miércoles, 16 de noviembre de 2016

SENTIMIENTOS



                                                                            

                                  El Hogar y La Familia

 Análisis de los hogares desarmónicos y sus causas.
Superación de esas causas para convertir el hogar doméstico en refugio de Paz y Amor.

Considerando  la  importancia  que  el  hogar doméstico tiene en la vida humana y en el proceso evolutivo del Espíritu, presentamos al análisis de vuestra razón algunos argumentos sobre las relaciones en el hogar.

Todos anhelamos tener y vivir en un hogar feliz, que sea un refugio de paz después del trajín del diario vivir a que estamos sometidos en el mundo de hoy.

Pero, ¿qué hacemos para ello?  Poco o nada.
Y salvo excepciones loables, hacemos lo opuesto a tal objetivo.

¿Por qué? Por la actitud egoísta de anteponer nuestro "yo" (amor propio, orgullo, y en algunos casos capricho) en las relaciones del hogar; todo lo cual induce a esos estados de intransigencia perturbadora de la armonía indispensable para que el hogar sea un refugio de paz y amor.

Y esto último no es una quimera, sino una condición de vida que está al alcance de quien quiera conquistarla. Porque, sólo conquistándola podrá disfrutarse.

La primera condición para un hogar feliz es, mantener la armonía éntrelos componentes del hogar, especialmente entre los esposos, que son la fuerza rectora y guía de la familia.

Ya que, un hogar desarmonizado carece de paz, y es a la vez un foco de atracción de vibraciones negativas y de seres invisibles de baja condición, y que son causa de trastornos afectivos entre los componentes del hogar.

Y para que haya armonía en el hogar, de absoluta necesidad es, aprender a amar, que es un dar de sí, de bondad y comprensión hacia todos los componentes de la familia.

Sí cada uno de los miembros de la familia trata a los otros como desea que le traten, no habrá enfados ni reprimendas, no habrá lugar para desavenencias, tan perjudiciales para la buena armonía en el hogar.

De gran amargura es, ver el gran número de hogares familiares desarmonizados, consecuencia del egocentrismo y la falta de delicadeza en las relaciones conyugales.

 Da pena ver como personas que se tiene por educadas en la sociedad humana, actúan en el hogar con falta de delicadeza, y en algunos casos con dureza, creando con ello un ambiente de desarmonía perturbadora.

Variados son los motivos productores de desarmonía en el hogar, como son los ademanes bruscos, las palabras agrias, las intransigencias, etc.; pero, la causa principal radica en el egoísmo de las partes o cónyuges, y a veces por algún otro familiar.

Porque, el egoísmo con su secuela de: amor propio, vanidad, orgullo, afán de dominio, autoritarismo, etc.; es generador de desarmonías y desdichas entre los cónyuges y demás miembros de la familia.

Demostrado está, que no hay egoísta feliz, ya que la felicidad y el egoísmo son incompatibles.

Fácil es apreciar que, la mayoría de las desarmonías en el hogar, tienen su origen en la actitud egocéntrica que mantiene el esposo o la esposa, o ambos; por ignorancia de su propia condición, que puede modificarse observando los efectos de los propios sentimientos y reacciones.

Y esa actitud desacertada, va generando un desencanto entre los cónyuges, debilitando el amor conyugal, por lo qué, necesario es evitar todo comienzo de desarmonía en el hogar.

Las desarmonías suelen comenzar por divergencias sobre pequeñeces en el diario vivir o por falta de delicadeza en el trato diario que, con la repetición, va creando una atmósfera psíquica de desarmonía ambiental, de funestas consecuencias.

Cuando una de las partes quiere hacer prevalecer su criterio sin considerar el de la otra parte, comienzan las desavenencias. Y aquí, está el peligro; porque, con esa actitud desacertada, está emitiendo vibraciones negativas que atraen hacía ese hogar a entidades maléficas del mundo invisible.

Azuzando a las partes con sus vibraciones mentales desequilibrantes; convirtiendo a los esposos, padres, hijos y hermanos, en instrumentos de esas fuerzas negativas del mal.

¿Podéis imaginar lo que eso significa?
Si pudieseis ver esa escena grotesca, os espantaría.

Además, debéis saber que, esos estados afectivos de desarmonía, trascienden más allá del aspecto humano. Continúan en la vida postmortem, con grandes sufrimientos; ya que, pasamos a la vida del Más Allá con la misma actitud mental y afectiva que tengamos antes de ese paso.

 Por ello muy necesario es, estar alerta y evitar todo comienzo de divergencia. practicando el diálogo razonado, aprendiendo a escuchar y analizar las razones de la otra parte.

Esto es también aplicable a los jóvenes de ambos sexos, entre sí y en las relaciones con los padres.

Porque, dado la influencia de las nuevas ideas mal interpretadas, los jóvenes en el desconocimiento de su inmadurez psicológica, tratan de imponer su criterio juvenil a sus padres que, si bien casos hay con cierto grado de razón, los más carecen de ella.

Y muchos jóvenes adolescentes argumentan que sus padres no les comprenden. Y ello es cierto en algunos caso; pero, yo les pregunto, ¿tratan ellos por su parte, de comprender a sus padres? La mayoría no, y se apartan de sus padres, en vez de acercarse a ellos y aprender de su experiencia.

Si queréis tener y disfrutar de un hogar donde reine la paz y la armonía, imprescindible es que os propongáis, desde ahora mismo, hacer todo el esfuerzo posible en contribuir a la felicidad de la otra parte y demás miembros de vuestro hogar, superando el egoísmo y el amor propio.

Y pronto comenzaréis a sentir en vosotros mismos una sensación más agradable de la vida, sensación que la armonía mental-emocional produce. Y esto no es tan difícil. Haced la prueba, comenzando hoy mismo al llegar a vuestro hogar, y esforzándose en mantener esa sintonía.

Cuando la esposa ponga todo su empeño en evitar todo comienzo de divergencia y el esposo haga lo mismo; cuando ambos se propongan firmemente a no permitir desavenencia alguna entre ellos, antes bien ceder en sus derechos (y aquí está el punto más difícil, por el orgullo y amor propio, que demuestran inferioridad de carácter).

Cuando cada uno de los cónyuges trate de hacer feliz al otro en todo sentido, y esto no es tan difícil; ese hogar irá siendo impregnado de vibraciones de armonía, y la paz reinará en ese hogar.

Aun cuando sencilla, ésta es la fórmula maravillosa para la felicidad conyugal y del hogar. ¿Difícil? No, no es tan difícil si os proponéis con determinación firme.


Si ansiáis la paz en el hogar, bien vale la pena hacer el esfuerzo.

Con el fin de conocer un poco más sobre el origen de las desarmonías en el hogar, analicemos brevemente otros aspectos, a fin de conocerlos y evitarlos. Vamos a referir sobre las discusiones porfiadas y sus consecuencias.

 La causa que más contribuye al desencanto y enfriamiento en las relaciones conyugales son, las discusiones o disputas que enardecen o excitan la emotividad.

Si queréis mantener ese encanto, esa atracción mutua, esa admiración, ese deseo de acercamiento que llevó al matrimonio a aquellos de vosotros que estáis casados, y que también llevará a las jóvenes parejas a unirse para la formación de un hogar que añoran, pleno de felicidad.

