1.-El Espíritu.Su llegada al Más Allá
2.-Finalidad de las regresiones
3.-El Suicidio a la luz de la Codificación Espírita
4.-Igualdad de derechos entre el hombre y la mujer II
5.- Entrevista al Prof. Vicent Guillem sobre Reencarnación, Espíritus, etc.
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El espíritu
Su llegada al más allá
Inmensas caravanas de emigrantes de la Tierra, llegan al Más Allá, sin solución de continuidad.
Procedentes de los más variados rincones del Orbe, llevan impreso en el espíritu, las señales vigorosas que reflejan los últimos instantes transcurridos en el vehículo celular.
Llevan consigo el equipaje de los hechos acumulados durante su tránsito por el mundo de las expresiones físicas. La desencarnación no modificó sus hábitos ni costumbres; no les otorgó títulos ni conquistas, no les quito méritos ni realizaciones. Cada uno se presenta tal cual vivió. No existe el milagro de la transformación
El deseo de la muerte es muy profundo cuando perdemos a un ser muy querido, la vida sin él, nos resulta imposible, y la primera opción es para muchos partir con él. Es el deseo interno de querer morir para volver a encontrarse con el amor en las regiones de la Espiritualidad.
Con el corazón oprimido, inclinados hacia el ser que nos deja, , vemos extinguirse lentamente sobre sus facciones la sombra del más allá. La lumbre interior solo lanza ya pálidos y temblorosos resplandores; cada vez es más débil, y luego se extingue… Todos nos hemos preguntado alguna vez, sobre este misterio que es la muerte. Es un problema que a todos nos interesa, ya que en todos ha de cumplirse la ley. Nos interesa saber, si en esta hora, todo se ha terminado; si la muerte no es más que un taciturno reposo en el aniquilamiento o, por el contrario, es la entrada en otra esfera de sensaciones.
Por todas partes se levantan problemas, en todas partes el sufrimiento reina como un soberano; por todas partes el aguijón de la necesidad y del dolor estimula al movimiento desenfrenado, al vaivén terrible de la vida y de la muerte. La muerte es el signo de interrogación colocado siempre ante nosotros; la primea pregunta a la cual suceden innumerables preguntas y cuyo examen ha hecho la preocupación, la desesperación de las edades, la razón de ser de una multitud de sistemas filosóficos.
Llorar a los muertos es hacerles sufrir, ya que la muerte no existe, a pesar del concepto que tengan los materialistas y muchos religiosos… Morir es renacer, volver el espíritu a su verdadera patria, que es la espiritual. ¿Por qué entregarnos a la desesperación o al desconsuelo, si los que suponemos muertos están vivos?
La ausencia del ser querido es la que nos suele torturar, a veces no existe en el ser la duda de que sigue viviendo. Pues lo que sentimos es la de su presencia a nuestro lado.
Y este es el gran equivoco, la ausencia que nos falta es la del cuerpo, pues el Espíritu que ama jamás se aparta de los que han quedado en la retaguardia, mientras se lo permitan sus nuevas posibilidades. Y cuando pueden intentan, comunicarse…
En las practicas espiritas orientadas según las enseñanzas de Kardec, los Espíritus se comunican sin ninguna evocación individual y siempre nos convocan a la meditación en torno a las responsabilidades que nos correspondan, reprendiéndonos con mansedumbre, guiándonos con sabiduría y hermanándose a nosotros gracias a la experiencia que tienen, tras haber vencido la jornada en la densa organización corporal. Al testificar la continuidad de la vida, comprueban que la justicia divina no falla y que concede a cada uno lo que es merecedor, según como se haya conducido cuando estaba encarnado. Reaparecen con las características de la personalidad que les hemos conocido y se hacen identificar a la saciedad para que nos tranquilicemos, a fin de darnos coraje para enfrentar nuestros necesarios embates.
Es el Evangelio el que nos da exuberantes demostraciones de la inmortalidad y de la comunicabilidad de los pseudo-muertos. Toda la Biblia está salpicada de constantes noticias de la comunicación entre los dos planos de la vida.: el físico y el espiritual, expresándose de las más variadas maneras: visiones, sueños, profecías, obsesiones, curas espirituales, bilocaciones, apariciones materializaciones, desmaterializaciones, intervenciones, etc. Referida como un don por el Apóstol Páblo, la mediúmnidad está siempre presente en las páginas del Libro de los Libros, como un puente de luz entre los hombres encarnados y los Espíritu.
Como una luz penetrante, la revelación de la vida más allá de la tumba es un incentivo y un consuelo para los que de la Tierra solamente conocen pruebas, dolores muy agudos, limitaciones y amarguras, y una bendición superior para los que dan amor al prójimo, sacrificándose por el bien general y practican la renuncia y la dedicación a su prójimo.
Son inherentes al hombre las posibilidades de los ideales superiores y sublimes, las aspiraciones mayores y el tener el rostro vuelto hacia las legítimas realidades espirituales.
