Hola amigos. Hoy os presento los
siguientes temas:
- Mente y Pansiquismo
- Librepensadores
- Mis amigos invisibles
- ¿El dolor y los problemas de la vida, son la cosecha de malas siembras ?
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MENTE Y PANSIQUISMO
Tanto la mente, la conciencia como el cerebro, son instrumentos del alma. Esta última es la parte trascendente del ser humano y que últimamente es objeto de estudio en diferentes disciplinas científicas -psicología, neurología, psiquiatría, bioquímica, etc..- o filosóficas -teología, religión,espiritualidad-.
A este respecto, los neurobiólogos, en su afán de encontrar una solución al problema del origen de la conciencia, identifican a esta última como un producto de la mente. Es más, interpretan que la mente a su vez es producto de procesos biológicos únicamente que tienen que ver con el desarrollo evolutivo del cerebro.
Explicamos con anterioridad lo erróneo de esta premisa; pues la inteligencia nunca puede surgir por azar, ni por la aleatoria sucesión de átomos de materia gris que -sin propósito ni dirección alguna- se combinan por causalidad para dar como resultado lo más excelso del ser humano: su capacidad consciente, cognitiva, emocional y trascendente.
No vamos a abundar en este concepto suficientemente explicado con anterioridad; pero sí vamos a incidir en que en el mismo origen de la mente se encuentra su capacidad. Nuestra mente no es más que un instrumento del que se vale nuestro ser consciente, nuestro espíritu inmortal, que se manifiesta a través del pensamiento y es traducido por el cerebro para su comprensión y manifestación en el plano físico.
Pero el origen de nuestra mente va ligado al de nuestro ser; si el espíritu es creado por Dios a su imagen y semejanza en cuanto a sus atributos superiores, lo mismo ocurre con la mente. Nuestra mente procede de una mente superior y es uno de esos atributos superiores con los que el creador dota al espíritu para que vaya desarrollándolo en las experiencias de su trayecto evolutivo, en la tierra reencarnados o en el espacio en estado espiritual.
Es mucho más fácil comprender que el origen de la mente -todavía incipiente que poseemos- procede de una mente superior, que entender que aparece por generación espontánea, debido al azar o la casualidad, como defienden los naturalistas que niegan el origen teísta del hombre.
Sea como fuere, hasta los propios naturalistas reconocen un proceso evolutivo de la mente con el transcurso de la evolución humana. Incluso, cuando se les propone que expliquen cómo es posible entonces la aparición de la conciencia y los estados mentales complejos, como no saben cómo hacerlo, están recurriendo al peregrino argumento de que en un principio evolutivo, la mente primitiva del hombre surge porque en la materia atómica ya existían proto-estados mentales que dieron origen a la mente humana posterior.
Es de tal inconsistencia el argumento, que lo utilizan antes que reconocer que una mente superior pueda ser el origen de la mente humana. Y no se dan cuenta de que al hacerlo, no sólo yerran, sino que caen en la trampa que ellos mismos denuncian para no reconocer a Dios. Con ese argumento no hacen ciencia, hacen metafísica.
Y no sólo eso; atribuir a la materia ciega, sin propósito alguno, estados proto-mentales que sólo podrían derivar de una mente inteligente, es darle a la materia unas características que no posee -la capacidad de originar pensamientos-. Algunos filósofos e investigadores ya han definido y calificado esta propuesta de los naturalistas que niegan a Dios -como mente e inteligencia suprema- con el término Pansiquismo. Y denuncian lo arbitrario e inconsistente de su evidencia científica.
Es un intento desesperado para conseguir una explicación del origen de la mente por parte de los científicos que niegan que la mente humana procede de Dios; y en esa huída hacia delante caen en el mismo error que ellos achacan a los científicos que reconocen en la mente del hombre un origen superior, a los que tachan de acientíficos por colocar una causa superior en el origen de la vida, de la mente y la conciencia.
Este debate, instalado en las cátedras de neurobiología, psicología, antropología y otras, no es más que el comienzo. En la misma medida en que la ciencia se abra paso en la comprensión de la entidad trascendente del ser humano -el espíritu o alma inmortal- todo quedará explicado con nitidez y claridad. Sin embargo, el tiempo es el gran dictador de la verdad inexorable.
Y, curiosamente, el transcurrir del tiempo, el avance de la ciencia y el enorme avance de la tecnología, lejos de ofrecer coherentes explicaciones materialistas sobre el origen de la mente, nos deriva a confirmaciones y evidencias de que una Causa Inteligente es el origen del Universo, de la Vida y del Hombre.
Una causa a la que pobremente llamamos Dios; pero que se manifiesta como una Mente Superior en todos los ámbitos de la realidad conocida; el Universo físico y el Universo espiritual.
Adelante; esta Inteligencia Suprema, no tiene prisa, el tiempo y el espacio -dimensiones relativas- que el mismo ha creado, son los testigos inexorables de su proyecto, de su propósito en la creación del hombre y de la vida.
Este es un Universo con propósito, con significado; por ello, el hombre, cómo una creación superior de la Conciencia Divina, también tiene su sentido y su propósito, algo que alcanza con el transcurso evolutivo de los milenios; en los que desarrollará sus atributos intrínsecos, de los que uno de los más importantes es la Mente Humana.
Mente y pansiquismo por: Antonio Lledó Flor
Amor, Paz y Caridad
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Librepensadores
El otro día reflexionábamos un amigo y yo ante la importancia de ser librepensadores. Así se definían a menudo Amalia D. Soler y los grandes pioneros del s. XIX, aunque hoy (nos da la impresión), que los espíritas hemos medio olvidado que lo somos… y esto tiene más trascendencia de lo que pudiera parecer.
Los evangelistas no son librepensadores, los testigos de Jeová tampoco, simplemente no figura en su sistema de creencias. Pero no ocurre igual en el Espiritismo, donde, por más que pertenezcamos a la misma filosofía, cada uno es libre de razonamiento y de sentir.
Ni el Espiritismo es un sistema cerrado, ni los espíritas hablan, sienten y razonan de la misma manera (o no debieran…). Ni todos utilizamos la misma línea de argumentación, ni los mismos giros o los mismos filtros, ni sería edificante que lo hiciésemos.