Indispensable es, evitar toda discusión en el comienzo mismo de cualquier divergencia, por pequeña que sea. Tomar esa decisión y mantenerla, es importantísimo; pues, es en el comienzo cuando hay que atajar el mal.

Las discusiones o disputas en el hogar, son altamente perjudiciales en todo sentido, porque excitan la emotividad. Y ésta incide y ofusca la facultad raciocinativa de la Mente e impide razonar. Y las personas muy emotivas, llegan a perder el control de sus reacciones, con los consiguientes perjuicios.

Pero, a más de eso, ese estado de descontrol psíquico, produce desarmonía mental-emocional y gran derroche de energías, a la vez que un desequilibrio en el sistema glandular, o glándulas de secreción interna, como el hígado, páncreas, bazo, pituitaria y otras, alterando su funcionamiento; con el consiguiente perjuicio para la salud.

Además, afecta en alto grado al sistema nervioso; ya que el magnetismo generado en esos momentos de disputa, incide en las neuronas, con la consiguiente pérdida de energías nerviosas.

Como en las discusiones y disputas, la mayoría no sabe controlarse, suelen salir palabras ofensivas o frases (y generalmente acontece, aunque mucho depende de la educación de las partes) que lastiman la sensibilidad de las personas sensibles.

Porque las frases hirientes y palabras duras, hacen impacto en la facultad del alma humana, alterando la serenidad; con lo que se va produciendo un desencanto en los cónyuges, que poco a poco va debilitando el amor conyugal, tan necesario para la vida en común y para su progreso espiritual.

Y cuando hay niños pequeños, esas escenas, así como las palabras y frases pronunciadas en esos momentos de descontrol, se graban en la mente de los niños e influirán mucho en su vida. Ante esta responsabilidad, meditad los que sois padres.

Todas, o casi todas, las discusiones desagradables y enfados en las relaciones de familia, comienzan por nimiedades, pequeñeces de la vida diaria en común.

Y es ahí, en el comienzo, donde hay que controlarse, no dando a las cosas más importancia de la que realmente tienen.

Nunca habrá desavenencias, si cada una de las partes está determinada a poner su parte para evitarlas. Y la parte más inteligente, la más sensata, será la que sepa ceder en el comienzo, evitando con ello males mayores.

Y en las jóvenes parejas, las discusiones y enfados caprichosos, van produciendo un desencanto que, poco a poco, va matando el amor conyugal. No hay hogar feliz, donde los esposos tengan el mal hábito de discutir.

Y la grandísima mayoría de las separaciones conyugales, se deben a la funesta costumbre de discutir (disputar), lo que puede y debe evitarse con el diálogo razonado.

¿Habéis visto el aspecto desagradable que ofrecen dos o más personas discutiendo acaloradamente? Penoso, ¿verdad? Pues, en ese espejo, debemos mirarnos.

Diversos y variados son los aspectos y motivos que pueden llevar a la discusión y ésta a degenerar en disputa acalorada, si las partes no se controlan en el comienzo.

Las causas principales suelen ser: educación deficiente, falta de delicadeza, vulgaridad, quisquillosidad, amor propio, orgullo, falta de control sobre la emotividad y... egoísmo.

Porque, el egoísmo es exigente, absorbente, dominante, amargando la vida de quien lo alimenta, y de quienes están a su lado.

Las personas egoístas, son incomprensivas e intransigentes con todo aquel que no piense y actúe como ellos quieren, con lo cual van creando un estado mental y afectivo de egocentrismo y aislamiento psíquico, que irá amargando sus vidas.

En toda divergencia de opinión, necesario es razonar. Y para razonar, imprescindible es mantener la calma. Controlarse en el momento mismo del comienzo de cualquier divergencia.

Repito, la parte más sensata, la más prudente, deberá ceder; evitando con ello, males mayores. No importa que considere tener la razón; quien la tenga, se verá posteriormente. Pero, quien aprenda a ceder, mantendrá la armonía en el hogar, que es lo más importante.

Puede que alguno considere que ello va en detrimento de su personalidad; muy por el contrario, irá adquiriendo superioridad moral, por la fortaleza que en sí va desarrollando.

Controlarse en el comienzo o cuando se ve venir el problema, es la técnica más eficiente a emplear por toda persona sensata, todo aquel que se tenga por civilizado, quien espere gozar de paz mental-emocional y salud.

Y para razonar en todo diálogo, necesario es mantener la calma y controlar la impaciencia.

 ¡ C A L M A!        ¡ C A L  M  A!    
¡ C....A...A....A....A...A...L...M...A!

 Esta palabra pronunciada o mentalizada lentamente, lentamente, comienzo de cualquier contratiempo, impaciencia o incomodidad, tiene una fuerza magnética, mágica, que la Mente imparte a la facultad emocional del alma humana y actúa como freno sobre los impulsos.

Y aplicándola esta palabra mágica con frecuencia, se establece el hábito; con lo que se consiguen resultados sorprendentes. No lo dudéis.

Ponedla en práctica en todo momento de impaciencia o preocupación, y pronto apreciaréis sus magníficos efectos. Todo está en adquirir el hábito. Y una vez adquirido, éste actuará automáticamente.

Proponeos con determinación firme, a no enfadaros y controlar los impulsos. haciendo uso frecuente de este vocablo mágico:


 ¡CAAAAAALMA!


 Y muy pronto comprobaréis los resultados.
El amor conyugal es análogo a una planta floral que, cuidándola con esmero puede dar y da hermosas flores que embellecen el ambiente.

Así mismo, el amor conyugal cultivado con esmero, embellece la vida del hogar y hace la vida agradable; pero, cuando no se cultiva o maltrata en el diario vivir, languidece y muere.

Así pues, para tener paz y armonía en el hogar, indispensable es cuidar con esmero el amor conyugal, que es un dar de sí y nos conduce a la comprensión.

Mantener la armonía, evitando toda disputa y palabras impropias, practicando siempre el diálogo razonado, por medio del cual se hallará siempre la solución.

Ya que, de este modo, la facultad racional de la Mente, puede entrar en acción, lo que es indispensable para la solución de los problemas, superación de las circunstancias y vicisitudes cuales sean.

Por el contrario, con las disputas que excitan la emotividad y turban la razón, dificultan la solución.

 Os pido analizar y meditar sobre los argumentos expuestos, que pueden ayudaros a conquistar la paz y la armonía en el hogar, indispensable para una convivencia feliz y progreso espiritual.

