domingo, 26 de noviembre de 2017

Hoy debe ser un buen día




 Hoy os entrego los siguientes trabajos:

- El Espiritismo y la mujer (2ª)
- Hoy debe ser un buen día
- Despierta y vive con intensidad
- La revelación espírita y Allan Kardec



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                     EL ESPIRITISMO Y LA MUJER (2ª )

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    La gran sensibilidad de la mujer hace de ella la médium por excelencia, capaz de expresar, de traducir, los pensamientos, las emociones los padecimientos de las almas, las divinas enseñanzas de los espíritus celestes. En la aplicación de sus facultades encuentra goces profundos, una fuente viva de consuelos. La parte religiosa del Espiritismo la atrae y satisface las aspiraciones de su corazón, su necesidad de ternura que se extiende más allá de la tumba sobre los seres desaparecidos. El escollo para ella, lo mismo que para el hombre, es el orgullo de los poderes adquiridos, es la excesiva susceptibilidad. Los celos, al suscitar rivalidades entre los médium, son a menudo  causa de disgregación en los grupos.

    De ahí la necesidad de desenvolver en la mujer, al mismo tiempo que sus poderes intuitivos, sus admirables cualidades morales, el olvido de sí misma el goce del sacrificio, y en una palabra, el sentimiento de los deberes y de las responsabilidades unidas a su misión mediadora.

    El materialismo, al no considerar en nosotros más que el organismo físico, hace de la mujer un ser inferior por su debilidad y la arrastra hacia el sensualismo. Por él, esta flor de poesía se doblega bajo el peso de las influencias degradantes, se deprime y se envilece. Privada de su cargo mediador de su pura aureola, esclava de los sentidos, ya no es más que un ser instintivo, impulsivo, apropiado para las sugestiones del amor malsano. El respeto mutuo, las fuertes virtudes domésticas desaparecen; la discordia, el adulterio, penetran en el hogar, la familia se disuelve, la felicidad se desvanece. Una joven generación escéptica, desilusionada, surge del seno de una sociedad decadente.

    Pero con el espiritualismo, la mujer levanta de nuevo su frente inspirada. Se asocia estrechamente a la obra de armonía social, al movimiento general de las ideas. El cuerpo no es más que una forma prestada, la esencia de la vida es el espíritu, y bajo este respeto, el hombre y la mujer son iguales. De esta manera, el espiritualismo moderno vuelve a las ideas de nuestros padres, los celtas, que establecieron la igualdad de los sexos sobre la identidad de la naturaleza psíquica y el carácter imperecedero del ser humano. Les señala un puesto igual en los grupos de estudios.

    Por el espiritualismo, la mujer se desprende del abismo de los sentidos y se remonta hacia la vida superior. Una luz más pura ilumina su alma, su corazón es un foco de tiernos sentimientos y de nobles pasiones. Recobra en el hogar su misión toda de gracia, de piedad, de abnegación, su grande y divino cargo de madre, de hermana, de educadora, de tierna consejera.

    Desde entonces termina la lucha entre los dos sexos. Las dos mitades de la humanidad se unen, se equilibran en el amor para cooperar, reunidas, al plan providencial, a las obras de la inteligencia divina.

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 La sensibilidad de la mujer, su ternura, feminidad, y su gran sentimentalismo, la permiten siempre adentrarse en los dramas de la vida, en donde ella siempre elabora trabajos, ensaya métodos, y derrama esplendor, cuando la experiencia la hace ganadora de galardones imperecederos. Con el amor, todas las puertas le son accesibles, porque ella sabe muy bien habilitarse para toda ocasión, como femenina y delicada,  se adorna según las circunstancias, con el fin, de procurar siempre ejecutar  bien su papel.  Instalemos el amor en nuestros corazones,  y tendremos en el futuro un gran tesoro, de donde sacaremos el material necesario, para elaborar un trabajo digno en nuestro cometido, en el área de servicio que nos toca elaborar en esta vida.  
Comentario de Merchita

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            HOY DEBE SER              UN BUEN DÍA        
                                                                      
               

" Hoy  puede ser un gran día; planteatelo  así; aprovecharlo o que                                                                                   pase de largo, depende en parte de ti."