Una cosa es mantener viva la llama de la unión y otra estar adiestrados, automatizados y sin criterio propio. No es así que funciona el Espiritismo, porque este no es una lección aprendida, sino una vivencia transformadora que se hace particular en cada uno.
¡No tengamos miedo a opinar, aunque sea diferente a la mayoría! (o lo que supongamos que sea la mayoría). Si el respeto a Kardec y el amor al mensaje del Espíritu de Verdad late en nuestro pecho, toda opinión será lícita y bienvenida.
Debemos superar tanto las trampas del personalismo infantil y ególatra que tiende a separar, como las del adoctrinamiento que anula nuestro espíritu libre. No se es menos espírita porque se piense de manera diferente a un colectivo mayoritario (sobretodo si, ademas de librepensadores somos respetuosos y fraternos).
Ser librepensadores (y además percibirnos así) aporta frescura, dinamismo y credibilidad. De otra manera, difícilmente escaparíamos del sectarismo.
Debemos adquirir criterio y valentía. La verdad es más grande e importante que agradar oídos ajenos acomodados.
Blog de Lumen
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MIS AMIGOS INVISIBLES
¿Qué es un amigo? Es alguien que nos da su amistad,
cariño, simpatía, su afecto desinteresado. Por esta definición
observamos que es bueno tener amigos, pero no siempre
son buenos o no sabemos escogerlos bien, pues nosotros
somos quienes los escogemos ¿verdad? Hoy hablaremos
de los amigos invisibles. Y podríamos preguntarnos ¿tenemos
amigos invisibles? Pues sí. Los he dividido en dos grupos:
Mis amigos invisibles interiores y exteriores.
Amigos invisibles interiores
No voy a hablar de todos, pues son muchos, pero he
hecho una pequeña selección. Quiero aclarar que en un
principio eran todos amigos, pero poco a poco fui conviviendo
con ellos y con algunos no me fue muy bien, pero
aun así les llamo amigos, porque me enseñaron mucho, y
ser amigo también es ayudar a aquel que no nos cae tan
bien y a veces de un «enemigo podemos hacer un amigo».
Estos amigos invisibles están muy muy cerquita de nosotros:
- Orgullo y vanidad: Siempre que venía uno aparecía el
otro. Parecían simpáticos al principio, pero con el tiempo…
Se enfadaban por pequeños motivos, cuando les comentaba
algo referente a su comportamiento reaccionaban explosivamente,
siempre querían ser el centro de atención y
que prevalecieran sus ideas. Ellos nunca se equivocaban…
todo lo hacían perfecto… y cuando daba mi opinión… no
la respetaban. Sólo hablaban de lo que ellos hacían, de lo
que ellos sabían, cómo lo decían...
- Modestia y humildad: Estas eran encantadoras, siempre
dispuestas a escuchar sin interrumpir, no gritaban, sus
palabras eran muy sencillas y todos las entendíamos. -
Envidia: Le gustaba ¡menos lo suyo, todo! Cuando
veía en los demás cosas que a ella le gustaba poseer ¡cómo
se enfadaba! y siempre estaba comparando su posición y
sacrificios con los demás. Nunca estaba contenta con su
propia suerte. Me daba pena porque sufría mucho, siempre
estaba triste y caía en depresión. Un día se presentó con
dos amigas:
-Celos y avaricia : Los celos no me cayeron bien
desde el principio. Eran muy dominantes, restrictivos, siempre
preguntándome que ¿A dónde iba? ¿De dónde venía?
¿Con quién había estado? Más que un amigo, parecía un
detective.
- Avaricia: Ella venía pocas veces, pues se le metió en
la cabeza que alguien le quería robar lo que poseía, y no
salía de su casa. Un día fui a visitarla y no os podéis figurar
¡¡¡la de cosas que tenía!!! Incluso me confesó que la mayoría
ni las utilizaba, y le di una recomendación: que se las diera a
alguien a quien le hicieran falta. ¿Qué os figuráis que pasó?
Se enfadó mucho y me dijo: «la vida es muy larga y puedo
necesitarlo y nadie me ha regalado nada».
- Compañerismo, Renuncia y Beneficencia: De éstos
da gusto hablar. Hacían algo bueno y te enterabas por los
demás (no alardeaban), no había entre ellos espíritu de
competición (colaboraban siempre), combatían siempre el
personalismo (yo hice… yo te di…) Pedían la cooperación
de todos (para ellos todos éramos útiles.) Y todo lo hacían
con alegría y buen humor. Me di cuenta que de ellos tenía
mucho que aprender.
- Vicios: Son los amigos con los que más dificultades
he tenido y más he sufrido. Al principio parecen divertidos:
Te atraen, te diviertes y ríes, disfrutas. Te gustan tanto que
no puedes pasar sin ellos. Pero luego a largo plazo… Sientes
como cansancio, como un vacío, se llega a enfermar y
a veces se llega a la locura. Y sufres tanto, que te quieres
deshacer de ellos ¡y es tan difícil!
Pero conocí a una de mis mejores amigas que me ayudó
a alejarme de esos amigos que me perjudicaban tanto:
- Mi amiga la Voluntad. Ella me habló de sus amigos:
esfuerzo, paciencia, tiempo, los que poco a poco quiero ir
conociendo. Le dije que quería ser como ella, pues conseguía
todo lo que se proponía. Me enseñó que la voluntad
es la suma de unos factores dinámicos que hay que poner
en acción:
Impulso: Que es un deseo, una aspiración de cambio.
Autodominio: sobre nuestras pasiones y apegos materiales.
Deliberación: Crear en nosotros hábitos de análisis,
observación y evaluación.
Determinación: Decidir lo que vamos a realizar y
cumplirlo con firmeza.
Acción: Es la concreción a partir de nuestros actos.
- Mi amigo el Odio: Es muy rencoroso, siempre me habla
de vengarse no sé de qué, de quién, ni por qué. Siempre
está reclamando derechos: que si me dijo, que si me hizo,
que me tiene que pedir perdón…
- Amor y Perdón: Son maravillosos, mis mejores amigos.
