domingo, 4 de noviembre de 2018

Carta de un muerto


 Temas interesantes para hoy:

1.- Carta de un muerto
2.-Destinos y pruebas
3.- Incertidumbre
4.-Médiums imperfectos
-Carácter de la revelación espiritista
5.- Depresión en la infancia





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                                      CARTA DE UN MUERTO


    Me pides noticias del cementerio en la conmemoración del día de los finados. Y como tengo en mis manos la carta de un amigo, hoy en la espiritualidad, dirigida a otro amigo que aún se encuentra en la Tierra, acerca del asunto, transcribo para usted esa misiva que en su texto puro y simple que dice:

    "Mi querido, usted no se puede imaginar lo que es entregar a la Tierra el cuerpo yerto el día dos de Noviembre.
      Verdadera tragedia para un muerto inexperto. Se recordará usted cuando el entierro de mi viejo cuerpo, corroído por la enfermedad, se realizó en el crepúsculo, cuando el cementerio adornado parecía una casa de fiestas.
   Me encontraba triste dentro del coche fúnebre, vigilando mis restos, que reflejaban la miserabilidad de la Vida humana.
    Contemplando de lejos a mi esposa y mis hijos, que lloraban discretamente en un largo automóvil, meditaba en aquel antiguo apunte de Salomón “vanidad de vanidades, todo es vanidad” cuando a la entrada del cementerio, fui desalojado sorpresivamente.
     De la multitud ceremoniosa de los vivos en la carne, veía enorme manada de espíritus desencarnados, que se palmoteaban curiosos, entre el sarcasmo y la conmiseración. Algunos me hacían preguntas indiscretas, mientras que otros deploraban mi suerte.
    Con mucha dificultad, seguí el ataúd que me trasportaba el esqueleto y, en vano intenté llegar hacia mi esposa en lágrimas.
      Mal pude escuchar la oración que algunos amigos me consagraban, porque, de repente la onda tumultuosa me arrebató del círculo más íntimo de mis amigos y familiares encarnados.
     Infructuosamente procuré regresar al lugar humilde donde compartí las cosas de este Mundo… los visitantes terrestres de aquella mansión (cementerio) pertenecientes a los supuestos finados, traían consigo inmensas cantidades de almas en sufrimientos y rebeldes, perfectamente unidos a ellos mismos.
      Muchos de esos Espíritus, atados a nuestros compañeros humanos, gritaban al pié de las tumbas, contando los crímenes ocultos que los habían conducido a la puerta oscura de la muerte, otros traían en sus manos documentos acusadores, clamando contra la maldad de parientes o contra la venalidad de los tribunales que habían alterado las disposiciones y deseos.
     Padres arremetían contra sus hijos, hijos protestaban contra sus padres. Muchas almas, principalmente aquellas cuyos despojos se localizaban en monumentos de elevado precio, penetraban en la intimidad del sepulcro y, desde allá, lanzaban gemidos y sollozos aterradores, buscando inútilmente levantar sus propios huesos, intentando decir a los seres queridos verdades que el oído humano detestaba escuchar. Mucha gente desencarnada hablaba acerca de títulos y depósitos financieros perdidos en los bancos, de tierras desaprovechadas, de causas olvidadas, de objetos de valor y obras de arte que habían pasado por sus manos, ahora vacías y sedientas de cosas materiales.
     Mujeres desdeñadas clamaban venganza contra hombres crueles, y hombres débiles e inquietos vociferaban contra mujeres  insensatas   y delincuentes.
      Tal vez porque aún llevase el reflejo de mi cuerpo físico,  muchos  me tenían por vivo aún en la Tierra, y me creían capaz de auxiliarlos  en  la solución de los problemas que les perturbaban la  mente, comentándome alegatos y quejas, infamias y testimonios.                              Observé   que  los médicos, los padres y los jueces son las  personas más  discutidas y criticadas aquí, (cementerio) en razón a los votos de  promesas, socorros y testamentos, los cuales no   siempre  correspondieron a la expectativa de los interesados.
         En muchas ocasiones, oí de amigos espíritus la afirmación  de que   hay  siempre muchos muertos (espíritus desencarnados)  observando o  perturbando a los vivos, pero, constando en  biografías y narraciones, escuchando el llanto y las quejas, y aún viendo el retrato real de muchos, creo hoy que hay más vivos flagelando a los muertos, amarrándolos a los desvaríos y pasiones de la carne que el menosprecio con que tratan la   memoria y la hipocresía con que los visitan a los sepulcros.
         Grandes fueron mis obstáculos, que no pude volver a ver a mis familiares en aquellas horas solemnes e inciertas del recién-venido, y solamente cuando los hombres y las mujeres, casi todos protocolarios e indiferentes, se retiraron, es cuando las almas terriblemente atormentadas e infelices, desocuparon el recinto (cementerio), quedando en la retaguardia        solamente, aquellos que aunque liberados de los vínculos terrenales, sentimos aún las dificultades propuestas por los vivos, llegado  a la  conclusión de que el tumulto en el hogar de los muertos, es una simple  consecuencia de la perturbación reinante en el hogar de los vivos.
      Apaciguado el ambiente, el cementerio me pareció un nido claro y acogedor, en el que no faltaron brazos amigos respondiéndome a las súplicas, y  la ciudad alrededor  se me figuró entonces, una basta necrópolis, poblada de mausoleos y cruces, en los cuales los espíritus encarnados y desencarnados (mal llamados muertos) viven el angustioso drama de la  muerte moral, comprometidos moralmente con las sombras.
       Como observas, mientras la humanidad no se habilite para que entienda el  respeto por la Vida Eterna, es muy desagradable embarcarse desde la Tierra para el Más Allá en el día dedicado por ella al culto de los muertos que le  son  simpáticos y antipáticos. Pida a Jesús para que no pase al Mundo del Espíritu, un día  dos de Noviembre. Cualquier otra fecha puede ser útil y valiosa.    Ruegue también al Señor que si es posible, pueda usted viajar a        nuestro encuentro, en un día nublado y lluvioso, porque tratándose de su paz, cuanto más reducido sea su séquito en el entierro, será mucho mejor.