Nadie muere, la muerte es una ilusión de nuestros débiles sentidos, y de los muy pobres códigos con que pretendemos descifrar los designios divinos que no consiguen traducir la magnitud de las excelsas leyes de la vida.
Siendo la muerte un nuevo nacimiento hace que los verdaderos amores, lejos de distanciarse ante la realidad del despertar espiritual, se estrechen aun más y se transformen en lazos de una incomparable belleza y en promesas de una luz insuperable y continúan palpitando los nobles sentimientos que se mantenían en la jornada vencida.
Una vez que los tejidos se disgregan en el lodo del sepulcro , el espíritu liberado asciende si supo avanzar en las tareas elevadas, sin las amarras coercitivas de la retaguardia.
Al principio, todo parece fascinante y deslumbrante. Es como una esfera de sueño y un país de encantamiento. Sin embargo, transcurridas las primeras horas y pasada la ligera turbación, se es atendido por dedicados amigos que nos han precedido y se empieza a comprender, a discernir y a establecerse, casi feliz, en la nueva realidad. Podríamos compararlo, como el que se despierta después de haber sufrido una operación quirúrgica, poco a poco se integra en la Comunidad en la que se encuentre.
Todo lo que poseemos es un préstamo de la vida. Todos poseemos más fuerza y coraje de lo que suponemos. Las potencialidades del hombre se desarrollan en la lucha. Además, con los espíritus Amigos, aprendemos, que todos los dolores y frustraciones nos pertenecen por adquisición del pasado y que podemos libertarnos de los mismos en el presente o en el futuro.
No conseguimos entender las grandezas de nuestro Padre. En el Cielo hay parajes, nidos de belleza, donde el espíritu ya superó las formas y los límites de la cárcel pegajosa de la carne; allí resplandecen el amor y la vida.
¿Por qué pensar solo apenas en la encarnación transitoria, sin tener en cuenta las expresiones del infinito? En el barro de la coyuntura actual y en las altas temperaturas del sufrimiento purificador, construyamos el indestructible castillo de las venturas venideras. Tengamos en mente que la Eternidad es el tiempo que es: ni pasado, ni futuro, y por lo tanto insistamos en la perpetua elaboración de lo correcto y de lo eticamente perfecto. Las aflicciones de ahora se transformaran en tranquilidad para siempre y el amor cantará su definitiva balada a los oídos de nuestra dichosa alegría.
El alma una vez que termina su etapa reencarnacionista, continúa creciendo en amor y conocimiento, fuera de las vibraciones de la Tierra, en otros planos evolutivos.
Se evoluciona por etapas. En una Encarnación adquirimos la corona de la cultura, en otra la palma del amor. Son muy raros los que consiguen adquirir sabiduría y bondad, cultura de la inteligencia y cultura del amor de en una sola vez.
El hombre sabio, sin amor, puede tornarse un monstruo. Al desencarnar, notará que habrá cultivado el cerebro, pero tendrá el corazón vacío, y deberá entonces iniciar una gran jornada recorriendo la senda estrecha del sufrimiento, sin el conocimiento, en las expiaciones purificadoras.
El amor, en todas partes es el alma del Universo manifestación de Dios.
Aun los espíritus condenados a trabajos forzados, inveterados perseguidores de la paz de muchos otros espíritus - seres infelices que solo esparcen la desdicha que poseen – no están privados del auxilio divino otorgado por los abnegados mensajeros que velan por ellos, los asisten y amparan.
En cualquier lugar e incesantemente, la devoción de los buenos, refleja la paternal providencias Divina.
Morir, lejos de significar un descanso en las mansiones celestiales o expurgar sin remisión en las zonas infernales, es pura y simplemente, comenzar a vivir…
La muerte a todos nos espera, y la vida es la gran respuesta a todos los enigmas.
Ya se ha escrito y hablado mucho sobre la vida más allá de la muerte, pero es necesario repetir, divulgar, acostumbrar al hombre a las cuestiones espirituales.
En los tiempos actuales, el mensaje consolador y claro de las “Voces del Cielo” tiene régimen de urgencia y ante las perspectivas atrayentes del futuro con Jesús, se formulan votos de paz con excusas sinceras hacia aquellos Espíritus valerosos, perspicaces y estudiosos, que ciertamente, no encontraran en la tierra lo que necesitan para sedimentación de la cultura y ampliación del conocimiento.
La vida en el más allá prosigue sin grandes modificaciones, ofreciendo a cada alma en el crisol evolutivo, las bendiciones o sanciones a que se ha hecho acreedora.
Están los atormentados por el sexo que continúan ansiosos. Esclavos del placer que prosiguen inquietos.
Compañeros de la ilusión que permanecen engañados.
Aficionados a la mentira que se enloquecen bajo la impresión de imágenes desordenadas.
Amigos de la ignorancia que caminan perturbados.