Sebastián de Arauco


Con sentido amor fraterno

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                                                          EL EGOÍSMO

913. ¿Cuál es, entre todos los vicios, el que puede considerarse como el más pernicioso? - Muchas veces lo dijimos: el egoísmo. De él procede todo el mal. Estudiad cada uno de los vicios y comprobaréis que en el fondo de todos ellos existe el egoísmo. En balde los combatiréis, pues no alcanzaréis a extirparlos en tanto no hayáis atacado el mal en su raíz, destruyendo su causa. Tiendan, pues, todos vuestros esfuerzos hacia ese objetivo, porque allí está la verdadera plaga de la sociedad humana. El que quiera acercarse, ya es esta vida, a la perfección moral, debe arrancar de su corazón todo sentimiento de egoísmo, porque éste es incompatible con la justicia, el amor y la caridad. Él neutraliza todas las demás cualidades. * * * 

914. Visto que el egoísmo está basado en el interés personal, pareciera muy difícil desarraigarlo por entero del corazón del hombre. ¿Se llegará a eso? - Conforme los hombres se van instruyendo en lo concerniente a las cosas espirituales, atribuyen menos valor a las de la materia. Además, es preciso reformar las instituciones humanas, que mantienen el egoísmo y lo fomentan. Esto corresponde a la educación. * * * 

915. Siendo el egoísmo inherente a la especie humana, ¿no constituirá siempre un obstáculo para que reine el bien absoluto en la Tierra? - Bien es verdad que el egoísmo es el mayor de vuestros males, pero proviene de la inferioridad de los Espíritus encarnados en la Tierra, y no de la humanidad en sí. Ahora bien, los Espíritus, al ir depurándose mediante sucesivas encarnaciones se van despojando del egoísmo, así como pierden sus otras impurezas. ¿No habéis visto en vuestro mundo a ningún hombre que no tenga egoísmo y que practique la caridad? Hay más de los que vosotros creéis, pero les conocéis poco, pues la virtud no busca el brillo de la plena luz. Si existe uno de ellos, ¿por qué no podría haber diez? Si hay diez, ¿por qué no podría haber mil? Y así por el estilo. * * * 

916. Muy al contrario de disminuir, el egoísmo crece con la civilización, que parece alimentarlo y promoverlo. ¿Cómo, pues, la causa podrá destruir al efecto? - Cuanto mayor es el mal, tanto más aborrecible se torna. Era menester que el egoísmo hiciera mucho mal para que se comprendiese la necesidad de extirparlo. Cuando los hombres se hayan desembarazado del egoísmo que los domina, vivirán como hermanos, sin hacerse mal, ayudándose mutuamente por el sentimiento recíproco Libro tercero LEYES MORALES CAP. XII Del egoísmo Actualidad Espiritista 5 de la solidaridad. Entonces, el fuerte será el apoyo y no el opresor del débil, y ya no se verán hombres que carezcan de lo necesario, porque todos practicarán la ley de justicia. Será el reino del bien, que los Espíritus están encargados de preparar. (Ver p. 784 de El Libro de los Espíritus) * * *

 917. ¿Cuál es el medio de terminar con el egoísmo? - De todas las imperfecciones humanas, la más difícil de arrancar de raíz es el egoísmo, porque procede de la influencia de la materia, de la cual el hombre –todavía demasiado cerca de su origen no ha podido liberarse. Y todo contribuye a mantener ese influjo: sus leyes, su organización social, su educación. El egoísmo irá debilitándose a medida que prevalezca más la vida moral que la material. Y, sobre todo, con la comprensión, que el Espiritismo os da, de vuestro estado futuro real y no desnaturalizado por ficciones alegóricas. El Espiritismo bien entendido, cuando se haya identificado con las costumbres y creencias, transformará los hábitos, usos y relaciones sociales. El egoísmo se funda sobre la importancia de la personalidad. Pero el Espiritismo bien entendido – lo repito- hace que veamos las cosas desde tan alto que el sentimiento de la personalidad desaparece en cierto modo ante la inmensidad. Al destruir esa importancia de la personalidad, o al menos hacerla ver como lo que de veras es, el Espiritismo combate necesariamente al egoísmo. El conflicto que el hombre tiene con el egoísmo de los demás es el que con frecuencia lo torna egoísta a él también, porque siente la necesidad de mantenerse a la defensiva. Al ver que los otros piensan en sí mismos y no en él, es impulsado a ocuparse de él más que de sus semejantes. Sea el principio de la caridad y de la fraternidad la base de las instituciones sociales, de las relaciones legales de pueblo a pueblo y de hombre a hombre, y el ser humano pensará menos en su persona cuando vea que otros ya han pensado en ella. Experimentará el influjo moralizador del ejemplo y del contacto. En presencia de tal desbordamiento de egoísmo, se necesita verdadera virtud para hacer renuncia de la propia personalidad en beneficio del prójimo, que a menudo no lo agradece de ninguna manera. Para los que poseen esa virtud es, sobre todo, para quienes se halla abierto el reino de los cielos. A ellos principalmente se reserva la felicidad de los elegidos: porque en verdad os digo que en el día de la justicia, el que sólo haya pensado en sí mismo será puesto a un lado y sufrirá por causa de su desamparo. (Ver p. 785 L. E.). FÉNELON * * * *

 No cabe duda de que se realizan esfuerzos loables para lograr que la humanidad progrese. Más que en ninguna otra época alentamos, estimulamos y honramos los buenos sentimientos y, sin embargo, el gusano devorador del egoísmo sigue siendo aún la plaga social. Se trata de un mal real, que redunda en perjuicio de todos y del que cada cual es víctima en mayor o menor grado. Hay que combatirlo, pues, del modo que se combate una enfermedad epidémica. Y para ello debemos proceder como hacen los médicos: remontarnos al origen de la dolencia. Busquemos, pues, en todos los sectores de la organización social –desde el núcleo familiar hasta los pueblos, desde la choza hasta el palacio-, todas las causas, todas las influencias evidentes u ocultas que mantienen, fomentan y desarrollan el egoísmo. Una vez que hayamos sabido cuáles son sus causas, el remedio será obvio. Sólo se tratará de combatir esas causas, si no todas a la vez, al menos por partes. Así, poco a poco se extirpará el veneno. Larga podrá resultar la curación, porque las causas del mal son numerosas, pero no es imposible obtenerla. Por otra parte, sólo se logrará si se arranca el mal de raíz, esto es, por medio de la educación. Pero no esa clase de educación que sólo tiene a formar hombres instruidos, sino la otra, la que mira a hacer hombres de bien. La educación, si se la entiende como es debido, constituye la clave del progreso moral. Cuando se conozca el arte de manejar los caracteres, así como se conoce e de manejas las inteligencias, se podrá enderezarlos, del modo que se enderezan las plantas jóvenes. Pero ese arte requiere mucho tacto, gran experiencia y observación profunda. Grave error es creer que baste tener ciencia para ejercerlo con provecho. Cualquiera que siga al hijo del rico, o al del pobre, desde el instante de su nacimiento, y observe todas las influencias dañosas que actúan sobre él de resultas de la debilidad, la incuria y la ignorancia de aquellos que lo dirigen, y con cuánta frecuencia fracasan los medios que se usan para moralizarlo, no podrá extra- ñarse de encontrar en el mundo tantos errores. Hágase por la moral lo que se está haciendo por la inteligencia y se verá que, si hay naturalezas humanas refractarias, existen también, en mayor número del que se cree, aquellas otras que sólo requieren un buen cultivo para dar buenos frutos. (Ver p. 872 L. E.). El hombre anhela ser feliz, y es éste un sentimiento natural. De ahí que trabaje sin pausa por mejorar su situación en el mundo. Busca las causas de los males que le aquejan a fin de ponerles remedio. Cuando llegue a comprender bien que el egoísmo es una de esas causas, la que engendra el orgullo y la ambición, la codicia y la envidia, el odio y los celos, de los cuales es víctima el hombre en todo momento; que perturba todas las relaciones sociales, provoca disensiones, mina la confianza, le obliga a mantenerse continuamente a la defensiva para con el vecino; que, por último, hace del amigo un enemigo; cuando llegue a comprender todo esto –repetimos- entenderá también que el vicio del egoísmo es incompatible con su propia ventura y diremos incluso: con su propia seguridad. Cuanto más lo haya sufrido, tanto más sentirá la necesidad de batallar contra él, así como lucha contra la peste, los animales destructores y todas las otras calamidades. Será inducido a ello por su propio interés. (Véase p. 784 L. E.). El egoísmo es la fuente de todos los vicios, así como la caridad lo es de todas las virtudes. Eliminar aquél y desarrollar ésta, tal debe ser la meta de todos los esfuerzos del hombre, si desea afianzar su dicha en la Tierra tanto como en el porvenir.
- Allan Kardec -
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    ALIANZA DE LA CIENCIA Y DE LA RELIGIÓN
                                     
