Hoy tenemos los siguientes temas:
- Gloriosa Mediumnidad
-En los instantes difíciles
-Orgullo, veneno interior
-El Alma
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GLORIOSA MEDIUMNIDAD
Se podría decir, desde muchos puntos de vista, que el genio es una de las formas de la mediúmnidad. Los hombres de genio son hombres inspirados en el sentido trascendental y fatídico de esta palabra; son los mensajeros del pensamiento superior. Su misión es necesaria. Por medio de ellos conversa Dios con el mundo; por medio de ellos llama y atrae a la humanidad. Sus obras son faroles que enciende para alumbrar el largo camino de los siglos.
La mediúmnidad, bajo los diversos nombres que ha tenido, nos parecerá como lo que ha habido en el mundo de más grande y sublime. Casi todos los privilegiados: profetas, videntes, misioneros, mensajeros del amor, de verdad y de justicia, casi todos han sido verdaderos médiums, porque se han comunicado con lo invisible, con lo infinito.
El genio, antes que nada, es, el resultado de pacientes estudios seculares, de una lenta y dolorosa iniciación, que ha desarrollado en el ser inmensas aptitudes, una profunda sensibilidad que le abre las puertas de las más elevadas influencias. Dios reserva la luz a aquel que, durante largo tiempo, la ha buscado, la ha deseado, y la ha pedido.
Los genios son hombres en lo que se refiere a su naturaleza terrestre, a sus pasiones, a sus debilidades. Sufren todas las miserias de la carne, las enfermedades y los deseos materiales. Pero son más que hombres por lo que en ellos constituye el genio, por la inmensa acumulación de riquezas del pensamiento, por esta lenta elaboración de la inteligencia y del sentimiento a través de innumerables caminos, fecundado todo por el influjo y por la inspiración de lo alto, por esta comunión constante con las esferas superiores del Universo.
El genio, bajo sus mil formas, es una colaboración con lo invisible, una verdadera ascensión del alma humana hacia Dios; son enviados del cielo, los ejecutores de los designios de Dios en el mundo. Orfeo, Hermes, Crisma, Pitágoras, Zoroastro, Platón, Moisés son los grandes iniciados del mundo antiguo, más tarde Juan Bautista, Jesús.Cristo y todos los apóstoles que vendrían después.
En los bosques, en las montañas, en el desprendimiento de todas las cosas sensibles, en la meditación y en la plegaria, es como el vidente y el inspirado se prepara para su obra. Lo invisible no se rebela más que al hombre solitario y recogido. Platón recibía las grandes inspiraciones en la cima Imite; Mahoma en las montañas del Irá; Moisés en el Sinaí; Jesús celebra la comunión con su Padre, en medio de plegarias y lágrimas, en el Monte de los Olivos.
Durante veinte siglos, la exégesis católica desnaturalizó el fenómeno, creía que todo se explicaba con una sola palabra: milagro.
El Espiritismo ha penetrado el misterio de las cosas; proyecta claridades del más allá sobre la teología que completa y sobre la experimentación que ilumina.
Los profetas Israelitas fueron médiums inspirados, la historia de Israel es el más famoso poema mediúmnico, la epopeya espiritualista por excelencia. Un día la exégesis científica afirmará estos conceptos y con ello quedarán disipadas las oscuridades de los libros sagrados, todo se explicará, todo será simple y a la vez grande.
Moisés eligió un día a 70 ancianos y los colocó en torno al tabernáculo. Jehová se muestra entonces, en forma de nube, y enseguida las poderosas facultades de Moisés se comunican a los ancianos, los cuales “profetizaron” .
