martes, 16 de mayo de 2017

Nuestros muertos




Orden del dia :

- ¿ Qué sucede antes de reencarnar?
- ¿ El porvenir es la nada ?
-    Nuestros muertos.
- Evolución intelectual y moral de la Humanidad
             



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               ¿Qué sucede antes de reencarnar?
Cuando el espíritu está desencarnado decimos que se encuentra en la erraticidad, término que designa el tiempo de estancia de un espíritu en la vida verdadera, la espiritual. El espíritu en la erraticidad piensa y obra por su libre voluntad. En ese momento el espíritu puede estar en diferentes niveles de conciencia, puede tener pleno ejercicio de sus facultades, estar en una situación de paz, de armonía, entre amigos y familiares queridos o puede encontrarse sumergido en sus pensamientos, envueltos en sus problemas, sufrimientos, sintiéndose solo y abandonado, pero en realidad junto a compañías infelices, sin capacidad de decisión.
Ese período en la erraticidad es relativo, condicionado a muchos factores, entre ellos, por ejemplo, tener que esperar que otros espíritus estén en condiciones de encarnar de nuevo en el plano físico para reparar faltas conjuntamente. También, por ejemplo, puede verse obligado a aguardar el tiempo necesario a que alcance tener la lucidez mental y emocional necesarias para consolidar propósitos de renovación.
¿El espíritu solamente aprende cuando está encarnado?
No, en la erraticidad el espíritu puede seguir aprendiendo, tomando firmes resoluciones en el bien y en la intención de aciertos futuros, arrepintiéndose si se ha equivocado y haciendo propósitos de seguimiento de las Leyes Morales. Otra situación en que se puede encontrar, es que se alegra si ha sabido llevar bien su encarnación anterior y si supo cumplir con sus objetivos. En cualquier caso, no puede huir de la Ley de Progreso, aprenderá siempre.
Pero el espíritu sabe que es mediante la encarnación, bajo los parámetros citados anteriormente del olvido temporal y bajo la ilusión de la materia, donde se demuestran realmente las elecciones tomadas en la erraticidad y pone en práctica las resoluciones probando las resistencias a las tentaciones de la carne, siendo que, todas las caídas que puede traer el espíritu de vidas pasadas son campo fértil de mejoramiento.
Un atributo inherente del espíritu, que le pertenece desde su creación, es el poder de elección: lo que llamamos libre albedrío. Recordad que fue creado simple e ignorante con una conciencia que contiene las Leyes Morales y con el poder de tomar decisiones. Cuando tenga un nivel de lúcida conciencia de sus actos pretéritos, el espíritu es quien decide sus pruebas y expiaciones participando de forma activa en la toma de decisiones de su propia encarnación. Sabe lo que debe hacer para progresar, para poder saldar sus deudas frente a las Leyes de Dios.
Por lo tanto la encarnación obedece a reglas básicas para todos los seres sin excepción, pero se puede decir que en el proceso se suma un factor individual, ya que cada espíritu va a pasar por pruebas y expiaciones de acuerdo a su necesidad de adelanto. Hay, sin embargo, aquellos que, teniendo una situación enfermiza, un estado alterado de conciencia, que no poseen condiciones mentales de utilizar su libre albedrío, deben obedecer y acatar las elecciones que toman por ellos algunos tutores espirituales, tal como en la Tierra cuando una persona se ve privada temporalmente de su facultades de decisión, como pueden ser los enfermos mentales.
Todo el proceso de la encarnación es un proyecto magnífico donde participan varios espíritus elevados, que buscan ayudar al espíritu reencarnante. Ese grupo de espíritus benevolentes apoyan al aspirante a la victoria para que tenga en la eminente nueva oportunidad de vida el mayor éxito posible. Por lo tanto, un equipo espiritual ayuda en la planificación y orientación del espíritu. Ese grupo está siempre informado de las decisiones tomadas por el encarnante mientras esté en la vida material.
Sin embargo, se designa un espíritu guía que acompañará al encarnante durante toda la vida en la Tierra y muchas veces le sigue durante varias vidas. Ese espíritu guía es siempre de una condición moral superior al del ser encarnante para poder guiarlo e instruirlo en el bien. Es importante sopesar que siempre la persona tendrá compañías espirituales, acorde a sus pensamientos, por lo tanto nunca estará realmente solo.
Debemos considerar que, por ejemplo, en una casa donde viven varias personas, unidas por lazos de familia o no (que puede, sean simpatizantes entre sí), convivirán varios espíritus que acompañarán la trayectoria de esas personas que viven bajo el mismo techo. Los espíritus nos influyen para bien o para mal, conforme nosotros permitamos con nuestros pensamientos y acciones, resistiendo a sus consejos o siguiéndolos.
Una vez decidido el tipo de pruebas que el espíritu va a pasar y se va aproximando el momento de la reencarnación, éste empieza a sentir de una forma progresiva lo que llamamos turbación (que se asemeja al sueño que tenemos diariamente por las noches), que se acentúa cada vez más, paulatinamente.
(Aportado por Ángeles Calatayud)
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                    ¿ EL PORVENIR ES LA NADA ?

