jueves, 6 de enero de 2022

El sexto sentido o el sentido íntimo

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- No tenga miedo del bien

2.- Micro artículo: El mensaje del Espiritismo

3..- El sexto sentido o el sentido íntimo

4.-¿ Cómo se pueden explicar las desigualdades humanas?




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VIDA Y VALORES

(NO TENGA MIEDO DEL BIEN)

 

Para donde quiera que miremos, hoy en día, las noticias siempre son las peores. Noticias de escándalos, de dolor, de miserias humanas. Tenemos la impresión de que en esos días humanos, en esos tiempos terrestres, que la criatura es movida extrañamente a la sangre, a la vergüenza, a la corrupción y a  las noticias de muerte. Tenemos una sensación extraña de que el engranaje del psiquismo humano aprendió a nutrirse de la corrupción. Son policías mancomunadas con el crimen, son autoridades unidas a la corrupción. Criaturas que venden la propia conciencia a cambio de algunas cédulas ricas en cuentas bancarias.

Para donde quiera que miremos, hemos encontrado esa figura de la tragedia por los caminos humanos. Comenzamos a preguntarnos si es esto mismo lo que nos esperamos encontrar en el planeta. Para donde miremos, las noticias televisivas, de los telediarios, de los periódicos, las noticias radiofónicas. son de accidentes en las carreteras, de balas perdidas, de estupro, de contaminación de los manantiales, contaminación de los mares por barcos que derraman sustancias. Y para todo habrá indagaciones interminables.

Parece que nos acostumbramos a esa sombra que se abate sobre la tierra. Nadie responde por nada, las criaturas intentan alcanzar los altos cargos, principalmente los cargos públicos. Hay luchas, hay guerras, hay competiciones para que alguien sea director de allí, comandante de allí, dirigente más adelante. Pero, cuando surgen los problemas, nadie sabe, nadie vio. Las personas solo ven los salarios, nunca asumen responsabilidades. Para donde miremos, las noticias son esas. Los desfalcos, los engaños, los robos, la connivencia, hasta de personajes públicos y autoridades. ¿Hasta cuándo nos alimentaremos de todo eso? Porque son esas las noticias que han vendido periódicos y revistas. 

Tenemos la impresión que nada de bueno sucede en el mundo. ¡Los desastres ocurridos en cualquier lugar del mundo, entran en nuestra casa como si hubiese acontecido en nuestra calle! Las muertes, los crímenes, acontecidos en cualquier parte nos aturden, como si fuesen hechos en nuestra plaza, en el barrio donde vivimos. ¿Es justo esto? ¿Es lógico que esas cosas sucedan? En nombre de la información, periodistas, periódicos, en nombre de intereses que no sabemos, explican a la colectividad como se produce la droga, donde se halla la droga, como cuando la policía lo descubre, lo que debería ser un secreto de trabajo, secreto profesional. Y así, de ese modo, vamos viendo como las tragedias ocurridas en las ciudades grandes ahora también suceden en las ciudades menores. En cualquier esquina de nuestro país, las mismas tragedias de las ´grandes urbes, de los grandes centros urbanos.

Es necesario que hagamos una pausa para analizar esto que estamos consumiendo, sin ninguna reflexión. Pasamos horas y horas consumiendo lo que está en las páginas de sangre de los periódicos y observando aquello que vemos por las escenas televisivas que nos son mostradas. ¿Hasta cuándo pagaremos para sufrir? ¿Para encharcarnos de esas noticias tan infaustas, tan desesperantes y negativas, como si estuviésemos con miedo del bien? Hay que cambiar esa fase para que el mundo encuentre la salida que espera.

