Hoy os presento estos temas:
- ¿Qué acontece cuando vd. entra en un Centro Espírita?
- Divaldo Franco y el Sacerdote
- Fe, Esperanza y Consuelos
- ¿Se han comprobado casos de reencarnación mediante datos aportados por mediumnidad?
- Frase de Victor Hugo
- Terapia del Perdón (2)
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¿ Que acontece cuando usted entra en un
Centro Espírita?
Por: Sabrina
Cuando usted entra en un Centro Espírita, usted no se convierte en médium. A no ser que usted ya haya nacido con el cuerpo físico preparado para eso, usted no comienza a ver ni a oír a los Espíritus.
Cuando usted entra en un Centro Espírita, no existe ninguna especie de recado de los Espíritus Superiores, dedicado exclusivamente para usted. Tampoco sus familiares desencarnados le enviarán cartas diciendo lo que usted deberá de hacer o no hacer en la vida.
Cuando usted entra en un Centro Espírita, las personas no le van a contar quien fue usted o lo que hizo en sus vidas pasadas. Si esas informaciones fuesen necesarias, usted se acordaría por cuenta propia. Basta saber que usted recoge aquello que sembró en otras existencias para que usted siembre con más sabiduría y amor en su día de hoy.
Cuando usted entra en un Centro Espírita, usted no recibe la solución para resolver sus problemas. Sus dolores continuarán existiendo, sus pérdidas, sus daños, sus dificultades de relacionamiento, o lo que quiera que usted tenga frente a la vida.
Cuando usted entra en un Centro Espírita, usted definitivamente no está a salvo. Su lugar en el cielo jamás podrá ser comprado porque la idea de Cielo en el Espiritismo nada tiene que ver con ángeles tocando el arpa en las nubes, y sí con la conciencia tranquila del deber cumplido.
La verdad, que pocos comprenden o quieren comprender, es que cuando usted comienza a frecuentar un Centro Espírita, absolutamente nada cambia en su vida.
Créalo. Nada cambia.
A no ser que usted tome la decisión de cambiar, que usted comprenda que precisa realizar mejoras en sí mismo, que acepte el convite a la reforma íntima y moral, todo continuará de la misma forma que ya estaba.
Nadie Puede vivir nuestra vida o dar por nosotros los pasos que nos corresponden. Compete a cada uno de nosotros la construcción de nuestra propia felicidad. Esa noción de responsabilidad individual tan poco considerada en los días actuales, es con certeza, una de las primeras lecciones, entre tantas otras, que usted aprenderá cuando decida entrar en un Centro Espírita.
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DIVALDO FRANCO Y EL SACERDOTE
Cierta vez, fui a un sacerdote a confesarme (antes de hacerme espírita). Le conté sobre mis comunicaciones con los muertos. Para él eran fuerzas demoníacas intentando alejarme de la Iglesia. Me vino una amargura de Dios y comencé a preguntar:
- Soy un buen católico, buen sacristán, adoro la Iglesia, hago ayuno, paso la semana de la Pascua sin comer hasta el mediodía. Si Dios no puede con el diablo, ¿yo voy a aguantar? El diablo va a vencerme. ¿Cómo un chico de 17 años, del interior, ingenuo, puede vencer al diablo si ni Dios lo consigue?
Entré en depresión y me quedé con amargura de Dios. Me confesé al sacerdote:
- Yo voy a matarme. Nuestra Señora del Carmen va a tener pena de mí, me va a colocar el escapulario y me sacará del infierno.
Él me miró despacio y respondió:
- No tomes ninguna actitud ahora. El demonio a veces nos perturba para probar nuestra fe; cuando no lo consigue, abandona. Vuelve para la Iglesia.
Era un hombre honesto, creía piadosamente en sus ideas.
Un día al confesarme con él, vi aproximarse a un Espíritu. Tuve otro conflicto:
- ¿Cómo puede el diablo entrar en la sacristía?
De hecho yo veía siempre a los Espíritus. En el momento de la eucaristía la ostia se hacía luminosa cuando era colocada en mi boca. A veces, en Feria de Santana, veía al clérigo Mário Pessoa aureolado. En mi comprensión (católico), él era un santo. Las personas en la hora de la fe se iluminaban y yo juzgaba todo una alucinación.
Cuando el Espíritu entró, exclamé:
- ¡Mire, el diablo está viniendo, y es mujer!