El tabernáculo hace aquí el oficio de acumulador o condensador fluídico; es un medio de exteriorización, como lo son los espejos del metal bruñido, y contemplándolo se provoca el trance. En cuanto a la manifestación de Jehová en la nube, es un comienzo de materialización, pues esta siempre comienza por un punto nubloso, vago primeramente, en el cual va precisándose y dibujándose la aparición. Jehová es uno de los Elohin, espíritus protectores del pueblo judío y de Moisés en particular. Bajo su influencia, el poder espiritual de Moisés se transmite a los setenta ancianos, como el poder de Cristo se transmitió más tarde a los apóstoles en el Cenáculo, e igual en nuestros días vemos, en muchos casos, transmitirse la mediúmnidad de una a otra persona, por medio de pases y toques magnéticos. Así comenzó la mediúmnidad sagrada en Israel. Desde entonces, la mediúmnidad profética se hizo permanente en la raza judía, aunque algo intermitente en sus manifestaciones. Estuvo subordinada a ciertos estados psicológicos, que no siempre son constantes, ni en los individuos ni en los pueblos.
En la vida de las naciones, hay apocas de turbación intelectual y de depresión moral que obligan al espíritu a alejarse momentáneamente.
En tiempos de los Jueces, la mediúmnidad era cosa rara; reaparece con Samuel, brillando con nuevos resplandores. Samuel comprendió, que la mediúmnidad trascendental está subordinada a las disposiciones morales de los individuos y de las sociedades, instituyó escuelas de profetas, agrupaciones en las cuales se iniciaba a los neófitos en los misterios de la comunicación fluídica.
Estas escuelas estaban en determinadas ciudades, pero principalmente en los valles solitarios, o en los repliegues de las montañas. El estudio, la contemplación del infinito en medio de la belleza y del silencio de las noches estrelladas, o en la luz de los días clarísimos de Oriente, preparaban al discípulo profeta para recibir el espíritu de lo alto.
La naturaleza entera, penetrada por la sustancia divina, es un médium, un verdadero intermediario entre el hombre y los Seres superiores. Una cadena magnética relaciona entre si a todos los seres, a todos los mundos.
Samuel fue profeta desde la infancia estando dormido en el templo, con frecuencia es despertado por voces que le llaman, le hablan durante la noche y le comunican las cosas futuras.
Esdras, reconstituye la Biblia entera, que se había perdido y esto lo hace en condiciones de diferentes géneros de mediúmnidad.
Job tuvo una visión que es el tipo perfecto de la materialización espirita. Todo el libro de Job está lleno de iluminaciones y de inspiraciones mediúmnicas. Su vida atormentada por malos espíritus, es asunto de estudios muy sugestivos.
La Biblia menciona varios casos de Obsesión, entre otros los de Saúl, que frecuentemente se siente poseído por un poderoso espíritu colérico, es un fenómeno de inspiración bien característico. Saúl fue primeramente un Médium “del Señor” pero a consecuencia de faltas graves y una vida desordenada perdió sus facultades. Esto es frecuente en los que se dejan invadir por las malas pasiones.
Esos médiums inspirados tuvieron que sufrir humillaciones y sufrimientos además de luchas contra los impostores. Siempre han habido falsos profetas, médiums movidos por espíritus perversos, cuyo único objeto es contrariar la acción de los verdaderos profetas, sembrando discordia en sus medios habituales.
Muchos grupos espiritas se han desecho y disgregado bajo la influencia de espíritus inferiores. He aquí porque el gran arte del espiritualismo ha de consistir en preservar los lugares que asisten de esas influencias nefastas que hallan placer en detener el paso de los misioneros de la paz y de la verdad.
La obra de los profetas hebreos ha sido considerable. Sus predicaciones monoteístas y moralizadoras prepararon el advenimiento del cristianismo y la evolución religiosa de la humanidad. Los médiums israelitas que eran hombres de meditación, de recogimiento, de plegaria, sabían y enseñaban que el intercambio con lo invisible es un principio regenerador.
Los profetas combatían con energía el formalismo farisaico de la ley y decían a plena voz que la circuncisión del alma valía muchísimo más que la de la carne. Del mismo modo, en nuestros días, los Espíritus condenan las prácticas materiales y el fariseismo estrecho de los falsos devotos y de todos aquellos que, bajo el pretexto de la religión, reemplazan preceptos del Evangelio por prácticas supersticiosas.
