viernes, 22 de julio de 2016

Nostalgia y depresión



 
  NECESIDAD DE OBJETIVO

La búsqueda de un sentido existencial por parte del ser humano, constituye una fuerza innata que le impulsa para su progreso. Al identificarlo, se le torna un objetivo básico para ser conquistado, poniendo todos los recursos para conseguir la meta. Gracias a eso, que pueden ser sus ideales, sus necesidades, sus ambiciones, ofrece la vida y no teme a la muerte, consiguiendo, inclusive, permanecer bajo las más miserables e inhumanas condiciones, desde que esa llama permanezca encendida interiormente. Se trata de un sentido personal que nadie puede ofrecer, y que es particular a cada cual. Se convierte, de futuro, en un ideal de grupo, en razón de constituir interés colectivo, pero su origen se encuentra en el nivel de consciencia y de pensamiento individual, que elige que hacer y cómo hacerlo. No puede ser elegido u ofrecido por otro, sino conseguido por el propio ser. Posiblemente será propuesto cuando se despierta para el interés, llamándole la atención, pero su decisión es personal. 

Jesús, ante la transitoriedad de los valores terrestres y la fugacidad del cuerpo, propuso la búsqueda del reino de Dios y Su justicia, dilucidando que, después de esta primacía todo lo demás será acrecentado. Esto es, estableciendo lo más importante – el sentido, el objetivo existencial – las demás aspiraciones se convierten en secundarias y llegaran naturalmente. Ese reino de Dios se encuentra en la consciencia tranquila, que resulta del deber rectamente cumplido, de los compromisos bien conducidos, de los objetivos delineados con acierto. Gracias a esa directriz, la adquisición de los recursos se hace con naturalidad, como un aumento, que es la consecuencia básica.

Todos necesitan de un algo para motivarse, para vivir. Esa búsqueda de significado, de objetivo o sentido no puede ser resultado de una fe ancestral, esto es, de una creencia destituida de hechos, que se diluye ante las dificultades, principalmente los conflictos internos, pero de la luz de la razón que se transforma en voluntad de conseguir una vida más expresiva, más rica de contenido, de aspiraciones profundas y autenticas. Un afecto familiar, un ideal en desarrollo, el hogar, una actividad dignificante, el retorno a un trabajo interrumpido se tornan, entre muchos otros, objetivos que dan sentido a la vida, favoreciendo medios para luchar.

Sustentaron incontables encarcelados en los campo de trabajo forzado y de exterminio, incluso estando agotados, y nada más les restaba, siempre aguardando ser el próximo a morir…

Aun vitalizan millones de otros que se encuentran en situaciones inhumanas, victimas de hombres y mujeres arbitrarios, de sistema injustos, de situaciones penosas. Ciertamente, lo opuesto también da sentido – infeliz es cierto- a otras existencias: el odio, el resentimiento, el ansia de poder, convirtiendo su vida adrede truncada, porque los mismos son mascaras del ego herido, que no tornan razones de paz, serán antes un continuo tormento.
Cuando se tiene el porqué de vivir, la forma de cómo vivir, hasta lograr el objetivo, será secundario. Ese impulso primario en el ser, hace que supere los obstáculos e impedimentos con el pensamiento en lo que conseguirá. Algunos psicoterapeutas afirman que los principios morales, que creen metafísicos, nada tienen que ver con el sentido o significado existencial. Y se olvidan de todos cuantos entregaron las vidas, completándose saludablemente. Informan, además, que ese sentido es resultado de aquello que puede enfrentar la existencia, no naciendo con ella. Somos de parecer que el sentido, el objetivo, lo esencial, es la auto superación de las pasiones, la auto iluminación para discernir bien lo que se debe y se puede hacer, para armonizarse en sí mismo, en relación a su prójimo y al grupo social en el cual se encuentra, bien como a la Vida, a la Naturaleza, Dios…

Los principios morales – algunos innatos al ser humano – son indispensables. No las imposiciones morales-sociales, geográficas, establecidas legalmente y más tarde desacreditadas. Pero aquellos que son inherentes, derivados de lo más profundo y básico, que es el amor. Respetar la vida, amándola; fomentar el progreso, trabajando; construir la felicidad, perseverando; no hacer al otro lo que no deseamos que nos hagan, elimina la posibilidad de consciencia de culpa, de conflicto, y dan un patrón para el comportamiento equilibrado, una directriz para la conducta saludable.

El ser actúa moralmente, porque siente el impulso interno de la vida que se somete a las Leyes que la gobiernan. Esa fuerza interior que lo lleva a la práctica de los actos correctos, el Bien, en el inicio, es metafísica, pues procede del Psiquismo Casual, para después tornarse una necesidad transformada en acciones, por tanto, en los hechos que le confirman la excelencia.

Cuando escasean esos principios en la mente y en la emoción, el individuo, desestructurado, enferma y la más eficaz solución es el amor terapia, impulsándolo a permitir que florezcan los sentimientos de fraternidad, de solidaridad, de perdón, de auto- entrega, así teniendo significado para continuar viviendo. Muchos jubilados y mayores, depresivos diversos, que se tornan neuróticos, se recuperan a través del trabajo al prójimo, de la auto donación a la comunidad, de la labor en grupo, sin interés monetario, reinventando razones y motivos para ser útiles, así rompiendo el refugio sombrío de la pérdida del sentido existencial.