Circulo de difusión del Espiritismo  Kardeciano Neiva - Huila - Colombia
(Tomado de Alborada Espírita )


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       DESTINOS Y PRUEBAS



     La pobreza es en la que el Ser espiritual adquiere sus primeras experiencias, y es la prueba consecuencial de todo rico que haya derrochado o hecho uso de la riqueza para sí solamente (egoísmo). Y en las más de las veces, es para doblegar el orgullo y la soberbia.
    La riqueza es la prueba que todo pobre de hoy ha de pasar, y así tener la oportunidad de remediar algunos de los males por los cuales en sus existencias anteriores sufría. Es una prueba difícil, y más peligrosa que la pobreza y aún la miseria, aun cuando en nuestra apreciación humana nos parece lo contrario; ya que la riqueza suele desviar por los caminos del placer, de la vanidad y del orgullo, y endurece el alma para realizar el bien; creando con ello causas de dolor futuro. Salvo casos excepcionales, el rico no es feliz, porque la riqueza en sus bienes materiales no hace la felicidad, antes al contrario, crea infelicidad; ni es libre sino esclavo de su propia riqueza y de su ambición, hasta que aprenda a superar las pruebas de la riqueza, mediante una vida sencilla y fraterna, condición necesaria para una vida feliz. El lujo en cambio, lleva al hastío, a la molicie y al vicio, complica la vida y es una carga muy pesada en la ascensión espiritual.
   Los bienes espirituales son muchísimo más valiosos que todos los bienes materiales que podamos ambicionar.
    La autoridad, en las diversas modalidades: civiles, políticas, judiciales, económicas, etc., son aspectos por los cuales tiene que pasar el espíritu en el largo camino de la evolución, a fin de desarrollar en sí, el concepto de equidad y justicia.
   Y es en las múltiples experiencias en el devenir de las vidas sucesivas que, a través de las injusticias y abusos de poder que la inexperiencia y falta de amor conducen, y el dolor consecuencial; que el Ser espiritual va aprendiendo a ser justo y bondadoso, que es la meta de esta clase de pruebas.
    Dentro de los tres grupos citados, se presentan aspectos inesperados, que son pruebas para el Espíritu, a fin de adquirir las experiencias necesarias para alcanzar la sabiduría. Y solamente observando con detenimiento las circunstancias, podremos identificarlas.
   Las incomprensiones, las ingratitudes, las críticas mordaces y venenosas de los ineptos, los ataques de los malintencionados, por ejemplo; las injurias y las ofensas de diverso modo, oprobios, calumnias, etc.; son algunas de las pruebas por las que hemos de pasar y superar, hasta alcanzar la meta liberadora de los mundos inferiores.
   “Sufrir con paciencia las adversidades de flaquezas de nuestro prójimo”, reza una parte del catecismo cristiano. Y este concepto tiene un fundamento psicológico, aunque muy pocas veces comprendido; pues la actitud contraria conduce a la intolerancia y con ella a la desarmonía afectiva, de consecuencias desagradables y perjudiciales en la vida humana y en el proceso evolutivo.
    Las adversidades que la vida humana nos presenta, son necesarias para desarrollar la fortaleza espiritual. Naturalmente que, como humanos nos desagradan. Y nos desagradan, porque acostumbramos a enfrentarnos a ellas en actitud egoísta de rechazo, y no de valentía y determinación de superarlas, cual corresponde.
Y al respecto de pruebas, analicemos algunas frases de un mensaje:
    “Si llevas la cruz contra tu voluntad, la encontrarás siempre más pesada, y no obstante, es preciso que la sufras”. “Si llevas pacientemente la cruz de tus penas, recibirás fuerzas superiores, que te sostendrán y conducirán, infaliblemente, al término deseado en que no sufrirás más; pero, esto no será en la Tierra”. “Si rechazas una prueba, otras posiblemente encontrarás más penosas”.
     En modo alguno esto significa castigo ni represalia, sino debido a que, a cada rechazo o evasión de cualquier problema o vicisitud adversa, se debilita y siente con mayor intensidad las siguientes. Por ello, muy necesario es no rebelarse nunca, y sí aceptar las adversidades de la vida y aprender a superarlas. Pues, las adversidades de la vida, así como los sufrimientos de tipo kármico o expiatorio aceptados con resignación resultan menos pesados, a la vez son oportunidades que, aprovechadas y superadas, fortalecen al Espíritu para su ascensión. Por ello, todo intento de superación y perfeccionamiento, toda ascensión, requiere esfuerzo. Y sin esfuerzo, sin sacrificio, no hay ascensión posible.

