Lecturas de hoy:
1.- Evocaciones (2ª)
2.-Terapia del perdón
3.-Manipulación y degeneración de la enseñanza evangélica
4- Familias de Espíritus
5.- ¡ Conózcase a sí mismo !
6.- ¡ Ayúdate y el Cielo te ayudará !
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LAS EVOCACIONES (2ª)
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(Viene de la publicación anterior)
En cuanto a los Espíritus inferiores su carácter nos traza el lenguaje que conviene tener con ellos. Muchos aunque, inofensivos e incluso benévolos, son ligeros y atolondrados; tratarles de la misma forma que a los Espíritus formales; seria igual que si nos inclinásemos delante de un aprendiz o un asno con el collar de doctor. Un tono familiar es el más adecuado para ellos.
Entre los Espíritus inferiores los hay que son infelices. Cualquiera que sean las pruebas que expían, sus sufrimientos son títulos tanto más grandes para nuestra conmiseración, pues ninguna persona puede olvidarse de las palabras de Jesús: “Qué el que esté sin pecados tire la primera piedra”. La benevolencia que se tiene para con ellos es un consuelo; a falta de simpatía, deben encontrar la indulgencia que se quiere para si mismo.
Los Espíritus que demuestran en su lenguaje, cinismo, mentiras, bajeza de sentimientos, sus consejos suelen interesar menos que su arrepentimiento; al menos la piedad que se concede a los criminales es la que hay que mostrarles y es el medio de reducirles al silencio y el manifestarse superior a ellos. Ellos se dedican sobre todo a las personas que ellos creen que nada tienen que temer; porque los Espíritus perversos reconocen a sus señores en los hombres de bien como en los Espíritus Superiores.
En resumen, es irreverente tratar de igual a igual a los Espíritus Superiores; como ridículo el tener una misma deferencia para todos sin excepción. Hay que tener veneración para quienes la merecen, reconocimiento para los que nos protegen y asisten; para los demás, benevolencia pues más tarde puede ser que la necesitemos nosotros.
Penetrando en el mundo incorpóreo, aprendemos el modo de conocerlo y este conocimiento debe arreglar las relaciones con aquellos que lo habitan. Los antiguos, en su ignorancia; les levantaron altares; hoy en día el hombre sabe que solo son criaturas más o menos perfectas y no levantan altares sino a Dios.
Los Espíritus superiores cuando son evocados al igual que los grandes personajes de la antigüedad, dan comunicaciones preciosas llenas de enseñanza. Estos Espíritus por su perfección abrazan una esfera de ideas más extensa, penetran los misterios que están fuera del alcance vulgar de la humanidad y por lo tanto inician mejor al hombre que los otros en ciertas cosas.
Esto no quiere decir que de los espíritus menos elevados sus comunicaciones sean inútiles; el observador saca de ellas más de una instrucción. Para conocer las costumbres de un pueblo es necesario estudiar todos los grados de la escala. El que solo lo ve bajo una faz, lo conoce mal. La historia de un pueblo no es la de los reyes y personajes sociales; para conocerle es preciso verle en la vida intima, en sus costumbres privadas.
Los Espíritus superiores son los personajes del mundo de los Espíritus; su elevación los coloca por encima del hombre, hasta el punto de estar tan separados de nosotros que la distancia nos asustaría.
Los Espíritus más burgueses hacen más palpable las circunstancias de su nueva existencia. Entre ellos el lazo de la vida corporal con la vida del espíritu es más íntimo, la comprendemos mejor porque nos toca más de cerca. Sabiendo por ellos mismos lo que son, lo que piensan lo que experimentan los hombres de todas las condiciones y de todos los caracteres, los hombres de bien como los viciosos, los grandes como los pequeños, los felices y los infelices y los infieles del siglo, en una palabra, los hombres que han vivido entre nosotros, que vimos y conocimos, cuya vida real sabemos, sus extravagancias y virtudes, comprendemos sus goces y sus sufrimientos, nos asociamos a ellos y sacamos una enseñanza moral tanto más provechosa cuanto más intimas son las relaciones entre ellos y nosotros. Es más fácil ponerse en el lugar de aquel que a sido igual que nosotros, que no en el de aquel que solo vemos a través de la ilusión de una gloria celeste. Los Espíritus vulgares enseñan la aplicación práctica de las grandes y sublimes verdades cuya teoría nos enseñan los Espíritus superiores.
