Hoy tenemos :
-El poder de la fe
-Autotransformación Moral e Intelectual
-¿ Por qué hay Espíritus Obsesores?
-Angustia
-¿ Por qué hay Espíritus Obsesores?
-Angustia
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EL PODER DE LA FE
La Codificación Espírita es un legado maravilloso que, por desgracia, no se utiliza como se debería. A veces actuamos como otras religiones; nos repartimos una porción de la Doctrina como nos parece, según nos conviene o por fanatismo.
De todas formas, lo importante es que valoremos lo afortunados que somos habiendo conocido esta esperanzadora Doctrina que no prohíbe, aconseja; que no obliga, nos da luz para discernir y poder saber cuáles son nuestros deberes a propósito de las Leyes Divinas y los Mandamientos de Jesús.
En ningún lugar de los libros de la Codificación podemos leer si debemos o no comer carne, si debemos celebrar algún ritual, o si debemos o no practicar yoga, entre otras cosas. Digo esto, porque sé de muchas personas que se creen con el derecho de difundir cosas que para nada el Espiritismo se ha pronunciado, y que son opiniones personales.
Lo verdaderamente importante es la fe que tengamos al respecto de lo que no se ve con los ojos de la carne y sí, con los del alma. La fe de que estamos en el camino cierto y que no queremos una porción de la Doctrina, sino toda: Ciencia, Filosofía y Moral. Y es con fe, además de otras “muletas” que hemos podido comprender ¡Son tantas las pruebas que nos dan los Espíritus para creer y tener una fe razonada!
Cuando la vida te azota de tal manera que crees desfallecer, basta una oración y la fe necesaria de que a nosotros nos llegará el alivio y el consejo que necesitamos. Esto requiere conocimiento, sentimientos y disciplina; es la única forma de mantener nuestros canales psíquicos adecuados a estas respuestas espirituales.
Debemos limpiar esos canales, y la mejor forma es la renovación moral. Pero esa renovación no la vamos a hacer en una existencia, sino en muchas. Si ponemos fe en esto, lo conseguiremos. La fe es la mano que nos une a Dios. “Pide y se te dará”.
Si por circunstancias varias: psíquicas, anímicas o físicas – aunque todo se interacciona-, estamos pasando por momentos difíciles, hay dos herramientas imprescindibles: la oración y la fe. La fe de que podemos conquistar todo aquello que nos propongamos, mientras adoptemos una actitud receptiva y positiva. ¿Cómo, siendo Dios como es, amoroso y justo, nos va a dejar desamparados? Si un día nos acostamos cargados de problemas agobiantes, ¿quién nos dice que al día siguiente no vaya a haber un rayito de luz, saliendo del nubarrón de problemas? Si creemos que podemos conseguirlo, lo conseguiremos. Creer es poder. Sólo hay que estar seguros de lo que deseamos, de su importancia y desprendimiento de egoísmo, Dios nos dará la respuesta y el consuelo necesario.
Hace siglos que a través de los Mensajeros de Jesús y el propio Jesús, nos aportaron mucho conocimiento y experiencias para hacernos progresar, ya que estamos abocados a la perfección y a ella tenemos que buscar con optimismo y convicción. Razonar nuestra fe es saber en qué creemos y por qué creemos.
Para que el progreso se pueda dar son muchas las cosas que necesitamos, pero las voy a resumir en dos: Voluntad y Fe. Voluntad para tener la disciplina necesaria para caminar sorteando los obstáculos que a través del conocimiento de los principios morales que todos debemos tener, nos ayudaran a combatirlos. Voluntad para que cada día, sea un día más de trabajo y alegría porque estamos haciendo lo correcto: progresar y progresar con ánimo, con caídas y errores, pero estos los convertiremos en enseñanza para nosotros mismos y para los demás.
André Luiz nos dice en el libro "Respuestas de la vida": “El tiempo es un mercado de oportunidades constantes en la construcción del bien que podemos aprovechar, cuanto y cuando quisiéramos.” Esas oportunidades son experiencias que vivimos constantemente, buenas o malas, pero todo enseña. Y es así que superando las dificultades, vamos creciendo, y creciendo nuestra fe se hace más fuerte y nos dice; ¡adelante tú podrás una vez más superar este reto!