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 Si salimos de esa carrera de tragedias al cual nos acostumbramos poco a poco, si dejamos un poco de oír y de asimilar las ideas de asaltos, robos, secuestros, y homicidios, comenzaremos a tener ojos para ver lo positivo, el lado bueno de las cosas. No significa que tengamos que ser personas ingenuas y que creamos que, en nuestra sociedad, esas cosas negativas no ocurren. Sabemos que eso pasa, sin embargo, si miramos con otra visión, si tuviéramos un poco más de buena voluntad para con el bien, pasaríamos a ver, en nuestra comunidad, cuantas familias adoptan niños huérfanos y no merecen ningún destaque en los medios; las instituciones que acogen a personas mayores, pobres o no, los atienden con cariño, y les dan un nuevo hogar. Muchas veces, son mayores cuyos hijos los abandonaron y no siempre porque eran hijos pobres, sino porque se avergüenzan de ellos. Si miramos un poco más, encontramos la creación de escuelas patrocinadas por gentes sencillas  que se reúnen y resuelven escolarizar. También encontramos personas ligadas a la música, que crearon orquestas de gran calidad, con niños que estaban pidiendo por las calles, con niñas que estaban prostituyéndose, al lado de las señales de tránsito, en las carreteras y que, hoy, están ganándose la vida, gracias al arte de su música.

Si prestamos atención en el bien, veremos jóvenes que salieron de barrios pobres porque creían que podían, que recibieron apoyo de algunos mecenas. Hoy se han hecho bailarines, cantantes, deportistas de los más variados, esparcidos por  tantos lugares del mundo. Porque el bien actúa siempre. Si damos oportunidades al bien, este funciona. En cuanto oímos hablar de los jóvenes que se matan de sobredosis, jóvenes que acaban en las fiestas del delirio, jóvenes deprimidos vestidos de negro y pálido, nos olvidamos de aquellos otros que trabajan de día, que estudian de noche, que pasan los fines de semana cuidando de sus deberes comunes para que, durante la semana, continuar con su ritmo de estudio y trabajo, y poder vencer. Estos no merecen una línea en los periódicos. Pero, si un joven inhala cola, merece media página; si asalta, si revienta las cajas de los bancos, merece respaldo en el noticiario. ¿Qué mundo estamos haciendo? ¿Qué paz estamos buscando. si el bien no tiene un merecido comentario, y no puede volverse noticia? Solamente el mal.

Para las mentalidades frágiles, es más ventajoso hacer el mal. Así. por ejemplo, nadie habla de un notable profesor que tiene una técnica excelente de alfabetizar a sus alumnos y retirarlos de la ignorancia. Nadie habla de un medico que descubrió una terapia nueva para viejos males. Nadie. Absolutamente nadie. Cuando nos reunimos, los que nos decimos religiosos, es para comentar el mal. Raramente comentamos el bien. Las curas que Dios ha hecho recaer sobre sus hijos, por las manos de médicos abnegados, por las manos de Espíritus queridos que nos inspiran, que nos tratan con esas energías formidables del mundo superior. Nada de eso merece noticia porque las personas no creen en Dios, ni creen en los seres espirituales, ni creen en esas cosas.

Es importante no tener miedo del bien. Donde estemos, hablemos del bien. ¿Cómo la gente va hablar del bien? Hablemos de nuestros hijos, de las notas que sacaron, de sus estudios,  de que tocan la guitarra, el piano, de que cantan, de que están ayudando en una obra de una Institución como voluntarios, etc. 

Vamos a hablar de cosas buenas. No importa que las personas digan que nosotros solo hablamos de nuestros hijos, si ellos son la luz, si ellos son el bien. Vamos a hablar lo que conviene a la sana doctrina, propuesto por el Apóstol Pablo. No tengamos miedo del bien porque será gracias al bien que alcanzaremos ese Camino, esa Verdad y esa Vida que Jesús Cristo representa para nosotros.

 Raúl Teixeira.