Me sirven para todo. Si la gente los escuchara se acabarían
todos los problemas de la Tierra (la guerra, el hambre,
la pobreza, el racismo…) No tengo palabras para definirlos,
es mejor que los conozcáis personalmente. Y si os los
presentan, haceros amigos suyos, no os vais a arrepentir
pues siempre que aparecen les acompaña…
- la Felicidad, eso que tanto deseamos todos. Se la posee
cuando se tiene la conciencia tranquila. Cuando cumplimos
nuestro deber: ante nosotros, ante el prójimo y para
con Dios cumpliendo sus Leyes.
De vez en cuando es bueno hacer una revisión de
estos amigos invisibles interiores, pues están ahí y no nos
damos cuenta.
Amigos invisibles exteriores : Allan Kardec nos habla de ellos en casi toda la codificación,
sobre todo en El Libro de los Espíritus en el Libro
2º titulado: «Mundo Espírita o de los Espíritus», en el cap.
I «Acerca de los Espíritus - La escala espírita» y en el cap.
IX. «Intervención de los Espíritus en el mundo Corporal:
Ángeles de la guarda, Espíritus protectores, familiares o simpáticos».
Dentro de la escala espírita, de la cuestión 100 a la
113, Kardec nos habla de tres órdenes o categorías de espíritus:
3er Orden: Espíritus imperfectos. 2º Orden: Espíritus buenos. 1er Orden: Espíritus puros. Es en el 2º y 3er orden donde se encuentran estos amigos invisibles.
Los amigos en
el verdadero sentido de la palabra = amistad, afecto desinteresado,
cariño, simpatía.
Para conocerlos un poco más
vamos a exponer sus características:
1er Orden: Son los que comúnmente se les llaman Ángeles,
Arcángeles o Serafines. Tienen Superioridad intelectual
y moral, se han despojado de todas las impurezas de la
materia, gozan de una dicha inalterable. Son los mensajeros
y ministros de Dios, cuyas órdenes ejecutan para mantener
la Armonía Universal.
Dirigen a los espíritus inferiores a ellos, los ayudan a
perfeccionarse y les asignan su misión. La ocupación que
más les gusta: Asistir a los hombres cuando padecen, incitarlos
al bien o a la reparación de las faltas que los alejan
de la felicidad suprema. Podemos entrar en comunicación
con ellos, pero no están a nuestras órdenes.
2º Orden: Buenos. Tienen deseo del bien, algunos tienen
la ciencia y otros la sabiduría y la bondad. Comprenden
a Dios y a lo infinito y gozan de la felicidad de los buenos.
Nos sugieren buenos pensamientos, desvían a los hombres
del camino del mal, protegen durante la vida a los que se
hacen dignos de ello y neutralizan la influencia de los espíritus
imperfectos en aquellos que no se complacen en
sufrirla. Hacen el bien por el bien mismo.
Y quiero hablar
en concreto del Espíritu protector, ángel de la guarda o genio bueno .Forman parte de este 2º orden. Es el que tiene por
misión acompañarnos en la vida y ayudarnos a progresar.
Es siempre de naturaleza superior, en relación a nosotros.
Nos aconsejan y nos sostienen. Son nuestros mejores amigos,
los más seguros y abnegados, mejor que cualquiera
de nuestros mejores amigos de la Tierra. Están aquí por
orden de Dios. Donde quiera que estemos, el Ángel de la
guarda está con nosotros: en las cárceles, hospitales, en los
locales de vicios cuando estamos solos… nada nos separa
de él aunque no lo podamos ver, pero cuyos más tiernos
impulsos y sabios consejos siente y escucha nuestra alma.
A veces se valen de las personas que nos rodean y nos
dan consejos ¿Se aparta de nosotros algunas veces? Cuando
ve que sus consejos son inútiles y que en nosotros es
más fuerte la decisión de someternos a la influencia de los
espíritus inferiores. Pero no nos abandona por completo y
siempre se hace oír. El protector vuelve siempre que nosotros
lo llamemos… La certeza de la existencia de protectores espirituales
que velan nuestros pasos, que nos amparan en las dificultades
propias de la evolución, que iluminan nuestra mente
y nuestro corazón en el largo camino de la vida, que nos
sostienen en los momentos amargos cuando el dolor nos
visita,que nos infunden ánimo ante las pruebas de la vida, que comparten nuestras alegrías y se complacen con nuestro progreso moral, es muy consoladora y nos muestra, una vez más, el inmenso amor del Padre para con todos sus hijos.
Nadie se encuentra solo ni desprotegido.
- Olga Ortiz Blanco-
Bibliografía
PERES, N. Síntesis del manual práctico del espírita.
KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Libro Segundo. Capítulos I y IX.
KARDEC, A. El Cielo y el Infierno. Cap. VIII Los Ángeles.
GLASSER, A. Memorias de un ángel guardián.
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¿El dolor y los problemas de la vida, son la cosecha de malas siembras ?
No siempre lo son. En este atrasado mundo nuestro, todavía clasificado como de “Expiación y Pruebas”, el dolor y el sufrimiento son una constante en cualquier lugar del mismo. Las guerras, los desastres, la pérdida de seres queridos, la miseria, las enfermedades, el hambre, etc. constituyen un espectro inevitable con el que tenemos que vivir a diario.
El sentido del dolor tiene difícil respuesta cuando se trata desde la perspectiva de una sola y única existencia humana, sin embargo bajo la panorámica que se abre con la comprensión de las leyes que rigen la vida, se pueden percibir unas explicaciones que evitan caer en estados de rebeldía al no entender los por qué de estas situaciones penosas y humanamente no deseables.
Estos estados de dolor o sufrimiento no siempre se presentan por karmas negativos que debamos afrontar, sino que en muchas ocasiones son pruebas difíciles y duras que el mismo Ser elige voluntariamente para su propia evolución y se compromete a afrontarlas desde antes de venir a este mundo, para aprender de ellas en la vida una lección importante y avanzar más rápidamente en su progreso espiritual, pues a veces es necesario pasar por ciertas pruebas difíciles como preparación para otras tareas y realizaciones futuras importantes que necesiten de nuestra madurez espiritual para afrontarlas. Estas pruebas difíciles que veces se plantean en ciertas existencias humanas, son escogidas libremente por el Ser antes de volver a este mundo, y le son tan necesarias como lo es la gimnasia y el entrenamiento al atleta que más tarde quiere alcanzar altas metas en la competición.