La voluntad es el motor de los pensamientos. La que nos da fuerzas para dirigir esos pensamientos hacia el Bien y volcarlos en beneficio de un mundo mejor, donde existan personas mejores, sociedades que no tengan delincuencia, donde el odio, la violencia y el rencor, cada vez se note que están más lejos de nosotros, que se van difuminando. "¡El pensamiento es nuestra capacidad creativa en acción, en cualquier tiempo, es muy importante no olvidarnos de eso!" Nuevamente palabras de André Luiz, en el mismo libro.
La voluntad es nuestra guía cuando aparece la pereza, el desánimo o la apatía. Ella los combate con energía y los supera, si sabemos educar nuestra voluntad hacia el bien. Las personas con voluntad son laboriosas, activas, predispuestas siempre a tener la casa mental amueblada de pensamientos elevados y edificantes.
Muchos Mensajeros de Jesús demostraron tener una voluntad extraordinaria para ejecutar el trabajo y los compromisos adquiridos en el Plano Espiritual; compromisos que todos tenemos, seamos o no, espíritas. La buena moral, no es monopolio del Espiritismo, al contrario, muchos son los que no siendo espíritas ni conociendo el Espiritismo, demuestran una moral y unas bases de convivencia en lo personal y en lo social superiores a la de muchos espíritas.
Los espíritus preparados para comunicarnos acontecimientos, los guías espirituales que nos alegran con sus manifestaciones y todos aquellos que trabajan anónimamente por el Bien, tanto en la Tierra como en el Espacio, utilizan este arma, la Voluntad, tan valiosa para alcanzar los objetivos que todos nos proponemos, pero que no todos alcanzamos, quedándonos rezagados en el camino, por falta de voluntad para trabajar y caminar, siguiendo las pisadas de Jesús.
La voluntad puede ejercer mucho bien en nuestra sociedad que parece un torbellino de sensaciones, emociones; sociedad inmediatista, inconforme, frustrada siempre. La voluntad es proponerse un objetivo y alcanzarlo, luchando por él. Pero debemos tener en cuenta, por eso mismo, que no sólo utilizan la voluntad los “Buenos”, sino que también lo hacen los “Malos”, y por esa razón, ellos también luchan por conquistar más terreno en la maldad, maledicencia, orgullo, resentimiento y, especialmente, utilizan el poder del pensamiento para vengarse de los que ellos creen sus enemigos, aunque el enemigo mayor que ellos suponen tener, es la Doctrina de los Espíritus, por su ignorancia.
¡ Que difícil es hacer comprender a las personas que la muerte no existe; que se puede estar muerto en vida, y vivo en la “muerte física”. ¡Qué todo depende de nosotros! ¡De nuestro estado espiritual!
Pero hay algo que pone en marcha ese motor llamado VOLUNTAD, que es la FE. Sin fe es imposible ejecutar nada, porque si en nada confías, nada puedes lograr.
Son cientos y miles de pruebas que los Espíritus nos han dado para fortalecer esa fe tan necesaria para caminar con voluntad.
Hay casos en los que se vive al límite de las fuerzas en muchas personas. Casos en los que no se ve ninguna puerta abierta para solucionar problemas, para orientarnos en nuestras decisiones y, es entonces, cuando cunde el pánico. Parece que todo se desmorona a nuestro alrededor y que vamos a desfallecer; en esos casos, sino hay fe, no hay voluntad y las personas caen en el abatimiento, la desgana, las depresiones, las drogas, el alcohol, etc. Es así como se puede llegar a la locura y el suicidio: De esa forma se contraen graves deudas con las Leyes Divinas.
Les comprendo muy bien. Hoy en día puedo decir que me encuentro en condiciones de decir que comprendo a todos los que “arrojan la toalla”. A los que se dan por vencidos y buscan la puerta de la huida, aunque no comparta esa postura. Pero no hay huida, solo un cambio de estado: la Vida existe siempre y los problemas que no hayamos solucionado, los encontraremos de frente siempre, hasta hallar la solución. Es lo maravilloso de la Doctrina Espírita: siempre tenemos tiempo y oportunidades para caer y levantarnos. Contraer deudas y rescatarlas, aunque sea con dolor; pero, para ese dolor están la voluntad y la fe, como bálsamo consolador. Algún día entenderemos que la mejor opción es progresar por amor y comprensión.