Sebastián de Arauco


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INCERTIDUMBRE 

El mundo físico, de acuerdo con la manera por la cual lo vemos, es impermanente, como todo cuanto contiene. En ese sentido, el ser humano, en su constitución orgánica experimenta el fenómeno de impermanencia, debido a las constantes mutaciones y transformaciones a las que se encuentra sujeto, incluyendo la desconexión biológica de las moléculas a través de la muerte. 

La problemática de la impermanencia es desafío esencial para ser solucionado, de modo que lo permanente merezca atención y estimulación, bases de su desenvolvimiento y realización. 

La visión de la impermanencia demuestra que todo cuanto constituye la materia es irreal, y no duradero para siempre, induciendo a una búsqueda de la causalidad, de lo que existe más allá de la forma y de la apariencia, que termina por demostrar la presencia de la realidad. 

Tradicionalmente la fe religiosa estableció certezas en torno de la vida, de su origen, de su finalidad y de su futuro, no aceptando controversia o duda, siempre castigadas con severidad y rigor. Pero, a medida que la Ciencia consiguió reventar las amarras que le impedían investigar, surgieron las primeras incertidumbres con respecto a las afirmaciones categóricas del pasado, de sus colocaciones y tesis que no soportaron los vientos disgregadores de la experiencia, de los hechos. El Universo demostraba en todos los tiempos, y prosigue, la fragilidad de las informaciones ingenuas de las Doctrinas religiosas ortodoxas, pues todo cuanto se podía observar desmentía la certeza predominante. La duda pasó a gobernar el pensamiento, y, mientras más avanzaba el conocimiento rumbo a los orígenes más detectaba los errores crasos de las imposiciones dominantes. 

La historia fósil, la documentación antropológica, los fenómenos constatados por la Física y por la Química, las investigaciones realizadas por la Fisiología, por la Biología, más tarde por las Ciencias Neurológicas y Psicológicas, confirmaron las incertidumbres a su alrededor, especialmente las del ser humano, de su procedencia, de su existencia y de su futuro, en la nada —que es inconsecuente— o en la predestinación señalada por la evolución para el logro de una etapa mucho más compleja y armoniosa, la de naturaleza espiritual, que es verdadera. 

Como consecuencia de la incertidumbre en las mentes nació el relativismo de los valores morales, así como de los procedimientos éticos, que no pueden someterse a patrones ingenuos, elaborados por oscurantistas, y desordenados, provenientes de los utilitaristas y gozadores. Se generó el concepto de que la verdad es aquello en lo que el individuo cree, o se le torna seguro confirmar. 

