viernes, 10 de noviembre de 2017

El dolor y las leyes espirituales



Programado en este día:

-Espíritus en sufrimiento
-El dolor y las leyes espirituales
- El Amor  de Cristo a la Humanidad
- La práctica del Espiritismo



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                       ESPÍRITUS EN SUFRIMIENTO
AUGUSTO MICHEL.
El Havre, marzo de 1863.
Éste era un joven rico, amigo de tratarse bien, y que gozaba amplia y exclusivamente de la vida material. Aunque inteligente, la indiferencia por las cuestiones serias era el fondo de su carácter. Sin maldad, antes bueno que malo, era amado por sus compañeros de placer y buscado en la alta sociedad por sus cualidades de hombre de mundo. Sin haber hecho mal, no había hecho bien.
    Murió a consecuencia de la caída de su carruaje en el paseo. Evocado algunos días después de su
muerte por un médium que le conocía indirectamente, dio sucesivamente las comunicaciones siguientes:
8 de marzo de 1863. “Estoy apenas separado de mi cuerpo, así es que difícilmente puedo
hablaros. La terrible caída que ha hecho morir a mi cuerpo pone a mi espíritu en gran perturbación.
Temo por lo que va a ser de mí, y esta incertidumbre es cruel. El horrible sufrimiento que mi cuerpo
ha experimentado no es nada, comparándolo a la turbación en que estoy. Orad para que Dios me
perdone. ¡Oh, qué dolor! ¡Oh, gracias, Dios mío! ¡Qué dolor! Adiós.”


18 de marzo. “Yo vine a vos pero no pude hablaros sino muy difícilmente. Aun en este
momento no puedo comunicarme sino con trabajo. Sois el único médium a quien puedo pedir
oraciones para que la bondad de Dios me saque de la turbación en que estoy. ¿Por qué sufro aún, cuando mi cuerpo no sufre? ¿Por qué este dolor horrible, esta terrible angustia, existe siempre?
¡Orad, oh, orad para que Dios me conceda el reposo!... ¡Oh, qué cruel incertidumbre! Estoy aún
adherido a mi cuerpo. Difícilmente veo en dónde puedo estar. Mi cuerpo está allá..., ¿y por qué
estoy allí siempre? Venid a orar sobre él, para que pueda separarme de esta opresión cruel. Dios
tendrá a bien perdonarme. Así lo espero. Veo los espíritus que están cerca de vos y por ellos puedo hablaros. Orad por mí.”


6 de abril. “Soy yo que vengo a vos para pediros oréis por mí. Sería preciso que vinierais al
lugar donde yace mi cuerpo, a rogar al Todopoderoso para que calme mis sufrimientos. ¡Sufro!
¡Oh, sufro! Id a ese lugar, es necesario, y dirigid al Señor una plegaria para que me conceda el perdón.
Veo que podré estar más tranquilo. Pero vuelvo sin cesar hacia el paraje donde se ha colocado lo
que ha sido mi yo.”
El médium, no dándose cuenta de la insistencia del espíritu que le pedía fuese a orar sobre su tumba,
había descuidado hacerlo. Sin embargo, fue a ella más tarde, y recibió la comunicación siguiente:
11 de mayo. “Os esperaba. Aguardaba el momento en que vendríais al lugar donde mi
espíritu parece enclavado en su envoltura, a implorar al Dios de las misericordias para que su
bondad calme mis sufrimientos. Podéis hacerme bien con vuestras oraciones. No os canséis, os lo suplico. Veo cuán opuesta ha sido mi vida a lo que debía ser, veo las faltas que he cometido. He sido un ser inútil en el mundo. No he hecho ningún buen empleo de mis facultades, mi fortuna no ha servido sino para satisfacer mis pasiones, mis gustos, mi lujo y mi vanidad, no he pensado más que en los goces del cuerpo y no en mi alma. ¿Descenderá sobre mí la misericordia de Dios, pobre espíritu que sufro aún por mis faltas terrestres? Rogad para que me perdone, y para que sea librado de los dolores que siento aún. Os doy gracias por haber venido a orar por mí.”