Solamente las almas esclarecidas y experimentadas en la batalla redentora, marchan en plena libertad, disfrutando de la dádiva de la esperanza entre sonrías y realizaciones.
Allí se verifica el verdadero sentido de la fe. En vez de ser la aceptación pasiva de la creencia religiosa, es por sobre todas las cosas, un programa de ascensión y renovación interior.
La conducción de la claridad pura del Cristianismo en la mente y en el corazón, es una elevada concesión del Cielo que nadie quebrantará impunemente.
Para el hombre común, la felicidad se resume en el problema de la posesión. Generalmente se piensa que la felicidad es ser dueño de algunas monedas o esclavo de algunos millones. Muchos son los que anhelan el goce que la posesión del dinero puede comprar. Otros se tranquilizan con lo que la posesión ya le dio. Sin embargo, se ha constatado, que los que poseen riquezas no son felices. La felicidad no es una consecuencia de lo que se tiene o deja de tener. Es una construcción intima que depende de nuestra actitud de encarar lo que tenemos o lo que dejamos de tener. Muchas veces, quien posee algo, queda dominado por lo que tiene, así como los otros que nada tienen, se tornan esclavos de ese “no tener nada”
El hombre cuando desencarna es cuando comprende las palabras de Jesús cuando nos hablo de la “pureza de corazón” enseñándonos a adquirir los tesoros inalienables del espíritu, con los cuales el hombre es feliz.
La vida espiritual es muy semejante a la corporal, a pesar de que la vida del encarnado no es semejante a la del más allá. Sin embargo, en el mundo de la erraticidad, el Espíritu puede adquirir aclaraciones y enseñanzas que no puede desdeñar, considerando el valor de que son portadoras. Mientras andamos por la carne, no disponemos de los cuidados especiales necesarios para la observación de los hechos, situándolos en su lugar correspondiente como beneficios celestiales a nuestros espíritus ansiosos de evolución. Es común que modifiquemos los conceptos de los mensajes que nos son dirigidos transfiriéndolos para el prójimo y jamás aceptándolo como rumbo cierto para nosotros mismos. Sin embargo, en la vida espirita eso no es posible, porque estando despiertos a la verdad y sedientos de ella, buscamos en cada acontecimiento o narración, aparentemente sin importancia lo que nos pueda ser útil, de manera de poder apaciguar los conflictos íntimos y disminuir las aflicciones del arrepentimiento.
Desde la cuna al sepulcro, marchamos bajo la tutela del Señor, asistidos por abnegados desencarnados que no desfallecen en sus deberes de guiarnos por el rumbo ennoblecedor. Aquí, es la inspiración que nos llega ampliando el horizonte de nuestra alma, obligándonos a introducirnos en el sendero de las indagaciones fascinantes, levantando velos, aclarando conflictos, descifrando problemas, ofreciendo directivas. Allí, es la naturaleza vestida de luz: arroyos, ríos y mares, flores y pájaros, vetustos arboles y pequeños vegetales, animales e insectos que existen en todas partes, alboradas y crepúsculos, sol y lluvia, minerales de diversos valores que las ambiciones humanas, hijas del egoísmo y del orgullo convirtieron en preciosos y vulgares, encendiendo el fuego de la posesión, por los cuales tantos se empeñan y luchan por obtener… Más allá, es el dolor – mensajero de la verdad, benefactor anónimo e incomprendido – la voz del sufrimiento, invitando a la continencia y al equilibrio, advirtiéndonos con relación al desgaste de la valiosa maquina física; el dolor moral, llamándonos a la meditación y al análisis de las acciones; el dolor espiritual, manifestado en ausencias, frustraciones emocionales, agonías y soledad del alma, hablándonos en forma intuitiva sobre el mal uso de la libertad, aprisionando la mente en evocaciones dolorosas, que a pesar de esbozarse apenas en la tela mental, marcan los sentimientos con señales angustiosas; el dolor nostalgia y otros tantos dolores… todos perseverantes, llamándonos la atención, advirtiéndonos.
Muchas almas cuando están al otro lado, se sumergen en los recuerdos, meditando seriamente sobre sus acciones en la tierra, y reparan en que el arrepentimiento es un gran colaborador para la paz interior, pero cuando solo nos ofrece la oportunidad del trabajo gracias al cual se opera nuestra renovación. Abatirse bajo el peso del fardo de lo que está “hecho”, es desperdiciar la feliz oportunidad del resarcimiento. Hemos de tratar de resurgir íntimamente del “túmulo de las cosas muertas”.
Todos tenemos en el pasado, labores para reparar y caminos interrumpidos en la marcha evolutiva, que aun debemos vencer. El tiempo, ese amigo silencioso y confiado, nos enseña a no apresurarnos, para no sufrir el peligro de cansarnos y detenernos nuevamente, aunque también nos elucida con relación al estancamiento por las probabilidades que involucra criar raíces… Viajero incansable, él representa nuestras mejores y más caras esperanzas. Para nuestros espíritus endeudados, el tiempo, ligado al trabajo, es un tesoro que no podemos desdeñar, y a parte de ello, tenemos también la oración, ese tónico reconfortante que nos da coraje y que siendo de tan gran importancia, no sabemos valorar.