En la mayor parte de los casos, sin embargo, el dolor es el seguro resultado kármico de recoger la cosecha obligatoria de la siembra voluntaria que antes se hizo.
En cualquier caso, el espíritu siempre posee la fuerza y la capacidad suficientes, así como la ayuda espiritual necesaria para superar con éxito las pruebas y circunstancias de la vida, que forman parte importante de su destino humano para el que vino preparado desde antes de nacer en este mundo.
Por cada vida que pasemos sin redimir el karma negativo, ni superar los compromisos aceptados desde antes de encarnar, cada una de las siguientes existencias humanas irá siendo cada vez más dura o difícil; por el contrario, en razón de las deudas pagadas en una vida, las siguientes se irán suavizando. Así llegamos a la conclusión de que el dolor y el sufrimiento humanos, no son un castigo ni menos aún una venganza divina, sino que en unos casos han sido solicitados por el propio espíritu antes de regresar a este mundo, para superándolos evolucionar más rápido, alcanzando estadios más felices en el mundo espiritual, aunque sepan que humanamente van a tener que sufrir. Otras veces, la mayoría, suponen tan solo un reajuste de nuestra conducta y una depuración de nuestra alma enferma y lastrada por actos contrarios a la ley del Amor. Dios no castiga ni es vengativo, aunque sí que es infinitamente justo, y nos ama con intensidad infinita; por eso la expiación no es otra cosa que el tener que experimentar o sufrir pruebas cuyas causas hemos generado nosotros mismos y cuyo resultado nos reconduzca al bien, dejando grabado como a fuego en el Ser, el recuerdo de las consecuencias negativas que padeció por sus errores para no volver a incidir jamás en los mismos. Es un mecanismo que emplea la Justicia Divina como una función reconductora del Ser por el camino del bien y de su propia evolución. Se podría afirmar que el dolor tiene para nuestra alma una función pedagógica porque lleva implícita una enseñanza que nos permite crecer espiritualmente. Por lo dicho, el dolor, del tipo que sea, debe ser encarado sin rebeldías porque comprendemos ya que, siempre, y finalmente, es para nuestro bien, pues generalmente son rescates o pruebas necesarias para el adelantamiento del espíritu. La aceptación de los propios dolores causa un alivio moral y ayuda a la solución definitiva del problema que los generó.
Solo el esclarecimiento espiritual puede apartar a la persona del estado de rebeldía ante el sufrimiento. La fe razonada en este caso, supone un seguro escudo ante las aflicciones que tengamos que afrontar. - Jose Luis Martín-
“La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte el sufrimiento tendrás que arrancarte el deseo” - Buda -
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El otro día reflexionábamos un amigo y yo ante la importancia de ser librepensadores. Así se definían a menudo Amalia D. Soler y los grandes pioneros del s. XIX, aunque hoy (nos da la impresión), que los espíritas hemos medio olvidado que lo somos… y esto tiene más trascendencia de lo que pudiera parecer.
Los evangelistas no son librepensadores, los testigos de Jeová tampoco, simplemente no figura en su sistema de creencias. Pero no ocurre igual en el Espiritismo, donde, por más que pertenezcamos a la misma filosofía, cada uno es libre de razonamiento y de sentir.
Ni el Espiritismo es un sistema cerrado, ni los espíritas hablan, sienten y razonan de la misma manera (o no debieran…). Ni todos utilizamos la misma línea de argumentación, ni los mismos giros o los mismos filtros, ni sería edificante que lo hiciésemos.
Una cosa es mantener viva la llama de la unión y otra estar adiestrados, automatizados y sin criterio propio. No es así que funciona el Espiritismo, porque este no es una lección aprendida, sino una vivencia transformadora que se hace particular en cada uno.
¡No tengamos miedo a opinar, aunque sea diferente a la mayoría! (o lo que supongamos que sea la mayoría). Si el respeto a Kardec y el amor al mensaje del Espíritu de Verdad late en nuestro pecho, toda opinión será lícita y bienvenida.
Debemos superar tanto las trampas del personalismo infantil y ególatra que tiende a separar, como las del adoctrinamiento que anula nuestro espíritu libre. No se es menos espírita porque se piense de manera diferente a un colectivo mayoritario (sobretodo si, ademas de librepensadores somos respetuosos y fraternos).
Ser librepensadores (y además percibirnos así) aporta frescura, dinamismo y credibilidad. De otra manera, difícilmente escaparíamos del sectarismo.
Debemos adquirir criterio y valentía. La verdad es más grande e importante que agradar oídos ajenos acomodados.
Blog de Lumen
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MIS AMIGOS INVISIBLES
¿Qué es un amigo? Es alguien que nos da su amistad,
cariño, simpatía, su afecto desinteresado. Por esta definición
observamos que es bueno tener amigos, pero no siempre
son buenos o no sabemos escogerlos bien, pues nosotros
somos quienes los escogemos ¿verdad? Hoy hablaremos
de los amigos invisibles. Y podríamos preguntarnos ¿tenemos
amigos invisibles? Pues sí. Los he dividido en dos grupos:
Mis amigos invisibles interiores y exteriores.
Amigos invisibles interiores No voy a hablar de todos, pues son muchos, pero he hecho una pequeña selección. Quiero aclarar que en un principio eran todos amigos, pero poco a poco fui conviviendo con ellos y con algunos no me fue muy bien, pero aun así les llamo amigos, porque me enseñaron mucho, y ser amigo también es ayudar a aquel que no nos cae tan bien y a veces de un «enemigo podemos hacer un amigo». Estos amigos invisibles están muy muy cerquita de nosotros:
- Orgullo y vanidad: Siempre que venía uno aparecía el otro. Parecían simpáticos al principio, pero con el tiempo… Se enfadaban por pequeños motivos, cuando les comentaba algo referente a su comportamiento reaccionaban explosivamente, siempre querían ser el centro de atención y que prevalecieran sus ideas. Ellos nunca se equivocaban… todo lo hacían perfecto… y cuando daba mi opinión… no la respetaban. Sólo hablaban de lo que ellos hacían, de lo que ellos sabían, cómo lo decían...