8 de junio. “Puedo hablaros, y doy gracias a Dios por haberlo permitido. He visto mis faltas
y espero que Dios me perdonara. Seguid siempre vuestro camino según la creencia que os anima, porque os reserva para más adelante un descanso que no tengo todavía. Gracias por vuestras oraciones. Hasta la vista.”
La insistencia del espíritu en que fuese a orar sobre su tumba es una particularidad notable,
pero que tiene su razón de ser, si se considera cuán tenaces eran los lazos que le retenían a su
cuerpo, y cuán larga y difícil era la separación, a consecuencia de la materialidad de su existencia.
Se comprende que, acercándose al cuerpo, la oración podía ejercer una especie de acción magnética
más poderosa para ayudar al desprendimiento. El uso casi general de orar junto al cuerpo de los
difuntos, ¿no provendría de la intuición inconsciente que se tiene de este efecto? La eficacia de la oración en este caso tendrá un resultado a la vez moral y material.
ALLAN KARDEC.

Los desencarnados dependen de su arrepentimiento y de su progreso espiritual, haciendo el bien en vez del mal. Lo que sí es beneficioso para ellos es explicarles su situación y la necesidad de mejorarse para que su estado sea mas feliz, moralizarlos.
- Marco Antuan-

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   EL DOLOR Y LAS LEYES ESPIRITUALES
Sabiendo que la finalidad última del dolor humano es el perfeccionamiento moral, es necesario que nos fijemos en las leyes espirituales que dan una explicación más amplia, de las formas en las que éste se puede presentar.
El temario de Conocimiento Espiritual  de Sebastián de Arauco, divide el dolor en  tres tipos:
Físico: se da en la materia, ocasionados fundamentalmente por nuestras debilidades, excesos, vicios o por estados afectivos desarmónicos, llegando a crear enfermedades además del desgaste de las energías corporales.
Psíquico: estados anormales considerados como neurosis, psicosis en manifestación diversa, así como psicopatías en diversos grados, surgidos por las tensiones emocionales, sentimientos de índole inferior, o actitud mental desacertada frente a la vida. Así como los deseos de baja naturaleza.
Espiritual: son las sensaciones de reproche y acusación que el espíritu manifiesta en la propia persona. Es el remordimiento de conciencia que asalta por actuar en contra de nuestros principios morales.
Solemos pensar que el dolor es un castigo, que nos manda Dios, por nuestro comportamiento inadecuado. Nada más lejos de la realidad, es una herramienta más, que se nos da, para poder separar del alma los defectos y debilidades más arraigadas que tenemos. Después de todo, el dolor es transitorio, por lo tanto durará lo que nosotros queramos que dure, teniendo en cuenta que es un instrumento de drenaje que repara nuestra alma, en tanto en cuanto, comprendamos que es por medio del amor, la manera más fácil de elevar nuestro espíritu.
En el libro Despierte y sea feliz psicografiado por Divaldo Pereira, Joanna de Ângelis habla de tres tipos de dolores: el dolor-elevación, el dolor-conquista y el dolor-rescate.
Nuestro dolor es un dolor de rescate que nos ayuda a reparar todos los errores e iniquidades del pasado ayudándonos a despertar nuestra conciencia, para entender que es por medio de la voluntad, del esfuerzo individual, la forma como superamos voluntariamente las deficiencias espirituales, de este modo conseguiremos  el progreso. Convirtiendo nuestros actos, en actos de amor, enseñándonos el camino a seguir; eliminando todo lo que pueda perturbarnos interiormente para de esa manera conseguir los objetivos que el Padre había propuesto para todos nosotros.
Como Padre que es, es justo y bondadoso, con lo cual no reparte sufrimientos, sino que hace las pertinentes correcciones de nuestro comportamiento, siendo éstas correcciones, las que nos impulsan hacia el progreso de nuestro espíritu.
Ante el dolor o adversidades por los que podamos estar pasando,  lo peor que podemos hacer es entrar en estado de rebeldía, porque lo hace más insoportable y la desesperación lo aumenta, entrando en un estado de angustia que nos condena aún más, haciendo inútil los sufrimientos por los que estamos pasando. Además éste estado, nos nubla la razón, no nos deja analizar de qué forma podemos encarar la situación en la que nos encontramos. Es una actitud que nos estanca, nos retrasa en nuestro progreso. Por el contrario si tenemos resignación, además de calma, el análisis que podamos hacer nos ayudará a minimizarlo o incluso, a bajar la intensidad del mismo. Es por ello que cuando el dolor nos llegue, debemos aprender a sufrir, a aceptarlo. De ese modo, éste perderá fuerza, volviéndose un pequeño correctivo a nuestros desmanes, además de los errores cometidos, consiguiendo transformar esas fuerzas negativas que poseemos en positivas; de esta forma puede surgir del vicio la regeneración y del defecto la virtud.