El ser humano posee por instinto la convicción de que para él no todo termina junto con la vida. La nada le horroriza. En vano se han resistido los hombres al pensamiento del porvenir, pues cuando el supremo instante les llega, pocos dejan de preguntarse qué será de ellos. Porque la idea de dejar la vida para siempre tiene algo de desgarrante. En efecto, ¿quién podría afrontar con indiferencia la perspectiva de una separación absoluta, eterna, de todo lo que amó? ¿Quién sería capaz de ver sin pánico abrirse ante él el inmenso abismo de la nada, adonde irían a sumergirse para siempre todas sus facultades y esperanzas?, y decirse: “¡Y qué! Después de mí, nada, sólo el vacío; pronto no quedará huella alguna de mi paso por la Tierra; incluso el bien que haya realizado será echado al olvido por los ingratos que me lo deben; y ¡nada para compensar todo eso, ninguna otra perspectiva que la de mi cuerpo roído por los gusanos!” 
¿No tiene este cuadro algo de horroroso y glacial? La religión nos enseña que no puede ser así y la razón nos lo
confirma.^ Pero esa existencia futura, vaga e indefinida, no posee nada que satisfaga nuestro apego a lo positivo, y es esto lo que en muchas personas engendra la duda. Tenemos un alma, admitido. Pero ¿qué es nuestra alma? ¿Posee ella una forma o apariencia? ¿Es un ser limitado indefinido? Unos dicen que constituye un soplo de Dios, otros que es una chispa, y los hay también que la conceptúan una parte del Gran Todo, principio de la vida y de la inteligencia, pero ¿qué nos enseña todo esto? ¿De qué nos sirve poseer un alma si después de la muerte ella se confundirá en la inmensidad, al modo de las gotas de agua en el océano? ¿Acaso la pérdida de nuestra individualidad no equivale a la nada, para nosotros? Se afirma asimismo que el alma es inmaterial, pero una cosa inmaterial no podría tener proporciones definidas, de modo que para nosotros esto no significa nada. También nos enseña la religión que seremos dichosos o desventurados, según el bien o el mal que hayamos hecho. Pero ¿en qué consiste esa felicidad que en el seno de Dios nos aguarda? ¿Se trata de una beatitud, de una eterna contemplación, sin otra cosa que hacer fuera de entonar loas al Creador? Las llamas del infierno ¿son una realidad o apenas un símbolo? La propia Iglesia las interpreta en esta última significación, mas ¿cuáles son los sufrimientos que allá padeceremos? ¿Dónde está ese lugar de suplicios? En pocas palabras, ¿qué se hace y se ve en ese mundo que a todos nos espera? Dicen que nadie ha vuelto de él para revelárnoslo. Es este un error, y la misión del Espiritismo consiste precisamente en ilustrarnos acerca de ese porvenir, hacer que hasta cierto punto lo toquemos con el dedo y lo veamos con nuestros propios ojos, no mediante el razonamiento, sino por medio de los hechos. Gracias a las comunicaciones espíritas esto no constituye ya una presunción, una probabilidad sobre la cual cada uno de nosotros pueda tejer sus fantasías, y que los poetas hermoseen con sus ficciones o siembren imágenes alegóricas que nos seduzcan: la que se nos muestra es la realidad, porque son los mismos Seres de ultratumba los que acuden a nosotros para describirnos su situación y contarnos lo que están haciendo, permitiéndonos asistir –si así vale decirlo- a todas las peripecias de su nueva vida, y mostrándonos por ese medio la suerte inevitable que no está reservada, conforme a nuestros méritos o malas acciones. ¿Hay en esto algo de antirreligioso? Muy por el contrario, ya que los incrédulos encuentran en ello la fe y los tibios un acrecentamiento de su fervor y confianza. El Espiritismo es, por tanto, el más poderoso auxiliar de la religión. Y por serlo, Dios lo permite, y lo permite para reanimar nuestras tambaleantes esperanzas y conducirnos a la senda del bien mediante la perspectiva del porvenir. 


