viernes, 22 de julio de 2016

Desarrollo de la Mediumnidad





    Afecto de los Espíritus hacia           
         determinadas personas


    Los Espíritus, ¿profesan un afecto preferencial hacia determinadas personas?

“Los Espíritus buenos simpatizan con los hombres de bien o con los que son susceptibles de mejorar. Los Espíritus inferiores, con los hombres viciosos o con los que pueden llegar a serlo. De ahí su apego, efecto de la semejanza de las sensaciones.”

* El afecto de los Espíritus hacia determinadas personas, ¿es exclusivamente moral?

“El afecto verdadero no tiene nada de carnal. Sin embargo, cuando un Espíritu se apega a una persona, no siempre lo hace por afecto, pues en eso puede mezclarse un recuerdo de las pasiones humanas.”.

 Los Espíritus, ¿se interesan por nuestras desdichas y por nuestra prosperidad? Los que nos quieren bien, ¿se afligen por los males que experimentamos en la vida?

“Los Espíritus buenos hacen todo el bien que les es posible y se sienten felices por vuestras alegrías. Se afligen por vuestros males cuando no los soportáis con resignación, porque en tal caso esos males no os reportan ningún beneficio, ya que procedéis como el enfermo que rechaza el brebaje amargo que habrá de curarlo.”

487. ¿Cuál de nuestros males aflige más a los Espíritus: el mal físico o el moral?

“Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón. De ahí deriva todo. Ellos se ríen, en cambio, de esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, así como se regocijan por aquellos males cuyo efecto es abreviar vuestro período de prueba.”

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS.-  ALLAN KARDEC

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  Unión del principio espiritual con la materia


. Puesto que la materia debía ser el objeto del trabajo del Espíritu para el desarrollo de sus facultades, era necesario que este pudiese actuar sobre ella, razón por la cual tuvo que habitarla, como el leñador habita en el bosque. Como la materia debía ser al mismo tiempo el objetivo y el instrumento del trabajo, Dios, en vez de unir el Espíritu a la piedra rígida creó, para su uso, cuerpos organizados, flexibles y capaces de recibir todos los impulsos de su voluntad, así como también de prestarse a todos sus movimientos.Por lo tanto, el cuerpo es al mismo tiempo la envoltura y el instrumento del Espíritu. A medida que este adquiere nuevas aptitudes, se reviste con una envoltura apropiada al nuevo tipo de trabajo que le corresponde realizar, tal como se hace con el operario a quien se le confía una herramienta menos sencilla a medida que demuestra su capacidad para realizar una tarea más delicada.
*. Para ser más exactos, es necesario expresar que el Espíritu mismo es el que modela su envoltura y la adecua a sus nuevas necesidades; perfecciona, desarrolla y completa su organismo a medida que experimenta la necesidad de poner de manifiesto nuevas facultades; en una palabra, lo adapta de acuerdo con su inteligencia.
Dios le proporciona los materiales, y a él le corresponde hacer uso de ellos. A eso se debe que las razas más avanzadas tienen un organismo o, si se quiere, un mecanismo cerebral más perfeccionado que el de las razas primitivas. De ese modo también se explica la marca especial que el carácter del Espíritu imprime a los rasgos de la fisonomía y a las líneas del cuerpo.
EL GENESIS
ALLAN KARDEC.

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“El tiempo es la divisa de tu vida. Es la única divisa que tienes, y solo tu puedes determinar como será gastada. Se cuidadoso y no permitas que otras personas la gasten por ti.” 
Carl Sandburg