                                                                                       - Joan Manuel Serrat -

   Yo modificaría un poco el texto de la canción de Serrat, por " Hoy voy a hacer un gran día....".  Lo importante  creo que es mantener la consciencia despierta en el sentido de que nuestro día a día debe estar sembrado de aspectos positivos que podemos crear nosotros mismos, mediante el ejercicio de nuestra voluntad y libertad para crearlos, modificando conductas equivocadas y situaciones problemáticas que estén a nuestro alcance.
- Jose Luis Martín-

"En el libro de la existencia, cada día es una página en blanco que confiarás al tiempo, grabada con tus actos, palabras y pensamientos". 

(Frase del Espíritu José de Castro, contenida en el libro "Cartas del Corazón", 
psicografiado por Chico Xavier). 



Debemos considerar un buen día, aquel en que: 

1. Grabamos, en la página en blanco del libro que estamos escribiendo sobre nuestra existencia terrena, lo que hay de mejor en emociones, sentimientos, pensamientos, palabras, realizaciones y actos de fraternidad, benevolencia, paciencia y comprensión. 

2. Escritura, en la nueva página del libro de la jornada terrena, nuestro esfuerzo y nuestra buena voluntad para el trabajo y el estudio, para conquistar la ciencia y la sabiduría, la moralidad y el amor, buscando ser útil al prójimo y, ayudar en la realización de la felicidad ajena. 

3. Escribimos, en la página que se abre diariamente en el libro de la vida, las lecciones aprendidas, las experiencias acumuladas, los trabajos realizados y las victorias conquistadas, aunque enfrentando luchas, dificultades, pruebas aflictivas y situaciones embarazosas, pero demostrando esperanza, optimismo y confianza en Dios. 

4. Registramos en la próxima página del libro que es nuestra biografía, el buen aprovechamiento del tiempo y el buen uso de los recursos puestos a nuestra disposición, buscando los conocimientos elevados, los hechos ennoblecedores, las experiencias engrandecedoras y el dominio de las virtudes sublimes. 

5. Contabilizamos, en la página recién abierta del diario personal, las buenas acciones realizadas en virtud de las lecciones aprendidas con Jesús, Allan Kardec y Chico Xavier. Así, acumulamos créditos espirituales por el buen uso de las facultades y tesoros eternos en el mundo íntimo. 

6. Anotamos, con sus propias manos, en la nueva página que el tiempo nos ha confiado, los actos educativos que garantizan el acierto en las elecciones y decisiones que siembran el bien. 

Cada día contamos con las lecciones filosóficas, morales y religiosas del Espiritismo para que podamos convertirlo en un buen día. Así, escribimos hermosas páginas en el libro de nuestra vida. 

Pero, ciertamente, las mejores serán aquellas en que haya mantenido la buena convivencia y la buena relación con los semejantes en el hogar, en el ambiente de trabajo y en la vida en sociedad. 

De esta forma, habremos escriturado, en ese libro contable, lo que ha pasado de bueno con nosotros, pudiendo, en cualquier momento, hacer un balance de nosotros mismos, en una visión panorámica, retrospectiva y detallada de los hechos registrados. 

Que sepamos, por tanto, a cada instante del día, practicar las actitudes y los actos arriba que retratan las enseñanzas de la Doctrina Espírita. 

De ese modo, podemos releer, con la paz en la conciencia, las páginas del valioso libro, llenadas diariamente, constatando: 

• Los buenos rumbos que dimos a nuestra historia; 
• Los méritos que acumulamos por las buenas obras realizadas; 
• Los momentos de alegría que disfrutamos por haber hecho el próximo feliz; 
• Y la satisfacción de haber cumplido dignamente nuestros compromisos y deberes morales.


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Despierta y vive con intensidad

