domingo, 1 de julio de 2018

Demonios


Art. espíritas para hoy.

- Sinceridad
- Dando amor
-Maldades y arrepentimientos
-Demonios






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               SINCERIDAD

Sinceridad es sinónimo de veracidad. Ser sincero es pues ser fiel a la verdad, estar libre de fingir, de actuar con hipocresía, de vestir la mentira con ropaje de verdad, libre de aparentar, de engañar, de confundir, de mentir, y de toda causa que sea faltar a la verdad simple y pura.Como todos los valores, la sinceridad se lleva dentro. A las personas se nos llega a conocer por nuestra forma de ser en general, hasta por la forma de respirar, y llega un momento en que cuando una persona demuestra que no es fiel a la verdad, que no es sincero en sus obras, que dice una cosa y hace otra, o viceversa; sus palabras ya no le avalan, se deja de creer en él, hasta que con el tiempo corrija esta actitud al comprender que no le trae a la larga más que perjuicios.
La sinceridad no consiste sólo en hablar. Hablar, decir la verdad es un componente importante dentro de la sinceridad, pero es sólo una parte en la integridad del ser humano. Ser sincero es en primer lugar ser fiel a los principios que se tienen. Actuar en consecuencia con los dictados de nuestra conciencia. A esto se le llama ser sincero con uno mismo. Cuando una persona obra consecuentemente, cuando es leal a sus pensamientos y sentimientos positivos, está dispuesta y preparada para ser sincera con los demás.
Por nuestros defectos, acostumbramos a pensar y sentir de una forma determinada, y a obrar de otra muy distinta, entonces sólo nos cabe encubrirnos, disfrazar la verdad y es difícil ser sinceros.
Hay muchas personas que dan una imagen de sí mismos de cara a los demás, pero en realidad no podemos fiamos de lo que están pensando por dentro. Cuando no podemos confiar en una persona quiere decir que esta no es sincera, de poco valen entonces las palabras que pueda decimos, porque no sabemos con qué intereses nos está llegando.
Cuando una persona es sincera puedes llegar a conocerla bien, porque sabes con bastante certeza cómo va a actuar en una situación concreta, sabes que no te va a fallar porque confías en ella por la trayectoria que lleva. Cuando hablas con ella sabes que te dice la verdad, porque no tiene nada que esconder, sus obras le avalan. En general las personas sinceras no son egoístas, ni orgullosas, por lo tanto están en capacidad de cumplir el requisito más primordial de la sinceridad que como hemos dicho era ser veraces, no fingir de ninguna manera.
En términos de amistad, y más en general en el aspecto espiritual, que es lo que más nos interesa a la hora de redactar estos artículos, ser sinceros es confiarle a las personas con quienes nos relacionamos lo que vivimos por dentro, lo que estamos sintiendo de veras.
Normalmente nos cuesta contar las experiencias que estamos viviendo, acostumbramos a decir que todo va bien, cuando en realidad muchas veces no es así, incluso muchas veces rehusamos a ser vistos para no dejar a la luz el momento que estamos pasando. Sea por miedo, recelos, o por lo que sea faltamos a la confianza de nuestros amigos cuando les hacemos ignorar lo que nos pasa.
Esta actitud a nivel espiritual debemos controlarla y superarla, anteponiendo la humildad y confiándonos a nuestros amigos, para que puedan conocernos mejor y entonces puedan ayudarnos a pasar los problemas, que, por nosotros mismos sería muy difícil y más lento de superar.
Ser sincero es ser franco, y nada hay de malo, sino al contrario, el compartir nuestros problemas y vicisitudes con los compañeros de nuestra vida es necesario y justo, pues los amigos no sólo están para los ratos buenos, sino para comprendernos y ser un poco nosotros, dándoles así la oportunidad de demostrarnos el cariño y el aprecio que sienten hacia nuestra persona.
Para llegar a ser sincero es también necesario ser humilde. No avergonzarse ni ofenderse por tener que rectificar una cosa, por tener que reconocer un error. Esto, en nuestra humanidad, con sus imperfecciones es motivo de humillación muchas de las veces, pero para la vida espiritual, es una grandeza del alma, es un paso que se da en pro de la propia evolución, es una manchita que se quita a nuestro espíritu. Mientras que no reconocer un error supone reincidir en él y por lo tanto hacer la manchita más sucia y más grande, es decir estancarnos en nuestro progreso y darle fuerza a nuestra parte negativa.
Una persona llega a ser sincera cuando está dispuesta a progresar moralmente, cuando no se siente más que nadie, cuando no le importa que sus amigos y compañeros le conozcan tal como es de verdad, cuando no se humilla por tener que darle la razón a otro, cuando en fin se sabe imperfecto y con multitud de cosas que perfeccionar en su carácter.
Cuando por contra, una persona se siente superior a los demás todo lo dicho anteriormente le cuesta de llevarlo a la práctica, esconderá sus faltas, le achacará sus errores a otros, dará una falsa imagen de sí y él mismo se convertirá en un obstáculo para alcanzar sus objetivos, tanto espirituales como materiales.
Fermín Hernández Hernández
© 2014 Amor, paz y caridad