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      CIENCIA Y ESPIRITISMO 

           EL ESPÍRITU Y LA LOCURA 


El Espiritismo nos dice que cualquier gran preocupación intelectual puede acarrear la locura. 
La observación de que algunos trastornos mentales, como la esquizofrenia y la psicosis maníacodepresiva, mostraban una carga familiar, procede de siglos atrás. La investigación genética empezó a interesarse por los trastornos psiquiátricos en la segunda mitad del siglo XX, a partir de diversos estudios epidemiológicos que mostraban la influencia que la herencia tenía en el desarrollo de los trastornos mentales. Uno de los estudios pioneros en la demostración del componente hereditario en los trastornos psiquiátricos fue el realizado por el grupo de Kety, en la década de los sesenta, sobre un grupo de esquízofrénicos adoptados que mostraban una mayor incidencia de la enfermedad en los familiares biológicos de estos enfermos. Posteriormente se han realizado numerosos estudios de epidemiología genética (estudios en familias, gemelos y adoptados) en distintos trastornos mentales, que han confirmado y han permitido cuantificar la contribución genética en la causa de los mismos. 
A partir de estos hallazgos, se empezó a aplicar en psiquiatría la tecnología de la genética molecular, en un intento de identificar los genes causantes de las mismas. 
La atención se centró inicialmente en patologías con una clara agregación familiar, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que han sido objeto de un mayor número de estudios. Posteriormente se han incorporado como objetivo de la investigación genética otras entidades en las que se ha ido evidenciando un componente familiar, como el alcoholismo, las demencias (en particular la enfermedad de Alzheimer), el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno del control de impulsos, el retraso mental, los trastornos alimentarios, y también la exploración de determinados rasgos, conductas, capacidades psicológicas y sus variaciones, incluyendo cuestiones tan complejas como la inteligencia o los rasgos de personalidad. 
En los últimos años se ha producido un importante desarrollo de la investigación genética de los trastornos mentales y se ha reconocido un componente hereditario en muchos de ellos. Sin embargo, la naturaleza compleja de estas patologías y otros factores de orden metodológico han contribuido a que los resultados hasta ahora obtenidos no sean proporcionales al esfuerzo realizado. Los hallazgos han puesto en evidencia la complejidad genética de estos trastornos, que no se ajustan a un modelo de herencia mendeliano. 

