viernes, 23 de junio de 2017

La suerte del suicida



Sumario de este día :

- Un  comunicado de Teresa de Ávila
- Sembremos buenos frutos
- La suerte del suicida
- Aprender a morir


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   UN COMUNICADO DE TERESA DE AVILA

Estando la mediúm en oración, vio a Teresa de Ávila muy hermosa, la cual le dijo:
Según las virtudes que practicáis en vuestra vida terrestre, ocupáis un estado más feliz o más desgraciado en el espacio. El ser que en la tierra ha sido virtuoso, caritativo, sufrido, resignado y amoroso, cuando desaparece de la tierra es semejante al viajero que emprende un viaje en un día de primavera, que a medida que avanza en su camino, el sol sube majestuoso en el espacio y su viaje está lleno de luz y de hermosura; pues el espíritu que obra bien al desaparecer de la tierra, va abriendo sus facultades a la luz, y cuando despierta lo encuentra todo alumbrado, comprende en donde se halla y sabe que es feliz.
Pero el espíritu que en la tierra ha sido egoísta y avaro, que todo lo ha esperado de vuestro mundo, que no ha sido ni misericordioso, ni caritativo, ni virtuoso, este espíritu entra en el mundo espiritual cuando el Sol está en su ocaso; a medida que va despertando, las tinieblas van aumentando y cuando está completamente despierto todo lo ve tenebroso y terrible; quiere saber donde está, pero no le es posible averiguarlo; va de una parte a otra y no encuentra más que tinieblas, desierto y espanto; en el espacio todo es lúgubre y entonces empieza la desesperación.
Habitantes de la tierra: apresuraos a traer la luz sobre vosotros con buenas obras, cambiad de vida los que practicáis el mal, o sino vuestra última hora será terrible y vuestro despertad horroroso.

Extraído Guía práctica del Espiritista.


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                    SEMBREMOS BUENOS FRUTOS

En la vida, todos somos sembradores… 
Unos siembran flores y descubren bellezas, perfumes y frutos. 
Otros siembran espinos y se hieren en sus puntas agudas. 
Nadie vive sin sembrar, sea el bien, sea el mal… 
Felices son aquellos que, por donde pasan, dejan simientes de amor, de bondad, de afecto… 

.Divaldo Pereira Franco-

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La suerte del suicida

Queridos amigos, hola buenos días, nada más levantarnos el buen cristiano agradece a Dios la vida, el que sus ojos se abran y contemple de nuevo la luz del día. La vida a veces es muy dura, y la desesperación se adueña de muchos corazones, eso a veces nos hace enloquecer, perder el juicio, y muchos son los que acuden al suicidio para liberarse.
El suicidio trae siempre consecuencias funestas para el espíritu que lo practica, porque la vida es una fatalidad y nadie consigue morir.
La idea del suicidio nace del falso razonamiento de que la muerte es la mejor o única solución para los problemas sin solución. Los suicidas suponen que la muerte traerá paz y con ella el final de toda situación desesperante, sumergiendo al suicida en el no sentir.
El Más Allá de la tumba está lejos de ser la abstracción que en la Tierra se supone, o las regiones paradisíacas fáciles de conquistar con algunas pocas fórmulas inexpresivas. Los grandes personajes del crimen, la escoria del mundo espiritual – falanges de suicidas que fluyen periódicamente en sus canales son llevados por el torbellino de las desgracias en que se enredaran, al despojarse de las fuerzas vitales que se encuentran, generalmente intactas, revistiendo sus envoltorios físico-espirituales, por las secuencias sacrílegas del suicidio, quedan allí temporalmente imprudentes e inconsecuentes, que, hartos de la vida que no quisieron comprender, se aventuraron a lo Desconocido, en busca del Olvido, en los despeñaderos de la Muerte!
El más allá es, antes que nada, simplemente la Vida Real, y lo que encontramos al entrar en sus regiones ¡es Vida!. Vida intensa desarrollándose en modalidades infinitas de expresión, sabiamente dividida en continentes y falanges como la Tierra lo está en naciones y razas; teniendo organizaciones sociales y educativas modelo, que servirán de padrón para el progreso de la Humanidad. Es en lo Invisible, más que en los mundos planetarios, en donde las criaturas humanas cogen inspiraciones para los progresos que lentamente aplican en el orbe.
El tiempo, para aquellos que se sumergieron en el abismo del suicido, se estacionó en el momento exacto en que hicieron caer para siempre su propia armadura de carne!. ¡Desde ahí solo existe – terror, confusión, engañosas inducciones, suposiciones insidiosas! Igualmente existe la ignorancia de donde se encuentran, que significado tendrá su espantosa situación. Intentando, afligidos, huir de ella, sin percibir que es patrimonio de su propia mente conflagrada, de las vibraciones maléficas indescriptibles.
La muerte no ofrece ninguna de las soluciones deseadas, no alcanzando ninguno de los objetivos pretendidos. El suicida, una vez asestado el golpe contra sí mismo se encuentra ante una nueva y más terrible realidad, que sigue viviendo, que sigue sintiendo. No encuentra la tan anhelada paz, tampoco tiene fin la situación desesperante que lo envolvía, y el no sentir no tiene lugar en ningún momento. Él es consciente de cada instante y de todos los acontecimientos que le envuelven, ve el dolor de sus familiares, percibe el dolor infringido contra su cuerpo físico y permanece mucho tiempo vinculado a estas emociones y sentimientos desgarradores.
Debido a que somos espíritus inmortales, el suicidio no consigue el fin pretendido. El suicida no encuentra el descanso esperado, enfrentándose ahora con una nueva dificultad añadida, con el recuerdo imborrable del acto de violencia perpetrado contra sí mismo.
El Espiritismo es la gran piedra de toque en el combate al suicidio, al esclarecer el potencial suicida en cuanto a las desastrosas consecuencias de sus actos.
Pero igualmente el Espiritismo viene realizando una importante labor, al esclarecer y consolar los espíritus, que han culminado sus propósitos suicidas.
Las vidas que se apagan, arrastran consigo una cantidad ingente de victimas, maridos, mujeres, madres, padres, hijos, hijas, hermanas, hermanos, amigos, compañeros de trabajo. Ligado al drama de los suicidas, están los supervivientes, personas rotas, traumatizadas, que se sienten culpables por volver a sonreír, tomar el sol, volver a vivir.
Los supervivientes sobrellevan un gran dolor, durante un gran período de tiempo. Algunos ya no vuelven a recuperarse otros siguen el mismo camino de aquel que se suicidó.
Por eso debemos siempre que se presente oportunidad, tocar el tema de suicidio, para que les quede bien clara la idea de que les sucederá si acuden al suicidio para liberarse de la situación que los acongoja y les lleva a la desesperación.
Amigos os deseo un feliz día con mucho amor y cariño.
Merchita

