lunes, 26 de noviembre de 2018

Comunicado Mediúmnico

Sumario de temas  de esta publicación :

1.-Causas o motivos que puedan inducir al suicidio.
2.-El Perdón
3.-La Codicia
4.-Realidad después de la muerte (Comunicado Mediúmnico)
5.-Miedo a la muerte




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CAUSAS O MOTIVOS QUE PUEDAN INDUCIR AL SUICIDIO
( Viene del anterior)

    Muchos y variados pueden ser los motivos. Desde el sufrimiento intenso y la desesperación que invade al indivíduo cuando la adversidad o el dolor le abruma y su mente se oscurece ofuscando su razón, buscando en la muerte la solución a sus problemas, hasta el capricho insano e insensato de ciertos jóvenes y no tan jóvenes.

    Si bien diversos pueden ser los motivos y aspectos inductivos al suicidio, según sean las mentalidades, creencias y circunstancias, en todos ellos hay una ofuscación mental que el afectado comienza a sentir ante ciertas circunstancias adversas o dolorosas que, en lugar de esforzarse en superarlas, se rebela y trata de evadirlas, de huír, produciéndose en su mente una perturbación que oscurece la razón.

    Pero la causa o causas verdaderas están en : la ignorancia de las leyes de la Vida, así como en el orgullo, soberbia, vanidad oun amor propio exagerado, siendo todos ellos ramas del EGOÍSMO.

  Y en esta sintonía mental-emocional, el afectado está vibrando, emitiendo ondas mentales que las entidades del bajo astral o mundo de las almas malignas, que pululan en el plano físico, perciben y acuden, proyectando pensamientos depresivos que acentúan la penosa condición mental del afectado.

   Y esas entidades perversas, en su maldad, sugieren el suicidio como liberación, comenzando a influir con sus pensamientos que, al no estar alerta, el afectado le parece que son propios. Y otros casos hay, que esos seres de maldad, actúan en venganza por hechos que han generado odios en vidas pasadas del afectado.

   Más de una vez he oído decir..... "Siento con frecuencia que algo trata de empujarme a que me suicide, para acabar con todo."

   Otras personas me confesaron que sienten una fuerza que les empuja a suicidarse (entidades obsesoras), percibiendo frases como :
" Para qué seguir viviendo con esos problemas, cuando tienes la solución?, o
"Deja esa vida, el suicidio es la solución".
Otro : "Despréndete de esa vida que llevas, que no vale la pena vivirla."
Otro: "No aguantes más, véngate de lo que te hace. Demuéstrale que vales más, privándote de la vida en un acto heróico."
Otro ; " ¿Para qué seguir atormentándote, cuando con unas pastillas te quedas dormido y todo termina?."
   Y así, muchas otras sugerencias obsesivas, que sería prolijo enumerar.

    Sabemos que hay casos de vidas difíciles y de sufrimiento, más o menos intenso. Vidas difíciles o de dolor, que el Espíritu de esas personas pidieron o aceptaron antes de encarnar, para su progreso, y por consiguiente, tienen la responsabilidad de sobrellevar y de superar. Además. y esto es muy importante conocer, que, TODA PERSONA TIENE EN SÍ LOS RECURSOS NECESARIOS para superar toda vicisitud adversa o dolorosa, si de ellos se vale.

   Pero, cuando la sociedad humana no tiene el conocimiento de las leyes de la Vida y carece de una moral espiritual, cae en un materialismo embrutecedor y un hedonismo degradante, que arrastra a los vicios y frustración posterior.

   Y la deficiencia educativa contribuye a que muchos adolescentes se vean arrastrados a los vicios y se rebelen contra la autoridad paterna-materna. Y muchos de los casos de suicidio de adolescentes y jóvenes de ambos sexos en la flor de la edad, se deben a una educación deficiente, que ante un capricho insatisfecho, se rebelan amenazando con quitarse la vida. Pero si esos jóvenes conociesen bien que la Vida continúa y que la muerte no es nada más que un cambio desde una modalidad de vida a otra, y que el suicidio causa sufrimientos horrendos, tened por cierto que  ¡ Jamás cometerían el tremendo error de suicidarse !.