Querido amigos, hola buenos días, es mucho el dolor y el sufrimiento que existe en el planeta tierra, nos quejamos de la situación en que nos encontramos, pero no hacemos casi nada para cambiar los factores degradantes del conjunto social, normalmente presentes en nosotros mismos, nos lamentamos, por necesidad masoquista de inspirar compasión, nos entregamos a los hechos por comodismo, no esforzándonos realmente, para conseguir superar todo obstáculo aparente que surge como amenaza o impedimento a nuestro progreso. El apóstol Pablo estaba tan seguro del valor del despertar de la conciencia, que en una memorable carta a los Efesios, conforme se encuentra en el capitulo, versículo catorce, con clamo: Despierta tú que duermes, levántate entre los muertos y el Cristo te esclarecerá. Esto es porque, el sueño es una forma de muerte, de desperdicio de la oportunidad educativa, esclarecedora, terapéutica, enriquecedora. Cuando se está despierto, Jesús lo esclarece, a fin de que avance con arrojo en la búsqueda de su auto identificación.
Cuando se está despierto, las conquistas y encuentros son internos, resplandecientes y calmos, poderosos como el rayo y suaves como la brisa del amanecer.
Estar despierto significa encontrarse construyendo, libre de preconceptos, y de límites, abierto al bien y a la verdad de la que se torna vanguardista y divulgador.
La vida es un poema de belleza, cuyos versos están constituidos de propuestas de luz, escritas en la partitura de la Naturaleza, que exalta su presencia en todas partes.
El destino de la criatura es la libertad, hacia donde sigue con los ojos puestos en el futuro.
Ser libre significa no depender, no tener pasado ni inquietarse por el futuro, viviendo ampliamente el presente en transporte de paz y alegría.
La alegría de vivir es una invitación para una existencia rica en producciones morales, espirituales, artísticas, culturales, estéticas y nobles.
El destino de nuestra existencia deja de ser vivir bien, que es una de las metas humanas, para bien vivir, que es una conquista personal intransferible, especial, que jamás se altera o se pierde, fomentando la felicidad y trabajando por la paz que todos aspiran.
La vida ofrece las lecciones más severas, invitando a los individuos a la reflexión.
Cuando se adquiere madurez psicológica, a pesar de que se preserven los bienes materiales, se valorizan más aquellos que son del Espíritu, de la realidad perenne, expresiones elevadas de la vida.
Lo que poseemos de precioso, es la oportunidad de la existencia, ella nos brinda los acontecimientos y conquistas, permaneciendo como patrimonio inalienable del ser en su curso evolutivo. Cuando es lúcido, vive intensamente su momento, cada momento, floreciendo donde se encuentra, sin atormentarse por realizarse en esa o aquella otra parte, creando raíces y desarrollándolas, libre de las imposiciones de la ambición desmedida, de las pasiones perturbadoras, de las fijaciones inquietantes, abierto a las nuevas realizaciones que armonizan. De ese modo, nos tornamos parte integrante del Universo, en el cual nos encontramos y donde somos invitados a conquistarlo.
Para conseguir ese estado y aprender las lecciones de la vida, debemos trabajar interiormente, educarnos, ya que a través de esa contribución nos modificamos y perfeccionamos, liberándonos de los atavismos perniciosos y de los factores degradantes que aún permanecen en nosotros.
La educación es un valioso instrumento para el trabajo de construcción de la persona feliz, que se convierte, a su vez en una lección viva de la vida para los demás, que siguen en la retaguardia

- Merchita

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LA REVELACIÓN ESPÍRITA
Y ALLAN KARDEC
Los anales de la historia muestran que desde épocas muy remotas la evocación de los Espíritus era algo practicado por iniciados religiosos de todos los cultos. El más antiguo código religioso que se conoce, los Vedas, aparecido miles de años antes de Jesucristo, afirma la existencia de los Espíritus. Desde tiempos inmemoriales, los maestros iniciados en los misterios preparaban a individuos llamados faquires para la evocación de los Espíritus y para la obtención de los más notables fenómenos del magnetismo. Igualmente remota era la evocación de los Espíritus de los antepasados en China.
    Todos los historiadores están de acuerdo en atribuir a los padres del antiguo Egipto poderes que parecían sobrenaturales y, dejando de lado lo que puede haber de legendario en esas narraciones, lo que sí es cierto es que evocaban a los «muertos». De ahí que Moisés prohibiese formalmente a los hebreos esas prácticas. Encontraremos también las pitonisas en Grecia. Y en la historia judía y cristiana hallaremos también numerosos fenómenos mediúmnicos.
 
    Miles de víctimas fueron quemadas sin piedad por haber evocado a los Espíritus durante la Edad Media. Al poder teocrático no le convenía que las almas de los «muertos» viniesen a contradecir las enseñanzas oficiales de los padres de la Iglesia. Pero la heroica figura de Juana de Arco demostró hasta qué grado las comunicaciones con los Espíritus pueden dar resultados tan grandiosos como inesperados.

