sábado, 22 de enero de 2022

No hay milagros

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Visión correcta del Espiritismo

2- La camiseta de algodón

3.- Ser espírita

4.- No hay milagros




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  VISIÓN CORRECTA DEL ESPIRITISMO                      


   Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.

No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es fechadura dogmatica atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…

Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.

Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…

Por Nazareno Tourinho
Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995

                                          

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                          La camiseta de algodón

   No vivimos solos; continuamente estamos tratando con familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos… Sin embargo, me refiero más bien a la idea de creer que somos como especies de “islas” a las que los sucesos  que ocurren por ejemplo a miles de kilómetros no nos conciernen. Tampoco hay que irse a tanta distancia física. Incluso los pensamientos de aquellos más cercanos terminan por afectarnos. Un día, hablando con un grupo de personas, puse como ejemplo el caso de la “camiseta de algodón”. A primera vista, la obtención de dicha prenda en un establecimiento comercial se constituía en el último eslabón de una cadena increíble de causas y efectos…

Deteniéndonos a reflexionar, es relativamente sencillo imaginar qué ha ocurrido antes del último acto que supone la compra de una camiseta. Pero veamos con un poco más de detalle todo el proceso iniciado en un pequeño país muy lejano al nuestro y donde la mente de un sujeto, decide en un momento dado y por diversas razones, la adquisición de una parcela de tierra en un campo cercano a la ciudad donde reside. Como muchos otros individuos, ha decidido progresar en la vida y para ello precisa invertir en lo que es un proyecto y convertirlo en algo más físico, más tangible. Se dirige al banco y presenta su idea al director del mismo solicitándole un préstamo que cubra tanto la posibilidad de comprar ese terreno como lo que tiene pensado hacer en él. El banquero le exige como condición previa la existencia de un aval que sirva como garantía de devolución en caso de dificultades. Nuestro personaje acaba por implicar en la operación tanto a su padre que percibe una modesta pensión como a su hermano mayor que le sirve de modelo en su vida y el cual ha obtenido un cierto éxito en la creación de algunas empresas. Finalmente y una vez superados los trámites burocráticos, el dinero es ingresado en su cuenta.

He aquí a nuestro joven, que con grandes dosis de iniciativa, decide plantar en su amplia y recién adquirida parcela, algodón. El objetivo es claro: recoger la mayor cantidad posible de este producto y que este sea de calidad para venderlo a la industria textil. Veamos ahora a algunos personajes y aspectos comprometidos en esta historia:

—En primer lugar, nuestro protagonista que es de quien surge todo el proyecto.

—Su padre y hermano, como avalistas y por ende, demás familia de ambos, tanto la de origen como la adquirida.

—El banco con su director a la cabeza, pero también quedan implicadas las demás personas que trabajan allí.

—El propietario al que le ha sido comprada la citada parcela, sin entrar en lo que este haga con el dinero que obtiene (si lo dona, si lo reinvierte, si lo derrocha…)

—La persona a la que nuestro personaje se dirige para adquirir las semillas de algodón que va a plantar en su terreno.

—El sujeto que se va a encargar del regadío de la plantación para que esta se halle en perfectas condiciones. Por supuesto que ese agua va a aparecer allí por diversos motivos. El líquido elemento llega porque alguien la conduce a la parcela, alguien ha fabricado las tuberías de conducción, otros los aspersores, alguno más ha vendido los materiales que se precisan para dicho riego como temporizadores o válvulas…

—Nuestro personaje contrata a una persona experta en abono y fertilización para que supervise todo el proceso de crecimiento del algodón de modo que la cosecha resulte óptima. También ha adquirido esos productos en tiendas agrarias especializadas en ese género.

—Asimismo se contratan los servicios de una empresa de desinsectación para asegurar la salud de la planta y evitar posibles enfermedades. Esa empresa utiliza a su vez unos productos que compra a una firma que se dedica a la investigación y elaboración de los mismos.