- ¿Tú ves alguna señal particular en el rostro de ella? – me preguntó el sacerdote.
- Veo una verruga encima del labio.
- ¿Y qué más?
- El cabello está partido por la mitad, recogido en un moño detrás.
- ¿Y qué más?
- Veo un chal sobre los hombros, con puntas, un chal negro de cuadros.
- Puedes quedarte tranquilo, es mamá.
Ella “incorporó” y conversó con el sacerdote. Cuando desperté, él me aclaró:
- Divaldo, mamá vino a alertarme. Tú misión no es aquí, vas a seguir la tarea que Dios te confió, porque el bien está en todos los lugares.
Me quede más turbado, porque yo no era espírita, tenía miedo, me sentía de cierto modo alejado de la Iglesia, pero continuaba frecuentándola y al Centro Espírita.
Tenía conflictos de fe, principalmente cuando murió mi hermana, por suicidio. Mamá fue a encomendar misa a ese mismo sacerdote, un hombre bueno, y oyó de él:
- Doña Ana, no puedo celebrarla, porque el suicida está en el infierno y Dios no lo saca de allí.
Fue cuando aprendí la primera lección de lógica y de psiquiatría, con una mujer iletrada – mí madre:
- Padre, entonces yo reniego de su Dios. Si Él no es capaz de perdonar no es digno de ser Dios. Soy lavandera modesta y analfabeta, pero la hija que perdí, yo la perdono; ¿cómo es que Dios, que la tiene, no la perdona? Digo más, quien se mata no está en su juicio.
Más tarde yo sabría que muchos portadores de psicosis maniaco-depresiva PMD, van para el suicidio.
Aprendí mucho con ese hombre, con mamá, y cuando yo le dije que no iría más a la iglesia, ella me respondió:
- Dios está en todos los lugares. Si tú fueras justo y obraras con rectitud, Él estará contigo. Haz el bien, hijo mío, porque la verdadera religión es aliviar el sufrimiento ajeno.
A partir de ese acontecimiento me integré lentamente al Espiritismo.
Divaldo Franco
Divaldo Franco
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FE, ESPERANZA Y CONSUELOS
Leon Denis
La fe es la confianza de la criatura en sus destinos; es el sentimiento que la eleva a infinita Potestad, y la certeza de estar en el camino de la verdad. La fe ciega es como el farol cuya luz clara no puede traspasar la niebla; la fe razonada es foco eléctrico que ilumina con brillante luz el camino que recorrer.
Nadie adquiere esa fe sin haber pasado por las tribulaciones de la duda, sin haber padecido las angustias que entorpecen el camino de los investigadores. Muchos se paran en una marcada indecisión y fluctúan largo tiempo entre corrientes opuestas.
Feliz quien cree, sabe, ve y camina firme. La fe entonces es profunda. inalterable, y lo habilita para superar los mayores obstáculos. Fue en este sentido por lo que se dijo que la fe transporta montañas, pues como tales, pueden ser consideradas las dificultades que los innovadores encuentran en su camino, o sea, las pasiones, la ignorancia, los preconceptos y el interés material.
Generalmente se considera la fe como la mera creencia en ciertos dogmas religiosos, aceptados sin exámen. Pero la verdadera fe está en la convicción que nos anima y nos arrebata para los ideales elevados. Está la fe en sí mismo, en una obra material cualquiera, la fe política, la fe en la patria. Para el artista, para el pensador, la fe es el sentimiento del ideal, es la visión del sublime final al que se llegó por la mano divina en los alcances eternos, para guiar a la Humanidad hacia el Bien y la Verdad.
Es ciega la fe religiosa que anula la razón y se somete al juicio de los demás, que acepta un cuerpo de doctrina verdadero o falso, y de el se vuelve totalmente cautiva. En su impaciencia y en sus excesos, la fe ciega recorre fácilmente la perfidia, la subyugación, conduciendo al fanatismo. Todavía bajo este aspecto, la fe es un poderoso incentivo, pues ha enseñado a los hombres a humillarse y a sufrir, Pervertida por el espíritu de dominio, viene siendo causa de muchos crímenes, pero en sus consecuencias funestas, también deja transpirar sus grandes ventajas.
