viernes, 21 de enero de 2022

¡ Todo se paga !

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Espiritismo, ¿ Religión  o consecuencias ético-morales ?

2.-Egoísmo

3.-¡ Todo se paga !

4.- Pobreza y riqueza



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                   ESPIRITISMO, ¿ RELIGIÓN O               CONSECUENCIAS ÉTICO-MORALES ?


                                                                  


El espiritismo estudia las leyes del mundo espiritual, cómo se producen los fenómenos espirituales, las enseñanzas éticas y morales que nos indican los mentores espirituales, El Evangelio de Jesús sin fanatismos, sino explicado racionalmente, teniendo como punto central el Amor y la Caridad con el prójimo, y es allí donde todas las religiones y filosofías del mundo pueden tener su punto de unión. (…) 

Hace varios años, que habían varias personas que asistían practicantes de otras religiones y filosofías diferentes, como  evangelistas, budistas, católicos, judíos y hasta una persona que iba a una sociedad de teosofía. La mayoría preguntaba lo mismo: “¿Tengo que dejar mi religión o filosofía para ser espiritista?”. Al contrario, le respondíamos, debes ser mejor en lo que has abrazado, poniendo en práctica lo que predican. El dolor no tiene religión. Cada cual sigue por el camino que más cómodo se siente y más paz le da al alma. En mi caso personal me siento más contento en éste camino que me da mucha paz. No es necesario abandonar la religión a que cada uno pertenezca.

 El espiritismo solo enseña las leyes espirituales que puedes complementar con lo que practicas, pero ahora sabes que tú solo. puedes comunicarte con el Creador y con Jesús sin pagar por tu fe, y cada vez que ayudo sintiendo la presencia espiritual, recibo mucho más de lo que doy por más que no me lo digan, lo percibo, acerándome a Dios. Es lo mismo que la persona que haga yoga y piense que por estudiar el Mundo Espiritual no puede practicarlo más. No, esta concepción sí sería fanática y dogmática. Siempre debemos estar enriqueciéndonos por dentro, porque todos partiremos de la Tierra con lo que hemos hecho, bueno o malo y no con los rituales exteriores en donde el corazón no participa. 

Todos nos uniremos en algún momento como espíritus inmortales, ya que allí, en el plano de los espíritus, no existe división. En el grado de Espíritu Puro, no existe una religión pues solo se practica la moral Crística. Pero en la Tierra, cada uno busca el camino que más bien le hace, como pueda y mejor se sienta. ¿ Para  ayudar a una persona desesperada o a punto del suicidio, importa qué título tengamos o tenga para salvarla? De la misma manera, ¿nuestro Padre, indaga sobre cuál es nuestra preferencia religiosa o filosófica para auxiliarnos? Los mentores espirituales aquí presentes, que dejan sentir sus vibraciones de Amor, ¿acaso se han interesado por algún rótulo doctrinario, mostrando su preferencia por alguna en especial (…)? 

¿Pensamos que Dios se inclina más por una religión que por otra?

    Repetimos nuevamente, que abrazar la práctica del Espiritismo, puede servir de complemento a lo que cada uno acredita y donde  se siente cómodo , así como  estudiarlo en profundidad y practicarlo, porque la teoría sola no sirve. La paz, de cualquier manera, nos llega cuando brindamos paz a nuestros semejantes, y como nadie puede dar lo que no tiene, volvemos al principio, lo que nos dicen los mentores espirituales, iluminarnos por dentro a través de los pensamientos positivos, una reforma interior y el hábito saludable de la oración con la ayuda al semejante, aún pidiendo en el silencio de nuestro cuarto sin que nadie lo sepa, porque esto tiene mucho más valor que andar diciéndolo.

 (…) Me habías comentado las polémicas sobre este asunto en las instituciones espiritistas, ¿es o no una religión? (…) 

– Desde que llegué de Brasil cuando apenas pasaba los 20 años, lo único que oí siempre fueron debates acalorados e interminables sobre este asunto y por lo que tengo entendido hace más de 80 años que aún  continúan haciéndolo. No se ponen de acuerdo y lo que es peor, se irritan unos con otros, ¿Cómo es  posible cuando sabemos que debemos poner en práctica lo que predicamos? ¿Cómo podemos decir que queremos ayudar a un semejante cuando llegamos hasta los gritos con un compañero de ideal para “convencerse” mutuamente? (…) 

Más que pertenecer a una religión, lo principal es vivir con religiosidad. No entres en esta frecuencia de los espadachines del ego y la palabra para ganar una discusión. Cada uno que se defina como quiera, pero no olvides una cosa: “Nuestro semejante es el puente hacia Dios, transítalo agradecido por la oportunidad que te damos de poder ayudar”. De esta manera, personalmente no le doy ese título tal como las personas entienden, es mi opinión personal ya que hasta el momento “no hay concordancia plena” sino discrepancias, porque el ser cristiano no me hace pertenecer a una religión, sino como dije, vivir con religiosidad, cristianamente, sintonizándome a Jesús en los trabajos, esforzarme en poner en práctica lo que predico, pero respeto profundamente a los que sí lo adoptan como una Religión, y sin entrar más en una discusión al respecto, cada uno es libre de elegir; es lo que nos enseña el espiritismo ya que no impone nada, no tiene rituales, ornamentos, vestimentas especiales, jerarquías sacerdotales ni santuarios. 

