viernes, 25 de noviembre de 2016

¿QUE ES LA VIDA?


LA VISTA ESPIRITUAL O DOBLE VISTA

La vista espiritual, vulgarmente llamada doble vista, lucidez, clarividencia o finalmente, telesthesia, y ahora criptesthesia, es un fenómeno menos raro de lo que generalmente se cree; muchas personas tienen esta facultad y no se dan cuenta de ello; lo único que ocurre es que está más o menos desarrollada, y es fácil asegurarse de que es extraña a los orígenes de la visión, puesto que se ejecuta sin ayuda de los ojos durante el sonambulismo natural u provocado. En ciertas personas existe en el estado normal más perfecto, sin la menor prueba aparente de sueño o éxtasis. A este propósito he aquí un testimonio de Allan Kardec.:

“Conocimos en París una señora en la cual la vista espiritual es permanente y tan natural como la vista física; ve, sin esfuerzo y sin concentración, el carácter, los hábitos y los antecedentes de cualquiera que se le acerca; describe las enfermedades y prescribe tratamientos eficaces con más facilidad que los sonámbulos corrientes; le basta pensar
en una persona ausente para que la vea y la designe. Estábamos un día en su casa y vimos pasar por la calle a una persona con quien estamos en relación y a la que ella no había visto jamás. Sin ser provocada por ninguna pregunta, le hizo el retrato moral más exacto y nos dio a este propósito prudentes advertencias.

“Esta señora, sin embargo, no es sonámbula; habla de lo que ve como hablaría de otra cosa, sin molestarle en sus ocupaciones. ¿Es médium? Lo ignora ella misma, pues hasta hace poco tiempo no conocía ni el nombre de Espiritismo.”

Podemos añadir nuestro testimonio al del maestro. Hace unos veinte años estuvimos en relación con Mme. Bardeau, que gozaba de esta facultad. Pudo describir exactamente personajes que vivían en provincias, muy lejos, en el Mediodía, que ella no había visto jamás, y dar de su carácter detalles circunstanciales. También hizo ciertas predicciones que se han realizado.
No obstante hallarse en su estado normal, con los ojos abiertos de par en par, y mientras continuaba la conversación sobre otros asuntos, se interrumpía de vez en cuando para añadir algunos rasgos que completaban la fisonomía o el carácter de aquellas personas ausentes.
Hoy conocemos a una comadrona, Mme. Renardat, que puede ver a distancia sin estar dormida. Hemos tenido la prueba innegable; pues nos ha descrito con fidelidad a un tío nuestro, habitante de Gray, indicando su enfermedad, ignorada por los propios médicos, y prediciendo su muerte sin haberle conocido jamás. Esta señora ve a los espíritus como a
los vivos. Hemos podido convencernos, por las afirmaciones de nuestros amigos, que estaba en relación con las almas que han abandonado la Tierra, pues hacía su descripción física y su lenguaje recordaba al que estas almas tuvieron durante su vida.
Desde hace quince años hemos tenido numerosas ocasiones de estudiar la mediumnidad vidente. No se presenta siempre con ese carácter de constancia que observamos en los relatos precedentes; lo más frecuente es que sea fugitiva, momentánea; pero tal como es, permite asegurar que la creencia en la inmortalidad no es una yana ilusión de nuestro espíritu prevenido, sino una realidad grandiosa, consoladora y superabundantemente demostrada. Por demás, vamos a citar un cierto número de experimentos que establecen que la visión de los espíritus es objetiva, pues coincide, explicándolos, con los fenómenos físicos que caen bajo los sentidos materiales y que cualquiera de nosotros puede  comprobar.
Cuando una mesa se mueve y un médium vidente describe al espíritu que obra; cuando ese médium anuncia hasta lo que va a ser dictado por mediación del mueble, está fuera de razón imaginar que no ve nada realmente, puesto que su predicción se realiza y el espíritu
atestigua su presencia por su acción sobre la materia.
Si se quiere reflexionar cuidadosamente que desde hace más de cien años las investigaciones espiritistas prosiguen en el inundo entero; que tienen lugar en los medios más diversos; que han sido controladas millares de veces por investigadores pertenecientes a las clases más instruidas, y por consiguiente, las llenos crédulas de la sociedad, será preciso admitir que es absurdo suponer que estos fenómenos no son
producidos por los espíritus. Es, pues, por medio de incesantes comunicaciones con el inundo del más allá, por nuestras relaciones, interrumpidas con los habitantes del espacio, como hemos llegado a poseer conocimientos ciertos sobre la vida de ultratumba.
Recordemos que existen más de doscientas publicaciones escritas en todas las lenguas que se hablan en el globo, que los trabajos de cada uno se prosiguen aisladamente, y que, a pesar de esta diversidad prodigiosa de fuentes de información, la enseñanza general es la misma en sus partes fundamentales. Se convendrá que semejante concordancia es una buena base para afianzar la convicción que se ha producido en cada uno de los experimentadores, tan pronto ha estudiado los hechos por sí mismo.
Expongamos, pues, sin cesar los resultados adquiridos, no nos cansemos de poner ante los ojos del público los documentos que poseemos y, lentamente tal vez, pero con seguridad, llegaremos a hacer penetrar en las masas estos conocimientos indispensables para su progreso y felicidad.
La envoltura del alma ha sido objeto de estudios perseverantes por parte de Allan Kardec. Confiesa él mismo no haber tenido jamás, antes de conocer el Espiritismo, ideas particulares sobre este asunto. Son sus conversaciones con los espíritus lo que le han hecho conocer el cuerpo fluídico, y le han permitido comprender su papel y su utilidad. Invitarnos a los que quieran asistir a la génesis de este descubrimiento a leer la Revue Spirite de 1858 a 1869. Verán cómo poco a poco ha sido reunida esta enseñanza hasta suministrar una teoría racional, que explica todos los hechos con una irreprochable lógica.