Es maravilloso saber por qué se sufre. Se sobrellevan mejor las dificultades, pero serían las dificultades más ligeras si nos llenásemos de fe, de auténtica FE. De aquella de la que tenemos tantos ejemplos en la historia. De los que fueron perseguidos y castigados por seguir a Jesús, por no dejarse comprar por los chantajes emocionales y materiales. La fe que nos mantiene a flote y que, en el último momento, cuando nos sentimos con el agua al cuello, alguien o algo aparece en nuestro camino y nos echa un salvavidas, donde aferrarnos con fuerza. El propio Jesús demostró una Fe increbrantable.
La fe que muchos Mensajeros de lo Alto demostraron en las hogueras, en la torturas, en la soledad y en la enfermedad. Supieron seguir adelante porque comprendieron que la Voluntad y la Fe se ponían en acción. Y así tuvieron fuerzas para superar las terribles pruebas que muchos pasaron.
Cuando tenemos fe en nuestros principios, fe en Dios, en el Evangelio de Jesús, en la protección de los Mensajeros de luz, etc., nadie puede abatirnos; ni siquiera los que se esconden en la “invisibilidad”. Porque la fe nos da la fuerza de un gigante para apartar de nuestros caminos lo que no sirve, y asumir todo cuanto necesitamos para progresar. Dice Joânna de Ângelis lo siguiente: “Desistir es fácil, sin embargo, perseverar es un desafío que merece ser aceptado”.
Si queremos conquistar estos dos tesoros: Voluntad y Fe, solo basta querer. Y creo que todos queremos lo mejor para nosotros y los demás, ¿No? ¡Querer es poder!
Isabel Porras
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Autotransformación Moral e Intelectual
“Nadie está exento de regresar a la espiritualidad
y encontrarse con el mundo de la Luz o el de las Tinieblas.
En Verdad, en Verdad iremos a recoger
exactamente lo que sembramos con actitudes,
actos y acciones individuales . . .
No somos nada que pueda quedar oculto
en el mundo espiritual.
Somos conocidos por nuestros pensamientos
y vibraciones . . .
Seremos tan enfermos o sanos
en cualquier espacio de tiempo,
felices o infelices…
Nuestro será el disfrutar de la Paz,
o de la desdicha, siempre conforme a nuestras vivencias.
Buscar la Autotransformación moral e intelectual,
el conocimiento de ti mesmo, la práctica del bien,
a través de actitudes renovadas en
el compromiso de cada uno.”
- Vera Jakubowski - (Verdad y Luz )
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¿Por qué hay espíritus obsesores ?
En muchas ocasiones les empuja a ello la venganza por algún hecho traumático con su víctima, desde un pasado anterior, o simplemente, lo hacen por el solo deseo de hacer mal por envidia, porque como ellos sufren, a su vez buscan alivio en una venganza ciega, haciendo sufrir a cualquiera que quede a su alcance. Tengamos presente que actúan por propia voluntad, porque nadie está programado para el sufrimiento, la desidia o el mal.
Cierto porcentaje de casos de obsesión están directamente relacionados con la Reencarnación, pues los casos de obsesión particularmente graves, suelen ser por venganzas de los Espíritus obsesores hacia los obsesados, a causa de conflictos graves existentes entre ambos, y que se suelen remontar hasta vidas anteriores.
En toda obsesión como en cualquier sufrimiento, están presentes las leyes de Causa y Efecto. El dolor resulta de la falta de respeto al orden establecido, en cuanto que el odio es fruto del egoísmo y de un personalismo mal entendido.
Existen obsesores y obsesados porque existen endeudamientos espirituales entre ambos y además una falta de caridad y de la capacidad de saber perdonar. Todo problema de obsesión procede de alguna transgresión de moralidad, ética, legal o espiritual, y como nadie se puede librar de su conciencia culpable, allá donde esté el deudor estará también su deuda y enseguida les alcanzará el cobrador de la misma....
