SUMARIO DE LOS TEMAS DE HOY :
- Igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.
-El Espírita ante el sufrimiento.
-No somos nuestros problemas.
-Evocaciones
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IGUALDAD DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DE LA MUJER
817 – ¿El hombre y la mujer son iguales ante Dios y tienen los mismos derechos?
– ¿No ha dado Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar?
818 – ¿De dónde se origina la inferioridad moral de la mujer en ciertos países?
– Del imperio injusto y cruel que el hombre tomó sobre ella. Es el resultado de las instituciones sociales y del abuso de fuerza respecto a la debilidad. Entre hombres poco avanzados moralmente, la fuerza es el derecho.
819 – ¿Con qué objeto la mujer es más débil físicamente que el hombre?
– Para señalarle funciones particulares. El hombre es para los trabajos rudos, como más fuerte que es; la mujer para los trabajos ligeros y ambos para ayudarse mutuamente a pasar las pruebas de una vida llena de amarguras.
820 – ¿La debilidad física de la mujer no la coloca naturalmente bajo la dependencia del hombre?
– Dios ha dotado a unos de fuerza para que protejan al débil y no para servirse de él.
Dios conformó la organización de cada ser a las funciones que debe cumplir. Si ha dado a la mujer menos fuerza física, la ha dotado al mismo tiempo de mayor sensibilidad, en relación con la delicadeza de las funciones maternales y con la debilidad de los seres confiados a sus cuidados.
821 – Las funciones a que está destinada la mujer por la Naturaleza, ¿tienen tanta importancia como las reservadas al hombre?
– Sí, y mayores; ella es quien le da las primeras nociones de la vida.
822 – Siendo iguales los hombres ante la ley de Dios, ¿deben serlo así mismo ante la de los hombres?
– Este es el primer principio de la justicia: No hagáis a los otros lo que no quisierais que se os hiciese.
– Según esto, una legislación para ser perfectamente justa, ¿debe consagrar la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer?
– De derechos, sí; de funciones, no. Es preciso que cada uno esté colocado en su lugar. Que el hombre se ocupe de lo exterior y la mujer de lo interior, cada cual según su aptitud. Para ser equitativa la ley humana, debe consagrar la igualdad de derechos entre la mujer
y el hombre, y todo privilegio concedido al uno o a la otra es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer sigue el progreso de la civilización. Su sujeción camina con la barbarie. Por otra parte, los sexos sólo existen por la organización física, puesto que los Espíritus pueden tomar uno u otro, no habiendo diferencia entre ellos, bajo este aspecto, por consiguiente, deben gozar de los mismos derechos.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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EL ESPÍRITA ANTE EL SUFRIMIENTO
Sabemos que la Tierra es lugar de expiación y dolor, como sabemos que el dolor purifica y eleva. El dolor es uno de los medios por los que progresamos más rápidamente. ¿Cómo, pues, debemos encarar los dolores y los sufrimientos físicos de la vida? Con calma y resignación, y hasta con alegría.
Recordando siempre que el dolor es el camino más rápido para nuestra ascensión a las más altas regiones, y el medio más seguro de alejarnos de las veleidades humanas. Hemos visto espíritas que supieron sufrir con resignación y alegría. Empero en los momentos de paroxismo del dolor estuviesen quietos y serios, y a veces cansados, lo que es muy natural, una vez pasados esos momentos estaban relativamente tranquilos y alegres. Y cuando la dolencia les daba treguas, mostrábanse expansivos y dispuestos a exaltar la Justicia de Dios. Fueran pocos los que vimos. Mas lo que desencarnaran, y de los cuales pudimos saber posteriormente, se mostraban siempre en un estado muy feliz en el mundo espiritual, satisfechos por haber sabido sufrir con serenidad los dolores de la existencia material.