- Modestia y humildad: Estas eran encantadoras, siempre dispuestas a escuchar sin interrumpir, no gritaban, sus palabras eran muy sencillas y todos las entendíamos. -
Envidia: Le gustaba ¡menos lo suyo, todo! Cuando veía en los demás cosas que a ella le gustaba poseer ¡cómo se enfadaba! y siempre estaba comparando su posición y sacrificios con los demás. Nunca estaba contenta con su propia suerte. Me daba pena porque sufría mucho, siempre estaba triste y caía en depresión. Un día se presentó con dos amigas:
-Celos y avaricia : Los celos no me cayeron bien desde el principio. Eran muy dominantes, restrictivos, siempre preguntándome que ¿A dónde iba? ¿De dónde venía? ¿Con quién había estado? Más que un amigo, parecía un detective.
- Avaricia: Ella venía pocas veces, pues se le metió en la cabeza que alguien le quería robar lo que poseía, y no salía de su casa. Un día fui a visitarla y no os podéis figurar ¡¡¡la de cosas que tenía!!! Incluso me confesó que la mayoría ni las utilizaba, y le di una recomendación: que se las diera a alguien a quien le hicieran falta. ¿Qué os figuráis que pasó? Se enfadó mucho y me dijo: «la vida es muy larga y puedo necesitarlo y nadie me ha regalado nada».
- Compañerismo, Renuncia y Beneficencia: De éstos da gusto hablar. Hacían algo bueno y te enterabas por los demás (no alardeaban), no había entre ellos espíritu de competición (colaboraban siempre), combatían siempre el personalismo (yo hice… yo te di…) Pedían la cooperación de todos (para ellos todos éramos útiles.) Y todo lo hacían con alegría y buen humor. Me di cuenta que de ellos tenía mucho que aprender.
- Vicios: Son los amigos con los que más dificultades he tenido y más he sufrido. Al principio parecen divertidos: Te atraen, te diviertes y ríes, disfrutas. Te gustan tanto que no puedes pasar sin ellos. Pero luego a largo plazo… Sientes como cansancio, como un vacío, se llega a enfermar y a veces se llega a la locura. Y sufres tanto, que te quieres deshacer de ellos ¡y es tan difícil! Pero conocí a una de mis mejores amigas que me ayudó a alejarme de esos amigos que me perjudicaban tanto:
- Mi amiga la Voluntad. Ella me habló de sus amigos: esfuerzo, paciencia, tiempo, los que poco a poco quiero ir conociendo. Le dije que quería ser como ella, pues conseguía todo lo que se proponía. Me enseñó que la voluntad es la suma de unos factores dinámicos que hay que poner en acción: Impulso: Que es un deseo, una aspiración de cambio. Autodominio: sobre nuestras pasiones y apegos materiales. Deliberación: Crear en nosotros hábitos de análisis, observación y evaluación. Determinación: Decidir lo que vamos a realizar y cumplirlo con firmeza.
Acción: Es la concreción a partir de nuestros actos.
- Mi amigo el Odio: Es muy rencoroso, siempre me habla de vengarse no sé de qué, de quién, ni por qué. Siempre está reclamando derechos: que si me dijo, que si me hizo, que me tiene que pedir perdón…
- Amor y Perdón: Son maravillosos, mis mejores amigos. Me sirven para todo. Si la gente los escuchara se acabarían todos los problemas de la Tierra (la guerra, el hambre, la pobreza, el racismo…) No tengo palabras para definirlos, es mejor que los conozcáis personalmente. Y si os los presentan, haceros amigos suyos, no os vais a arrepentir pues siempre que aparecen les acompaña…
- la Felicidad, eso que tanto deseamos todos. Se la posee cuando se tiene la conciencia tranquila. Cuando cumplimos nuestro deber: ante nosotros, ante el prójimo y para con Dios cumpliendo sus Leyes. De vez en cuando es bueno hacer una revisión de estos amigos invisibles interiores, pues están ahí y no nos damos cuenta.
Amigos invisibles exteriores : Allan Kardec nos habla de ellos en casi toda la codificación, sobre todo en El Libro de los Espíritus en el Libro 2º titulado: «Mundo Espírita o de los Espíritus», en el cap. I «Acerca de los Espíritus - La escala espírita» y en el cap. IX. «Intervención de los Espíritus en el mundo Corporal: Ángeles de la guarda, Espíritus protectores, familiares o simpáticos».
Dentro de la escala espírita, de la cuestión 100 a la 113, Kardec nos habla de tres órdenes o categorías de espíritus: 3er Orden: Espíritus imperfectos. 2º Orden: Espíritus buenos. 1er Orden: Espíritus puros. Es en el 2º y 3er orden donde se encuentran estos amigos invisibles.
Los amigos en el verdadero sentido de la palabra = amistad, afecto desinteresado, cariño, simpatía.
Para conocerlos un poco más vamos a exponer sus características:
1er Orden: Son los que comúnmente se les llaman Ángeles, Arcángeles o Serafines. Tienen Superioridad intelectual y moral, se han despojado de todas las impurezas de la materia, gozan de una dicha inalterable. Son los mensajeros y ministros de Dios, cuyas órdenes ejecutan para mantener la Armonía Universal. Dirigen a los espíritus inferiores a ellos, los ayudan a perfeccionarse y les asignan su misión. La ocupación que más les gusta: Asistir a los hombres cuando padecen, incitarlos al bien o a la reparación de las faltas que los alejan de la felicidad suprema. Podemos entrar en comunicación con ellos, pero no están a nuestras órdenes.
2º Orden: Buenos. Tienen deseo del bien, algunos tienen la ciencia y otros la sabiduría y la bondad. Comprenden a Dios y a lo infinito y gozan de la felicidad de los buenos. Nos sugieren buenos pensamientos, desvían a los hombres del camino del mal, protegen durante la vida a los que se hacen dignos de ello y neutralizan la influencia de los espíritus imperfectos en aquellos que no se complacen en sufrirla. Hacen el bien por el bien mismo.