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
                                   
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         CONSEJOS DE JOANA DE ANGELIS                                      
             Guíate siempre por la decisión que produzca menor suma de perjuicios a ti mismo y a tu prójimo. Antes de asumir compromisos, reflexiona al respecto de los posibles resultados, y más fácilmente sabrás elegir aquellos que te proporcionaran mejores frutos para el futuro. 

Siempre que algunas ventajas para ti ofrezcan daños para otros, recházalas, dado que nadie podrá ser feliz irguiendo su alegría sobre el infortunio de su prójimo. Esto equivale decir: “No hagas al otro aquello que no te gustaría que él te hiciera.” 

Lo que hoy pierdas en favor de alguien, mañana lo recibirás sin perjuicio de nadie. 

Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco       

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                                  NUESTROS MUERTOS


                             Recuerdas, aún en plena fiesta del mundo, mientras distribuyes palabras y sonrisas de gentileza, a aquellos que te precedieran en la Gran Transformación .
Ese te dejó las preguntas sin respuestas cuando le tocaste las manos desfallecientes; aquel se despidió a través de la última mirada; aquel otro se ausentó de tu afecto, a distancia, sin que le registrases las palabras del adiós; otro aún cayó bajo los ingenios humanos en alabanza del progreso.
Entretanto, recoge en la concha de tu propia alma la fuente de las lágrimas que la nostalgia te desabotona en el corazón.
Recuérdate de ellos, encendiendo en la memoria la luz de la esperanza.
Los llamados muertos son vivos en planos diferentes.
Si aspiras a rendirles tu culto de amor, realiza por ellos lo que desearían hacer si estuviesen contigo.
Nadie te impide llorar, reconociendo en la carencia de afecto una herencia común, constituida de aflicción y de llanto.
Aún así, si lloras, no permitas que tu dolor se haga desesperación.
Llora, elevando y construyendo, amando y sirviendo siempre.
Donde estuvieres,rememora amando a los que partieron, no olvides que también ellos guardan tu imagen en el corazón.
El pensamiento es un mensaje con dirección .
Los muertos son siempre vivos. Bendicelos para que te bendigan.
Auxilialos, estimulándoles la fe y la propia seguridad para que te auxilien.
Entre las criaturas de la Tierra y los habitantes del Más Allá, prevalecen aún el principio de la vida, en la ley eterna del amor:
Dá y recibirás.

Por el Espíritu Meimei.