En el Plano Espiritual Superior, no existe una Religión, cada Espíritu vive con Religiosidad practicando el Amor al Creador en la figura de los sufrientes. 

(…) Esta discusión parece interminable. 

(…) ¿Por qué hay tal confusión? Es que el ser humano todavía piensa que necesita “adoptar o pertenecer” a una religión con todos los cultos y dogmas que tienen, tal como se nos representa desde tiempos ancestrales. Sin pensar; sin analizar; solo acatando dogmáticamente todo; tener un “intermediario” con vestimentas especiales que de acuerdo al color y los anillos que usa el sacerdote aumenta su salario y además es el nexo entre el ser humano con el Creador y encima muchos cobran “por lo bajo”; imágenes que pueda “reverenciar”; “santos” de arcilla para que les resuelvan los conflictos sin entender que debemos pedir fuerzas para enfrentar las pruebas de la vida nosotros mismos y no creer que con velas la “solicitud” ya estaría hecha, sin hacer ningún esfuerzo para salir de la situación por más difícil que sea,  porque es muy cómodo sentarse y esperar un “milagro”; “bendiciones secretas” por los profesionales de la fe; “estampitas especiales con certificados benditos” , que según  tamaño fluctúan los precios; predicar para los demás y no poner en práctica lo que dicen; sin hablar de las guerras y muertes causadas en nombre del Cristo como el de “Las Cruzadas” a lo largo de 200 años, sembrando brutales destrucciones y sufrimientos entre otras, 

(…) ¡Han distorsionado tanto lo que Jesús predicó! Es por eso que la gente asocia la palabra Religión a la de cultos, descuidando su religiosidad, su transformación interior hacia el Cristo, depositando en los rituales exteriores y rezos “magistrales” los perdones que vaya a obtener; bajo qué fórmulas matemáticas especiales, los supuestos sacerdotes representantes del Creador, recetan, indicándoles la cantidad numérica de rezos únicos o combinados, lo que para el fiel es mucho más fácil, porque luego de hacerlos se cree liberado de los males practicados, ignorando que existe una ley Inmutable del Creador, llamada  Ley de Causa y Efecto, es decir, que la siembra es libre, pero no así la cosecha, para aprender a no herir a nuestro semejante, esforzándose para ser mejores personas. Somos herederos de nosotros mismos, por actos presentes o del pretérito cercano o remoto de otras existencias.

 Esta asociación a la palabra Religión es lo que desilusionó a la mayoría de las personas, porque no es algo externo, sino interno y debemos poner en práctica lo que predicamos. El no ejemplificarlos provoca la desilusión de las personas que abandonan sus templos, es lo que a mí me sucedió en la adolescencia para luego llegar a la conclusión de que los Hombres son falibles, y mi fe estaba basada en los sacerdotes y pastores, ignorando que yo mismo podía comunicarme con mi ángel de la guarda, con Jesús como si fuera mi mejor Amigo que nunca nos abandona y con el Creador, orando de corazón en el silencio de mi cuarto, y no a través de personas que cobran un salario, haciendo de la fe una profesión. Esa fue la diferencia que comprendí, ¿en dónde colocar mi fe? ¿En los religiosos o en Dios? ¿Precisaba un intermediario o yo mismo podía pedir desde lo más profundo de mi alma? Ciertamente esto último fue lo que aprendí.

 La época de los dogmas y aceptar todos los rituales ciegamente y muchas veces sin entenderlos está llegando a su fin. Jesús no fundó una iglesia de piedra, enseñó a orar al pueblo estableciendo que cada corazón humano es un templo y la Naturaleza es el Altar del Creador…

(…) Si vamos analizar la palabra “religión”, su significado etimológico del latín, sería: “Re” (intensidad); ligare (ligar o amarrar); ión (acción y efecto). Entonces “religión” significaría “acción y efecto de ligar fuertemente al Hombre a Dios, en este caso”. 

