domingo, 2 de enero de 2022

Cuidadores del Mundo

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Los peligros del Espiritismo

2.- El Espiritismo en su más pura esencia

3.-Cuidadores del Mundo

4.- Amar al prójimo como a sí mismo: La Fe






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     LOS PELIGROS DEL ESPIRITISMO

Entre los experimentadores del Espiritismo, queriendo algunos, con objeto de comprobación, fijar ellos mismos las condiciones de la producción del fenómeno, acumulando obstáculos y exigencias, no han obtenido ningún resultado satisfactorio, y, desde entonces, han sido hostiles a esta clase de hechos. 

Debemos recordar que las comunicaciones de los Espíritus no pueden ser comparadas a las experiencias de física y de química. Aun éstas están sometidas a reglas fijas, fuera de las cuales todo resultado es imposible. 

En las manifestaciones espiritistas nos hallamos en presencia, no ya de fuerzas ciegas, sino de seres inteligentes, dotados de libertad y de voluntad, que a veces leen en nosotros, disciernen nuestras intenciones malévolas, y, si son de un orden elevado, se cuidan muy poco de satisfacer nuestros caprichos. El estudio del mundo invisible exige mucha prudencia y perseverancia.

  "Sólo después de años de reflexión y de observación se adquiere la ciencia de la vida, se aprende a conocer a los hombres, a  juzgar su carácter y a preservarse de las asechanzas de que el mundo está lleno".

Más difícil aún de adquirir es el conocimiento, de la humanidad invisible que nos rodea y que flota por encima de nosotros. 

El Espíritu desencarnado se encuentra más allá de la muerte tal como él mismo se ha hecho durante su estancia aquí bajo. No es ni mejor ni peor.

  "Para dominar una pasión, corregir un defecto, atenuar un vicio, se necesita a veces más de una existencia."

Resulta que en la multitud de los Espíritus, los caracteres serios y reflexivos están, como en la Tierra, en minoría, y los Espíritus ligeros, apasionados por las cosas pueriles y vanas, forman numerosas legiones. El mundo invisible es, pues, en una escala más vasta, la reproducción, el duplicado del mundo terrestre. Allí, como aquí, no todos poseen la verdad y la ciencia. La superioridad intelectual y moral no se obtiene sino por un trabajo lento y continuo, por la acumulación de los progresos realizados en el curso de una larga serie de siglos.

 Sabemos, sin embargo, que este mundo oculto influye constantemente sobre el mundo corporal. Los muertos tienen ascendiente sobre los vivos, los guían y los inspiran sin que ellos lo sepan.

Los Espíritus se atraen en razón de sus afinidades. Los que se han despojado de la envoltura carnal, asisten a los que están aún revestidos con ella. Los impelen por la senda del bien, pero también los empujan a veces por la del mal. 

Los Espíritus superiores no se manifiestan más que en los casos en que su presencia puede ser útil y facilitar nuestro adelantamiento. Huyen de las reuniones ruidosas y no se dirigen más que a los hombres de intenciones puras. Nuestras oscuras regiones les agradan poco. Así que pueden, se vuelven a los centros menos cargados de fluidos groseros pero a pesar de la distancia, no cesan de velar por sus protegidos.

Los Espíritus inferiores, incapaces de aspiraciones elevadas, se complacen en nuestra atmósfera. Se mezclan en nuestra vida, y, preocupados únicamente de lo que ocupaba su pensamiento durante la existencia corporal, toman parte en los placeres y en los trabajos de los hombres a quienes se sienten unidos por analogías de carácter o de costumbres. Llegan a veces a dominar y a subyugar a las personas débiles que no saben resistir a su influencia. En ciertos casos su dominio llega a ser tal, que pueden llevar a sus víctimas hasta el crimen y la locura. Los casos de obsesión y de posesión son más comunes de lo que se piensa. Ellos dan la explicación de muchos hechos relatados en la historia. 