Con el tiempo, tenemos la oportunidad.
Con el trabajo, conseguimos el aprovechamiento de la oportunidad.
Y con la oración, santificamos la ocasión y la acción.
Todos los que atraviesan el océano físico, se dan cuenta de cuan difíciles son los primeros tiempos después de la indumentaria carnal que nos vistió durante largos años, y que continua envolviéndonos y reteniéndonos en el laberinto cruel de las evocaciones y sensaciones habituales.
La reencarnación, casi siempre, representa, una inmersión en las aguas oscuras y peligrosas del mar del olvido. La gran mayoría de las almas vuelven a la carne como criminales en el exilio, para que dentro de ese olvido, logren considerar las actitudes mezquinas e infelices, rectificando pensamientos y aprendiendo a respetar la vida en el contacto con el dolor.
El dolor físico desanuda químicamente los lazos que encadenan al Espíritu en la carne; le aparta los fluidos groseros que le envuelven – aun después de la muerte – y le retienen en las regiones inferiores.
No maldigamos el dolor; solo él nos arranca de la indiferencia, de la voluptuosidad. Esculpe nuestra alma, le da su forma más pura, su más perfecta belleza.
Estas enseñanzas nos hacen perder el carácter espantoso a la muerte; la dejan reducida a una transformación necesaria, a una renovación. En realidad, nada muere. La muerte no es más que aparente. Solo la forma exterior cambia; es el principio de la vida –el alma- continua en su unidad permanente, indestructible. Se recobra más allá de la tumba, ella y su cuerpo fluídico, en la plenitud de sus facultades, con todas sus adquisiciones, luces, aspiraciones, virtudes, potencias, con las que nos enriquecemos en las existencias terrenales. He aquí los bienes imperecederos del que nos habla el Evangelio cuando nos dice: “Ni los gusanos ni el moho corroen, y los ladrones no pueden arrebatárnoslos.” Estas son las únicas riquezas que nos es posible llevar con nosotros y utilizar en la vida del porvenir.
La muerte y la reencarnación – esta que la sigue a aquella en un tiempo dado – son dos formas esenciales del progreso. Al romper las costumbres estrechas que habíamos contraído, nos restituyen a otro medio diferente; dan a nuestro pensamiento un nuevo ímpetu: nos obligan a adaptar el Espíritu a las mil fases del orden social universal.
Cuando llega el atardecer de la vida; cuando nuestra existencia, semejante a la página de un libro, va a volverse para dejar su puesto a una página en blanco, a una página nueva, el bueno pasa revista a sus actos.
El cuerpo humano, vestimenta de carne, despojo miserable, vuelve al laboratorio de la Naturaleza; pero el Espíritu, después de haber realizado su obra, se lanza a una vida más avanzada, hacia esa vida espiritual que sucede a la existencia corporal como el día sucede a la noche, y separa cada una de nuestras encarnaciones.
La muerte es la gran reveladora. En las horas de padecimiento, cuando la sombra se hace a nuestro alrededor, algunas veces nos hemos preguntado: ¿por qué nací ? ¿por qué no me quede en la profunda noche, allá donde no se siente, donde no se sufre, donde se duerme el eterno sueño? Y en esas horas de dudas, de ahogo, de angustia, una voz suena en nuestro interior que nos dice:
Sufre para engrandecerte y purificarte. Sabe que tu destino es grande. Esta fría tierra no será tu sepulcro. Los mundos que brillan en la superficie de los cielos son tus moradas del porvenir, la herencia que Dios reserva a sus hijos. Eres por tanto un ciudadano del Universo; perteneces a los siglos futuros como a los siglos pasados, y en la hora presente preparas tu elevación. Soporta, pues, con calma los males elegidos por ti mismo. Siembra en el dolor y en las lágrimas la semilla que brotará en tus próximas vidas; siembra también para los demás, como otros han sembrado para ti. Espíritu inmortal, avanza con paso firme por el sendero escarpado hacia las alturas desde donde el porvenir se te mostrará sin velo. La ascensión es ruda, y el sudor inundará con frecuencia tu rostro; pero, por la cima, veras asomarse la luz, verás brillar en el horizonte el sol de la verdad y de la justicia…
La voz que nos habla así es la de los muertos, la de las almas amadas que nos han precedido en la región de la verdadera vida, que muy lejos de dormir bajo las losas, velan por nosotros. Desde el fondo de lo invisible nos contemplan y nos sonríen. ¡Adorable y Divino misterio! Se comunican con nosotros. Nos dicen: Basta de dudas estériles; trabajad y amad, ¡Un día, cuando hayáis cumplido vuestra tarea, la muerte nos reunirá!