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DANDO AMOR


         Irradiando amor de nosotros, estamos creando una atmósfera psíquica de armonía a nuestro alrededor y una vida más feliz; estaremos vigorizando nuestras células nerviosas y las células de los tejidos, evitando un envejecimiento prematuro; estaremos contribuyendo a un más perfecto funcionamiento de las diversas glándulas endocrinas y exocrinas, reguladoras de la salud, con lo que mejoraremos la salud del cuerpo y del alma; y consecuencialmente, una suave sensación de paz y dicha inundará nuestra alma y mente. Porque, cada acto de amor genera felicidad. Además de todo ésto, cuando vibramos en amor, deseando bien a todos, estamos creando también un campo magnético protector contra las acometidas de las fuerzas negativas invisibles. 
En verdad os digo que, cuando derramemos amor sobre los seres queridos en nuestro hogar y sobre los necesitados de afecto (que son muchos), amor recibiremos en manifestaciones diversas. Cuando aprendamos a prodigar amor sobre nuestros relacionados en forma de comprensión, afabilidad, servicio desinteresado, deseo y acción de bien; nuestra vida será inmensamente más agradable y feliz; aún cuando los egoístas, en su miopía psíquica, no puedan apreciar esta verdad. 
Comenzad hoy mismo, al llegar a vuestro hogar, a practicar la comprensión y tolerancia hacia las imperfecciones e incomprensiones de los que componen vuestro hogar. 
Tomad una actitud amorosa hacia todos los que os rodean, incluyendo aquellos que no os quieren bien, y comenzaréis a sentiros más felices. Al comienzo, puede que os cueste algún esfuerzo, pero vale la pena; ya que estaréis contribuyendo a vuestra propia felicidad. 
Y  por último, necesario es tener presente que, el amor puro actúa como vibración purificadora del alma humana, evitando así la acción depuradora del dolor. 
Y por consiguiente, la práctica del amor en sus diversas manifestaciones, será la fuerza que abrirá la puerta de los Planos Superiores -ambientes de felicidad- al final de la actual vida terrena, librándonos de los ambientes de sufrimiento al pasar al Más Allá. 

Sebastian de Arauco.

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     MALDADES  Y ARREPENTIMIENTOS

                         ( Codificación)
– Puesto que los Espíritus ven el mal que les sobreviene de sus imperfecciones, ¿a qué se debe que los haya que agravan su posición y prolongan su estado de inferioridad, haciendo el mal como Espíritus, desviando a los hombres del buen camino? 
– Los que actúan así son aquellos cuyo arrepentimiento es tardío. El Espíritu que se arrepiente puede enseguida dejarse arrastrar de nuevo al camino del mal por otros Espíritus más atrasados aún. (971). 

997 – Se ven Espíritus de notoria inferioridad accesibles a los 
buenos sentimientos y conmoverse con las oraciones que por ellos se hacen. ¿A qué se debe que otros Espíritus, a quienes debiera creerse más ilustrados, demuestran un endurecimiento y un cinismo del que nada puede triunfar? 
– La oración sólo produce efecto a favor del Espíritu que se arrepiente; el que, arrastrado por el orgullo, se subleva contra Dios y persiste en sus extravíos, exagerándolos aún, como hacen los Espíritus infelices, sobre ellos la oración no surte efecto alguno, ni lo surtirá hasta que se manifieste en él la luz del arrepentimiento. (664). 
No debe perderse de vista que el Espíritu, después de la muerte del cuerpo, no se transforma súbitamente; si su vida ha sido reprensible, se debe a que era imperfecto. Ahora bien, la muerte no le hace inmediatamente perfecto; puede persistir en sus errores, en sus falsas opiniones, en sus prejuicios, hasta que el estudio, la reflexión y el sufrimiento le ilustren. 