La evocación de los Espíritus vulgares, tiene además, la ventaja de ponernos en relación con los Espíritus que sufren, a los cuales podemos aliviar y facilitar su adelantamiento por medio de consejos útiles. Instruyéndose el hombre se hace útil, pues si solo busca su satisfacción hay egoísmo en la conversación con los Espíritus, desdeñando tenderles una mano demuestra el hombre su orgullo. De nada sirve tener buenas recomendaciones de los Espíritus de importancia, si no nos hacemos mejores, más caritativos y más benévolos para nuestros hermanos del mundo espiritual y corporal. ¿Pues que seria de los enfermos si los médicos rehusasen tocar sus heridas?
El Espíritu, en el espacio, es como un viajero en medio de un vasto campo, que oyendo de repente pronunciar su nombre, se vuelve del lado que lo llaman.
El Espíritu evocado puede rehusar acudir a la llamada, pues si no fuera así ¿Dónde estaría su libre albedrío? Esto referente a la llamada del evocador, porque un Espíritu inferior puede ser obligado a acudir por un Espíritu superior.
Cuando son evocados muchos Espíritus en una reunión donde solo hay un médium, uno de ellos contesta por todos y manifiesta el pensamiento colectivo.
Al igual que el mismo Espíritu podría comunicarse a la vez por dos Mediums diferentes, estando en la sesión, incluso en idiomas diferentes, con respuestas idénticas en el sentido, algunas pueden ser la traducción literal de la otra.
Dos Espíritus evocados simultáneamente por dos Mediums pueden establecer entre ellos una conversación; ellos no necesitan esta especie de comunicación pues se leen el pensamiento recíprocamente, ellos se prestan para la instrucción del hombre. En el caso de Espíritus inferiores, como están imbuidos de pasiones terrestres y de ideas corporales, pueden llegar a discutir y lanzarse palabras groseras, incluso se echan en cara sus faltas, y si es a través de la escritura a veces se tiran los lápices. Si el Espíritu es elevado, cuando es evocado en sitios diferentes, puede contestar simultáneamente a varias preguntas, pues el pensamiento del Espíritu es como una chispa que proyecta a lo lejos su claridad y puede ser percibida en todos los puntos del horizonte. Cuanto más puro es el Espíritu, más irradia su pensamiento y se hace más extensivo como la luz. Los Espíritus inferiores son demasiado materiales; no pueden contestar sino a una sola persona y si se les llama en otra parte tampoco pueden ir.
El Espíritu Superior, llamado a un mismo tiempo en dos puntos diferentes, responderá las dos evocaciones si son tan formales y fervientes tanto la una como la otra; en el caso contrario, dará preferencia a la más formal.
Se puede evocar a los Espíritus puros, pero, rara vez se comunican, sólo lo hacen a los corazones puros y sinceros, y no a los orgullosos y egoístas; es menester desconfiar de los Espíritus inferiores que toman esta cualidad para darse más importancia a los ojos de los hombres.
Los hombres juzgan a los Espíritus como ellos, y es un error; después de la muerte del cuerpo, las categorías terrestres no existen; no hay más distinción entre ellos que la bondad, y los que son buenos son por todas partes donde se puede hacer el bien. En el mismo momento de la muerte, puede evocarse al Espíritu pero como está aun en turbación, responde imperfectamente.
Siendo muy variable la duración de la turbación, no puede haber plazo para hacer la evocación a un Espíritu en el instante de su muerte, sin embargo es muy raro, que al cabo de ocho días el Espíritu no se reconozca bastante para poder responder, algunas veces a los dos días o tres, después de la muerte suelen responder; en todos los casos se puede ensayar al respecto. La evocación en el instante de la muerte es más penosa para el Espíritu, es algunas veces como salir del sueño antes de despertar completamente. Sin embargo hay algunos que no son contrariados y aun les ayuda incluso a salir de la turbación.
En el caso de la muerte de un niño, se suele pensar que por su corta edad y no tener conciencia de sí mismo, su Espíritu no puede responder con conocimiento de causa, y esto no es así. El alma de un niño es un Espíritu envuelto en los lazos de la materia; pero separado de ella, goza de las facultades del Espíritu, porque los Espíritus no tienen edad, lo que prueba que el Espíritu del niño ha vivido ya. Sin embargo, hasta que esté completamente desprendido, puede conservar en su lenguaje algunos trazos del carácter de la infancia.