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   EVOLUCIÓN INTELECTUAL Y MORAL                    DE LA HUMANIDAD
      La evolución de la humanidad no sigue caminos rectos, ni tan solo es un único camino, sino que son muchos y tortuosos, complicados; a veces incluso van hacia atrás o conducen a callejones sin salida. Entonces toca desandar el camino y buscar otra ruta, recomenzando el trabajo, de nuevo, desde cero, o desde casi nada, lo que es necesario muchas veces. 
     Cuando reconocemos el error, o tropezamos con el muro de la realidad, porque ese error fue cometido hace mucho tiempo pero hemos vivido ignorándolo, empecinados, subidos en él, siempre que la corriente fuera a nuestro favor; pero finalmente despertamos, nos preguntamos ¿qué ha pasado? ¿Cómo pude hacerlo tan mal? Esta reflexión ocurre cada día millares de veces, cuando millares de conciencias se preguntan en qué momento se fastidió todo. Pero ya no se acuerdan, ya no queremos recordar  “los buenos tiempos” cuando nuestra economía iba viento en popa y nuestra moral reptaba por los suelos, voluntariamente ignorante ante tanta abundancia ficticia que regalaba y premiaba sin ton ni son, sin merecimientos ni atributos, creyéndonos que la sociedad avanzaba, que el país avanzaba, que la Humanidad estaba avanzando. Pero ahora, precisamente ahora, cuando por fin nos cuestionamos nuestra conducta y nos palpamos las vestiduras, asombrados de estar aún indemnes, enteros, aunque flacos; ahora justamente es cuando la sociedad está avanzando y con ella el país y la Humanidad.
       Los felices años 20 dieron como fruto de sus abusos una gran depresión mundial y una gran guerra, y fue ese terrible desastre el que consiguió lo impensable hasta entonces, que Europa abandonara definitivamente el uso de las armas para resolver sus conflictos. El ser humano cede ante la abundancia, se regala y disfruta, dejándose arrastrar por sus peores vicios que acaban socavando la sociedad y sus fundamentos, que le conducen inevitablemente a una nueva crisis, que actúa como una enfermedad, poniendo en jaque a todo el organismo social, situándolo al borde del colapso y la desaparición como unidad social, lo que obliga a entrar en juego a todas las defensas posibles, descubriendo o inventando nuevas formas de reformarse y refundarse, de mudar de piel y transformarse desechando lo que es inútil e improductivo, resurgiendo más fuerte y más bella, dispuesta a enfrentar nuevos retos y nuevos objetivos, con renovadas esperanzas. Entonces es cuando la sociedad está avanzando, y con ella los países y la Humanidad. 
      Es en estos tiempos difíciles cuando las creencias se refuerzan, se abandonan o bien surgen otras nuevas, mientras algunas desaparecen en el olvido; pero siempre se resiste mejor a la adversidad si tenemos un salvavidas en una fe, una creencia, una religión o una motivación superior.
       Los espiritistas intentamos aceptar las dificultades del camino como lecciones que nos permiten aprender y avanzar, poniendo a prueba nuestra fe, nuestro compromiso real con la creencia en la vida espiritual, en la reencarnación y en la responsabilidad de nuestros hechos. Ha sido un largo camino para llegar hasta aquí, plagado de desengaños, desilusión y dolor a causa de nuestra equivocaciones y nuestro orgullo, pero algo ha cambiado en nuestro interior cuando al recibir ahora los golpes de la vida en lugar de encolerizarnos y gritar, bajamos la cabeza, buscamos apoyo en la meditación, la reflexión y en la oración, escuchamos los consejos de los amigos y recomenzamos la tarea de la vida, sabiendo que cada nuevo día es una nueva oportunidad, un nuevo paso que nos acerca un poco más a nuestro objetivo de la conquista de la felicidad y la paz interior.
       Cuando controlamos nuestra ira, nuestra sed de venganza, nuestro rencor, y no lo hacemos por impotencia, ni por cobardía, sino por decisión propia en lucha con nosotros mismos, entonces es cuando la sociedad está avanzando, y con ella los países y la Humanidad. Pero nada es casual; lo que somos, lo que poseemos, es fruto de un trabajo continuo, de oscuros años ya pasados, olvidados, que han dejado en nuestro espíritu la huella del esfuerzo hacia el bien, y por eso hoy podemos retomar el camino desde el punto en que lo dejamos anteriormente, siendo este recomienzo el fruto de la renovación moral que ahora recogemos. 