—Nuestro actor, una vez llegado el momento de la recogida, alquila a una empresa del ramo varias cosechadoras que van a recolectar todo el algodón. Por supuesto, esa maquinaria necesita a personas aptas para su manejo pero también a mecánicos que se encargan de su mantenimiento, a gente que les proporciona combustible para su funcionamiento. No podemos olvidar el hecho de que estos implicados tienen a su vez familia que atender y de que la remuneración que obtienen por su trabajo repercute en otros de su alrededor como el supermercado en el que adquieren comida, el cine al que van el fin de semana, la librería en la que compran el material escolar para sus hijos, la ropa que precisan para vestir, el hotel en que se alojan cuando deciden iniciar un viaje, el dentista al que semestralmente se acercan  para el cuidado de sus bocas…

—Una vez recogido todo el algodón, se necesitan varios camiones que transporten toda la mercancía a unos depósitos donde se va a almacenar el producto hasta su traslado a la industria textil con la que se ha acordado previamente la venta. Dichos camiones precisan de conductores. Estos, a su vez, tuvieron un día que examinarse para obtener ese carnet de conducir, pagaron unas clases en una autoescuela, compraron unos libros psicotécnicos de preguntas y respuestas para optimizar sus estudios y abonaron unos derechos de examen en la delegación de tráfico correspondiente.

—El almacén cuenta con unos vigilantes que velan por la seguridad de las mercancías allí depositadas. Por cierto, llevan un armamento que alguien ha fabricado, manejan unas cámaras de seguridad que alguien ha instalado allí y que en su día, una empresa creó mediante el diseño y montaje de unos trabajadores. Toman café o beben agua en unas máquinas expendedoras que hay allí ubicadas. Existen varios operarios de una empresa que se encargan de su reposición y mantenimiento.

—Existen unas máquinas denominadas desmotadoras que separan los hilos de algodón del resto de la planta recolectada para luego empaquetar el algodón crudo resultante en balas más fáciles de transportar. No está de más decir que alguien ideó, fabricó y llevó a ese almacén dicha maquinaria.

—A raíz de llegar el algodón a la industria textil, este se hila a través de unas hiladoras mecánicas. Se forman hilos de varias hebras. En algunos casos hay que cardarlas y peinarlas. Después hay que torcer las hebras de una forma u otra para obtener telas más suaves o más duras. A continuación se desarrolla todo el proceso de tejido. Por último, se procede al teñido de la prenda y en su caso, al estampado. Como es obvio, numerosas personas se encargan de realizar todo este trabajo, existiendo supervisores en esta labor que a su vez dependen de otros jefes de planta y estos de otros y así sucesivamente hasta llegar al dueño de la empresa. Por cierto, alguien también lleva la contabilidad de la misma y se encarga de confeccionar las nóminas de los  trabajadores. Se da el dato curioso de que esta sociedad cotiza en la Bolsa de  aquel país y que la subida o bajada en las acciones de la misma afecta a  miles y miles de inversores que diariamente observan su cotización. Cuando ganan dinero, consumen más, gastan más, lo que repercute en otras personas; lo contrario, cuando pierden parte de lo invertido. En este último caso, hay quien no vuelve a invertir nunca en acciones de esta empresa algodonera y procura hablar mal a todos los que conoce de su negativa experiencia con esta empresa. Alguien que trabaja en el mercado continuo se encarga de efectuar esas compras y ventas, otros asesores recomiendan o no la adquisición de esas acciones y los ordenadores con los que trabajan fueron suministrados por una marca conocida que a su vez se encarga de su mantenimiento a través de sus técnicos. Tanto en la fábrica textil como en el  gran edificio que alberga el mercado de valores, una vez llegadas las ocho de la tarde, ingresan un considerable número de personas que se dedican a su limpieza y conservación.

—Una vez elaboradas las prendas que han necesitado de la materia prima del algodón que en su día plantó a muchos kilómetros de distancia nuestro personaje, aquellas precisan ser distribuidas a las diversas tiendas y almacenes que en última instancia van a venderlas al público. Alguien previamente, ha diseñado el tipo de camiseta, su color, su terminación en cuello y mangas e incluso la clase de estampación en aquellas que la llevan. Nuevamente, camiones y furgonetas se encargan del reparto con sus respectivos conductores. Cada cierto período de tiempo, esos vehículos deben pasar por una inspección técnica que depende del Estado y que percibe unos ingresos por acreditar que se encuentran en buenas condiciones para circular. Esas cantidades, manejadas por el gobierno de turno, pueden afectar a departamentos tan variados como sanidad, educación, obras públicas, cultura, defensa, pensiones… en total, millones de almas afectadas por la recaudación que la hacienda pública de esa nación cobra para que esos vehículos que transportan nuestras camisetas de algodón puedan hacerlo con garantía.