    Y personas hay también, y bastante frecuente entre adolescentes, que para obtener la satisfacción de sus caprichos, amenazan de un modo dramático con suicidarse, lo que no significa que tengan siempre la intención de hacerlo. Y a veces hasta llegan a hacer un simulacro, o sea, un chantaje.

EL SUICIDIO Y LA FAMILIA.- Casos hay, en que por orgullo o soberbia, y muchas veces por caprichos, un hijo o hija se rebela a los padres. Y con esa actitud, otras entidades invisibles negativas de las que pululan en el plano físico, especialmente en hogares desarmónicos, azuzan su rebeldía, convirtiendo ese hogar en un infierno. Y como seres malvados que son, comienzan a inducir al jóven o a la joven, a privarse de la vida para hacer sufrir a los padres.
     Muchas de las veces, esas entidades obsesoras, son enemigos de los padres y aun de los hijos, que, la Ley de Consecuencias junta en la familia para reajuste de viejos desajustes.

     Y cuando esos jóvenes, con esa actitud, llegan a cometer la acción absurda del suicidio, se encuentran inmersos en ambientes de sufrimiento horrendos, durante largo tiempo, generalmente los años que aun le quedaban de vida humana.

   Por ello, es muy necesario que los jóvenes sepan estas verdades, especialmente aquellos que, en su ignorancia, sostienen que con la " muerte " todo termina.

- Sebastián de Arauco-

(Continúa el tema en el siguiente)

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                                 El perdón


   Hasta hace poco tiempo, hablar de perdón cabía de forma exclusiva a los religiosos. Decir a alguien que le sería mejor perdonar, conforme enseñó Jesús, parecía propio de quien vive fuera de la realidad. No obstante, en la actualidad, perdonar se ha vuelto una medida de buen sentido. Personas no religiosas han descubierto que perdonar es terapéutico.
El Dr. Fred Luskin, director del proyecto perdón, de la Universidad de Stanford, en su libro “El poder del perdón”, afirma que cargar el bagaje de la amargura es muy tóxico. En los estudios que realizó con voluntarios, constató que la acción de perdonar les mejoró los niveles de energía, de humor, la calidad del sueño y la vitalidad física general. Eso ocurre, explica, porque somos programados para lidiar con la tensión. Puede ser una alarma de incendio, una crisis, una discusión más acalorada. En esas ocasiones, el cuerpo libera las hormonas del estrés – adrenalina y cortisol – acelerando el corazón, la respiración y haciendo que la mente se dispare. Al mismo tiempo, la liberación de azúcar estimula los músculos y los factores de coagulación aumentan en la sangre. Si eso fuera breve, como por ejemplo un sobresalto en la calle por un casi accidente, es inofensivo. Con todo, la rabia y el remordimiento son como accidentes que no tienen fin. Transforman en toxinas las hormonas que deberían salvarnos. El efecto depresor del cortisol en el sistema inmunológico está relacionado a dolencias graves. Él agota el cerebro, causando atrofia celular y pérdida de memoria. Aún más, provoca dolencias cardíacas por elevar la presión sanguínea, los niveles de azúcar en sangre, endureciendo las arterias. He ahí donde entra el perdón, que parece interrumpir la circulación de esas hormonas. Veamos algunas informaciones para encontrar la paz, a través del perdón, mejorando nuestra calidad de vida.
Primera – concéntrese en los hechos de la ofensa. Casi siempre cuando nos sentimos ofendidos, nuestra tendencia es aumentar lo que de hecho ocurrió. Aumentamos nuestros sentimientos y todo toma un volumen mucho mayor.
Segunda – intente entender lo que ocasionó la ofensa. A veces, somos nosotros mismos los promotores de ella, por algo que hayamos dicho o hecho. Incluso que no haya sido nuestra intención herir a otro, la forma como decimos o una actitud que tomemos en un momento delicado, puede llevar a la criatura a reaccionar mal, agrediendo.
Tercera – localice la naturaleza humana del agresor, no sólo su actitud. Piense en que nosotros mismos, en el trato personal, en momentos de estrés, de cansancio, decimos cosas que constituyen un desahogo más. Así puede ocurrir con el otro, porque en la tierra somos todos aun seres muy imperfectos.
Cuarta – perdone sólo para sí mismo. Nadie más. Perdone en su corazón. No es indispensable que usted comunique el hecho al agresor.
En fin, recuerde que perdonar de forma alguna significa que usted esté de acuerdo con la ofensa. Y mucho menos que usted deba permitir que lo traten injustamente.
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La sabiduría de Jesús recomendó, hace más de 2000 años: “amad a vuestros enemigos. Haced el bien a los que os odian. Orad por los que os persiguen y calumnian. Perdonad a los hombres las faltas que cometieron contra vosotros.” Y acentuó que nunca se debería guardar amargura. Si en un momento de ofrenda de nuestro corazón al Padre, recordamos de que alguien tiene algo contra nosotros, prescribió Jesús que deberíamos, antes, reconciliarnos con el adversario. El Maestro del amor y de la sensibilidad sabía porque decía esas cosas. Los estudiosos de hoy están comprobando que Él tenía toda la razón.
Equipo de Redacción del Momento Espírita, con base en el artículo El poder del perdón, de Lisa Collier Cool, de la Revista Selecciones do Reader’s Digest, junio/2004, y en el Evangelio de Mateo, cap. V: 43 a 47 y cap. VI: 15 y 15. João Cabral. Mensaje traducido por Isabel Porras-España

