lunes, 24 de enero de 2022

El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

   Frase de Kardec

1.- La carne es débil. Estudio filosófico y moral

2.-Historia del Espiritismo en España y Colonias de América.(1853 a 1888)

3.- ¡ El Faro de los Siglos !

4.- El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza




                                           *************************************



                                                                                        


                                                     FRASE DE KARDEC

Los Espíritus siempre dijeron: “La forma no es nada, el pensamiento lo es todo._ Orad, cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os conmueva, pues un buen pensamiento vale más que numerosas palabras extrañas al corazón”.

                                     **********************


     

                                                  


 La Carne es Débil – Estudio Filosófico y Moral


Hay pensamientos viciosos que evidentemente son inherentes al Espíritu, porque tienden más a lo moral que a lo físico: otros más bien parecen la consecuencia del organismo y por esta razón, se cree que en ellos hay menos responsabilidad. Tales son las predisposiciones a la cólera, a la malicie, a la sensualidad, etc.

Esta perfectamente reconocido hoy por los filósofos espiritualistas que los órganos cerebrales, correspondiendo a las diversas aptitudes, deben su desarrollo a la actividad del Espíritu; que este desarrollo es, pues, un efecto y no una causa.

Un hombre no es músico porque tiene la protuberancia de la música, sino que tiene la protuberancia de la música porque su Espíritu es músico.

Si la actividad del Espíritu obra sobre el cerebro, debe obrar igualmente sobre las demás partes del organismo. El Espíritu es así el artista de su propio cuerpo, que amolda, por decirlo así, con objeto de apropiarlo a sus necesidades y a la manifestación de sus tendencias. Dado esto, la perfección del cuerpo en las razas adelantadas sería el resultado del trabajo del Espíritu, que perfecciona su organismo a medida que aumenta sus facultades. (El Génesis según el-Espiritismo, Cáp. II; Génesis Espiritual).

Por una consecuencia natural de este principio, las disposiciones morales del Espíritu deben modificar las cualidades de la sangre, darle más o menos actividad, provocar una secreción más o menos abundante de bilis o de otros fluidos. Así es, por ejemplo, como el glotón se siente venir la saliva o, como vulgarmente se dice, el agua a la boca, al ver un manjar apetitoso. No es el manjar quien puede sobrexcitar el órgano del gusto, puesto que no hay contacto: es, pues, el Espíritu, cuya sensualidad se ha despertado, quien obra por el pensamiento sobre este órgano, mientras que la vista de este manjar no produce efecto alguno .en otro Espíritu. Lo mismo sucede con todos los apetitos, con todos los deseos provocados por la vista. La diversidad de las emociones no puede explicarse en muchos casos sino por la diversidad de las cualidades del Espíritu. Tal es la razón por la que una persona sensible vierte fácilmente lágrimas: no es la abundancia de las lágrimas la que da la sensibilidad al Espíritu, sino la sensibilidad del Espíritu es la que provoca la secreción abundante de lágrimas. Bajo el imperio de la sensibilidad se ha modelado el organismo sobre esta disposición normal del Espíritu, como se ha modelado sobre la del Espíritu glotón.

Siguiendo este orden de ideas, se comprende que un Espíritu irascible debe infundirse en un temperamento bilioso: de donde se deduce que un hombre no es colérico porque es bilioso, sino que es bilioso porque es colérico. Lo mismo sucede con todas las demás disposiciones instintivas. Un Espíritu débil e indolente dejará a su organismo en un estado de atonía en relación con su carácter, en tanto que si es activo y enérgico, dará a su sangre y a sus nervios cualidades completamente distintas. La acción del Espíritu sobre el físico es de tal modo evidente, que se ve con frecuencia producirse por el efecto de violentas conmociones morales grandes desórdenes orgánicos. La expresión vulgar: La emoción le ha vuelto la sangre, no es tan desnuda de sentido como pudiera creerse; luego, ¿Quién ha podido volver la sangre sino las disposiciones morales del Espíritu?

Este efecto es sensible, especialmente en los grandes dolores, las grandes alegrías y los grandes sustos, cuya reacción puede hasta causar la muerte. Se ven gentes que mueren de miedo de morir; ¿ qué relación existe, pues, entre el cuerpo del individuo y el objeto que causa su espanto, objeto que, con frecuencia, no tiene realidad alguna? Se dice: es efecto de la imaginación: sea; pero, ¿ qué es la imaginación sino un atributo, un modo de sensibilidad del Espíritu? Difícil parece atribuir la imaginación a los músculos y a los nervios, porque entonces no se explicaría por qué estos músculos y estos nervios no tienen siempre imaginación; por qué no la tienen ya después de la muerte; por qué lo que en unos causa un espanto mortal, excita el valor en otros, etc.

