SUMARIO DE TEMAS EN ESTE DÍA:
- La salud cerebral y el silencio
-Sobre el anuncio de su desencarnación al Espíritu comunicante.
-Acción de los Espíritus sobre los fenómenos de la Naturaleza.
-Desastres y rescates colectivos,¿Señal de los tiempos o de un futuro?
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LA SALUD CEREBRAL Y EL SILENCIO
El silencio es indispensable para regenerar el cerebro
El silencio ha sido fuente de muchas reflexiones a lo largo de todas las épocas. Al mismo tiempo hemos saturado los sitios en los que vivimos con tantos ruidos que cada vez es más complicado encontrarlo. Esto hace que cada vez sean más las personas que al no escuchar ruidos experimentan un abismo dentro de ellas mismas.
Tenemos un oído que actualmente está hiperestimulado. Lo más grave es que casi todos esos estímulos auditivos que recibimos del exterior son más o menos alarmantes. Rugidos de coches, bullicio, músicas estridentes, pitos, timbres… en fin… nada que inspire tranquilidad.
“La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio”.
-Proverbio persa-
Más allá de que esto incida en nuestro estado emocional, la ciencia también ha comprobado que afecta el cerebro. Según un estudio llevado a cabo en Alemania por el Research Center for Regenerative Therapies Dresden hay procesos cerebrales que solo se pueden llevar a cabo en silencio.
Hasta hace poco se pensaba que las neuronas eran incapaces de regenerarse. Sin embargo, con el desarrollo de la neurogénesis se ha comprobado que esto es un error. Todavía no está muy claro qué es exactamente lo que promueve la regeneración neuronal y cerebral. Pero ya hay pistas valiosas al respecto y una de ellas es el silencio.
Edith Sánchez 26, Marzo 2017 en Psicología
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Sobre el anuncio de su desencarnación al Espíritu comunicante.
61 ¿Como se debe desarrollar el adoctrinamiento a los desencarnados en las reuniones mediúmnicas?
Raúl - El adoctrinamiento, o esclarecimiento, dirigido a los compañeros desencarnados que se presentan en las reuniones de intercambio mediúmnico,debe ser procesado dentro de un clima de entendimiento y respeto, estando el adoctrinador o esclarecedor, seguro de estar dialogando con un ser humano, cuya diferencia más notable es la de permanecer el espíritu despojado de su cuerpo físico.
Reflexionando sobre tal verdad, el adoctrinador no ignorará que el desencarnado
continúa con sus posibilidades de sentir simpatía o antipatía, de nutrir el amor o el odio, la alegría o la tristeza, la euforia o la depresión. Que también él puede estar con su mente lúcida o embotada, ser burlón, liviano, emotivo o frío de sentimientos.
A partir de esa reflexión, el adoctrinamiento se desenvolverá en un diálogo con otro
ser humano, en el que por lo menos uno de los dos que conversan es noble y atento. Se habrá de evitar así, por parte del adoctrinador, cualquier tipo de amenazas, chantajes irritación o desdén.
En cualquier actitud deberá señorear el buen sentido. El adoctrinador deberá dejar
hablar a la criatura que llegó, decir a que vino, que es lo que desea, y así conversando, preguntando sin agresión, llamando al desencarnado a la meditación, a la comprensión, admitiendo con todo, que no siempre será tarea muy fácil o inmediata, como entre personas encarnadas que tienen dificultades para entender las cosas, por muchas cosas y podrán transcurrir largos meses y tal vez años, para reformar una opinión o apartarse de determinadas costumbres o procedimientos.
Reflexionando sobre tal verdad, el adoctrinador no ignorará que el desencarnado
continúa con sus posibilidades de sentir simpatía o antipatía, de nutrir el amor o el odio, la alegría o la tristeza, la euforia o la depresión. Que también él puede estar con su mente lúcida o embotada, ser burlón, liviano, emotivo o frío de sentimientos.