En el caso de los locos, la influencia corporal que se hace sentir en el Espíritu que muere en estado de locura es muy es muy semejante a la del niño. El Espíritu del loco, por sí mismo no es loco, pero sabemos que ciertos Espíritus creen durante largo tiempo estar aun en el mundo; no es extraño, que en el caso del loco el Espíritu se resienta aun de las trabas que durante la vida se oponían a su libre manifestación, hasta que esté completamente desprendido. Este efecto sería según las causas de la locura, porque hay locos que recobran toda la lucidez de sus ideas inmediatamente después de su muerte. La evocación a los animales no es posible, después de la muerte del animal, el principio inteligente que estaba en él, está en un estado latente; al momento es utilizado por ciertos Espíritus encargados de este cuidado para animar nuevos seres, en los cuales continua la obra de elaboración. De este modo el mundo de los Espíritus no hay Espíritus de animales errantes, sino únicamente Espíritus humanos.
Cuando se afirma que en la evocación de un animal se ha obtenido respuesta; es un error creer que ha sido el animal, siempre son Espíritus que se prestan a tomar la palabra para todo. Los Espíritus ligeros se aprovechan siempre de la inexperiencia de los que preguntan; pero se guardan de dirigirse a aquellos que saben que son ilustrados y descubren sus imposturas y que no creen en sus cuentos. Lo mismo sucede entre los hombres.
Los Espíritus encarnados también pueden ser evocados, en sus momentos de libertad se pueden presentar, sin ser evocados; esto depende de su simpatía por las personas por las cuales se comunica.
La libertad del Espíritu de un ser vivo es cuando está dormido, es cuando el Espíritu es libre.
El cuerpo de un Espíritu nunca puede despertarse mientras el Espíritu esté ausente. El Espíritu de un cuerpo vivo nunca está completamente separado; a cualquier distancia que se transporte, está unido a él por un lazo fluídico que sirve para llamarle cuando es necesario; este lazo no se rompe sino con la muerte.
Médiums videntes han percibido muy a menudo este lazo fluídico. Es una especie de rastro fosforescente que se prende en el espacio y en la dirección del cuerpo. Ciertos Espíritus han dicho que en esto se reconocen aquellos que pertenecen al mundo corporal.
Si durante el sueño y en ausencia del Espíritu, el cuerpo fuese herido mortalmente, el Espíritu sería advertido y volvería a entrar antes que la muerte se consumase. Nunca el cuerpo podría morir en la ausencia del Espíritu; esto sería contrario a la ley que rige la unión del alma y del cuerpo. Aunque fuera golpeado súbitamente y de improviso, el Espíritu sería avisado antes que se diera el golpe mortal.
El Espíritu evocado de una persona dormida, no es tan libre de comunicarse como el de una persona muerta, su materia influye siempre poco o mucho. Incluso el Espíritu puede hallarse en otro lugar, y no acude a la evocación, sobre todo, si es hecha por alguien que no le interesa.
Es muy difícil el evocar el Espíritu de una persona despierta, no es absolutamente imposible, porque si la evocación llega, puede suceder que la persona se duerma; pero el Espíritu no puede comunicarse, como Espíritu, sino en los momentos en que su presencia no es necesaria para la actividad inteligente del cuerpo.
La experiencia nos prueba que la evocación hecha durante el estado de vela puede provocar el sueño, o al menos una observación vecina del sueño, pero este efecto no puede tener lugar sino por una voluntad muy enérgica y si existen lazos de simpatía entre las dos personas; de otra manera la evocación no tiene resultado. Al igual que la evocación puede provocar el sueño, si el momento es inoportuno, y no queriendo dormir, la persona opondrá resistencia, y si sucumbe su Espíritu estará turbado y difícilmente responderá. Resulta de esto que el momento más favorable para evocar a una persona viva es en su sueño natural, porque siendo esta libre, su Espíritu puede venir al que le llama de la misma manera que podría ir a otra parte.
Cuando la evocación se hace con el consentimiento de la persona y ésta se esfuerza en dormirse para ese objetivo, puede suceder que esta preocupación retarde el sueño y turbe su Espíritu; por esto el sueño no forzado es el preferido.
La persona evocada la mayoría de las veces no tiene conciencia de ello y al despertar muchas veces hemos sido evocadas sin saberlo. Solo el Espíritu lo sabe y puede algunas veces conservar una vaga impresión como de un sueño.