Y quiero hablar en concreto del Espíritu protector, ángel de la guarda o genio bueno .Forman parte de este 2º orden. Es el que tiene por misión acompañarnos en la vida y ayudarnos a progresar. Es siempre de naturaleza superior, en relación a nosotros. Nos aconsejan y nos sostienen. Son nuestros mejores amigos, los más seguros y abnegados, mejor que cualquiera de nuestros mejores amigos de la Tierra. Están aquí por orden de Dios. Donde quiera que estemos, el Ángel de la guarda está con nosotros: en las cárceles, hospitales, en los locales de vicios cuando estamos solos… nada nos separa de él aunque no lo podamos ver, pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha nuestra alma. A veces se valen de las personas que nos rodean y nos dan consejos ¿Se aparta de nosotros algunas veces? Cuando ve que sus consejos son inútiles y que en nosotros es más fuerte la decisión de someternos a la influencia de los espíritus inferiores. Pero no nos abandona por completo y siempre se hace oír. El protector vuelve siempre que nosotros lo llamemos… La certeza de la existencia de protectores espirituales que velan nuestros pasos, que nos amparan en las dificultades propias de la evolución, que iluminan nuestra mente y nuestro corazón en el largo camino de la vida, que nos sostienen en los momentos amargos cuando el dolor nos visita,que nos infunden ánimo ante las pruebas de la vida, que comparten nuestras alegrías y se complacen con nuestro progreso moral, es muy consoladora y nos muestra, una vez más, el inmenso amor del Padre para con todos sus hijos.
Nadie se encuentra solo ni desprotegido.
- Olga Ortiz Blanco-
Bibliografía PERES, N. Síntesis del manual práctico del espírita. KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Libro Segundo. Capítulos I y IX. KARDEC, A. El Cielo y el Infierno. Cap. VIII Los Ángeles. GLASSER, A. Memorias de un ángel guardián.
Amigos invisibles interiores No voy a hablar de todos, pues son muchos, pero he hecho una pequeña selección. Quiero aclarar que en un principio eran todos amigos, pero poco a poco fui conviviendo con ellos y con algunos no me fue muy bien, pero aun así les llamo amigos, porque me enseñaron mucho, y ser amigo también es ayudar a aquel que no nos cae tan bien y a veces de un «enemigo podemos hacer un amigo». Estos amigos invisibles están muy muy cerquita de nosotros:
- Orgullo y vanidad: Siempre que venía uno aparecía el otro. Parecían simpáticos al principio, pero con el tiempo… Se enfadaban por pequeños motivos, cuando les comentaba algo referente a su comportamiento reaccionaban explosivamente, siempre querían ser el centro de atención y que prevalecieran sus ideas. Ellos nunca se equivocaban… todo lo hacían perfecto… y cuando daba mi opinión… no la respetaban. Sólo hablaban de lo que ellos hacían, de lo que ellos sabían, cómo lo decían...
- Modestia y humildad: Estas eran encantadoras, siempre dispuestas a escuchar sin interrumpir, no gritaban, sus palabras eran muy sencillas y todos las entendíamos. -
Envidia: Le gustaba ¡menos lo suyo, todo! Cuando veía en los demás cosas que a ella le gustaba poseer ¡cómo se enfadaba! y siempre estaba comparando su posición y sacrificios con los demás. Nunca estaba contenta con su propia suerte. Me daba pena porque sufría mucho, siempre estaba triste y caía en depresión. Un día se presentó con dos amigas:
-Celos y avaricia : Los celos no me cayeron bien desde el principio. Eran muy dominantes, restrictivos, siempre preguntándome que ¿A dónde iba? ¿De dónde venía? ¿Con quién había estado? Más que un amigo, parecía un detective.
- Avaricia: Ella venía pocas veces, pues se le metió en la cabeza que alguien le quería robar lo que poseía, y no salía de su casa. Un día fui a visitarla y no os podéis figurar ¡¡¡la de cosas que tenía!!! Incluso me confesó que la mayoría ni las utilizaba, y le di una recomendación: que se las diera a alguien a quien le hicieran falta. ¿Qué os figuráis que pasó? Se enfadó mucho y me dijo: «la vida es muy larga y puedo necesitarlo y nadie me ha regalado nada».
- Compañerismo, Renuncia y Beneficencia: De éstos da gusto hablar. Hacían algo bueno y te enterabas por los demás (no alardeaban), no había entre ellos espíritu de competición (colaboraban siempre), combatían siempre el personalismo (yo hice… yo te di…) Pedían la cooperación de todos (para ellos todos éramos útiles.) Y todo lo hacían con alegría y buen humor. Me di cuenta que de ellos tenía mucho que aprender.
- Vicios: Son los amigos con los que más dificultades he tenido y más he sufrido. Al principio parecen divertidos: Te atraen, te diviertes y ríes, disfrutas. Te gustan tanto que no puedes pasar sin ellos. Pero luego a largo plazo… Sientes como cansancio, como un vacío, se llega a enfermar y a veces se llega a la locura. Y sufres tanto, que te quieres deshacer de ellos ¡y es tan difícil! Pero conocí a una de mis mejores amigas que me ayudó a alejarme de esos amigos que me perjudicaban tanto:
- Mi amiga la Voluntad. Ella me habló de sus amigos: esfuerzo, paciencia, tiempo, los que poco a poco quiero ir conociendo. Le dije que quería ser como ella, pues conseguía todo lo que se proponía. Me enseñó que la voluntad es la suma de unos factores dinámicos que hay que poner en acción: Impulso: Que es un deseo, una aspiración de cambio. Autodominio: sobre nuestras pasiones y apegos materiales. Deliberación: Crear en nosotros hábitos de análisis, observación y evaluación. Determinación: Decidir lo que vamos a realizar y cumplirlo con firmeza.
Acción: Es la concreción a partir de nuestros actos.