 

Transcrita por el  Programa Vida e Valores, de número 185, presentado por Raúl Teixeira, bajo la coordinación de la Federación Espirita del Paraná.  Programa grabado en enero del 2009

Traducido por Jacob . Adaptación y revisión gramatical por J.Luis Martín

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Micro-artículo: El mensaje del Espiritismo

                          


 Los espiritistas, los que conocemos bien la doctrina codificada por Allan Kardec, debemos de trasmitir este bello mensaje de amor y de paz sin miedo. En este mundo donde no se tiene ningún cuidado por las cuestiones morales, no nos han de perturbar las ideas contrarias, sino hacer de respetar las propias, mostrándolas en todo su esplendor. Tenemos mucho bello que dar, ¡qué mal hacemos si lo escondemos debajo del celemín! 

O si como el mal obrero escondemos el denario dado debajo de la tierra temerosos. No es eso lo que nos ha mandado la espiritualidad. 

Necesitamos afinar nuestros corazones para sonar en una bella sinfonía y así consolar tantos y tantos pesares. Pues hoy abundan en este mundo falto: un ideal moral recto, libertador y que nos da la conciencia clara.    

 La paz de Jesús esté con todos nosotros. 

Por Jes Gut Luk, publicado originalmente en el grupo de Facebook “Doctrina Espiritista” el miércoles 28 de Junio de 2017

(Tomado de Zona Espírita )

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EL SEXTO SENTIDO O EL SENTIDO ÍNTIMO

                                 


El hombre posee  en estado latente, además de los sentidos y facultades que conocemos, otros sentidos y facultades de los que no nos damos cuenta, con superioridad infinita a los sentidos y facultades que conocemos.

 De entre estas facultades que el alma tiene en germen, vamos a ocuparnos hoy de una que, aunque nos es poco conocida, hay datos suficientes para contrastar y evidenciar su existencia. Esta es la que llamamos el sexto sentido.

  Los cinco sentidos corporales ( en realidad  con el  sentido del equilibrio son seis), debidamente dirigidos por la razón para no caer en lamentables extravíos, nos ponen en relación y nos dan a conocer el mundo físico que nos rodea.

  Pero la ciencia nos enseña que la Naturaleza, además del aspecto exterior que impresisona a los sentidos, tiene otros modos de manifestarse. La física comprueba que más allá del rojo y violeta hay colores que no impresionan nuestra vista, apta solo para recibir las vibraciones lumínicas comprendidas entre estos dos colores, y por consiguiente, las vibraciones luminosas que exceden o no llegan a las de aquellos dos colores, pasan sin que nuestra vista nos revele su existencia. Al chocar dos cuerpos se produce una vibración aérea, sonido, que es percibido por nuestro oído, siempre que a él llegue con cierto grado de intensidad, habiendo mil sonidos en todos los momentos que tampoco oímos.  Esto también ocurre con los demás sentidos.

  Por si los descubrimientos de la física no fuesen suficientes, el telégrafo sin hilos, nos revela la existencia y transmisión de ondas vibratorias, cuya existencia también pasa desapercibida para los sentidos.

  Decimos todo esto previamente para contrastar, una vez más, la existencia del mundo estracorpóreo, extramaterial, fluídico, o como se le quiera llamar`, que nos rodea y que se manifiesta de diferentes modos.

  Pues bien, así como la inteligencia en su incesante progreso, ha llegado al descubrimiento de estas manifestaciones extracorpóreas de la Naturaleza, o de ese mundo etéreo, el alma, en su incesante desarrollo, inicia en el organismo nuevos sentidos que le permitan sentir y apreciar dicho mundo fluídico.

  El sexto sentido es uno de ellos.

  Al tratar, Allan Kardec primero, y otras ilustres personalidades del Espiritismo, después, de las propiedades del periespíritu, convienen todos en que este no solo se halla en todas y cada una de las células del cuerpo, sino que además irradia al exterior, envolviendo especialmente a la cabeza, en tres aureolas de diferentes magnitudes y densidades, según el grado de progreso intelecto-moral del alma.