Cuando se es un Espíritu inferior se nos puede evocar, en otras existencias hemos podido ser una persona conocida en este mundo y en otros, igualmente nuestros parientes y amigos. Supongamos que un Espíritu aya sido en otra existencia padre de otra persona; pues bien; cuando esta persona evoque a su padre, será el espíritu de este ser el que será evocado y responderá. Lo que quiere decir que al igual que nos pueden evocar seres de esta existencia actual, podemos ser evocados por seres de otras existencias pero que responderá al mismo Espíritu.
Las ideas de una persona se pueden modificar algunas veces en estado de vela, obrando sobre su Espíritu durante el sueño; el Espíritu no está ya unido a la materia por los lazos íntimos; por esto es más accesible a las impresiones morales, y estas impresiones pueden influir sobre su manera de ver en el estado ordinario. Desgraciadamente sucede muy a menudo que al despertarse, la naturaleza corporal le conduce a hacerle olvidar las buenas resoluciones que haya podido tomar.
Las personas vivas al ser evocadas tienen sus facultades de Espíritu y por consiguiente su libre albedrío, y como tiene más perspicacia, es también más circunspecto que citando está despierto.
Una persona viva, cuando es evocada, nunca puede ser obligada a decir lo que quiere callar, pero puede ser que como Espíritu de menos importancia a ciertas cosas que en el estado ordinario; su conciencia puede hablar con más libertad. Si no quiere hablar, podrá siempre evadirse de las impertinencias marchándose, porque no puede detenerse a su Espíritu como se retiene a su cuerpo.
Es fácil que cuando se evoca a una persona viva, sobre todo cuando la intención del evocador no sea pura, que un Espíritu mentiroso tome su lugar.
Se debe evocar a las personas vivas solo para obtener un estudio psicológico; debiendo abstenerse siempre que no podamos tener de ello un resultado instructivo.
Pues siempre pueden tener inconvenientes, y tener peligro, todo depende de la posición de la persona evocada, pues si está enferma puede aumentar sus sufrimientos.
Las personas vivas que pueden tener más inconvenientes al ser evocadas suelen ser: los niños de corta edad, las personas gravemente enfermas, los ancianos achacosos, en una palabra, todos los que tienen el cuerpo debilitado.
El cuerpo de la persona evocada sufre las consecuencias de lo que pasa en su Espíritu pues para hacernos una idea, supongamos que nuestro espíritu es como un globo atado a un poste que es nuestro cuerpo, nuestro cuerpo sufre las sacudidas del globo.
Dos personas evocándose recíprocamente pueden transmitir sus pensamientos y establecer una correspondencia, esta telegrafía humana un día será el medio universal de correspondencia.
Ya sucede hoy en día, pero no por todo el mundo; es menester que los hombres se depuren para que su Espíritu se desprenda de la materia, y esta es también una razón para hacer la evocación en nombre de Dios. Hasta entonces está circunscrito a las almas elegidas y desmaterializadas, que se encuentran raramente en el estado actual de los habitantes de la Tierra.
Considerando la propia situación frente a las enseñanzas del Espiritismo cristiano, examinar como se actúa, como se vive y que se pretende, es medida reflexiva que no debe faltar en ningún seguidor.
Si en verdad eres del grupo que vive caminando para la Vida, no te detenga en el charco de las lamentaciones ni te pares en el pozo oscuro de la rebeldía; quiebra las cadenas que te unen al error, aprovecha la preciosa gema de la oportunidad y tórnate actuante instrumento de esos muertos diligentes en quienes crees y quien amas, de quienes te habla el mensaje ESPIRITA, ofreciendo la contribución valiosa de tu esfuerzo para que, también tú, después de la muerte, seas uno de esos incansables muertos.
Todas las civilizaciones de la Antigüedad oriental expresaban culto de respeto y de cariño a los antepasados y a los muertos. Las pirámides de Egipto nos presentan el significado de lo que rodeaba a las exequias fúnebres, inscritos en las piedras o registrados en las paginas del “Libro de los Muertos”
Con Jesús, las consideraciones a los desencarnados perdieron cualquier significación, ocupando estos el lugar que les es propio, en la condición de espíritus inmortales. Y atestiguando la configuración inmortalista de ellos, varias veces el Rabí los atendió, manteniendo expresivo intercambio fraterno de esclarecimiento y socorro,
El Espiritismo, a su vez, vino a ofrecer el testimonio elocuente de la inmortalidad, brindando experiencias valiosas para la dignificación del hombre a la luz de las enseñanzas sorbidas en la boca de los inmortales.