A partir de esa reflexión, el adoctrinamiento se desenvolverá en un diálogo con otro
ser humano, en el que por lo menos uno de los dos que conversan es noble y atento. Se habrá de evitar así, por parte del adoctrinador, cualquier tipo de amenazas, chantajes irritación o desdén.
En cualquier actitud deberá señorear el buen sentido. El adoctrinador deberá dejar
hablar a la criatura que llegó, decir a que vino, que es lo que desea, y así conversando, preguntando sin agresión, llamando al desencarnado a la meditación, a la comprensión, admitiendo con todo, que no siempre será tarea muy fácil o inmediata, como entre personas encarnadas que tienen dificultades para entender las cosas, por muchas cosas y podrán transcurrir largos meses y tal vez años, para reformar una opinión o apartarse de determinadas costumbres o procedimientos.
62 En la atención a los Espíritus en Sufrimiento, ¿debe el adoctrinador, antes que nada, hacer conocer al comunicante, su condición espiritual?
Divaldo - Habrá que preguntarse, ¿quien de nosotros está en condiciones de
recibir una noticia, la más importante de la vida, como es la de la muerte, con la serenidad que sería de esperar?
No podemos tener la presunción de hacer repentinamente lo que la Divinidad tiene paciencia en realizar. Esa cuestión de esclarecer al Espíritu en el primer encuentro es un acto de imprudencia y en oportunidades de liviandad, porque es muy fácil decir a alguien que está perturbado: ¡usted ya está muerto! Es muy difícil escuchar esta frase y recibirla serenamente.
Decir a alguien que dejó la familia en la Tierra y que fue apresado en una circunstancia trágica, que aquello es la muerte, necesita de habilidad y cariño,preparando primero al oyente con el fin de evitarle choques, ulceraciones en el alma. Considerándose que la terapéutica moderna, principalmente en el capítulo de las psicoterapias, tienen siempre como objetivo liberar al hombre de cualquier trauma y no crearle nuevos, ¿por qué, en la Vida Espiritual, se deberá usar una metodología diferente?
Nuestra tarea no es la de decir verdades, sino la de consolar, porque decir simplemente al comunicante que ya desencarnó, los Guías también pueden hacerlo. Se debe entrar en contacto con la entidad, participar de su dolor, consolarla y, en la oportunidad que se haga lógica y propicia, explicarle que ya ocurrió el fenómeno de la muerte, pero esto, solamente cuando el Espíritu pueda recibir la noticia con la necesaria serenidad con el fin de que este conocimiento le ofrezca el provecho indispensable para su paz. De lo contrario será perturbarlo y perjudicarlo gravemente, creando problemas para los Mentores Espirituales.
recibir una noticia, la más importante de la vida, como es la de la muerte, con la serenidad que sería de esperar?
No podemos tener la presunción de hacer repentinamente lo que la Divinidad tiene paciencia en realizar. Esa cuestión de esclarecer al Espíritu en el primer encuentro es un acto de imprudencia y en oportunidades de liviandad, porque es muy fácil decir a alguien que está perturbado: ¡usted ya está muerto! Es muy difícil escuchar esta frase y recibirla serenamente.
Decir a alguien que dejó la familia en la Tierra y que fue apresado en una circunstancia trágica, que aquello es la muerte, necesita de habilidad y cariño,preparando primero al oyente con el fin de evitarle choques, ulceraciones en el alma. Considerándose que la terapéutica moderna, principalmente en el capítulo de las psicoterapias, tienen siempre como objetivo liberar al hombre de cualquier trauma y no crearle nuevos, ¿por qué, en la Vida Espiritual, se deberá usar una metodología diferente?