Pero, si la fe ciega puede causar tales efectos, ¿qué no realizará la fe esclarecida por la razón, la fe que juzga, discierne y comprende?.Ciertos teólogos nos exortan a despreciar la razón, renegando de ella, rebatiéndola. ¿Deberemos por eso repudiarla, igual que cuando ella nos muestra lo bueno y lo bello?. Esos teólogos alegan los errores en los que la razón cayó u parecen, lamentablemente, olvidar que fue la razón la que descubrió esos errores y nos ayudó a corregirlos.
La razón es una facultad superior, destinada a esclarecernos sobre todas las cosas. Como las demás facultades, se desenvuelve y se engrandece por el ejercicio. La razón humana es un reflejo de la Razón eterna. Y Dios en nosotros, dice Páblo de Tarso. Desconocer su valor y su utilidad, es menospreciar la naturaleza humana, y ultrajar a la propia Divinidad. Querer sustituir la razón por la fe es ignorar que ambas son solidarias e inseparables, que se consolidan y vivifican la una a la otra. La unión de ambas abre al pensamiento un campo más vasto: armoniza nuestras facultades y nos trae la paz interna.
La fe es madre de nobles sentimientos y de grandes hechos. El hombre profundamente firme y convicto, es imperturbable ante el peligro, del mismo modo que las tribulaciones. Superior a las lisonjas, las seducciones, las amenazas, el bramido de las pasiones, ella escucha una voz resonar en las profundidades de su conciencia, instigándolo a la lucha, dándole coraje en los momentos peligrosos.
Para producir tales resultados, la fe necesita reposar sobre la base sólida que le ofrecen el libre exámen y la libertad de pensamiento. En vez de dogmas y misterios, le cumple reconocer tan solamente principios deducidos de la observación directa, del estudio de las leyes naturales. Tal es el carácter de la fe espírita.
La filosofía de los Espíritus viene a ofrecernos una fe racional y, por eso mismo, robusta. El conocimiento del mundo invisible, lla confianza en una ley superior de justicia y progreso, imprime a esa fe un doble carácter de calma y seguridad.
Efectivamente, ¿qué podremos temer, cuando sabemos que el alma es inmortal y cuando después de los cuidados y consumiciones de la vida, más allá de la noche sombría en la que todo parece fundamentarse, vemos despuntar la suave claridad de los días inaccesibles?
Esencializados en la idea de que esta vida no es mas que un instante en el conjunto de la existencia integral, soportaremos, con paciencia, los males inevitables que ella engendra. La perspectiva de los tiempos que se nos abren para darnos el poder de dominar las mezquindades presentes y de colocarnos por encima de los vaivenes de la fortuna, Así, nos sentiremos más libres y mejor armados para la lucha.
El espírita conoce y comprende la causa de sus males; sabe ue todo sufrimiento es legítima y lo acepta sin murmurar; sabe que la muerte nada aniquila, que nuestros sentimientos perduran en la vida del Más Allá de la tumba y que todos los que se amaron en la Tierra, vuelven a encontrarse, libres de todas las miserias, lejos de esta luctuosa morada; conoce que solo hay separación para los malos. De esas creencias le resultan consuelos que los indiferentes y los escépticos ignoran. Si de un extremo a otro del mundo, todas las almas comulgasen en esa fe poderosa, asistiríamos a la mayor transformación moral que la Historia jamás registró.
Pero esa fe, pocos la poseen todavía. El Espíritu de Verdad ha hablado a la Tierra, pero solo un insignificante número lo ha escuchado atentamente. Entre los hijos de los hombres, no son los poderosos los que lo escuchan, sino los humildes, los desheredados, todos los que tienen sed de esperanza. Los grandes y los afortunados han rechazado sus enseñanzas, como hace diecinueve siglos rechazaron las del propio Cristo. Los miembros del clero y las asociaciones sabias se coaligaron contra ese " corta-placeres" que venía a comprometer los intereses, el reposo y a derrumbar sus afirmaciones. Pocos hombres tienen el coraje de desdecirse y de confesar que se engañaron.
¡ El orgullo esclaviza totalmente !. Prefieren combatir toda la vida esta verdad amenazadora que va a arrasar sus obras efímeras. Otros, muy secretamente, reconocen la belleza, la magnitud de esta doctrina, pero se atemorizan ante sus exigencias morales. Agarrados a los placeres,amenazando vivir a su gusto. Indiferentes a la existencia futura, apartan de sus pensamientos todo cuanto pudiera inducirlos a repudiar hábitos que, aunque reconocen como perniciosos, no dejan que sean apagados. ¡Qué amargas decepciones van a llevar por causa de esas locas evasivas !.