—Escogiendo una tienda en la que se ofertan las prendas elaboradas con el algodón producido en la parcela de nuestro amigo, vemos que existe un sujeto que decide a qué precio vender las camisetas para mantener un margen de beneficio, otro que la sitúa en uno u otro estante o a  veces en el escaparate principal, otro que atiende al público y le asesora sobre el diseño y calidad del producto, otra persona que está en caja y cobra, un vigilante que rota por turnos con otros compañeros para evitar cualquier robo o incidente allí. También al cerrar la tienda, comienza la labor de varias mujeres que por la noche trabajan para que aquello esté en estado de limpieza a la mañana siguiente.

—La tienda tiene un encargado, el cual rinde cuentas ante el jefe de la misma y este ante el dueño de la franquicia.

—Un chico cualquiera que pasaba por allí ha adquirido dos de esas camisetas de diferente color y ha recibido elogios por parte de sus compañeros de clase, amigos e incluso familiares, porque le dicen que viste a la última moda y que esas prendas le sientan muy bien. Por supuesto, cada vez que le preguntan dice a otros dónde las ha comprado y muestra su felicidad por su acierto en la adquisición. Casi sin darse cuenta y mediante la técnica publicitaria del “boca a boca” está contribuyendo enormemente a la propaganda del producto.

—Como esta y otras tiendas han incrementado su facturación por la venta de las citadas camisetas, sus jefes solicitan más unidades a las distribuidoras textiles y estas a los almacenes donde se guarda el algodón y estos últimos a nuestro actor principal, el cual, sobrepasado por el incremento en el pedido de la materia prima, decide con el dinero ganado adquirir más parcelas de terreno y plantar mucho más algodón.

Todo el proceso se reinicia y vuelve a seguir los mismos pasos, aunque en esta ocasión con mayores volúmenes de trabajo y más personas implicadas…

Entonces, yo me pregunto, ¿cuántos cientos, miles o millones de personas en el mundo se ven afectadas por la original decisión que tomó nuestro protagonista en su día? ¿Y si no le hubieran dado el préstamo en el banco? ¿Y si su padre y su hermano no hubieran decidido avalarle? ¿Y si en vez de haber plantado algodón hubiera tomado la determinación de plantar árboles cítricos? ¿Y si su hijo hubiera caído gravemente enfermo y al poco tiempo hubiera tenido que vender su parcela para costear los gastos sanitarios del único hospital que puede tratar el mal de su primogénito? ¿Y si…?

Pensemos ahora en nosotros. Cualquier decisión que tomamos diariamente, por muy insignificante que nos parezca, afecta a otros, queramos o no. Dependiendo de nuestro trabajo, de nuestro nivel de responsabilidad o de nuestro carácter, influirá en mucha gente, a veces a los más cercanos pero en muchos otros casos incluso a individuos con los que jamás nos vamos a encontrar y que sin embargo, se ven involucrados en una dinámica que en su momento iniciamos. Pueden ser cientos, miles o millones, como en la historia que os he contado. El proceso es recíproco, ya que a cada instante que vivimos nos vemos afectados por acciones que otros, incluso en la lejanía, han decidido realizar.

Como conclusión, cada vez que vayamos a emprender una acción, meditemos sobre sus consecuencias. Tomad cualquier ejemplo de vuestra vida diaria y analizad las cosas. Un mal gesto, una mirada cálida, un apretón de  manos, un mal pensamiento, escuchar o ignorar a alguien o simplemente comprar una parcela para plantar algodón, desencadenan la puesta en marcha de la ley de causa-efecto o también llamada acción-reacción con todo lo que conlleva. Ya no se trata de actuar o no, lo que resulta inevitable, sino de tomar conciencia de todo el proceso y de permanecer despiertos.

- Jose Manuel Fernández- Psicólogo clínico; Escritor, Poeta, Divulgador espírita y sobre todo....amigo.

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SER ESPÍRITA
Ser espírita no es ser ningún religioso; es vivir la moral cristiana.
No es ostentar una creencia; es vivenciar una fe sincera.
No es tener una religión especial; es tener una responsabilidad muy seria.
No es superar al prójimo; es superarse a sí mismo.
No es construir templos de piedra; es transformar el corazón en templo eterno.

Ser espírita no es solamente aceptar la reencarnación; es comprenderla como manifestación de la Justicia Divina y camino natural para la perfección.
No es comunicarse con los Espíritus, porque todos indistintamente se comunican, aún sin saberlo; es comunicarse con los buenos Espíritus para mejorarse y ayudar a otros a que también se mejoren.

