lunes, 5 de septiembre de 2011

Kardec y el Espiritismo ( 9 )

( Continuación  del día   uno de Septiembre 2011    )....


....Él era lo que llamaré sencillamente “el sentido común encarnado”. Razón juiciosa y recta, aplicaba sin olvido a su obra permanente las íntimas indicaciones del sentido común. No era ésta una pequeña cualidad en el orden de cosas que nos ocupan; era, podemos asegurarlo, la primera entre todas, y la más preciosa, aquella sin la cual no hubiese podido llegar a ser popular la obra ni echar tan profundas raíces en el mundo. La mayor parte de los que se han consagrado a semejantes estudios han recordado haber sido en su juventud, o en ciertas circunstancias especiales, testigos de inexplicables manifestaciones, y pocas son las familias que no hayan observado en su historia testimonios de este orden. El primer paso que debía darse, pues, era el de aplicar la razón firme del sentido común a esos recuerdos, y examinarlos según los principios del método positivo. Según lo previó el mismo organizador de este estudio lento y difícil, actualmente debe entrar en su período científico. Los fenómenos físicos, en los cuales no se ha insistido, deben ser objeto de la crítica experimental, sin la que no es posible ninguna comprobación seria. Este método experimental, al que debemos la gloria del progreso moderno y las maravillas de la electricidad y del vapor; este método debe apoderarse de los fenómenos del orden todavía misterioso a que asistimos, disecarlos, medirlos y definirlos. 
      Porque, señores, el Espiritismo no es una religión, sino una ciencia de la que apenas sabemos el abecedario. El tiempo de los dogmas ha concluido. La Naturaleza abraza al Universo, y el mismo Dios, que en otras épocas fue hecho a semejanza del hombre, no puede ser considerado por la metafísica moderna más que como un espíritu en la Naturaleza. Lo sobrenatural no existe, las manifestaciones obtenidas con la intervención de los médiums, lo mismo que las del magnetismo y sonambulismo, son del orden natural y deben ser sometidas severamente a la comprobación de la experiencia. Los milagros han concluido. Asistimos a la aurora de una ciencia desconocida. ¿Quién puede prever las consecuencias a que, en el mundo del pensamiento, conducirá el estudio positivo de esta nueva psicología? La ciencia rige al mundo, y no ha de ser extraño, señores, a este discurso fúnebre, notar su obra actual y las nuevas inducciones que precisamente nos revela bajo el punto de vista de nuestras investigaciones. En ninguna época de la historia ha desarrollado la ciencia, ante la mirada atónita del hombre, tan grandiosos horizontes. Hoy sabemos que la Tierra es un astro, y que nuestra vida actual se realiza en el cielo. Continuará...

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