Hoy veremos los siguientes:
- Drama en la sombra (1ª Parte)
- Videncia
- Infortunios ocultos
-Causa de las aflicciones
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DRAMA EN LA SOMBRA ( 1ª Parte)
Al cierre de nuestras actividades en la noche del 9 de julio de 1954, tuvimos la presencia de Jorge, un hermano que no conocíamos y con quien habíamos tomado el primer contacto un año antes.
Utilizando las facultades psicofónicas del médium, nos relató su “drama en la sombra”, ofreciéndonos preciosos elementos de estudio.
Oyéndolo, recordamos su primera manifestación en julio de 1953, cuando fue auxiliado por nuestros Benefactores Espirituales a través de nuestro Grupo.
Se había presentado como un loco. Sostenía la cabeza entre las manos, quejándose desesperadamente, y alegando que traía el cráneo despedazado por la bala de un revólver con que había exterminado su propio cuerpo y cuyo estampido parecía eternizarse dentro de su cerebro.
Regresando a nuestro Grupo con el presente relato, muestra cómo actúa sobre nosotros la Ley de Causa y Efecto. Homicida directa e indirectamente, y suicida, se encuentra obsesado por sus víctimas, después del crimen en que se comprometió en la existencia de la carne, haciéndose presa de Espíritus infernales en las regiones inferiores a las que bajó por el suicidio y solamente consigue reequilibrarse, asimilando con buena voluntad el auxilio que le fue prestado por los Espíritus Benevolentes y Amigos.
Es importante señalar que sus víctimas, con delitos menores, vuelven a la reencarnación antes que él y serán sus padres terrestres, en futuro próximo, para que dentro del “karma” elaborado por el trío, puedan los tres caminar unidos en las pruebas expiatorias con que se redimirán ante la Ley.
Quien agradece con sinceridad trae a los benefactores aquello de mejor que posee.
Soy pobre víctima del crimen y del suicidio que viene a depositar en vuestras oraciones una sencilla flor de gratitud.
No obstante, para comentar el favor recibido, pido permiso para que mis recuerdos retrocedan en el tiempo.
Corría el año de 1917 y me sentía un hombre feliz entre los más felices.
Era joven, optimista y robusto.
Rondaba los treinta años y soñaba la organización de mi propio santuario doméstico.
Anita era mi novia.
Aquellos que amaron profundamente, guardando, inalterables, en el pecho, la primavera de las primeras aspiraciones, podrán comprender la floración de esperanza que brillaba en mi alma.
La elegida de mi mocedad encarnaba para mí el ideal de la perfecta mujer.
Preparábamos el futuro cuando un primo, de nombre Claudio, vino a vivir a nuestra casa en Río, buscando estabilidad profesional para la juventud, necesitada de mayores experiencias.
Acogido cariñosamente por mis padres y por mí, y más joven que yo mismo, pasó a ser mi compañero y mi hermano.
El infortunio, sin embargo, parecía acecharme de cerca, porque Claudio y Anita, al primer contacto, me parecieron transfundidos en la ventura de una vieja amistad.
Poco a poco reconocí que la criatura querida se escapaba de mis brazos y, aún más, noté que el amigo se alzaba en mi adversario, porque se vanagloriaba de mi pérdida, ironizando mi inferioridad física.
En el decurso de algunos meses, por más que intentase distanciarlos discretamente, Claudio y Anita estrechaban los lazos de intimidad afectiva, hasta que fui apeado de mi proyecto risueño — todo cuanto la Tierra y la vida me ofrecían de mejor.
Instado al entendimiento por la antigua novia, de ella recogí observaciones inesperadas.
Nuestro compromiso era sólo ilusión...
Había andado mal inspirada...
Yo no representaba para ella, en verdad, el tipo ideal del compañero...
No seríamos felices...
Mejor deshacer la alianza amorosa, mientras el tiempo nos favorecía una visión justa...
Me sentí desfallecer. Prefería la muerte a la renuncia. Sin embargo, era necesario sofocar el brío humillado, asfixiar el corazón y vivir...
Para vosotros, semejantes confidencias pueden constituir una confesión demasiado infantil, sin embargo, la necesito para resaltar el beneficio recogido en mis oraciones. Recalqué el sufrimiento moral. Transcurrieron los días.
Claudio era hijo adoptivo de nuestra casa, comensal en nuestra mesa.