A la vista de los conocimientos actuales, parece que las enfermedades psiquiátricas seguirían un modelo de herencia poligénico (múltiples genes) y multifactorial (producidas por múltiples factores, tanto genéticos como ambientales), en el que podrían ser muchos los genes implicados en la etiopatogenia. La ciencia opina que los factores ambientales tendrían según este modelo un papel destacado, y sería la interacción compleja entre los factores genéticos y ambientales la que explicaría el desarrollo de estos trastornos, si bien las técnicas disponibles en la actualidad no permiten por el momento esclarecer la naturaleza de dichas interacciones. 
El Espiritismo nos dice que cualquier gran preocupación intelectual puede acarrear la locura. 
Ciencias, artes, y hasta la religión, aportan a ella sus contingentes. La locura tiene por causa primera una predisposición orgánica del cerebro, que lo hace más o menos susceptible a ciertas impresiones. Existiendo una predisposición a la demencia, ésta tomará el aspecto de la preocupación principal del individuo, que se convierte entonces en una idea fija. Tal idea fija podrá ser la de los Espíritus, en quien se ha ocupado de ello, como puede ser asímismo la de Dios, los ángeles, el diablo, la fortuna, el poder, un arte, una ciencia, la maternidad o un sistema político o social. Es probable que el demente religioso se transforme en un demente espírita, si su preocupación dominante ha sido el Espiritismo, así como el demente espírita lo hubiera sido por otro motivo, según las circunstancias. 
Entre las causas más numerosas de la sobreexcitación cerebral hay que incluir las desilusiones y desgracias, así como los afectos contrariados, que son al mismo tiempo las causas más frecuentes de suicidio. Ahora bien, el verdadero espírita contempla las cosas del mundo desde un punto de vista tan elevado, ellas se le muestran tan pequeñas y mezquinas en comparación con el porvenir que le aguarda, la vida es para él tan corta y efímera que las tribulaciones no son, a sus ojos, sino los incidentes desagradables de un viaje. Aquello que en otra persona produciría una emoción violenta, a él le afecta medianamente. Sabe, además, que los pesares de la vida son pruebas que concurren a su adelanto si las sufre sin murmurar, por cuanto se le recompensará según sea el valor con que las soportó. Así pues, sus convicciones le dan una resignación que le preserva de la desesperación y, por consiguiente, de una de las causas más comunes de locura y suicidio. Conoce también, por la prueba que el ofrecen las comunicaciones con los Espíritus, la suerte que toca a aquellos que abrevian voluntariamente su vida, y el cuadro que se le presenta es adecuado para moverlo a reflexión. De ahí que sea considerable el número de personas que han sido detenidas en esa pendiente funesta. Es ese uno de los resultados del Espiritismo. 
En la locura: ¿cuál es la situación del Espíritu? Pues, en estado de libertad, el Espíritu recibe directamente sus impresiones y ejerce asimismo de manera directa su acción sobre la materia, pero, si se encuentra encarnado, se halla en condiciones del todo diferentes y en la necesidad de hacerlo sólo con ayuda de órganos especiales. Si una parte o el conjunto de tales órganos se ha alterado, su acción o sus impresiones, en lo que a dichos órganos concierne, se ven interrumpidas. Si pierde los ojos se vuelve ciego. Si se trata del oído, se torna sordo, etcétera. Ahora, figúrate que el órgano que preside los efectos de la inteligencia y de la voluntad sea parcial o enteramente afectado o modificado, y te será fácil comprender que, no teniendo ya el Espíritu a su servicio sino órganos incompletos o desnaturalizados, de ello debe resultar una perturbación de la que el Espíritu –para consigo mismo y en su fuero interno– tiene perfecta conciencia, pero cuyo curso no es dueño de detener. 
Entonces ¿es siempre el cuerpo y no el Espíritu el que está desorganizado? En efecto, pero no hay que perder de vista que, así como el Espíritu obra sobre la materia, ésta reacciona sobre él en cierta medida, y el Espíritu puede encontrarse momentáneamente impresionado por la alteración de los órganos por los cuales manifiesta y recibe sus impresiones. Puede suceder que a la larga, cuando la locura haya durado mucho tiempo, la repetición de los mismos actos termine por ejercer sobre el Espíritu una influencia de la que no es liberado sino después de haberse separado por completo de toda impresión material. 
¿Cómo puede la alteración del cerebro reaccionar sobre el Espíritu después de la muerte? Es un recuerdo. Un peso oprime al Espíritu, y como no ha tenido conocimiento de cuando ha ocurrido durante su demencia, siempre necesita cierto tiempo para volver a ponerse al corriente de la situación. De ahí que, cuanto más haya durado su locura en vida, más durará su molestia, el constreñimiento después de la muerte. El Espíritu desprendido del cuerpo sigue sintiendo durante algún tiempo la impresión de sus ligaduras. 
El Espiritismo afirma que el noventa por ciento de los casos de locura, exceptuando aquellos que se originan por la infección, degeneración o malformación, es producto de las consecuencias de las faltas graves que practicamos, con la impaciencia o con la tristeza, es decir, mediante actitudes mentales que imprimen deplorables reflejos a los que las acogen y alimentan. Una vez instaladas esas fuerzas desequilibrantes en el interior, se inicia la desintegración de la armonía mental. Ésta a veces perdura, no solo en una existencia, sino en varias, hasta que la persona se disponga, con fidelidad, a valerse de las bendiciones divinas que le adornan, para restablecer la tranquilidad y la capacidad de renovación que le son inherentes, en un bendito servicio evolutivo. 
Es imposible pretender la cura de los locos mediante procesos exclusivamente objetivos. Es indispensable penetrar el alma y la médula de la personalidad, mejorar los efectos ayudando a las causas; por consiguiente, no restauraremos cuerpos enfermos sin los recursos del Médico Divino de las almas, que es Jesucristo. Los médicos harán siempre mucho, intentando rectificar la disfunción de las células; no obstante, es necesario intervenir en los orígenes de las perturbaciones. 
Al decir esto, no subestimamos el trabajo de los psiquiatras y psicólogos abnegados, que invierten su existencia en la dedicación a los semejantes, ni decimos que todos los enfermos, sin excepción, no puedan recibir la ayuda de los tratamientos médicos, tan necesarios en muchas personas, como una “ducha para los nervios sucios”. 
Cuando tratamos a nuestros hermanos, que sufren lesiones del periespíritu, consecuencias vivas de sus actos, registrados por la justicia universal, es indispensable, para asistirlos con éxito, remontarnos al origen de las perturbaciones que les molestan; y esto se hará no mediante el psicoanálisis sino ayudándoles con la fuerza de la fraternidad y del amor, para que alcancen la imprescindible comprensión de que deben cambiar, reajustando sus propias fuerzas. 
La personalidad no es obra de la fábrica interna de las glándulas, sino producto de la química mental. 
La medicina podrá hacer mucho con fármacos, como una ayuda rápida a los conjuntos celulares, pero no sanará las lesiones del pensamiento. 
La genética, un poco hoy, un poco mañana, podrá interferir en las cámaras secretas de la vida humana, modificando la armonía de los cromosomas, en el sentido de imponer determinadas características físicas al embrión, pero no alcanzará la zona más alta de la mente, que mantendrá características propias, independiente de la forma exterior o de las convenciones establecidas. La medicina inventará mil modos de ayudar al cuerpo tocado en su equilibrio interno, por esa difícil labor, nos merecerá siempre una sincera admiración y ferviente amor, pero debemos practicar la medicina del alma, que ampare al espíritu envuelto en las sombras. 