Nuestra sociedad, absorbida completamente por las especulaciones, poco se preocupa de la enseñanza moral. Innumerables opiniones contradictorias chocan entre ellas; en medio de ese confuso torbellino de la vida, el hombre pocas veces se detiene a reflexionar.
Pero todo ánimo sincero, que procura la fe y la verdad, ha de encontrarlas en la nueva revelación. Un influjo celeste se extiende sobre él a fin de guiarlo hacia ese sol naciente, que un día iluminará a la Humanidad entera.
- León Denis- (Después de la muerte 5ª parte, cap.44)
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¿ Se han comprobado casos de reencarnación, mediante datos aportados por la mediumnidad?
Por este medio se han registrado informaciones en diversas épocas y países, obteniendo comunicados de Espíritus que narran sucesos relacionados con sus propias vidas, de los cuales para su investigación y comprobación, las personas que tratan de evaluar la realidad o verdad de estos hechos, tienen en cuenta una serie de requisitos y de datos contrastables, que permiten descartar los posibles casos que podrían explicarse por el fraude o incluso la percepción extrasensorial.
En esta clase de pruebas los datos que se valoran para lograr una investigación seria de estos casos , son los siguientes:
- La identificación y descripción completa y detallada del personaje recordado. Hasta el más mínimo dato es valorado y tenido en cuenta para contrastarlo con informes obtenidos sobre el terreno o en archivos históricos o parroquiales, etc.
- La muestra y comprobación sobrada de los conocimientos idiomáticos del Espíritu, correspondientes al ambiente terrenal y geográfico en el que vivió como escenario de la existencia recordada, en la que naturalmente se hablaba aquel idioma.
Las investigaciones serias que han llevado a cabo personas empeñadas en averiguar y mostrar la realidad trascendente que sugieren o confirman estos comunicados de espíritus a través de médiums. Estas investigaciones han sido y son labores propias de auténticos y concienzudos detectives y por ello tienen un gran mérito, no del todo reconocido por el llamado mundo científico, pues como sabemos, la llamada ciencia oficial en vez de tener un carácter neutro en cuanto a la búsqueda y demostración de las verdades ocultas al ser humano, viene mostrando sin embargo una tenaz resistencia a la hora de admitir cuestiones que demuestran una realidad espiritual .
- Jose Luis Martín-
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“Cuando me acueste en la tumba, podré decir como tantos otros:!He terminado mi jornada¡. Pero no diré que he terminado mi vida. Mi jornada comenzará al otro día, a la mañana. La tumba no es un callejón sin salida, es una avenida que se cierra en el crepúsculo y se vuelve a abrir con la aurora.”
Victor Hugo -
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TERAPIA DEL PERDÓN (2)
Recordemos las palabras de Pedro, el pescador de Galilea:
¿Señor, cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces? “No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Mateo, 18, 21-23. Esto es únicamente una alegoría, pues el pueblo llano, en su escasa erudición, utilizaba este vocablo para señalar una cifra sin cuantificar.
¡Quién habrá sido capaz de perdonar en tantas ocasiones, quién habrá conquistado el don más importante, el control de los instintos, de las pasiones y las emociones! ¡Quién habrá sido capaz de mostrar el lado positivo de su personalidad, la voluntad y la caridad, el amor y la comprensión en las situaciones difíciles, en las experiencias y pruebas trascendentes!
Finalmente, el hombre, después de un largo aprendizaje en mundos de expiación y prueba, alcanza la sabiduría del perdón, aprende el buen hábito de perdonar y en su práctica evita que afloren el rencor y los resentimientos hacia otras personas. Y cuando al fin toma conciencia de su inutilidad, comprueba que con esas actitudes nada consigue y, muy al contrario, la soledad viene a dominar su vida, cargada ya de pensamientos ruines y resentimientos; sus energías se dispersan y pierde la oportunidad de avanzar en su progreso.