  Cuando en nuestra mente formulamos un pensamiento cualquiera, bueno o malo, ligero, superficial o profundo, sale de nuestro cerebro al exterior un algo; una sustancia vibratoria de color y forma en armonía con el carácter del pensamiento.

  Otro tanto sucede con las voliciones: todo deseo, torpe, egoísta o altruísta, van acompañados, en dirección al sitio que deseamos, de una vibración especial.

  Pues bien, estas diferentes vibraciones del periespíritu, impresionan en mayor o menor medida a los demás hombres, y a la facultad que en nosotros existe de recibir y apreciar dichas impresiones, es a lo que llamamos sexto sentido.

  Desde luego, se nota la esencial diferencia que hay entre el sexto sentido y los cinco (seis) sentidos corporales, pues al paso que estos tienen por fin ponernos en relación con el mundo exterior, el sexto sentido nos pone en relación íntima con el mundo espiritual, pues las vibraciones de nuestros semejantes que nos impresionan, son fiel reflejo de los sentimientos, deseos y pensamientos que las han producido.

  Aunque para el sexto sentido no tiene nuestro cuerpo un órgano especial, como lo tiene para los demás sentidos, es verosímil que en la parte anterior del cerebro, en la frente, es donde más particularmente impresionan las modulaciones fluídicas; y lo demuestra, entre otras cosas,  el hecho de que cuando queremos abstraernos del mundo exterior, cuando un pensamiento, sentimiento o algo anormal a nosotros, o un fuerte presentimiento llega a afectar nuestra alma, instintivamente llevamos las manos a la frente, como para poder darnos más exacta cuenta del  presentimiento, volición o pensamiento que parece llegar desde fuera a aquella parte del cerebro, como el telegrafista acude al aparato receptor para descifrar las comunicaciones que le llegan desde cualquier lejano lugar.

  Muchas páginas tendríamos que escribir para especificar las diversas funciones que desempeña el sexto sentido, su iniciación y desarrollo en el hombre a través de los tiempos, ejemplos que lo comprueban.... Pero no siendo esto posible en el reducido espacio de este artículo, nos concretamos con ligeros apuntes. ¿Cómo funciona el sexto sentido?; ¿A qué leyes obedece?.

 Aunque fuera soberbia pretensión querer contestar categóricamente y de modo absoluto, que no dejase lugar para la menor duda, hay datos suficientes que permiten cuando menos inducir con probabilidades de acierto. Y estas probabilidades las hallamos en una teoría de la física para la explicación de los más sublimes fenómenos: La teoría de las vibraciones.

  Ya hemos indicado que el cuerpo periespiritual o fluídico de cada individuo tiene su propia vibración especial y que los pensamientos, voliciones y sentimientos de cada espíritu producen emanaciones vibratorias de diferente modalidad e intensidad.

  Con estos antecedentes, es fácil darse cuenta de la función del sexto sentido.

   Al aproximarse dos personas, sus cuerpos fluídicos, que como hemos dicho, irradian fuera del cuerpo material, se juntan, aunque no se mezclan, y el sexto sentido, experimenta cierto choque o impresión, agradable si las vibraciones de ambas son armónicas, o desagradable, si las vibraciones son muy diferentes.

  De paso consignaremos que las hasta ahora inexplicadas simpatías y antipatías tienen su fundamento en esas  vibraciones periespirituales, las cuales son expresión de las cualidades y estados del alma. Si las vibraciones son armónicas, el sexto sentido experimenta cierto bienestar, al que llamamos simpatía, y el alma es atraída hacia otra semejante. Sucede lo contrario cuando las vibraciones son desemejantes.

  Si una persona de honestos pensamientos y costumbres entra en una habitación en la que se hallan personas con pensamientos y costumbres libinidosas, aunque la reciban con la más correcta cortesía, el sexto sentido queda desagradablemente impresionado y advierte al alma los sentimientos que aquellos quieren ocultar.