El Espiritismo afirma que el 90% de los casos de locura, exceptuando aquellos que se originan por la infección, degeneración o malformación, es producto de las consecuencias de las faltas graves que practicamos, con la impaciencia o con la tristeza… 

Wellington Bossi y Jonathan Levy, revista Visión Espírita nº 8 
                                      
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            SONAMBULISMO, EXTASIS

                   Y DOBLE VISTA 



Lo que caracteriza este estado es que en el individuo, aunque esté durmiendo, se mueve y procede como si estuviera despierto. Se levanta, camina y practica actos propios de su vida habitual, con absoluta seguridad y perfección. Se caracteriza además porque al despertar, el sonámbulo pierde el recuerdo de lo que hizo cuando dormía. Gabriel Delanne, en su obra «El Espiritismo delante de la Ciencia», relata «(…) la historia de un joven sacerdote que se levanta todas las noches, iba hasta su escritorio, componía sermones y volvía a acostarse. Cuando terminaba una pagina, la leía en voz alta, desde el principio al fin. (Si se puede llamar lectura a esta acción sin el concurso de los ojos). 

Que el cura no veía ni leía con el auxilio de los ojos quedó probado por algunos de sus amigos, que queriendo verificar si de hecho dormía, se pusieron a vigilarlo y cierta noche en que se levantó y estaba escribiendo, interpusieron entre sus ojos y el papel, un grueso cartón, que no impidió que continuara escribiendo ni que después leyera todo el escrito. Lo que acontece, por lo tanto, en el sonambulismo, en forma análoga a lo que ocurre en el sueño común, es que el Espíritu del sonámbulo se desprende, su alma se emancipa y ve con los ojos del Espíritu; con la particularidad de que, aunque esté fuera de el, prosigue ejerciendo una fuerza sobre el cuerpo en reposo y que se manifiesta por una acción rectora totalmente ajena a los sentidos corporales, es decir, el alma está en vela en tanto que el cuerpo duerme. Y lo hace con mucha seguridad, como prueban los hechos - relatados por diferentes autores - de sonámbulos que suben a tejados, que andan al borde de precipicios sin accidentarse; otros practican actos profesionales que exigen delicadas manipulaciones técnicas y sólidos conocimientos científicos. El hecho que sigue es muy interesante, extraído de la obra citada, de Gabriel Delanne: un farmacéutico, se levantaba todas las noches durante el sueño al laboratorio de su farmacia, a continuar la preparación de recetas que no había acabado durante el día. En esa labor nocturna encendía hornos, preparaba alambiques, retortas, recipientes, manejaba tubos de ensayos, todo con la mayor prudencia y perecía, sin que nunca le sucediera ningún accidente. Las recetas enviadas por los médicos, que todavía no estaban preparadas, las tomaba de una gaveta cerrada, la abría, colocaba las recetas sobre la mesa, las apilaba y procedía, una tras otra a prepararlas. Tomaba la balanza de precisión, elegía las pesas y pesaba con exactitud farmacéutica las dosis mínimas de las sustancias, a las que trituraba, mezclándolas con los vehículos adecuados y las ponía en frascos o pequeños envoltorios, de acuerdo con la naturaleza, le colocaba los rótulos y disponía todo en la estantería, en orden, a fin de que fueran entregadas a los clientes. 