Sin meta no se vive, se obedece a los automatismos fisiológicos en peligroso crepúsculo psicológico, a un paso del suicidio. Cuando el ser se ve actuante, productivo, necesario, vibra y produce. Todo y cualquier contribución psicoterapéutico, logoterapéutico, hay que considerar la auto-valoración del paciente.

Jesús lo sintetizo, en la respuesta que concluyo el dialogo con el sacerdote que lo interrogara al respecto del reino de los cielos: -Ve tú y haz lo mismo.

Espíritu Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro “Amor, Imbatíbel Amor”
Traducido por Jacob


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  ¿Qué es la muerte?

Uno de los grandes  problemas filosóficos y científicos de todos los tiempos ha sido determinar lo que ocurre con el Ser después de la muerte, y saber con exactitud  si seguimos existiendo y si vivimos más de una vez  en este mundo y hasta qué punto podemos tener pruebas de lo que  algunas  grandes doctrinas filosóficas y religiosas  nos han enseñado desde siempre.
      Como todos sabemos teóricamente, la muerte  supone  la total extinción de la vida física y orgánica de nuestro  cuerpo carnal.
          Según nos indican nuestros instintos, nuestra conciencia y lo que nos vienen a decir los postulados religiosos, la muerte no supone en absoluto la extinción total del Ser en la nada, pues este no se extingue con la materia que le acompaña en esta vida, porque el Ser espiritual está constituido por  una energía que no es generada por  la materia y existe con ella o sin ella, aunque depende de ella para su manifestación y desenvolvimiento en  nuestro Plano físico, tal  como lo hace mediante el pensamiento, la inteligencia, los sentimientos y las emociones; estos no los produce la materia, sino que viven y se manifiestan  en ella y  después de la muerte del cuerpo físico. Ciertamente  existen evidencias de que siguen  existiendo  fuera de ella.
      La muerte es un fenómeno tan natural como la propia vida , y como podemos observar, en la Naturaleza la Vida continúa y se renueva  constantemente a sí misma  por medio de la muerte. Continuamente vemos como cada día mueren miles y miles de seres,  mientras al mismo tiempo nacen a la vida otra multidud.; y esto sucede hasta con las propias células del organismo físico y con el propio Ser humano. Vemos como la vida orgánica es un continuo  nacer y morir en este mundo. Es la rueda de la Vida que no cesa; el Samsara del Budismo.
      Los Seres humanos somos naturalmente cobardes ante lo desconocido, por lo que solemos evitar la idea de la muerte, y no queremos ni siquiera pensar en ello; sin embargo esta experiencia irremediablemente la vamos a  pasar todos algún día.
       Todo el mundo tiene su particular versión de lo que es y lo que significa la muerte, y cada cual se lo explica según sus particulares conceptos religiosos o filosóficos, pero siempre dentro de una constante humana : la muerte siempre  se ve como  algo terrible, triste y trágico que nos espera a todos al final del camino de esta vida.
       La ignorancia popular dice que jamás ningún muerto regresó de su tumba para contar si sigue vivo y cómo le va, pero sin embargo muchas personas podemos aseverar categóricamente que eso no es del todo cierto, pues desde los albores de los tiempos, siempre ha existido la mediumnidad  y la presencia en todas las sociedades y pueblos, de magos, brujos y sibílas , que  demostraban  la existencia del espíritu  humano  tras la muerte,comunicando con ellos en una evidencia de su existencia inmaterial  y  a estos Seres inmateriales les llamaban “daimons”, ángeles o genios.
      Sin  embargo, a pesar de las permanentes posiciones de escepticismo, los humanos en el fondo de nuestra conciencia  siempre hemos necesitado creer en la continuidad de la vida después de la muerte, por lo que hemos plasmado en nuestros conceptos religiosos las ideas de esa vida en  forma de un infierno para castigo de los malvados, o de un paraíso para premiar a los buenos..
Siempre  existieron y existen  los “ nihilistas ”, quienes creen  sinceramente y de buena fe que tras la muerte no hay nada, por lo que afirman que toda experiencia humana termina con la muerte  y    después... la nada,  ( ¡ qué triste perspectiva  !), y en casi todos los casos, muchas personas, sean religiosas o no lo sean, consideran la  muerte  como una barrera infranqueable hacia lo desconocido; un misterio profundo que separa para siempre a vivos y a muertos.
       Como ya hemos visto, los Seres humanos además de tener un cuerpo de naturaleza animal, somos esencialmente individualidades de energía inteligente; cada uno somos el YO  que está en lo más íntimo de nuestra conciencia humana, y este Yo es el que tiene  en nosotros   voluntad propia, siendo  capaces de sentir y razonar, e incluso de influir y alterar la materia  que nos rodea, la de nuestros cuerpos, y hasta la de los cuerpos de otros seres.
        Cuando observamos un cadáver, vemos que es una figura humana  inerte; como un objeto vacío de aliento y vida, de modo que aquello que antes fue un Ser humano, dotado de sentimientos, pensamientos y emociones,  ya no lo es después de experimentar la muerte; ahora apenas parece un muñeco de cera que recuerda al personaje que se fue, pero, ¿ a dónde fue?; ¿ en dónde quedaron estos atributos que se manifestaban en aquél mismo cuerpo cuando aún respiraba?.  Ante la presencia de un cadáver, solo podemos ver  si acaso un despojo, un resto, un cascarón vacío.     
El cadáver en cuestión, cuando era un Ser humano vivo, además de moverse, gesticular, hablar, etc, también tenía inteligencia, personalidad, sensibilidad, sentimientos, eso que en su conjunto llamamos Vida o Alma, y que por algún motivo o circunstancia se fue de ese cuerpo y lo abandonó para siempre, pero ¿qué pasó con el Ser o con su esencia?,    ¿dónde está ahora ....?.
         Tal vez esa  presencia corporal humana  carente de  vida  que ya no late, ni tampoco se manifiesta más en él, ese  Yo Superior, con todos sus atributos que siendo reales,  no son  algo material ni  tangible, pero que formaban parte de lo que él era en vida, lo que conocemos como la personalidad. Esto precisamente  es lo que provoca la repulsión y escrúpulos de tanta gente cuando se está ante la  presencia de un cadáver.
         La energía que lo animaba y le daba todos los atributos de la Vida, no ha podido desvanecerse en la nada, porque esa energía, al igual que cualquier otra manifestación de energía, no nace ni muere, como afirma el postulado de Física, sino que se transforma. En el caso del espíritu humano, esta transformación consiste en haberse liberado de la materia de su cuerpo.
        Si partimos de la premisa de  admitir, por tanto, que debe existir alguna forma de vida  mas allá de lo que es tangible y palpable, podemos  buscar explicaciones y  llegar a conclusiones en base a datos aportados  a diario por las  mediumnidades ,que canalizan y permiten manifestarse a  Seres que desencarnaron en diferentes épocas y lugares, relatando ellos mismos su experiencia sobre cómo fue  su experiencia  de la muerte, y demostrando a su vez , que  de  algún modo continúan  existiendo.
     Aunque sean pruebas subjetivas para admitir  otra forma de existencia después de la muerte,no significa esto que sean irreales. También nos podemos apoyar en las llamadas “experiencias fuera del cuerpo físico “, de muchos casos de  personas que después de sufrir una muerte clínica por cualquier motivo, se les ha reanimado y han vuelto a la vida, conservando después  los recuerdos de esa situación que vivieron durante ese trance, siendo comunes muchos de los factores y detalles que aparecen en  estos relatos  de  todos estos casos de personas inconexas entre ellas.
     Cuando las experiencias en el umbral de la muerte, se han centrado en niños, estos han dado un testimonio de más valor que el que dan personas adultas ante la misma experiencia, debido a que ni sus mentes ni sus creencias están todavía influenciadas por preconceptos religiosos o filosóficos preestablecidos por los adultos.
     Cuando se habla de muerte, hay que matizar que la muerte orgánica que afecta a la parte corporal del ser humano, con su  consiguiente y posterior  disgregación, supone la  desencarnación del Ser espiritual que daba vida a  toda la maquinaria física, y  cuando hablamos de desencarnación, nos referimos  solamente al Espíritu  que “desencarna” y abandona la materia  cuando se cortan  los lazos  vitales que le unen a ella.