La época de la fe ciega terminó y entramos en un período de fe racional. En este sentido, el propio Allan Kardec en uno de sus últimos discursos antes de desencarnar, afirmó que el Espiritismo es una religión “en el sentido filosófico”, y que “antes no lo dijo porque la Humanidad tenía una idea equivocada de lo que es religión”. Es decir, que si los propios espíritus nos dan una fe racional, sin dogmas, diciendo que el propio Hombre se puede conectar mediante la oración a Jesús y a Dios, nos enseñan a “conectarnos” y “religarnos” con el Creador. En éste sentido filosófico se puede tomar como religión individual, sin templos ni sacerdotes con jerarquías, si seguimos la definición del término que mencioné, pero debido a las distorsiones, divisiones causadas y guerras generadas por las mismas religiones que tantas muertes y sufrimientos causaron a través de la Historia, se puede adoptar el otro significado que es el de “vivir con religiosidad”, porque yo no voy a ningún templo a que otros pidan por mí, moviendo más sus lenguas que los corazones. Amigos, es una cuestión de términos, porque (…), para una doctrina nueva, fue necesario crear términos nuevos. 

El emblema del espiritismo es: “fuera de la caridad no hay salvación” y “fuera de la caridad no hay verdadero espírita”, en el sentido que sin caridad no podremos continuar progresando y nos estancaríamos, pero de ninguna manera ser condenados, eso sí es de la religión que asustaba a las personas con premios y castigos eternos, tal como se la entendía más allá de su definición.

 Por lo tanto, en la caridad, premisa de la Doctrina de los Espíritus, se pueden unir los Hombres de la Tierra, como personas individuales, sin dejar sus títulos pero poniendo en práctica lo que se predica, porque si esto ocurriese, la Tierra ya estaría transformada a una categoría más elevada y la comunicación con Espíritus de Mundos Superiores sería una realidad. 

Entonces, cada uno es libre de adoptar el  Espiritismo como  religión o no, en el sentido explicado, o de comprender sus “consecuencias ético morales” para ponerla en práctica, sin recurrir a gritos o discusiones para imponer a un compañero cualquiera de estos títulos, además del carácter científico y filosófico ;  o sea que tiene estos tres aspectos. Y para que no queden dudas, les quería citar lo que el apóstol Pablo dictó en 1860 mediante la concordancia de varios médiums, en “El Evangelio según el Espiritismo” y que Kardec luego de las confirmaciones del mismo mensaje a través de varios médiums  lo dio por válido, en el Capítulo XV, ítem 10, justamente en Instrucciones de los Espíritus: “…el verdadero espiritista y el cristiano verdadero son una sola y misma cosa, porque todos los que ponen en práctica la caridad son discípulos de Jesús, sea cual fuere el culto al que pertenezcan”.

 No entremos en discusiones que dividen en vez de unir, cada cual adopte el título en que más cómodo se sienta, si así lo desea, porque el plano espiritual nos trajo a la Tierra una Doctrina que no es dogmática y tenemos el libre albedrío de interpretarla, dentro de la caridad al prójimo, como cada cual lo sienta, porque personalmente no necesito pertenecer a ninguna Religión ni darme una definición para ayudar. El que quiera decir que pertenece a la “religión espírita”, está bien y el que lo adopta como una doctrina de consecuencias “ético morales” pero no una religión, también está bien, porque  HAY MUCHOS DISCUTIDORES Y POCOS TRABAJADORES en nombre del Cristo para aliviar al semejante. Basta de trabarnos en este debate indefinido, que ya lleva casi un siglo, porque el espírita verdadero, como el cristiano verdadero, se caracterizan por sus obras y no por sus títulos.

 (…) Después cada uno seguirá con sus disciplinas, religiones y filosofías que han adoptado o están estudiando… 

Por último, debemos aclarar que la primera parte, es decir, la Ciencia, fue necesaria a mediados del siglo XIX cuando surge el espiritismo y lo investigaron varios científicos renombrados de la época y principios del siglo XX. 

(…) La parte filosófica es algo inherente al ser humano, las discusiones nunca acaban, como dijimos,  sobre la religión. Pero lo importante es  saber para qué estamos en la Tierra, hacia dónde vamos y no ser títeres creyendo que la vida empieza y termina en esta escuela que tantas fantasías e ilusiones pasajeras nos ofrece, desviándonos de nuestra evolución hacia “la nada”. 

Pero llegamos a la etapa más importante, el de poner en práctica lo que nos transmite el plano superior y son las enseñanzas Crísticas, reviviendo el Cristianismo Primitivo, el de sus comienzos, “viviendo con religiosidad”. De esta manera, y sólo así, la Tierra evolucionará, porque sus habitantes lo harán. 

(…) Nuestra tarea y la de los espíritus superiores es unir y no dividir; construir y no destruir; cada uno tiene la libertad de tomarlo o no con el título que quiera darle. 