Sintiéndose mi hermano, no sospechaba que un odio terrible se desarrollaba en mi corazón descuidado.
Transcurrieron meses y la gripe, en 1918, castigaba la ciudad.
Se había extendido la epidemia y Claudio no resistió el envite.
Cayó bajo invencible abatimiento.
Fui su enfermero desvelado, no obstante, mal podía soportar la devoción de la que era objeto por parte de la mujer que yo amaba.
No comprendía por qué se había confiado ella a tan grande veleidad y, observándola firme y abnegada alrededor del joven, gradualmente me entregué a la idea del crimen.
Una noche de fiebre alta, en que el enfermo reclamaba mayores demostraciones de paciencia y cariño y en que Anita, fatigada, había obtenido, al fin, algunos momentos de sueño, despejé todas las dudas.
A modo de medicamento, administré al enfermo el veneno que lo alejaría para siempre de nosotros.
( Continúa el siguiente día de publicación de este blog)
Diversos Espíritus/Chico Xavier
Libro: Instrucciones Psicofónicas
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Videncia
Estando la médium en oración, vio a Teresa de Ávila muy hermosa, la cual le dijo:
«Según las virtudes que practicáis en vuestra vida terrestre, ocupáis un estado más feliz o más desgraciado en el espacio. El ser que en la tierra ha sido virtuoso, caritativo, sufrido, resignado y amoroso, cuando desaparece de la tierra es semejante al viajero que emprende un viaje en un día de primavera, que a medida que avanza en su camino, el sol sube majestuoso en el espacio y su viaje está lleno de luz y de hermosura; pues el espíritu que obra bien al desaparecer de la tierra, va abriendo sus facultades a la luz, y cuando despierta lo encuentra todo alumbrado, comprende en donde se halla y sabe que es feliz.
Pero el espíritu que en la tierra ha sido egoísta y avaro, que todo lo ha esperado de vuestro mundo, que no ha sido ni misericordioso, ni caritativo, ni virtuoso, este espíritu entra en el mundo espiritual cuando el Sol está en su ocaso; a medida que va despertando, las tinieblas van aumentando y cuando está completamente despierto todo lo ve tenebroso y terrible; quiere saber donde está, pero no le es posible averiguarlo; va de una parte a otra y no encuentra más que tinieblas, desierto y espanto; en el espacio todo es lúgubre y entonces empieza la desesperación.
Habitantes de la tierra: apresuraos a atraer la luz sobre vosotros con buenas obras, cambiad de vida los que practicáis el mal, o sino vuestra última hora será terrible y vuestro despertar horroroso».
Del Libro "Guia Practica del Espiritista", por el Medium Miguel Vives.
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Los infortunios ocultos
En las grandes calamidades, la caridad se conmueve y se ven generosos rasgos para reparar los desastres; pero al lado de esos desastres generales, millares de desastres particulares hay que pasan desapercibidos, como personas que yacen sobre inmundicias sin quejarse. Estos son aquellos infortunios prudentes y ocultos que la verdadera generosidad sabe descubrir sin esperar que vengan a pedir asistencia.
¿Quién es esa mujer de maneras distinguidas, que va con sencillez aunque cuidada, seguida de una joven vestida también modestamente?
Entra en una casa de sórdida apariencia, en la que es conocida sin duda, porque en la puerta la saludan con respeto.
¿Dónde va? Sube hasta la bohardilla, y allí yace una madre de familia en una cama, rodeada de sus hijos; a su llegada, la alegría brilla en aquellas caras demacradas; es que va a calmar todos sus dolores; lleva consigo lo necesario, sazonado con dulces y consoladoras palabras, que hacen aceptar el bien sin vergüenza, porque estos desgraciados no son pordioseros de profesión; el padre está en el hospital, y durante este tiempo, la madre no puede acallar a todas las necesidades. Gracias a ella, esos pobres niños no sufrirán frío ni hambre, irán a la escuela bien abrigaditos, y el seno de la madre no se agotará para los más pequeños.
Si hay uno de ellos enfermo, ningún cuidado material le repugnará. De allí se va al hospital a llevar al padre algunos consuelos y tranquilizarle sobre la suerte de su familia. Al extremo de la calle espera un carruaje, verdadero almacén de todo lo que ella lleva a sus protegidos, que visita sucesivamente; no les pregunta por su creencia ni por su opinión, porque para ella todos los hombres son hermanos e hijos de Dios.