- Jose Luis Martín -

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“A medida que el hombre comprende mejor la vida futura, el temor a la muerte disminuye. Pero al mismo tiempo comprende mejor su misión en la Tierra y espera su fin con más calma, resignación y sin temor”

                     Allan Kardec-(El Cielo y el Infierno)

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Un sacerdote médium: El cura de Ars (1786 – 1859)


Los hechos demuestran que el cura de Ars tenía conciencia de las circunstancias en las
que sus consultantes abandonarían este mundo y, todos al menos, el momento cuando lo
abandonarían.  
Antes de enumerar algunos de estos hechos,no está de más decir algunas palabras sobre
sus facultades de sanador y a las cuales había pensado acudir el conde de Tourdonnet.
El cura de Ars, en efecto, tenía la reputación no usurpada, de curar. Uno de sus biógrafos
, verdadero descendiente de su familia, se ha expresado así: «Él encomendaba todos los
enfermos a Santa Filomena, y su prescripción era hacer una novena; oraba con ellos, los
bendecía, les imponía las manos varias veces, y redirigía a la pequeña santa todos los
honores de la curación». Uno de esos casos se recuerda muy particularmente, considerando su carácter extraño.
Está descrito en un relato con fecha del 31 de Agosto de 1864, por la señorita Claudine
Venet de Virégneux, cantón de San Galmier, en la Loire. Como consecuencia de una fiebre
cerebral había quedado completamente sorda y ciega. Tuvo la primera fiebre en 1850.
Cierto día ella se encontraba en Ars delante de la puerta de la iglesia. El cura no la había
visto jamás y tampoco se la habían recomendado. Al  pasar al lado de ella, la toma por la
mano y la conduce a la sacristía; tan pronto como la bendice, ve y escucha. «Tus ojos
han sido curados, le dice el cura, pero seguirás sorda por unos doce años más». Tan pronto
se aleja el sacerdote, la señorita Venet comprende que sus oídos se cierran nuevamente.
De hecho ella no escuchó más nada hasta el 18 de Enero de 1862, día en que se encuentra
totalmente curada. (1)
He aquí, mientras tanto, varios hechos relacionados con visiones de muertes. La señora baronesa de Belvey señala que la familia de la señorita Hedwige Moizin, de Bourg,
se oponía a su vocación monacal. La joven hija fue a consultar al cura de Ars, que le dijo:
«Consuélate, todas tus penas habrán desaparecido dentro de un año.» Al finalizar el año, la
señorita Moizin moría. (2) Otro caso, el de la Señorita Bernard, de Fareins quería ser religiosa. El cura de Ars declara
que así sería, pero no ella sino su hermana que estaba casada. La predicción se realiza
poco después, como consecuencia de la viudez de esta señora. La señorita Bernard, que
vivía con sus padres, cae muy enferma y suplica que traigan al señor Vianney «¿Voy a
morir?
» pregunta ella, (era el mes de junio). No, mi pequeña, no enseguida, tú vivirás hasta la
asunción. La joven hija murió ese día. (3) La señorita de los Garets reporta el siguiente hecho relacionado con su hermano Joanny, hijo
del alcalde de Ars. En 1855, Joanny de los Garets, joven oficial que el señor J. B. Vianney
amaba mucho, se preparaba para partir a la guerra de Crimea. Se le pidió al cura que
viniera para que bendijera la espada del joven. Habiendo llegado al umbral del salón y
viendo a Joanny, quien no veía al cura, junta las manos y murmura: «¡Pobre pequeño! Una
bala…, una bala…» Las palabras fueron escuchadas por una de las hermanas del oficial, la
señora de Montbriant y varias personas que lo rodeaban. El 18 de Junio, en el asalto a la
torre de Malakoff, Joanny de los Garets fue herido por una bala y murió tres días más tarde. (4) El cura de Ars parece haber previsto muy bien su muerte, así como había previsto la de
muchos otros. 
Catherine Lassagne, su vecina y criada habitual, cita a este respecto, varios hechos precisos. Antes de la fiesta de Corpus Christi en 1858, se le había ofrecido al cura una bella cinta para
sostener la custodia. «No la utilizaré más de dos veces,» dijo él. En 1859, en efecto, estaba
tan débil que no volvió a utilizar la custodia sino, únicamente en el momento de la
bendición. En la fiesta de todos los Santos envía a Catherine al castillo de Cibeins, «para
cobrar una renta de veinte francos diarios que le habían donado por caridad.» Esta será la
última vez, dijo él, un poco indeciso; después con un tono seguro, repite: Sí, será la última
vez.
Etiennette Durié, habitante de Ars muy allegada al cura, regresó el 18 de julio de Louvesc.
« Este es mi último año, le dijo el señor J. B. Vianney, me quedan pocos días de vida. «Pero, mi padre, ¿Cuándo vas a morir?» «Si no es a final de este mes, lo será al comienzo
del otro». «¿Cómo sabré el día si no me lo quieres decir?» Alguien te lo dirá; tú estarás en