La ciencia y la religión son las dos palancas de la inteligencia humana; una revela las leyes del mundo material y la otra las leyes del mundo moral; pero, unas y otras teniendo el mismo principio que es Dios, no se pueden contradecir; si ellas son la negación una de la otra, una necesariamente está equivocada y la otra acertada, porque Dios no puede querer destruir su propia obra. La incompatibilidad que se creía ver entre esos dos órdenes de ideas, se prende a un defecto de observación y a mucho exclusivismo, de una parte y de la otra; de ahí un conflicto de donde nacieron la incredulidad y la intolerancia.

Los tiempos son llegados en que las enseñanzas de Cristo deben recibir su complemento; en que el velo lanzado a propósito sobre algunas parte de esa enseñanza, debe ser levantado; en que la ciencia, dejando de ser exclusivamente materialista, se debe enterar del elemento espiritual, en que la religión, dejando de menospreciar las leyes orgánicas e inmutables de la materia, esas dos fuerzas, apoyándose la una sobre la otra, y andando juntas, se prestarán mutuo apoyo. Entonces la religión, no recibiendo más el desmentido de la ciencia, adquirirá una fuerza inavalable, porque estará de acuerdo con la razón y no se le podrá oponer por la irresistible lógica de los hechos.
 La ciencia y la religión no pudieron entenderse hasta hoy, porque cada una, examinando las cosas bajo su punto de vista exclusivo, se repelían mutuamente. Sería preciso alguna cosa para llenar el vacío que las separaba, un tramo de unión que las aproximase; ese tramo de unión está en el conocimiento de las leyes que rigen el mundo espiritual y sus relaciones con el mundo corporal, leyes tan inmutables como las que rigen el movimiento de los astros y la existencia de los seres. Esas relaciones, una vez constatadas por la experiencia, hacen una nueva luz: la fe se dirigió a la razón, la razón no encontró nada de ilógico en la fe, y el materialismo fue vencido. Pero en eso, como en todas las cosas, hay personas que permanecen atrasadas, hasta que son arrastradas por el movimiento general que las aglomerará si quisieran resistir en lugar de abandonarse a él. 

Es toda una revolución moral la que se opera en este momento y la trabajan los Espíritus; después de elaborada durante más de dieciocho siglos.ella se aproxima a su cumplimiento y va a marcar una nueva era en la Humanidad. Las consecuencias de esa revolución son fáciles de preveer; debe traer en las relaciones sociales, inevitables modificaciones,las cuales no están en el poder de nadie que se quiera oponer, porque están los designios de Dios y resultan de la ley del progreso, que es una ley de Dios.

El Evangelio según el Espiritismo- Allan Kardec Capítulo 1/08

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                       SENTIMIENTOS

Los sentimientos han sido estudiados por diferentes áreas del conocimiento humano. Los investigadores materialistas consideran a los sentimientos con una mera manifestación de zonas localizadas en el cerebro. Cuando esas zonas son desactivadas, la persona no da muestra de experimentar sentimientos. Por cierto, el cerebro es el medio de expresión de la mente, pero no es la mente misma. Entre expresar y ser, existe una distancia considerable. Con creciente precisión, los científicos consiguen ubicar en el cerebro las zonas correspondientes al habla, a la audición, a la inteligencia, a las emociones, así cm el trabajo de las neuronas al comando de los agentes psíquicos resultantes de esa energía en movimiento. Según la emoción o el sentimiento, el cerebro actúa en la producción de hormonas y otras sustancias químicas relativas a la clase de función psíquica ejercitada en ese momento.
   El enorme potencial humano ha sido, por lo tanto, considerado como un simple conglomerado de componentes cerebrales, dentro de un contexto de valores todavía mecanicistas, según las afirmaciones de Deepak Chopra, endocrinólgo hindú y autor de numerosos libros, radicado en los Estados Unidos. El estudio del cerebro es sumamente significativo por lo que este representa dentro de la estructura del cuerpo físico, así como por la poderosa central desencadenante de reacciones químicas que él es; no obstante detrás  del cerebro está la fuente mental de todos los fenómenos intelectuales, emocionales y morales: el ESPÍRITU.
  La ciencia terrenal, evidentemente, no pudo encontrar todavía la génesis de las funciones psíquicas, ni explicar su origen verdadero y profundo. Se encuentra aún empeñada en la investigación de la parte sensorial, palpable, la más densa y mensurable, que es el cuerpo físico, conjuntamente con su cerebro. Con el tiempo la ciencia llegará al periespíritu, ese modelo organizador de la forma orgánica, y de ahí al espíritu no queda nada más que un escalón. Por cierto, al día de hoy las corrientes médicas mecanicistas siguen ubicando en el cerebro y en las composiciones genéticas, el origen de la fenomenología producida por el comportamiento del ser humano.
  Simultáneamente aparecen investigaciones dentro del terreno de la Medicina y de la Psicología, vinculadas con la plegaria, la meditación, la transmisión de energías psico-físicas (pases), la reencarnación y la influencia de la mente extrafísica sobre el cuerpo humano. Son ensayos auspiciosos desarollados por universidades norteamericanas interesadas en esta clase de investigaciones, luego  de haber detectado efectos considerables dentro del campo de la salud física y mental, cuando las personas meditan, realizan plegarias o son sometidas a los denominados toques terapeúticos (nuestro conocido pase espírita), o incluso aventurarse al estudio de la reencarnación, como ha hecho el Dr. Ian Stevenson de la Universidad de Virginia, California. El psiquiatra Dr. Stanislav Grof de la Johons Hopkins University School of Medicine (USA), autor de los libros Más allá del cerebro y Emergencia Espiritual, lanza su propuesta de trabajo en el sentido de la "variación evolutiva de la conciencia", con base a apertura del indivíduo a la espiritualidad. El terapeuta italiano Roberto Assagioli, fundador de la Psicosíntesis, halló en la espiritualidad una fuerza vital para la existencia humana y esencial para la psiquis de cada indivíduo. 
    Por consiguiente ls sentimientos constituyen la médula de la espiritualidad. Pueden ser considerados una función racional, aunque sutil, porque obedece a la lógica del corazón y no a la de la cabeza. La lógica del amor, por ejemplo,trasciende la racionalidad intelectual, pero no la racionalidad de las leyes vigentes en el alma humana, que son tanto o más importantes que las que se refieren a la intelectualidad del hombre.
   Es por eso que en la recomendación del Espíritu de Verdad :"¡ Espíritas amaos, ese es el primer precepto, instruiros, ese es el segundo !", la prioridad le correspondió al amor, porque precisamente él es la ley suprema de la conciencia y la madre de todas las virtudes. Los sentimientos son una función de la psiquis que actúa en los procesos afectivos persistentes, profundos y de relevante expresión en las relaciones humanas y espirituales.
  Los diccionarios definen los sentimientos como un conjunto de cualidades morales del indivíduo, cuya incidencia transformadora en una sociedad es notable. Si careciera de cualidades morales el hombre regresaría a la barbarie, a las guerras interminables, a los sufrimientos de toda índole. Esas  cualidades representan la esencia de las leyes divinas que rigen la felicidad humana. Sin ellas jamás conquistaríamos un estado de pureza interior; despreocupado de las cualidades morales el hombre no estaría completo en su evolución, se perdería en una noche de infinita tristeza.
   Desde el punto de vista espírita, los sentimientos fueron aflorando progresivamente en la psiquis. Fue un proceso de transformación amparado por los milenios, que maduró gradualmente en el sustrato espiritual, aun antes de la fase humana.
   Esas energías modificadas por el tiempo, originadas en la evolución de los instints primarios, adquirieron el colorido de la sensibilidad en expansión, hasta plasmarse en las primeras emociones y sentimientos, así como en los restantes elementos ee la psiquis en franco desenvolvimiento.