Por la voz de los Espíritus, la voz de los muertos se ha hecho oír. La verdad ha salido de nuevo de la sombra, más bella y más esplendorosa que nunca. La voz ha dicho: muere para renacer, renace para engrandecerte y elévate con la lucha y el sufrimiento. Y la muerte no es ya una causa de espanto, , pues detrás de ella vemos a la resurrección. Así, ha nacido el Espiritismo. A la vez ciencia experimental, filosofía y moral, que nos proporciona un concepto general del mundo y de la vida basado en la razón y en el estudio de los hechos y de las causas, concepto más vasto, más esclarecido y más completo que cuantos les han precedido.
Las voces de nuestros hermanos mayores, nos dicen que recordemos que la vida es corta. Y que mientras dure debemos esforzarnos en adquirir lo que venimos a buscar, que es el verdadero perfeccionamiento. Luchando con valor contra las viles pasiones, y debemos hacerlo con el Espíritu y el corazón, corrigiendo nuestros defectos, suavizando el carácter y fortificando la voluntad. ¡ que el pensamientos se aparte de las vulgaridades terrenales y se abra orientado hacia el cielo luminoso!
Recordando que todo lo que es material es efímero. Las generaciones pasan como las olas del mar; los imperios se derrumban, los mundos mismos desaparecen y los soles se apagan; todo pasa y se desvanece. Pero hay tres cosas que resplandecen por encima del espejismo de las glorias humanas, que son: la Sabiduría, la Virtud y el Amor. ¿Conquistarlas con nuestros esfuerzos, y cuando las hayamos conseguido, nos elevaremos por encima de lo pasajero y transitorio, para empezar a gozar de lo que es eterno!
Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro “Más Allá de la muerte” de Divaldo Pereira Franco y del libro “Después de la muerte” de León Denis
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FINALIDAD DE LAS REGRESIONES
Para evitar confusiones, debo señalar que esta técnica es de práctica meramente terapeútica dentro del campo médico y científico, pero nada tiene que ver con la Doctrina Espírita, pues aunque esta técnica apoya la existencia del alma y su reencarnación, no es Espiritismo.
Durante la regresión, se actúa sobre tres niveles de consciencia: La Consciencia normal como Ser humano ; el Subconsciente del Alma que radica en el cerebro periespiritual. y la Consciencia Superior del Espíritu.
El objetivo de las regresiones no debe ser sino el de integrar estos tres niveles de consciencia en una especie de reunificación del Ser.
La persona que voluntariamente desea someterse a esta experiencia muchas veces solo es por la morbosidad de curiosear con la experiencia y “ a ver que pasa”; pero otras muchas veces va buscando respuestas a ¿Quiénes somos realmente?, ¿Quiénes hemos sido antes?,¿Cómo puede influir mi pasado sobre mi presente?, o ¿Cómo llegar a alcanzar una auténtica unión conmigo mismo?. También hay quien es consciente de que tiene problemas de adaptación social o comunicabilidad, y desea intentar resolverlos a través de esta experiencia.
Las regresiones permiten hallar y resolver en su origen los problemas de manías que obsesionan a tanta gente, y desde luego independientemente de que crean o no en la reencarnación, todos los que se han asomado a su pasado, admiten que esos recuerdos que suponen “imaginados”,tienen un significado importante para sí mismos.
A través de las regresiones se puede tomar consciencia de lo que uno es en sí mismo y se puede llegar a comprender el propósito de la existencia.
Asimismo ayuda a experimentar y a comprender la propia inmortalidad, el qué o el quienes somos, y adquirir consciencia de que todos somos parte de un Todo.
Después de esta experiencia también se puede llegar a comprender sin duda que, en efecto, en la casa del Padre deben haber muchas moradas, y que cada uno de nosotros ya hemos experimentado en muchas de ellas.
En cualquier caso la experiencia sirve para vencer definitivamente el miedo a la muerte y a valorar con más intensidad cada momento de la vida, aunque en ocasiones no es necesario retroceder tanto en el tiempo para llegar al meollo origen del problema humano. Una simple vuelta por la primera infancia o durante la vida fetal, a menudo hace desaparecer los traumas del nacimiento y de la vida actual. Curiosamente, al respecto, la Dra. Helen Wambach expone en su libro “ Vida antes de la Vida”, que el 90 % de los sujetos sometidos por ella a regresión, manifestaron su contento al recordar lo que sintieron tras su muerte en vidas anteriores, y sin embargo igualmente no les causó mucha alegría cuando les llegó el momento de prepararse para vivir de nuevo otra vida humana.
- Jose Luis Martín-
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EL SUICIDIO A LA LUZ DE LA CODIFICACIÓN ESPÍRITA
La Codificación Espírita es la enseñanza de los Espíritus que dieron en muchas partes de nuestro globo, y que Allan Kardec (Hipolite León Denizart Rivail), estudió, analizó, comparó y, por último, codificó en varios libros que forman la Doctrina Espírita.