                                                               *************************************

               LA CODICIA

La codicia es una de las mayores lacras de la personalidad. Está emparentada con la avaricia, y en ambos casos es una forma de egoísmo que conduce al individuo hacia un afán desproporcionado de bienes y riquezas. Es una manifestación de ese mismo egoísmo, aunque bajo la forma de un deseo enfermizo de acaparar bienes. Quienes la padecen basan su vida en la lucha por explotar todos los recursos a su alcance y aprovechan cualquier ocasión que les permita incrementar su patrimonio, su riqueza, su único fin y en el que basan su mediocre existencia. Para ellos, el vocablo compartir no existe en el diccionario particular.
Podemos ver a esos dirigentes, directivos, empresarios, en su búsqueda de beneficios siguiendo la pauta que les marca su egoísmo, su codicia. Nunca se dan por satisfechos con lo que consiguen y luchan enfermizamente por arañar más y más riqueza y poder. Trasladan sus negocios y producción a países del tercer mundo, allá donde el coste de producción, de mano de obra, sea especialmente bajo, y abandonan a su suerte al equipo humano que les ayudó a crear su modo de vida. Poco importan las riquezas acumuladas, poco importa que excedan cualquier necesidad, suya o de sus familiares y descendientes.
No dudan en explotar, tanto como les sea posible, la mano de obra ya de por sí barata de esos países. No importa si en paralelo están dando un paso más en la escalada de los conflictos económico-laborales del planeta, no importa si para ello deben explotar a menores, y no importan las duras horas de rutinario trabajo. Llegan inclusive a buscar que sus trabajadores vivan dentro de la propia factoría y en vergonzosas condiciones de hacinamiento e insalubridad. Su codicia les impide ver las condiciones infrahumanas que están creando y en las que se mueven sus trabajadores. Poco les importa su sacrificio y la escasa remuneración.
Son precisamente esas marcas de mayor renombre, esas marcas conocidas y famosas, esas que pasan por nuestra mente, las multinacionales en las que sus propietarios y directivos engordan las filas Forbes de los más ricos del mundo. Y no necesitamos salir de nuestro propio país para localizarlas. Sus propietarios y directivos han adquirido fama y prestigio huyendo de pararse a analizar los medios empleados para conseguir fortuna. No dudan en emplear los recursos a su alcance para alcanzar los fines buscados, la riqueza. ¿Y qué decir de las comisiones y  sobornos a funcionarios de toda condición para conseguir los permisos y licencias necesarios?
Tampoco es que les importe en gran medida contaminar ríos y mares o esquilmar la ya castigada naturaleza; poco importa talar bosques o agotar los recursos de mares y océanos. Son muchas ya las especies extintas y muchas más las que se verán borradas de la faz del planeta en aras de los beneficios personales y empresariales.
¡La codicia impone su ley! ¡Su razón de ser son los beneficios a cualquier coste!
Los mismos gobiernos, en su afán de crecimiento y buscando una economía más fuerte, respaldan sistemáticamente ese tipo de actuaciones. Poco importa la irreversibilidad de los daños generados a la naturaleza y al ser humano.
Es tal el poder de la codicia, que ciega al individuo, le lleva a alterar la naturaleza, a convertir vergeles en desiertos, a eliminar cualquier rastro de vida en tierras y mares, a emponzoñar el aire y a convertir los ríos en ciénagas; le lleva a esclavizar a millones de personas. Poco importa el peaje.
A todos estos movimientos se les denomina “progreso”. Crear fábricas cada vez mayores y de mayor cuota de producción, industrias capaces de contaminar y destruir el medio ambiente, sabiamente se les denomina “conquista”, “éxito empresarial”, “excelentes resultados económicos”. Vale cualquier calificativo pomposo. Pero satisfacer la codicia de unos pocos castiga irremisiblemente a la totalidad. Sea como sea, termina generando consecuencias difícilmente corregibles en el tiempo.
¡Y que nadie se interponga en su camino! Será tratado de revolucionario, comunista, delincuente; correrá el riesgo de arriesgar incluso la vida. Nada puede interponerse a la codicia, ésta impone su imperio, sus beneficios.