La virtud que los videntes de Israel recomendaban siempre más, era la Justicia. La palabra “justo” significaba el conjunto de todas las virtudes: “Dar a Dios lo que es de Dios y a los hombres lo que es de los hombres”.
Después del pecado de la idolatría, el de oprimir a los débiles y despreciar a los pobres, era el más duramente condenado por ellos.
Tres grandes revelaciones mediúmnicas dominan la historia: a los profetas de Israel siguió el médium divino Jesús. El Espiritismo es la última revelación, la difusión espiritual anunciada por Joel.
La acción psíquica del más allá ha de transformar el mundo futuro en una humanidad de videntes y auditivos. La mediúmnidad será el estado último de la raza humana caminando hacia el término de sus destinos.
En los actuales momentos una grandiosa labor se está cumpliendo en este sentido; una obra, potente se está elaborando. El estudio constante y profundo del mundo invisible, que es también el mundo de las causas, ha de ser el grandioso mar y la fuente inagotable de la que se alimenten el pensamiento y la vida del hombre sobre la tierra, y la mediúmnidad será su llave. El hombre llegará a admitir que la ciencia no se excluye con la realidad espiritual, sino que se unen para mutuamente fecundarse; se establecerá UNA MÁS INTIMA COMUNIÓN ENTRE LOS VIVOS Y LOS MUERTOS y se obtendrán más abundantes auxilios que descenderán de los espacios sobre la humanidad. El hombre del mañana sabrá mejor comprender y bendecir la vida; ya no temerá a la muerte… entonces realizará, con su propio esfuerzo, el reinado de Dios sobre la tierra, de paz y de justicia y al final del camino, su día postrero será luminoso y tranquilo, como el ocaso de las constelaciones celestes en los momentos en que el alba matutina apunta el horizonte.
Trabajo realizado por Merchita, Extraído del el libro “En lo Invisible de León Denis.
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En los Instantes Difíciles
En las dificultades del día a día, olvide los contratiempos y siga al frente, recordando que Dios esculpió en cada uno de nosotros, la facultad de resolver nuestros propios problemas.
La vida es aquello que usted desea diariamente.
La renovación auténtica tiene que comenzar por nosotros mismos.
Usted prepara el camino para cualquier ocurrencia, pensando en torno a ellas.
La palabra es puerta de entrada para sus realizaciones.
Cargar con resentimientos, es bloquear sus propios recursos.
Encolerizarse es dinamitar su propio trabajo.
No sufra hoy por la neurosis que tal vez le venga a comprobar la comprensión y la resistencia, en un futuro remoto.
Los problemas existirán siempre alrededor de nosotros, a pesar de nosotros.
Olvide ofensas y disgustos, tribulaciones y sombras, y continúe trabajando cuanto pueda en bien de los demás, recordando que el tópico más importante de su camino será siempre servir.
XAVIER, Francisco Cándido. Respuestas de la Vida. Por el Espíritu André Luiz.
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El orgullo responde a un sentimiento de supervaloración de sí mismo. Tiene un exceso de autoestima y de sus méritos, por lo cual se siente superior a los demás.
El orgullo es uno de los defectos que más hieren internamente al ser humano, pues desdeña a todo semejante que no crea que está a su altura. Se puede presentar de muchas maneras que a veces son difíciles de discernir. La manifestación de esta suficiencia puede ser mostrada de forma notoria o por el contrario de forma disfrazada, sin apariencia alguna, como puede ser mostrando timidez o vergüenza, forma que se adquiere para protegerse de las críticas que pudiera sufrir o sentirse humillada ante cualquier valoración de su forma de ser.
Podemos pensar que no somos orgullosos, sin embargo, cuando ese defecto lo observamos en los demás nos molesta; habría que reflexionar por qué nos provoca ese rechazo, y si eso puede ser un síntoma de que albergamos ese mismo defecto, aunque no nos demos cuenta.