Instintos   -----> Emociones ---------->  Sentimientos

Los sentimientos son la expresión de esos atributos psíquicos bajo la forma de valores morales. De a poco comienzan a aparecer las primeras emanaciones de bondad, de solidaridad y de los demás elementos afectivos que fluyen del espíritu en evolución. La forma más primitiva de tales sentimientos se manifiesta en las expresiones de la maldad, el egoísmo, el orgullo y todas las modalidades afines con esta etapa. Es significativo que el hombre todavía presente fuertes impulsos instintivos de salvajismo, de sensualidad no resuelta y de otras características similares que contaminan nuestro campo mental.
  El campo de los  aguarda todavía un cuidadoso trabajo por parte de la sociedad terrestre. Debe ser más conocido, analizado y educado, hasta que podamos salir definitivamente del estado de la irresponsabilidad que tanta desdicha ha acarreado a los hombres.
   No sin razón, Allan Kardec repitió con insistencia: "...es imprescindible que los encarnados, tanto como los desencarnados, se ocupen de los sentimientos". ¿Cómo forjar una sociedad educada moralmente, que irradie alegría, sin antes haber educad lo primordial del alma humana: sus sentimientos?. La espiritualidad surge precisamente de la educación de dichos valores. No existe otro camino.

- Jason de Camargo-

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     PROTECCIÓN CONTRA LAS INFLUENCIAS 
            ESPIRITUALES NEGATIVAS