En el Libro de los Espíritus, el primer libro que Allan Kardec editó, hay un capítulo-en el libro cuarto-, donde se hace referencia al tema importantísimo del suicidio. En él Allan Kardec hace las siguientes preguntas a los Espíritus Superiores:
944. ¿Tiene el hombre derecho de disponer de su propia Vida?.
- No, tan solo a Dios cabe el derecho de disponer de la Vida del hombre. El suicidio voluntario constituye una transgresión de esa ley.
944 a.- El suicidio ¿no es siempre voluntario?
- El loco que se mata no sabe lo que hace.
945.- ¿Qué pensar del suicidio que se debe al hastío de la Vida?
- Insensatos!, ¿Por qué no trabajan?, Si lo hubieran hecho, la existencia no les habría sido tan pesada....
956.-¿Qué opinión debe merecernos el suicidio que tiene por objeto escapar a las miserias y desengaños del mundo?
- ¡Pobres de espíritu que no poseen el valor de soportar las miserias de la existencia !. Dios ayuda a quienes sufren, pero no a los que no tienen fuerza ni valor.Las tribulaciones de la Vida son pruebas o expiacioness. ¡Bienaventurados los que las padezcan sin que esperan sin murmurar, porque serán recompensados por ello!. ¡ En cambio, desdichados aquellos que esperan obtener su salvación de los que, en su impiedad, llama el azar o la fortuna !. El azar o la fortuna, para servirme de su lenguaje, pueden, en efecto, serles propicios por un momento, pero solo para hacerles sentir después y con más crueldad, el vacío de esas palabras...
Creemos elocuentes las palabras de los Espíritus, que han recorrido un camino mayor que nosotros, y por consiguiente, deben tener una mayor sabiduría y experiencia.
De cualquier manera que se nos presenten las pruebas que hemos de pasar en este curso, que es la Tierra, deberemos esforzarnos, trabajando y sin dejarnos vencer.
La Vida, en muchas ocasiones, es dura, difícil y llena de adversidades, pero no olvidemos: es la Recopilación de todos nuestros errores en el pasado, y si bien la siembra es voluntaria, la cosecha es obligatoria.
Nadie asciende al Padre si no es saldando las deudas que tenemos con la Contabilidad Divina. Recurriendo al suicidio no hacemos más que aumentar las deudas y demostrar el tiempo que precisamos para llegar hasta Él.
En cada uno de nuestros dolores, fracasos, frustraciones e injusticias, debemos de ver la oportunidad que se nos da para saldar nuestros débitos. La rebeldía, la cobardía y otras fugas, no harán sino aumentar nuestros sufrimientos, fracasos, frustraciones y malestar.
Trabajando con paciencia, resignación y una buena disposición ante la Vida, iremos comprendiendo que ante nuestra pobre ceguera mental, moral y espiritual, se abre un horizonte lleno de nuevas posibilidades para seguir adelante, cargando cada uno de nosotros la cruz que deberemos tomar para seguir al Maestro, y con Él, aprender a ser hombres y mujeres nuevos.
Querido lector, si infelizmente tu te encuentras en la triste situación en la que se encuentran muchos otros, rondándote por la mente la idea del suicidio, ¡ Por favor, tómate unos minutos de tiempo !; ¡Medita lo que has leído !.
Ninguna palabra de las que has leído son para tomarlas a broma. Son muchos los que han vuelto del más allá para contarnos sus padecimientos, angustias y remordimientos.
Levanta tus ojos hacia lo Alto y busca en el firmamento a Dios, y Él te dará la respuesta que andas buscando, al camino para no huir de la Vida.
- Isabel Porras- Centro de Estudio Espírita Allan Kardec, de Málaga
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IGUALDAD DE DERECHOS ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER II
Continuación de Igualdad de derechos entre el hombre y la mujer I
Encarnar como mujer conlleva la experiencia de la maternidad, ¡y este es el gran factor diferenciador entre los dos roles!, el masculino y femenino. Pues al género femenino corresponde ser la mediumnidad de la vida, es decir, el camino de la vida de todo espíritu. Los condicionantes que la maternidad producirá en la vida de un espíritu, mujer y madre, determinan sus tareas y obligaciones, y le ayudarán a conseguir y desarrollar determinados valores que como hombre difícilmente podría conseguir, máxime lidiando con un número elevado de hijos y la exigencia de una mayor dedicación, y especialmente hoy que la sociedad exige a las madres trabajar y asumir obligaciones en el hogar y en el trabajo, amén de su entrega, renuncia, dedicación y sacrificio hacia los niños a su cargo.
Todo ese desempeño, llevado con naturalidad, dedicación y devoción, es invalorable y define la vida de esa madre en la dedicación y esfuerzo hacia sus hijos, a los que ayudará y preparará ante las luchas de la vida. Entrega que bien canalizada permitirá a esa mujer, a ese espíritu en evolución, dar un paso de auténtico gigante, permitiéndole avanzar en determinadas ocasiones el equivalente a dos o más existencias activas en la Tierra. Este argumento es impensable desde un análisis material, de ahí que muchísimas mujeres renuncien a la maternidad, o sean partidarias del aborto, consecuencia del desconocimiento de las leyes de la vida.