De cualquier sutileza que se use para explicar los fenómenos morales por las solas propiedades de la materia, se cae inevitablemente en un laberinto, en cuyo fondo se percibe, en toda su evidencia y como única solución posible, el ser espiritual independiente, para quien el organismo no es sino un medio de manifestación, como el piano es el instrumento de las manifestaciones del pensamiento del músico. Del mismo modo que el músico armoniza su piano, puede decirse que el Espíritu armoniza su cuerpo para ponerlo al diapasón de sus
disposiciones morales.

Es curioso, en verdad, ver al materialismo hablar incesantemente de la necesidad de levantar la dignidad del hombre, cuando se esfuerza por reducirlo a un pedazo de carne que se pudre y desaparece sin dejar ningún vestigio; reivindicar para él la libertad como un derecho natural, cuando le considera solo un mecanismo sin responsabilidad de sus actos.

Con el ser espiritual independiente, preexistente y sobreviviendo al cuerpo, la responsabilidad es absoluta; pues, para la mayoría, el primero, el principal móvil de la creencia en la nada, es el espanto que causa esta responsabilidad, fuera de la ley humana, y a la cual creen escapar cerrando los ojos. Hasta hoy ninguna buena definición tenía esta responsabilidad: no era mas que un terror vago, fundado, es preciso reconocerlo, en creencias no siempre admisibles por la razón: el Espiritismo la demuestra como una realidad patente, efectiva, sin restricción, como una consecuencia natural de la espiritualidad del ser; por eso ciertas gentes tienen miedo al Espiritismo, que les turbaría en su inquietud, colocando frente a ellos el terrible tribunal del porvenir. Probar que el hombre es responsable de todos sus actos, es probar su libertad de acción, y probar su libertad, es elevar su dignidad.

La perspectiva de la responsabilidad fuera de la ley humana es el elemento moralizador más poderoso; a este fin conduce el Espiritismo por la fuerza de las cosas.

Según las precedentes .observaciones fisiológicas, puede, pues, admitirse, que el temperamento es, en parte al menos, determinado por la naturaleza del Espíritu, que es causa y no es efecto. Decimos en parte, porque hay casos en que el físico influye evidentemente sobre lo moral; por ejemplo, cuando un estado mórbido o anormal esta determinado por una causa externa accidental, independiente del Espíritu, como la temperatura, el clima, los vicios hereditarios de constitución, un mal pasajero, etc. La moral del Espíritu puede entonces estar afectada en sus manifestaciones por el estado patológico, sin que su naturaleza intrínseca sea modificada.

Excusarse de las malas acciones por la debilidad de la carne, no es, pues, más que un pretexto para escapar a la responsabilidad. La carne no es débil sino porque el Espíritu es débil, lo que cambia la cuestión y deja al Espíritu la responsabilidad de todos sus actos. La carne, que no tiene pensamiento ni voluntad, no prevalece nunca sobre el ser pensador y que quiere; el Espíritu es quien da a la carne las cualidades correspondientes a sus instintos, como un artista imprime a su obra material el sello de su genio. El Espíritu, libre de los instintos de la bestialidad, se amolda un cuerpo que ya no es un tirano para sus aspiraciones hacia la espiritualidad de su ser: entonces es cuando el hombre come para vivir, porque vivir es una necesidad, pero no vive ya para comer.

La responsabilidad moral de los actos de la vida, queda, pues íntegra; pero la razón dice que las consecuencias de esta responsabilidad deben ser proporcionadas al desarrollo intelectual del Espíritu; cuanto más ilustrado, le es menos excusable, porque con la inteligencia y el sentido moral nacen las nociones del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto. El salvaje, muy próximo todavía a la animalidad, que cede al instinto del bruto comiéndose a su semejante, es, sin duda, menos culpable que el hombre civilizado que comete simplemente una injusticia.

También en la medicina encuentra esta ley su aplicación y da la razón del mal éxito de aquella en ciertos casos. Desde el momento que el temperamento es un efecto y no una causa, los esfuerzos intentados para modificarlo pueden ser paralizados por las disposiciones morales del Espíritu, que opone una resistencia inconsciente y neutraliza la acción terapéutica. Es, pues, preciso obrar sobre la causa principal: si se consigue cambiar las disposiciones morales del Espíritu, el temperamento se modificará él mismo bajo, el imperio de una voluntad diferente o, por lo menos, la acción del tratamiento médico será secundada en vez de ser contrarrestada. Dad, si es posible, valor al poltrón y veréis cesar los efectos fisiológicos del miedo: lo mismo sucede con las demás disposiciones.