  El sexto sentido no se halla igualmente desarrollado en todos los hombres, pues desde el salvaje, en el que apenas hay señales de su existencia, al civilizado, que da muestra de su sensibilidad, hay muchas gradaciones. Sin embargo todavía no ha alcanzado todo su desarrollo, y cuando el hombre del porvenir, esclavizando sus malas pasiones, sea más dueño de sí mismo, su organismo será más fino y más perfecto, y se dará más exacta cuenta de las impresiones del sexto sentido. Entonces no podrá imperar la falsedad, el engaño y la traición, pues por el sexto sentido el hombre verá como en un espejo el alma de sus semejantes.

- Eugenio García Gonzalo.

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¿ Cómo se  pueden  explicar las  desigualdades humanas?

A lo largo de la historia han existido muchos filósofos que han tratado de resolver estas profundas interrogantes, y otras,  que no siempre resolvieron y que siempre se planteó el Ser humano.

El comprender y admitir la reencarnación y la ley de Causa y Efecto que la regula, como una realidad fuera de dudas, nos permite comprender a su vez, el problema de las desigualdades humanas y de sus causas,  pues  de la reencarnación se deduce  una explicación racional  para estos eternos interrogantes : el  sentido de la vida y  el por qué del sufrimiento humano y las desigualdades humanas, así como también nos lleva a comprender  el origen del Ser y  su destino, ofreciendo respuestas lógicas y coherentes sobre cuestiones en donde otras filosofías no  acceden  o dan  otras explicaciones ambiguas o insuficientes a la razón. 

En un principio todos los espíritus son creados iguales, pero en función del uso de su individualidad y  libertad cada uno se fue poco a poco diversificando y desigualando con respecto a los demás. Así, unos se perfeccionaron antes que los otros y  fuimos  adquiriendo aptitudes diversas, físicas y psíquicas, que nos diferenciaban a los unos de los otros. Por otro lado no todos los Seres espirituales hemos sido creados al mismo tiempo, pues Dios nunca dejó de actuar en la Creación, lo cual supone el que unos Espíritus son mas viejos y otros más jóvenes y con menos experiencia y madurez. La filosofía que se deriva del estudio de la reencarnación  bajo un planteamiento espírita, nos induce a pensar que, en efecto,  nuestra igualdad con respecto a los demás al comienzo de nuestra andadura existencial, fue total y absoluta, pues como Seres espirituales que somos,  todos procedemos de un mismo origen, partiendo en cuanto a desarrollo de facultades, de cero absoluto, pero después   el resultado de nuestro esfuerzo individual  por avanzar en nuestra evolución ha sido el haber llegado en la actual existencia  en unas posiciones mas o menos adelantadas o atrasadas que otros  en cuanto al grado de desarrollo intelectual y moral,  así como  atravesando unas circunstancias  humanas distintas , necesarias en cada existencia para el aprendizaje y desarrollo individual de cada uno.

   Esto nos lleva a poder admitir  que las  desigualdades intelectivas, morales y volitívas  deben tener su causa en los  diversos estados evolutivos del Espíritu, así como  que  las desigualdades humanas de carácter físico, social  y moral, son el fruto dulce o amargo de la cosecha de  aquello  que  antes se sembró voluntariamente  en el pasado. Asimismo también en muchas ocasiones estas desigualdades humanas no obedecen a la ley de Causa y Efecto, sino a la asunción voluntaria y programada de determinadas pruebas y circunstancias humanas a las que nos comprometimos antes de reencarnar, siempre con el fin de adelantar en nuestra evolución.