Estando la sociedad del Mundo Espiritual constituida por aquellos que vivieron en la Tierra, aquí como allí, no faltan los ociosos, las mentes viciadas, los parásitos,  los perseguidores inveterados, los crueles obsesores, los infelices de todas clases, que deambulan solitarios o en grupos, aislados en sí mismos o en colonias  perniciosas, buscando presas irresponsables e inconscientes para efectuar el comercio de la vampirización.
En todas las circunstancias de la vida en que las expresiones  antagónicas del desorden íntimo provocan  tormentos, vínculos psíquicos con los desencarnados, conscientes o turbados por el trance de la muerte, generalmente, promueven  largos procesos obsesivos y causan infelices estados de perturbación que son capaces  de llevar a la delincuencia a la locura. La esfera de los llamados muertos siempre ha influido poderosamente  en la actividad  mental  de los llamados vivos. Al penetrarse recíprocamente  los dos continentes de la vida: el físico y el espiritual, es muy difícil establecer  el marco divisorio, capaz de definir con precisión donde uno empieza  y otro termina. Por eso, muerte es vida,  y vida en el cuerpo no deja de ser muerte…
Los malos espíritus, pululan en la Tierra, por la inferioridad moral de sus habitantes. La acción maléfica de esos Espíritus es parte integrante de los flagelos con que la Humanidad se ve abrazada en este mundo. La obsesión que es uno de los efectos  de semejante acción, así como las enfermedades y todas las tribulaciones de la vida, debe ser considerada como probación  o expiación, y aceptada como tal.
Allan Kardec con los elocuentes testimonios de la inmortalidad del alma, de la comunicabilidad de los Espíritus, de la reencarnación y de las obsesiones, fue el que  presento una terapéutica conveniente  para ser aplicada  en las influencias malignas de los espíritus ignorantes. A partir de la publicación de “El Libro de los Médiums” en enero de 1861, en Paris, se presenta todo un conjunto de reglas un notable esquema de las facultades mediúmnicos, y un seguro estudio del Espíritu en sus diversas facetas, que culmina  con el examen  de las manifestaciones espiritas, de la organización de Sociedades y de conferencias  de los Espíritus Elevados, que trazaron rutas de seguridad  para los que ingresen  en la investigación racional de los fenómenos mediúmnicos.
La misión primordial de la Doctrina Espirita  es el despertar al hombre para su naturaleza especialmente espiritual, ayudándolo a convivir  con su mundo  de apariencias y el de  los seres del mundo invisible, que ejercen sobre nosotros  una acción muy fuerte capaz de influir profundamente  en nuestra vitalidad, en nuestro libre albedrio y hasta en nuestro destino, próximo o remoto.
El Espiritismo está destinado a liberar al hombre encarnado de la acción del medio que lo rodea,  de modo que pueda determinarse, concientizarse de sí mismo y actuar bajo el comando de su libre albedrio. En una palabra, a mejorarse interiormente.
En el plano físico, el hombre se mueve oprimido  por los intereses de sus semejantes, desde el núcleo familiar, que le exige  renuncias constantes  de sí mismo para  que pueda convivir razonablemente  con las personas que lo rodean.
Aquí en el plano físico el hombre domina la situación, pudiendo aceptar o no hacer las cosas.  El proceso  es abierto, las personas pueden ser analizadas, detectadas, incluso sentidas en su acción y puede decirse que nada ocurre, con su desconocimiento cuando se trata de una acción directa sobre su persona.
Sin embargo en el plano invisible o espiritual la cosa es bien diferente, nuestros sentidos no penetran en ese mundo esencial,  y todo lo que pasa en él, no pasa por nuestro conocimiento.  La acción de los Espíritus  sobre los encarnados, en el diario vivir del ser humano, es desconocido por este, porque no puede ver,  ni oír, ni sentir a los seres despojados del envoltorio carnal que  nos aísla del mundo normal y primitivo.
Los malos espíritus  explotan a los encarnados, pues tienen acceso, en todos los sentidos. Es muy importante  la organización de una defensa  para impedir  la acción de esas mentes  ocultas y  perversas, para no caer bajo su dominio, lo cual es mucho más fácil de lo que se piensa.
Allan Kardec, en la cuestión 459 de El Libro de los Espíritus pregunto: ¿Influyen los Espíritus  en los pensamientos y acciones de los encarnados? Y los Espíritus contestaron que su influencia es mayor de lo que pensamos, pues la mayoría de las veces son ellos los que nos dirigen.
El interés que mueve  a los Espíritus inferiores  a dominar  la mente de los encarnados y conducirlos  por los caminos  que ellos desean llevarlos  es a semejanza  de la de los hombres, su interés  es la satisfacción de sus instintos y de su orgullo.
Los espíritus ignorantes, situados  en los planos inferiores de la otra vida, en cavernas, absorben las energías de los encarnados y les vampirizan la vida como si fuesen  lampreas insaciables  en el océano del oxigeno terrestre. Suspiran por el retorno  al cuerpo físico, y persiguen las emociones del campo carnal con el desvarío de los sedientos en el desierto, absorbiendo reservas de fuerza de los seres encarnados  que les dan calor, desprevenidos del conocimiento superior. Pues en el fondo, las bases económicas de toda esa gente, residen, aun, en  la esfera  de los hombres comunes, y por esto, defienden apasionadamente, el sistema de robo psíquico dentro del cual se sustenta, junto a las comunidades en la Tierra.
Es conveniente  tomar conciencia  de ese flagelo que atormenta a la humanidad, para encontrar métodos adecuados con el fin de despertarlas sobre el peligro que corren cuando tienen la mente desprevenida y el corazón cerrado dentro de sí mismos, cuando se dejan atrapar en esas trampas de las sombras.
Sin asustar a las personas,  es necesario mostrar con las tintas de la realidad, cuantas y cuantas vampirizaciones  y  agresiones brutales son usadas en esas acciones nefastas de las sombras.
Pero, si el conocimiento de la materia está  con nosotros,  si el Espiritismo desde el inicio, se confiesa consciente de ese intercambio indeseable,  si tenemos más de 150 años de estudios e investigaciones ¿Qué nos falta  para enseñar a las personas, como analizar su pensamiento para identificarlo, y como defenderse de cualquier intromisión indebida  de los seres desencarnados?
Sabemos que todos los viciados, toxicómanos, alcohólatras, etc., etc., son víctimas de ese asedio, sin excepción. Si tuviesen conocimiento anterior de ese intercambio, tal vez resistiesen y usasen la razón  para rechazar una profundidad mayor de la dependencia, la subyugación impuesta por los Espíritus viciosos que comparten sus emociones y sensaciones groseras.
¡Cuántos hogares se desintegran bajo la intriga  mental de Espíritus malhechores entre los familiares incautos!
Cuantas persona enferman e incluso desencarnan, bajo la acción magnética  de mentes perversas, que ejecutan venganzas, o actúan para su propia satisfacción!
Ha llegado la hora de una cruzada esclarecedora en cuanto al intercambio  entre los mundos  visible e invisible, y son los espiritas los que pueden  hacerla.
La Doctrina Espirita posee antídotos, terapias especiales para  tan calamitoso mal de la obsesión.  Repitiendo las enseñanzas de Jesús, distiende lecciones  y rumbos    para aquellos que se acercan a sus fuentes vitales.
El mundo de los encarnados y desencarnados se interpenetran, ya que entre ambos no hay barreras que los separen ni fronteras  reales definidas.
Las orientaciones y socorros  en su gran mayoría proceden del Mundo espiritual, obtenidos en sesiones  realizadas  con la participación de diversos miembros de la Unión Espírita Bahiana, presidida por José Petitinga, el amigo incondicional de Cristo. Es gracias a él  que en el plano físico, se consiguió en cierto modo, acompañar  las disposiciones socorristas dedicadas  a  miembros envueltos  en tramas de la obsesión,  y es estudiando esta laboriosa tarea, que intentaremos extraer los conocimientos, para desarrollar el tema de esta conferencia, que no es otra, que desarrollar la protección que podemos utilizar para preservarnos de las influencias negativas.
Todos los apuntes  necesarios, se obtuvieron, con la valiosa cooperación de Petitinga y de las Entidades Superiores  que ayudaron en aquel intento, que fue un coronado éxito merced a la Divina Misericordia.
Los nobles luchadores de la mediúmnidad, los infatigables servidores  de las tareas de desobsesión,  se dedican   a los trabajos de socorro a los hermanos atribulados de ambos lados de la vida, cooperando con Cristo en  la implantación de un Mundo Mejor al que todos aspiramos.
Incesantemente los Espíritus ejercen su acción sobre el mundo moral y físico, actúan sobre la materia y sobre el pensamiento y constituyen  una de las potencias de la naturaleza, con ello una multitud de fenómenos  se efectúan que son explicados  racionalmente  por el Espiritismo. Constantemente los hombres nos relacionan con los espíritus, los buenos nos impulsan  hacia el bien, nos  sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan  a soportarlas con coraje y resignación. Los malos  nos incentivan al mal: les produce gozo vernos sucumbir y asemejarnos a ellos.
Allan Kardec invitado a participar en la lid de la cultura y de la información, empuñando el bisturí de la investigación, esclareció, con una Filosofía Científica – El Espiritismo -, extraída  de hechos debidamente comprobados, los misterios del oscurantismo, ofreciendo una terapéutica segura para las alineaciones torturantes, repitiendo   las experiencias  de Jesucristo junto a los endemoniados y enfermos de todo orden.
Clasificó como obsesión, a la gran mayoría  de los disturbios psíquicos y elaboró procesos de recuperación del obsesado, estudiando  a la luz de las reencarnaciones las causas anteriores de las aflicciones, valiéndose de un lenguaje  condicente con la razón  y experimentalmente demostrable.
La Codificación Kardeciano, monumento granítico levantado por los siglos venideros no resolvió el “problema del hombre”, puesto que solo al hombre le corresponde hacerlo. Sin embargo si ofrece las bases  y direcciones  seguras para que tenga una vida feliz, ética y socialmente armoniosa en la familia, en la comunidad donde fue llamado a vivir.
Con el advenimiento de la moderna Parapsicología, nuevos sucedáneos han sido creados para el espíritu inmortal  y mientras los investigadores se demoran ante el problema  de la designación nominativa que inspira  debates y controversias, la Doctrina  Espirita, aleccionando el amor y la fraternidad, el estudio y el conocimiento de la vida bajo la inspiración  de los Inmortales, dilata los brazos y libera  de los tejidos  vigorosos  de la obsesión, a aquellos  que por imprevisión o probación, se dejaron  arrastrar  a los oscuros precipicios de la anarquía mental, perturbados o subyugados por fuerzas vengativas de la Erraticidad, prescribiendo las mismas directrices morales  insertas en el Evangelio de Jesucristo, vivido en espíritu y Verdad.
EL Codificador  afirmó que “el conocimiento del Espiritismo”, lejos de facilitar el predominio de los malos Espíritus, tendrá  como resultado, a más corto u largo tiempo, cuando sea conocido por  toda la Humanidad, el destruimiento  de ese predominio, el de la obsesión, dando los medios de ponerse en guardia  de las sugestiones de ellos. El se valió en innumerables veces, pese a ser un conocedor del Magnetismo,  de diversos métodos de la Doctrina espirita  para liberarlos con seguridad, a través de la moralización del Espíritu perturbador y del sensitivo perturbado.
La Obsesión según Allan Kardec, es el dominio que algunos Espíritus logran adquirir sobre ciertas personas. Es practicado siempre por espíritus inferiores que tratan de dominar, pues los buenos espíritus  no infligen ningún constreñimiento, estos aconsejan, combaten las influencias de los malos espíritus y si no son escuchados, se retiran.
los Espíritus son las almas de los hombres, y desde todos los tiempos ellos  ejercieron influencia  saludable o perniciosa sobre la Humanidad. La facultad mediúmnica  no es más que el medio para manifestarse. A falta de esa facultad, lo hacen por otras mil maneras más o menos ocultas”.
“Los medios  de combatir la obsesión, aclara Allan Kardec,  varían de acuerdo con el carácter que ella reviste”. Y elucida: “Las imperfecciones morales del obsesado constituyen frecuentemente, un obstáculo para su liberación”.
Aun hoy en día, la obsesión continúa siendo  un escollo terrible para la paz y serenidad de la criatura humana. Los orígenes de la obsesión están en los pliegues del espíritu encarnado, hay obsesiones en escala infinita, y los obsesados consecuentemente, son de variedad infinita. La etiopatogenia  de tales disturbios mentales, es más amplia  que la clásicamente presentada, mereciéndose destacarse la denominación  de causa carmica.
Viajero de la Eternidad, el espíritu conduce los gérmenes    cármicos  que posibilitan la convivencia con los desafectos del pasado, ofreciendo una nefasta comunión.
El odio no es solo el factor causante de la obsesión,  ni tampoco es solo en la Tierra donde se localiza la obsesión, más allá de la sepultura, en las regiones dolorosas y aflictivas de imperioso reajustes , de impostergables despertar de conciencias, se enfrentan muchos verdugos y víctimas, donde comienzan las prosecuciones y subyugaciones psíquicas.
La obsesión bajo cualquier modalidad que se presente, es una enfermedad de largo curso que exige una terapia especializada de segura aplicación y de resultados  que no es posible lograr apresuradamente.
Po tanto, los tratamientos de la obsesión son complejos,  imponiendo una elevada dosis de renunciación y abnegación por parte    de aquellos que se ofrecen o se dedican a tal menester.
Existe una fuerza capaz de producir resultados junto a los perseguidos encarnados o desencarnados, conscientes o inconscientes: la que deriva de la conducta moral al  principio el obsesor no se da cuenta de ella; sin embargo al correr del tiempo, los testimonios  de elevación moral que ofrece, confirmando la nobleza de la fe que procesa el servidor de Cristo, termina por convencer al verdugo   de la elevación de principios de que se revisten los actos de su  adoctrinador, acabando muchas veces, por dejar libre a aquel que lo afligía. además de la ejemplificación cristiana, la oración consigue colmar las ulceras morales  de los asistidos, conduciendo bendiciones de armonía que apaciguan al desequilibrado, calmando  en él la sed y la necesidad de paz.
No siempre se obtienen los resultados deseados, el tiempo, para la mayoría de los Espíritus, tiene poca significación. Persisten obstinados y con tenacidad implacable  en los propósitos a los que se entregaron durante años, siguiendo es sus propósitos hasde despues de la muerte, esto es, porque  en los tratamientos de obsesión, el resultado depende  del paciente. Este debe  esforzarse de inmediato, desde el principio del tratamiento de desobsesión, a  modificar radicalmente su comportamiento, procurando ejercitar la práctica de las virtudes cristianas, y principalmente, moralizándose. La moralización del enfermo es esencial, considerando que al moralizarse, demuestra a su enemigo la eficiencia  de las mejoras que ofrecen tal cambio de actitud  para conseguir la felicidad.
Esta asistencia a veces es prolongada, pero siempre los Espíritus Superiores interesados en el progreso de la Humanidad, ofrecen también, valiosos recursos que constituyen elementos saludables y preciosos.
Sin tal amparo, toda incursión que se intente en el ministerio de la desobsesión, será improductiva y también peligrosa, por los resultados negativos que presenta.
Un espíritu  luchador, debidamente preparado  para efectuar la experiencia socorrista a los obsesados, es una dinamo potente que genera  energía electromagnética, que al ser aplicada mediante los pases produce distonía y desequilibrios  en el huésped indeseable, apartándolo y facultando en el enfermo la liberación  mental necesaria para lograr una asepsia de carácter moral, reeducando la voluntad y meditando en oración un verdadero programa evangélico bien disciplinado, que en forma lenta pero segura, edifique una ciudadela  moral de defensa  en torno así.
Jesús  frente  a determinados perseguidores desencarnados afirmo: “contra esta clase de espíritus, solo la oración y el ayuno”, y después de atender las aflicciones de cada atormentado que Lo buscaba, prescribía, invariable e incisivo: “No vuelvas a pecar, para que no te suceda algo peor”
Generalmente desatendiendo los valores morales y espirituales, el obsesado  pierde valiosas defensas en el alma  un baluarte de difícil transposición. El Espiritismo, dedicándose  al estudio de “naturaleza de los Espíritus” posee los anticuerpos y sucedáneos eficaces para operar la liberación del enfermo, aunque sabemos que depende esta liberación del propio enfermo, como en todos los procesos patológicos atendidos  por las diversas terapéuticas médicas.
     