Sin embargo, ¿se dirá, el médico del cuerpo, puede hacerse médico del alma?
¿Está en sus atribuciones hacerse el moralizador de sus enfermos? Si, indudablemente, hasta cierto punto; es hasta un deber que un buen médico no desatiende nunca, desde el instante que ve en el estado del alma un obstáculo al restablecimiento de la salud del cuerpo; lo esencial es aplicar el remedio moral con prudencia, tacto y oportunidad, según las circunstancias. Desde este punto de vista, su acción es forzosa- mente circunscrita, porque, además de no tener el médico sobre el enfermo más que un ascendiente moral, una transformación del carácter es difícil en cierta edad: a la educación primera es a quien incumbe esta clase de cuidados. Cuando desde la cuna la educación se dirija en este sentido,
cuando se trate de ahogar en su germen las imperfecciones morales, como se hace para las imperfecciones físicas, el médico no encontrará ya en el temperamento un obstáculo contra el cual es impotente su ciencia las mas de las veces.

Este es, como se ve, todo un estudio pero un estudio completamente estéril, en tanto que no se cuide de la acción del elemento espiritual en el organismo.

Participación incesantemente activa del elemento espiritual en los fenómenos de la vida: tal es la clave de la mayor parte de los problemas contra los que se estrella la ciencia; cuando la ciencia tenga en cuenta la acción de este principio, verá abrirse ante ella horizontes completamente nuevos. El Espiritismo demuestra esta verdad.

Allan Kardec

(Este estudio se publicó en la Revue Spirite de París, en 1869 (Sociedad Anónima Propagadora del Espiritismo)

- Trabajo aportado por Juan Carlos Mariani-     

         

                                                       ************************




HISTORIA DEL ESPIRITISMO EN ESPAÑA Y COLONIAS DE AMÉRICA  ( 1853  1888)                


Los salones europeos no salían de su asombro de ver a Napoleón III como nuevo emperador de Francia, cuando caen inmersos en la fascinante moda de las mesas danzantes, a lo que siquiera Isabel II logra sustraerse, tal lo registra La España, Aranjuez, 1853. 

Entre otros manuales por ese tiempo se conocía Mesas Danzantes y Modo de Usarlas. Respuesta de los Espíritus a preguntas que se les sometiera obtenidas por la tiptología, Cádiz, 1854. Complementa al movimiento de las mesas la gira europea de los grandes médiums de efectos físicos, las hermanas Fox, Home, los Davenport que causan sensación y encienden la polémica. 

Incómodo Pío IX por lo que concibe un abuso del espiritualismo reclama severas medidas. No obstante habrá de desarrollarse un nuevo período de investigación científica de estos fenómenos, con la participación de médiums como Miss Florence Cook y la señora Eusapia Paladino que reúne sabios de la talla sir William Crookes y Cesare Lombroso, al que seguirá otro de apertura masiva animado por escritores, León Denis y Rochester que se vale de la médium Mlle. 

Krijanowski, de San Petesburgo o Amalia Domingo y Soler, quienes dejan inaugurada la gran etapa de admisión a la que Allan Kardec hiciera referencia. 

Desafiando no escasos riesgos en el exterior se imprimen dos pequeños volúmenes, de Jotino y Ademar, Luz y Verdad el Espiritualismo, Imprenta Calpense, Gibraltar, 1857, 47 p., pero muchos libros se pierden al ser incautada una partida, que aquel mismo año el obispo de Cádiz habrá de lanzar al fuego.

 El otro por Joaquín Huelbes Temprado, Nociones de Espiritismo, Bayona, 1867, in 8-84 p., parcialmente detenido al trasponer la frontera serán también condenados a las llamas. Ambos títulos serían más tarde reeditados. 

El Espiritismo ingresa en España a través de las obras de Allan Kardec que recalaban en Le Monarch, mercante de astilleros catalanes, que distribuía en Barcelona el capitán Ramón Lagier y Pomares. Por aquellos tiempos las distintas mercadería se acomodaban en barriles. Los catalanes naturalmente se ven favorecidos por hablar la antigua lengua limosina, idioma de las provincias meridionales de Francia a la que alguna vez estuvieran unidos. 