Vimos otros espiritas que, empero aparentasen resignación, también lloraban y lamentaban sus muchos sufrimientos. Entiendo que esos espíritas no andaban bien, y no estaban libres de caer. Porque la tristeza engendra el mal humor, que puede dar lugar a la murmuración contra el destino. Y cuando llegamos a la murmuración, estamos a un paso de la revuelta. Un espíritu en ese estado revela atraso moral y desconocimiento de la ley divina. ¿Qué diríamos de un comerciante que reclamase de tener muchos negocios a realizar, ganando mucho dinero? Diríamos que era un mal comerciante, incapaz de aprovechar las buenas oportunidades.
Así son los espíritas que, delante de los dolores de la vida, se entristecen o se atribulan, y a veces se rebelan. El espírita debe encarar la existencia material como un curso de pruebas de toda especie: físicas y morales, que sirven para llevarlo a un verdadero progreso. Nunca debe confundir esa existencia con la verdadera vida, mas encararla como un período de estudios y pruebas, en que se prepara con vistas a esta última, que se encuentra en la erraticidad.
Cada día que pasamos en la carne corresponde a millares de años que iremos a vivir en el Espacio. ¿Qué significan, pues, estos pequeños períodos que llamamos de vida material, delante de la vida espiritual que nos aguarda? Si la ley nos obliga a sufrir, porque nada en la Creación escapa a la Justicia, debemos hacerlo con la mayor serenidad. Pues sabemos que eso constituye para nosotros un gran bien, y que llegamos a la hora de probar si el Espiritismo penetró en nuestro interior o si permanece apenas superficialmente.
Si es superficial, no podemos llamarnos espíritas. Si estuviese arraigado en lo más hondo de nuestra alma, sabremos encarar las pruebas y dolores de la existencia como necesarias, y honraremos la doctrina que profesamos. Ningún espírita debe dudar de que en el Reino de Dios no se entra de sorpresa, ni se alcanza la felicidad, sino después de la purificación. Así es, que las comodidades, las alegrías mundanas, los goces de la Tierra, no son los caminos indicados para que alcancemos la felicidad en el espacio.
También no debe dudar de que, cuanto más próximo se encuentra de su felicidad espiritual, más sometido será a todas las pruebas terrenas. Basta recordar la vida de los mártires, de los justos, de los humildes y de los buenos, y compararla con la manera de vivir de los grandes del mundo, de los opulentos, de los potentados, para ver que, mientras los primeros tienen los ojos vueltos para el futuro, los segundos no ven más allá de las delicias mundanas. De eso nos da una excelente prueba el Señor y Maestro, en sus mandamientos y en sus actos.
Bienaventurados los que sufren, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados. Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Estas son las palabras del Señor. Confiemos en Él. Sigamos su ejemplo. Todo espírita sometido a grandes dolores manténgase fuerte, lleno de calma, de amor al Padre, de resignación y sumisión a la Justicia Divina. Y si a veces la tentación lo envuelve, que se defienda con la oración con el amor por los que sufrieran antes que él, no olvidando jamás que, por detrás del dolor soportado con alegría y calma, vendrá la felicidad en la vida eterna.(7)
7. Debemos recordar todavía que la revuelta aumenta el dolor, intensifica el sufrimiento, mientras la resignación favorece la acción benéfica de los Espíritus Superiores, siempre dispuestos a auxiliar a los que sufren. La oración es el gran lenitivo de los dolores sin remedio. Por ella, el espíritu en pruebas establece ligación fluídica con sus Bienhechores Espirituales, que le darán el alivio posible y la fuerza moral necesaria para soportar las pruebas hasta el fin. (N. del T.)
Miguel Vives
Extraído del libro "El Tesoro de los Espíritas"
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NO SOMOS NUESTROS PROBLEMAS
Se cuenta que Víctor Hugo, el admirable escritor francés, cuando estaba en el exilio, tenía por costumbre al caer la tarde, llegar a una parte en que había una colina próxima al mar, y allí se sentaba, sumergiéndose en largas reflexiones.
Mientras el gran genio de la lengua neolatina meditaba, los niños jugaban a su alrededor
Después de haber reflexionado suficientemente, el gigante de la pluma se erguía, se doblaba, tomando una piedra y la tiraba al mar.