En algunos casos las obsesiones o perturbaciones más o menos graves, se suelen producir cuando la persona obsesada o perturbada tiene una mediumnidad o una sensibilidad psíquica más o menos desarrollada, pero encubierta, y aunque no haya un motivo particular de venganza por parte de ningún ser desencarnado, alguno de estos aún ligado a la materia, se aprovecha de esta puerta abierta que para ellos es la mediumnidad y que les permite manifestarse en nuestra dimensión física, y entonces ocupan el aura física del médium, cuyo espíritu tratan de anular de su cuerpo. Tan apegados a la materia están, que cuando encuentran una mediumnidad de estas características, a veces llegan a creer que esa materia les pertenece a ellos.
El espíritu perseguidor también sufre su propia aflicción. Viene a ser un ex-transeúnte del vehículo somático que experimenta y guarda en su alma las aflicciones acumuladas de las que no consigue liberarse ni siquiera con el paso del tiempo. Víctima de sí mismo por su propia dejadez y descuido, transfiere la responsabilidad de lo sucedido a otra persona que por cualquier circunstancia interfirió negativamente durante una vida anterior, o bien porque las cree culpables de alguna desdicha sufrida en el pasado, por ser más fácil encontrar razones de su desgracia en manos de culpables imaginarios, antes que reconocer la parte de responsabilidad que debe aceptar sobre sus hombros personales como consecuencia de actitudes infelices propias.
Después de la muerte pierden el cuerpo físico, pero no el uso de la razón, por lo que se hallan deambulando por los niveles psíquicos de la inconsciencia, encontrándose con los centros de discernimiento superior de su enemigo inerme, tal vez anestesiado por los vapores del alcohol o de las locuras a que se entregó; así, ambos se imantan por procesos de sintonía psíquica con su aparente verdugo que sin saberlo, sintoniza con la mente de quien se cree dilapidado por él, generando entonces los prolegómenos de lo que más tarde se transformará en una psicopatía obsesiva..
Otra motivación importante y generadora de los casos de Obsesión por venganza, es a causa de tantos casos de abortos provocados. Hay muchos Espíritus que tenían un serio proyecto de vida y un compromiso espiritual con los que iban a ser sus padres, y cuando ya estaban ligados a la materia de un feto o embrión que necesitaban para entrar en una nueva existencia humana, se vieron rechazados y asesinados dentro del cuerpo de quien iba a ser su madre, a veces por ella misma o con su consentimiento. Entonces, ante la terrible agresión sufrida y el desamor sufridos, se volvieron vengativos y a quien más odian, que suele ser al padre o a la madre, o bien a quien más facilidad les ofrece para ser influenciado por ellos para ser utilizado en sus planes de venganza, a causa de una mediumnidad descontrolada, y así lo van acosando mentalmente poco a poco, atormentándolo con sus reproches y amenazas, que se suelen percibir con claridad durante el sueño en una primera fase de la invasión; en una segunda fase las víctimas de la obsesión llegan a percibir claramente voces incluso estando en estado de vigilia de modo muy frecuente y este asedio a veces les induce finalmente al suicidio o a la locura.
- Jose Luis Martín-
“El ejercicio del Amor, de las iniciativas altruistas y la plegaria habitual, son verdaderos antídotos contra estados obsesivos y nerviosos”.
-Divaldo Pereira Franco-
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ANGUSTIA
El filosofo Kierkegaard considera la angustia como siendo una determinación que revela la condición espiritual del hombre, en el caso que se manifiesta psicológicamente de manera ambigua y lo despierte para la posibilidad de ser libre. La angustia es la terrible agonía que limita al ser en una estrechez de paredes de la insatisfacción, frente a la falta de objetivo y de esencialidad de la existencia. Resultado de innúmeras incomodidades morales, se expresa en desinterés enfermizo y fuga, que pune al ser, llevándolo a graves trastornos psicológicos.
Radicada en el Espíritu, se exterioriza como resentimiento de la vida, proceso de desestructuración de la personalidad, irritación e infelicidad. En la infancia, sin duda, se encuentran los factores que produjeron el amargor, cuando el rechazo de los padres y familiares conspiro contra la madurez emocional, alardeando pesimismo en torno al niño, que fue brutalizado, desestimulado de promover cualquier reacción a favor de sí mismo y de los valores que se encontraban adormecidos, quitándole el derecho a una existencia saludable. La muerte de los objetivos existenciales se dio, poco a poco, gracias a las púas de las injusticias implacables que le trastornaron cuando aun en formación, le presentaron siempre su incapacidad para triunfar, la ausencia de recursos para merecer respeto y consideración, la insistente y ruda violación de sus derechos como ser humano.