Los moralistas del pasado, observando el desmoronamiento de sus afirmaciones, se cerraron en el dogmatismo ultramontano, huyendo a cualquier raciocinio lógico, para proseguir en los estrechos límites de la intolerancia hacia los demás y en las actitudes masoquistas con relación a ellos mismos. Están en la retaguardia de la Ley de Progreso que es inalienable e inevitable. 

Fundamentarse en contenidos que avancen con el pensamiento sin alterar sus estructuras esenciales, le constituye el recurso filosófico más eficaz para enfrentar a la razón en la sucesión de los tiempos, tornándose una fe legítima, conforme definió Allan Kardec refiriéndose a la creencia verdadera, aquella que es defendida por el Espiritismo. Simultáneamente, el arsenal de los hechos en laboratorio, confirmados por la repetición hasta la saciedad de las experiencias, en diversos lugares diferentes, a través de métodos variados, y la conclusión expuesta en una enseñanza universal, confirma la procedencia de los mismos, y su causa, que se encuentra más allá de las dimensiones de las barreras físicas, en ese infinito campo de energías y vibraciones, en el cual todo se origina, que es el Mundo Espiritual. Demostrando, por medio de una variedad especial de individuos que son portadores de facultades extrafísicas, la procedencia de los fenómenos que se operan en el campo objetivo, en torno a la inmortalidad del Espíritu y de la reencarnación. 

Pues, el Espiritismo conforme a lo delineado en la Codificación por el eminente Allan Kardec, se presenta con todas las características exigibles para eliminar la incertidumbre en torno a la realidad del ser espiritual que todos somos, de su preexistencia a la cuna y de la supervivencia al túmulo, llamando la atención con excelentes posibilidades para alcanzar la plenitud aun en la jornada terrestre, prolongándose por la sucesión de los tiempos en la Inmortalidad. Sí, durante la jornada terrestre, porque a medida que los individuos toman conciencia de sus deberes y pasan a ejercitarlos, experimentan la alegría interior que proviene de la conciencia en armonía con el propósito existencial, actuando correctamente conforme piensa y avanzando siempre en la conquista de sí mismo. 

La incertidumbre que campea en todos los sectores de la actividad humana, cede entonces lugar a la convicción del sentido de la vida, de su significado y de la infinita posibilidad de realización personal de cada individuo con vista a la perfección futura. Por tanto, todo en el Universo, atiende a la ley de armonía que lo genera, prosiguiendo en el cosmos individual de cada ser, apuntándole la directriz de seguridad para alcanzar la realización a la que está destinado. La certidumbre que adviene de esa visión compleja y fascinante, se torna a cada momento, más significativa, porque se transforma en estímulo libertario para el sentimiento y la razón, alcanzando así la sabiduría plena. 

Espíritu: Carlos Torres Pastorino 
Médium: Divaldo P. Franco 

(Comunicación psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, el día 28 de marzo de 2003, en el Centro Espírita Camino de la Redención, en Salvador, Bahía, Brasil)

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MÉDIUMS IMPERFECTOS

"Médiums poseídos": los que no pueden desembarazarse de Espíritus 
importunos y mentirosos, pero que no se dejan engañar. 
"Médiums fascinados": los que son embaucados por Espíritus embusteros y se 
hacen ilusión sobre la naturaleza de las comunicaciones que reciben. 
"Médiums subyugados": los que sufren una dominación moral y muchas veces 
material de parte de los malos Espíritus. 
"Médiums ligeros": los que no toman su facultad a lo serio, y no se sirven de ella
sino por diversión o por cosas fútiles. 
"Médiurns indiferentes": los que no sacan ningún provecho moral de las 
instrucciones que reciben y no modifican en nada su conducta y sus costumbres. 
"Médiums presuntuosos": los que tienen la pretensión de estar solos en relación
con los Espíritus superiores. 
Creen en su infabilidad y miran como inferior y erróneo todo lo que no viene de ellos. 
"Médiums orgullosos": los que tienen vanidad de las comunicaciones que 
reciben; creen no tener ya nada que aprender en Espiritismo, y no toman para ellos las 
lecciones que reciben a menudo de parte de los Espíritus. Estos no se contentan con las 
facultades que poseen: quieren tenerlas todas. 
"Médíums susceptibles": variedad de los médiums orgullosos; se resienten de 
las críticas de que pueden ser objeto sus comunicaciones; se enojan de la menor 
contrariedad, y si enseñan lo que obtienen es para hacerlo admirar y no para pedir 
pareceres. Generalmente toman aversión a las personas que no les aplauden sin reserva, 
y desertan de las reuniones en que no pueden imponerse y dominar. 