mi entierro y habrás pasado la última noche en mi lecho de muerte».
Y como Etiennette Durié volvió a preguntar «No, mi niña, tú no lo sabrás sino hasta cuando
estés allí pues, tendrías muchas penas, pero te enterarás a su debido tiempo». Ella salió de Ars el 22 de Julio para Roanne. Llegó doce horas más tarde a esta ciudad y se
encontró con el padre Vadon que le anuncia la enfermedad del cura. Regresa
inmediatamente y llega a las cinco de la tarde a donde el señor cura J. Vianney, que había
muerto en la noche. (1) Había caído en cama para no levantarse más, el 29 de Julio. Hay otros fenómenos muy interesantes que se le atribuyen al cura de Ars, y habrían pasado
ignorados a no ser por el estudio que se ha hecho de sus facultades mediúmnicas. Parece
haber sido médium de aportes, si se consideran ciertos hechos fortuitos ocurridos en el
trigo de su granero en un momento particularmente  oportuno, y tal vez, de ingreso de
dinero.
Victorien Sardou recibió con agrado las rosas que caían de su techo. Pero la prudencia
extrema se impone en un trabajo que sólo encuentra documentación en la hagiografía * Así
que no insistiremos más sobre ese punto.
Por el contrario, tenemos todas las garantías para establecer, que el pobre cura de Ars,
como él se autodenominaba, fue víctima durante una gran parte de su vida de su propia
mediumnidad, transformando la casa cural en una verdadera casa encantada. Durante treinta
y cuatro años, desde 1824 a 1858, provoca muy a pesar suyo, las más diversas
manifestaciones. Naturalmente él las atribuía y las hacía atribuir al demonio, al que le
había dado para su uso personal el nombre familiar, de «grappin»( * ).
Las manifestaciones comenzaron durante el invierno de 1824 a 1825. Cada noche el cura
escuchaba rasgar las cortinas de su lecho que se encontraban en estado normal, a la
mañana siguiente el señor J. Vianney piensa que son las ratas, pero cuanto más sacudía
las cortinas para buscar las ratas, más intensos se sentían los ruidos. En medio de la noche,
bien pronto los golpes suenan contra las puertas, los gritos retumbaban en el patio. El cura
temía permanecer solo. Se vio en la necesidad de pedir la ayuda de un carretero de la
ciudad, André Verchère, quien nos ha dejado los relatos de los hechos a los cuales el asistió
. André Verchère era en ese entonces un joven fuerte y gallardo de 28 años.
Después de varios días el señor Vianney escuchó en el patio un ruido extraordinario. Una
tarde, nos encontramos y me dijo: «No sé si son los ladrones… podría usted venir a dormir
en la casa del cura».
«Muy agradado, señor cura, iré a buscar mi fusil». «Llegada la noche me fui para la casa del cura. Conversé animadamente con él hasta las
diez. «Vamos a acostarnos,» dijo finalmente. Me cede su habitación y él se pasa a la de al
lado. No pude dormir. Transcurrida una hora, escuché sacudir violentamente la empuñadura
y el picaporte de la puerta que comunica con el patio. Al mismo tiempo, contra la misma
puerta resonaban los golpes de un mazo, mientras que en el cuarto se escuchaba el sonido
atronador como el rodar de un carruaje. «Tomé mi fusil y precipitadamente abrí la ventana. Miré y no vi a nadie. La casa se
estremece durante cerca de un cuarto de hora. Las piernas me temblaban y me sentí así
durante ocho horas. Desde que comenzó el ruido, el señor cura había encendido una
lámpara. Vino hacia mí. - ¿Escuchó?, me preguntó. - Usted se ha dado cuenta que yo he escuchado, puesto que me levanté y tomé mi fusil. - El presbítero se estremeció como si la tierra hubiese temblado. - ¿Ha sentido miedo? Me pregunta el señor cura. - No, dije yo, no he sentido miedo pero he sentido temblar mis piernas. El cura va a
desplomarse. - ¿Qué cree usted que es? - Yo creo que es el diablo. «Cuando el ruido hubo cesado, nos recostamos nuevamente. El señor cura volvió en la tarde
siguiente y me pidió que volviera con él. Yo le respondí: «Ya he tenido bastante» (1). Ante la negativa del cochero, el señor J. Vianney se dirige al alcalde, autoridad de Ars,
quien le envía a su hijo, Antoine, de 26 años y al jardinero del castillo, Jean Cotton, de 24
años. Los dos jóvenes pasaron una docena de noches con el cura y no escucharon nada.
Sin embargo, relata Jean Cotton, que en cierto momento percibió un ruido semejante al
que produciría la hoja de un cuchillo golpeando con toques rápidos sobre una jarra de agua. Catherine Lassagne escuchó el mismo ruido en varias ocasiones y en diversas circunstancias. Margarita Vianney, hermana del cura, una noche después de acostar al presbítero, escuchó
a su hermano partir para la iglesia a una hora temprana de la mañana. Instantes antes del
amanecer, cerca de su lecho, escuchó un ruido muy fuerte como si cinco o seis hombres