- Mi amigo el Odio: Es muy rencoroso, siempre me habla de vengarse no sé de qué, de quién, ni por qué. Siempre está reclamando derechos: que si me dijo, que si me hizo, que me tiene que pedir perdón…
- Amor y Perdón: Son maravillosos, mis mejores amigos. Me sirven para todo. Si la gente los escuchara se acabarían todos los problemas de la Tierra (la guerra, el hambre, la pobreza, el racismo…) No tengo palabras para definirlos, es mejor que los conozcáis personalmente. Y si os los presentan, haceros amigos suyos, no os vais a arrepentir pues siempre que aparecen les acompaña…
- la Felicidad, eso que tanto deseamos todos. Se la posee cuando se tiene la conciencia tranquila. Cuando cumplimos nuestro deber: ante nosotros, ante el prójimo y para con Dios cumpliendo sus Leyes. De vez en cuando es bueno hacer una revisión de estos amigos invisibles interiores, pues están ahí y no nos damos cuenta.
Amigos invisibles exteriores : Allan Kardec nos habla de ellos en casi toda la codificación, sobre todo en El Libro de los Espíritus en el Libro 2º titulado: «Mundo Espírita o de los Espíritus», en el cap. I «Acerca de los Espíritus - La escala espírita» y en el cap. IX. «Intervención de los Espíritus en el mundo Corporal: Ángeles de la guarda, Espíritus protectores, familiares o simpáticos».
Dentro de la escala espírita, de la cuestión 100 a la 113, Kardec nos habla de tres órdenes o categorías de espíritus: 3er Orden: Espíritus imperfectos. 2º Orden: Espíritus buenos. 1er Orden: Espíritus puros. Es en el 2º y 3er orden donde se encuentran estos amigos invisibles.
Los amigos en el verdadero sentido de la palabra = amistad, afecto desinteresado, cariño, simpatía.
Para conocerlos un poco más vamos a exponer sus características:
1er Orden: Son los que comúnmente se les llaman Ángeles, Arcángeles o Serafines. Tienen Superioridad intelectual y moral, se han despojado de todas las impurezas de la materia, gozan de una dicha inalterable. Son los mensajeros y ministros de Dios, cuyas órdenes ejecutan para mantener la Armonía Universal. Dirigen a los espíritus inferiores a ellos, los ayudan a perfeccionarse y les asignan su misión. La ocupación que más les gusta: Asistir a los hombres cuando padecen, incitarlos al bien o a la reparación de las faltas que los alejan de la felicidad suprema. Podemos entrar en comunicación con ellos, pero no están a nuestras órdenes.
2º Orden: Buenos. Tienen deseo del bien, algunos tienen la ciencia y otros la sabiduría y la bondad. Comprenden a Dios y a lo infinito y gozan de la felicidad de los buenos. Nos sugieren buenos pensamientos, desvían a los hombres del camino del mal, protegen durante la vida a los que se hacen dignos de ello y neutralizan la influencia de los espíritus imperfectos en aquellos que no se complacen en sufrirla. Hacen el bien por el bien mismo.
Y quiero hablar en concreto del Espíritu protector, ángel de la guarda o genio bueno .Forman parte de este 2º orden. Es el que tiene por misión acompañarnos en la vida y ayudarnos a progresar. Es siempre de naturaleza superior, en relación a nosotros. Nos aconsejan y nos sostienen. Son nuestros mejores amigos, los más seguros y abnegados, mejor que cualquiera de nuestros mejores amigos de la Tierra. Están aquí por orden de Dios. Donde quiera que estemos, el Ángel de la guarda está con nosotros: en las cárceles, hospitales, en los locales de vicios cuando estamos solos… nada nos separa de él aunque no lo podamos ver, pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha nuestra alma. A veces se valen de las personas que nos rodean y nos dan consejos ¿Se aparta de nosotros algunas veces? Cuando ve que sus consejos son inútiles y que en nosotros es más fuerte la decisión de someternos a la influencia de los espíritus inferiores. Pero no nos abandona por completo y siempre se hace oír. El protector vuelve siempre que nosotros lo llamemos… La certeza de la existencia de protectores espirituales que velan nuestros pasos, que nos amparan en las dificultades propias de la evolución, que iluminan nuestra mente y nuestro corazón en el largo camino de la vida, que nos sostienen en los momentos amargos cuando el dolor nos visita,que nos infunden ánimo ante las pruebas de la vida, que comparten nuestras alegrías y se complacen con nuestro progreso moral, es muy consoladora y nos muestra, una vez más, el inmenso amor del Padre para con todos sus hijos.
Nadie se encuentra solo ni desprotegido.
- Olga Ortiz Blanco-
Bibliografía PERES, N. Síntesis del manual práctico del espírita. KARDEC, A. El libro de los Espíritus. Libro Segundo. Capítulos I y IX. KARDEC, A. El Cielo y el Infierno. Cap. VIII Los Ángeles. GLASSER, A. Memorias de un ángel guardián.
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¿El dolor y los problemas de la vida, son la cosecha de malas siembras ?
No siempre lo son. En este atrasado mundo nuestro, todavía clasificado como de “Expiación y Pruebas”, el dolor y el sufrimiento son una constante en cualquier lugar del mismo. Las guerras, los desastres, la pérdida de seres queridos, la miseria, las enfermedades, el hambre, etc. constituyen un espectro inevitable con el que tenemos que vivir a diario.
El sentido del dolor tiene difícil respuesta cuando se trata desde la perspectiva de una sola y única existencia humana, sin embargo bajo la panorámica que se abre con la comprensión de las leyes que rigen la vida, se pueden percibir unas explicaciones que evitan caer en estados de rebeldía al no entender los por qué de estas situaciones penosas y humanamente no deseables.
Estos estados de dolor o sufrimiento no siempre se presentan por karmas negativos que debamos afrontar, sino que en muchas ocasiones son pruebas difíciles y duras que el mismo Ser elige voluntariamente para su propia evolución y se compromete a afrontarlas desde antes de venir a este mundo, para aprender de ellas en la vida una lección importante y avanzar más rápidamente en su progreso espiritual, pues a veces es necesario pasar por ciertas pruebas difíciles como preparación para otras tareas y realizaciones futuras importantes que necesiten de nuestra madurez espiritual para afrontarlas. Estas pruebas difíciles que veces se plantean en ciertas existencias humanas, son escogidas libremente por el Ser antes de volver a este mundo, y le son tan necesarias como lo es la gimnasia y el entrenamiento al atleta que más tarde quiere alcanzar altas metas en la competición.
En la mayor parte de los casos, sin embargo, el dolor es el seguro resultado kármico de recoger la cosecha obligatoria de la siembra voluntaria que antes se hizo.