La verdadera religión del Creador es la misericordia, la paz, paciencia, tolerancia, perdón. (…) Para eso debemos reformarnos interiormente, vivir con religiosidad, sea cual sea el título con que nos sintamos más cómodos, pero por favor, basta de discusiones interminables sobre este asunto, porque si no ponemos en práctica lo dicho, de nada sirve… 

Por Carlos Marcelo Levín. (Argentina) Extractado de lo publicado en su libro “Entre La Tierra y las Estrellas: Allan Kardec”


( Tomado de Zona Espírita )

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                                 EGOÍSMO  


De todos los defectos que observa el ser humano sobre la Tierra, es el egoísmo el peor de todos y del que todos se derivan. Cualquier imperfección que veamos procede de aquí. Es el punto de origen del mal ponzoñoso que se extiende entre nosotros y en nuestras relaciones, aquellas de las que precisamos para avanzar en el campo del progreso.

El egoísmo resulta incompatible con la empatía porque el primero opta siempre por servirse a sí mismo mientras que la segunda decide situar en equilibrio al “yo” con el “tú”, dichosa señal de reciprocidad entre mis deseos y los ajenos. El uno, constantemente resta al intercambio humano, la otra, siempre suma al vínculo personal.

Mas no se trata de negar nuestra valía ni de arrodillar nuestras intenciones, tan solo de colocar en pie de igualdad mis aspiraciones con las tuyas, mis sueños con los de mi hermano, porque existe suficiente espacio en la viña del Señor para plantar nuestras semillas de ilusiones y que estas puedan germinar sin pisotear ni ser pisoteadas por las de alrededor.

Lo contrario al egoísmo no es el rechazo de sí, porque sabe el ecuánime que “de donde no hay, no se puede sacar”. Es preciso cultivar pues las propias habilidades para compartirlas con los demás. Ni nuestro pozo debe estar seco ni nuestro zurrón vacío, ya que largo es el camino hacia la perfección y llegará el día o la hora en que el prójimo nos pida de beber o de comer y es conveniente que en aquellos haya agua y alimento porque también nosotros, en algún momento, sentiremos sed o hambre. Así es la senda del hombre, un tránsito a la pureza donde se hace indispensable progresar, bien intercambiando conocimientos, bien sosteniéndonos los unos a los otros a través de nobles acciones.

Si pretendemos crecer en armonía no podemos añadir, cual taimados mercaderes, más peso en uno de los brazos de la balanza, porque entonces, mientras que yo prospere el otro menguará, o cuando el otro aumente, yo disminuiré. El Padre no quiere que la “tarta” de la existencia sea distribuida en trozos desiguales, pero resultó tanta su sabiduría que nos insufló en el espíritu el libre albedrío, para que decidiéramos a voluntad qué hacer con los dones de la vida, conociendo de antemano que cada alma establecería distinta velocidad a su recorrido por el mundo.

Mas después de tantos siglos de andanza habitando cuerpos en este planeta, sabemos que no hay otro modo de adelanto que el camino de la caridad, aquel en el que miramos a los ojos del otro desde similar altura, ni desde arriba ensalzándonos ni desde abajo humillados. Pésimas secuelas se originarían de esta última coyuntura. Tú vales y yo valgo, yo merezco y tú mereces y si tengo, comparto contigo, porque tarde o temprano, cuando a mí me falte, tú me darás.

Tanta es la importancia de esta recta justicia en nuestro actuar, que hasta el mismo Jesús convulsionó a la sociedad de su época, avisando de que la entrega a Dios no podía viajar por ruta distinta a la del amor al prójimo. Y es que el Creador se halla presente en todas y cada una de las criaturas que lanzó a la vida, al igual que la vasija de barro lleva impresa en su estructura las huellas del alfarero. Por eso, Él desea que todos sus hijos se amen por igual, que participen hermanados de lo que dispuso con su generosidad en la Naturaleza y que así lo hagamos, no por imposición, sino por la libre aceptación, producto de la inteligencia que nos conduce a la toma de decisiones.

Y apareció el Maestro, e insistió en que cada vez que ejercíamos una buena acción, en verdad la estábamos haciendo sobre él, simbólica señal de que cualquier esfuerzo emprendido para ayudar a los demás no iba a caer en vacío y que a su debido tiempo, repercutiría sobre nosotros en el mismo modo que la hubiéramos aplicado sobre el otro. ¡Qué pasaje tan bello y aleccionador! Fragmento de lectura que nos enseña que la caridad solo puede atraer más compasión y que el egoísmo solo puede suponer más aislamiento para nosotros y menos oportunidades de auxilio en caso de dificultades, supremo criterio de equidad divina donde resulta imposible recoger un fruto distinto del que hemos sembrado. Por eso, Mahatma Gandhi, avanzado discípulo de nuestro excelso gobernador y en consonancia con él, dijo:

“La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente es rabiosa, si yo soy rabioso; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es como un espejo: si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. El que quiera ser amado, que ame».