    «Y será en los postreros días, dice Dios. Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán. Y vuestros mancebos verán visiones. Y vuestros viejos soñarán sueños». (Hechos de los Apóstoles, 2-17)

    «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros». (Juan, 14-16,17)

     «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho». (Juan, 14-26)

    ¿Qué son las profecías sino fenómenos mediúmnicos? ¿Y las visiones y los sueños? Un Espíritu que se hacía llamar el Espíritu de Verdad presidía «la invasión organizada», tal como denominase Arthur Conan Doyle a la Revelación Espírita en sus primeros pasos. Mientras el mundo entero era testigo del fenómeno de las mesas giratorias, calificado por la prensa como «el mayor acontecimiento del siglo», para la mayoría no pasaba de un pasatiempo y entre los que se preocupaban en buscar las causas había eminentes hombres de ciencia, como por ejemplo el gran físico inglés Faraday.

    Desde la aristocracia hasta los salones más humildes, en Londres, París, Nueva York y San Petersburgo, eran muchos los que jugaban con las mesas. Y el Santo Oficio debió encontrar algún peligro en ello para sus intereses, pues condenó los fenómenos y tachaba de herejes a las personas por intermedio de las cuales ellos eran producidos.

    Entretanto Rivail, un destacado pedagogo francés, asistía a una reunión en la que presencia por primera vez el fenómeno de las mesas giratorias. Más tarde como Allan Kardec diría: «En esas aparentes futilidades y especie de juego que se hacía de esos fenómenos, vislumbré algo muy serio y la revelación de una nueva ley que me propuse profundizar».

    Empieza así a frecuentar diversas sesiones en lugares diferentes y las propias mesas indicaron un nuevo método de comunicación a través de un lápiz atado a una cestita. Allan Kardec preparaba preguntas sobre cuestiones diversas que eran contestadas «con precisión, profundidad y de una manera lógica». Es así que sin saberlo va fraguando lo que sería posteriormente El Libro de los Espíritus.

    En la sesión del 25 de marzo de 1856, en casa del señor Baudin, Kardec pregunta cuál era la identidad del Espíritu que lo orienta. La respuesta fue: «Para ti me llamaré la Verdad». Kardec diría más tarde: «En ese momento yo ignoraba la superioridad de ese Espíritu. Nunca, desde entonces, ha dejado de protegerme». El Espíritu de Verdad no era sólo un símbolo, sino el guía espiritual de toda una falange de Espíritus superiores.
   El 30 de abril de 1856 los Espíritus le revelan la misión que tendría que desempeñar, algo que posteriormente sería confirmado con más claridad y por otros diferentes médiums. Dos meses después, un Espíritu que se hacía llamar el Espíritu de Verdad le ratificaría lo que otros le habían dicho, advirtiéndole de todas las vicisitudes por las que pasaría pero asegurándole la asistencia espiritual para el éxito de su tarea, que dependería no sólo de su inteligencia sino de la humildad, la modestia, el desinterés, la perseverancia, la firmeza y hasta la abnegación y el sacrificio.

    Charles Richet, premio Nobel de medicina y fisiología, dijo de Allan Kardec: «Él siempre se apoya en la experimentación, de modo que su obra no es solamente una grandiosa y homogénea teoría, sino que también es un imponente conjunto de hechos».

    La misión de Kardec no es una concepción personal ni el resultado de un sistema preconcebido. Es la resultante de miles de observaciones hechas en muchos puntos del Globo, las cuales fueron dirigidas hacia un centro que las coordinó.

     La aparición del Espiritismo tiene lugar después de la gran revolución de los transportes y de las comunicaciones en la primera mitad del siglo XIX. El tren, el telégrafo eléctrico, el cable submarino, el perfeccionamiento de la imprenta, todos esos progresos contribuyeron a la circulación rápida y efectiva de las ideas, permitiendo un intercambio cultural de la mayor envergadura. Gracias a eso se alcanzó, en muy pocos años, a todos los estratos sociales en la mayoría de los países.

    El mismo año de la publicación de El Libro de los Espíritus se habían superado todas las expectativas, sólo en Estados Unidos había ya 17 revistas y publicaciones periódicas consagradas al Espiritismo, antes incluso de que Allan Kardec crease la Revista Espírita.

     Los fenómenos que se manifestaban, de efectos físicos, por todas partes, revelaban una voluntad libre e inteligente, y como efecto inteligente debía tener por causa un ser o fuerza inteligente. Los hechos probaron y prueban que esa fuerza puede entrar en comunicación con los hombres. Por constituir un fenómeno natural se encuentran huellas de estas comunicaciones en todos los pueblos y épocas.
   Interrogada acerca de su naturaleza, dicha fuerza ha declarado pertenecer al Mundo de los Espíritus. Ellos anuncian que tienen la misión de instruir e iluminar a los hombres, inaugurando una nueva era para la regeneración del género humano.