El licenciado Néstor A. Rodríguez Escudero, en Historia del Espiritismo en Puerto Rico, ofrece detalles de particular interés,

 «¿Cómo penetraron esas ideas en Puerto Rico a pesar del celo oficial? Probablemente por medio del contrabando. El gobierno español no podía ejercer estrecha vigilancia sobre las costas de Puerto Rico, que abundan en bahías, dársenas y ensenadas por donde pueden recalar barcos de todo calado. Como las leyes opresoras del gobierno de turno no permitían al criollo (los nacidos en el lugar) el desarrollo de su libre comercio, la gente tenía que recurrir al contrabando que se hacía por los puertos de mar. 

Este contrabando fue el que dio lugar a que surgieran los piratas Cofresi, Almeyda y otros, que también trajo en libros que penetraban a escondidas ideas nuevas que se discutían en otros países libres, entre ellas las del médico francés (el autor se refiere a Allan Kardec) y a la libertad de pensamiento». 

«…No existen marcas que establezcan con toda seguridad la fecha en que se fundó el primer centro, pero el escritor espiritista don Vicente Geigel Polanco, dice en un luminoso ensayo… el conocimiento de esta filosofía se inicio con la introducción clandestina en la isla de algunos libros de Allan Kardec. Las leyes españolas de la época prohibían la importación de tales libros, pero tanto en la metrópoli como en los territorios ultramarinos los mismos llegaban de contrabando».

 En Sinopsis del Desarrollo del Movimiento Espirita Puertorriqueño, para Teresa Yañez Vda. de Otero, en su obra El Espiritismo en Puerto Rico precisa, que el movimiento inicial habría surgido en 1871 en Mayagüez, siendo su principal intérprete don Rodulfo Espinoza. Revista Unión Espiritista, Caguas, Puerto Rico, junio 1897. 

En un erudito ensayo titulado Evolución del Espiritismo en Cuba, que la escritora y periodista cubana Ofelia León Bravo presentara ante la VIIIª. Conferencia Regional de la Confederación Espiritista Panamericana CEPA, Miami, 1980, expresó al respecto,             «… rememorar las actividades de la Cuba colonial, mientras que en la península ocurría lo que queda dicho en sus entonces provincias de ultramar Cuba y Puerto Rico, repercutía el movimiento y desde 1857, se fueron fundando centros en La Habana, etc.»

La autora agrega que «penetró el Espiritismo por varios puntos de la isla, dividida en seis provincias y como una confirmación de ello, nos encontramos que en 1888, al celebrarse en Barcelona el Primer Congreso Internacional Espiritista, tres inquietos caballeros fueron el heraldo del Espiritismo cubano, Tomás Oña, Eulogio Prieto y Juan J. Garay».

 Tomando del libro de José Braga, Cuba de la Mano, enumera que «durante el pasado siglo, circularon doce periódicos espiritistas y que la Federación Espiritista Cubana que se cuenta entre las más antiguas, quedó constituida en junio de 1890». Esta excepción podría encontrarse en las posesiones africanas de las que se consiguen noticias, tal vez también en Filipinas colonia española hasta 1898. En un detallado informe de Carolina L. Afan, jefa de la división Filipinas y Asia de The National Library, de Manila, incluye una nomina de autores locales que nos permite inferir que el Espiritismo tuvo sus comienzos en el siglo XX. 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial desde los arrozales de la isla de Luzón, surge Eleuterio Terte, miembro de la Unión Espiritista Cristiana, primero en practicar esas intervenciones mediúmnicas que tanta nombradía le dieron a ese país, dejando formada una escuela de jóvenes sanadores que reconoce entre sus seguidores a Alex Orbito. 

M. Lachâtre establecido como librero en Barcelona, acuerda con José María Fernández Colavida presidente de la Sociedad Espiritista Barcelonesa, normalizar el ingreso de libros y periódicos espiritistas, para ello se remitió una orden de compra al Bureau de la Revue Spirite, pero la aduana retuvo la expedición y notificó de la custodia. 

El obispo de Barcelona impaciente por ver expuestos a los espiritistas a la pública vergüenza, les comisiona ante el santo oficio. Para dar curso a una ejecución en la que debían exhumarse ceremonias de triste recuerdo. debieron realizarse una serie de consultas, entre ellas al obispo de Tarragona del que dependía la capitanía general de la provincia a cargo de la seguridad, sin olvidar algún nivel en la corona porque estando satisfechos los aranceles podía dar lugar a reclamos. Quemar públicamente los libros, concluye, extraviándole en uno de esos laberintos a que solía referirse Jorge Luis Borges donde termina valiéndole el juicio de la historia. 