Siendo el obsesado un transgresor, un deudor, es imprescindible que se predisponga a la labor edificante  para concretar su rescate frente a la Conciencia Universal, actuando de manera positiva, para atender  a las sagradas imposiciones de la armonía establecida por el Excelso Legislador.
  A pesar de los deseos de resarcirse moralmente el paciente, es imperioso que la renovación intima con sincera devoción hacia el bien, le confieran los títulos de amor y del trabajo, de forma  a poder testimoniar su real modificación en relación a su conducta pasada, ofreciendo al acompañante desencarnado, su propia iluminación.
En este sentido, la intervención del auxilio fraterno efectuada por otros corazones dedicados a la practica de la caridad, es muy valiosa, puesto que ofrece al desencarnado la oportunidad de adquirir conocimientos a través  de la psicofonía atormentada, de la cual puede extraer fuerzas para aprender, meditar, perdonar, olvidar…
Sin embargo, no es fácil, tal emprendimiento, dentro de los moldes necesarios. Son pocos los núcleos que se encuentran en condiciones, para atender la desobsesión, si tenemos en cuenta la tarea a desarrollar dentro de sus cuadros complejos….
En la desobsesión, la cirugía espiritual es necesaria, cuando no imprescindible, para alcanzar los resultados requeridos. Además de estos trabajos, existen otros  que exigen abnegación y sacrificio por parte de los cooperadores encarnados, con entrega natural de amplia escala del valioso esfuerzo moral, para poder manipular las mínimas condiciones psicoterápicas en el recinto de socorro, a favor de los desvariados que hay que atender…
En este particular, la oración igualmente, y tal como la preconiza Allan Kardec “ es el más poderoso medio de que se dispone para remover  de sus propósitos maléficos al obsesor”
Por eso, cualquier operación socorrista a la que seamos llamados, observemos la disposición moral de nuestro propio espíritu y oremos, elevando el pensamiento en busca de Jesús, para pedirle que nos facilite el concurso de los Buenos Espíritus, por medio de los cuales y solamente así, podremos ofrecer algo a favor de unos y otros: Obsesores y obsesados.
Examinando y sondeando el mundo interior constantemente, el enfermo, no se sorprenderá de un momento para otro con la mente en desaliño, atendiendo a las solicitudes de los desencarnados que le siguen desde el ayer, perturbados e infelices, procurando enloquecidos “hacer justicia con sus propias manos” transformados  en verdugos de su serenidad.
Trabajando  en el bien con esfuerzo y perseverancia, para que el ejemplo propio y la lucha cancele la deuda – enfermedad que te martiriza_ se liberara de la dura prueba, antes de que deba continuar afligido, por la senda dolorosa… y purificadora.
En cualquier circunstancia, corresponde al noble ejercicio de la mediúmnidad bajo la advocación  de Jesús,  y a la  sublime  labor desarrollada en las sesiones serias de desobsesión, el indeclinable menester  de auxiliar  a los que padecen obsesión, en el sentido de modificar las expresiones de dolor y angustia que están en vigencia en la Tierra atormentada de nuestros días.
El intercambio entre los Espíritus y los seres de la Tierra en actitud persecutoria es paralelo al vigente entre los hombres y los que perdieron  la indumentaria física.
También existe el mal ocasionado de encarnado a encarnado.
El pensamiento es siempre dinamo vigorosa que emite ondas y que registra vibraciones, en permuta ininterrumpida que se lleva a cabo en las diversas bandas  que circundan la Tierra.
Hay mente viciadas y atormentadas, esclavas de la mono idea  obsesiva que muchas veces, sincronizan con otras mentes desprevenidas y ociosas, generando una presión devastadora.
Es necesario observar los diversos problemas que nos afligen, a fin de seleccionar los que proceden de parte del alma encarnada y los que se vinculan  a los cuadros aflictivos del mundo espiritual.
Tanto el odio como el amor desvariado, constituyen los elementos generadores de esas enfermedades especiales, de esas obsesiones. El odio, por la fijación prolongada de la idea de venganza, crea un acondicionamiento psíquico que emite ondas en línea recta hacia  el ser generador de ese sentimiento, si no se encuentra debidamente amparado en los principios superiores de la vida capaces de  destruir las ondas invasoras, termina por dejarse encadenar. Y el amor desequilibrado que se convierte en pasión cruel, debido al tormento impuesto, por la posesión fija del objeto deseado, conduce al espíritu atormentado a visitar el alma  del atormentador durante los periodos del sueño reparador.
En cualquier hipótesis, las directivas clarificadoras de Jesús, son rutas y vehículos de luz libertadora para ofrecer a unos y a otros, obsesos y obsesores, los medios de superación.
La exhortación de Allan Kardec en torno al trabajo es de una eficiencia nada común, porque el trabajo edificante es un mecanismo de la oración trascendental y la mente que trabaja,  se sitúa  a la defensiva. La solidaridad es como una usina que produce fuerza positiva de amor y como el amor es causa motriz del Universo, aquel que se vincula al proceso de la solidaridad, sintoniza con los instructores del orden que dirigen el Orbe.  Y la tolerancia, que es la manifestación de ese amor en forma de piedad edificante,  se transforma  en coraza de luz, vigorosa y maleable, capaz de destruir los dardos del odio pertinaz  a los proyectiles del deseo desordenado, por cuanto, en la tolerancia fraterna, se anulan las vibraciones negativas de esta o aquella procedencia.
Es así que la trilogía recomendada por el Insigne Codificador, refleja la acción, la oración y la vigilancia preconizada por Jesús. Procesos edificantes de salud espiritual y puente que eleva al viajero sufriente de la Tierra a las planicies redentoras de las Esferas Espirituales, libres de toda constricción y angustia.
Para que alcanzar la plenitud de la armonía intima,  es menester la oración con el cariño y la devoción con que la madre atiende el sagrado deber de amamantar al hijo.
La oración es una lámpara encendida en el corazón, clarificando la intimidad del alma.
El Espíritu encarcelado en la indumentaria carnal tiene necesidad de la comunión con Dios, por medio de la oración, tanto como el cuerpo necesita del aire puro Para proseguir la jornada.
Atribulado por las imperiosas necesidades diarias, el hombre  desatento se deja llevar  por la inestabilidad emocional, debilitando las resistencias fisiopsiquicas a las arremetidas de la perturbación espiritual.
En la Tierra, vivimos cercados por aquellos que nos procedieron en la gran jornada de la desencarnación.
En razón de eso, somos lo que pensamos, permutando vibraciones que se armonizan con otras vibraciones afines. Debido  a las imposiciones  del renacimiento, el hombre es llevado a la depresión, a la exaltación,  vinculándose  a los pensamientos vulgares compatibles  con las circunstancias del medio, situación y progreso.
Por tanto se hace necesario, e imprescindible el ejercicio habitual de la oración mental para fortalecer las fulguraciones psíquicas que llegan al cerebro, haciendo de nuestra vida normal un vehículo para la propagación de pensamientos superiores.
Mientras el hombre descuida la preservación del patrimonio divino dentro de si mismo, los verdugos de la paz rodean su residencia carnal, amenazando su felicidad.
Estando endeudados con ellos, es necesario ayudarlos con los recursos valiosos de la virtud, marchando por sendas honestas, aun cuando las zarzas y espinas del camino hagan sangrar los pies.
Es necesario el  ejercicio de la oración, meditando sobre las impostergables necesidades de liberación y progreso.
El  cultivo de la bondad, extendiendo los brazos con indulgencia a fin de guiar a los que prosiguen desatentos e infelices, esparciendo animadversión y diseminando la locura.