La vida es el don más preciado de que dispone el ser, pues permite al espíritu que en una vida física adelante muchísimo más de lo que haría en el plano espiritual, en su actual punto evolutivo. De ahí la necesidad de defender esas nuevas oportunidades, esas nuevas vidas que comienzan. Y ¡ay de aquellos que, por comodidad o por egoísmo, e incluso por puro materialismo, desprecien la familia!, pues más pronto o más tarde necesitarán experimentar en la vida física con un nuevo cuerpo. Entonces, la ley les mostrará sus escasos méritos para tomar un cuerpo en la Tierra.
A lo largo de estas y posteriores líneas trataremos las muchas implicaciones sobre este controvertido asunto y las veremos progresivamente. Pues únicamente las enseñanzas y principios espirituales podrán ayudar a comprender, en profundidad, la casuística sobre este controvertido asunto y actuar sin transgredir las leyes naturales.
Pero existe una parte importante en esta ecuación que no puede obviarse, una parte imprescindible: el progenitor, el padre, quien es tan responsable o más por su familia e hijos ante la ley, dados los compromisos adquiridos con ellos antes de encarnar. La pareja debe ayudarse y complementarse, y ésta es una asociación previamente pactada en el plano espiritual. Cada uno de los progenitores desempeñará y cumplirá su propio rol, ninguno es superior al otro, ambos se complementan, y ambos son iguales ante la ley, si bien tienen diferentes condicionantes para el desempeño de sus responsabilidades.
Los espíritus se agrupan por su afinidad, por amor y por lazos que se van creando a lo largo de los siglos, y bien cabe que, después de una serie de existencias importantes para ambos cónyuges, se vean en la necesidad de modificar sus experiencias futuras, viniendo como hombre quien antes lo hizo como mujer, y quien antes ocupó un cuerpo de mujer deba hacerlo ahora de hombre; los que antaño fueron hijos deban ser ahora padres, y así sucesivamente. Las posibilidades son incontables y trascienden al ámbito familiar, siendo habitual que en un mismo grupo familiar vengan alternándose los roles a lo largo de los siglos para obtener las experiencias necesarias para su evolución.
Únicamente la barbarie, la falta de educación y el atraso moral en pueblos y sociedades, generan desigualdades y falta de respeto entre ambos sexos. En los pueblos primitivos e incivilizados impera siempre la ley del más fuerte, y es aquí donde la mujer es el sexo más débil. Fruto de ello, las mujeres han venido sufriendo y todavía sufren esclavitud, abuso y discriminación a causa de su condición de mujer. Solo el adelanto moral y la comprensión de los roles puede dar valor a cada sexo; valor a las cualidades que representa al margen de su raza, color, escala social.
El machismo, sentimiento de inferioridad ante el sexo femenino, y digo bien “de inferioridad”, además de ser una actitud equivocada, es más propia de personas y pueblos atrasados, pueblos faltos de ética y moralidad que desconocen las razones del para qué y porqué de su presencia en la Tierra. El espíritu busca las herramientas que le son más útiles, y para ello unas veces ocupará un rol masculino, y otras, femenino.
¡Pobres de aquellos que, haciendo un mal uso de su condición, busquen o cometan abuso sobre los demás, ya sea por riqueza o por su poder, ya sea por creer que, siendo “hombres”, tiene superioridad sobre las mujeres! Tendrán que volver a la Tierra en la condición de mujer que denuestan y que despreciaron, pero no por propia voluntad, sino obligados por la ley y pasando por todos los males y dolores que infringieron a sus semejantes del sexo contrario.
En virtud de todo lo comentado, muchas de las protestas y manifestaciones que se producen hoy se podrían estimar como accesorias, ya que no responden a la realidad espiritual del ser, sino al auge de una denostada “modernidad” que, aunque contenga tintes de verdad y justicia, en el fondo persigue fines fuera de la naturaleza moral y busca, casi en exclusiva, las conquistas materiales; no contemplando los postulados del espíritu, los únicos capaces de encaminar al individuo a tomar las decisiones correctas, velando por un progreso moral, la razón de ser de ésta y todas las reencarnaciones del ser.
Y tampoco implica, ni mucho menos, que se deba perseguir cualquier manifestación en pro de la igualdad de géneros; muy al contrario, su reivindicación es justa y conveniente, pues en ocasiones es la única posibilidad de progresar. Con estos textos buscamos únicamente aclarar las motivaciones de ambos roles y mostrar al individuo la necesidad de ajustarse a sus necesidades de progreso, pasando por todo tipo de experiencias y situaciones. Ciertamente, no se trata de casualidad que determinadas personas adopten un rol masculino y otras un rol femenino, se trata de un ejercicio de voluntad y libre albedrío, ya que este proceso no depende de un determinismo biológico como muchos, carentes de conocimientos espirituales, pueden pensar.
