lunes, 29 de mayo de 2017

Las palabras que olvidé decir



SUMARIO :
- Superación
-La armonización Psíquica
-Teresa de Avila comentó del Mas Allá
- Las palabras que olvidé decir


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SUPERACIÓN
Mercedes Cruz Reyes
La victoria contra las vicisitudes está al alcance de todos aquellos que se empeñan honestamente por conquistarla.
La superación es el valor que motiva a la persona a perfeccionarse a sí misma, en lo humano, espiritual, profesional y económico, venciendo los obstáculos y dificultades que se presenten, desarrollando la capacidad de hacer mayores esfuerzos para lograr cada objetivo que se proponga.
La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la automotivación, requiere acciones inmediatas, planificación, esfuerzo y trabajo continuo.
No debemos quejarnos ya que al hacerlo traducimos rebeldía a los códigos superiores de la vida. La queja es hija de la irritación y de la mala voluntad que contribuyen poderosamente para empeorar el cuadro de desequilibrio de aquel que debería ser candidato al esfuerzo de renovación mental, aplicando todos los recursos para preservar las fuerzas en el bien y en la esperanza, mediante cuyo método aspira a una psicoesfera benéfica y libertadora.
La manera en que juzgamos, culpamos o perdonamos y como castigamos afecta directamente al grado de sufrimiento y conflicto que creamos a nuestro alrededor y a nosotros mismos.
Todos los males que padece el cuerpo proceden del Espíritu, desde el plano espiritual inspiran a los encarnados a recetar menos drogas, evitando así intoxicaciones orgánicas, para reequilibrar mejor el psiquismo del enfermo, que deben ajustar a la salud y preservarla.
La mayor incidencia de las enfermedades es derivada de los problemas socio-morales, del hombre, de las distonías nerviosas, de la falta de higiene, con alta incidencia parasitaria en niños y adultos. El esclarecimiento y la reeducación, encaminando al enfermo a otros sectores donde se pueda beneficiar, recuperándose con mayor seguridad debe ser la medida a tomar por los que se deciden a socorrer al alma enferma.
Depende mucho de la aptitud mental del enfermo, el que esa ayuda resulte beneficiosa, pues no ignoramos, que el pensamiento genera energías que transportan cargas vibratorias de acuerdo con la calidad moral de que se revisten las ideas. Manteniéndonos en ideas positivas y albergando optimismo, nos moveremos cada vez más en canales vibratorios que nos dejaran inmunes a la perturbación, pasando a sintonizar con otros géneros de ondas, en las que se encuentran campos de vida propiciadores de bienestar, mereciendo mejor asistencia espiritual. Es de ley, que querer es lograr, desde que se sepa lo que se quiere y se mantenga firme el deseo por conseguirlo. Nunca falta apoyo a quienes ansían la ascensión.


Es fácil observar que los Espíritus conscientes del mal que hacen a los que persiguen cuando saben que a los que obsesionan están recurriendo a la ayuda médica para aminorar sus males, envisten contra sus posibles bienhechores, a fin de influirles; generando antipatía por el paciente y, cuando hay afinidad moral entre el médico y el verdugo desencarnado, este le lleva a equivocarse en el diagnostico o por lo menos a no dar la debida atención al problema, quedando en la superficialidad, que no le permite la correcta evaluación para un tratamiento eficiente.
Las inteligencias espirituales negativas son muy hábiles en la elaboración y práctica de los métodos de cobranza que se imponen, en la saña loca de conseguir los pérfidos resultados a que se agarran.
Quien posee el conocimiento de la vida espiritual, no debe caminar entre las sombras, a tenor de la luz que debe estar implantada en su razón, conduciendo los sentimientos y perfeccionándose. La sistemática predominancia de los instintos más agresivos, que fomentan el egoísmo en detrimento de otros valores más elevados, hace que se pierda el valor en la rampa de la insatisfacción con los consecuentes efectos de la rebeldía constante, sin el apoyo de la humildad que calma, ni de la legítima fraternidad que armoniza.
El problema de la evolución es pauta del deber personal, intransferible, no pudiendo nadie crecer en lugar de otro...
Nadie debe desconsiderar la responsabilidad, de los deberes morales, ya que son ellos los agentes que propician el crecimiento del ser, en el rumbo de la liberación de las aflicciones que lo prenden al potro del sufrimiento.
El odio no se encuentra inscrito en página alguna del Libro de la Vida, es de origen humano, en la franja limítrofe con la línea animal, en la que predomina el instinto... La inteligencia mal conducida, transforma la agresividad primitiva en programa de venganza y la racionaliza mediante sistemática compulsión siniestra, que transforma el impulso primitivo en odio que aguarda a la presa y piensa devorarla. Los animales, todavía, atacan, cuando son atacados o cuando tienen hambre y, muy raramente, por la preservación de la vida. El hombre, no. El elabora el plan, enloquece, poco a poco, hasta el momento de la venganza en la que dice complacerse. ¿Y después? La sensación del vació que le asalta la mente, antes repleta de lúgubres ideas, constituye para el, también una forma de reparación que le lleva al desvarió completo, hasta que la reencarnación le lleva de vuelta a la bendición del olvido. Los crímenes que se practican claman al Cielo y no son olvidados por la Divina Providencia. Sin embargo, los recursos reparadores se harán presentes por intermedio de otros métodos, los cuales no generan nuevas calamidades, ni desarmonizan los códigos de amor, que están vigentes en todas partes. Nadie tiene el derecho de levantar la maza de la justicia, haciéndose regularizador de débitos, porque casi todos tenemos compromisos en la retaguardia esperando por nosotros.
El amor ha de apagar las atizadas llamas del odio. No extinguiéndose jamás la vida, todo el empeño debe ser aplicado para disfrutar cuantos antes de la paz. No hay que perder la oportunidad de ser el que perdona, el que inicia el nuevo programa de la fraternidad que nos beneficiara muchos más que si lo hace otro, siendo siempre mejor dar que recibir. Y no olvidando nunca que el tiempo ofrece solución para las más difíciles situaciones.
Las posibilidades de superación son innumerables, renunciar a mejorar equivale a una vida triste, gris y con falta de aspiraciones, en una palabra: conformismo.
Meditemos en todo ello y sepamos ver en nuestro cuerpo el arpa sublime en la que la sabiduría del señor nos enseña, siglo a siglo, existencia a existencia, día a día, la bendita ciencia del crecimiento y de la ascensión hacia la Vida Inmortal.