Sintiéndose despreciado y odiado, no teniendo como librarse de los dramas íntimos que se dibujan en los paneles de la mente, se desplaza del mundo infantil iluminado, refugiándose en la caverna sombría de la amargura, que paso a comandar sus aspiraciones, aunque de pequeña monta, terminando por perturbarle los paisajes del sentimiento y de la emoción. A medida que se fueron estableciendo los contornos y contenidos de la amargura, los residuos psíquicos pesimistas se acumularon en forma de toxinas que pasaron a envenenarle los comandos mentales, entorpeciéndole los neurotransmisores y perturbándole las comunicaciones. Aun ahí se puede contabilizar, en ese doloroso proceso de instalación de la angustia, los efectos del comportamiento desastroso en existencias pasadas, cuando malbarato las oportunidades felices que le fueron concedidas por la Vida, o las utilizo indebidamente, produciendo desaires e incomodidades, cuando no generando desgracia y efectos demorados.
Esas víctimas, se convirtieron en cobradores inconsecuentes de aquel que delinquió, hoy reencarnándose en la condición de padres y demás familiares, que se atribuyeron, aunque inconscientemente, los derechos de rechazar al ser que la Divinidad les confió para el proceso de crecimiento y de reparación, en ese complejo y extraordinario movimiento que es la vida. Trayendo grabado en el inconsciente profundo la culpa, después de un despertar doloroso para la realidad, el Espíritu, que se reconoce indigno de auto-estima se sumerge en el abismo de la auto-punición sin darse cuenta, tornándose angustiado y, sobre todo, dolido en relación a todos y a todo.
La culpa no diluida es terrible flagelo que dilacera al ser, sea conscientemente o no, impone la necesidad de la reparación del daño causado. Por eso mismo, el perdón al mal de que se fue objeto o aquel que lo infligió es de relevante importancia. No, solo a quien agrede, acusa o calumnia, sino también, y principalmente, así mismo. Es indispensable que el individuo se permita el derecho al error, considerando, entre tanto, el deber de la reparación, mediante cuyo esfuerzo supera el constreñimiento que la consciencia del equívoco le impone. No se trata de una actitud permisiva para nuevos errores, y si, de un derecho de ser humano que es, de lograr el éxito o el desacierto en los emprendimientos que se permite, aprendiendo mediante la experimentación, que no siempre se alcanza el éxito.
No obstante, cuando se tiene consciencia del error, con habilidad e interés, es posible transformarlo en bendición, pues, a través del error, se aprende como no hacerlo más. No siendo así conducida, la acción cae, en algún tipo de proceso perturbador, como de naturaleza angustiante. La óptica del paciente angustiado es distorsionada en relación a la realidad, porque sus lentes están empañadas por las manchas morales de los prejuicios causados a otras vidas, tanto como en la razón de las imposiciones dolorosas a que se sintió apartado. Solamente a través del esfuerzo bien dirigido a favor del reequilibrio utilizándose de terapia específica, es cuando es posible la liberación estertor de la angustia, restableciendo el comportamiento saludable, recuperando los objetivos existenciales perdidos en razón del establecimiento de nuevos programas de vida.
Acostumbrado al rechazo, y sumando siempre los valores negativos que se enfrenta en la jornada, el individuo enfermo establece el falso concepto de la irreversibilidad del proceso, negándose al derecho de ser feliz, felicidad esa que le parece utópica. Adaptado emocionalmente al cilicio del sufrimiento interno, cualquier aspiración libertadora asume proporciones difíciles de ser sobrepasadas. No obstante, el amor desempeña un papel fundamental en esa convivencia, transformándose en terapia eficiente para el desesperado conflicto.