Nuestra tarea no es la de decir verdades, sino la de consolar, porque decir simplemente al comunicante que ya desencarnó, los Guías también pueden hacerlo. Se debe entrar en contacto con la entidad, participar de su dolor, consolarla y, en la oportunidad que se haga lógica y propicia, explicarle que ya ocurrió el fenómeno de la muerte, pero esto, solamente cuando el Espíritu pueda recibir la noticia con la necesaria serenidad con el fin de que este conocimiento le ofrezca el provecho indispensable para su paz. De lo contrario será perturbarlo y perjudicarlo gravemente, creando problemas para los Mentores Espirituales.
DIRECTRICES DE SEGURIDAD. Divaldo Pereira Franco.
******************************Acción de los Espíritus sobre los fenómenos de la Naturaleza
536. Los grandes fenómenos naturales, aquellos que se consideran una perturbación de los elementos, ¿se deben a causas fortuitas o tienen todos ellos un objeto providencial?
- Todo posee su razón de ser y nada ocurre sin permiso de Dios.
536 a. Tales fenómenos ¿se verifican siempre con miras al hombre?
- A veces tienen una razón de ser directa para el hombre, pero frecuentemente también su único propósito consiste en el restable-cimiento del equilibrio y la armonía de las fuerzas físicas de la Naturaleza.
536 b. Concebimos perfectamente que la voluntad de Dios sea la causa primera, en esta como en las demás cosas, pero, como también sabemos que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia y son los agentes de la voluntad divina, preguntamos si algunos de ellos no ejercerán una influencia sobre los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos.
- Pero si es evidente… No puede ser de otro modo. Dios no se entrega a una acción directa sobre la materia. Tiene sus agentes dedicados a ello, en todos los grados de la escala de los mundos.
537. La mitología de los antiguos se basa enteramente sobre las ideas espíritas, con la diferencia de que aquéllos consideraban a los Espíritus como divinidades. Ahora bien, ellos nos representan a esos dioses o Espíritus con atribuciones especiales. Así pues, unos estaban encargados de los vientos, otros del rayo, otros presidían la flora, etcétera. Esa creencia ¿está desprovista de fundamento?
- Se halla tan poco desprovista de fundamento como lejos todavía de la verdad.
537 a. Por esa misma razón, ¿podría entonces haber Espíritus que moraran en el interior de la Tierra, presidiendo los fenómenos geológicos?
- Tales Espíritus no habitan precisamente debajo de la tierra, pero presiden y dirigen los fenómenos, con arreglo a sus atribuciones. Algún día tendréis la explicación de todos esos fenómenos y los comprenderéis mejor.El Libro de los Espíritus 260
538. Los Espíritus que presiden los fenómenos de la Naturaleza ¿integran una categoría especial dentro del Mundo Espírita? ¿Son seres diferentes, o Espíritus que han estado encarnados, como nosotros?
- Que lo han estado, o que lo estarán.
538 a. Esos Espíritus ¿pertenecen a los órdenes superiores o inferiores de la jerarquía espírita?
- Según sea su rol más o menos material o inteligente. Unos ordenan, los otros ejecutan. Los que realizan las acciones materiales son siempre de un orden inferior, así entre Espíritus como entre los hombres.
539. En la producción de determinados fenómenos – las tempestades, por ejemplo-, ¿actúa un solo Espíritu, o se reúnen ellos en muchedumbre?
- En multitudes innumerables.
540. Los Espíritus que ejercitan una acción sobre los fenómenos naturales ¿obran con conocimiento de causa y en virtud de su libre arbitrio, o por un impulso instintivo o irreflexivo?
- Unos sí y otros no. Haré una comparación: piensa en esas miríadas de animales que, poco a poco, hacen surgir de la superficie del mar islas y archipiélagos.75 ¿Crees acaso que no hay en ello un fin providencial, y que esa modificación de la superficie del globo no es necesaria para la armonía general? Sólo son, sin embargo, animales de ínfima categoría lo que realizan esas cosas mientras proveen a sus necesidades, y sin sospechar que son instrumentos de Dios. Pues bien, del mismo modo los Espíritus más atrasados resultan útiles al conjunto. Mientras se ensayan para la vida, y antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran sobre ciertos fenómenos cuyos agentes son sin tener conciencia de ello. Primero, ejecutan. Más tarde, cuando su inteligencia se haya desarrollado, ordenarán y dirigirán las cosas del mundo material. Así pues, todo sirve, todo se eslabona en la Naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, pues él mismo comenzó en un átomo. ¡Admirable ley de la armonía, cuyo conjunto no puede aprehender aún vuestro Espíritu limitado!