      Cuando vemos a tanta gente sufriendo las mismas penurias que nosotros; económicas, morales, sociales, pero no vemos en ellas ninguna luz de confianza y esperanza en el futuro en sus miradas, como las que vemos en los ojos de los espiritistas, pensamos –equivocadamente – que si estas personas abrazaran nuestra fe, si compartieran nuestra creencia todo podría ser distinto. Podemos hablar con ellos y demostrarles la realidad de la reencarnación, del manantial sin fin de la vida eterna, de la misericordia infinita del Padre Eterno para que ellos puedan, también, cambiar sus vidas y comprender que estamos destinados a la plenitud, al bien y al amor, que somos herederos de un patrimonio de riquezas espirituales inagotable. Pero esta reflexión surge de una premisa falsa, no tiene en cuenta las grandes diferencias existentes en la sociedad entre la evolución económica e intelectual y la evolución moral y espiritual de sus individuos, preguntándonos entonces si sería apropiado, por no decir posible, el conocimiento y aceptación de las realidades espirituales en personas que no están preparadas para saber manejarse con ellas. En amplios sectores de la sociedad con la misma capacidad intelectual ¿por qué algunos aceptamos las leyes divinas mientras otros las reprueban como supersticiones infantiles? En toda sociedad existen individuos que están mejor preparados para las finanzas, otros para las empresas innovadoras, mientras que otros se dedican a las artes, y todo esto no es fruto de la casualidad, es debido a la herencia del esfuerzo personal y la constancia, a la dedicación durante largos años, en ésta o en anteriores vidas, a mejorar nuestras aptitudes y nuestra situación en la sociedad, conquistando capacidades intelectuales o posesiones económicas, siendo las primeras una vez conseguidas parte inalienable del ser humano, mientras que las otras son simples recursos temporales de corta duración. 
       La creencia, la fe, tiene su origen en el desarrollo moral del individuo, trabajado a través de muchas encarnaciones, siendo también una conquista personal, y que no es fruto del acaso o del azar genético, si no que, igual que el desarrollo intelectual, pertenece como parte indivisible del ser humano por derecho propio, tras largas existencias de responsabilidad y aprendizaje.
      Entregar a una parte de la sociedad que no ha alcanzado cierto punto de elevación moral, sus conquistas, sus conceptos y sus ideas, sin ser resultado de un trabajo moral, sería inapropiado, pues no lo comprenderían ni le encontrarían utilidad. Aún diría más, si a ese grupo de personas con insuficiente adelanto moral se le hiciera comprender la realidad de la vida espiritual, incluso forzadamente, sin posibilidad de negar los hechos y conocer así la trascendencia del ser humano, la complejidad de la vida de ultratumba, no confiamos en que supiera hacer un buen uso de esa información, pues al faltarle la base principal, el esfuerzo de autoanálisis moral y el autoconocimiento del que se nutre y toma forma, no sabrían manejar las informaciones a que se da acceso. Esta situación daría lugar a situaciones de abuso de las leyes naturales con un aumento de los suicidios, crímenes y delitos en general al desembocar estos conocimientos en un juicio equivocado o malintencionado de la finalidad de la reencarnación y la misericordia divina, y porque estos espíritus inmaduros vendrían a ser frágiles víctimas en manos de los espíritus inferiores que los sabrían conducir por los despeñaderos de los vicios y las pasiones susurrándoles al oído “carpe diem” disfruta hoy, que ya habrá tiempo de recuperar en las infinitas vidas que te esperan. Por esa misma inmadurez harían oídos sordos a los llamamientos de sus guías a la prudencia y la responsabilidad, que se les antojarían muy pesadas obligaciones para las que se declararían totalmente imposibilitados y faltos de fuerzas. 
      No debemos esperar que los demás hagan nuestro trabajo, hagamos aquello para lo que hemos venido sin creer que los demás nos seguirán o nos aplaudirán, pero sí debemos esperar luchas y deserciones, dificultades y complicaciones sin fin, porque el trabajo es duro e ingrato para los que se conservan fieles hasta el final. 
      Dios es soberanamente bueno, hasta la perfección, pero también es perfecto en su justicia, por eso a cada temporada corresponden sus frutos, y cada obrero tiene su salario según se haya esforzado en cumplir su trabajo. El conocimiento espiritual es resultado de ese trabajo, el fruto su conquista personal e intransferible. 
       Los días presentes son días de cosecha, Dios prepara a sus servidores para recoger la mies, separando el trigo de la cizaña. Llegado el día tu conciencia te preguntará: ¿Qué has estado sembrando hasta el día de hoy? ¿Qué esperas cosechar? 

Jesús Valle- Actualidad Espiritista nº 6

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