viernes, 9 de febrero de 2024

Desarrollo de la Mediumnidad

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El Espíritu: Su llegada al Más Allá (4 de 5)

2.- La Religión Universal de Jesús Cristo ( 2 de 2)

3.- El por qué de la vida

4- Desarrollo de la Mediumnidad

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  EL ESPÍRITU

   SU LLEGADA AL MÁS ALLÁ   

( 4 de 5 )                  

  

 Más allá, es el dolor – mensajero de la verdad, benefactor anónimo  e incomprendido – la voz del sufrimiento, invitando a la continencia  y al equilibrio, advirtiéndonos con relación al desgaste de la valiosa maquina física; el dolor moral, llamándonos a la meditación  y al análisis de las acciones; el dolor espiritual, manifestado en ausencias, frustraciones emocionales, agonías y soledad del alma, hablándonos en forma intuitiva sobre  el mal uso de la libertad, aprisionando la mente  en evocaciones dolorosas, que a pesar de esbozarse apenas en la tela mental, marcan los sentimientos con señales  angustiosas; el dolor  nostalgia y otros tantos dolores… todos perseverantes, llamándonos la atención, advirtiéndonos.

   Muchas almas cuando están al otro lado, se sumergen en los recuerdos, meditando seriamente sobre sus acciones en la tierra, y reparan en que el arrepentimiento es un gran colaborador para la paz interior, pero cuando solo nos ofrece la oportunidad del trabajo gracias al cual se opera nuestra renovación. Abatirse bajo  el peso del fardo de lo que está “hecho”, es desperdiciar la feliz oportunidad del resarcimiento. Hemos de tratar de resurgir íntimamente  del “túmulo de las cosas muertas”.

   Todos tenemos en el pasado, labores para reparar y caminos interrumpidos en la marcha evolutiva, que aun debemos vencer. El tiempo, ese amigo silencioso y confiado, nos enseña a no apresurarnos, para no sufrir el peligro de cansarnos y detenernos nuevamente, aunque también nos elucida con relación al estancamiento por las probabilidades que involucra criar raíces… Viajero incansable, él representa nuestras mejores y más caras esperanzas. Para nuestros espíritus endeudados, el tiempo, ligado al trabajo, es un tesoro que no podemos desdeñar, y a parte de ello, tenemos también la oración, ese tónico reconfortante que nos da coraje y que siendo de tan gran importancia, no sabemos valorar.

   Con el tiempo, tenemos la oportunidad.

   Con el trabajo, conseguimos el aprovechamiento de la oportunidad.

   Y con la oración, santificamos la ocasión y la acción.

   Todos los que atraviesan el océano físico, se dan cuenta de cuan difíciles son los primeros tiempos después de la indumentaria carnal que nos vistió durante largos años, continua envolviéndonos y reteniéndonos en el laberinto cruel de las evocaciones y sensaciones habituales.

   La reencarnación, casi siempre, representa,  una inmersión en las aguas oscuras y peligrosas del mar del olvido. La gran mayoría de las almas vuelven a la carne como criminales en el exilio, para que dentro de ese olvido, logren considerar las actitudes mezquinas e infelices, rectificando pensamientos y aprendiendo a respetar la vida en el contacto con el dolor.

   El dolor físico desanuda químicamente  los lazos que encadenan al Espíritu en la carne; le aparta los fluidos groseros que le envuelven – aun después de la muerte – y le retienen en las regiones inferiores.

   No maldigamos el dolor; solo el nos arranca  de la indiferencia, de la voluptuosidad. Esculpe nuestra alma, le da su forma más pura, su más perfecta belleza.

   Estas enseñanzas nos hacen perder el carácter espantoso a la muerte; la dejan reducida a una transformación necesaria, a una renovación. En realidad, nada muere. La muerte no es más que aparente. Solo la forma exterior cambia; es el principio de la vida –el alma- continua en su unidad permanente, indestructible. Se recobra más allá de la tumba, ella y su cuerpo fluídico, en la plenitud de sus facultades, con todas sus adquisiciones, luces, aspiraciones, virtudes, potencias, con las que nos enriquecemos en las existencias terrenales. 

   He aquí los bienes imperecederos del que nos habla el Evangelio cuando nos dice: “Ni los gusanos ni el moho corroen, y los ladrones no pueden arrebatárnoslos.” Estas son las únicas riquezas que nos es posible llevar con nosotros y utilizar en la vida del porvenir.