En cualquier caso, el espíritu siempre posee la fuerza y la capacidad suficientes, así como la ayuda espiritual necesaria para superar con éxito las pruebas y circunstancias de la vida, que forman parte importante de su destino humano para el que vino preparado desde antes de nacer en este mundo.
Por cada vida que pasemos sin redimir el karma negativo, ni superar los compromisos aceptados desde antes de encarnar, cada una de las siguientes existencias humanas irá siendo cada vez más dura o difícil; por el contrario, en razón de las deudas pagadas en una vida, las siguientes se irán suavizando. Así llegamos a la conclusión de que el dolor y el sufrimiento humanos, no son un castigo ni menos aún una venganza divina, sino que en unos casos han sido solicitados por el propio espíritu antes de regresar a este mundo, para superándolos evolucionar más rápido, alcanzando estadios más felices en el mundo espiritual, aunque sepan que humanamente van a tener que sufrir. Otras veces, la mayoría, suponen tan solo un reajuste de nuestra conducta y una depuración de nuestra alma enferma y lastrada por actos contrarios a la ley del Amor. Dios no castiga ni es vengativo, aunque sí que es infinitamente justo, y nos ama con intensidad infinita; por eso la expiación no es otra cosa que el tener que experimentar o sufrir pruebas cuyas causas hemos generado nosotros mismos y cuyo resultado nos reconduzca al bien, dejando grabado como a fuego en el Ser, el recuerdo de las consecuencias negativas que padeció por sus errores para no volver a incidir jamás en los mismos. Es un mecanismo que emplea la Justicia Divina como una función reconductora del Ser por el camino del bien y de su propia evolución. Se podría afirmar que el dolor tiene para nuestra alma una función pedagógica porque lleva implícita una enseñanza que nos permite crecer espiritualmente. Por lo dicho, el dolor, del tipo que sea, debe ser encarado sin rebeldías porque comprendemos ya que, siempre, y finalmente, es para nuestro bien, pues generalmente son rescates o pruebas necesarias para el adelantamiento del espíritu. La aceptación de los propios dolores causa un alivio moral y ayuda a la solución definitiva del problema que los generó.
Solo el esclarecimiento espiritual puede apartar a la persona del estado de rebeldía ante el sufrimiento. La fe razonada en este caso, supone un seguro escudo ante las aflicciones que tengamos que afrontar. - Jose Luis Martín-
El sentido del dolor tiene difícil respuesta cuando se trata desde la perspectiva de una sola y única existencia humana, sin embargo bajo la panorámica que se abre con la comprensión de las leyes que rigen la vida, se pueden percibir unas explicaciones que evitan caer en estados de rebeldía al no entender los por qué de estas situaciones penosas y humanamente no deseables.
Estos estados de dolor o sufrimiento no siempre se presentan por karmas negativos que debamos afrontar, sino que en muchas ocasiones son pruebas difíciles y duras que el mismo Ser elige voluntariamente para su propia evolución y se compromete a afrontarlas desde antes de venir a este mundo, para aprender de ellas en la vida una lección importante y avanzar más rápidamente en su progreso espiritual, pues a veces es necesario pasar por ciertas pruebas difíciles como preparación para otras tareas y realizaciones futuras importantes que necesiten de nuestra madurez espiritual para afrontarlas. Estas pruebas difíciles que veces se plantean en ciertas existencias humanas, son escogidas libremente por el Ser antes de volver a este mundo, y le son tan necesarias como lo es la gimnasia y el entrenamiento al atleta que más tarde quiere alcanzar altas metas en la competición.
En la mayor parte de los casos, sin embargo, el dolor es el seguro resultado kármico de recoger la cosecha obligatoria de la siembra voluntaria que antes se hizo.
En cualquier caso, el espíritu siempre posee la fuerza y la capacidad suficientes, así como la ayuda espiritual necesaria para superar con éxito las pruebas y circunstancias de la vida, que forman parte importante de su destino humano para el que vino preparado desde antes de nacer en este mundo.
Por cada vida que pasemos sin redimir el karma negativo, ni superar los compromisos aceptados desde antes de encarnar, cada una de las siguientes existencias humanas irá siendo cada vez más dura o difícil; por el contrario, en razón de las deudas pagadas en una vida, las siguientes se irán suavizando. Así llegamos a la conclusión de que el dolor y el sufrimiento humanos, no son un castigo ni menos aún una venganza divina, sino que en unos casos han sido solicitados por el propio espíritu antes de regresar a este mundo, para superándolos evolucionar más rápido, alcanzando estadios más felices en el mundo espiritual, aunque sepan que humanamente van a tener que sufrir. Otras veces, la mayoría, suponen tan solo un reajuste de nuestra conducta y una depuración de nuestra alma enferma y lastrada por actos contrarios a la ley del Amor. Dios no castiga ni es vengativo, aunque sí que es infinitamente justo, y nos ama con intensidad infinita; por eso la expiación no es otra cosa que el tener que experimentar o sufrir pruebas cuyas causas hemos generado nosotros mismos y cuyo resultado nos reconduzca al bien, dejando grabado como a fuego en el Ser, el recuerdo de las consecuencias negativas que padeció por sus errores para no volver a incidir jamás en los mismos. Es un mecanismo que emplea la Justicia Divina como una función reconductora del Ser por el camino del bien y de su propia evolución. Se podría afirmar que el dolor tiene para nuestra alma una función pedagógica porque lleva implícita una enseñanza que nos permite crecer espiritualmente. Por lo dicho, el dolor, del tipo que sea, debe ser encarado sin rebeldías porque comprendemos ya que, siempre, y finalmente, es para nuestro bien, pues generalmente son rescates o pruebas necesarias para el adelantamiento del espíritu. La aceptación de los propios dolores causa un alivio moral y ayuda a la solución definitiva del problema que los generó.
Solo el esclarecimiento espiritual puede apartar a la persona del estado de rebeldía ante el sufrimiento. La fe razonada en este caso, supone un seguro escudo ante las aflicciones que tengamos que afrontar. - Jose Luis Martín-
“La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte el sufrimiento tendrás que arrancarte el deseo” - Buda -
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