Sería peligroso entregarse sin reserva a los experimentos espiritistas.

El hombre de corazón recto, de juicio ilustrado y firme, puede hallar en ellos consuelos inefables y preciosas enseñanzas. Mas aquel a quien sólo inspirase el interés material, o que no viese en estos hechos más que una frívola diversión, sería fatalmente el juguete de Espíritus pérfidos, que, halagando sus inclinaciones y seduciéndole con brillantes promesas, captarían su confianza para abrumarle enseguida de burlas y desengaños.


"Se necesita, pues, una gran prudencia para entrar en comunicación con el mundo invisible".

El bien y el mal, la verdad y el error están allí mezclados, y para distinguir uno de otro, hay que pasar todas sus revelaciones y todas sus enseñanzas por el tamiz de un juicio severo.

No debe uno aventurarse por ese terreno más que paso a paso y con la antorcha de la razón en la mano.

Para apartar las malas influencias y para alejar las hordas de Espíritus ligeros o maléficos, basta conservar la serenidad de ánimo, no abdicar jamás el derecho de comprobación y de examen, y buscar por sobre todas las cosas los medios de perfeccionarse en el conocimiento de las leyes superiores y en la práctica de las virtudes. 

Aquel cuya vida es recta y que busca la verdad sinceramente, no corre riesgo alguno. Los Espíritus de luz leen en él, ven sus intenciones y le asisten. Los Espíritus engañosos y embusteros se alejan del justo como una partida de guerrilleros ante una ciudadela bien defendida. Los obsesores atacan con preferencia a los hombres ligeros que descuidan las cuestiones morales para buscar en todo su placer o su interés.

 Casi siempre los obsesados están unidos a sus perseguidores invisibles por lazos cuyo origen se remonta a existencias anteriores. No borra la muerte nuestras faltas ni nos libra de nuestros enemigos. Nuestras iniquidades pesan sobre nosotros a través de los siglos, y aquellos que han padecido por ellas nos persiguen con su venganza y con su odio más allá de la tumba. Así lo permite la soberana justicia. Todo se, redime y todo se expía.

"Lo que en los casos de obsesión y de posesión nos parece anormal e inicuo, no es a menudo, más que la consecuencia de las expoliaciones y de las infamias cometidas en el oscuro pasado."

Por Léon Denis. Para el libro “Después de la Muerte: Exposición de la Doctrina de los Espíritus” (1889)


( Tomado de Zona Espírita )

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EL ESPIRITISMO EN SU MÁS PURA ESENCIA

                                                                


   Cuando queremos aclarar lo que es un concepto (en nuestro caso hablamos del Espiritismo), está bien empezar por acotar lo que NO es como una primera forma de evitar posibles confusiones. Mas cualquier descripción que pretendiéramos efectuar acerca de un tema, quedaría coja si después no estableciéramos de forma diáfana lo que ES y lo que implica. Numerosos espíritas de la época, a finales del siglo XIX, se reunieron en Barcelona (España) durante el Primer Congreso Internacional Espiritista (13 de septiembre de 1888), bajo la presidencia del inigualable José María Fernández Colavida, llamado el Kardec español, pues fue el primero en traducir las obras del codificador al castellano. Más de 125 años han transcurrido desde aquella memorable fecha y no obstante, las conclusiones allí recogidas parecen haberse firmado ayer mismo. Y es que como afirmó el insigne poeta Antonio Machado, “la Verdad es lo que es, y sigue siendo la Verdad aunque se piense al revés”.

Existencia de Dios

Dios existe, hermanos. Sin este enunciado, no podríamos seguir adelante y todo cuanto quisiéramos explicar carecería de sentido. Él, como Inteligencia Suprema, es la causa primera de todas las cosas. Como Espíritu universal, se expresa y manifiesta en la Naturaleza y en el hombre, señal más alta de la vida. Dudar de la existencia de Dios es tanto como negar que todo efecto proceda de una causa y por tanto, asentar que la nada ha podido hacer algo. La inteligencia reside en el hombre y como este es parte integrante del universo, lo que existe en la parte debe encontrarse también en el Todo.