Sin duda, podemos afirmar que la codicia del ser humano se ha convertido en una lacra que destruye y corrompe cuanto le rodea; corrompe la política internacional, la sociedad y la misma economía. En la medida que el hombre es incapaz de aceptar lo conveniente para vivir, de poner en valor cualidades como las relaciones sociales, el calor humano o la amistad; en la medida que el hombre se vuelve incapaz de alcanzar su felicidad en el trato con sus semejantes, en la búsqueda de la paz de conciencia, sus instintos más primarios le llevan hacia derroteros desconocidos, hacia un afán desmedido de riquezas y posesiones, al materialismo más embrutecedor.
El hombre es el único ser incapaz de aprender de sus errores, de mirar hacia atrás y aprovechar su propio pasado. Se estrella siempre contra la misma roca, la roca de la codicia, la roca que le lleva hacia su autodestrucción, hacia una sociedad corrompida que camina hacia su propia ruina.
Esta civilización ha evolucionado al influjo de las imperfecciones humanas, de los defectos que han modelado sus emociones y sentimientos. Son los ladrillos que han sustentado al ídolo de barro. Se ha despreciado el bien común, las necesidades de personas y familias, de los más débiles; se ha dejado de lado la búsqueda de una sociedad más justa y armónica donde la solidaridad y la justicia sean la pauta a seguir. Muy al contrario, esta civilización está construyendo un mundo a medida de los dictadores, poderosos y déspotas.
Con disimulada apariencia de legalidad, muchos poderosos, gobernantes, políticos y seres mezquinos han venido ostentando responsabilidades públicas y políticas, aferrándose a una falsa legitimidad creada por ellos mismos y ausente de toda ética o moral. Ellos mismos se han auto legitimado ¡poco importan lo demás!
Así, muchas directrices y políticas son, en esencia, antisociales. Los servicios, las infraestructuras, todo lo que dignifica a una sociedad y al hombre apenas si alcanza a la mayoría. Gran parte de esos recursos aterrizan, como siempre, en los bolsillos de los poderosos; al pueblo solo le restan las migajas.
No es intención de este redactor analizar aquí esta difícil problemática, ni posiblemente tenga lugar exponerla, aunque sí adecuado citarla. En el pasado reciente de esta sociedad global hemos verificado cómo las guerras han comenzado siendo primero de divisas, más tarde comerciales, y finalmente bélicas. Si con los parámetros adecuados pudiésemos analizar las motivaciones reales de las dos últimas guerras mundiales, con certeza quedaríamos sorprendidos de su conclusión.
Las guerras son un ejemplo significativo de cómo la codicia ejerce su imperio y busca ser el camino a seguir; vemos cómo se habilitan guerras para vender armamento, municiones y equipo bélico; vemos cómo se destruyen ciudades, puertos e instalaciones militares y civiles; vemos cómo se masacra a millones de personas en aras de la codicia, para luego, y por arte de magia, surgir estamentos dispuestos a reconstruir todo, entidades que han convertido las guerras en un lucrativo negocio. Nada puede frenar la mente de los codiciosos, ni tan siquiera la crueldad. Para ellos el fin justifica cualquier medio.
La codicia sigue siendo una de las mayores lacras de la humanidad, destruye la buena voluntad y aparta al individuo de la senda del auténtico progreso. La verdadera civilización implica la autoconstrucción interior, la autoedificación en la intimidad de cada ser; implica hacer de este mundo un planeta en el que todos tengan idénticas posibilidades, un lugar donde se apoye a los débiles y donde se les ayude sin explotarlos; representa darles, no la guerra, sino la paz.
¡No vendamos armas o equipamiento militar, más bien enseñemos a desarrollar sus propios países en el trabajo y la constancia!
¡Ayudémosles a evitar nuestros propios errores!
     Fermín Hernández-  Amor, Paz y Caridad, 2018
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    LA REALIDAD DESPUÉS DE MORIR Y EL OBJETIVO                         DE LA REUNIÓN MEDIÚMNICA.                       
               ( Comunicado Mediúmnico)