Porque es difícil entender que el sufrimiento es bueno, se requiere tener unas convicciones fuertes, que asentadas en unos principios morales firmes, lleguen a la razón y al corazón, entendiendo el sentido del dolor así como en el infinito amor que nos tiene Dios; en su innegable justicia, que no nos deja sufrir un minuto de dolor que no nos merezcamos, además nos da las fuerzas necesarias para poder soportarlo.
Cuando se pasa por un estadio de dolor o se supera una enfermedad que te hacía pensar que te llevaría a la muerte física, la visión de la vida cambia por completo; recapacitas, llegando a considerar el tiempo que has podido perder, dándole importancia a cosas que no las merecía. Esa sacudida que muchas veces nos provoca el dolor, que nos remueve todo nuestro interior, supone un cambio radical en nuestra forma de pensar y vivir; se genera una reflexión profunda preguntándonos, a partir de ese momento, qué hacer con nuestras vidas. A partir de ahí, se observan con otros ojos las pequeñas cosas, las relaciones personales, el aspecto humano de la vida, algo que probablemente nos parecía secundario o irrelevante.
El dolor es la escuela donde se puede aprender la paciencia, la resignación; es donde el egoísmo, así como el orgullo se van disolviendo poco a poco, nos hace mejores personas.
El Divino Maestro repetía en ocasiones: “Haz con tu prójimo como quieres que se haga contigo.” Tenemos que pensar, que lo que le hagamos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos, bueno o malo, pues nadie escapa a las consecuencias de las  acciones personales. El amor también necesita ser cultivado, porque es una de las  semillas  que fue plantada en nosotros por el Padre, en el momento de nuestra creación. Porque el amor, en su más amplio sentido será el que nos abrirá las puertas de par en par para llegar a la perfección.
 Hay un dicho popular que dice: lo que no aprendas por amor lo aprenderás por dolor. Es necesario que aprendamos a amar, porque estaremos aprendiendo a vivir. Es siendo útiles a nuestro prójimo, cuando progresará nuestro espíritu, nos redimirá por nuestro propio esfuerzo, al entender que es el amor sentido y realizado el que nos guiará hacia el perfeccionamiento espiritual. Si desarrollamos la caridad, que no es otra cosa que el amor en acción, estaremos reparando nuestros errores, de una manera más útil, más solidaria, que nos irá cerrando las heridas morales y nos encaminará de regreso al mundo espiritual, hacia una alegría que desconocíamos. Si el amor, lo hacemos faro de nuestra vida, éste guiará nuestros pensamientos, nuestros pasos… será la luz que nos orientará en todo el periplo terrestre. De esta forma cuando el amor que sintamos nos haga capaces de aceptar el sufrimiento que nos embarga, sin rebeldías, ni quejas, habremos llegado al objetivo esperado.
Otro aspecto importante a considerar, es que las existencias dolorosas también pueden ser voluntarias. Son elegidas por algunos espíritus cuando comprueban en el espacio lo mucho que les queda por rescatar, deseando eliminar ese lastre lo antes posible. Otras son en misión de amor, como sacrificio desinteresado, abnegado; para ayudar a almas perdidas, rebeldes, estancadas, que no quieren avanzar.
El ejemplo más aleccionador fue el del Maestro Jesús, que nos enseñó por medio del ejemplo, el camino del amor.  Un mandamiento nuevo os doy: “Que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.” (Juan 32-34). Si lo tenemos como norma de convivencia, será la trayectoria que nos llevará a liberarnos del dolor.
Pero a lo largo de la historia podemos encontrar otros casos como pueden ser:
Sócrates, encarcelado por la intolerancia. Preceptuaba el culto a la moral y la virtud. “No existe felicidad sin virtud; la virtud es la condición necesaria y suficiente para la felicidad.”
Francisco de Asís, sufrió aflicciones aceptando sus dolores con mansedumbre, vivió en la renuncia de todo lo terrenal, manteniendo toda la fuerza del amor.
Juana de Arco, encarcelada, soportó la humillación junto al oprobio; gracias a su fe pura y su genuino amor por la justicia y la verdad; siempre con el pensamiento puesto en Jesús.
También existen personas anónimas que sufren voluntariamente, para ayudar a seres queridos. Convirtiéndose en referencia de fortaleza moral, mostrándoles el camino.
                      “El amor es una fuerza que transforma el destino.”  Chico Xavier
Analicemos, pues, que siembra estamos realizando, porque será la cosecha que recojamos en el futuro; y es ahora cuando tenemos  que cultivarla, cuidarla, para que los frutos que debamos recoger, sean los esperados, proporcionándonos la felicidad futura.
Dolor, compañero de redención 2 por: Gloria Quel
©2017, Amor, Paz y Caridad
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EL AMOR DE CRISTO A LA HUMANIDAD