Apreciamos la armonía que regula el funcionamiento del universo, es decir, el poder inteligente que existe detrás de este fenómeno. La inteligencia está reñida con el azar ya que este es ciego y no se puede atribuir a la suerte el cometido del intelecto. Por ello, una inteligencia divina rige los mundos y establece una ley, inmanente, eterna y reguladora a la que los seres y las cosas están sometidos.

Infinidad de los mundos habitados

Dios pobló los mundos de seres vivientes, concurriendo todos ellos al objeto final de la Providencia. Nuestra racionalidad nos impide pensar en que la Tierra tenga el privilegio de ser el único lugar habitado con exclusión de los demás. Es por ello por lo que los espíritus encarnados que forman la humanidad no pueden circunscribirse solo a nuestro planeta sino que pueblan todos los mundos diseminados por el espacio.

Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes orbes son apropiadas al medio en que están llamados a vivir, por lo que contienen, sin duda, elementos desconocidos para nosotros. Esos mundos son diferentes y se hallan adaptados a los distintos grados de perfeccionamiento de los espíritus por lo que la vida corporal puede darse en formas muy diversas. El cuerpo del espíritu será más pesado y material cuanto menos adelantada sea su condición.

Preexistencia y persistencia del espíritu

El espíritu contiene el principio inteligente, individual e inmortal. Fue creado simple e ignorante, pero contiene el germen de todas las facultades superiores, por lo que se halla en disposición de desarrollarlas a través de su esfuerzo y trabajo. El alma no es más que un espíritu encarnado. Posee una envoltura temporal que es el cuerpo físico y que se abandona en el momento de la muerte y otra permanente que es el cuerpo “fluídico” del que es inseparable y que progresa y se purifica con ella.

Tras el óbito, el alma viaja de nuevo al mundo de los espíritus. El perfeccionamiento de estos es fruto de su propio esfuerzo, resultando imposible en una sola vida adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que implica el camino del progreso, por lo que debe alcanzarlo en sucesivas existencias, en cada una de las cuales da algunos pasos en su evolución.

Cuanto más trabajosa resulta la tarea que debe abordar el espíritu en su vida física, mayor será su mérito. Por tanto, cada existencia lo acerca un poco más a su objetivo final. El número de estas resulta indeterminado, aunque estará en función de la voluntad del espíritu el abreviar o alargar su ruta en el perfeccionamiento moral. Esto va a depender directamente de las decisiones que tome según su libre albedrío. Por último, la vida espiritual es la vida normal del espíritu y resulta eterna; la corpórea es transitoria y pasajera: en otras palabras, un instante en la eternidad.

Demostración de la supervivencia del alma humana por la comunicación “medianímica” con los espíritus

Los espíritus actúan sobre la materia a través de su periespíritu (envoltura “fluídica”) y esta acción es inteligente, pues lo que han perdido no es más que su cuerpo pero conservando la inteligencia que es su esencia. Los fenómenos “mediúmnicos” tienen por principio la existencia del alma, su supervivencia al cuerpo y sus manifestaciones.

El alma es de una naturaleza diferente al organismo, goza de la conciencia de sí misma y experimenta sentimientos poblando el espacio. Los espíritus no son pues otra cosa que las almas de los hombres despojadas de su envoltura corporal. Esto es lo que se observa en las comunicaciones con ellos, tratándose de un fenómeno natural que el Espiritismo alcanza a explicar. Estos hechos, sus causas y sus consecuencias morales, constituyen toda una ciencia y una filosofía que precisa de un estudio serio y profundo.