   La muerte y la reencarnación – esta que la sigue a aquella en un tiempo dado – son dos formas esenciales del progreso. Al romper  las costumbres estrechas que habíamos contraído, nos restituyen a otro medio diferente; dan a nuestro pensamiento un nuevo ímpetu: nos obligan a adaptar  el Espíritu a las mil fases del orden social universal.


(  Continúa y finaliza en la siguiente publicación)

Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro “Más Allá de la muerte” de Divaldo Pereira Franco y del libro “Después de la muerte” de León Denis


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LA RELIGIÓN UNIVERSAL DE JESÚS- CRISTO ( 2 de 2)

 

        La adhesión ( a lo establecido en este Concilio), fue general y entusiasta. Todos los obispos, excepto cinco, se declararon prestos a suscribir dicha fórmula, convencidos de que contenía la verdadera fe de la Iglesia Apostólica.  Los oponentes solo fueron dos: Teón de Marmárica y Segundo de Tolomeo, que fueron exiliados y anatematizados. Arrio y sus escritos fueron también marcados con el anatema, sus libros arrojados al fuego y él fue exiliado a Lliria.

   Las comunidades cristianas que seguían las enseñanzas del Maestro, compartían sus bienes y trabajabaeleazn la tierra para conseguir su alimento; todas sus puertas estaban abiertas para el viajero necesitado de un techo para dormir y un pedazo de pan para cenar. Vivían como hermanos y cuidaban de los enfermos, Por las noches comentaban las enseñanzas de Jesús y confiaban en él. Estas comunidades, declaradas en herejía, fueron perseguidas y exterminadas, y los que se pudieron salvar se refugiaron en las montañas.

  Antes de continuar, quiero aclarar una gran confusión utilizada por la Iglesia Católica hasta hoy, sobre el origen de Jesús y su familia.

  Débora, hija de Alfeo, fue la primera mujer de José, con la que tuvo cinco hijos, llamados Cleophás,  Eleazar, Cleofe, Matías y Débora.

  En segundo matrimonio se casó con María y tuvo siete hijos más: el mayor, Jesús y a continuación Efraín, Elisabeta, Andrea, Ana y Jaime.

  Esta es la verdad sobre la familia de Jesús y su nacimiento, y esta verdad no lo desmerece en nada, por el contrario, tiene más mérito, porque su elevación la consiguió con su  propio esfuerzo. No es Dios, porque Dios es inmaterial y no tiene forma para materializarse, pero es Jesús quien lo representa aquí en la Tierra; para nosotros es como si fuese Dios mismo. Él es el Sublime Peregrino que encarnó en la Tierra, no para salvarnos, porque nuestra salvación depende de cada uno, pero sí se sometió a una vida de sufrimientos en un mundo tan primitivo como el nuestro, para enseñarnos el camino ded nuestra salvación, el camino de la verdad y de la vida.

  También es necesario hacer una aclaración sobre la muerte de Jesús, que también fue manipulada y revelada de manera diferente:

   La muerte de Jesús levantó muchas expectativas porque se había corrido el rumor de que a los tres días iba a resucitar. Esto hoy está desmentido científicamente; un cuerpo muerto jamás puede tener vida, aunque se produjese un milagro, algo que tampoco es posible.

  Jesús dijo: " Yo no he venido para alterar la Ley, sino para cumplirla". Este asunto preocupaba mucho a Pedro y a José de Arimatea, pues temían que el populacho fuese a la tumba, sacaran el cuerpo y lo profanaran. Por eso, decidieron abrir la tumba durante la noche, sacar el cuerpo y enterrarlo en un sepulcro distante de allí, que había sido abandonado por sus propietarios.

  Al día siguiente fue María a visitar la tumba y con asombro vio que esta abierta y que el cuerpo había desaparecido. Triste y llorosa regresaba cuando vio ante ella a Jesús, en Espíritu totalmente materializado. Ella lo reconoció y emocionada, de rodillas, le dice: ¡ Maestro !, Él le da la mano, la levanta y le dice: "María, ve y cuenta lo que has visto".

  María presurosa, llegó al tabernáculo donde estaban todos los  apóstoles reunidos y gritando de alegría les dice: ¡ He visto al Maestro!, ¡ está vivo!. Todos la escuchaban con asombro y no podían creer lo que María estaba diciendo. 

  Después cada uno  ha utilizado este pasaje evangélico de acuerdo a sus intereses o convicciones.