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 APRENDER A MORIR
La muerte es una realidad que debemos conocer, ya que es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, y en el que se tiene la posibilidad de seguir progresando espiritualmente, por lo que nuestra tarea es transmitir a los hombres que la muerte no existe, que la muerte no es el término de la existencia, sino una puerta que se abre en dirección a una realidad en el más allá.

El hombre de hoy, tecnológico y cibernético, delante de la muerte siente que es el fin de la vida y que después no hay nada…Cada cual es libre de aceptar o rechazar aquello que su uso de razón o sentido común le aconseje. Sin embargo, pensamos que está demás meditar sobre un hecho tan cierto como es el de la muerte. Sin en realidad no hay nada después, nada pasará, ni para bien o para mal.
Ahora bien, si es verdad que la vida continúa después de abandonar el cuerpo físico, el haber meditado al respecto, el habernos informado sobre el particular, nos ayudará sin ninguna duda a resituarnos en esta nueva ubicación…

Decía Sócrates “…es pues un hecho, que los verdaderos filósofos se preparan para morir y que ellos son, entre todos los hombres, aquellos que menos miedo le tienen a la muerte”.

Las aportaciones a esta realidad son muy variadas, desde los casos observados por pacientes en estado pre-agónico, los cuales eventualmente declaraban estar presenciando visiones de parientes ya fallecidos que venían a buscarles para conducirlos a un plano de existencia diferente, así como la  de  paisajes y seres desconocidos. Nos referimos, por lo tanto, a la transición de la vida para la muerte.
Decía la Dra. Elizabeth Kublrer Ross, que “la muerte puede der dolorosa; morir, propiamente, no lo es.
Es común escuchar que los que se van no vuelven para contar como es el otro lado de la vida. Esto no es tan cierto, pues hay numerosos registros de casos de personas que sufrieron muerte clínica o fueron dadas por muertas y retornaron a la vida nuevamente, trayendo en la memoria el recuerdo de ese momento último. Sin contar, naturalmente, con la manifestación de aquellos espíritus que a través de una mediumnidad seria, aportaron sus datos personales,  verificados posteriormente tras las comprobaciones oportunas.

Por eso es tan importante aprender a morir. Nos preparan ansiosamente para las demás situaciones de la vida y sin embargo, nos descuidamos tanto en las cosas de la muerte y del morir.
¿Acaso no sería mucho más importante para el hombre una adecuada preparación para la muerte?
Ha habido un creciente número de personas que han venido poniendo un especial cuidado al problema de la muerte y del morir. Los dos más destacados han sido la Dra. Elizabeth Kubler-Ros, ya fallecida,y el Dr. Raimundo Moody Jr. En sus trabajos ellos relatan varios casos de experiencias reales de personas declaradas clínicamente muertas o de otras que, después de un violento trauma, quedaron en un profundo estado de choque y fueron dadas por muertas. Estos pacientes fueron reanimados y pudieron describir lo que vieron o sintieron durante el periodo en que estuvieron inanimados.

Aprendemos que extinguido el cuerpo, por el fenómeno de la muerte, el alma sobrevive. Y nos preguntamos ¿Cómo será esa vida y para dónde irá el alma? Esto constituye un punto de interrogación para la mayoría. Arraigados como estamos a los problemas de cada día, no encontramos tiempo suficiente ni disposición para estudiar y pensar sobre el asunto, como si se tratase de algo de menor importancia. Encontramos más cómodo apoyarnos en las lecciones aprendidas en la infancia o en los credos que heredamos de nuestros antepasados.
Usamos la inteligencia que tenemos para discernir y esclarecer todo lo que se relaciona con la vida material, y no nos interesamos por el mayor de los problemas del ser humano: “la muerte”, la única cosa que tenemos la seguridad de que nos acontecerá, por  más que tratemos de impedirlo, puesto que desde que nacemos estamos empezando a morir.

Juan Miguel Fernández Muñoz

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