La más dolorosa realidad de más allá de la vida cuando el cuerpo se disipa en la descomposición cadavérica, es el encuentro con la conciencia. Al despojarse de la indumentaria carnal le faculta una visión enteramente diversa de aquella que mantenía bajo la imposición de las conveniencias sociales y de la educación deficitaria en la falsa preparación para el triunfo. 

Heridas, cariñosamente escondidas, pululan, exhibiendo la putrefacción que el propio enfermo procuró ignorar. Estados íntimos, disfrazados en conflictos complejos, repuntan como si fueran lanzas agudas a despertar al condenado para el examen tardío, no obstante aun recuperable. 

Situaciones vejatorias, que quedaron ignoradas, recomponen los papeles ideó plásticos, convidando al ser a reexaminar el problema del que se evadió bajo las condiciones de la hipocresía. 

La muerte es el bisturí que desnuda al Espíritu. Retirándolo de la cámara en la cual se oculta, y es por eso que la caridad de la psicoterapia de la palabra fraterna tiene un sentido profundo, en el grupo mediumnico. 

En ese ministerio ninguna acusación se presenta, nada se impone, todo transcurre en un clima fraterno de comprensión cristiana, que dignifica al caído y enaltece a aquel que lo socorre. 

Manos que buscan manos, sentimientos que entienden las caídas morales conjugan, para que la ayuda mutua favorezca la redención del infeliz, al tiempo que propicia, al quien se da al ministerio, la oportunidad de iluminación evitando delinquir en las mismas circunstancias. 

Bendito recinto de amor, la reunión mediumnica seria, devotada al bien en nombre de Jesús, que mantuvo en silencio el contacto permanente con el Padre, para soportar con ternura la agresividad del mundo y de Los Espíritus imperfectos que en el habitan. Grupo fraterno que recibe el espíritu conturbado, amparándolo a través de la palabra esclarecedora y de las vibraciones equilibrantes, ayudándolo a despertar para la realidad de la vida espiritual con nuevas perspectivas de luchas edificantes. 