- José Aniorte Alcaraz-

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EL POR QUÉ DE LA VIDA
¿ Cual es el hombre que, en las horas de silencio y recogimiento, no ha interrogado alguna vez a la naturaleza y a su propio corazón para que le revelen el secreto de las cosas, el porqué de la vida, la razón de ser del universo?¿Dónde está aquel que nunca ha intentado levantar el velo de la muerte, ni conocer su destino, ni saber si Dios es una ficción o una realidad? No hay un ser humano, por más indiferente que sea, que no haya considerado alguna vez esos formidables problemas. La dificultad de resolverlos, la incoherencia y la multiplicidad de teorías a que dieron lugar, las deplorables consecuencias que resultan de la mayor parte de los sistemas conocidos, todo ese oscuro conjunto, agotando al Espíritu humano, ha hecho que éste caiga en la indiferencia y el escepticismo.
Sin embargo, el hombre tiene necesidad de saber; le hacen falta la claridad que conforta, la esperanza que consuela, la certeza que guía y sostiene. Y también cuenta con la manera de conocer, con la posibilidad de ver cara a cara a la augusta verdad, que se desprende de las tinieblas y lo llena con su benéfica luz. Para eso, conviene apartarse de los sistemas preconcebidos, descender hasta lo profundo de si mismo, y escuchar la voz interior que nos habla a todos, la voz de la razón, la voz de la conciencia que no se deja engañar por los sofismas.
Por mi parte, eso he hecho. Durante mucho tiempo he reflexionado; he meditado sobre los problemas de la vida y de la muerte; he sondeado con perseverancia esos oscuros abismos. He dirigido un ardiente llamamiento a la Eterna Sabiduría, y ella me respondió como lo hace a todo Espíritu animado por el amor al bien. Pruebas evidentes, hechos de observación directa, han confirmado las deducciones de mi pensamiento, así como ofrecido a mis convicciones una base sólida e inquebrantable. Después de haber dudado he creído; después de haber negado he visto. Entonces ,la tranquilidad, la confianza y la fuerza moral acudieron a mi. Son esos los bienes que, en la sinceridad de mi corazón, y deseoso de ser útil a mis semejantes, vengo a ofrecer a los que sufren y se desesperan.
La necesidad de luz nunca se ha hecho sentir de una manera tan imperiosa: una inmensa transformación de produce en el seno de las sociedades humanas. después de haber estado sometido durante una larga serie de siglos al principio de autoridad, el pueblo aspira cada vez más a sacudirse la opresión y dirigirse a si mismo. A la vez que las instituciones políticas se modifican, las creencias religiosas, las fe en los dogmas se debilitan, y los cultos son abandonados .esta es otra consecuencia de la libertad en su aplicación a las cuestiones del pensamiento y de la conciencia. La libertad, en todos los dominios, tiende a sustituir a la opresión, a la autoridad, y a guiar a las naciones hacia nuevos horizontes. El derecho de algunos se ha convertido en el derecho de todos; no obstante, para que ese derecho soberano sea conforme a la justicia y fructifique, es preciso que el conocimiento que las leyes morales regule su ejercicio. Para que la libertad sea fecunda, para que ofrezca a las obras humanas una base sólida y duradera, la luz, la sabiduría y la verdad deben completarla. conceder la libertad a hombre ignorantes y viciosos, ¿No es como poner un arma poderosa en las manos de un niño? el arma, en ese caso, a menudo se vuelve en contra del que la lleva y lo hiere.

LEÓN DENIS: EL POR QUÉ DE LA VIDA

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    DESARROLLO DE LA MEDIUMNIDAD

El deseo natural de todo aspirante a médium es el poderse comunicar con el Espíritu de las personas que le son queridas, pero debe moderar su impaciencia, porque la comunicación con un Espíritu determinado ofrece muchas veces dificultades materiales que la hacen imposible para el principiante.

Para que un Espíritu pueda comunicarse, es preciso que entre él y el médium haya relaciones fluídicas, que no se establecen siempre instantáneamente, sino a medida que la facultad se desarrolla y que el médium adquiere poco a poco la aptitud necesaria para
entrar en relación con el primer Espíritu que se presenta. De consiguiente puede suceder que con aquel con quien uno desea comunicarse no esté en condiciones propicias para hacerlo, a pesar de su presencia, así como puede también suceder que no tenga la posibilidad ni el permiso de venir al llamamiento que se le hace.