998 – ¿Se verifica la expiación en estado corporal o en estado 
de Espíritu? 
– La expiación se verifica durante la existencia corporal, por medio de las pruebas a las que el Espíritu está sometido, y en la vida espiritual, por los sufrimientos morales inherentes al estado de inferioridad del Espíritu. 

999 – El arrepentimiento sincero durante la vida, ¿basta para 
borrar las faltas y encontrar la gracia ante Dios? 
– El arrepentimiento ayuda al progreso del Espíritu, pero el pasado debe ser expiado. 
– Si de acuerdo con esto, dijese un criminal que, debe en todo caso expiar su pasado, no tiene necesidad de arrepentimiento, ¿qué resultado tendría eso para él? 
– Si se obstina en malos pensamientos, su expiación será más larga y más penosa. 

1000 – ¿Podemos redimir nuestras faltas en esta vida? 

– Sí, reparándolas. Pero no creáis rescatarlas con algunas pueriles privaciones, o haciendo donaciones para después de vuestra muerte, cuando ya no necesitáis lo que dais. Dios no toma en cuenta un arrepentimiento estéril, fácil siempre y que no cuesta otro trabajo que golpearse el pecho. La pérdida de un pequeño dedo trabajando, borra más faltas que llevar el suplicio de la carne sufridora durante años, sin otro objetivo que la propia conveniencia. 
Sólo con el bien se repara el mal, y ningún mérito tiene la reparación, si no alcanza al hombre en su orgullo o en sus intereses materiales. 
¿De qué le sirve, para su justificación, restituir después de la muerte, los bienes mal adquiridos, ahora que le son inútiles y que ya se aprovechó de ellos? 
¿De qué le sirve la privación de algunos placeres fútiles y de algunas superfluidades, si queda en pie el daño que ha causado a otros? 
¿De qué le sirve, en fin, humillarse ante Dios, si conserva su orgullo para con los hombres? (720 – 721). 

1001 – ¿No tiene ningún mérito asegurar, para después de la 
muerte, un empleo útil de los bienes que se poseen? 
– Ningún mérito no es el término; pues siempre vale más algo que nada. Pero el mal está en que el que da para después de su muerte, con frecuencia, es más egoísta que generoso.  Quiere disfrutar del honor del bien, sin haberse tomado el trabajo. El que se priva, viviendo aún, tiene doble provecho: el mérito del sacrificio y el placer de ver a 
aquellos a quienes ha hecho felices. Pero el egoísmo dice: Lo que das te lo quitas a tus goces. Y como el egoísmo habla más alto que el desinterés y la caridad, guarda sus bienes, con el pretexto de atender a sus necesidades y a las exigencias de su posición. ¡Ah! Compadeced al que no conoce el placer de dar, pues está desheredado de una de 
las más puras y más suaves alegrías. Dios, sometiéndole a la prueba de la fortuna, tan difícil y tan peligrosa para su futuro, ha querido darle como compensación la dicha de la generosidad de la cual puede disfrutar desde este mundo. (814). 

1002 – ¿Qué debe hacer el que, en el último momento de la 
vida, reconoce sus faltas, pero no tiene tiempo de repararlas? ¿Basta el arrepentimiento en este caso? 
– El arrepentimiento apresura su rehabilitación, pero no le absuelve. ¿Acaso no tiene ante sí el porvenir que jamás se le cierra? 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

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                          DEMONIOS¿Hay demonios, en el sentido que se da a esta palabra?
- Si los hubiera, serían obra de Dios, y ¿sería Dios justo y bueno si hubiese creado Seres eternamente consagrados al mal y desdichados? Si existen demonios, los hay en tu mundo inferior y en otros similares donde ellos residen.- Han sido los hombres hipócritas los que hicieron de un Dios justo un dios ruin y vengativo, y que creen serle agradables mediante las abominaciones que en su nombre se cometen. 
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Los demonios, conforme a la significación vulgar de la palabra, se supone que son Seres esencialmente malévolos. Como todas las cosas, constituirían una creación de Dios. Ahora bien, Dios, que es soberanamente justo y bueno, no puede haber creado Seres dedicados al mal por su propia naturaleza y condenados eternamente.. Y si no fueran obra de Dios, serían por tanto eternos como Él, en cuyo caso habría muchas Potencias Soberanas. 
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 

Comentario . Como ya sabemos los demonios no existen, lo que existen son espíritus imperfectos que se entregan a sentimientos e inclinaciones innobles, pueden permanecer escondidos detrás de su mascara de hombre encarnados, malos he hipócritas, o desencarnados hipócritas y malos como espíritus. 
- Marco Antuan-

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