"Nadie tiene mayor amor que éste: de dar a alguien la vida por sus amigos." Jesús (Juan, 15:13) 

En la ubicación histórica de Cristo, nos impresiona la realidad de su inmenso afecto por la Humanidad. Por los hombres, hizo todo lo que era posible en renuncia y dedicación. 
   Sus actos se celebraron en asambleas de confraternización y de amor. La primera manifestación de su apostolado se verificó en la fiesta gozosa de un hogar.  
   Hizo compañía a los publicanos, sintió sed de la perfecta comprensión de sus discípulos. Era amigo fiel de los necesitados que se socorrían de sus virtudes inmortales. 
   A través de las lecciones evangélicas, se nota el esfuerzo para ser entendido en su infinita capacidad de amar. 
     La última cena representa un paisaje completo de afectividad integral. Lava los pies a los discípulos, ora por la felicidad de cada uno ... Sin embargo, al primer enfrentamiento con las fuerzas destructoras, experimenta el Maestro el supremo abandono. En vano, sus ojos buscan la multitud de los curiosos, los beneficiados y los seguidores. Los leprosos y ciegos, curados por sus manos, habían desaparecido. Judas le entregó con un beso. Simón, que le gozaba con  la convivencia doméstica, lo negó tres veces y mientras  Juan y Santiago dormían en el huerto. Los demás prefirieron aparcar en acuerdos apresurados con las acusaciones injustas. Incluso después de la Resurrección, 
Tomás le exigió señales. 
    Cuando estés en la "puerta estrecha", dilatando las conquistas de la vida eterna, irás también solo. No esperes a tus amigos. No te comprenderán pero sin embargo, no dejes de amarlos. Son niños. Y todo niño teme y exige mucho. 

Libro: Camino, Verdad y Vida (Emmanuel)

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               LA PRÁCTICA DEL ESPIRITISMO
La práctica del Espiritismo no debe solamente proporcionarnos las lecciones del Más Allá, la solución de los graves problemas de la vida y de la muerte; ella puede además enseñarnos a poner nuestras propias radiaciones en armonía con la vibración eterna y 
divina, a dirigirlas y disciplinarlas. No olvidemos que es mediante un ejercicio psíquico gradual, una aplicación metódica de nuestras fuerzas, de nuestros fluidos, de nuestros pensamientos y de nuestras aspiraciones, como preparamos nuestro papel y nuestro futuro en el mundo invisible; la actuación y el porvenir que serán mayores y mejores a medida que conseguimos hacer de nuestra alma un foco más radiante de fuerzas, de sabiduría y de amor. 
Inicialmente, es preciso vencer el mal en sí, a fin de hacerse apto para combatirlo y vencerlo en el orden universal. Es preciso convertirse en un espíritu radiante y puro, para asimilar las fuerzas superiores y aprender a utilizarlas. 
Es solamente en esas condiciones como el ser se eleva, de peldaño en peldaño, hasta las alturas espirituales donde resplandece la gloria divina, donde el ritmo de la vida arrulla, en sus ondas poderosas, la obra eterna e infinita. 


LEÓN DENIS 
El Espiritismo y las Fuerzas Radiantes 



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