Concluído su paseo, se dice: He empezado bien mi jornada. ¿Cuál es su nombre? ¿dónde vive? Nadie lo sabe; para los desgraciados es un nombre que nada descubre, pero es el ángel de consuelo, y por la noche un concierto de bendición se eleva por ella hacia el Criador; católicos, judíos, protestantes, todos la bendicen.
¿Por qué ese porte tan sencillo? Es porque no quiere insultar a la miseria con su lujo.
¿Por qué se hace acompañar por su joven hija? Para enseñarle cómo se debe practicar la beneficencia. Su hija hace también caridad, pero su madre la dice:“¿Qué puedes dar tú, hija mía, si no tienes nada tuyo? Si yo te entrego alguna cosa para pasar a la mano de los otros, ¿qué mérito tendrás? En realidad seré yo la que haré la caridad, y tú la que tendrás el mérito; esto no es justo. Cuando vamos a visitar a los enfermos, tú me ayudas a asistirlos; pues el procurarles cuidados, ya es dar alguna cosa. ¿No te parece esto suficiente? Nada hay más sencillo; aprende a hacer obras útiles confeccionando vestidos para estos niños, de este modo tú darás alguna cosa que te pertenezca”.
Este es el modo como esa madre, verdaderamente cristiana, forma a su hija según la práctica de las virtudes enseñadas por Cristo. ¿Es espiritista? ¡Qué importa que no lo sea!
Entra en una casa de sórdida apariencia, en la que es conocida sin duda, porque en la puerta la saludan con respeto.
¿Dónde va? Sube hasta la bohardilla, y allí yace una madre de familia en una cama, rodeada de sus hijos; a su llegada, la alegría brilla en aquellas caras demacradas; es que va a calmar todos sus dolores; lleva consigo lo necesario, sazonado con dulces y consoladoras palabras, que hacen aceptar el bien sin vergüenza, porque estos desgraciados no son pordioseros de profesión; el padre está en el hospital, y durante este tiempo, la madre no puede acallar a todas las necesidades. Gracias a ella, esos pobres niños no sufrirán frío ni hambre, irán a la escuela bien abrigaditos, y el seno de la madre no se agotará para los más pequeños.
Si hay uno de ellos enfermo, ningún cuidado material le repugnará. De allí se va al hospital a llevar al padre algunos consuelos y tranquilizarle sobre la suerte de su familia. Al extremo de la calle espera un carruaje, verdadero almacén de todo lo que ella lleva a sus protegidos, que visita sucesivamente; no les pregunta por su creencia ni por su opinión, porque para ella todos los hombres son hermanos e hijos de Dios.
Concluído su paseo, se dice: He empezado bien mi jornada. ¿Cuál es su nombre? ¿dónde vive? Nadie lo sabe; para los desgraciados es un nombre que nada descubre, pero es el ángel de consuelo, y por la noche un concierto de bendición se eleva por ella hacia el Criador; católicos, judíos, protestantes, todos la bendicen.
¿Por qué ese porte tan sencillo? Es porque no quiere insultar a la miseria con su lujo.
¿Por qué se hace acompañar por su joven hija? Para enseñarle cómo se debe practicar la beneficencia. Su hija hace también caridad, pero su madre la dice:“¿Qué puedes dar tú, hija mía, si no tienes nada tuyo? Si yo te entrego alguna cosa para pasar a la mano de los otros, ¿qué mérito tendrás? En realidad seré yo la que haré la caridad, y tú la que tendrás el mérito; esto no es justo. Cuando vamos a visitar a los enfermos, tú me ayudas a asistirlos; pues el procurarles cuidados, ya es dar alguna cosa. ¿No te parece esto suficiente? Nada hay más sencillo; aprende a hacer obras útiles confeccionando vestidos para estos niños, de este modo tú darás alguna cosa que te pertenezca”.
Este es el modo como esa madre, verdaderamente cristiana, forma a su hija según la práctica de las virtudes enseñadas por Cristo. ¿Es espiritista? ¡Qué importa que no lo sea!
Para la sociedad, es la mujer del mundo, porque su posición lo exige; pero se ignora lo que hace, porque no quiere otra aprobación que la de Dios y su conveniencia.