 Allan Kardec, Revue Spirite, junio de 1867.
El alma es inmortal – Gabriel Delanne

 La palabra fluido no designa una materia particular; significa un movimiento ondulatorio del éter, análogo a los que dan origen a la electricidad, la luz, el calor, los rayos X, etc.

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" EL ESPIRITISMO NO ES LA RELIGIÓN DEL FUTURO, SINO EL FUTURO DE LAS RELIGIONES"
- León Denis-
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La forma no es nada; 


el pensamiento lo es todo 

Los espíritus han dicho siempre: "La forma no es nada; el pensamiento lo es todo". Rogad cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os conmueva, pues un buen pensamiento vale más que numerosas palabras; sin ellas ninguna parte toma el corazón. 

Los espíritus no prescriben ninguna fórmula absoluta de oraciones; cuando las dan es con el fin de fijar las ideas, y, sobre todo, para llamar la atención sobre ciertos principios de la doctrina espiritista. También lo han hecho para ayudar a las personas que se ven con dificultad para transmitir las ideas, porque las hay que no creerían haber rezado en realidad si sus pensamientos no hubiesen sido formulados. 

El objeto de la oración es elevar nuestra alma a Dios; la diversidad de las fórmulas no debe establecer ninguna diferencia entre los que creen en El, y aun menos entre los adeptos del Espiritismo, porque Dios las acepta todas cuando son sinceras. 
El Espiritismo reconoce como buenas las oraciones de todos los cultos, cuando se dicen con el corazón y no con la boca; no impone ni vitupera ninguna; Dios es demasiado grande, según el, para rechazar la voz que le implora o que canta sus alabanzas, porque lo hace de un modo antes que de otro. "El que anatematizase las oraciones que no están en este formulario, probaría que desconoce la grandeza de Dios". Creer que Dios escucha sólo una fórmula, es atribuirle la pequeñez y las pasiones de la humanidad. 

La condición esencial de la oración, según San Pablo (cap. XXVII, número 16), es que sea inteligible, a fin de que pueda hablar a nuestro espíritu; para conseguirlo no basta que se diga en un lenguaje que lo comprenda el que ruega, pues. hay oraciones en lenguaje vulgar que no dicen mucho más al pensamiento que si estuviesen en lengua extraña, y por lo mismo no se dirigen al corazón; las raras ideas que encierran son, con frecuencia, sofocadas por la superabundancia de palabras y por el misticismo del lenguaje. 