…Y la muerte no significa más que vehículo para los horizontes sin fin de la verdadera vida.
Entre tanto, es necesario considerar a muertos y a muertos.
No todos los que viven en la carne son vivos, ni tampoco los considerados muertos son muertos.
Algunos viven, es cierto, pero pocos están vivos para la vida…
“La instrucción espiritista no comprende solo la enseñanza moral dada por los Espíritus, sino también el estudio de los Hechos; a ella incumbe la teoría de todos los fenómenos, la investigación de las causas y, como consecuencia, la confirmación de lo que es posible y de lo que no lo es; en una palabra, la observación de todo aquello que puede hacer avanzar la ciencia.”
En cualquier circunstancia se torna necesario e inevitable buscar en Jesucristo la Fuente de Equilibrio en la cual se saciará el alma sedienta de estabilidad y de paz.
TRABAJO REALIZADO POR Mercedes Cruz Reyes
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TERAPIA DEL PERDÓN
El perdón conlleva aceptar que toda persona está sujeta a equivocarse. Requiere tolerar el error ajeno, aceptar las ofensas, al entender que todos estamos sujetos a un aprendizaje que compartimos con nuestros semejantes. Eliminar el egoísmo es primordial. Para muchas personas es su forma natural de comportamiento, de donde arrancan la mayoría de las desavenencias, malquerencias, rencores, odio y otros sentimientos de carácter ruin que quiebran las relaciones entre las personas. Perdonar es elevarse sobre todas estas actitudes de naturaleza mezquina e inferior que perjudican al espíritu. Es elevarse sobre el odio, los resentimientos y los deseos de venganza. Perdonar es desear el bien para todos, inclusive hacia los propios enemigos. Se trata de una de las pruebas más difíciles para el individuo, una prueba que muchas personas no consiguen superar por su escaso nivel evolutivo y por verse incapaces de poner en práctica las enseñanzas del Rabí de Galilea:
“Perdona a tus enemigos”. “Haz a los demás lo que quisieras que hicieren contigo”.
A veces, pedir perdón es un hecho que resulta muy difícil a todos aquellos individuos que suelen ser propensos a los sentimientos de rencor o de venganza. Yo me pregunto: ¿Quién no querría ser perdonado por haber causado daño a otras personas? ¿Quién no se equivoca, aún sin quererlo? ¿Quién está libre de pecado? Sería injusto omitir el perdón si el daño fue involuntario, pero si el daño fue premeditado y voluntario, también sería necesario perdonar, ofrecer una muestra de amor y comprensión, de respeto y tolerancia, una muestra de superación y de autocontrol sobre sí mismo.
Se debe perdonar siempre, y esto no es un tópico, es un deber personal y social, porque perdonar despoja el alma de todo resquicio de rencor y odio. Es deber de toda persona con deseos de luz y progreso mantener el alma limpia de maldad, de toda impureza. Recordemos ese dicho popular que dice: “no tiene perdón de Dios”. Este texto es una sinrazón, porque Dios lo perdona todo. Y el hombre, hecho por Él a su imagen y semejanza espiritual, debería seguir esta enseñanza, intentando perdonar con sinceridad y de corazón. ¡Qué lamentable ejemplo el del perdón a medias, del perdón con reservas, sin deseos de reconciliación y despreciando al contrario! Perdonar implica ayudar al antagonista a salir de su propia condición.
El perdón no es un acto ocasional, es una actitud constante. (Martin Luther King)
Si fallan las fuerzas por el orgullo herido, por la mente turbada y empecinada en su altivez, es en ese momento cuando debe aflorar el conocimiento espiritual, cuando debe surgir la comprensión, el buen hacer y el dominio sobre los sentimientos ruines; solo entonces quedarán atrás los resentimientos. Solo mediante el perdón puede el hombre despojarse de sus defectos y alcanzar su meta, que es el progreso. Y es que la incapacidad de perdonar no viene de la medida de la propia ofensa, del mayor o menor daño recibido, sino del orgullo herido. A mayor orgullo, mayor dolor percibido; cuanta mayor vanidad, mayor ofensa recibida.