¿Cómo explicar, nos preguntamos, que ese hombre hiciera todo eso mientras dormía, con los ojos cerrados, que leyera las recetas y las preparase con mayor precisión, si no se admitiera que era su alma emancipada la que leía, fuera del cuerpo, con la visión del espíritu, como también era ella la que dirigía sus manos en todas las manipulaciones hechas? Lo más sorprendente, además y que da un vigoroso refuerzo a esta tesis, es que el sonámbulo piensa y razona claramente, al obrar en estado de desprendimiento, conforme con las explicación dada por el Dr. Esquirol, reproducida en la citada obra de 

Gabriel Delanne: “un farmacéutico se levantaba todas las noches y preparaba las pociones cuyas fórmulas se encontraban sobre la mesa. Para verificar si había discernimiento por parte del sonámbulo o solamente movimientos automáticos, un medico coloco en el mostrador de la farmacia la siguiente receta: 

Sublimado corrosivo: 2 octavas 
Agua destilada: 4 onzas 
Para tomar de una vez 

El farmacéutico se levantó durante el sueño y, como era habitual, bajó a su laboratorio; tomo la receta, la leyó varias veces, mostrándose muy sorprendido y entablo el siguiente monologo, que el autor de la narración, oculto en el laboratorio, transcribió palabra por palabra: - Es imposible que el doctor no se haya equivocado en esta formula; dos granos serian suficientes; pero aquí está claramente escrito 2 octavas, que son más de 159 granos. Indudablemente se equivocó. No preparo esta poción. Tomo seguidamente diversas prescripciones que estaban sobre la mesa, las preparó, las rotulo, y las colocó en orden para ser entregadas al día siguiente.” Este hecho demuestra holgadamente que durante el estado de sonambulismo el alma de la sonámbula vela con la más amplia lucidez. En los casos de sonambulismo se tiene, por lo tanto, la prueba más evidente de la existencia del alma humana como ser independiente, causa real de todas las actividades psicológicas del hombre; en suma, del alma humana como Espíritu encarnado, para el cual el cuerpo físico es solamente el instrumento para sus relaciones con el mundo material. 

¿El sonambulismo natural puede tener alguna relación con los sueños? Según los Espíritus de la Codificación, “Es un estado de independencia del Espíritu, más completo que el del sueño, estado en que mayor amplitud adquieren sus facultades. El alma tiene entonces percepciones que no tiene durante el sueño, que es un estado de sonambulismo imperfecto.” Todos los hechos y las consideraciones efectuadas hasta aquí, se refieren al sonambulismo natural; es decir, el que se manifiesta espontáneamente en algunos individuos. Existe, sin embargo, el sonambulismo animal. El sonambulismo magnético, como se le llama, fue introducido en Francia por el médico austriaco Franz Antón Mesmer, atendiendo a fines curadores. Fue uno de los discípulos de Mesmer, el Marqués de Puysegur, quien descubrió el sonambulismo en individuos magnetizados. A pesar de que los sonámbulos vean con los ojos del alma, no siempre ven todo, pudiendo equivocarse al respecto. Esto ocurre, según nos dicen los espíritus superiores, porque en primer lugar, a los Espíritus imperfectos no les es dado ver todo ni saber todo. Y luego, cuando están unidos a la materia, no gozan de todas sus facultades de Espíritu. 