La principal cualidad de la oración es el ser clara, sencilla y concisa, sin frases inútiles, ni lujo de epítetos pomposos; cada palabra debe tener su objeto, despertar una idea, conmover una fibra, en una palabra, "debe hacer reflexionar"; con esta sola condición la oración puede alcanzar su objeto; no siendo así, "sólo es un murmullo". Ved con qué aire de distracción y con qué volubilidad se dicen la mayor parte de las veces; se ven mover los labios, pero en la expresión de la fisonomía y aun en el metal de la voz, se reconoce un acto maquinal, puramente exterior, indiferente para el alma. 

Extraído del libro: "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec

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                 EL MUNDO Y EL MAL 



"No pido que los quites del mundo,sino que los libres del mal" 
Jesús. (Juan,17.15) 


En los centros religiosos,hay siempre gran número de personas preocupadas con la idea de la muerte.Muchos compañeros no creen en la paz,ni en el amor,sino en planos diferentes de la tierra. La mayoría aguarda situaciones imaginarias e injustificables para quien nunca tomó en cuenta el valor del esfuerzo propio. 
El deseo de morir para ser feliz es una enfermedad del Espíritu. 
Orando al Padre por los disçípulos,Jesús rogó para que no fuesen del mundo,y si,liberados del mal. 
Por lo que el mal que está en nosotros mismos y por tanto ,el mal no es esencialmente del mundo,sino de los seres humanos que lo habitan. 
La tierra, en si,siempre fue buena.De su lodo brotan lirios de delicado aroma,su naturaleza maternal es un repositorio de maravillosos milagros que se repiten todos los días. 
De nada vale que partamos del planeta cuando nuestros males no fueron convenientemente exterminados.En tales circunstancias,nos asemejamos a los portadores humanos de las llamadas molestias incurables.Podemos cambiar de residencia;sin embargo,la mudanza en si,es casi nula si las heridas nos acompañan.Así pues,se hace necesario embellecer el mundo y mejorarlo,combatiendo el mal que está en nosotros mismos. 
CAMINO ,VERDAD Y VIDA