Si aceptamos que hay otros mundos, tanto físicos como espirituales, y  si además la reencarnación no existiese, nos podríamos plantear  en buena lógica: ¿ Por qué Dios, infinitamente bueno y sabio, ha puesto en esos mundos ,mucho mas adelantados algunos de ellos, en donde se vive mucho mejor que en  la Tierra , a  otros Seres  mientras que a nosotros nos hace nacer en este mundo, que  ha sido  tantas  veces llamado, no sin razón, “un valle de lágrimas”?. También nos podemos plantear la causa de las desigualdades humanas : ¿Por qué unos han nacido en medio de la riqueza y del bienestar, mientras otros  nacieron en medio de la miseria, el hambre o la guerra?, o  ¿ Por qué a unas personas les ha dado Dios unas capacidades físicas o intelectuales muy limitadas, mientras que a otras les ha hecho nacer como genios por su capacidad y precocidad? ; ¿Qué sentido tiene todo esto?. ¿Por qué esta aparente “injusticia divina”?

Indudablemente estas desigualdades  en lo intelectivo, lo moral, lo social, etc, nos  están indicando que estamos inmersos en un proceso evolutivo  a modo de una carrera campo a través, en la que unos corredores van lanzados en cabeza de carrera, mientras otros van siguiendo detrás y otros que van mucho mas atrasados y descolgados de todos los anteriores.  Esta carrera evolutiva comprende  muchas existencias en la materia, porque de otro modo, esa Fuente de Perfección infinita a la que llamamos Dios, habría cometido el fallo de crear seres injustamente desiguales si nos consideráramos  existiendo en  una sola  y única  vida física. 

Si creemos en un Dios justo y perfecto en todos sus infinitos atributos, que ama por igual a todos sus hijos, como es de lógica justicia, ¿ Por qué habría colocado a unos en un escenario mejor y mas feliz y a otros en uno mucho peor, o por qué a unos  otorgaría  lo que a otros niega?.

La filosofía  espírita que se deriva al meditar sobre  la Reencarnación, da sentido a nuestra vidas,  al inducirnos a comprender las causas del mal en el mundo, y sobre todo el por qué de tantas desigualdades humanas  que de otro modo serían totalmente incomprensibles e  injustas.

Por tanto, la Reencarnación es  el hecho  por el que mejor podemos comprender  la infinita  Bondad del Creador, que nos da tantas  y tantas oportunidades como precisemos para aprender y para rectificar nuestros errores durante el aprendizaje en las vidas como seres  humanos.

 Las desigualdades humanas tienen que ver con el  diferente grado de desarrollo evolutivo  del Ser en cada uno de sus aspectos, y ese diferente grado de desarrollo se explica porque  los Seres espirituales  no tenemos todos la misma edad  ni las mismas experiencias y aptitudes ; unos han vivido antes muchas veces y son “espíritus viejos”, con  muchas experiencia y mucha sabiduría , al lado de   otros aún  muy “jóvenes” e inexpertos, por lo que  en su desarrollo evolutivo quedan todavía  muy lejos de los mas adelantados  que han vivido y aprendido más, aunque la  meta evolutiva  de todos finalmente  será  la misma.

Las desigualdades humanas vistas bajo el prisma de una sola y única existencia, por lo ilógicas e injustas que parecen, pueden llegar a causar  una lógica pérdida de fe en la existencia de Dios y de su Justicia. 

El no tener en cuenta la Reencarnación y comprender que  este concepto no es una teoría sino  una realidad o ley natural  que  da contestación  a tantos interrogantes  que de otro modo no encuentran respuesta, supone no  llegar a  aceptar   si  no es  ciegamente a través de un  fanatismo irracional, la idea de  un Dios  justo y perfecto y a  esconder nuestra alma ante la luz de la verdad, al no  querer pensar tan siquiera en los por qué de  nuestra existencia en el universo. Por eso, Kardec se preguntaba si acaso era más racional preferir una explicación que no aclarase el origen de las  desigualdades humanas, antes  que optar por la que la que sí las explica, refiriéndose por supuesto, a la Reencarnación.

- Jose Luis Martín-

 

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