"Dejadles que se pavoneen en otra parte y que busquen oídos más 
complacientes, o que se retiren en el aislamiento; las reuniones que se privan de su presencia no pierden mucho. - 
ERASTO." 

-El Libro de los Médiums c, 118- Allan Kardec

                                                          
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   Carácter de la Revelación Espiritista 
 
Allan Kardec 

 El Espiritismo, habiéndonos dado a conocer el mundo invisible que nos rodea y en medio del que vivíamos sin sospecharlo, las leyes que lo rigen, sus relaciones con el mundo visible, la naturaleza y el estado de los seres que lo habitan, y como consecuencia el destino del hombre después de la muerte, es una revelación verdadera, en la acepción científica de la palabra. 

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DEPRESIÓN EN LA INFANCIA
Se está tornando frecuente la discusión en torno a la problemática de la depresión en la infancia.
Es asustador el número de criaturas que entran en ese estado del alma, preocupante.
Mas sin embargo, se intenta descubrir las causas generadoras de ese mal, y se levantan varias cuestiones sobre el asunto, el problema continuo.
Para un observador atento, tal vez no sea difícil detectar las posibles raíces del problema.
Es que, sumergidos en la agitación de la sociedad actual, los padres y demás familiares han olvidado  de dar  la debida atención a los pequeños.
De forma general, ellos son  relegados a segundo plano en el orden de prioridades.
En primer lugar, solo se preocupan de gestionar los recursos financieros que garantizan la sustentación física de la familia. Y esa preocupación absorbe hasta tal punto a los padres, que muchas veces los niños son atropellados  en vez de ser conducidos con amor y cariño.
Es común que observemos a los pequeños en el asiento trasero del coche  o en la ventana del autobús escolar, con caritas melancólicas, mirando para  la nada, como si estuviesen absorbidos por profundos cuestionamientos.
 Si pudiésemos oír sus devaneos, tal vez escucharíamos sus angustias íntimas:
¿Por qué tengo que salir de mi hogar acogedor e ir  con personas que ni siquiera conozco?
¿Por qué tango que dejar mis juegos   e ir a jugar con aquellas otros niños  que quieren coger mis juguetes y no me dejan jugar con los de ellos?
¿Será que la tía no va a jugar conmigo? ¿Será que algún chico mayor que yo no va a pegarme? ¿Será que va a entrar un asaltante en la escuela y me  va a robar?
¿Y qué tal si, cuando yo vuelva para casa, toda mi familia se ha marchado? ¿Oh entonces, mi madre se  acordará de venir a buscarme el final de la clase?
Para el adulto, que vive  una realidad diferente de la del niño, todo eso parece pueril, pero para el niño es motivo de inquietud y de angustia.
Hoy en día, movidos por el deseo sincero de prevenir a los niños contra los males de las drogas y de la violencia, tal vez hemos colgado una carga demasiado grande  sobre los temores de esas almas aun frágiles.
En el hogar, muchas de ellas conviven diariamente con la brutalidad y la violencia de los juegos electrónicos, sin madurez para diferenciar  lo que es ficción de lo que es realidad.
Y, un día,  salen  del hogar y parten para un mundo diferente del suyo, llenas de miedos e inseguridades.
Más allá de eso, cargan, en lo profundo del alma, traumas y conflictos de otras existencias, pues no podemos olvidar de que nuestras criaturas son espíritus reencarnados.
Considerando todo eso, si realmente deseamos ayudar a nuestros hijos, busquemos entenderlos mejor. Procuremos penetrar  en su mundo y ofrecerle el amparo y la protección de la que tanto necesitan.
Socorramos a nuestros pequeños que ruegan, muchas veces a través de la rebeldía, nuestra atención y cariño, para que puedan caminar con seguridad en ese mundo turbulento  y aterrador  para muchas de ellos.
¡Piense en eso!
No espere a que su hijo muestre síntomas de depresión, obsérvelo y ampárelo siempre.
Repiense las actividades que le son impuestas y verifique si es que no está sobrecargado,  estando sobrecargadas por ello sus estructuras psicológicas aún frágiles.
Muchas veces, con la intención de preparar a nuestros hijos para el mundo competitivo  de hoy, olvidamos considerar aspectos importantes de su psiquismo, principalmente  sus tendencias y actitudes.
Es importante que nos  cuestionemos sobre qué es lo más importante: instruir bien al hombre, o hacer un hombre de bien
¡Piense en eso!
 Redacción de Momento Espirita
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