Reflexión sobre el sentido del texto anterior : Ante los problemas de la vida, cuando estos se agudizan, podemos caer en la tentación  de desear abandonar este  mundo para huir de esos problemas que nos parecen muy grandes o difíciles. Pero debemos considerar que estamos aquí, por voluntad del Creador, y que esas pruebas difíciles, son autorizadas por Él, precisamente para incentivar la evolución de nuestro espíritu.
  Si tenemos problemas que solventar, saliendo precipitadamente de este mundo, no los cerramos y terminamos, sino que nos persiguen como la sombra y tarde o temprano se nos pondrán delante nuevamente, hasta que con nuestras facultades intelectivas y volitivas en acción, los hayamos superado y resuelto.
  Por lo dicho, hay que ser conscientes de que los problemas y preocupaciones de la vida, los tenemos como consecuencia de la actuación en nosotros de la Ley de Consecuencias, procedente de alguna vida anterior, o bien porque Dios los permite como una prueba a superar para nuestro bien.  Así, con la fe y la fuerza que nos da el conocimiento espiritual, hagamos frente a esas situaciones humanamente malas, pero espiritualmente buenas y necesarias, convencidos de que en las pruebas y en la lucha no estamos solos, porque tenemos la ayuda inestimable del Espíritu protector que nos acompaña a cada ser humano.
- Jose Luis Martín-
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           AMOR, AMAR
El amor es la celestial atracción de las almas y de los mundos, la potencia divina que une a los universos, los gobierna y los fecunda. ¡El amor es la mirada de Dios! No designéis con semejante nombre la pasión ardiente que excita los deseos carnales. Eso no es más que una sombra, una grosera imitación del amor.
No; el amor es el sentimiento superior en el que se funden y se armonizan todas las cualidades del corazón; es la coronación de las virtudes humanas, de la dulzura, de la caridad, de la bondad; es el nacimiento en el alma de una fuerza que nos impulsa, por encima de la materia, hacia las alturas divinas; nos une a todos los seres, y despierta en nosotros felicidades íntimas que llegan mucho más lejos que todas las voluptuosidades terrenas.
Amar es sentirse vivir en todos y por todos: es consagrarse hasta el sacrificio, hasta la muerte, a una causa o a un ser. Si queréis saber lo que es amor, considerad las grandes figuras de la humanidad, y, sobre todo, a Cristo, para quien el amor era toda la moral y toda la religión. ¿No dijo: “Amad a vuestros enemigos, y haced el bien a aquellos que os persiguen”…?
Al emplear este lenguaje, Cristo no nos exige un afecto que no pueda caber en nuestro corazón, sino la ausencia de todo odio y de todo espíritu de venganza; una disposición sincera para ayudar, cuando llegue la ocasión, a aquellos que nos afligen. Una especie de misantropía, de laxitud moral aleja, a veces, a los buenos espíritus del resto de la humanidad. Hay que reaccionar contra esa tendencia al aislamiento, considerando todo cuanto existe de grande y de hermoso en el ser humano, acordándose de todas las muestras de afecto, de todos los actos bienhechores de que se fue objeto.
¿Qué es el hombre separado de sus semejantes, privado de la familia y de la patria? Un ser inútil y desgraciado. Sus facultades se debilitan, sus fuerzas se aminoran y la tristeza le invade. En la soledad, no se progresa. Así pues, hay que vivir con los hombres y ver en ellos a unos compañeros necesarios.
El buen humor es la salud del alma. Dejemos que nuestro corazón se abra a las impresiones sanas y fuertes. ¡Amemos para ser amados! Si nuestra simpatía debe extenderse hasta todo cuanto nos rodea seres y cosas, hasta todo lo que nos ayuda a vivir y aún hasta los miembros desconocidos de la gran familia humana, ¿qué amor profundo e inalterable no deberemos a nuestros padres? al padre cuya solicitud sustentó nuestra infancia, a quien durante mucho tiempo trabajó para allanar ante nosotros el rudo sendero de la vida, y a la madre que nos llevó en su seno y nos alimentó, que veló con angustia nuestros primeros pasos y nuestros primeros dolores. ¿Con qué tierna abnegación no deberemos rodear su vejez y reconocer su afecto y sus asiduos cuidados?
A la patria debemos igualmente nuestro corazón y nuestra sangre. Ella recoge y transmite la herencia de las numerosas generaciones que trabajaron y sufrieron para edificar una civilización cuyos frutos recibimos al nacer. Guardiana de los tesoros intelectuales acumulados por las edades, vela por su conservación y por su desarrollo, y, madre generosa, los distribuye entre todos sus hijos.
En ese patrimonio sagrado, ciencias y artes, leyes, instituciones, orden y libertad; en todo el inmenso engranaje que ha salido del pensamiento y de las manos de los hombres; en todo lo que constituye la riqueza, la grandeza y el genio de una nación, tenemos todos parte. Sin la patria, sin esa civilización que ella nos lega, no seríamos más que salvajes. ¡Por mucho que hagamos por ella, nunca le devolveremos lo que ella hizo por nosotros! Veneremos la memoria de aquellos que contribuyeron con sus vigilias, con sus esfuerzos y sus sacrificios a reunir y a aumentar esa herencia; la memoria de los héroes que defendieron la patria en las horas horribles; la de todos aquellos que, hasta en el umbral de la muerte, proclamaron la verdad, sirvieron a la justicia y nos transmitieron, enrojecidos con su sangre, las libertades y los progresos de que gozamos.
El amor, profundo como el mar e infinito como el cielo, abarca a todos los seres. Dios es su centro. Como el Sol se eleva indiferentemente sobre todas las cosas y da calor a la Naturaleza entera, el amor divino vivifica a todas las almas; sus rayos penetran a través de las tinieblas de nuestro egoísmo y van a iluminar con resplandores temblorosos el fondo de todo corazón humano.
Todos los seres han sido hechos para amar. Las parcelas de la vida moral y los gérmenes de bien que reposan en ellas, fecundados por el foco supremo, brotarán un día y florecerán hasta que queden reunidos en una comunión de amor, en una fraternidad universal. Cualquiera que sea quien lea estas páginas, sepa que nos encontraremos algún día, bien en este mundo, en existencias ulteriores, bien en una esfera más avanzada o en la inmensidad de los espacios, y que estamos destinados a influirnos en el sentido del bien, a ayudarnos en nuestra ascensión común.
Hijos de Dios, miembros de la gran familia de los espíritus, señalados en la frente con el signo de la inmortalidad, estamos destinados a conocernos y a unimos en la santa armonía de las leyes morales divinas, lejos de las pasiones y de las grandezas engañadoras de la Tierra.
Mientras esperamos ese día, que mi pensamiento vaya hacia ti, ¡oh, hermano o hermana mía!, como un testimonio de dulce simpatía; que te sustente en tus dudas, que te consuele en tus dolores, que te reanime en tus desfallecimientos; que se junte con el tuyo para pedir a nuestro Padre común que nos ayude a conquistar un porvenir mejor.
Leon Denis
Extraído del libro “El camino recto”
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            ¿QUE ES LA VIDA? 