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
75 Se hace referencia aquí a los zoófitos (animales con aspecto de plasma), productores de secreciones calizas de forma arborescente que les sirve de habitáculo, como, por ejemplo, las formaciones coralíferas. [N. del T. al cast.]
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El hecho de que alguien posea mediumnidad no ofrece garantías de transmitir mensajes instructivos de los Espíritus. “La facultad mediúmnica en nada influye para esto: no es más que un medio de comunicación.”
Allan Kardec. El Libro de los Médiums cap 21 item 232
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DESASTRES Y RESCATES COLECTIVOS ¿ SEÑAL DE LOS TIEMPOS O DE UN FUTURO?
Cuando miramos para el mundo a nuestro alrededor, nos parece que se multiplican las catástrofes, los desastres, los cataclismos. En un momento como ese, en que todas las atenciones están volcadas hacia el accidente del avión de la TAM, que salió de Porto Alegre-RS (vuelo JJ 3054) y se chocó contra el edificio de la propia empresa aérea, frente al aeropuerto de Congonhas, cuando intentaba aterrizar, provocando la muerte de más de 160 personas, entre pasajeros, tripulantes y funcionarios de la compañía aérea que trabajaban en el edificio alcanzado, la atención queda más despierta y las cuestiones son varias y envuelven hasta la Justicia (o para algunos, la injusticia) Divina.
El Espiritismo, en cuanto es una doctrina liberadora, progresista y evolutiva, por eso mismo considerada consoladora, busca ayudarnos a entender el por qué de los acontecimientos de nuestro día a día, inclusive de los más trágicos. Así, por la vía del entendimiento de la Ley Natural y de la Justicia Divina, se obtiene la consecuente aplicación de esos principios en lo cotidiano, favoreciendo su vivencia promoviendo la coherencia entre el creer y el obrar.
Frente a las situaciones como esa, vividas el día 17 de junio del 2007, algunas cuestiones son usuales, como, por ejemplo: ¿Por qué ocurre ese tipo de cosas? ¿Cuál es la finalidad de esos accidentes que causan la muerte conjunta de varias personas? ¿Cómo la Justicia Divina puede ser notada en esas situaciones? ¿Por qué algunas personas escapan?
Naturalmente, las respuestas exigen reflexión profunda, con base en principios fundamentales del Espiritismo como la multiplicación de las encarnaciones y la anterioridad del Espíritu. Esos puntos se suman al hecho de que nosotros, como Espíritus en proceso evolutivo, tenemos un pasado de falta de cumplimiento de la Ley Divina, que necesita tener su rumbo corregido no sólo para solucionar nuestros problemas de conciencia, sino también para armonizarnos con nuestros semejantes, afectados por nuestras acciones de desvirtuación de la Ley.
Al entender lo que la Doctrina Espírita tiene que decir sobre el asunto, comenzamos a percibir la profundidad de la reflexión, que debe ser adoptada por cada uno de nosotros, en nuestro día a día, y el papel a ser asumido de observadores de la Sociedad, en sustitución a la postura usual de críticos y cuestionadores.
Comenzamos, así, a conocer el camino para la aplicación dinámica y práctica en nuestro día a día de la Doctrina que abrazamos, por el análisis del mundo y su transformación, notando la profundidad de conceptos como fatalidad, rescate colectivo, regeneración del planeta, además de favorecer el entendimiento de enseñanzas de Jesús relacionadas aquello que algunos llaman señales de los tiempos.
¿Fatalidad como causa?