Es preciso considerar que los sonámbulos pueden entrar en relación con otros Espíritus que les transmiten lo que deben decir y suplen la incapacidad que aquellos denotan. Esto se verifica principalmente en las prescripciones médicas. El Espíritu sonámbulo ve el mal y otro le indica el remedio. En este caso, cuando el sonámbulo obra según la orientación de otros Espíritus, se caracteriza una acción mediúmnica, porque él (el sonámbulo) es instrumento de otras inteligencias. Es pasivo y lo que dice no previene de sí mismo. En resumen, el sonámbulo revela un hecho anímico cuando expresa su propio conocimiento, mientras que el médium sonambulito manifiesta el conocimiento de otro. Con el correr del tiempo, los investigadores dedicados al estudio del sonambulismo descubrieron que había sonámbulos lúcidos que leían a través de cuerpos opacos; que puestos en contacto con una persona enferma, no sólo veían los órganos internos atacados por el mal, si no que además manifestaban los mismos síntomas mórbidos; que veían con otras partes del cuerpo, las manos, el abdomen, etc., en suma lo que se llamó la transposición de los sentidos, pero que en verdad eran los sentidos del alma emancipada en funcionamiento. En fin, por la acción magnética surgieron los sonámbulos, que veían a distancia, realizaban, “viajes” en los que muchas veces percibían paisajes bellos y admirables, más que los de la Tierra. El magnetismo dejó de ser un simple proceso curativo y se transformó también en una puerta abierta a lo que entonces se consideraba como sobrenatural; tanto más que muchos sonámbulos, percibían también a los Espíritus que no estaban encarnados, entraban en relación con ellos y recibían sus intrusiones morales e indicaciones terapéuticas que transmitían a los hombres. Desde este aspecto, el sonámbulo fue un verdadero precursor del Espiritismo. 

Veamos ahora que se encuentra al respecto en “El Libro de los Espíritus” 

¿El llamado sonambulismo magnético tiene alguna relación con el sonambulismo natual? Es la misma cosa, con la única diferencia de ser provocado. 

¿Cuál es la causa de la clarividencia sonámbulica? Ya lo dijimos: es el alma quien ve. 

¿Cuál es el origen de las ideas innatas del sonámbulo y como puede hablar con exactitud de cosas que ignora cuando está despierto, de cosas que hasta están por encima de su capacidad intelectual? Es porque el sonámbulo posee más conocimiento de los que supones. Solo que dichos conocimientos están adormecidos, porque por ser demasiado imperfecto, su envoltorio corporal no le permite recordarlos. ¿Qué es, al fin, un sonámbulo? Un Espíritu, como nosotros, que se encuentra encarnado en la materia para cumplir su misión, despertando de esa letárgia cuando cae en estado sonámbulico. 

EXTASIS 



La acción magnética no se limita, como hemos visto, a producir la cura de enfermedades físicas. Su alcance es mucho mayor, como desatar los lazos que ligan el alma al cuerpo, favorecer su penetración en el mundo invisible. Pero hay diferentes grados en el estado magnético que van desde los más leves, de sueño, pasando por el sonambulismo lúcido hasta un estado de casi total desprendimiento del alma, que entonces se remonta hasta planos etéreos y felices, estado este que se denomina éxtasis. 

Consultemos sobre el asunto El Libro de los Espíritus. 

¿Qué diferencia existe entre el éxtasis y el sonambulismo? El éxtasis es un sonambulismo más depurado. El alma del extático es aun más independiente. 

Y Kardec agrega acerca de este interesante asunto: “En el sueño y en el sonambulismo, el Espíritu merodea por los mundos terrestres. En el éxtasis penetra en un mundo desconocido, el de los Espíritus etéreos, con los cuales entra en comunicación, aunque a pesar de ellos, no estarle permitido trasponer ciertos limites, porque si los traspusiese se romperían por completo los lazos que lo ligan al cuerpo. Lo envuelve allí resplandeciente y desacostumbrado fulgor, lo embriagan melodías que en la Tierra se desconocen, lo invade un indefinible bienestar; goza por anticipado de la beatitud celeste y bien puede decirse que posa un pie en el borde de la eternidad.” 