Parece una pregunta fácil, pero no lo es. 

Te invito a que te detengas unos instantes en la lectura para que busques tu respuesta. 
Para mí la vida es, este instante. Es lo único que existe. Lo que hago ahora mismo, es la vida misma. Lo que pienso, siento o hago, en este momento es la vida. Lo que hice, ya no lo es, ya pasó. Y lo que voy a hacer o pensar está en potencia, todavía no existe, todavía no forma parte de mi vida. 
Lo sorprendente es, que la mayoría de las personas están pensando y hasta culpándose por lo que hicieron y no hicieron. Y también están pensando en lo que harán, en los miedos y temores, si sucediera tal o cual cosa. 
Y entre tanto pensar en el pasado y temer al futuro, se le escapa la vida. 
¡Y ese tiempo no se recupera jamás! 
La vida es únicamente, el instante, en que eres consciente de tu existencia: el momento que compartes con un amigo, la sonrisa que brindas a esa persona, el amor que entregas a tu trabajo, el beso que le das a tu pareja. 
Puedes hacer esas cosas con la mente, en otra parte, en otro tiempo, y no vivirás el momento. O puedes hacerlo conscientemente, con la mente y el corazón centrados en ese mágico instante, y entonces estarás viviendo. 
También hay que aprender de los errores del pasado o si no, como dijo alguien, estaremos condenados a repetirlo. 
Tenemos que planificar lo que haremos más adelante, para no perder tiempo y para que las cosas salgan cada vez mejor. 
Para ello te recuerdo hacer lo siguiente. 
Dedica unos minutos del atardecer o a la noche, para recordar lo que hiciste durante el día y evaluarlo. 
Analiza qué hiciste bien y qué no salió tan bien. Qué se puede corregir. Cómo se puede mejorar. 
Imagínate a ti mismo, realizando esa acción, con un comportamiento mucho mejor, ojalá … perfecto. 
Y dedica unos minutos temprano en la mañana, para planificar el día. Decide, que es lo más importante o urgente, que debas tratar de hacerlo ese día y no otro. 
Considera un tiempo para cultivar la amistad y tu relación de pareja. Si tienes que hacer una actividad con otras personas, visualízate realizándolo de forma perfecta, con amabilidad, amor, positividad y sonriendo. 
Si ocupas unos minutos en la noche, para mirar al pasado y otros minutos temprano en la mañana para mirar el futuro, entonces te quedará todo el resto del día… para vivirlo intensamente. 
Ya no perderás el tiempo pensando qué harás o cómo lo harás. Eso ya lo definiste antes. 
Si dedicas parte de tu vida a compartir y dar , te garantizo serás mucho más feliz. 
Construyamos juntos una cadena de positividad y prosperidad. 

Sergio Valdivia
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