Es conveniente aclarar, aquí y ahora, que igualdad de derechos no supone igualdad de funciones, y este es un factor determinante que suele confundirse. Cada rol o condición contempla funciones distintas, pues hombre y mujer son diferentes y cada rol debe realizar funciones distintas y complementarias. ¡La naturaleza jamás comete errores! En la medida que una sociedad evoluciona, las diferencias se estrechan y los cuerpos físicos también, el ser humano mejora y su cuerpo físico va cediendo, poco a poco, su prevalencia sobre el espíritu, al que va dominando progresivamente junto con el mundo que le rodea, pues al igual que él, ese mundo físico va sutilizándose también progresivamente. Y ya en mundos más evolucionados apenas tiene influencia sobre el espíritu. Muy al contrario de lo que ocurre en los mundos primitivos, donde la naturaleza y los instintos básicos son poderosos y el espíritu, tan débil, apenas sin conciencia y sin experiencias, suele convertirse en un títere de las fuerzas materiales, y los instintos y la animalidad imperan sobre él.
Lo importante para todo individuo en esta experiencia humana habría de ser la propia aceptación, la aceptación sin límites, sin prejuicios, sin miedos, ya que cada persona tiene su propia personalidad, su manera de ser, su carácter, su talante, pero siendo a la vez inimitable y único. El hombre debe aceptarse como es, con sus peculiaridades propias, y crecer exponencialmente. Y esto es de la más pura y simple psicología.
Es una gran equivocación pretender ser aquello que no se es, querer imitar a los demás, querer copiar o parecerse a otra persona. Cada individuo es único y diferente, aunque su punto de partida es idéntico y la suma de sus vivencias le convierte en excepcionalmente único. Y ello no debe menoscabar su esfuerzo para crecer y desarrollar el genio que se esconde dentro de cada individuo.
¡Aparquemos de una vez la envidia hacia otras personas, hacia su estatus o condición personal y social! Estas son únicamente las herramientas necesarias para su progreso, disponiendo cada persona de las suyas propias. En la medida que el individuo sea capaz de usar las herramientas propias para su crecimiento íntimo, el mundo se volverá cada vez más pequeño, y él cada vez más grande. La grandeza está en el propio interior, no en las posesiones, las formas o el renombre.
Amor, Paz y Caridad, 2018
“Todos los hombres se hallan sometidos a las mismas leyes naturales. Todos nacen con idéntica debilidad, están sujetos a iguales dolores, y el cuerpo del rico se destruye como el del pobre. En consecuencia, Dios no ha otorgado a ningún hombre una superioridad natural, ni por el nacimiento ni por la muerte. Ante Él todos son iguales”.
Ley de Igualdad; el Libro de los Espíritus. Allan Kardec.
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ENTREVISTA AL PROF. VICENT GUILLEM, SOBRE REENCARNACIÓN,ESPÍRITUS, ETC.
- ¿Cómo pueden sacar conclusiones de lo vivido en otras vidas físicas, si en esas vidas tenemos la misma conciencia que en esta, es decir, somos tan inconscientes de la existencia de vidas pasadas como en esta ?.
* Porque muchos de ellos no sólo recuerdan los detalles de vidas pasadas, sino que, al mismo tiempo, recuerdan el motivo por el que tuvieron que pasar por ciertas vidas y pruebas. Es decir, también recuerdan lo que les sucedió en los periodos entre vidas físicas, en los cuales no estaban encarnados. Hay investigadores que se han dedicado a investigar específicamente esos recuerdos de periodos entre encarnaciones, en los que las
personas recuerdan el espacio entre una vida y otra y las decisiones que los llevaron a encarnar precisamente en determinado tiempo, con determinada familia y bajo determinadas circunstancias.
- ¿Y qué tipo de pruebas o circunstancias son esas que tenemos que pasar en cada vida y por qué?
* Muchas de esas pruebas consisten en experimentar en nosotros mismos aquello que hemos hecho a los demás, en enfrentarnos a las consecuencias de las situaciones que nosotros mismos hemos provocado, para que tomemos conciencia del sufrimiento o felicidad que estas acciones han tenido sobre los demás. Las pruebas son de lo más variopintas, pero en general son pruebas que tienen la intención de que nos vayamos desprendiendo del egoísmo y creciendo en amor.
- ¿Y es necesario morirse o vivir una experiencia cercana a la muerte para experimentar la conciencia de que tú eres tu espíritu y no tu cuerpo?
* No. De hecho todos vosotros tenéis la capacidad de separaros temporalmente de vuestro cuerpo, y así sucede de forma inconsciente en una etapa del sueño. Pero hay gente que es capaz de conseguir inducir esta separación de forma consciente a través de ciertas técnicas de relajación. Los viajes astrales aportan pruebas de que la conciencia no está ligada al cuerpo.
Vicent Guillem
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