 


Era frecuente, ver arder libros frente a los atrios o que las casas parroquiales con ellos alimentaran sus hogares, acciones repudiables pero que no se apartaban de lo que eran los quehaceres domésticos, celo siempre relacionado con la sacralización del poder.

 Cuando todo indicaba en España que el Espiritismo había escrito su última página, Fernández Colavida agita en alto el primer ejemplar en español de El Libro de los Espíritus, Imprenta Espiritista, Barcelona, 1863- 64, en una edición posiblemente clandestina, que no por ello deja de provocar un acaloramiento al nuevo obispo de Barcelona que debe dar explicaciones. …

Comienza el despertar del movimiento con una misiva abierta de Alverico Perón, seudónimo de Enrique Pastor y Bedoya, Carta de un Espiritista a don Francisco de Paula Canalejas, Imprenta Manuel Galeano, Madrid; 1865, seguido por José Sansón, Poemas Espiritistas, Madrid, 1865. 

También le cupo impulsar a Perón las publicaciones periódicas al editar El Criterio Espiritista, Madrid, 1867, órgano de la Sociedad Espiritista Española. A pesar de las adversas condiciones, los años sesenta y setenta darán muestra de notables progresos. Se ofrece acto seguido una muestra de lo expresado.

 Entre las mayores demostraciones de convicción en la reforma moral sustentada por la filosofía espiritista, merece señalarse la enmienda propuesta a la Ley de Educación (Titulo II, art. 3°, párrafo 3°) presentada el 26 de agosto de 1873 ante las Cortes Constituyentes del gobierno provisional español, ella propiciaba introducir el estudio de la doctrina espiritista en la enseñanza media y superior, proyecto de los diputados José Navarrete, Antonio García López, Luis F. Benítez de Lugo, Manuel Corchado y Juarbe y Manes Redondo Franco.  El diputado Navarrete de reconocida elocuencia esperaba realizar su defensa en el próximo período legislativo, pero esas cortes se disolvieron y la iniciativa resultó archivada. 

Memoria del Primer Congreso Internacional Espiritista (1888). 

Una tenue apertura permite que circulen los periódicos con mayor libertad, coyuntura de la que los espiritistas se sirven para difundir las nuevas ideas: El Criterio Espiritista – Alverico Perón, Madrid, 1867. El Espiritismo – José Gómez, Sevilla, 1869. Revista Espiritista. Diario de Estudios Psicológicos José Maria de Fernández Colavida, Barcelona, 1869. Boletín del Círculo Magnetológico-Espiritista, Madrid, 1869. El Progreso Espiritista – Joaquín Bassols y Marañosa, Zaragoza, 1871. Almanaque El Criterio Espiritista – Alverico Perón, Madrid, 1873, 1874, 1875. La Luz de Ultratumba, La Habana, 1874. EI Buen Sentido – José Amigó y Pellicer, Lérida, 1875. La Revelación – Dr. Manuel Ausó y Monsó, Alicante, 1875. La Fraternidad – Murcia, 1875. La Ilustración – José A. Pérez Carrión, La Habana, 1878. La Luz del Porvenir – Amalia Domingo y Soler, Gracia (Barcelona), 1879. El Faro de Sevilla – Julio Fernández, Sevilla, 1880. La Luz de los Espacios – N.B. y José A. Pérez Carrión, La Habana, 1880. 

Tres periódicos resultan sancionados por las autoridades El Criterio Espirita, La Luz del Porvenir y El Buen Sentido. Amigó y Pellicer fue condenado a prisión y pago de multa por publicar artículos considerados como ofensivos para la Iglesia, quedando el autor de Roma y el Evangelio separado de su cátedra. M. Pierre G. Leymarie, director de la Revue Spirite, de Paris, luego de un sonado juicio debió cumplir un año de cárcel, aunque recibiera más tarde la pública reparación de la justicia francesa, se le inculpó por publicar una colección de fotografías mediúmnicas tomadas como fraudulentas. Procès des Spirites, por Mme. Marina P.G. Leymarie, Librairie Spirite, Paris, 1875. 

No obstante las dificultades en solo tres lustros, que corren entre 1865 y 1880, aparecen en España catorce periódicos, quince en América Latina, cuarenta y seis en Europa continental en más de diez idiomas, dos en África, dos en Asia y uno en Oceanía, que de sumarse los de origen británico y norteamericanos, aunque admitiendo con ellos algunas variantes exceden el centenar de publicaciones independientes que han de sostener similares fundamentos. 