Renovación de disposiciones intimas, y cuando se tenga la oportunidad  de hablar  con esos seres que nos perturban de mente desequilibrada, ungirse de amor  y comprensión, ayudándoles  cuanto sea posible, con humildad y renunciamiento.
El Maestro antes de ser visitado por los verdugos espirituales de las Zonas Tenebrosas, se recogía en la oración, recibiéndolos con caridad fraternal.
Trabajando infatigablemente por el bien de todos, con el corazón dispuesto a auxiliar y con la mente puesta en Jesús, comulgando con las Esferas Elevadas absorberás  las fuerzas necesarias para vencer todas las agresiones  de que puedas ser víctima, y sentirás que orando y ayudando, la paz continua contigo.
Utilice siempre la Doctrina Espirita como medida profiláctica,  aplique la paciencia y la comprensión, la caridad  de la buena palabra y del pase, el gesto de simpatía y de cordialidad; sin embargo, y con el pretexto de la bondad, no concuerde con el error al que él se aferra, con la pereza mental, en que se mantiene, ni con la rebeldía constante en la que pueda  encerrarse.
Las relaciones con los espíritus inferiores exigen cierta seguridad de ideas, tacto y firmeza. Todos los hombres no son aptos  para obtener  de estas relaciones  los buenos efectos que se desean esperar.   Hay que poseer una verdadera superioridad moral  para dominar a estos espíritus, reprimir sus desvíos y dirigirles por el buen camino del bien. Esta  superioridad solo se obtiene  con una vida  exenta  de pasiones materiales.
Se necesita un conocimiento práctico  del mundo invisible, con el fin  de poderse guiar  con seguridad  en medio  de las contradicciones y de los errores de estos espíritus ligeros.
Solo aquellos que saben perseverar sin postergar el trabajo de edificación interior, se hacen acreedores de la asistencia de los Espíritus interesados en la siembra de la esperanza y de la felicidad en la Tierra – programa sublime presidido por Jesús, desde las Altas Esferas.
Por eso y en conclusión: hemos de aprender  a respetar el derecho ajeno, y ante el sufrimiento, no olvidar nunca al Maestro en la Cruz, olvidando todo mal y ejerciendo el ministerio del perdón. Amemos al enemigo, hasta el punto de cambiar para mejor servirle de ejemplo y así poder incitarle a seguir nuestro ejemplo. Y hacerles reflexionar, sobre el mal que hacen, para que tomen conciencia, de su error, cambiando para mejor.


Trabajo extraído del libro  “ Entre telones de la obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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