hubiesen golpeado con fuertes golpes sobre la tabla del armario. Alertada, pero sin haber
descubierto nada al respecto, ella se vuelve a acostar; el ruido se repite. Presa del pánico
se levanta de un golpe y corre a la iglesia a encontrarse con su hermano. La señorita Marie Ricolier, vecina del cura, percibió los ruidos desde su casa. Amiel,
estucador en Montmerle, dijo al hotelero de Ars, François Pertinand: «No comprendo como
el cura se acuesta allí donde se producen ruidos tan atemorizantes. Yo viví varias noches
allí cuando hacía las estatuas para el cura Vianney. Denis Chaland de Boulignex, estudiante de filosofía, vino un día, en 1838, para confesarse
y fue recibido en la habitación del cura. «En medio de su confesión, declara, un barullo
general se produce en la habitación,en el reclinatorio así como en el resto de cosas. Nunca
más vuelve a confesarse con el cura de Ars. El mismo Denis Chaland, diez años más tarde,
sería pensionado como maestro de escuela en Ars. Algunas tardes, la curiosidad era más
fuerte, e iría con sus discípulos a pegar la oreja en la puerta del cura. Los niños
escucharon, varias veces, una voz gutural que decía: «¡Vianney, Vianney!»
En 1842, el mariscal de los porteros del Napoly, de la gendarmería de Messimy, vino muy
tarde a la curia de Ars. Era la medianoche y se encontraba a la entrada de la puerta, cuando
escuchó los mismos llamados repetidas veces. El cura de Ars declararía por su propia voluntad, que el diablo había traído su lecho para
su habitación. En 1826, el ruido se había repetido en otras curias, durante una misión a
Montmerle, el demonio se había arrastrado a través del cuarto donde él dormía y donde
se encontraba el lecho del cura. Ahora bien, recordemos que el señor J.Vianney no era
profeta entre sus paisanos, durante ese tiempo ni después. El éxodo de sus fieles de Ars, el
conocimiento que tenían los curas de la poca cultura de su hermano, así como su género de
vida y otras cosas más, también lo indispusieron en ese sentido. Algunos le escribieron cartas
muy desagradables, otros lo insultarían desde el púlpito; todos le hacían el ridículo, por lo
menos. Se burlaban con ganas de la historia de Montmerle.
El invierno siguiente, durante el jubileo que se predicaría en San Trivier, en Moignand, el
cura de Ars fue invitado para prestar su concurso. Desde las primeras tardes se produjeron
los rumores insólitos en la curia de San Trivier, usualmente tranquila. Los colegas del cura de
Ars alojados bajo su mismo techo lo llenaron de reproches. Tan pronto se acostaba
comenzaban los ruidos en su habitación. «Es el «grappin,» respondía él. Pero los demás
rehusaban creerle, naturalmente. «Usted no come, no duerme, eso está dentro de su cabeza;
las ratas caminan dentro de su cerebro». Una noche cuando las críticas eran más fuertes, se
escuchó el sonido parecido al de un carruaje muy cargado. El cura tiembla, la casa parecía
venirse abajo. Todo el mundo se levanta aterrorizado. Allí se encontraban el cura de Saint
Trivier, el señor Grangier, el señor Benoît, su vicario, un soldado anciano, el abate Chevalon,
misionero de la diócesis y el sirviente Denise Lanvis. Se produjo tal estrépito que el vicario
creía que asesinarían al cura de Ars. Todos corrieron valerosamente, hacia la habitación y
vieron al señor J. Vianney tranquilamente acostado en su lecho, que se había rodado hacia
el centro de la pieza. Los fenómenos de esta naturaleza, que no tenemos razón de poner en duda, ¿producidos
mucho tiempo después, no harán creer a otros en todo menos en el demonio? El presbítero
de Ars, el de San Trivier, no concuerdan en lo sucedido, por ejemplo, en la villa Constantina,
de la cual nos habla el preocupado Camilo Flammarion, y el señor J. Vianney, ¿no sería el
pariente psíquico más cercano de la joven Marie Pascarel? Para terminar, decimos que en su
vida encontramos una historia como una pintura, similar a la de la casa de Auvergne, sin
olvidar el incendio espontáneo el cual parece haber sucedido en esa misma casa. ; en fin,
decimos que su presbítero extrañamente se parece al pastor anglicano Russel Wallace. Fue un hombre valeroso, un buen asceta, muy puro, muy recto, que la iglesia católica
beatificó el 8 de enero de 1905, y lo proclama santo el 31 de marzo de 1925. El fue, pues
bien, muy a su pesar y en contra de su voluntad, si él lo hubiera sabido, un médium de los
mejor dotados, de los más diversos y más destacados. No queremos pensar que él creyera
legítimo culpar al Espiritismo y a los espíritas, y desear, si no es demasiado tarde para esto,
que en su región natal algún espíritu curioso, instruido y deseoso de saber y de hacerse
conocer, tome como pretexto este estudio para resaltar la verdadera fisonomía.
Edmond Sylvain Tomado de «La Revue Spirite 58»