Al llegar España a la década de los años ochenta cuenta con una relación de primerísimos nombres, los mismos que con tanto éxito en septiembre de 1888 estructuraron el Primer Congreso Internacional de los Espiritistas, pilar importante en la organización del movimiento en que se dieran cita sus más prominentes figuras. Es así como la ciudad de Barcelona, tal mudo testigo asiste una vez más al cumplimiento de la ley de la acción y la reacción, aliada natural del progreso que todo lo armoniza. 

Escrito por Florentino Barrera. Publicado en su libro “El Auto de Fe de Barcelona”.
( Tomado de Zona Espírita )

                                                         ****************************


     

                                        


                 EL FARO DE LOS SIGLOS

  Desde que los primeros pobladores de la Tierra se refugiaron en las profundidades de los bosques vírgenes y en las lóbregas cavernas escondidas en las laderas de las montañas; desde que la raza humana, cumpliendo la divina ley de la reproducción, fue formando numerosas familias y los niños alegraron los bosques con sus gritos y los gérmenes de la vida universal fueron llenando los campos, y se formaron las tribus y los hombres comenzaron a disputarse los primeros frutos y a trazas las primeras divisiones entre las futuras ciudades, desde aquellos tiempos remotísimos comenzaron a comunicarse los muertos con los vivos. ¿De qué modo?, ¿de qué manera?, ¡ Quien sabe!. Pero lo cierto es que hubo profetas, adivinos, augures, magos, sibilas, seres superiores a la generalidad de los hombres, cuyos mandatos eran obedecidos fielmente y eran, puede decirse, los guías de aquellas multitudes que sentían ya la imperiosa e imprescindible necesidad de tener quien los guiara en el tormentoso mar de la vida.

  Pasaron los siglos, los hombres se fueron posesionando del vasto territorio de este mundo, las ambiciones levantaron su cabeza de águila, la lucha por la existencia se fue haciendo cada vez más despiadada y más cruel; se despertaron todas las innobles pasiones, convirtiendo la Tierra en una casa de fieras, donde  vencían los más fuertes, los más sanguinarios, los más crueles, y no bastando ya con las predicaciones de los profetas y de los oráculos, fueron viniendo sucesivamente los Enviados, los Mesías, los Elegidos, los seres verdaderamente superiores, para encauzar los desbordados ríos de todas las concupiscencias, de todos los atropellos, de todas las crueldades imperantes en una sociedad donde todavía no se apreciaba el valor de las virtudes, altruismos y sacrificios; era el caos con todos sus horrores. Pero en medio de aquel desorden, en medio de tan encontradas y diversas pasiones, no faltaba algún inspirado. algún iniciado en el ocultismo y el más allá, que reuniese en torno suyo algunos hombres de humilde condición; les hablaban de un mundo mejor, donde las almas renacían de nuevo y desde su nueva morada protegían a sus deudos, para que estos a su vez, pr a gozar lo que no habían gozado practicando todas las virtudes, fueran merecedores de llegar a la tierra de promisión a gozar lo que no habían gozado en este destierro.

  Las guerras ensangrentaron la superficie de la Tierra, las ciudades más florecientes fueron pasto de las llamas; pero en medio de todas las hecatombes siempre resonaron las voces proféticas de los guías de la Humanidad.

  La sombra de las monstruosidades ocultaba los rayos del sol; pero brillaba siempre el faro de los siglos; la comunicación de los muertos con los vivos jamás se vio interrumpida; el Espiritismo ejercía su acción moralizante en todas las esferas sociales, unas veces envuelto en el mayor misterio, aterrando sus manifestaciones a la masa indocta del pueblo que no se podía explicar lo que ante ellos se desarrollaba, y otras veces se juntaban en apretado grupo hombres eminentes, y los sabios se esparcían por la Tierra, fundando Escuelas Filosóficas, llenando el mundo con los resplandores de su ciencia, divulgando secretos ante sus numerosos discípulos, que miraban todos a un punto, a la cumbre de una montaña elevadísima en donde brillaba un faro alimentado por una sustancia divina, un faro cuyos luminosos resplandores nunca palidecieron, porque el faro de los siglos tiene un torrero inmortal.

  ¿ Cuando brilló por vez primera?, 

¿ Cuando su vivísima claridad dominó las tinieblas terrestres?