Cuando el hombre aprendió el arte de la agricultura, cambió su vida, dejó de ser errante en tierras hostiles y procuró aposentarse en parajes fértiles donde pudiera desarrollarse y avanzar al ritmo que la madre naturaleza le ofrecía con sus cosechas. Resultó ese el período en que el ser humano se instruyó por entero en la comprensión de la ley de acción y reacción, de las causas y sus efectos, al comprobar cómo cuando regaba y abonaba las simientes con esmero estas daban sabrosos frutos para él y los suyos. Sin embargo, desde aquella fecha perdida en los albores de los tiempos, múltiples semillas de egoísmo se plantaron en su corazón, lo que supuso mirar al vecino como rival, al prójimo como competidor desleal y llevó a muchos a acaparar más y más en beneficio propio y en detrimento del otro, esparciéndose la raíz del más atroz individualismo por doquier.

Fueron necesarios los mensajes de muchos sabios y profetas de todas las épocas, que nos advirtieron, siguiendo celestes instrucciones, que esa no era la vía, que el sujeto no podía adelantar cerrando su núcleo interior, sino compartiendo alegrías y penalidades juntos, porque sería más fácil progresar andando de la mano que enfrentándose, mirando unidos al porvenir que dividiendo el presente. Y surgieron los límites y alguien dijo “no cruces este muro” y otro gritó “no te acerques a lo mío”. Y los espíritus compasivos, testigos silenciosos de tan dramática escena, derramaron sus lágrimas porque la criatura humana había parcelado lo que Dios había regalado a los hombres.

En ello estamos, conscientes todos de que cualquier aproximación a la perfección moral, pasa por arrancar de raíz de nuestro corazón todo vestigio de egoísmo, resultando este incompatible con la misericordia proveniente del amor y la caridad.

Constitúyese la educación en factor clave para extirpar tal defecto de nuestro ser más íntimo. Una educación en la que se priorice lo espiritual sobre lo material, sabiendo por adelantado que la dimensión física no es un fin en sí misma sino solo un instrumento de progreso que nos ha de conducir a la otra orilla, maravilloso Reino de los Cielos donde no existen bancos ni dinero, ni cualquier otro atisbo de posesión salvo las buenas obras realizadas y los esfuerzos invertidos en pos de la virtud.

¡Mas no caigamos en el desánimo! Aunque a veces, mirando a una y otra parte de la realidad, no observemos más que egolatría en todas las esquinas, no es así, ya que el altruismo, cual dignidad resplandeciente pero tímida, no gusta de la propaganda sino de la sobriedad y del silencio en su ejecución. Dios nos pretende sencillos, no bocinas publicitarias de lo que hacemos y en ese sentido, resulta complicado a veces entrever el valor extraordinario de tantos actos amables que permanecen desapercibidos, precisamente porque hallan su mayor gozo en el anonimato, aquel que alguien tan familiar expresó con sabiduría al hablar de “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. Sin embargo, Dios, que todo lo ve desde la invisibilidad, lo tendrá en consideración, pues se trata de la mayor recompensa a la que el humilde puede aspirar, corona que no pesa en la balanza de las monedas sino en la de la justicia celestial, premio que aproxima al hombre a su patria verdadera.

El egoísmo, germen de las imperfecciones, habrá de desaparecer de la faz de la Tierra a través del trabajo y del esfuerzo individual pero también por la formación. Esta ha de instruir al futuro ser en el cultivo de lo inmaterial porque lo que vemos y tocamos pasa, mas lo esculpido en el corazón permanece. En esta tarea, los espíritas tenemos un inmenso campo de labor. Debemos ararlo profundamente hasta que se agrieten las tierras que mantienen firme el ego y vislumbrar así, bajo los terrones quebrados por nuestra responsable acción, los frutos del amor y la caridad. Esta actuación ha de ser continua y perseverante para que los resultados recogidos se mantengan visibles y para que el barro de esa hacienda no se apretuje de nuevo, reforzado por nuestra indolencia y por los vientos resecos de nuestra dejadez.

Debemos surcar hondo porque el ego es virus contagioso, que se propaga en cuanto se disipa la vigilancia y se fortalece y aumenta al observar el ego de los demás, ya que provoca que nuestra conciencia penetre en una fatal espiral defensiva, aquella que nos carcome por dentro porque cada uno se infecta exactamente del mismo mal que el allegado. Infancia ética de las criaturas en la que uno se abraza con fuerza el torso para no abrirse al otro porque observa al resto envolverse a sí mismos en su soledad, retraso moral en el que uno no extiende su mano al prójimo para que no le tomen por “alienado”.

Eduquemos a nuestros hijos y a todos los que nos rodean con nuestro ejemplo de cada día, pues el auténtico valor no reside en declamar bellas palabras en altas tribunas sino en ponerse a obrar destapando nuestro interior, compartiéndolo, reflejando con la actitud diaria lo primordial del componente espiritual y lo transitorio del elemento material, sustancia pesada y viscosa donde el ególatra emplaza sus únicas miras.