Para ir eliminando esta carcoma del espíritu e ir transformándola en humildad, necesitamos un trabajo firme y perseverante; esta modificación es uno de los objetivos que traemos la gran mayoría de los que tomamos materia. ¡Qué pocos le dan importancia a esta necesidad espiritual!
Además, el orgullo nos hace indulgentes y condescendientes con todo aquel que nos adula, que valora todo lo que hacemos, que nos siguen sin hacer crítica a aquello que realizamos. Nos gusta vernos rodeado de gente que nos da “palmaditas en la espalda”, siendo halagados en cualquier actividad que participemos.
Las críticas, por el contrario, nos enojan, las tomamos como un ataque personal totalmente injustificadas, sufrimos cuando nos sentimos menospreciados. No entendemos ni podemos soportar que nos contradigan; siendo las ofensas lo que peor llevamos porque no las sabemos gestionar; siempre nuestra reacción es de forma negativa, ya sea sarcástica, agresiva, vejatoria… o incluso vengativa.
El egoísmo es el motor que mueve a un orgulloso; nos da igual que nuestro comportamiento llegue a dañar o perjudicar al prójimo, sobre todo a nuestro círculo más íntimo. No nos damos cuenta del perjuicio que podemos causar, incluso obstaculizando y entorpeciendo los compromisos espirituales de aquellos que pertenecen a nuestro entorno.
Existe el orgullo de clase social o de lugar de procedencia, dándole excesiva importancia a la “dignidad” mal entendida, la “posición” social o económica, “honorabilidad” de la familia, empresa, creencia… es decir, “el ego” y “lo mío”.
La deformación de la realidad o la exageración entran dentro de las variantes de manifestación del orgullo, pues engaña con respecto a su estatus social, sus capacidades, su posición económica; le importa más la imagen que da a los demás que realmente lo que es, ya que la vanidad está ligada al orgullo en muchos casos; la necesidad de aparentar, y esa forma de proceder para sentirse importante y valorado, le puede ocasionar un estado de ansiedad que impide la serenidad interior; una falta de paz producto del desequilibrio moral.
El orgullo, por regla general, genera personas ingratas que fácilmente reniegan u olvidan las ayudas que reciben de los demás; creen que los méritos son sólo personales. Si la ayuda la recibe de la familia, suele minimizarla, quitándole valor, dando a entender que, aunque no les hubieran ayudado, lo habrían conseguido igualmente. Si es de otras personas no tan allegadas, marcan una distancia, porque la sensación de deberle algo a alguien no les gusta, pero si esto no lo consiguen, se pueden llegar a sentir muy incómodos.
Esa distancia también puede venir provocada por la actitud de creerse con una verdad superior a la de los demás, lo que dificulta la atención o el interés por escuchar al semejante, puesto que considera que aquello que puedan exponer o decir es de poco valor. Sufre también cuando no es el centro de atención, y tiene una tendencia a imponer su criterio allá por donde pasa.
Esta tara moral provoca falta de empatía hacia las necesidades de los demás, sean de la familia o del prójimo en general, ya que el orgullo puede destruir matrimonios, familias, amistades… ya que pedir perdón no entra dentro de su vocabulario; es maestro en justificar los propios errores, echándole la culpa, por ejemplo, a la complejidad del momento vivido, o a las circunstancias e incluso a los posibles errores de los demás.
Los comportamientos que tiene esta imperfección, como hemos ido describiendo con anterioridad, generan con facilidad ambientes de malestar allá donde él se encuentre; incluso provocando discusiones sin causa real. Si en esos incidentes recibe una ofensa, por banal que sea, como el rencor también asoma en esta lacra, procurará devolver la humillación recibida en cuanto tenga ocasión.
El orgullo es el padre de muchos más defectos, por lo que es importante que nos analicemos, que estudiemos nuestras reacciones ante cualquier prueba, vicisitud, acción… para poder localizarlo, pues como he comentado con anterioridad, el orgullo se puede manifestar de muchas formas, y a veces incluso en alguna de sus vertientes la podemos considerar una virtud.