¿ Cuando los primeros muertos se comunicaron con los vivos?

 ¡ Nadie puede precisar la fecha!. No hay números suficientes para formar la suma de los siglos que han transcurrido desde que la raza humana se enseñoreó y se posesionó de la Tierra; pero sí estamos plenamente convencidos de que cuando el sol brilló en Oriente, el faro de los siglos ya compartía con él su soberanía, puesto que los hombres siempre han estado sujetos a la ley de  transformación.

 Se han ido sucediendo las civilizaciones; lo que ayer era misterioso e inadmisible, hoy se acepta como la manifestación más sencilla y más natural de la eterna vida del Espíritu.

  Hoy estamos al habla, como dicen los marinos, con nuestra gran familia del espacio; hoy los sabios se confiesan vencidos y dicen, a pesar suyo, que el Espiritismo es una verdad.

 ¿ Se puede negar que brilla el Sol?. No.

 Pues de la misma manera no puede negarse que los muertos hablan con los vivos.

 El faro de los siglos brilla en la cumbre más alta de las montañas del infinito. Su luz eterna no morirá jamás, y cuando llegue el momento en que la Tierra, cumpliendo las eternas leyes, quede reducida a un montón de ruinas, sobre sus piedras heladas irradiará aún la luz del faro eterno guardando las cenizas de las humanidades que un dia vivieron protegidas por el faro de los siglos, faro eterno cuya luz jamás se extinguirá, porque el ¡ torrero que se cuida de ella es Dios mismo !.

 Si, ¡ el Espiritismo es el faro de los siglos !

 ¡ Bendita sea su inextinguible luz !

 ¡ Benditas sean las comunicaciones de los muertos, pues ellas son la VIDA de los vivos !.

-Amalia Domingo Soler-

                                           ********************************



                                                          


El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza

  Las personas, en medio de esta sociedad humana actual, hemos hecho del dinero y la fortuna un dios y una meta que todos alguna vez hemos anhelado lograr, y mientras tanto nos hemos olvidado y hemos ignorado la auténtica meta a alcanzar por todos, cual es la evolución y mejora en pos de la perfección del Espíritu humano, y por tanto del ser humano.

La riqueza, aunque humanamente deseable, es una prueba espiritualmente muy difícil para el caminar evolutivo sin tropiezos del Espíritu. . Por esta prueba  todos tendremos que pasar alguna vez, o tal vez ya la hemos pasado algunos anteriormente. La cuestión, si la pasamos ya,  es si la aprovechamos correctamente desde un punto de vista espiritual, o más bien nos ha servido para contraer nuevas deudas para el futuro.

Su gran peligro reside en que suele hacer que el Ser humano- todavía muy apegado  a la materia-  se incline hacia el materialismo, la holgazanería, la pereza espiritual y sobre todo que se deje dominar por ese gran monstruo moral que es el egoísmo. Todas estas posiciones negativas son defectos espirituales de los que solo nosotros mismos nos podemos curar, porque estos defectos  nos atan a las cosas materiales de este mundo con tan fuertes lazos que ni siquiera la muerte nos libera de la enorme atracción que ejercen sobre el Espíritu desencarnado que  continúa apegado a la materia.

Es de tener en cuenta que, como cualquier otra herramienta o utensilio material, la riqueza es una situación transitoria del Espíritu encarnado que por si misma no es mala ni buena, porque también tiene su aspecto positivo, como por ejemplo el que  puede ser  un medio que facilita el estudio, la investigación y la cultura para beneficio de los demás,  lo cual son factores positivos para la evolución del Ser. La riqueza es un instrumento que se puede considerar como una herramienta para la evolución, difícil de manejar pero que  bien empleada en beneficio de los demás,  aliviando las carencias y necesidades de lo esencial en los que lo necesiten, puede resultar por ello un poderoso medio para la propia evolución espiritual.

La riqueza viene a ser como un arma de doble hoja, porque si facilita la vida, por otra parte también es una carga que la oprime cuando en determinados momentos de la vida llama a la conciencia alertando de su responsabilidad, lo que quita el sosiego del alma.

Deberíamos comprender todos, que los bienes materiales y las riquezas que poseemos, vienen a ser solamente una apariencia, una sombra que se diluye con la muerte. Antes de existir nosotros en este  mundo, muchos otros también creyeron entonces ser dueños de las mismas, y sin embargo las tuvieron que abandonar un día con la muerte y al plano espiritual donde quedaron, no pudieron llevar absolutamente nada material de este mundo, por lo que  debiéramos pensar que eso, antes o después, nos sucederá también un día a todos nosotros.