Ser espírita no es internarse en el Centro Espírita, huyendo del mundo para no ser tentado; es convivir con todas las situaciones de fuera, sin alterarse como espírita, como cristiano. El espírita consciente es espírita en el templo, en casa, en la calle, en el tránsito, en la cola, en el teléfono, solo o en medio de la multitud, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la dolencia.

Ser espírita no es solamente consumir las obras espíritas para obtener conocimiento y cultura; es transformar los libros, sus mensajes, en lecciones vivas para el propio cambio. Ser sin vivenciar es lo mismo que decir sin hacer.
Ser espírita no es ser diferente; es ser exactamente igual a todos, porque todos somos iguales ante Dios. No es mostrar que se es bueno; es probarse a sí mismo que te esfuerzas para serlo, porque ser bueno debe ser un estado normal del hombre consciente. Lo anormal es no ser bueno.

Ser espírita no es curar a nadie; es contribuir para que alguien trabaje en su propia cura.
No es tornar al doliente en dependiente de los supuestos poderes de los otros; es enseñarle a confiar en los poderes de Dios y en sus propios poderes que están en su voluntad sincera y perseverante.

Ser espírita no es consolarse en recibir; es confortarse en dar, porque por las leyes naturales de la vida, “es más bienaventurado dar que recibir".
No es esperar que Dios descienda hasta donde estamos; es subir al encuentro de Dios, elevándose moralmente y esforzándose para mejorar siempre.
Eso es ser espírita.

Con las bendiciones de Jesús, nuestro Maestro.
Del Libro "Aprendiendo a lidiar con las crisis" de Wanderley Pereira.

( Aportación de Lorena Dorante )

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NO HAY MILAGROS

Dios no es menos digno de nuestra admiración, de nuestro reconocimiento y respeto por no
haber derogado sus leyes, que son perfectas, sobre todo, por su inmutabilidad. _ No es necesario lo sobrenatural para tributar a Dios el culto que es debido. ¿Acaso no es la Naturaleza lo suficientemente imponente por sí misma como para necesitar agregarle aditamentos y probar el poder supremo? Si la religión fuese sancionada por la razón, habría muchísimos menos incrédulos.

El cristianismo nada podría perder con esa sanción, pero sí ganar mucho. Si hubo algo que le
perjudicó frente a la opinión de ciertas personas, fue precisamente por el abuso en recurrir a lo sobrenatural.

19. Si se toma la palabra milagro en su acepción etimológica, cosa admirable, entonces los
milagros nos rodean: los aspiramos en el aire y los tocamos al caminar, puesto que todo es milagro en la Naturaleza.

¿Se quiere dar al pueblo, a los ignorantes y a los pobres de espíritu una idea del poder de
Dios? Mostradles ese poder en la sabiduría infinita que todo lo preside en la admirable organización de lo que vive, en la fructificación de las plantas, en la adecuación de todas las partes de cada ser a sus necesidades, de acuerdo al medio en que vive. Mostradles la acción de Dios en la brizna de hierba, en la flor que se abre, en el Sol que da vida. Mostradles su bondad en su solicitud hacia todas las criaturas, por ínfimas que sean; su previsión en la razón de ser de cada cosa, entre las que ninguna es inútil; el bien que siempre sirve de epílogo al mal aparente y momentáneo. Hacedles comprender que el verdadero mal siempre es obra del hombre y no de Dios. No tratéis de aterrorizar pintándoles el cuadro de las llamas eternas, en las cuales no creerán, y que los llevarán a descreer en  la bondad divina. Mas, dadles ánimo con la certidumbre de poder redimirse un día y de reparar el mal que hayan cometido. Mostradles los descubrimientos de la ciencia como revelación de las leyes divinas y no como obra de Satanás. Enseñadles a leer el libro de la Naturaleza, siempre abierto ante
sus ojos, en ese libro inagotable en donde la bondad y sabiduría del Creador están inscritas en cada página. Entonces comprenderán que un Ser tan grande, que se ocupa de todo, que todo lo vigila, que todo lo prevé, debe ser omnipotente. El campesino lo verá en el surco que abre en la tierra y el infortunado lo bendecirá en sus aflicciones, ya que podrá decir: si soy desgraciado, es por mi culpa.

Sólo entonces serán los hombres auténticamente religiosos, racionalmente religiosos, en una medida mucho mayor que cuando creían en las piedras que sudan sangre y en las estatuas que pestañean y vierten lágrimas..

EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC

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