Esto viene a demostrar que el freno al perdón viene de la medida de los propios defectos morales. “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”, tales fueron las palabras del rabí de Galilea, tal fue su caudal de perdón cuando, abandonado por todos, su cuerpo se estremecía bajo la tortura y los flagelos, cuando en el paroxismo de su dolor clamaba piedad al cielo, al Padre. Su dolor moral superaba al dolor físico, cuando los hombres, aquellos por los que había abandonado su morada, allá en planos elevadisimos de amor y de conciencia, que ni siquiera podemos imaginar; aquellos a los que había venido a enseñar e instruir mediante su amor, su palabra y su ejemplo, se cebaban en Él.
Aquel pueblo desconocía la magnitud del dolor causado, porque desconocía al Ser insigne que tenían delante y su auto-sacrificio, tratando de enseñar al hombre el camino del amor espiritual. Es por ignorancia, por el corto nivel evolutivo que atesoramos, que el hombre causa dolor a sus semejantes, pues de ser consciente, ciertamente lo evitaría.
El odio y el rencor son virus mortales; si penetran en nuestro interior son muy difíciles de erradicar, a menos que hagamos un esfuerzo y comprendamos con claridad el porqué estamos aquí, en este planeta Tierra, que nos somete a tantas y tantas pruebas y experiencias a fin de mejorar nuestra conducta y sacar a La Luz los valores que poseemos todos, sin excepción. Las experiencias que la vida nos presenta, sobre todo las más difíciles, están ahí por nuestro bien. Son el yunque y el martillo con el que domamos nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, sin los cuales es muy difícil avanzar.
Si poseemos amor y humildad, si estamos ya en el camino del “conócete a ti mismo” y “ama a tu prójimo”, las heridas que nos puedan infligir se cerrarán enseguida, porque el amor y el perdón son un bálsamo que todo lo cura; pero si reaccionamos con odio y rencor, las heridas difícilmente se cierran, antes al contrario, se infectan y penetran en nuestro ser. El odio, los resentimientos, la venganza son ese veneno que nos va matando por dentro, destruye nuestro sistema nervioso, atrae negatividad e impide la felicidad. ¿Qué ganamos actuando así?
Fermín Hernández Hernández- Amor, Paz y Caridad, 2018
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MANIPULACIÓN Y DEGENERACIÓN DE LA
ENSEÑANZA EVANGÉLICA
La manipulación de los Evangelios realizada en los primeros siglos, tiene sus consecuencias, y es responsable de la fe ciega que la sociedad cristiana está obligada a vivir hoy, con un ideal atrasado, y una concesión del Universo y de la vida inconciliable en muchos puntos con los descubrimientos de la ciencia y las aspiraciones de la humanidad. Esto produce una perturbación en las inteligencias y en las conciencias.
La Iglesia es consciente de esta peligrosa situación, porque esta poderosa institución no ha sabido aún sustituir con nada al viejo dogmatismo compuesto de ideas erróneas y envejecidas, de antiguas religiones ya desaparecidas.
Los obispos, vacilantes e impotentes para dar al hombre una síntesis, una idea exacta de sus relaciones con el Universo, consigo mismo y con Dios, abandonan la dirección moral del pueblo cristiano a una institución que ya no representa más que un ideal agonizante e incapaz de regenerar, educar, elevar y esclarecer la mente de sus fanatizados seguidores.
Desde hace ciento cincuenta años, el Espiritismo se extiende por el mundo como un soplo de libertad, como una luz que desvanece las sombras de todo fanatismo religioso, el
Espiritismo esclarece las mentes para que puedan ver, comprender, y practicar el Cristianismo en su pureza inicial, sin manipulaciones ni alteraciones; tal y como lo vivió y lo enseñó su fundador; nuestro querido Maestro Jesús. Pero los pueblos latinos conservan la profunda huella de la enseñanza católica, que durante doce siglos los ha modelado a su gusto, manteniendo en ellos las virtudes y los defectos que los caracterizan.
Desde hace ciento cincuenta años, el Espiritismo se extiende por el mundo como un soplo de libertad, como una luz que desvanece las sombras de todo fanatismo religioso, el
Espiritismo esclarece las mentes para que puedan ver, comprender, y practicar el Cristianismo en su pureza inicial, sin manipulaciones ni alteraciones; tal y como lo vivió y lo enseñó su fundador; nuestro querido Maestro Jesús. Pero los pueblos latinos conservan la profunda huella de la enseñanza católica, que durante doce siglos los ha modelado a su gusto, manteniendo en ellos las virtudes y los defectos que los caracterizan.