Fatalidad, destino, azar son palabras siempre recordadas en situaciones como esa. ¿Pero qué conceptos están por detrás de esas palabras? En “El Libro de los Espíritus”, las cuestiones 851 a 867 tratan de la fatalidad y, entre otras informaciones, se destaca el hecho de que “la fatalidad sólo existen en lo tocante a la elección hecha por el Espíritu, al desencarnar, de sufrir esta o aquella prueba; al escogerla él traza para sí mismo una especie de destino, que es la propia consecuencia de la posición en que se encuentra”. (LE 841)
Pero delante (LE 853), está dicho que “fatal, en el verdadero sentido de la palabra, sólo es el instante de la muerte. Llegado ese momento, de una forma o de otra, a él no podréis hurtaros”. La cuestión siguiente (LE 853ª) explica mejor ese punto, fijando que, cuando es llegado el momento de volver para el Plano Espiritual, nada “te librará” y frecuentemente el Espíritu también sabe el género de muerte de por qué partirá de allí, “pues eso fue revelado cuando hizo la elección de esta o de aquella existencia”. No olvidar jamás que “solamente los acontecimientos importantes y capaces de influir en tú evolución moral son previstos por Dios, porque son útiles a tú purificación y a tú instrucción” (LE 859ª)
Como vemos, la fatalidad sólo existe como algo temporal frente a nuestra condición de inmortales con la finalidad de realinear de rumbo. No obstante, esa situación no es férrea. Gracias a la Ley de Acción y Reacción y al Libre albedrío, el hombre puede evitar acontecimientos que deberían realizarse, como también permitir otros que no estaban previstos (LE 860).
Fatalidad, destino, azar son palabras que no concuerdan con la Doctrina Espírita, de la misma forma que la suerte de aquellos que escapan de ese tipo de situación – y en accidentes como ese del día 17 de junio del 2007, siempre están los relatos de aquellos que deseaban coger el avión y no lo consiguieron; de aquellos que estaban a la puerta del edificio alcanzando el avión y no sufrieron nada más allá que el susto; y tantos otros.
Entonces, para la Doctrina Espírita, ¿cómo se explican casos como ese? La respuesta está en el rescate colectivo, concepto que envuelve la corrección del rumbo de un grupo de Espíritus que en alguna otra encarnación cometió actos semejantes – y muchas veces en conjunto – de falta de cumplimiento de la Ley Divina y que, por tanto, para individualmente tener la conciencia tranquila, necesitan sanar el débito. Toda la problemática, en ese caso, está en el trabajo de los mentores en la reunión de esos Espíritus de modo que, juntos, puedan reajustarse frente a la Ley Divina.
Impulsar el progreso: la meta
El rescate de nuestras acciones contrarias a la Ley Divina, al Bien y al Amor puede ocurrir de varias formas, inclusive colectivamente. El objetivo, según LE 737, y “hacerlo avanzar más deprisa” y las calamidades “son frecuentemente necesarias para hacer que las cosas lleguen más prontamente a un orden mejor, realizándose en algunos años lo que necesitaría en muchos siglos”. Además de eso, “son pruebas que proporcionan al hombre la ocasión de ejercitar la inteligencia, de mostrar su paciencia y su resignación ante la voluntad de Dios, al mismo tiempo en que le permiten desenvolver los sentimientos de abnegación, de desinterés propio y de amor al prójimo”. (LE 740)
Y así, entendemos el sentimiento de solidaridad que esas calamidades despiertan, auxiliando a todos a desenvolver el amor. Lo importante para los más directamente envueltos, para que tengan el progreso debido, como está dicho en “El Evangelio según el Espiritismo”, capítulo 14, item 9, es “no fallar por la queja”, pues “las grandes pruebas son casi siempre un indicio de un fin de sufrimiento y de perfeccionamiento del Espíritu, desde que sean aceptadas por amor a Dios”.