    El método de elaboración del Espiritismo ha sido exactamente el mismo que el de las ciencias positivas, el método experimental. Ante unos hechos nuevos que no tienen explicación mediante las leyes conocidas: El Espiritismo los observa, compara y analiza, y del efecto se remonta a la causa y de ésta a la ley que los gobierna, para después deducir las consecuencias y las aplicaciones útiles. Llegó en una época de emancipación y madurez intelectual, cuando la inteligencia desarrollada ya no aceptaba nada a ciegas y quiere saber el por qué y para qué de cada cosa.

    Una de las causas de la rápida difusión de la Revelación Espírita es que se produjo simultáneamente en miles de centros diferentes y todos ellos se convirtieron en foco de difusión. Si bien en ninguno de ellos la enseñanza espírita era completa, se obtuvo de manera parcial en diferentes lugares y mediante una gran cantidad de intermediarios.

    Era necesario agrupar los hechos dispersos, ver su correlación, reunir las instrucciones dadas por los Espíritus sobre diferentes puntos y temas diversos para comparar, analizar y estudiar analogías y diferencias. Crear, pues, un centro de elaboración que fuese el punto de unión de los trabajos individuales. Ese centro de elaboración ya estaba previsto por la espiritualidad y desde el momento que Allan Kardec se encuentra con los primeros fenómenos comienza, sin saberlo, a elaborar la gran tarea que ya tenía asignada antes incluso de encarnar.

     La Revelación Espírita no es sólo una revelación divina, es también una revelación científica. Es divina porque los puntos fundamentales de su enseñanza son impartidos por los Espíritus, intermediarios de Dios. Y es científica, porque la enseñanza no es privilegio de ningún individuo en especial, no exime al hombre del trabajo de búsqueda y de la observación de los hechos para que ella no sea dictada ni impuesta ciegamente.

     Con la Revelación Espírita se nos da el conocimiento de:
- La existencia del Mundo Invisible que nos rodea y puebla el Espacio.
 - De dónde venimos, hacia dónde vamos, por qué estamos en este mundo, por qué sufrimos temporalmente y comprendemos hasta qué grado la justicia de Dios a todos alcanza.
- Que el alma progresa sin cesar, al pasar de una existencia a otra hasta que alcanza cierto grado de perfección.
- Que todos somos creados iguales y con idénticas aptitudes para progresar, siendo ésta la única diferencia entre los seres, el progreso alcanzado.
 - Que todos tenemos el mismo destino y lograremos igual meta, antes o después, según el trabajo y la buena voluntad que pongamos en la tarea.
    Es apenas un esbozo de las numerosas informaciones que encontramos en el Espiritismo y en la obra de Allan Kardec o Revelación Espírita contenida fundamentalmente en las siguientes obras: El Libro de los Espíritus, El Libro de los Médiums, El Evangelio según el Espiritismo, El Cielo y el Infierno, La Génesis y La Revista Espírita (Revue Spirite 1858-1869). La Revelación Espírita tiene una amplitud que le permite abarcar todas las cuestiones de orden moral, satisface a la razón más exigente para cualquiera que se tome el trabajo de estudiarla y no esté dominado por las ideas preconcebidas. No tiene las mezquinas restricciones de ciertas filosofías y presenta como principio el que si una verdad nueva o un descubrimiento de la ciencia viniese a contradecir alguno de sus principios, el Espiritismo abandonaría ese principio e iría de la mano de la ciencia.

    El Espiritismo reposa sobre un hecho, el de la comunicación entre el mundo invisible y el mundo visible, y un hecho no puede ser anulado por el tiempo. El Espiritismo está lejos de haber dicho la última palabra con respecto a sus consecuencias, pero es inquebrantable en su base porque esta base está asentada en hechos.

     «Que los espíritas no tengan miedo: el futuro les pertenece; que dejen que los adversarios se debatan entre los brazos de su verdad, que los ofusca, porque toda negación es impotente contra la evidencia que triunfa inevitablemente por la fuerza misma de las cosas. Es una cuestión de Tiempo». (Allan Kardec)

BIBLIOGRAFÍA : DELANNE, G., El Fenómeno Espírita. DOYLE, A.C., Historia del Espiritismo. KARDEC, A., El Libro de los Espíritus. KARDEC, A., La Génesis. KARDEC, A., Revue Spirite. PIRES, J.H., El Espíritu y el Tiempo. WANTUILY, Z. et al. Allan Kardec. El Educador y el Codificador


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