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             EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LOS 
            MÉDIUMS PRINCIPIANTES


El escollo de la mayor parte de los médiums principiantes está en tener comunicaciones con Espíritus inferiores y deben tenerse por dichosos cuando sólo son Espíritus ligeros.
Toda su atención debe fijarse en no dejarles tomar pie, porque una vez han echado el  ancla no siempre es fácil desembarazarse de ellos. Este punto es tan capital, sobre todo al principio, que sin las precauciones necesarias puede perderse el fruto de las más bellas facultades.
Lo primero que debe hacerse es ponerse con una fe sincera bajo la protección de Dios y reclamar la asistencia del ángel de la guarda; éste es siempre bueno, mientras que los Espíritus familiares, simpatizando con las buenas o las malas cualidades del médium, pueden ser ligeros y también malos. Después es preciso dedicarse con un cuidado escrupuloso a reconocer por todos los indicios que suministra la experiencia, la naturaleza de los primeros Espíritus que se comunican, y de los cuales es siempre prudente desconfiar. Si estos indicios son sospechosos, debe hacerse una evocación ferviente al ángel de la guarda, y rechazar con todas sus fuerzas al Espíritu malo,probándole que uno no es su juguete, a fin de desanimarle. Por esto es indispensable el previo estudio de la teoría si se quieren evitar los inconvenientes inseparables de la inexperiencia; sobre este asunto se encontrarán instrucciones muy extensas en los capítulos de “La Obsesión” y de la “Identidad de los Espíritus”. Limitándonos ahora a decir que además del lenguaje se pueden tener como pruebas infalibles de la inferioridad de los Espíritus, todos los signos, figuras, emblemas inútiles o pueriles, toda escritura extravagante, truncada y torcida con intención, de dimensiones exageradas o afectando formas ridículas e inusitadas; la escritura puede ser muy mala, aun poco legible, lo que depende más bien del médium que de los Espíritus, sin tener nada de insólito.
Hemos visto médiums de tal modo engañados, que medían la superioridad de los Espíritus por la dimensión de los caracteres,dando gran importancia a las letras de molde como caracteres de imprenta, puerilidad evidentemente incompatible con una superioridad real.

212. Es muy importante no caer sin quererlo bajo la dependencia de los Espíritus malos, pero lo es más aún el hacerlo voluntariamente, y es preciso evitar que un deseo inmoderado de escribir haga creer que es indiferente el dirigirse al primero que se presenta, del que no se podrá desembarazar más tarde, si no conviene, porque nadie pide asistencia a un mal Espíritu impunemente, pues éste hace pagar caro sus servicios.
Algunas personas, impacientes por ver desarrollarse en ellas la facultad mediúmnica, demasiado lenta a su parecer, han tenido la idea de llamar en su ayuda a un Espíritu cualquiera, aunque fuese malo, contando con poderlo despedir en seguida.
Muchos han sido servidos a su gusto y han escrito inmediatamente; pero el Espíritu, haciendo poco caso de que le llamasen porque no podían escribir, no ha sido tan dócil en irse como en presentarse. Conocemos algunos que han sido castigados con obsesiones de años y de todas clases, por las más ridículas sofisticaciones, por una fascinación tenaz y aun por desgracias materiales, y las crueles decepciones por creerse bastante fuertes para alejarles cuando quisieran. El Espíritu se muestra, desde luego, abiertamente malvado, después hipócrita a fin de hacer creer o en su conversión o en la pretendida potencia de subyugado, para echarle a su voluntad.