En esa frase seleccionada en el ESE hay una información de importancia cabal: indicio de perfeccionamiento del espíritu. ¿Y cuál sería el objetivo práctico de todo eso y cómo esos hechos actúan en nuestro progreso, con que finalidad?
La respuesta está en la Ley del Progreso, que determina al hombre el progreso incesante, sin retroceso, en el campo intelectual y moral; cada uno a su tiempo, siguiendo su propio ritmo, siendo que “si un pueblo no avanza bastante rápido, Dios le provoca, de tiempo en tiempo, una conmoción física o moral que lo transforma” (LE 783).
Como vemos, el progreso se hace siempre, y cuando estemos obstaculizándolo, Dios, en su infinita bondad y justicia, utiliza instrumentos que nos impulsan a avanzar. El objetivo es llevarnos a cumplir la escala evolutiva, saliendo de nuestra condición de Espíritus imperfectos moralmente para la de espíritus regenerados, hasta alcanzar la condición de Espíritus puros.
Esa transposición de imperfecto moralmente para regenerado marca la actual fase de transición que vivimos, plena de flagelos destructores, de calamidades, de accidentes con gran número de muertos.
En los evangelios según Mateo, Marcos y Juan, hay varias referencias a las señales precursoras de una transformación en el estado moral del planeta, caracterizada por el anuncio de calamidades diversas que alcanzaran la humanidad y diezmaran a un gran número de personas, para que, en la secuencia, se de el reinado del bien, sean instituidas la paz y la fraternidad universal, confirmando la predicación de que, después de los días de aflicción, vendrán los días de alegría.
Lo que es anunciado en esos pasajes evangélicos no es el fin del mundo de forma absoluta y real, sino el fin de este mundo que conocemos, en que el mal aparentemente se sobrepone al bien y, como afirma Allan Kardec en “La Génesis”, capítulo 17, item 58, “el fin del viejo mundo, del mundo gobernado por la incredulidad, por la codicia y por todas las demás pasiones a que Cristo alude”.
Para que ese nuevo mundo se instale (GE, capítulo 18), es fundamental que la población sea preparada para habitarlo. Para tanto, tendremos, todos nosotros, que solucionar algunos problemas de nuestro pasado, construyendo nuestro progreso moral. No hay transformación sin crisis, catástrofe y cataclismo son crisis que agitan la humanidad, despertándola para la solidaridad, la fraternidad, el bien.
Tenemos entonces, que ver a la humanidad como “un ser colectivo en el cual se operan las mismas revoluciones morales que en cada ser individual” (GE, capítulo 18 item 12).
En ese contexto, la fraternidad será la piedra angular del nuevo orden social, con el progreso moral, secundado por el progreso de la inteligencia asegurando la felicidad de los hombres sobre la Tierra.
Para que podamos habitar ese nuevo mundo, nos tenemos que renovar integralmente. Según Kardec (GE capítulo 18 item 33), “basta una modificación en las disposiciones morales” y, para eso, tenemos que solucionar débitos del pasado y de concienciarnos de nuestra condición de espíritus inmortales perfectibles, en base del desarrollo de nuestras potencialidades.
Como forma de acelerar ese proceso de modificación de la disposición moral, la presente base es marcada por la multitud de las causas de destrucción, hasta como forma de estimular en nosotros el desarrollo de nuestras potencialidades en el bien, pues “el mal de hoy ha de ser el bien de mañana. Solamente la educación del Espíritu podrá liberarlo del mal, dándole condiciones de alcanzar los más altos vuelos en el plano infinito de la vida. Lo importante en todo eso es mantener la serenidad, mirando para el frente, divisamos el futuro, pues, “la marcha del Espíritu es siempre creciente y ascendente. Es preciso descubrir cuanto bien se es capaz de hacer ahora para que el propio crecimiento no se detenga”.