Por esto conviene en un principio no obstinarse en evocar a un Espíritu determinado con exclusión de cualquier otro, porque acontece muchas veces que con aquél no se establecen las relaciones fluídicas con tanta facilidad, por simpatía que se tenga por él. Antes, pues, de pensar en obtener comunicaciones de tal o cual Espíritu, es necesario dedicarse al desarrollo de la facultad, y para esto es preciso hacer un llamamiento general y dirigirse sobre todo a su ángel guardián. En esto no hay fórmula sacramental; cualquiera que pretendiera dar una, puede tacharse resueltamente de falsa, porque los Espíritus no atienden a la forma sino al fondo. La evocación debe hacerse siempre en nombre de Dios, y se la puede hacer en
los términos siguientes o parecidos: Ruego a Dios Todopoderoso permita a un buen Espíritu comunicarse conmigo y hacerme escribir; ruego también a mi ángel guardián tenga la bondad de asistirme y apartar a los malos.  Se espera entonces que un Espíritu
se manifieste haciendo escribir alguna cosa. Puede que se presente el que se desea, así como puede ser un espíritu desconocido o el ángel guardián; de todos modos, generalmente, se da a conocer escribiendo su nombre; pero entonces se presenta la cuestión de la identidad, una de las que requieren más experiencia, pues hay pocos principiantes que no estén expuestos a ser engañados.

Trataremos de ella más adelante en un capítulo especial.

Cuando quieran evocarse Espíritus determinados es muy esencial dirigirse primero a los que se sabe que son buenos y simpáticos y que pueden tener un motivo para venir como son los
parientes o amigos. En ese caso la evocación puede formularse de este modo: En nombre de Dios Todopoderoso ruego al Espíritu de tal que se comunique conmigo; o bien: Ruego a Dios Todopoderoso permita al Espíritu de N. el comunicarse conmigo; o cualquiera otra fórmula respondiendo al mismo pensamiento.

No deja de ser conveniente el que las primeras preguntas se hagan de tal modo que simplemente requieran la respuesta de sí o no, como por ejemplo: ¿Estás aquí? ¿Quieres responderme?

Más tarde esta precaución viene a ser inútil; en un principio sólo se trata de establecer una relación; lo esencial es que la pregunta no sea frívola, que no tenga relación con cosas
de interés privado y, sobre todo, que sea la expresión de un sentimiento benévolo y simpático para el Espíritu al cual se dirige.

204. Todavía debe tenerse presente otra cosa más importante que el modo de hacer la evocación, y es la calma y el recogimiento unidos a un deseo ardiente y a una firme voluntad de obtener buen éxito, y no queremos hablar aquí de una voluntad efímera que tiene intervalos, interrumpiéndose a cada minuto por otras preocupaciones, sino la voluntad formal, perseverante, sostenida, sin impaciencia ni deseo febril. La soledad, el silencio y el  alejamiento de todo lo que puede causar distracciones favorece el recogimiento. Entonces sólo queda una cosa por hacer, que es renovar todos los días las tentativas durante diez minutos o un cuarto de hora, todo lo más cada vez, por espacio de quince días, un mes, dos meses, y más si es necesario; conocemos médiums que no se han formado hasta después de seis meses de ejercicio, mientras que otros escriben corrientemente desde la primera vez.

205. Para evitar tentativas inútiles, se puede interrogar por otro médium a un Espíritu formal y adelantado; pero debe notarse que cuando se pregunta los Espíritus si uno es médium o no,
responden casi siempre afirmativamente, lo que no impide que los ensayos sean muchas veces infructuosos. Esto se explica naturalmente. Se hace al Espíritu una pregunta general y responde de una manera general; ya se sabe que nada es tan elástico como la facultad mediúmnica, puesto que puede presentarse bajo las formas más variadas y en grados muy diferentes.

Se puede, por lo tanto, ser médium sin apercibirse de ello, y en un sentido diferente del que uno cree. Si hacemos una pregunta vaga, verbigracia: ¿Soy médium? El Espíritu puede responder: “sí”; pero si se la hacemos precisa: ¿Soy médium escribiente?

Puede responder: “no”. También es preciso tomar en cuenta la naturaleza del Espíritu a quien se pregunta, pues los hay tan ligeros e ignorantes que responden a tontas y a locas como verdaderos calaveras atolondrados; por esto aconsejamos dirigirse a los Espíritus ilustrados, que generalmente contestan gustosos a estas preguntas e indican la mejor marcha que debe seguirse si ven posibilidad de tener buen resultado.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

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