Trabajo realizado por Merchita Extraído del Libro de
Divaldo Pereira Franco “Cuadros de la Obsesión”

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LA ARMONIZACIÓN PSÍQUICA

Armonización psíquica


La armonización psíquica es la acción de equilibrarse espiritualmente para alcanzar la paz interior.
Hablar de paz o equilibrio espiritual para quien vive en un mundo atribulado como el planeta Tierra, puede parecer una utopía, una irrealidad. De hecho, la vida no es fácil aquí, ya que habitamos en un mundo de expiación y pruebas.

¿Qué debemos hacer para alcanzar la paz espiritual? La respuesta es sencilla. La podemos conseguir a través del autoconocimiento y de la reforma íntima o transformación moral.

Si nos preguntamos qué es el autoconocimiento llegaremos a la conclusión de que se trata de tomar consciencia de las propias capacidades y límites; identificar las emociones, las mentiras del ego, las aspiraciones verdaderas y las falsas; el conocimiento, de las reacciones y manifestaciones de la  intimidad del yo. Esta es la llave del progreso individual y el primer paso para la transformación moral.

Una vez identificadas las malas tendencias y las pasiones inferiores, es preciso el esfuerzo de la voluntad y la perseverancia para combatirlas. El cambio de los vicios por las virtudes es la única manera de conseguir la armonía interior.

Los sentimientos negativos como: el egoísmo, el orgullo, la vanidad, la envidia, los celos, la avaricia son incompatibles con la justicia, el amor y la caridad. Hábitos insanos como fumar, beber alcohol o consumir drogas y cualquier otro exceso en el ámbito físico o mental generan desarmonía y no solamente a nivel orgánico sino sobre todo en el plano espiritual.

¿Qué hemos de hacer si queremos elevar nuestra vibración y alcanzar la armonía psíquica?

En primer lugar es útil y necesario el estudio evangélico según el Espíritismo, así como la Terapia espírita: oración, pases, Evangelio en el hogar, trabajo asistencial, etc. Interrogar la consciencia al final de cada día. Según nos recomienda la pregunta 919 de El Libro de los Espíritus "Conócete a ti mismo." Reforzar las buenas acciones porque no basta con no hacer mal sino que siempre hay que procurar trabajar en el bien. Cumplir los deberes para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo. Tener caridad al pensar, al hablar y al actuar. Atender a los compromisos familiares y de trabajo con responsabilidad, amor y renuncia. Escoger correctamente las actividades de descanso.
El ser humano que se empeña en buscar la paz íntima, aunque viva bajo el peso de grandes responsabilidades, aprende a encarar la vida de frente, sin miedos o angustias, que tanto desarmonizan a las personas.

La práctica de la armonización psíquica permite a la persona razonar sobre la importancia de su autoconocimiento, para que pueda ser más feliz o, por lo menos, más integrada en un mundo como en el que estamos viviendo, sujeto a transformaciones constantes y rápidas.

La búsqueda de la armonización interior nos conduce a un estado en que el dolor, o las situaciones estresantes de la vida, no nos afectan con tanta intensidad, sino de forma perfectamente soportable.
Así pues, la solución está en nuestras manos y como el que algo quiere, algo le cuesta, hemos de empezar a pensar y actuar en positivo, para lograr ser mejores personas y en definitiva, mejores espíritus para así poder conseguir la armonización psíquica y por ende, alcanzar la tan ansiada paz interior.