Como se entendía en la antigua Grecia, el ejemplo era la herramienta más poderosa que cualquier maestro podía utilizar con sus alumnos. Cuando hablamos de ética y de la destrucción del egoísmo, estas palabras redoblan su valor. Seamos pues los espíritas, modelos vivos para los que nos circundan, espejos de afanes y esperanzas, a fin de que aprecien la coherencia entre nuestro mensaje y nuestros actos, aquel con el que los sabios espíritus nos iluminaron hace ya más de siglo y medio, cuando el bueno de Denizard Rivail se hizo eco de los sublimes sonidos del más allá.

- Jose Manuel Fernandez-

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                                          ¡ TODO SE PAGA ! 

    Hace 30 años que conocí a Carlos y a Luisa; él era un joven pálido, enfermizo, de mirada dulce y melancólica; ella era casi una niña; aun no sabía llevar el vestido largo, parecía el símbolo de la modestia y de la humildad, y lo miraba fijamente al elegido de su corazón; me parece que aun los veo, ella sentada en un antiguo sofá y él sentado en una silla apoyado en el respaldo del canapé, es decir, en un  brazo del mismo. Él la miraba fijamente, y ella, con la cabeza inclinada y los ojos medio cerrados, parecía que estaba magnetizada; ni el uno ni el otro pronunciaban palabra, que cuando habla el corazón no hay intérpretes para ese lenguaje divino. Ellos se aislaban de tal modo, que aunque estaban rodeados de la familia de ella y de varios amigos, no se mezclaban en la conversación general, ni nadie osaba turbar su amoroso éxtasis, inspiraban respeto y admiración aquellos dos seres que no parecían pertenecer a la tierra, silenciosos, tranquilos, reservados, y tan humildes que no se atrevían a formular el menor deseo.

  Luisa no tenía madre, y esto aumentaba su natural timidez; se veía que en su hogar era una planta sin raíces y Carlos era el rayo de sol que vigorizaba su frágil existencia. 

 Siguieron sus relaciones años y años, y aunque él adoraba a Luisa, por evitar graves disgustos de familia, especialmente con su madre, que lo quería unir a una rica heredera, y no quería a Luisa porque era pobre; Carlos, tolerante por excelencia y aconsejado por Luisa que le decía: "No quiero que des disgustos a tu madre por causa mía; yo quiero tu alma, no tu cuerpo; yo te querré siempre, lo mismo si permaneces soltero que si le das tu nombre a otra mujer; tu alma yo se que es mía; tu cuerpo será más tarde poseído por los gusanos; de todos modos tengo que perderte años antes o después, lo que es de la tierra, a la tierra vuelve; yo se que las almas viven siempre, y viviendo siempre nuestra unión será eterna; y Carlos, alentado por esas palabras, recordando la frase de Dimas (padre), que decía: "La ciencia de la vida es confiar y esperar, confiando en la justicia de Dios y esperando el cumplimiento de sus divinas leyes, se consagró a su madre, sin dejar por esto sus relaciones con Luisa; diariamente le escribía amorosas cartas, pues vivían muy lejos el uno del otro, transmitiendo el telégrafo sus cuitas cuando alguna dolencia le impedía escribir, y así transcurrieron ¡ treinta años !, siendo las cartas de ambos, tan apasionadas como en su juventud.

  La madre de Carlos llegó a cumplir noventa años, y cuando menos se lo esperaba, Luisa cayó gravemente enferma; sintiéndose morir, pidió que telegrafiasen a Carlos su alarmante estado, y Carlos acudió a su llamamiento para recibir su último suspiro y cerrar piadosamente los ojos de Luisa, aquellos ojos que tan amorosamente le habían mirado, el telégrafo le llamó de nuevo para que acudiera al lado de su anciana madre, que esperaba la llegada de su hijo para morir. Su misión había concluído en la tierra; muerta Luisa, ya no tenía que servir de obstáculo a la felicidad de nadie.

  La muerte de aquella anciana me impresionó profundamente, hasta el punto que como útil estudio, le pregunté al guía de mis trabajos qué lazos, qué historia existía entre Luisa y aquella mujer, que se negó siempre a las súplicas de su hijo (al que tanto quería), y no se ablandó a sus ruegos, consintiendo en verle triste y meditabundo, repitiendo con firmeza: "Lo que es mientras yo viva, no te casarás con ella". ¿Por qué tanta oposición?. Siendo Luisa de muy buena familia, querida de cuantos la trataban, porque era un modelo de virtudes, ¿ qué bismo habían entre esos dos espíritus que los separaba, causando la desgracia de dos almas buenas?.