Hay que comprender que las únicas adquisiciones verdaderas que nos llevaremos de esta vida y que valoraremos realmente después de la muerte, son los valores morales conquistados con  las buenas obras y lo que hayamos desarrollado a nivel intelectual y moral, o sea, los valores espirituales que son valores eternos.

Para triunfar en la prueba de la riqueza material es necesario saber liberarse de las ataduras del dinero, que son una esclavitud para el Espíritu,  y debiéramos considerar que el dinero  debe ser solamente un medio para beneficio de los seres humanos, pero nunca un fin en sí mismo, porque el dinero, solo es dinero.

Una vez meditado y comprendido este asunto, tal vez debiéramos comenzar por querer liberarnos de las cosas materiales que tenemos innecesarias y superfluas, de modo gradual, como solo de modo gradual se puede conquistar la perfección, por lo que al mismo tiempo debiéramos auto examinarnos con frecuencia para detectar nuestros defectos y fallos morales, y así poder ir gradualmente liberándonos de ellos; al mismo tiempo podemos adoptar algún ideal para llevar a cabo o participar en alguna noble causa, en pro de los demás, siempre de modo altruista y desinteresado. Así nos liberaríamos de la esclavitud de lo superfluo y de la vida frenética que suelen llevar las personas que viven con esta prueba de la abundancia.

      La felicidad no reside en la riqueza, aunque a veces se aparente lo contrario, ni tampoco en los medios materiales y físicos, que pueden aparentar que otorgan felicidad, porque es una felicidad falsa que resulta hueca y efímera. La felicidad verdadera cada uno puede hallarla, experimentarla y gozarla según la cantidad de Amor que damos y recibimos, porque para ser realmente felices solamente lo podemos ser en la medida en que sepamos amar y ser amados, haciendo felices a los demás.

Los ricos suelen tener mucho apego a sus bienes materiales, y de este apego nacen las envidias, los celos y la prepotencia del orgullo que roban la paz y la tranquilidad a quien los padece. Además el apego a la riqueza da paso a la codicia, con lo que el que la padece, nunca se siente lo bastante rico y  vive en un permanente estado de inquietud, por tener y acumular, cada vez, más y más.

El rico que vive solo, puede ser por egoísmo, pensando solamente en sí mismo y en sus riquezas. En realidad, muchas veces bajo la apariencia de riqueza y poder humano, se suele ocultar un Ser moralmente muy pobre, porque vive internamente aislado como un enfermo psíquico o un psicópata inconsciente de su propia condición, por lo que en el fondo, difícilmente estas personas son felices en lo más profundo de su alma, debido a su permanente estado de egoísmo y soledad que los mantiene en continua desarmonía, siendo esta situación fruto de una gran pobreza psíquica y moral.

Una cosa es ser dueño de bienes materiales sin permitir que su posesión suponga una exacerbación del egoísmo, de la vanidad y del orgullo, y otra bien distinta es ser esclavo de los mismos, por eso el rico en el más amplio sentido de la palabra , debiera estar por encima de su fortuna y bienes materiales, siendo generoso y altruista con los demás, siendo el administrador de su fortuna al servicio de los demás, sin posturas absurdas de orgullo , sin dejar de ser humilde y sin faltar a la dignidad de cualquier semejante menos favorecido por la fortuna. Si la persona rica sabe invertir su fortuna para hacer el bien a otros menos favorecidos, creando puestos de trabajo para que otros puedan ganarse el pan de cada día y vivir dignamente, o bien poner su fortuna al servicio de entidades benéficas para auxiliar a los que nada tienen, entonces sí que se puede decir que esa riqueza en sus manos ha sido una bendición de Dios para él y para los demás, por lo que la prueba de la riqueza aunque difícil, la habrá superado, y para él supondrá un gran paso en su evolución espiritual, pues de sus bienes materiales- como ya se ha dicho-,  nada se llevará al más allá, pero las acciones de bien que haya hecho con ellos en su vida y las bendiciones de aquellos que favoreció, serán la mayor fortuna con la que contará después de esta vida y que nadie le podrá arrebatar.

No olvidemos que como espíritus que somos todos, nadie es dueño de nada material; si acaso solamente somos meros administradores de lo que Dios confió a nuestras manos, y de cuyo uso tendremos que responder después de esta vida.

- Jose Luis Martín-

                                               **********************************************




No hay comentarios: