaja  para lo mejor del educando, pero por otro lado se encuentra el grupo social, no siempre equilibrado, de la Escuela, del Club, de la calle, del trabajo, conspirando contra las actitudes saludables que se desean ofrecer y que naturalmente atraen al adolescente, porque a él le gusta sentirse igual que los demás, no llamar la atención, o cuando, se trata de un conflicto, quiere destacar, exhibirse, exactamente porque vive inseguro, experimenta dramas, que oculta bajo el disfraz del cinismo aparente…
      Con la tranquilidad del flujo sexual, mediante la reflexión y el trabajo a través del estudio y de las aspiraciones superiores que se deben administrar con cuidado, él pasa a identificarse con el mundo, con las personas y por fin consigo mismo. Esa auto-identificación en general es más retardada, porque es más profunda,  prolongándose  durante toda la existencia bien orientada por el deber y por las aspiraciones ennoblecidas.
     El idealismo se torna para él un alimento que debe ser ingerido con frecuencia, a fin de que no haya carencia emocional y pérdida de identidad en el tumulto de las propuestas sociales, económicas y artísticas…
    En esta fase de inseguridad del adolescente, es necesaria mucha vigilancia  para poder ayudarlo a encontrarse y a definir su ideal en la vida, entregándosele confiado y perseverante hasta conseguir la meta ambicionada.
    La perseverancia y el idealismo sin excesos responderán por el emprendimiento iniciado.
   El adolescente no debe temer nunca al porvenir, porque eso seria limitar  las aspiraciones, ni subestimar las lecciones de lo cotidiano, que deben constituir mensajes de advertencia, propias para enseñarle como ha de conseguir los resultados superiores.
   Siendo así, en ese periodo de formación, de identificación consigo mismo, la docilidad en el trato, la confianza en las realizaciones, la gentileza en la afectividad, el trabajo constante, al lado del estudio que ensalza los valores  y desarrolla  la capacidad  de entendimiento,  deben ser el programa normal de vivencia. Los placeres, los juegos apasionados del deseo, la búsqueda interminable del gozo, ceden lugar a los compromisos  iluminativos, que diseñan  la felicidad en el alma    y la materializan en el comportamiento.
     Ser joven  no es, solamente poseer fuerza orgánica, capacidad de soñar  y de producir, es sobre todo, poder discernir  lo que es necesario hacer, o como ha de ser hecho, para que lo realicemos.
       La escala de valores personales necesita ser muy bien considerada,  a fin de que el tiempo no sea  empleado de forma caótica  con proyectos de  secundaria importancia, en detrimento  de otras labores importantes, que constituyen la primera meta existencial, de la cual  derivan todas las otras realizaciones.
   Son infinitas, por tanto, las posibilidades de la vida, limitadas por las circunstancias,  por el estado de evolución de cada hombre y de cada mujer, que deben, desde la adolescencia, programar el camino  de la evolución  y seguir con seguridad, etapa a etapa, hasta el momento de su auto realización.
    Es imposible garantizar que un adolescente concreto llegará a ser un adulto maduro, responsable y capaz. La influencia de los padres es mucho mayor de lo que se cree. A pesar de episodios frustrantes y al límite de la paciencia, manténgase al tanto de su hijo, pues nadie lo va a hacer por usted.
       Aprenda todo lo que pueda sobre los adolescentes, su mundo es fascinante.
      No deje pasar la oportunidad de disfrutar de una etapa esencial en el crecimiento de su hijo o hija.
     Cuanta más información tenga sobre la adolescencia, mejor podrá anticiparse a los cambios y las decisiones que tome serán mucho más eficaces.
    
     · Manténgase al tanto de la vida de su hijo dentro y fuera de la escuela. Una buena relación con los padres es la mejor protección para crecer y explorar el mundo. Sea imaginativo para seguir conectado a su hijo.

   · El afecto incondicional y unas normas claras, razonables y razonadas son los cimientos para que su hijo se desarrolle y se sienta seguro.

  · Hable con su hijo de los temas importantes en la vida y no evite los temas delicados o difíciles.

    · Márquele metas elevadas pero realistas. Dígale que espera de él su mejor esfuerzo.

   · Valore la educación, mantenga el contacto con los profesores, y supervise su evolución académica.

     · Ayúdele a descubrir sus puntos fuertes y elógielo por lo que hace bien.

     · Conozca a los amigos de su hijo y a sus padres. Hable con él sobre los amigos, la amistad y las cosas que pueden pasar cuando esté con sus amigos.

      · No deje a su hijo solo frente a los medios de comunicación y la publicidad.

     -Converse sobre las películas, los video-juegos, las revistas que lee y la música que escucha.

    · Los valores que usted desea para su hijo tienen que vivirlos en la familia para luego ponerlos en práctica.

    · Esté alerta ante los problemas graves que pueden surgir durante la adolescencia.

      Si no puede afrontarlos busque ayuda profesional cuanto antes.

    · No se desanime ante las dificultades, la mayoría de adolescentes las superan con éxito si los padres están dispuestos para ayudarles y no se rinden.

    · Escuche a su adolescente.

Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes
Extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Adolescencia y Vida” por el espíritu Joanna de Angelis y de internet.

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                     LA PACIENCIA

...La paz debe constituir la meta del ser pensante que lucha en continuos intentos para conseguir la plenitud.
La paz es un tesoro que no puede ser afectado por ninguna circuns­tancia que la lleve a desaparecer, y la paciencia es su exteriorización, porque es el mecanismo no violento del cual se vale a fin de conseguir los objetivos que se propone.


Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco

Libro Jesús y el Evangelio a la luz de la psicología profunda – Editora LEAL


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                                   LAS EVOCACIONES ( 1ª)


La siembra mediumnica es un extenso y expresivo campo a ser trabajado que exige cuidados especiales y una esmerada dedicación. Las dificultades y las decepciones que se encuentran en su práctica tienen su origen en la ignorancia de los principios de esta ciencia.
 Para el intercambio mediumnico no basta solo, con colocar las manos sobre la mesa para hacerla girar, tener un lápiz para escribir, ni llamar a un espíritu para que este acuda.
 Aunque todos tengamos en si las cualidades para ser médium, estas en grado suelen ser muy diferentes en los seres, su desarrollo proviene de causas que no dependen de la persona hacerlas nacer a voluntad. Las reglas de la pintura, de la música, no hacen poetas, ni músicos a aquellos que no tienen el genio. En lo referente a la mediumnidad si la facultad existe, el objeto del espiritismo es el de indicar los medios para desenvolverla, y el de dirigir su empleo de una manera útil.
 Son muchos los obstáculos a vencer, pues existen siempre descuidos e imprudencias, problemas de filtración psíquica y principalmente, las delicadas situaciones relacionadas con la identidad de los espíritus.
 La mediúmnidad exige esfuerzo, conocimiento, realización, perseverancia, a fin de obtener resultados óptimos. Cuanto mayor sea el progreso del médium, más amplitud de registro de captación, tendrá, interesando a los espíritus Superiores el intercambio, para el que se ofrece de forma espontánea.
 Los espíritus se manifiestan espontáneamente o cuando se les evoca. Hay siempre alrededor del hombre Espíritus que casi siempre son de baja esfera y que no desean otra cosa que comunicarse; no llamando a ninguno en particular, se abre la puerta a todos los que quieran entrar. En una reunión el no conceder la palabra a nadie es dejarla a todos y se sabe lo que resulta de ello. La llamada que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre el y nosotros;  al llamarlo por nuestro deseo ponemos una especie de barrera a los intrusos. Sin una llamada directa, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro espíritu familiar.
 Tanto las manifestaciones espontáneas, como las evocaciones tienen sus ventajas y el inconveniente seria el dejar de ejercerlas. Las espontáneas no tienen ningún inconveniente cuando se conocen a los espíritus, y se tiene la certeza que los malos no tomaran ningún imperio; entonces es muchas veces útil esperar la complacencia de los que quieran manifestarse, porque su pensamiento no sufre ninguna opresión, y de esta forma se pueden obtener cosas admirables; pues cuando se llama a un espíritu en especial no se sabe si el Espíritu está dispuesto para hablar ósea capacitado para hacerlo en el sentido que deseamos.
 El examen escrupuloso de la comunicación obtenida es una garantía para el caso de malas comunicaciones. En las reuniones regulares sobre todo en las de trabajo continuo, hay siempre espíritus a acostumbrados  que acuden a la cita, sin que nadie les llame, pues en razón a la regularidad de las sesiones, ya están prevenidos; a menudo toman la palabra espontáneamente para tratar algún asunto, desarrollar una proposición o escribir aquello que debe hacerse, y se les reconoce con facilidad, por la forma del lenguaje, que siempre es idéntico, por la escritura, o por ciertas costumbres que les son familiares.
 Cuando deseamos comunicarnos con un Espíritu determinado, es del todo necesario evocarlo y debemos considerar que todo deseo del aspirante a médium en principio es el de comunicarse con el espíritu de personas que le son queridas, y deben moderar su impaciencia, porque la comunicación con un espíritu determinado ofrece muchas veces dificultades materiales que la hacen imposible, para el principiante. Para que un espíritu pueda comunicarse es preciso que entre él y el médium haya relaciones fluidicas, que no se establecen siempre instantáneamente, sino a medida que la facultad se desarrolla y que el médium adquiere poco a poco la aptitud necesaria para entrar en relación con el primer espíritu que se presenta. Por consiguiente puede suceder que con aquel con quien deseamos comunicarnos no esté en condiciones propicias para hacerlo, a pesar de su presencia, así como también que no tenga la posibilidad ni el permiso para venir a la llamada que se le hace. Por esto al principio no conviene obstinarse en evocar a un espíritu determinado con exclusión de cualquier otro, porque acontece muchas veces que con aquel no se establecen las relaciones fluidicas con tanta facilidad, aunque se tenga la simpatía hacia el. Antes, pues, de pensar en obtener comunicaciones por tal o cual Espíritu, es necesario dedicarse al desarrollo de la facultad, y para esto es preciso hacer un llamamiento general y dirigirse sobre todo a su ángel guardián.
 En esto no hay formula sacramental; cualquiera que pretendiera dar una, puede tacharse resueltamente de falsa, porque los espíritus no atienden a la forma sino al fondo. La evocación debe hacerse siempre en nombre de Dios.
 Cuando se quiera evocar a un Espíritu determinado es esencial dirigirse primero a los que se sabe que son buenos y simpáticos y que tienen un motivo para venir como son los parientes o amigos. Y en este caso la evocación puede formularse de este modo: En nombre de Dios Todopoderoso ruego  permita al Espíritu tal, comunicarse conmigo. O bien: Ruego a Dios Todopoderoso permita al Espíritu tal, comunicarse conmigo. Las primeras preguntas que se formulen al espíritu, deberán ser conveniente se hagan de tal modo que simplemente requieran las respuestas de si o no, como por ejemplo: ¿Estas aquí? ¿Quieres responderme? En un principio solo se trata de establecer una relación, lo esencial es que la pregunta no sea frívola, que no tenga relación con cosas de interés privado y, sobretodo, que sea la expresión de un sentimiento benévolo y simpático para el espíritu al cual nos dirigimos.
 Una cosa queda aun muy importante que resaltar en una evocación, y es la calma y el recogimiento unidos a un deseo ardiente de obtener buen éxito, no se trata de una calma efímera que tiene intervalos, interrumpiéndose a cada minuto por otras preocupaciones, sino la voluntad formal, perseverante, sostenida, sin impaciencia ni deseo, febril. La soledad el silencio y el alejamiento de todo lo que puede causar distracciones favorecen el recogimiento. Entonces solo queda una cosa por hacer, que es renovar todos los días las tentativas durante diez minutos o un cuarto de hora, todo lo más cada vez por espacio de quince días, un mes, dos meses, y más si es necesario; se conocen médium que no se han formado hasta después de seis meses de ejercicio, mientras que otros obtienen resultados desde la primera vez.
 Para evitar tentativas inútiles, se puede interrogar por otro médium adelantado y formal. Podemos ser médium sin percibirlo y en un sentido diferente al que uno se cree. También es útil tomar en cuenta la naturaleza del Espíritu a quien preguntamos, pues los hay tan ligeros e ignorantes que responden a tontas y a locas como verdaderos cadáveres atolondrados; por eso es aconsejable dirigirse a los espíritus ilustrados, que generalmente contestan gustosos a estas preguntas e indican la mejor marcha para tener buen resultado.
 El concurso de guías experimentados, es muy útil para hacer observar al principiante una porción de pequeñas precauciones que con frecuencia desprecia en detrimento de la rapidez de las primeras preguntas y de la manera de hacerlas. Su tarea es la de un profesor que deja de ser necesario cuando el médium es lo bastante hábil.
 Cuando se evoca a un Espíritu por primera vez, conviene designarlo con alguna precisión... es menester en las preguntas que se le hace evitar las formulas secas e imperativas, esto seria un motivo para alejarle. Estas formulas deben ser afectuosas o respetuosas, según el Espíritu y en todos los casos atestiguar el evocador su benevolencia.
 Hay Espíritus que sorprenden por su prontitud en presentarse cuando son evocados, se diría que están prevenidos, esto es lo que tiene lugar cuando uno se ha ocupado anticipadamente de su evocación. Esta preocupación es una especie de evocación anticipada, y como tenemos siempre a nuestros espíritus familiares que se identifican con nuestro pensamiento, preparan el camino de tal forma, que si no hay nada que lo impida, el Espíritu que se quiere evocar está ya presente.
 En el caso contrario, es el Espíritu familiar del médium, o del evocador, o incluso uno de los que están acostumbrados, el que va a buscarle, y para esto no necesita mucho tiempo. Si el Espíritu evocado no puede venir instantáneamente, el mensajero señala un tiempo, algunas veces de cinco minutos, un cuarto de hora, una hora muchos días; cuando ha llegado, entonces dice: ¡Aquí está!, y es cuando pueden dirigírsele las preguntas que quieran hacérsele.
No siempre es necesario el mensajero intermediario para llamar al Espíritu, la llamada del evocador puede ser oída directamente por el Espíritu.
 Cuando se aconseja hacer la evocación en el Nombre de Dios, esto quiere decir hacerla formalmente y no a la ligera.
 Las evocaciones ofrecen muchas veces más dificultades a los mediums, que los dictados espontáneos, sobre todo cuando se trata de obtener respuestas precisas a preguntas circunstanciadas. Para esto son necesarios mediums especiales, a la vez flexibles y positivos, y estos son bastantes raros, pues las relaciones fluidicas no se establecen siempre instantáneamente con el primer espíritu que llega. Por esto es útil que los mediums no se entreguen a las evocaciones detalladas, sino después de que estén seguros del desarrollo de su facultad y de la Naturaleza de los Espíritus que les asisten, porque entre aquellos que están mal acompañados las evocaciones no pueden tener ningún carácter de autenticidad.
 Los mediums suelen ser buscados la mayoría de las veces para evocaciones de interés privado, para comunicarse con seres que son queridos. Y los mediums no deben acceder a este deseo, sino con reserva, delante de las personas sobre cuya sinceridad no estén bien seguros y ponerse en guardia sobre trampas que pudieran tenderle, gentes malévolas. En segundo lugar, no prestarse bajo ningún pretexto, si ven un objeto de curiosidad o de interés, y no una intención formal de parte del evocador; rehusar toda pregunta ociosa que salga del círculo de aquellas que pueden dirigirse racionalmente a los Espíritus.
 Las preguntas deben ser hechas con claridad, limpieza y sin segunda intención, si se requieren respuestas categóricas. Rechazar las que tengan carácter insidioso, pues se sabe que los Espíritus no quieren las que tienen por objeto ponerles a prueba; insistir sobre las preguntas de esta naturaleza es querer ser engañados. El evocador debe marchar directamente al objetivo, sin subterfugios y sin medios capciosos; si teme explicarse, hará mejor en abstenerse.
 Conviene además, no hacer evocaciones en ausencia de las personas que hacen la demanda, sino con mucha prudencia, siendo preferible abstenerse del todo, siendo solo estas personas aptas para examinar las respuestas, juzgar su identidad, provocar aclaraciones, si hay lugar para ello y hacer preguntas incidentales que traen consigo las circunstancias. Además su presencia es un lazo que atrae al Espíritu; muchas veces poco dispuesto a comunicarse con extraños, por los cuales no tiene ninguna simpatía. En una palabra el médium, debe evitar todo lo que pudiera transformarle en un agente de consulta, lo que es sinónimo de decidor de la buenaventura.
 Se pueden evocar a todos los Espíritus cualquiera que sea la escala evolutiva a la que pertenezcan; lo mismo los buenos, que los malos, tanto los que recientemente desencarnaron como a los que vivieron en los tiempos más remotos, a nuestros amigos, a nuestros parientes, a los que nos son indiferentes pero esto no quiere decir que puedan venir siempre a nuestra llamada, pues el permiso puede serle denegado por un poder superior, incluso estar impedidos por motivos que no siempre nos está permitido penetrar. Casi siempre son individuales y dependen a menudo de las circunstancias, los obstáculos que impiden a un Espíritu evocado acudir a la cita.
 Entre las causas que pueden oponerse a la manifestación de un Espíritu, suelen ser dos,  unas personales y otras extrañas. Las primeras son sus ocupaciones o las misiones que cumple y de las cuales no puede separarse para acceder al deseo del evocador, en este caso, su visita solo queda aplazada. Hay además la propia situación del espíritu pues el estar encarnado suele ser un impedimento aunque no totalmente absoluto puede ser en ciertos momentos dados un impedimento, sobre todo cuando la encarnación tenga lugar en mundos inferiores y cuando el Espíritu está poco desmaterializado. En los mundos superiores, en aquellos que los lazos del Espíritu son muy sutiles, la manifestación es casi tan fácil que en el estado errante y en todos los casos es más fácil que en aquellos en que la materia es más compacta.
 Las causas extrañas al espíritu tienen relación principalmente con la naturaleza del médium, con la de la persona que evoca, con el centro en el cual se hace la evocación, y finalmente con el fin que uno se propone evocar.
 Ciertos mediums reciben particularmente más comunicaciones de sus Espíritus familiares, que pueden ser más o menos elevados; otros son aptos para servir de intermediarios para todos los espíritus; esto depende de la simpatía o antipatía, de la atracción, o de la repulsión, que el Espíritu personal del médium ejerza sobre el Espíritu extraño, que puede tomarle por interprete con gusto o con repugnancia. Esto depende también de las cualidades intimas del médium de que no les ofrezca ningún obstáculo material. Lo mismo sucede  en cuanto a las condiciones morales; con la facilidad de escribir o de expresión, más generalizan sus relaciones con el mundo de los espíritus.
 Es más fácil la costumbre de comunicarse con tal o cual Espíritu; con el tiempo, el Espíritu de identifica con el médium, y con el evocador. Dejando a parte la cuestión de simpatía, se establece entre ellos relaciones fluídicas que hacen la comunicación más pronta; por esto la primera conversación no es siempre tan satisfactoria como se podría esperar, y es también los mismos Espíritus los que piden se les vuelva a llamar. El Espíritu que esta acostumbrado a venir está como en su casa, familiarizado con sus oyentes y sus interpretes; habla y obra más libremente.
 En fin, de lo que se ha expuesto resulta; que la facultad de evocar a cualquier Espíritu no implica para el Espíritu la obligación de estar a nuestras ordenes; que el puede venir en un momento y no en otro, con tal médium o tal evocador que le plazca y no con el otro; decir lo que el quiere sin que se le pueda obligar a decir lo que no quiera, marcharse cuando le convenga; en fin, que por causas, dependientes o no de su voluntad, después de haberse manifestado asiduamente durante algún tiempo, de repente puede dejar de venir.
 Por todos estos motivos, cuando uno quiere llamar a un Espíritu nuevo, es necesario preguntar a su guía protector si la evocación es posible; en el caso de que no lo sea, generalmente da los motivos y entonces es inútil insistir.
 Dependiendo del objeto que uno se propone y el ascendiente que se puede tener sobre ellos es que hay o no inconveniente en evocar a los Espíritus malos. El inconveniente es nulo cuando se les llama con un objeto formal, instructivo y con el fin de mejorarles; por el contrario, es muy grande si es por pura curiosidad o diversión, o si uno se pone bajo su dependencia pidiéndoles algún servicio. Los Espíritus buenos, en este caso, pueden darles el poder de hacer aquello que se les pide, dejando a salvo y para más tarde  castigar severamente al temerario que se hubiera atrevido a invocarles en su socorro y creerles con más poder que a Dios. En vano se prometería hacer un buen uso para lo sucesivo, y despedir al servidor una vez obtenido el servicio; aun este servicio que se ha solicitado, por pequeño que sea, es un verdadero pacto hecho con un Espíritu malo, y este no deja la presa fácilmente.
 Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad medianimica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, aunque fuera malo, creyendo poderlo despedir enseguida.
 Muchos han escrito inmediatamente; pero el espíritu, haciendo poco caso de que el objeto de llamarle es porque no podían escribir, no han sido tan dóciles en irse como en presentarse. Se saben de algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas satisfacciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias materiales, y las crueles decepciones por creerse bastantes fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego abiertamente malvado, después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia de subyugado para echarle a su voluntad. Es muy importante no caer sin quererlo bajo la influencia de los Espíritus malos, pero lo es más hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmaduro de escribir haga creer que es indiferente dirigirse al primero que se presenta, del que no se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues este hace pagar caro sus servicios.
 El ascendiente solo se ejerce sobre los Espíritus malos por la superioridad moral. El nombre de Dios que se invoca contra ellos es a menudo impotente y esto es así porque no tiene influencia sobre los Espíritus imperfectos sino en la boca de aquel que puede servirse de el con autoridad por sus virtudes; en la boca del hombre que no tenga sobre el Espíritu ninguna superioridad moral, en nombre de Dios, es una palabra como otra cualquiera.
 El grado de inferioridad o superioridad, de los espíritus indica, el tono que conviene tener con ellos. Cuanto más elevados están, más derecho tienen a nuestro respeto, a nuestra consideración y a nuestra sumisión. Y nuestro respeto solo ha de ser dirigido a su superioridad moral. La elevación moral les impide valorar las adulaciones y no es por las palabras, que podemos obtener su benevolencia, sino por la sinceridad de nuestros sentimientos. Un buen pensamiento les es más agradable que los honores más laudables; si no fuera así, no estarían más elevados que la humanidad.
( Sigue y finaliza en el siguiente publicado)

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ACCIÓN DEL AGUA FLUIFICADA EN EL ORGANISMO HUMANO


¿ Qué es el agua fluificada?

Edvaldo Kulcheski


El agua fluidificada es agua normal con fluidos curativos. En términos espíritas, se entiende por agua fluidificada aquella en la que los fluidos medicamentosos son adicionados al agua. Es el agua magnetizada por fluidos.
¿Quien hace la fluidificación del agua?
En general, son los Espíritus desencarnados que durante las sesiones de fluidoterapia, fluidifican el agua, porque el agua puede ser magnetizada tanto por los fluidos espirituales como por los fluidos de los hombres encarnados, así como ocurre con los pases, siendo necesario para eso, de parte del individuo que va a realizar la fluidificación, la realización de preces (oraciones) y la imposición de manos, a fin de direccionar los fluidos para el recipiente donde se encuentra el agua.
¿Cómo está hecha la fluidificación del agua?
El agua es uno de los cuerpos más simples y receptivos de la Tierra. Es como la base pura en la que la medicación espiritual puede ser impresa. El proceso es invisible a los ojos mortales, por eso, la confianza y la fe del paciente son partes esenciales para que el tratamiento alcance el efecto deseado. El agua es un óptimo conductor de fuerza electromagnética y absorbe los fluidos proyectados sobre ella, los conserva y los transmite al organismo del enfermo cuando la ingiera. El agua fluidificada expande los átomos físicos, ocasionando la entrada de átomos espirituales, aún desconocidos, y que sirven para ayudar en la cura.

Tipos de fluidificación del agua

Fluidificación Magnética:

Es aquella en la que fluidos ,medicamentosos son adicionados en el agua por acción magnética de la persona(encarnada) que coloca sus manos sobre el recipiente con agua y proyecta sus propios fluidos.

Fluidificaçión Espiritual:

Es aquella en la que los Espíritus aplican fluidos (sin intermediarios), directamente sobre los frascos con agua. En la fluidificación espiritual el agua no recibe fluidos magnéticos del indivíduo encarnado,sino solamente los traídos por los Espíritus. La fluidificación espiritual es más comunmente utilizada en los Centros Espíritas.

Fluidificación Mixta:

Es una modalidad de fluidificación en la que se mezclan los fluidos del indivíduo encarnadocon los fluidos traídos por los Espíritus.
Como vimos, el proceso de fluidificación del agua depende de la presencia de médiums curadores, pues los Espíritus pueden aplicar los fluidos sin intermediarios, directamente sobre los frascos con agua, además de eso, cualquier persona puede fluidificar el agua, basta tener fe y concentrarse en aquello que estuviere haciendo, proyectando así sus  propios fluidos y recibiendo el auxilio de la Espiritualidad amiga siempre presente.

Acción del agua fluidificada en el organismo
El agua es una molécula polar compuesta y es fácilmente absorbida en nuestro organismo. Por eso, aprovechándose de algunas de sus propiedades (tensión superficial, conductividad eléctrica y susceptibilidad magnética), es usada como agente de tratamiento en fluidoterapia.


Todas las reacciones que acontecen en nuestro organismo son en soluciones acuosas, y las proteínas,membranas, enzimas, mitocondrias y hormonas, solamente son funcionales en presencia de esta sustancia (agua). 

La ciencia denomina al agua "Líquido Vital". Una vez fluidificada e ingerida, el agua puede provocar los siguientes efectos :

Inhibición de la formación de radicales libres, o sea, disminución de los procesos oxidativos celulares, disminución de la tasa de producción de gas carbónico, aceleración de los procesos de fagocitosis, incremento en la producción de linfocitos (células de defensa).

Se observa en la membrana celular una mayor movilidad de iones, Sodio y Potasio, mejorando el proceso de osmosis celular, teniendo un efecto rejuvenecedor en el organismo. Hay una distribución en el mecanismo de transporte de varios tipos de cationes, como en el caso del calcio;

Efectos sobre las hormonas receptoras, activación de los linfocitos por antígenos y varias lecitinas. El proceso de polarización magnética inducida (imantación) del agua en el organismo, produce la captura  y precipitación del calcio en exceso en el medio celular;

Reposición de la energía espiritual, renovando la estructura periespiritual.

La terapia con agua fluidificada trae muchos beneficios al organismo, a pesar de nno poder parar o regresar dolencias generadas por rescates, dolencias crónicas y degenerativas, pero facilita la acción medicamentosa y se ha demostrado eficiente en la cura de dolencias psicosomáticas.


Conclusión


El agua fluidificada, por tanto, es un agua magnetizada principalmente por los Espíritus, conteniendo, así, alteraciones ocasionadas por los fluidos saludables allí colocados y direccionados para el equilibrio de alguna enfermedad física o espiritual.

Para cada paciente el fluido medicamentoso será específico, no solo para su enfermedad física, sino también para las necesidades espirituales de cada uno. Debe ser usada como un medicamento. Manda el buen sentido que no se utilicen remedios sin necesidad, por tanto, del mismo modo, solo debe usar el agua fluidificada quien de hecho esté necesitando de ella. Todo en exceso hace mal, no es lo mismo.

- Revista Verdad y Luz-



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       NUESTRAS RAZONES


   Los espíritas, por algún motivo especial parece que estamos inclinados a “complicarnos la existencia”. Me refiero al hecho de que cuanto más nos metemos y profundizamos en el aprendizaje y las experiencias del Espiritismo y todo lo que le rodea, más y más queremos ahondar en sus profundidades y laberintos, adquiriendo compromisos íntimos a veces más allá de nuestras posibilidades reales para poderlos afrontar con constancia en toda su extensión. 
Los motivos que nos impulsan suelen ser justificados ante nosotros mismos como “el deseo de aprender cada vez más”. Cuando este motivo ,es realmente cierto, nos cabría preguntarnos, ¿ para qué ?; ¿ tal vez, para ayudar más a alguien?;.- Porque así podemos contribuir mejor al desarrollo y expansión de una doctrina o de un conocimiento que cuando se popularice más, gracias a la difusión que cada uno pueda hacer, pues este es el mejor aporte que podemos dar a esta gran doctrina de los Espíritus, puede ser un factor para mejorar eficazmente a esta humanidad de modo  que alcancemos niveles nunca antes vividos, de solidaridad, de paz y de amor entre todos los seres humanos, de modo que las sociedades del mundo se sientan cada vez más solidarias y fraternas entre sí de lo que lo fueron antes nunca? . Cuando realmente los motivos que nos impulsan a “complicarnos más la vida”, son los enumerados anteriormente, la justificación es noble y muy loable, pero,¿ realmente en todos los casos son estos los motivos que nos impulsan a todos?. Yo me planteo si no será también en algunos casos un afán de saber más y conocer más, para afianzar nuestra propia seguridad interior, porque en el fondo, necesitamos a cada paso que nos convenzan desde fuera de lo que decimos creer o mantener por dentro. 
También puede ser que , sencillamente, haya algunos casos de mera curiosidad, para ver si por fin, caminando por los misterios del intercambio mediúmnico, presenciamos algún fenómeno mediúmnico o paranormal, que nos dé mas apoyo a nuestra fe y a los argumentos que empleamos de cara a los demás, en un afán de hacer proselitismo , buscando la admiración, y la credulidad de esos que nos admiran, logrando un mayor  convencimiento y una más fuerte seguridad en nuestros planteamientos y testimonios. Un modo de sentirnos superiores, dando satisfacción a nuestro orgullo, al lograr una admiración hacia nuestro saber o hacia nuestra experiencia y seguridad, que alimente nuestro ego .
 En el fondo, creo que es posible que muchos, tal vez puede ser que lo que persigan sea la admiración y el cariño de los demás, de lo que no pueden prescindir, sintiéndose un poco “ superiores” al común de los mortales, gracias a sus reconocidos conocimientos , saberes y experiencias, y lo peor de todo: dando una imagen de virtud o de madurez moral, de la que en el fondo en realidad carecen. Hay quien ha leído muchos libros espíritas, y cree por ello saber mucho; otros tienen una larga experiencia de años por su permanencia en el seno de grupos o sociedades espíritas, y eso les hace sentir con cierta autoridad en el campo espírita, con respecto a los “advenedizos” llegados hace menos tiempo; otros han acudido además a tantos y tantos congresos y han escuchado tantas y tantas conferencias brillantes o magistrales, e incluso, las han impartido...., pero,     ¿todo  eso es suficiente?; ¿ con todas estas cosas reseñadas, han colmado el tope de lo que se puede lograr, asegurando un lugar de privilegio después, en el mundo espiritual, cuando les llegue la hora de regresar a él?; ¿ es posible que piensen de verdad, que el cariño y las alabanzas de los hombres aquí, les van a situar igualmente después en el más allá?. 
Todo lo reseñado, está muy bien y es necesario como formación necesaria que todo espírita, como cristiano portador y partícipe en la tercera revelación, debe conocer para con ello iluminar su vida, dando luz a las vidas de los demás, pero lo que no se nos puede olvidar a nadie, es la necesidad individual de cada uno, que todos tenemos en cuanto a la práctica de lo sabido como hermosa teoría. Y no me refiero ya a la práctica mediúmnica o en la de aplicar pases magnéticos o espíritas; me refiero a la práctica de la caridad con los demás; a la práctica del mejoramiento íntimo, luchando contra nuestros defectos morales y nuestras inclinaciones negativas en el día a día; reeducándonos como cristianos de verdad, con la base sólida, no ya del conocimiento teórico de la Codificación, del Evangelio o de otras elevadas obras espíritas, sino con la verdadera base del ejemplo a los demás con nuestra entrega y nuestra caridad en tantas facetas y oportunidades como nos ofrece la vida. No olvidemos nunca que al verdadero espírita se le conocerá por su transformación moral, y esta se produce no con la exposición hueca de una bella teoría doctrinal, sino con esa práctica diaria de la caridad y de la automejora moral, que es el verdadero fruto de los espíritas, y que como imagen evidente, esto siempre habla más que mil palabras. Vamos a comenzar a aplicarnos la máxima de Kardec, cuando afirmó que “fuera de la Caridad no hay salvación”. Por supuesto, es ineludible que debemos formarnos a fondo en la doctrina que amamos y sustentamos, la espírita, en todas sus facetas y aspectos basados a partir de las obras codificadas por Kardec: ciencia, filosofía y moral, así como de tantos buenos autores espíritas, que con sus obras han iluminado y allanado el camino del conocimiento espiritual, y más concretamente, del conocimiento espírita, pero sobre todo refrendemos estos conocimientos con la necesaria transformación moral, evidente para los demás que conociéndonos desde un antes, nos puedan comparar indeleblemente con un después que es ahora en nuestro día a día actual, y que ese cambio moral, en una introspección íntima, también pueda ser sentido por nosotros mismos, como indicativo de que vamos por el buen camino. 
Este es el propósito que actúa como motor que empuja y funciona en nuestras vidas, justificando el por qué y el para qué estamos aquí, y el por qué y el para qué hemos conocido y aceptado la doctrina espírita, será en efecto, el acicate que de sentido a nuestro paso por esta existencia en la que ya tanto tiempo hemos malgastado.
 Que cada cual, en conciencia, nos pongamos ya y seriamente manos a la obra, comenzando por mirar nuestras posibilidades reales de hacer algo por los demás, y por nosotros mismos, sin olvidar nunca que nuestro prójimo más inmediato es, por lógica, a quien primero debemos atender y ayudar, y este no es otro que nuestros familiares directos, y por supuesto nosotros mismos, porque si no depuramos antes nuestro interior, con nuestra voluntad y nuestro conocimiento avalado por la vivencia y la experiencia, no podremos ser esa herramienta valiosa, necesaria y precisa que deberá servir para ayuda en el caminar evolutivo de los demás. 

Jose Luis Martín

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TERAPIA DE VIDAS PASADAS

¿Qué niveles de consciencia puede tener el Ser                    humano?


         

La mente  humana adopta diferentes niveles de conciencia en cuanto su  funcionamiento y manifestación. Existen  tres niveles :



 El  Nivel Consciente o consciencia que corresponde al estado normal  de  vigilia, en el que   que el Ser manifiesta sus pensamientos y sentimientos a partir de   una memoria inmediata . Se produce en estado “ despierto”, cuando el cerebro funciona en ondas  “Beta”.   

             

               Al   paso   del   tiempo,   los   conocimientos   y   experiencias   que   no   se  utilizan   habitualmente,   se   olvidan  de la consciencia y    se   desplazan    hacia   otro  nuevo    nivel     llamado   Subconsciente.     Desde   allí   ,en  caso  de  necesidad  la  mente  los  trae  de vuelta  al  Consciente. Este se oculta en un nivel de vibración cerebral, correspondiente a las ondas  cerebrales “Alfa”, que aparecen en los estados de somnolencia y de relajación profunda.



          Las   experiencias  en  estos  dos  niveles  de consciencia,   las sintetiza  el espíritu    en   cada   Existencia,   acumulándolas   en    otro    nivel  llamado    Inconsciente,   exclusivo del Ser  espiritual. Este nivel se descubre solamente en los estados  cerebrales cuando funcionan en ondas “delta”, correspondiente al sueño profundo, cuando el ser espiritual se encuentra desapegado de la materia de su cuerpo.

          Se  podría   resumir   lo anterior,   en   que  en   el  Ser  humano  existen  dos  niveles   de   Consciencia  : El Consciente y  el Subconsciente, y que a su vez almacena  el Ser espiritual  los conocimientos y experiencias adquiridos en ellos, en otro    nivel , el  Inconsciente, más profundo en los abismos de la mente,    llevándolos  consigo  de  este   modo  desde  unas vidas  hasta otras    posteriores,  y  así se engrosa de este modo  su particular acumulo de conocimientos y experiencias.

      
           Por lo dicho, se  puede llegar a  comprender  el  por  qué  el Ser   humano  no recuerda  sus     vidas   anteriores,   ya   que   en   su    cerebro   solo   existe   el    consciente    y    el subconsciente,     pero sin    embargo,     como    veremos   a   continuación,     la    memoria    Inconsciente    del   espíritu    es    la    que    se    puede  manifestar   durante  las   regresiones   hipnóticas,   aflorando  con   ella   datos ocultos.



- Jose L. Martín-



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