" Veo que olvidas- me dice mi guía-, lo que no debieras olvidar, y es que toda causa produce su efecto, sin que nada pueda impedir o desviar el efecto, una vez producida la causa. Nadie puede eludir esa ley, por elevado que sea el puesto que ocupe en la escala interminable de la evolución. Lo que hay Arriba, es como lo que hay abajo, y la Ley es una.

 "Carlos y Luisa son dos espíritus enlazados hace muchos siglos, por un afecto poderosísimo; por eso para ellos los obstáculos terrenales no existen para entibiar su cariño, ¡ se aman !, y con esta palabra está dicho todo.

  "En su encarnación pasada se unieron ante los altares, y una hija vino a aumentar su felicidad, una niña cándida y buena, dulce y reflexiva, sensible y apasionada; un joven del pueblo, un humilde obrero, logró atraer su atención, y los dos se amaron con delirio, porque el amor es el gran igualitario del universo, es el que acorta todas las distancias; pero Carlos y Luisa querían para su hija un potentado , un noble que ciñera en sus sienes una corona, y sus deseos se vieron cumplidos, porque un noble con muchos pergaminos y un árbol genealógico lleno de escudos de nobleza, ofreció a la enamorada niña sus palacios. sus tesoros y su envidiable posición social; pero la niña contestó resueltamente: No me uniré a nadie si no es con el amado de mi corazón, antes morir que serle infiel; y cumplió fielmente su palabra; el humilde obrero fue deportado, acusado de traidor a la patria, muriendo en el destierro, y ella, su fiel prometida, vivió algún tiempo sin exhalar una queja; sus padres fueron inflexibles ante su dolor, y la joven murió perdonándoles su ceguedad.

  " ¿Merecían Carlos y Luisa, vivir en esta existencia las delicias de un amor correspondido?. No, justo fue su sufrimiento, y la madre de Carlos ha sido el instrumento de su martirio: no podía morir antes que Luisa porque era preciso que se cumpliera la Ley, ya que por ellos, en su anterior existencia, murió solo y abandonado en el destierro un ser inocente; y el humilde obrero de ayer, ha sido la madre inflexible de hoy, Seguirán amándose, ellos conquistarán la tierra prometida, ellos se purificarán por el sufrimiento y no ejercerán la tiranía con los espíritus que  les pidan albergue en su hogar.

 "La Ley no es más que una : el que atropella, él mismo se atropella después; el que abusa de su autoridad, es víctima de su abuso. De esto se ríen los ignorantes y los orgullosos, pero los hechos los convencen a su debido tiempo de que no puede ser dichoso el que ha causado la infelicidad de otro.- Adiós- "

  Dice muy bien el Espíritu: No admiten muchos el Espiritismo, porque no quieren reconocer su pequeñez y su miseria moral, pero ante la verdad no basta con decir: no quiero creer; que ante la sentencia que pronuncia uno mismo, hay que inclinar la cabeza, como la inclinaron Carlos y Luisa, que siendo los dos muy buenos, muy sufridos, muy espirituales, tuvieron que vivir separados el uno del otro sin poderse liberar del misterioso maleficio que les hacía sufrir una contrariedad perpetua, esperando durante treinta años el indulto para un delito que no sabían que habían cometido.

  ¡ Cuánto hay que estudiar en la Bíblia de la Humanidad !. Por ella sabemos que todo se paga.

- Amalia Domingo Soler-

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                                     POBREZA Y RIQUEZA

En este tema vemos los por qué de estas dos situaciones que desde siempre han supuesto una desigualdad en el Ser humano, muchas veces injusta si se contemplan desde la perspectiva de una sola existencia, pero que finalmente veremos como ambas son igualmente justas y necesarias para la evolución del Espíritu  humano.

Para la mayoría de las personas, la miseria y la pobreza es un terrible mal que aqueja a gran parte de la  Humanidad y que, por supuesto nadie desea para sí mismo ni para los suyos.

 Esta idea es consecuencia del atraso evolutivo y del desconocimiento espiritual de la gente, que a nivel popular aún no comprenden que esta idea negativa  que se tiene sobre la pobreza, en el fondo es un error, porque en estas circunstancias humanamente adversas, los Seres humanos inmersos en ellas se ven obligados a superar una dura prueba material y espiritual  Desde un punto de vista meramente humano, al tener que llevar una vida que suele ser dura o difícil, de trabajos penosos, de carencias, de necesidades y, en definitiva, de dificultades que le llevan tantas veces a “tenérsselas que ingeniar”, pero que  sin embargo para el Espíritu son factores positivos, porque tienden a desarrollar las facultades  latentes de su alma.. 

Esta situación es la que más posibilidades de progreso espiritual ofrece al Ser. La vida del pobre, cuando es llevada con humildad y honradez, está  más libre de las perversidades, tentaciones y vicios,  que las vidas holgadas de los ricos que por su posición de apego y dominio de lo material, está mucho más propensa a caer en esos peligros de atraso para  su Espíritu.