Cuando el extático manifiesta el deseo de dejar la Tierra ¿habla con sinceridad? Y ¿no es retenido aquí por su instinto de conservación? Ello depende del grado de pureza del Espíritu. Si ve su posición futura mejor que su vida actual, se esfuerza por quebrar los vínculos que lo ligan a la Tierra. 

Si se abandona al extático a sí mismo ¿podría su alma dejar en forma definitiva el cuerpo? En efecto, puede morir. Por eso hay que atraerlo con todo lo que pueda retenerlo aquí, y en especial haciéndole comprender que, si rompiera la cadena que lo sujeta al mundo, ese sería el medio más seguro para no poder quedarse allá, donde comprende que sería dichoso. 

DOBLE VISTA 

Aunque son raros, también existen, totalmente al margen de cualquier influencia magnética, casos en los que determinados individuos, en perfecto estado de vigilia consiguen percibir, en el instante mismo en que ocurren, escenas y hechos distantes. Es el fenómeno de la doble vista. 

¿Habría pues, alguna relación entre el sueño, el sonambulismo y el fenómeno de la doble vista? 

Todos son una misma cosa. Lo que se denomina doble vista es el resultado de la liberación del Espíritu, sin que el cuerpo esté dormido. La doble vista o segunda vista es la visión del alma. Como ejemplos de esa facultad, por lo general son citados Swednborg, que en Estocolmo asistió - y describió con precisión y durante todo su desarrollo - a un incendio que ocurría en una localidad muy distante y Apolonio de Tiana, que mientras enseñaba a sus discípulos en una plaza pública, estos vieron que de pronto se interrumpía en la actitud ansiosa de quien espera algún grave suceso e inmediatamente después anuncio el asesinato de Domiciano, que caía apuñalado por un liberto. 

¿Es cierto que determinadas circunstancias desarrollan la doble vista? La enfermedad, la proximidad de un peligro, una gran conmoción, pueden manifestarla. El cuerpo se halla a veces en un estado particular que permite al Espíritu ver lo que no podéis percibir con vuestros ojos. 
Las épocas de crisis y calamidades, las grandes emociones; en suma, todas aquellas causas que sobreexcitan lo moral, provocan en ocasiones el desarrollo de la doble vista. Pareciera como si la Providencia, cuando nos encontramos frente al peligro, nos diera el medio para conjurarlo. Todas las sectas y partidos que han sufrido persecución ofrecen de ello numerosos ejemplos
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Tomado del blog del centro Amalia Domingo Soler.

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DESARROLLO DE LA MEDIUMNIDAD.