La Religión Católica le ha dado al hombre una idea errónea de sus deberes, ha contribuido a oscurecer su razón y falsear su entendimiento; aún así el Mundo Superior no ha permitido que el nombre de Jesús, ¡el Mensajero de Dios! Fuese ensombrecido y para ello, en todos los tiempos han reencarnado en esta misma Iglesia, espíritus de Luz, verdaderos misioneros que han practicado el Cristianismo con amor, sacrificando su vida y dando un ejemplo a seguir.
Los pueblos en que la Iglesia Católica ha ejercido su influencia son los más atrasados; la educación católica que han recibido durante los últimos siglos, le ha negado el derecho de pensar para que ciegamente confiaran en ellos, desarrollando un sentimiento y una imaginación infantil crédula, fanatizada y sin razón. Es triste y lamentable que en pleno siglo XXI aún existan pueblos que crean que su vida y su futuro dependen de sus vírgenes y sus santos.
La Iglesia Romana aún continúa con sus enseñanzas para distraer al Espíritu, confundirlo con estas para hacerle olvidar el objeto real del estudio, que es la conquista y el conocimiento de la verdad. En cambio ella les ofrece una doctrina ilusoria, sin ninguna base real, pero perfectamente adaptable a sus intereses materiales.
Las pompas del culto, las numerosas fiestas y las largas
ceremonias, alejan a los fieles del estudio y la investigación aniquilando con su doctrina el uso del entendimiento y el derecho a la observación, exigiendo de sus fieles una credulidad ciega con respecto a las afirmaciones dogmáticas, y por supuesto, completamente carente de pruebas.
ceremonias, alejan a los fieles del estudio y la investigación aniquilando con su doctrina el uso del entendimiento y el derecho a la observación, exigiendo de sus fieles una credulidad ciega con respecto a las afirmaciones dogmáticas, y por supuesto, completamente carente de pruebas.
El Catolicismo no es tan sólo una doctrina religiosa, también es un poder temporal que de alguna manera interviene en todas las contiendas del mundo, impulsado por el deseo de adquirir una autoridad absoluta fundada sobre un supuesto derecho divino. Esta posición mundana ha contribuido poderosamente a despojar al Catolicismo de su dignidad serena y cristiana, que consiste esencialmente en el desprendimiento de los bienes materiales, a favor de los espirituales, que debe ser el principal objetivo de todas las religiones.
José Aniorte Alcaraz.
José Aniorte Alcaraz.
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El lazo simpático que une a los espíritus de un mismo orden, ¿es para ellos origen de felicidad?
«La unión de los espíritus que simpatizan para el bien es para ellos uno de los mayores
goces; porque no temen ver perturbada esa unión por el egoísmo. Forman, en el mundo
completamente espiritual, familias de un mismo sentimiento, y en esto es en lo que consiste la dicha espiritual, como en vuestro mundo os agrupáis por categorías, y disfrutáis de cierto placer cuando os veis reunidos. El afecto puro y sincero que experimentan y de que son objeto es origen de felicidad, porque no hay en ella amigos falsos e hipócritas»..
El LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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¡CONÓZCASE A SÍ MISMO!
El hombre para transformarse, necesariamente, pasará antes por el estadio del autoconocimiento, estableciendo para eso, como punto de partida un programa triple para que brille su luz que ocurre en el estadio de la actualidad, mediante la meditación, el estudio y el trabajo.
Los estudiosos nos dicen que con la meditación el estudio y el trabajo esos son los caminos que nos llevarán al autoconocimiento elevándose, de esta forma, al primero escalón en el sentido de su transformació n. En el quinto siglo antes de Cristo, Sócrates el extraordinario filósofo griego ya enseñaba esta virtud y decía: "antes de cualquier cosa, el hombre necesita conocerse a sí mismo."
Allan Kardec, también, procuró entender el autoconocimiento y consta en el Libro de los Espíritus en la pregunta 919 lo siguiente: "Y como hará el hombre para conocerse a sí mismo, alzar vuelo en su derredor" Respuesta de S. Agustín, otro sabio del pasado: "Cuando estuve en la Tierra, al final de cada día, interrogaba mí conciencia, pasaba revista a lo que había hecho y me preguntaba si no había faltado al cumplimiento de algún deber, si nadie tendría motivo para quejarse de mí; si hice a los otros lo que nos gustaría que hiciesen a mí.