El perdón es la forma definitiva del amor ( Reinhold Nieburhr. Teólogo y Politólogo USA )
Estas reflexiones bien podrían concluir con la necesidad de perdonar cuantas veces resulte necesario, de perdonar hasta que el contrincante decline en su actitud de revancha y compruebe nuestra firme determinación en el perdón. La firmeza de carácter, la inalterabilidad en los objetivos y la fortaleza moral enriquecen y propician los gestos de hermandad y responden con un gesto de bondad ante otro de maldad, con flexibilidad y tolerancia ante la intransigencia, y con generosidad ante la envidia. Este y no otro es el modo de ganarse a los adversarios, mostrando firmeza ante sus puyas, mostrando que nada alterará nuestro rol y que no estamos dispuestos a seguir ese juego y añadir más leña al fuego. De modo que llegará un momento en el que, cansados, depondrán su actitud, sentirán que sus acciones les ridiculizan y comprenderán la pérdida de tiempo. Es entonces cuando florecerá la posibilidad de la reconciliación, cuando podrán asimilar el ejemplo recibido y constatar su deuda moral.
Esta es una nueva lección de amor, el proyecto más ambicioso del ser humano, el proyecto que muchos ni ven ni intentan alcanzar, postergando así su felicidad y progreso hasta que la ley les coaccione, más tarde o más temprano. Este es un esfuerzo para todos, unos para aprender a perdonar, otros para solicitar el perdón; no importa quién dé el primer paso. Devolver bien por mal, perdonar los errores ajenos y ser capaces de tender puentes hasta quienes un día nos odiaron es el camino a recorrer.
Cuando se ataca al ser humano, éste ha de defenderse, y así debe ser. Ciertamente hay que defenderse, pero evitando usar idénticas armas contra el agresor, sin ponerse a su altura o querer ser mejor que él; nuestra arma debe ser la autoridad moral, la actitud que brilla sobre cualquier tipo de provocación.
Defenderse no requiere ir contra nadie, defenderse es lícito, inclusive sufriendo daños, pero nunca cometiéndolos. De ahí la frase del Rabí: “Poner la otra mejilla”, con ella quiso dar a entender que para el progreso del espíritu, para el progreso de toda la humanidad, resulta preferible recibir un daño antes que cometerlo. Esta es una demostración de la prevalencia del espíritu sobre la materia pues, además de ofrecer un ejemplo vivo, evita contraer cualquier deuda física o moral.
Como vemos, a lo largo de este artículo han ido saliendo frases del Maestro Jesús, conocedor profundo de cómo era del estado evolutivo de nuestra humanidad, y sabedor de las pruebas y de los compromisos a superar por todos nosotros. Insistió en muchas ocasiones en la necesidad que tenemos de hacer ese esfuerzo, esa limpieza de nuestra alma, para tolerar y comprender a nuestros hermanos, peregrinos como nosotros hacia la auto-superación personal, para lo cual es imprescindible aprender a perdonar y a tratarnos con respeto y humildad. Muy lejos estaban aquellos hombres contemporáneos de Jesús que practicaban el “ojo por ojo, y diente por diente”, sumiendo a ese pueblo en la barbarie y en la animalidad, encadenando una deuda tras otra en sus sucesivas encarnaciones, que es lo que conlleva actuar con sentimientos de odio, venganza y rencor, y practicando aquella ley brutal que permitía incluso la lapidación. Jesús no solo se manifestó totalmente opuesto a estas prácticas; abolió dicha ley y, en el momento supremo, cuando él mismo se enfrentó a su muerte, pidió el perdón para todos aquellos que, cegados por sus intereses espurios y materiales, le condenaron a sufrir un tormento y un sufrimiento brutal que no merecía.
Los planetas que han conseguido la catalogación de mundos de regeneración no admiten seres incapaces de perdonar, no admiten seres que arrastren a otros en su ceguera mental y espiritual, no admiten espíritus que no hayan depurado su carácter. Por tanto, no debe extrañar a nadie que a lo largo de nuestra vida surjan experiencias que les obliguen a tomar decisiones que prueben sus capacidades. El perdón es una virtud imprescindible y el Hacedor proporciona a todas sus criaturas la inteligencia necesaria para ejercerlo, y asimismo para superar las adversidades. Por ello, analicemos cuál es nuestra predisposición espiritual y aprovechemos las oportunidades para recuperar viejas amistades y zanjar viejas heridas.
Demostremos que estamos en condiciones de aceptar los errores ajenos, que somos capaces de devolver bien por mal, aun a costa de sufrir perjuicios propios. Cambiemos nosotros primero y dejemos al Creador el trabajo de modificar las conciencias recalcitrantes.
© Amor, Paz y Caridad, 2018
El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces Bendito, bendice al que lo da y al que lo recibe.
(William Shakespeare)
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