Se tornó tan habitual este movimiento, que ya parecía automático.
Cierto día, sin embargo, uno de los niños, viendo al gran escritor repetir el gesto de tirar al mar una piedra, preguntó, con la mirada picarona y la sonrisa infantil:
¿Señor Hugo, por qué el señor, después de meditar tanto, toma una piedra y la arroja al mar?
El admirable exiliado respondió, con un toque de melancolía:
Es que tengo muchos problemas y decidí, diariamente, meditar en un problema. Después resolverlo y tirarlo al mar del olvido
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Mientras el gran genio de la lengua neolatina meditaba, los niños jugaban a su alrededor
Después de haber reflexionado suficientemente, el gigante de la pluma se erguía, se doblaba, tomando una piedra y la tiraba al mar.
Se tornó tan habitual este movimiento, que ya parecía automático.
Cierto día, sin embargo, uno de los niños, viendo al gran escritor repetir el gesto de tirar al mar una piedra, preguntó, con la mirada picarona y la sonrisa infantil:
¿Señor Hugo, por qué el señor, después de meditar tanto, toma una piedra y la arroja al mar?
El admirable exiliado respondió, con un toque de melancolía:
Es que tengo muchos problemas y decidí, diariamente, meditar en un problema. Después resolverlo y tirarlo al mar del olvido
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No permitamos que los problemas tomen cuenta de nuestra vida y debiliten todas nuestras energías.
Es necesario la comprensión de que estamos con problemas, más no somos el problema. Somos la solución para él.
Cuando analizamos cada uno de ellos, debemos pensar: Aquí está mi problema. Fuera de mí.
No somos este momento la angustia. Apenas transitamos por él temporalmente.
Encaremos cada problema como un desafío, algo que vino para hacernos crecer, madurar. Y no para destruirnos.
Eso permitirá que la vida lo solucione con tranquilidad, sin desgastarnos en exceso.
Contemos con la ayuda externa. No pensemos que tenemos que resolver todo siempre solos.
Hay tantas personas dispuestas a ayudarnos, en el mundo material, y en el mundo invisible, donde encontramos a los amores de ayer y a los protectores de nuestra reencarnación.
Entonces, después de cada problema, tirémoslo al mar del olvido, no permitiendo que este permanezca en nuestra casa mental.
Renovémonos diariamente, no permitiendo que restos de crisis y dolores amarguen el alma, y se transformen en cárcel indeseada.
No nos asustemos con la palabra problema. Si ella nos aparece asustándonos, convirtámosla por otro como desafío u obstáculo.
Obstáculos existen para ser observados, comprendidos y superarlos.
Saldremos más fuertes en cada uno de ellos, si lo deseamos, en vez de más débiles y sacudido.
Libertémonos de ese negativismo que, por veces, estropea nuestro día, cuando la lente del pesimismo nubla nuestra vista imperceptiblemente.
Libertémonos de nuestros grises, y oscuros pensamientos que tanto nos aborrecen el alma.
Nacemos para ser libres, Entonces, liberémonos.
No somos nuestros problemas. Apenas transitamos por ellos temporalmente.
Piense en eso
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EVOCACIÓN
Ciertas personas se forman una idea muy falsa de las evocaciones. Las hay que creen que consisten en hacer venir a los muertos, con el aparato lúgubre de la tumba. Sólo en los romances, en los cuentos fantásticos de aparecidos y en el teatro, se ve a los muertos desencarnados salir de sus sepulcros, tapujados con sábanas, y haciendo crujir los huesos.
El Espiritismo no ha hecho nunca milagros de ninguna clase, y menos el de resucitar un cuerpo muerto. Cuando el cuerpo está en la fosa, está en ella definitivamente. Pero el ser espiritual, fluídico, inteligente, no ha quedado allí con su envoltura grosera, sino que se ha separado de ésta en el momento de la muerte, y una vez verificada la operación, no tiene nada en común con ella (¿Qué es el Espiritismo?, cap. II, n.º 48).
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