El verdadero espírita no es aquel que cree en las manifestaciones, sino el que aprovecha la enseñanza impartida por los espíritus. La creencia en el Espiritismo solo es beneficiosa para aquel de quien se puede afirmar: “es mejor hoy que ayer”.

Infinidad de fases en la vida permanente de cada ser

Cada existencia es una prueba y aquellas pueden acortarse o alargarse según el esfuerzo realizado por cada espíritu en su camino de perfeccionamiento. Al retorno al mundo invisible, el espíritu se muestra feliz o infeliz acorde al bien o el mal que hizo. A continuación, entra en la fase en la que estudia las causas que apresuraron o retardaron su adelanto y toma las resoluciones que procurará poner en práctica en su próxima encarnación. El espíritu, al encarnar, no pierde nada de lo que trae consigo de experiencias anteriores siendo esta la razón por la que los hombres muestran, indistintamente, actitudes o inclinaciones buenas o malas que parecen innatas en ellos. Por la bondad de Dios, no podemos recordar las existencias anteriores pues estas remembranzas son en su mayor parte penosas. En cada nueva vida, el hombre es lo que se ha hecho de sí mismo, suponiendo aquella para él un nuevo punto de partida.

Recompensas y penas como consecuencia natural de los actos

Con frecuencia, el hombre es el causante de su propia desgracia. Al practicar la ley de Dios se evitan los males y se proporciona la mayor felicidad de la que es susceptible en su grosera existencia. La mayor parte de los males que afligen al ser tienen su origen en el egoísmo y en el orgullo así como en el predominio de las malas pasiones. Son la caridad y la humildad las que deben sustituir a aquellos, de modo que se respeten los derechos de cada uno y reinen entre ellos la concordia y la justicia.

Una vez “desencarnados”, los espíritus conocen acercan del mal y el bien que han realizado. El que ha hecho el mal no puede sustraerse a la mirada de sus víctimas con el consiguiente castigo y remordimiento que supone, mas el hombre de bien hallará por doquier miradas amigas y benévolas.

La creencia en el Espiritismo ayuda a mejorarnos aclarando nuestras ideas sobre el porvenir, al tiempo que apresura el progreso de las personas. La Doctrina nos enseña a soportar las pruebas con paciencia y resignación, por lo que su práctica nos acerca a la dicha presente y futura. La importancia atribuida a los bienes materiales es inversa a la fe del hombre en la vida espiritual. Son precisamente estas dudas las que le llevan a buscar su alegría en este mundo a través de la satisfacción de sus pasiones, incluso a expensas del prójimo.

Progreso infinito. Comunión universal de los seres. Solidaridad

El progreso resulta infinito, es condición de la naturaleza humana y uno no puede oponerse a él.  Existen dos clases de progreso que se prestan apoyo mutuo, aunque a veces no caminan de la mano y que son el progreso intelectual y el moral.

La caridad no es solo limosna sino que puede ser de pensamiento, palabra y acciones. La caridad del pensamiento es indulgente con las faltas del prójimo; la caridad de palabras es la que no dice nada que pueda perjudicar al prójimo; la caridad de acciones es la que asiste al prójimo en la medida de sus fuerzas. La obra a realizar por cada uno de nosotros se sintetiza en tres palabras: saber, creer y querer. Saber que tenemos recursos inagotables a nuestro alcance, creer en la eficacia de nuestra acción sobre el mundo material y del espíritu y por último, querer el bien en base a dirigir nuestras acciones a las leyes eternas del trabajo, de la justicia y del amor.

El universo entero está sometido a la ley de solidaridad. El progreso de uno se refleja en todos. Mejorar la sociedad es mejorar al individuo. Por eso es necesario conocer las leyes superiores de progreso y solidaridad así como la revelación tanto de nuestra naturaleza como la de nuestros destinos. Este conocimiento solo puede proporcionárnoslo el espiritismo. Nacer, morir, renacer de nuevo y progresar sin fin, tal es la ley.

Queridos hermanos: resulta asombroso estudiar los textos de la reunión de Barcelona y pensar que han transcurrido más de 133 primaveras desde aquello. Es imposible encontrar un solo punto o coma que sobre de la declaración. Todo esto nos debe llevar a tomar conciencia de que tenemos en nuestra mano el instrumento perfecto para evolucionar: la Doctrina y todo lo que supone. Si nuestra meta suprema es el progreso, hay que instruirse adecuadamente, a fin de que conozcamos todos los mecanismos que intervienen en nuestra existencia para luego, acorde a los principios de la coherencia y la responsabilidad, traducir esos conocimientos en acciones que nos acerquen a la excelencia moral. Para ello vino Jesús a la Tierra, para esto apareció el codificador en el momento justo, compilando la sabiduría esencial necesaria para el ser humano y ya lo que resta, es que nos pongamos todos a trabajar juntos en ese camino de perfeccionamiento al que estamos gloriosamente destinados por voluntad del Creador. Que así sea.

- Jose Manuel Fernandez-


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                                        CUIDADORES DEL MUNDO

                                                     ( Comunicado espiritual )


   En otro lugar, en otra dimensión paralela a vosotros existen espíritus nobles de corazón repletos de bondad y paz, los cuales cumplen una sabia y común misión.

El cuidado de vuestro mundo, nuestro mundo, el que nos dio la oportunidad de aprender y desarrollarnos para nuestra evolución.

El planeta Tierra, tan bello, tan salvaje en ocasiones, fruto de la sabia razón del equilibrio, razones lógicas o ilógicas veréis según vuestra mira o adelanto. La madre Tierra acoge a grandes espíritus de todas las razas y estados de evolución, ella permite vuestro y nuestro avance, el cual es un conjunto de belleza sublime muchas veces aún inalcanzable a vuestros ojos y entendimiento.

Los espíritus reunidos por afinidad luchamos contra fuerzas que no permiten la evolución, pero las leyes del universo son justas y nobles para un equilibrio posible. Reunidos muchos espíritus en el bien podemos lograr grandes avances. Todo está en su orden y logramos poder poner las cosas en su momento sin interferir en vuestro libre albedrío, solo os inspiramos hacia el bien para que podáis realizar los menos fallos posibles.

Cuando hay catástrofes no comprendéis, porque solo podéis ver lo que vuestros ojos y entendimiento os permite echándole la culpa a Dios todo poderoso. Esa razón de ser es la poca actitud de fe y comprensión que poseéis.

Los espíritus solo estamos para lograr vuestro avance y que cometáis los menores errores, pero solo escucháis con la fuerza del egoísmo que influyen muchos espíritus encarnados y desencarnados que solo desean el mal por encima de todo, pues existen cantidad de espíritus de todas las clases.

Los encargados de cuidar el mundo procuramos con nuestra energía que recogemos del bien, construir no destruir para ir equilibrando y ayudando como ya os hemos indicado, porque recordar que solo por amor es salvado el hombre y eso solo depende de cada uno de vosotros.

La vida es un gran regalo y estáis hechos para amar y ser felices, buscar la felicidad en la sencillez, llenaros de amor según vuestra forma de ver o mirar y comprenderéis que bella es la vida, no alimentaros solo de lo feo o negativo que poseen las personas, intentar ver la belleza de su interior, de vuestro interior, porque todos la poseéis y crecer, crecer en amor e ilusión para fortalecer el bien por encima de todo, confiar y amar.

Recibir cada prueba como algo positivo hacia vuestra evolución porque recordar que este planeta os da la oportunidad de rescatar aquello que en otras vidas cometisteis y ahora toca rectificar. Usar la paciencia y aceptar con amor, siempre luchar por el bien, ser rectos y nobles fortalecer vuestra naturaleza con buenas inclinaciones justas y rectas por amor a todo.

Buscar consuelo en la confianza y nobleza porque todo será devuelto hacia vuestro progreso.