Despertando para la afectividad, que le fue negada, y que brota inesperadamente en el área de los sentimientos profundos, es posible al paciente agrupar poderes, energías para romper el circulo de fuerza que lo asedia, proponiéndole una relectura existencial y emulándolo al avance. El amor llena cualquier vacío existencial, por despertar emociones inusitadas, capaces de alterar la estructura del ser. Cuando asfixiado, continúa vibrando hasta el momento en que irrumpe como fuerza motriz indispensable al crecimiento interior que proporciona madurez y visión correcta de las metas a ser alcanzadas.
Simultáneamente, el auxilio especializado de un profesional competente es esencial, contribuyendo para la recomposición de los pasajes emocionales dañados. El esfuerzo personal, sin embargo, es factor preponderante para el éxito de la búsqueda de la salud psicológica. A pesar de todo el empeño, conviene considerar que surgen momentos en la vida, en los cuales, se presentan episodios de angustias, sin que sea abalada la armonía emocional. Desde que se hagan controlables y superados en breve tiempo, expresan fenómeno de normalidad en el transcurso de la existencia humana, por tanto, en un comportamiento horizontal, sin las experiencias que se alternan, produciendo bien o mal-estar, no se puede definir cuáles son las directrices de una conducta realmente saludable y digna de ser conseguida.
Toda fijación que se torna una idea fija, eliminado la polivalencia de los innúmeros fenómenos que son parte del mecanismo de la evolución, se transforma en trastorno del comportamiento, que lleva a patologías variadas, de entre las cuales, la amargura, que se expresa como fuerza auto-punitiva, mecanismo psicótico-maníaco-depresivo que, no cuidado en el debido tiempo, siempre culmina en un mal de consecuencias irreversibles.
Espíritu Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro “Amor, Imbatíbel Amor”
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ANGUSTIA
El filosofo Kierkegaard considera la angustia como siendo una determinación que revela la condición espiritual del hombre, en el caso que se manifiesta psicológicamente de manera ambigua y lo despierte para la posibilidad de ser libre. La angustia es la terrible agonía que limita al ser en una estrechez de paredes de la insatisfacción, frente a la falta de objetivo y de esencialidad de la existencia. Resultado de innúmeras incomodidades morales, se expresa en desinterés enfermizo y fuga, que pune al ser, llevándolo a graves trastornos psicológicos.
Radicada en el Espíritu, se exterioriza como resentimiento de la vida, proceso de desestructuración de la personalidad, irritación e infelicidad. En la infancia, sin duda, se encuentran los factores que produjeron el amargor, cuando el rechazo de los padres y familiares conspiro contra la madurez emocional, alardeando pesimismo en torno al niño, que fue brutalizado, desestimulado de promover cualquier reacción a favor de sí mismo y de los valores que se encontraban adormecidos, quitándole el derecho a una existencia saludable. La muerte de los objetivos existenciales se dio, poco a poco, gracias a las púas de las injusticias implacables que le trastornaron cuando aun en formación, le presentaron siempre su incapacidad para triunfar, la ausencia de recursos para merecer respeto y consideración, la insistente y ruda violación de sus derechos como ser humano.
Sintiéndose despreciado y odiado, no teniendo como librarse de los dramas íntimos que se dibujan en los paneles de la mente, se desplaza del mundo infantil iluminado, refugiándose en la caverna sombría de la amargura, que paso a comandar sus aspiraciones, aunque de pequeña monta, terminando por perturbarle los paisajes del sentimiento y de la emoción. A medida que se fueron estableciendo los contornos y contenidos de la amargura, los residuos psíquicos pesimistas se acumularon en forma de toxinas que pasaron a envenenarle los comandos mentales, entorpeciéndole los neurotransmisores y perturbándole las comunicaciones. Aun ahí se puede contabilizar, en ese doloroso proceso de instalación de la angustia, los efectos del comportamiento desastroso en existencias pasadas, cuando malbarato las oportunidades felices que le fueron concedidas por la Vida, o las utilizo indebidamente, produciendo desaires e incomodidades, cuando no generando desgracia y efectos demorados.