217. Una vez desarrollada la facultad en el médium es esencial que no haga de ella un abuso. La satisfacción que procura a ciertos principiantes excita en ellos un entusiasmo que es importante moderar; deben pensar que se les ha dado para el bien y no para satisfacer una vana curiosidad; por esto es útil servirse de ella en los momentos oportunos y no a cada instante; como los Espíritus no están constantemente a sus órdenes, corren el riesgo de ser chasqueados por mixtificadores. A este objeto es conveniente adoptar días y horas determinadas, porque de este modo hay mejores disposiciones y más recogimiento, y los Espíritus que quieran presentarse están prevenidos y se disponen en consecuencia.

 218. Si a pesar de todas las tentativas no se revela la mediumnidad de ningún modo, será menester renunciar a ella,como se renuncia a cantar cuando no se tiene voz. El que sólo sabe una lengua se sirve de un traductor; debe, pues, hacer lo mismo, es decir, recurrir a otro médium. Nadie debe creerse privado de la asistencia de los Espíritus por falta de médium. La mediumnidad es para ellos un medio de expresarse, y no un medio exclusivo de atracción; los que no tienen afecto están al lado nuestro, seamos o no médiums; un padre no abandonará a su hijo porque sea sordo y ciego y no pueda verle ni oírle; le rodea con solicitud como lo hacen los buenos Espíritus con nosotros; si no pueden transmitirnos materialmente su pensamiento, nos ayudan por medio de la inspiración.

El Libro de los Médiums
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            NOSTALGIA Y DEPRESIÓN.

Los síndromes de infelicidad cultivada se convierten en estados patológicos más profundos de nostalgia, que inducen a la depresión. El ser humano tiene necesidad de auto-expresión, y eso solamente es posible cuando se siente libre. Víctima de la inseguridad y por el arrepentimiento, se convierte en juguete de la nostalgia y de la depresión, perdiendo la libertad de movimientos, de acción y de aspiración, frente al estado sombrío en que se oculta. La nostalgia refleja evocaciones inconscientes, que parecen haber sido ricas en momentos felices, que no se experimentan más. Puede proceder de existencias pasadas del Espíritu, que ahora las recapitula en los recónditos del ser, lamentado, sin darse cuenta, no disfrutarlas más; o de consecuencias actuales.

Toda perdida de bienes y de dádivas del placer, de júbilos, que ya no retornan, producen estados nostálgicos. Sin embargo, esa presentación inicial es saludable, porque expresa equilibrio, oscilaciones de las emociones dentro de parámetros perfectamente naturales. Cuando, se incorpora al día, día, generando tristeza y pesimismo, se convierte en disturbio que se agrava en la razón directa en que reincide en el comportamiento emocional. La depresión es siempre una forma patológica del estado nostálgico. Ese desgaste emocional, es también corporal, ya que se entrelazan los fenómenos físicos y psicológicos. La depresión es acompañada, casi siempre, de la perdida de la fe en sí mismo, en las demás personas y en Dios… 

Los postulados religiosos no consiguen permanecer generando equilibrio, porque se caen ante las reacciones aflictivas del organismo físico. No se cree capaz de reaccionar en un estado incierto, caracteriza la gravedad del trastorno emocional. Se tiene en mente un instrumento cualquiera. Cuando armonizado, con las piezas ajustadas, produce, siendo utilizado con precisión en su función. Cuando presenta cualquier irregularidad mecánica, pierde la calidad de acción. Si la deficiencia es grave, presentándose en alguna pieza relevante, para nada servirá. Del mismo modo, la depresión tiene su repercusión orgánica o viceversa. Un equipamiento desorganizado no puede producir como sería de desear. Así, el cuerpo en desajuste lleva a estados emocionales irregulares, tanto como esos producen sensaciones perturbadoras en la conducta psicológica.

En su inicio, la depresión se presenta como desinterés por las cosas y personas que antes tenían sentido existencial, actividades que estimulaban la lucha, realizaciones que eran motivadoras para el sentido de la vida. A la medida que se agrava, la alienación va haciendo que el paciente se encuentre en un lugar donde no está su realidad. Podrá detenerse en cualquier situación sin que participe de lo ocurrido, mirada distante y la mente en acción, fijada en la propia compasión, sin creer que haya recuperación de la salud. Normalmente, la gran mayoría de depresivos pueden conservar la rutina de la vida, aunque bajo expresivo esfuerzo, viéndose incapaz de resistirse de la situación vejatoria, desagradable, por mucho tiempo.
En un estado saludable, el individuo se siente bien, experimentando también dolor, tristeza, nostalgia, ansiedad, ya que esa oscilación de la normalidad es característica de ella misma. Todavía, cuando tales consecuencias producen infelicidad, presentándose como verdaderas desgracias, he aquí que la depresión se está fijando, tomando cuerpo lentamente, en forma de reacción al mundo y a todos sus elementos. La dolencia emocional, de ese modo, se presenta en ambos niveles de la personalidad humana: cuerpo y mente. El sonido proviene del instrumento. Lo que al segundo afecta, se refleja en el primero, en su calidad de exteriorización. Ideas tardíamente recalcadas, que se niegan a manifestarse, tristezas, incertezas, miedos, celos, ansiedades contribuyen para estados nostálgicos y depresivos, que solamente pueden ser resueltos, a medida que sean liberados, dejando la área psicológica en que se refugian y liberándola de la carga emocional perturbadora.