  El saber esto, sin embargo  no nos exime a nadie de la obligación moral de ser caritativos y generosos con los demás; no me refiero a la caridad de dar lo que nos sobra, porque eso no tiene mucho mérito, sino que  debiéramos esforzarnos por dar de lo que no nos sobra o de lo que necesitamos para nosotros mismos. Asimismo es Caridad cuando damos lo que no es material: cariño, comprensión, parte de nuestro tiempo; en tres  palabras: generosidad , caridad y  altruismo: factores estos que no tienen precio monetario pero que su valor es incalculable..

 El pobre  desde un enfoque espiritual de su situación, se puede considerar un Ser privilegiado pues sabemos que la vida siempre es muy breve considerada en el conjunto de la vida del espíritu que es eterna, y su situación en su difícil existencia, es la de estar ante una oportunidad para  desarrollar la humildad, el trabajo, la fe, la constancia ,etc., y por ello todos los pobres  son dignos del respeto de los que no lo son o de los que son menos.  

Recordemos que  Jesucristo, al que muchos tenemos como nuestro Maestro y Guía, también nació, vivió y murió  voluntariamente pobre y humilde.

 No obstante esta dificil prueba, no está exenta de riesgos espirituales. Hay una pobreza material o económica que puede ser muy compensada con una gran riqueza espiritual; del mismo modo  existe una miseria moral que ninguna riqueza material podrá disimular nunca.

 El pobre en bienes materiales que se encuentra en paz consigo mismo y vive sin envidiar a  nadie, siendo generoso con su trabajo, estando libre de ningún vicio, siendo noble aunque humilde, y con una recta forma de pensar y de conducirse, posee una riqueza moral que vale muchísimo más que la material, porque  eso son valores que llevará consigo después de esta vida, pero sin embargo los bienes materiales se quedan aquí, absolutamente todos. 

   El pobre  que sabe mantener una actitud positiva ante la vida, siempre se mantiene en un estado de equilibrio y armonía, generadores de paz y felicidad, y que son una verdadera riqueza. Por eso no se debe envidiar a los ricos, pues su riqueza económica dura apenas unos años y después finalmente regresan al plano espiritual con las manos vacías, porque ninguna riqueza material se pueden llevar después de esta vida, por lo que la riqueza es una prueba en la que más fácilmente se puede fracasar y supone por ello un motivo de ruina espiritual por las deudas kármicas que se pueden acumular.

 Lo importante es que cada uno sepamos adaptarnos a nuestra condición social y económica,(no digo conformarnos, porque en la vida hay que luchar siempre por mejorar y la Ley del Trabajo nos empuja a ello), pero  sobre todo deberemos tomar conciencia de que siempre habrá quien lo estará pasando económica y socialmente peor que nosotros o con mas apuros, tratando de ayudar a los demás en la medida en que nos sea posible hacerlo, y sin caer en el error de despilfarrar  lo que a otros les está faltando.

 La mejor de las fortunas es la  felicidad que proporcionan  la Paz y la Armonía internas que se logran con el Amor puesto en práctica, haciendo todo el bien posible, que se extiende y  se transmite a los demás,  aunque esto pueda parecer  algo utópico.

 Sin embargo hay muchos pobres cuya prueba desperdician debido sobre todo a los estados de rebeldía que  les provocan las envidias  por las  riquezas ajenas. Muchos de ellos no son sino ricos sin  riquezas,( o sea, que en una existencia anterior fueron ricos), y después, de vuelta en la Tierra, se sienten  frustrados porque ya no lo son, e igualmente ávidos de las posesiones materiales de  los ricos a quienes envidian y critican. Si ellos,(los pobres), no lo han experimentado aún, en otra existencia experimentarán la prueba de la riqueza para llegar a aprender la sublime lección de la necesaria práctica del altruismo y la generosidad. El pobre que envidie al rico, cuando a él le toque pasar por esa prueba, será  como un castigo para su Espíritu, porque experimentará el enorme peso de su responsabilidad y el valor efímero de esas riquezas.

 No se debe envidiar la fortuna  o el bienestar material de los demás, aunque siempre hay que mantener el  espíritu de superación, de progreso y de mejora en la conquista de bienestar material. Lo que no se debe ambicionar es la acumulación de bienes materiales, porque esto no beneficia a nadie, ni a ellos mismos, pues ninguno de esos bienes acumulados  se van a llevar al plano espiritual cuando terminen su vida en la Tierra.

 Aceptar cada cual su situación y no envidiar a los demás por sus mejores situaciones económicas y sociales, no supone el tenernos que conformar con una situación de penuria y no hacer nada por mejorarla . Hay que tener presente que  en la fe, en el esfuerzo y en el trabajo  están  la mejora, el progreso y la evolución.

- Jose Luis Martín-

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