Sin embargo, una circunstancia imprevista conduce un día a su casa a uno de sus protegidos que le devolvía la labor; éste la reconoció y quiso bendecir a su protectora.“¡Chitón!, le dijo; no lo digas a nadie”. Así hablaba Jesús.
Sin embargo, una circunstancia imprevista conduce un día a su casa a uno de sus protegidos que le devolvía la labor; éste la reconoció y quiso bendecir a su protectora.“¡Chitón!, le dijo; no lo digas a nadie”. Así hablaba Jesús.
Extraído de: “Evangelio según el Espiritismo” de Allan Kardec.
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Sérgio Biagi Gregóri
¿Por que tanto sufrimiento al rededor de nuestros pasos?
¿ Por qué unos nacen en la miseria y otros en la opulencia?.¿Por qué para unos todo sale bien y para otros no?. Estas son algunas de entre las muchas cuestiones que quedan sin respuesta lógica, cuando analizamos la vida desde el punto de vista de una única encarnación. Miremos la vida desde una perspectiva más amplia y obtendremos respuestas para todas esas dudas.
La aflicción en esencia, es el reflejo intangible del mal hecho por la criatura que lo experimenta, y todo mal representa virus del alma susceptible de formas un lastre de epidemia mental devastadora.
Frecuentemente, la aflicción es nuestra propia ansiedad, respetable pero inútil, proyectada en el futuro, mentalizando ocurrencias menos felices que, en muchos casos, no se verifican como suponemos, y a veces ni siquiera llegan a surgir.
— La simple reflexión sobre el dolor y el sufrimiento, basta para evidenciar que ellos tienen una razón de ser, mucho más profunda. El dolor es una alerta de la naturaleza, que anuncia que algún mal nos está alcanzando y que lo precisamos enfrentar. Si no fuese por el dolor sucumbiríamos a muchas dolencias sin tan siquiera darnos cuenta del peligro. El sufrimiento, más profundo que el simple dolor sensible y que afecta a toda la existencia, también tiene su razón de ser. Es a través de él como el hombre se inserta en la vida mística y religiosa.
El dolor físico anuncia que algo en nosotros no va bien y precisa de mejora. Aunque siempre queramos huír de él, siempre nos ofrece la oportunidad de reflexionar- vuelta hacia nuestro interior-, objetivando el conocimiento de nosotros mismos.
Dada la gran coherencia del dolor, tanto sufren los grandes genios como las personas más apagadas. En ese sentido, se puede observar el sufrimiento anónimo de aquellos que dan ejemplo de santidad a los que les sienten los efectos ocultos y sigilosos.
Clases de dolor :
El proceso de crecimiento espiritual está asociado al dolor y al sufrimiento. De acuerdo con el Espíritu André Luiz, el dolor puede ser visto bajo tres aspectos:
1) Dolor-expiación
— que viene de dentro para fuera, marcando a la criatura el camino de los siglos, deteniéndola en complicados laberintos de
aflicción, para regenerarla, mediante la justicia. Es consecuencia de nuestro desequilibrio mental, o proceder desviado en la ruta ascensional del espíritu. Podemos asociarlo a las encarnaciones pasadas. Muchas veces es el rescate debido al mal uso de nuestro libre albedrío.
2) Dolor-evolución
– que actúa de fuera para dentro, mejorando al ser, sin lo que
no existiría progreso. En el dolor-expiación están asociados el remordimiento, el arrepentimiento, el sentimiento de culpa, etc. En el dolor evolución están asociados el esfuerzo y la resistencia al medio hostil. En cuanto la primera es consecuencia de un acto malo, la segunda es un fortalecimiento para el futuro.
3) Dolor-Auxílio
— son las prolongadas y dolorosas enfermedades en el envoltorio físico, sea para evitarnos la caída en el abismo de la criminalidad, sea, mis frecuente, para el servicio preparatorio de la desencarnación, a fin de que no seamos cogidos por sorpresas arrasadoras, en la transición para la muerte. El infarto, la trombosis, la hemiplegia, el cáncer penosamente soportado, la senilidad prematura y otras calamidades de la vida orgánica, constituyen a veces dolores-auxilio, para que el alma se recupere de ciertos engaños en los que haya incurrido en la existencia del cuerpo denso, habilitándose a través de largas reflexiones y benéficas disciplinas, para el ingreso respetable en la vida espiritual.
(Xavier, 1976, p. 261 e 262)
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