jueves, 17 de febrero de 2011

¿La soledad de la muerte?

¿Morimos solos?


¿En el trance de la muerte estamos solos?


Aun en los casos en los que la muerte del ser humano es de modo solitario y sin ayuda de nadie, ningún ser querido, durante el proceso de la muerte o desencarnación, está realmente solo, pues siempre es ayudado y asistido al menos por un Ser espiritual, el mismo que durante la existencia terrestre, le ha acompañado de cerca para inspirar y guiar su conciencia como Ser humano; este es conocido como “Espíritu Guía” ( el Ángel de la Guarda para ciertas religiones) .

Asimismo es acompañado también por otros Espíritus que tienen encomendada la función específica de operar y llevar a cabo el proceso desencarnatorio, que llevan a cabo como si de cirujanos del plano Astral se tratase, soltando gradualmente los puntos de energía vital que unen los órganos del cuerpo físico con los del periespíritu del Ser que desencarna, hasta que al fin llega el momento de cortar el último y definitivo lazo, que es el “Cordón Plateado” ; una vez cortado este lazo de energía vital , la muerte del cuerpo ya es irreversible y definitiva sin posible vuelta atrás.

Las intervenciones de estos Seres espirituales, afectan no solo a los fluidos vitales que actúan como lazos con los órganos del cuerpo, sino directamente sobre los propios órganos físicos, en los que a consecuencia de esto se producen fallos de funcionamiento, como por ejemplo, la rotura interna de capilares que producen hemorragias internas, acelerando así el proceso.

En otros casos estos Seres asistentes en el proceso de la desencarnación, ayudan aplicando pases magnéticos longitudinales a lo largo del cuerpo, que actúan como anestésico y relajante, preparando así el desenlace.

Además de los espíritus que actúan y colaboran en el proceso de la desencarnación, el estar o no solos después del desprendimiento del cuerpo, está en función de los Seres queridos que puedan estar aguardándole en la otra dimensión, y que le han precedido en su partida de este mundo , saliendo a recibirlo y a celebrar su llegada como la del viajero querido recién llegado después de haber estado durante un tiempo fuera de su ciudad.

Existe otra clase de soledad, que debemos evitar siempre que podamos, y es la que se experimenta del lado de “ acá ” cuando aun estamos encarnados, antes de partir. Esta clase de soledad, siempre triste para el que siente que va a dejar este mundo de inmediato, no suele ser experimentada por quien en la vida ha sido generoso y bueno, pues nunca faltan en ese caso amigos y familiares que coinciden al lado del moribundo en sus últimos momentos.

Hay casos en que el Ser que desencarna, debido a merecerlo o a necesitar de esa experiencia a consecuencia de comportamientos humanos erróneos y de estados de conciencia negativos, así como de su propio estado mental y emotivo mantenido durante el proceso de su desencarnación, este atrae durante la recta final de su vida, a espíritus inferiores que actuan e influyen acerca del mismo durante el proceso de su desencarnación, infringiéndole sufrimientos y vampirizando la poca energía vital que le queda.


- Jose Luis -


“Todo lo que está verdaderamente vivo debe morir. Fijaos en las flores: sólo las flores de plástico no mueren nunca”.

Anthony de Mello(¿Quien puede hacer que amanezca?)

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