Toda limitación, toda represión produce efectos devastadores en el comportamiento emocional, dando campo a la instalación de desordenes de la personalidad, de entre las cuales se destaca la depresión. Es imprescindible, por tanto, que el paciente entre en contacto con su conflicto, que lo libere, de ese modo superando el estado depresivo. En otras veces, la perdida de los sentimientos, la fuga para una apariencia indiferente delante de las desgracias propias o ajenas, un falso estoicismo contribuyen para que el cerrarse en sí mismo, se transforme en un permanente estado de depresión, por negarse a amar, aunque reclamando la falta de amor de los otros.

Delante de alguien que realmente se interese por su problema, el paciente puede experimentar una explosión de lágrimas, aunque, si no estuviera interesado profundamente en desembarazarse de la coraza retentiva, cerrándose otra vez para proseguir en la actitud estoica que le agrada, negando el mundo y las consecuencias desagradables, permanecerá aislado en el trastorno depresivo. No siempre la depresión se expresara de forma auto destructiva, pero si con estado de corazón pesado o preso, disfrazando el esfuerzo que se hace para la rutina cotidiana, ante las corrientes que lo postran en la cama y allí lo retienen. Para que se logre proseguir, es común al paciente la adopción de una actitud de rigidez, de determinación y desinterés por su vida interna, poniendo una máscara al rostro, que se presenta patibulario, y pueden ser percibidas en el cuerpo esas decisiones en forma de rigidez, falta de movimientos armónicos…

Aun podemos relacionar como psicogenesis de algunos estados depresivos con impulsos suicidas, la conclusión a que el individuo llega, considerándose un fracaso en su condición, masculina o femenina, determinándose por no continuar la existencia. La situación es más grave, cuando se acerca a una edad especial, 35 o 40 años, un poco más, un poco menos, y le parece que no consiguió lo que anhelaba, no habiéndose realizado en tal o cual área, aunque se encuentre muy bien. Esa reflexión auto punitiva de la génesis a estado depresivo con inducción al suicidio. Ese sentimiento de fracaso, de imposibilidad de éxito puede, también, originarse en alguna agresión o rechazo en la infancia, por parte del padre o de la madre, creando una negación por el cuerpo o por sí mismo, y, cuando de causa sexual, perturbando completamente la madurez y la expresión de la libido.
En ese capítulo, anotamos la fuerte incidencia de fenómenos obsesivos, que pueden desencadenar el proceso depresivo, abriendo espacio para el suicidio, o fijándose, a partir del trastorno psicótico, dirigiendo al paciente para la etapa trágica del auto destrucción. Sea, lo que sea la génesis de esos disturbios, es de relevante importancia para el enfermo considerar que no está enfermo, sino que se encuentra en fase de dolencia, trabajándose sin auto conmiseración, ni auto punición para reencontrar los objetivos de la existencia. Sin el esfuerzo personal, muy difícilmente se encontrara una fórmula ideal para el reequilibrio, incluso bajo la terapia de neurolépticos.

El encuentro con la consciencia, a través de valorar las posibilidades que se diseñan para el ser, en su proceso evolutivo, tiene un valor importante, porque lo libera de la fijación de la idea depresiva, de la auto compasión, facultando campo para la renovación mental y la acción constructora. Sin duda, una disciplina bien orientada de movimientos corporales, revitalizando los anillos y proporcionando estímulos físicos, contribuye de forma valiosa para la liberación de los miasmas que intoxican los centros de fuerza. Naturalmente, cuando el proceso se instala, nostalgia que lleva a la depresión, la terapia bioenergética (Reich, como también la espirita), la logoterapia (Viktor Frankl), o conforme se presentan las síndromes, el concurso de lo psicoterapeuta especializado, bien como de un grupo de ayuda, son indispensable.

La elección del recurso terapéutico deber se hecha por el paciente, si dispusiera de la necesaria lucidez, o de los familiares, con mejor juicio, a fin de evitar daños comprensibles, los cuales, ocurriendo, generan más complejidades y dificultades de recuperación. Sea, sin embargo, cual fuera la problemática en esa área, la creación de una psicosfera saludable en torno del paciente, el cambio de factores psicosociales en el hogar e incluso en el ambiente de trabajo constituyen valiosos recursos para la reconquista de la salud mental y emocional. El hombre es la medida de sus esfuerzos y luchas interiores para el auto crecimiento, para la adquisición de los paisajes emocionales.

Espíritu Joanna de Angelis


Médium Divaldo Pereira Franco 
Extraído del libro “Amor, Imbatíbel Amor”
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