Y, así, iba separando el trigo de la cizaña, en mí cosecha moral. Fue con este procedimiento que llegué a conocerme y ver aquello que en mí necesitaba de reforma." Agustín, meditó, estudió y trabajó conociéndose primero a sí mismo y, después, transformándose.
Por medio de la meditación, el hombre se vuelve para dentro de sí mismo, donde va a encontrar a su Cristo interno, conforme nos aseguró Jesús, el Maestro del Amor que dijo: "El reino de Dios está dentro de vosotros", y hoy, las ciencias de la mente humana confirma esta enseñanza de profundo significado espiritual.
Por el estudio serio y continuado de la Doctrina Espírita el hombre bebe en la fuente de la liberación de las preocupaciones vulgares y olvida las tribulaciones de la vida, pues es el estudio - en la siembra del aprendizaje - semejante a la plantación en que en los surcos sembrado desenvuelve las simientes multiplicadas centenas de veces.
Con el trabajo, se retiene el ministerio divino de la iluminación íntima, que funciona como un instructor de nuevas posibilidades en la escala de la evolución, consonante a la Ley del Progreso, que a todo impulsa para adelante.
En verdad en la mayoría de las veces buscamos a Dios donde sabemos que no podremos encontrarlo, sin embargo, si descubriésemos a Dios en nosotros encontraríamos este tesoro de luz y de amor.
Finalmente que podamos ejercitar los valores morales y espirituales poniéndolos en práctica en este momento grave de la civilización para formar el reinado de Jesús en la Tierra. ¡Piense en eso!
João Cabral
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¡ AYUDATE QUE EL CIELO TE
AYUDARÁ !
Se cuenta que un sabio caminaba con los discípulos por un camino tortuoso, cuando encontraron a un hombre piadoso que, arrodillado, rogaba a Dios que lo ayudase a sacar su coche del barro.
Todos miraron al devoto, se sensibilizaron pero prosiguieron.
Algunos kilómetros más adelante, había otro hombre, que tenía igualmente, el coche atascado en un lodazal. Este, aunque se deshacía clamando contra el Cielo, intentaba con todo empeño liberar el vehículo.
Conmovido, el sabio pidió a los discípulos que lo ayudasen.
Reunieron todas las fuerzas y consiguieron retirar el vehículo del atolladero. Después de agradecerles, el viajante se fue feliz.
Los aprendices, sorprendidos, indagaron del maestro: "Señor, el primer hombre oraba, era piadoso y no lo ayudamos. Este, que era rebelde y hasta maldecía, recibió nuestro apoyo. ¿ Por qué ?.
Sin perturbarse, el noble profesor respondió: aquel que oraba, esperaba que Dios viniese a hacer la tarea que a él competía hacer. El otro, aunque desesperado por ignorancia, se empeñaba en sacarlo, mereciendo la ayuda.
* * *
Muchos de nosotros acostumbramos a actuar como el primer viajante. Ante las dificultades que nos parecen insolubles, nos acomodamos, esperando que Dios haga la parte que nos corresponde a nosotros para solucionar el problema.
Nosotros podemos y debemos emplear esfuerzos para mejorar la situación en que nos encontramos.
Hay personas que desean ver los obstáculos retirados del camino por manos invisibles, olvidados de que esos obstáculos, en su mayoría, fueron allí colocados por nosotros mismos, correspondiéndonos ahora la responsabilidad de retirarlos.
Algunos se dejan caer en el abatimiento, alegando que la situación está difícil y que no sirve de nada luchar.
Otros no disponen de perseverancia, abandonando la lucha después de ligeros esfuerzos.
Con propiedad, afirma la sabiduría popular, que "piedra que rueda, no cría limo", sugiriendo cambio de actitud, movimiento, dinamismo, realización.
No basta con pedir ayuda a Dios, es preciso buscar, conforme la enseñanza de Jesús: "buscad y allareis", "llamad y se os abrirá"
Debemos, por tanto, hacer nuestra parte, que Dios nos ayudará en lo que no estuviere a nuestro alcance resolver.
¡ Piense en eso!
Seria ideal que, sin reclamar y pensando correctamente, hiciésemos esfuerzos para retirar do atolladero el coche de nuestra existencia, a fin de que sigamos adelante felices, con coraje y disposición. confiantes en que Dios sustentará nuestras fuerzas para que podamos triunfar.
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