El deseo natural de todo aspirante a médium es el poderse comunicar con el Espíritu de las personas que le son queridas, pero debe moderar su impaciencia, porque la
comunicación con un Espíritu determinado ofrece muchas veces dificultades materiales que la hacen imposible para el principiante.
Para que un Espíritu pueda comunicarse, es preciso que entre él y el médium haya relaciones fluídicas, que no se establecen siempre instantáneamente, sino a medida que la facultad se desarrolla y que el médium adquiere poco a poco la aptitud necesaria para
entrar en relación con el primer Espíritu que se presenta. De consiguiente puede suceder que con aquel con quien uno desea comunicarse no esté en condiciones propicias para hacerlo, a pesar de su presencia, así como puede también suceder que no tenga la
posibilidad ni el permiso de venir al llamamiento que se le hace.
Por esto conviene en un principio no obstinarse en evocar a un Espíritu determinado con exclusión de cualquier otro, porque acontece muchas veces que con aquél no se establecen las relaciones fluídicas con tanta facilidad, por simpatía que se tenga por él. Antes, pues, de pensar en obtener comunicaciones de tal o cual Espíritu, es necesario dedicarse al desarrollo de la facultad, y para esto es preciso hacer un llamamiento general y dirigirse sobre todo a su ángel guardián.
En esto no hay fórmula sacramental; cualquiera que pretendiera dar una, puede tacharse resueltamente de falsa, porque los Espíritus no atienden a la forma sino al fondo. La evocación debe hacerse siempre en nombre de Dios, y se la puede hacer en
los términos siguientes o parecido: Ruego a Dios Todopoderoso permita a un buen Espíritu comunicarse conmigo y hacerme escribir; ruego también a mi ángel guardián tenga la bondad de asistirme y apartar a los malos. Se espera entonces que un Espíritu
se manifieste haciendo escribir alguna cosa. Puede que se presente el que se desea, así como puede ser un espíritu desconocido o el ángel guardián; de todos modos, generalmente, se da a conocer escribiendo su nombre; pero entonces se presenta la cuestión de la identidad, una de las que requieren más experiencia, pues hay pocos principiantes que no estén expuestos a ser engañados.
Trataremos de ella más adelante en un capítulo especial.
Cuando quieran evocarse Espíritus determinados es muy esencial dirigirse primero a los que se sabe que son buenos y simpáticos y que pueden tener un motivo para venir como son los parientes o amigos. En ese caso la evocación puede formularse de este modo: En nombre de Dios Todopoderoso ruego al Espíritu de tal que se comunique conmigo; o bien: Ruego a Dios Todopoderoso permita al Espíritu de N. el comunicarse conmigo; o cualquiera otra fórmula respondiendo al mismo pensamiento.
No deja de ser conveniente el que las primeras preguntas se hagan de tal modo que simplemente requieran la respuesta de sí o no, como por ejemplo: ¿Estás aquí? ¿Quieres responderme? 
Más tarde esta precaución viene a ser inútil; en un principio sólo se trata de establecer una relación; lo esencial es que la pregunta no sea frívola, que no tenga relación con cosas de interés privado y, sobre todo, que sea la expresión de un sentimiento benévolo y simpático para el Espíritu al cual se dirige.

204. Todavía debe tenerse presente otra cosa más importante 
que el modo de hacer la evocación, y es la calma y el recogimiento unidos a un deseo ardiente y a una firme voluntad de obtener buen éxito, y no queremos hablar aquí de una voluntad efímera que
tiene intervalos, interrumpiéndose a cada minuto por otras preocupaciones, sino la voluntad formal, perseverante, sostenida, sin impaciencia ni deseo febril. La soledad, el silencio y el alejamiento de todo lo que puede causar distracciones favorece el
recogimiento. Entonces sólo queda una cosa por hacer, que es renovar todos los días las tentativas durante diez minutos o un cuarto de hora, todo lo más cada vez, por espacio de quince días, un mes, dos meses, y más si es necesario; conocemos médiums que no se han formado hasta después de seis meses de ejercicio, mientras que otros escriben corrientemente desde la primera vez.

205. Para evitar tentativas inútiles, se puede interrogar por 
otro médium a un Espíritu formal y adelantado; pero debe notarse que cuando se pregunta los Espíritus si uno es médium o no, responden casi siempre afirmativamente, lo que no impide que los ensayos sean muchas veces infructuosos. Esto se explica naturalmente. Se hace al Espíritu una pregunta general y responde de una manera general; ya se sabe que nada es tan elástico como la facultad mediúmnica, puesto que puede presentarse bajo las
formas más variadas y en grados muy diferentes.
Se puede, por lo tanto, ser médium sin apercibirse de ello, y en un sentido diferente del que uno cree. Si hacemos una pregunta vaga, verbigracia: ¿Soy médium? El Espíritu puede responder:
“sí”; pero si se la hacemos precisa: ¿Soy médium escribiente?
Puede responder: “no”. También es preciso tomar en cuenta la naturaleza del Espíritu a quien se pregunta, pues los hay tan ligeros e ignorantes que responden a tontas y a locas como verdaderos calaveras atolondrados; por esto aconsejamos dirigirse a los
Espíritus ilustrados, que generalmente contestan gustosos a estas preguntas e indican la mejor marcha que debe seguirse si ven posibilidad de tener buen resultado.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

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