En todo ser humano, como resalta el Espíritu Clelie Duplantier, en “Obras Póstumas”, “hay tres caracteres: el del individuo o del ente en sí mismo, el del miembro de la familia y el del ciudadano. Bajo cada una de esas tres fases, puede él ser criminal o virtuoso; esto es, puede ser virtuoso como padre de familia y criminal como ciudadano, y viceversa”.
Más allá de eso, se puede admitir, como regla general, que todos los que se ligan en una existencia por empeños comunes, ya vivieron juntos, trabajando para el mismo fin se encontraran en el futuro, hasta expiar el pasado, o cumplir la misión que aceptaron.
El papel de cada uno
Esas calamidades – si miramos para ellas bajo el punto de vista espiritual, fundamentando nuestra reflexión en los principios de la Doctrina Espírita – tiene, por tanto, objetivos saneadores que, conforme Joanna de Ângelis, remueven las pesadas cargas psíquicas existentes en la atmósfera y significan la realización de la justicia integral, pues la Justicia Divina, para nuestro reequilibrio, recurre a métodos purificadores y liberados, de lo que no nos podemos eximir.
Así, tocados por los dolores generales, nos ayudaremos y oremos, formando la corriente de la fraternidad y estaremos construyendo la colectividad armónica, siempre recordando la advertencia de Hammed: “la función del dolor es ampliar horizontes para realmente vislumbrar los caminos concretos amorosos del equilibrio. Como el golpe al objeto puede ser modificado, repiensa y cambia también tus actuaciones, disminuyendo intensidades y frecuencias y recreando nuevas rutas en su existencia”. De ese modo, estaremos utilizando nuestros problemas como herramienta evolutiva, no perdiéndonos en murmuraciones, sino utilizando nuestro libre albedrío como patrimonio.
El progreso de todos los seres de la creación es el objetivo de todo lo que ocurre. Tengamos la conciencia despierta y procuremos entender el mundo a nuestro alrededor, conscientes de que la solidaridad es el verdadero lazo social, no sólo para el presente, sino como está en “Obras Póstumas”, “extenderse al pasado y al futuro, pues los mismos individuos se encuentran y se encontraran para juntos seguir las vías del progreso, prestando un mutuo concurso. Es lo que hace comprender el Espiritismo por la equitativa ley de la reencarnación y de la continuidad de las relaciones entre los mismos seres”.
Y más: gracias al Espiritismo, se comprende hoy la justicia de las pruebas desde que las consideremos una amortización de débitos del pasado. Las faltas colectivas deben ser expiadas colectivamente por los que juntos las practicaron y los mentores están siempre trabajando, ayudando a todos nosotros, reuniéndonos en grupos de forma a favorecer la corrección de rumbo, amparándonos y fortaleciéndonos para darnos cuenta de aquello a que nos proponemos, además de equilibrarnos para poder auxiliar a otros con nuestros pensamientos positivos, nuestros mejores sentimientos y vibraciones.
Fuentes de consulta: (En portugués)
ÂNGELIS, Joanna de. Após a tempestade, texto Calamidades, psicografia de Divaldo Pereira Franco. Alvorada
HAMMED. Renovando Atitudes, texto Crenças e carmas, psicografia de Francisco do Espírito Santo Neto. Boa Nova
KARDEC, Allan. Obras Póstumas, Primeira Parte, Questões e Problemas - Expiações coletivas. Lake
KARDEC, Allan. A Gênese, capítulos 17 e 18. Lake
KARDEC, Allan. O Evangelho Segundo do Espiritismo, capítulo 14, item 9. Lake
KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos – questões 100 a 113; 737 a 741; 776 a 802; 851 a 867. Lake
PORTÁSIO, Manuel. Fora da Educação não há salvação, capítulos: Educação pela dor; Educação para o bem e Educação e renovação. DPL
Artículo de Kátia Penteado
Es periodísta profesional, especializada en Periodismo Empresarial y Comunicación Corporativa; es expositora de la Doctrina Espírita.
Grupo de Estudios Avanzados Espíritas - Brasil
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