Confiar, amar y lograr la meta que cada uno debe de andar.

Los espíritus que os cuidan os aman y comprenden, nunca os abandonan porque el amor es la verdadera fuente.

Quedar en paz.

15 – 2 – 2018 

(Tomado del Blog Sendero de Amor)


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                                  AMAR AL PRÓJIMO COMO A SÍ MISMO.

                                       La Fe

 

Una cosa es la creencia y otra es la fe. La creencia puede surgir de una convicción racional de nuestra mente, pero la fe en Dios es un  atributo del alma  que va mas allá del razonamiento; es mas bien un sentimiento elevado que percibe los  atributos Divinos dentro de la propia alma.

 La fe puede ser en muchas cosas: En uno mismo cuando se tiene seguridad completa de lo que se conoce de nuestras capacidades y de lo que nos limita. También podemos hablar de fé religiosa cuando se cree  firmemente en los particulares dogmas de cada religión; así se dice fé católica, fé bahái, fé musulmana, etc.

 La fé  es  un poder  verdadero  que  puede superar  las propias fuerzas físicas y mentales; un poder capaz de envolvernos y  transformarnos   de modo extraordinario. La  Fé en Dios y en Lo Superior nos causa una fuerza o  un estado capaz de superarlo todo.

  Para  sustentar y aumentar  la  fe en lo Superior, es mediante  la oración, pues esta  clama una respuesta del Padre y esto alimenta  la Fe con el sentimiento del Amor Divino en el alma. La oración  no es   un pensamiento en forma de palabras, sino un  sentimiento abstracto, un ansia de que el Amor de Dios penetre abundantemente en el alma. Este  ansia es más rápida que el pensamiento y las oraciones de esta clase llegan  hasta el Padre que siempre las escucha y responde.

  Cuando Jesucristo habló de la Fe en un sentido espiritual,  afirmó que la Fe es capaz de transportar  montañas, refiriéndose a  que por ella se pueden superar las dificultades de la vida que se interponen en nuestro camino del progreso.

 La Fe  genera perseverancia y energía necesarias para vencer los obstáculos de esas “montañas”.  Es como una fuerza que nace del alma , con  la certeza de la existencia de la Sabiduría y la Justicia Divinas, que se manifiestan espontáneamente y de forma natural en la propia vida.

     Quien tiene Fe, tiene total confianza en Dios porque sabe que él por si mismo es solo un instrumento de Su Voluntad, y que nada puede sin El. 

    La Fe  no se impone, sino que se siente en cuanto a lo que son verdades espirituales transcendentes y de carácter universal.

     La creencia otorga una fé que puede ser razonada o ciega; esta última tiene el peligro de que al no razonar ni examinar nada, acepta igualmente lo falso  como  lo verdadero, llegando a sostenerla solo por el fanatismo.

     La Fe  pura, fuera de la fe  de las sectas religiosas ,es la  auténtica Fe en Dios y en los conceptos elevados transcendentes  y  aparece como algo innato en algunas personas, en las  que  se traduce como una seguridad absoluta en la real existencia de Dios, Amor,  Justicia y  Misericordia . Esto es señal de que ya han venido a este mundo preparados a sostenerla y ejemplarizarla, y es una prueba más de que la  evolución espiritual existe y de que  la reencarnación, por tanto,  es una realidad. Sin embargo es importante precisar que la auténtica Fe  en Dios y en lo que sabemos de conocimiento espiritual, debe siempre de ir acompañada de acciones, obras, posturas y comportamientos, que corroboren y confirmen esa fe, pues la fe  sin obras es solo teoría; es fe muerta y de nada vale, y estas acciones u obras no son otra cosa que la Caridad, que es el Amor en acción,  para con el prójimo  en sus diversos aspectos y formas, así como con todos los seres vivos y con la Naturaleza en general.

- Jose Luis Martín-

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