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3.
El peor pensamiento que puede tener un orgulloso es que no tiene necesidad de Dios. La oración la tiene olvidada porque piensa que nada le debe ni tiene que pedirle al Padre. Se revela ante la idea de lo contrario, cree que puede prescindir de Él, sin darse cuenta que Él es el creador de todo, de lo que nos rodea, y de nosotros mismos; por esa razón existimos. Y que todo lo que vivimos, tenemos, disfrutamos… es gracias a su amor infinito; además, nos deja la libertad de actuación, tomando el camino de nuestra preferencia, eligiendo de qué manera o cuándo queremos llegar a la perfección, que sean nuestros méritos los que nos acerquen a Él.
La transformación pasa por desarrollar el amor hacia los demás, colocarse en su lugar, valorando a las personas; siendo comprensivo, tolerante; desarrollando la capacidad de empatía; rompiendo la dureza de corazón que no permite pensar en las necesidades de nuestro prójimo. Acercarse a ellos para ver en qué podemos ayudarles, y con ese proceder experimentar una alegría interior que nos indicara que sí, que hay algo más de lo que vemos a través de nuestros ojos, que la vida no gira exclusivamente a nuestro compás.
La humildad es reconocer las limitaciones y que necesitamos de los demás; nadie es autosuficiente.
Darnos cuenta de que somos hijos de Dios, de un Dios lleno de amor por nosotros, generoso, que pone a nuestra disposición unos instrumentos de ayuda para conseguir llegar a la perfección, como son la voluntad, la templanza, la perseverancia… además de marcarnos la senda por donde recorrer el camino con rumbo claro, siendo nosotros, con nuestro libre albedrío, los que elegimos seguirla o no. Él nos abre un mundo lleno de esperanza, de fe en el porvenir. Es un Padre misericordioso que pone toda su ayuda a nuestro alcance para que logremos los méritos que nos conducen a la perfección. Sin abandonarnos en todo el trayecto, por largo que este sea.
Seamos conscientes de nuestras limitaciones, debilidades, así como de nuestras virtudes, y podremos actuar en consecuencia; sabiendo que tenemos conquistas pero también fracasos, reconociendo ambas realidades; que no somos ni más ni menos que nadie, aceptándonos como somos y trabajando para ser mejores.
La docilidad, familia de la mansedumbre, nos fortalece para aceptar todas las vicisitudes por las que tengamos que pasar. El reconocimiento del compromiso firmado voluntariamente antes de encarnar nos ayuda a enfrentarnos a las dificultades, pruebas u obstáculos que se nos van presentando, convirtiendo la vida en una experiencia más llevadera; asimismo sabiendo que, si pedimos ayuda a Dios, la tendremos, pues nunca nos deja desatendidos.
Por tanto, el trabajo interior nos conduce a una transformación interna que nos permite ir evolucionando, en cada esfuerzo, en cada pequeña conquista espiritual que logramos. Desarrollando la humildad desarrollamos otras cualidades que nos ayudan a ser mejores, como pueden ser el amor, la tolerancia, la paciencia, la prudencia, la justicia, la calma… y sobre todo, como hemos dicho antes, la fe y la esperanza.
“No eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más”. Tomás de Kempis (1380-1471).
© 2018, Amor, Paz y Caridad
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EL ALMA
Hay en el hombre un principio inteligente llamado Alma o Espíritu, independiente de la materia y que le concede el sentido moral y la facultad de pensar.
Si el pensamiento fuese una propiedad de la materia, se vería a esta pensar; luego, como nadie ha visto jamás a la materia inerte dotada de facultades intelectuales, porque cuando el cuerpo ha muerto ha cesado de pensar, es preciso deducir de todo lo expuesto que el alma es independiente de la materia, y que los órganos materiales no son otra cosa que los instrumentes de que se aprovecha el hombre para manifestar su pensamiento.
OBRAS PÓSTUMAS. ALLAN KARDEC.
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