Esas víctimas, se convirtieron en cobradores inconsecuentes de aquel que delinquió, hoy reencarnándose en la condición de padres y demás familiares, que se atribuyeron, aunque inconscientemente, los derechos de rechazar al ser que la Divinidad les confió para el proceso de crecimiento y de reparación, en ese complejo y extraordinario movimiento que es la vida. Trayendo grabado en el inconsciente profundo la culpa, después de un despertar doloroso para la realidad, el Espíritu, que se reconoce indigno de auto-estima se sumerge en el abismo de la auto-punición sin darse cuenta, tornándose angustiado y, sobre todo, dolido en relación a todos y a todo.
La culpa no diluida es terrible flagelo que dilacera al ser, sea conscientemente o no, impone la necesidad de la reparación del daño causado. Por eso mismo, el perdón al mal de que se fue objeto o aquel que lo infligió es de relevante importancia. No, solo a quien agrede, acusa o calumnia, sino también, y principalmente, así mismo. Es indispensable que el individuo se permita el derecho al error, considerando, entre tanto, el deber de la reparación, mediante cuyo esfuerzo supera el constreñimiento que la consciencia del equívoco le impone. No se trata de una actitud permisiva para nuevos errores, y si, de un derecho de ser humano que es, de lograr el éxito o el desacierto en los emprendimientos que se permite, aprendiendo mediante la experimentación, que no siempre se alcanza el éxito.
No obstante, cuando se tiene consciencia del error, con habilidad e interés, es posible transformarlo en bendición, pues, a través del error, se aprende como no hacerlo más. No siendo así conducida, la acción cae, en algún tipo de proceso perturbador, como de naturaleza angustiante. La óptica del paciente angustiado es distorsionada en relación a la realidad, porque sus lentes están empañadas por las manchas morales de los prejuicios causados a otras vidas, tanto como en la razón de las imposiciones dolorosas a que se sintió apartado. Solamente a través del esfuerzo bien dirigido a favor del reequilibrio utilizándose de terapia específica, es cuando es posible la liberación estertor de la angustia, restableciendo el comportamiento saludable, recuperando los objetivos existenciales perdidos en razón del establecimiento de nuevos programas de vida.
Acostumbrado al rechazo, y sumando siempre los valores negativos que se enfrenta en la jornada, el individuo enfermo establece el falso concepto de la irreversibilidad del proceso, negándose al derecho de ser feliz, felicidad esa que le parece utópica. Adaptado emocionalmente al cilicio del sufrimiento interno, cualquier aspiración libertadora asume proporciones difíciles de ser sobrepasadas. No obstante, el amor desempeña un papel fundamental en esa convivencia, transformándose en terapia eficiente para el desesperado conflicto.
Despertando para la afectividad, que le fue negada, y que brota inesperadamente en el área de los sentimientos profundos, es posible al paciente agrupar poderes, energías para romper el circulo de fuerza que lo asedia, proponiéndole una relectura existencial y emulándolo al avance. El amor llena cualquier vacío existencial, por despertar emociones inusitadas, capaces de alterar la estructura del ser. Cuando asfixiado, continúa vibrando hasta el momento en que irrumpe como fuerza motriz indispensable al crecimiento interior que proporciona madurez y visión correcta de las metas a ser alcanzadas.
Simultáneamente, el auxilio especializado de un profesional competente es esencial, contribuyendo para la recomposición de los pasajes emocionales dañados. El esfuerzo personal, sin embargo, es factor preponderante para el éxito de la búsqueda de la salud psicológica. A pesar de todo el empeño, conviene considerar que surgen momentos en la vida, en los cuales, se presentan episodios de angustias, sin que sea abalada la armonía emocional. Desde que se hagan controlables y superados en breve tiempo, expresan fenómeno de normalidad en el transcurso de la existencia humana, por tanto, en un comportamiento horizontal, sin las experiencias que se alternan, produciendo bien o mal-estar, no se puede definir cuáles son las directrices de una conducta realmente saludable y digna de ser conseguida.
Toda fijación que se torna una idea fija, eliminado la polivalencia de los innúmeros fenómenos que son parte del mecanismo de la evolución, se transforma en trastorno del comportamiento, que lleva a patologías variadas, de entre las cuales, la amargura, que se expresa como fuerza auto-punitiva, mecanismo psicótico-maníaco-depresivo que, no cuidado en el debido tiempo, siempre culmina en un mal de consecuencias irreversibles.
Espíritu Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro “Amor, Imbatíbel Amor”
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