Cielo Gallego
Revista  El Angel del Bien

Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

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 PARA MEDITAR

-La grandeza de un hombre puede ser medida por su capacidad de servicio al prójimo, de humildad y de amor. 
-Los hombres grandes llaman la atención y proyectan sombra, pero los grandes hombres, donde quiera que se encuentren, se tornan claridad inapagable, apuntando rumbos libertadores. 
-Los verdaderos héroes se ignoran, preocupados que viven en ayudar más que hacer la propaganda de los propios actos. 
-Se uno de ellos, en el silencio de tus realizaciones y en la grandeza de tu pequeñez. 

Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco

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           TERESA DE AVILA COMENTÓ DEL                                  MÁS ALLÁ

Estando la mediúm en oración, vio a Teresa de Ávila muy hermosa, la cual le dijo: 

Según las virtudes que practicáis en vuestra vida terrestre, ocupáis un estado más feliz o más desgraciado en el espacio.- El ser que en la tierra ha sido virtuoso, caritativo, sufrido, resignado y amoroso, cuando desaparece de la tierra es semejante al viajero que emprende un viaje en un día de primavera, que a medida que avanza en su camino, el sol sube majestuoso en el espacio y su viaje está lleno de luz y de hermosura; pues el espíritu que obra bien al desaparecer de la tierra, va abriendo sus facultades a la luz, y cuando despierta lo encuentra todo alumbrado, comprende en donde se halla y sabe que es feliz. 
Pero el espíritu que en la tierra ha sido egoísta y avaro, que todo lo ha esperado de vuestro mundo, que no ha sido ni misericordioso, ni caritativo, ni virtuoso, este espíritu entra en el mundo espiritual cuando el Sol está en su ocaso; a medida que va despertando, las tinieblas van aumentando y cuando está completamente despierto todo lo ve tenebroso y terrible; quiere saber donde está, pero no le es posible averiguarlo; va de una parte a otra y no encuentra más que tinieblas, desierto y espanto; en el espacio todo es lúgubre y entonces empieza la desesperación.. 
Habitantes de la tierra: apresuraos a traer la luz sobre vosotros con buenas obras, cambiad de vida los que practicáis el mal, o sino vuestra última hora será terrible y vuestro despertad horroroso. 


Extraído Guía práctica del Espiritista. 

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          Las palabras que olvidé decir 

     Cuando un ser querido parte de este plano, muchas veces nos atormenta pensar en todas aquellas cosas que debimos decir y no dijimos. 

     La tristeza y el vacío que nos embriaga cuando enfrentamos cara a cara aquello que llamamos la muerte, se tornan más devastadoras aún, si pensamos que cosas importantes para nosotros y para quien se ha ido no fueron dichas, reconocimientos de acciones, agradecimientos, felicitaciones, disculpas o simplemente un “estoy contigo a pesar de no estar a tu lado”. 

     Son incontables las veces que quien pierde a alguien que aprecia, desea tener a esa persona cerca al menos cinco minutos más para decirle lo que piensa y principalmente lo que siente. Esos cinco minutos que tuvimos multiplicados durante años y todo lo dicho durante esos años se torna insuficiente, desde el lente del dolor por la pérdida. 

    Muchas palabras se quedan ahogadas en nuestros corazones sin saber a ciencia cierta a dónde dirigirlas, nos consolamos pensando que esto, a lo que llamamos vida, no es más que un paréntesis en la eternidad y que de cierta forma nuestros seres queridos se mantienen conectados a nosotros por la fuerza del amor, otros piensan que se reencontrarán al paso del umbral del muerte para no separarse jamás. Algunas otras piensan que esto es todo, que no hay más allá. 

Teorías que a fin de cuentas no nos garantizan que los mensajes que demos a nuestros seres amados sean recibidos. Por eso la importancia de asegurarnos de decir las cosas que nos harán sentirnos tranquilos y en paz si dejamos de ver a quienes apreciamos. 

Soledad 

Quizás tenga un poco de egoísmo, pero nada como sentirse bien con uno mismo y tener la consciencia tranquila, porque a fin de cuentas quien parte, muy probablemente, estará en otro nivel de consciencia donde no necesitará escuchar palabras, solo le bastará con sentir nuestro amor. 
No sabemos hasta cuando estaremos compartiendo este espacio en este tiempo, tratemos de vivir no con miedo de perder a seres queridos, ni como si fuese éste el último día, lo cual quizás genere mucho estrés, sino con la seguridad de que estamos haciendo las cosas lo mejor que podemos, que estamos dando de nosotros lo mejor, que estamos honrando nuestro propósito de vida siendo felices y haciendo felices a los que nos rodean, sin olvidar decir las palabras que quizás no tenderemos otra oportunidad de pronunciar.

Aportación de Viviana Gianitelli-

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