Espíritu Juan Cleofás 
Médium Divaldo Pereira Franco
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                    Miedo a la muerte
Es común oír a alguien decir que tiene miedo de la muerte. Desde tiempos remotos hasta los días actuales, el miedo a la muerte es aún rotulado como el origen y la evolución de todos los demás miedos. Según la Doctrina Espirita, esta es una energía que escogemos y usamos en nuestras realidades, como una energía poderosa, una reacción emocional y mental delante de lo desconocido, de la inseguridad ante el futuro.
La Doctrina esclarece aunque la desencarnación es la transferencia de un plano a otro, el retorno para la verdadera vida que proporciona la continuidad de la evolución moral e intelectual que todos precisamos alcanzar. Según Amit Goswani, autor del libro “La física del alma”, la separación del alma y del cuerpo es un fenómeno natural que ha sido tema de discusiones, desde la antigüedad, en la ciencia y en las diversas religiones, sobre la continuidad de la vida después de la muerte, revelando que la muerte es parte de lo cotidiano humano y como tal debe ser encarada con seriedad y aceptación.
La psicología explica que el miedo provoca reacciones físicas como la tensión exagerada, la descarga de adrenalina y el pánico descontrolado. Especialistas del área resaltan que el miedo no es innato a las personas y alcanza a todos en varios grados y diversidades como: miedo de la muerte; de la mala suerte; de ser asaltado; de perder el empleo; de ser acorralado y hasta de tener miedo.
El espíritu Manoel Philomeno de Miranda, en un mensaje dictado al médium Divaldo Pereira Franco, asegura que la desinformación y las concepciones erradas sobre la vida futura son responsables del temor a la muerte:
-La falsa visión e información que tenemos de la muerte: Estamos acostumbrados a creer que existe un Cielo y un infierno y tornase aterradora la idea de que responderemos por los actos de la vida por medio de la condenación o del descanso eterno.
-El materialismo: Cuanto más nos aferramos a los bienes materiales, más tememos a la muerte, pues sabemos que no podremos llevar riquezas para más allá del túmulo.
Como sucede la desunión del alma del cuerpo físico.
Allan Kardec, Codificador de la Doctrina Espirita, esclarece que el estado del alma varía considerablemente según el género de muerte, pero, sobre todo, según la naturaleza de los hábitos que tuvo durante la vida.
-Muerte natural – La desunión se realiza gradualmente y sin sacudidas; frecuentemente, el mismo comienza antes que la vida se extinga.
-Muerte violenta por suplicio, suicidio o accidente – Los lazos se rompen bruscamente; el Espíritu, sorprendido por el imprevisto, queda como aturdido por el cambio que en él se realiza y no comprende su situación.
En la Revista Espirita, publicada en el año de 1859 en Francia, Allan Kardec, afirma que al constatar la carencia del cuerpo físico, sentimos un gran alivio y un inmenso bien estar. En sus palabras “Las almas progresan intelectualmente y moralmente, después de la muerte, más o menos según su voluntad, y algunas progresan mucho, pero tienen necesidad de poner en práctica, durante la vida corporal, lo que adquirieron en ciencia y en moralidad. Aquellos que están estacionarios, retornan a una existencia análoga a la que dejaron; los que progresaron merecen una encarnación de un orden más elevado”
Kardec aun añade en la misma obra que el alma no solamente se reencuentra en el mundo de los Espíritus, los parientes y amigos, que le precedieron, mas también muchos otros que había conocido en otras vidas, generalmente, aquellos que por él tienen afinidad, lo reciben en su llegada al mundo espiritual y le auxilian en la liberación de los lazos terrestres.
 GRUPO ESPÍRITA  LUZ DE VIDA CON FRANCISCO DE ASIS - Administrador
Emisora de la Fundación Espirita André Luiz
Traducido por Jacob
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