-¿En qué consiste la felicidad de los Espíritus buenos?
- Catástrofes y desencarnaciones en masa. Visión Espírita
-La alegría de vivir
- Evolución, Creación y Regeneración
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¿En qué consiste la felicidad de los
espíritus buenos?
«En conocer todas las cosas; en no tener ni odio, ni celos, ni envidia, ni ambición, ni
ninguna de las pasiones que hacen desgraciados a los hombres.. El amor que los une es para ellos origen de suprema felicidad. No experimentan ni las necesidades, ni los sufrimientos, ni las angustias de la vida material; son felices por el bien que hacen. Por lo demás, la felicidad de los espíritus es siempre proporcionada a su elevación. Sólo los espíritus puros gozan de la felicidad suprema, es cierto; pero todos los otros no son desgraciados. Entre los malos y los perfectos hay una infinidad de grados en que los goces son relativos al estado moral. Los que están bastante adelantados comprenden la felicidad de los que han llegado antes que ellos; aspiran a ella, pero siendo ésta un objeto de emulación, no celosos.- Saben que de ellos depende lograrla y con este fin trabajan, pero con la tranquilidad de la buena conciencia, y son felices por no tener que sufrir lo que sufren los malos».
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC
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Catástrofes y desencarnaciones en
masa – La visión espírita
De vez en cuando, la humanidad, en determinadas regiones del Planeta, llora de dolor por la destrucción de ciudades y la pérdida de seres queridos. Catástrofes naturales o accidentales hacen víctimas a millares de personas y las imágenes televisivas, virtuales o impresas nos muestran las tintas del drama de nuestros hermanos, como la población recoge a sus muertos implorando auxilio para el socorro de los supervivientes y la futura reconstrucción de casas, edificios, espacios y oficinas del gobierno.
La solidaridad fraternal del mundo queda explícita en las acciones de grupos estatales y no gubernamentales, que envían medicamentos y equipamientos clínicos, así como alimentos, agua potable, ropas y mantas, así como innumerables voluntarios de las cruzadas de salud y defensa civil que atienden a las víctimas, en digno ejemplo de aquellos que se identifican con el semejante y hacen lo posible para aliviar el dolor ajeno.
La filosofía espírita nos presenta la destrucción como una necesidad para la regeneración moral de los Espíritus, trayendo en el aniquilamiento de la vida material, la interrupción de la actual experiencia. Hay, según la cátedra espírita, las desencarnaciones naturales, las provocadas y las violentas. Las naturales provienen del desgaste de los órganos y representan el final “programado” de las existencias corporales, según la ley de causa y efecto y la planificación encarnatória del ser. Las provocadas provienen de la acción humana provenientes de la criminalidad y de la agresividad (asesinatos, atentados, guerras). Las violentas incluyen a las catástrofes naturales (inundaciones, terremotos, maremotos, ciclones, erupciones, deslizamientos, accidentes aéreos, automovilísticos, ferroviarios o marítimos, entre otros), sin despreciar que la acción o la omisión humana, en aras de la ganancia, de la prepotencia y de la corrupción, puede estar en las causas que generan tales efectos dañinos.
Es por eso que en muchas de esas situaciones, el lazo de unión entre la catástrofe y la acción humana está presente. Movido por intereses mezquinos y sin la adecuada comprensión del conjunto (léase la contemporánea preocupación por los ecosistemas, y la preservación del medio ambiente), los hombres alteran la composición geológica con excavaciones, deforestación, vertederos y otros más, y su improvisación acaba generando las mencionadas catástrofes “naturales”. También podemos mencionar aquí la situación de los que emigrando de sus ciudades hacia los grandes centros, habitan en colinas, en la periferia de las metrópolis, y, sin la más mínima infraestructura, quedan a merced de los primeros deslizamientos, que llevan sus barracas, que hacen desprenderse enormes piedras, matando, sin extrañarnos, a diversas personas. Hay, ahí, una mezcla entre el evento natural y la acción humana, como causa directa del evento fatal.
En los casos en que subsisten varias víctimas, sea en pequeña, media o gran dimensión, se entiende que las faltas cometidas colectivamente por las personas (que vuelven a la vida material) son expiadas solidariamente, en razón de los vínculos espirituales entre ellas existentes. Todavía, se vuelve necesario cualificar la condición de aquellos que, por comportamientos en la actual existencia, pueden sublimar las pruebas, alterando a mejor, el planeamiento vital, garantizando la ampliación de su permanencia en el orbe redefiniendo aspectos relativos a la reparación de faltas y a la construcción y realización de nuevas oportunidades. Es una manera de explicar, por ejemplo, y, aunque no definitivamente, la existencia de supervivientes.
La comprensión espírita, basada en el serio estudio en relación directa entre los fundamentos espíritas y lo cotidiano del ser, en el análisis de todo lo que le rodea, permite, así, despreciar el término “fatalidad” como algo relativo a desgracia, al inmutable destino de los seres, pues el Espíritu, conservando el libre albedrío en cuanto al bien y al mal, es siempre dueño de ceder o resistir. Mientras, la palabra destino también gana un nuevo significado, para representar, tan solamente, el mapa de probabilidades y ocurrencias de la existencia corporal, resultantes, como regla, de las opciones y adecuaciones realizadas anteriormente en nuestra vida, sumadas a las actitudes y a los condicionantes del contexto actual, donde, en base al discernimiento y libertad, continuará el rol de decisiones que llevarán al ser a los caminos directamente proporcionales a aquellas, colocándole, siempre, en la condición de primer y principal responsable de todo lo que ocurra.
Es verdaderamente por esto que nombramos al Espiritismo como la “Doctrina de la responsabilidad” porque nos permite el análisis con criterio de nuestra relación directa con hechos y acontecimientos de la vida (material y espiritual).
Ante eventos como los acaecidos en Santa Catarina, más allá de la posible ayuda material que podamos, desde aquí, enviar, que nuestras vibraciones y oraciones puedan alcanzar a los espíritus socorristas, que encaminan a las “victimas” desencarnadas y a sus familiares, las primeras al necesario y consecuente despertar en el Nuevo Mundo, y las últimas al esfuerzo para reconstruir sus vidas. Y que todos ellos, despiertos y recuperados de los males físico-espirituales, puedan comprender, nuevamente, que el curso de la evolución espiritual continúa. Para ellos y para nosotros, que aquí nos estacionamos.
- Marcelo Henrique Pereira-
Traducción del Grupo Espírita Amor en Acción, en España.
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Alegría de Vivir
Para vivenciar la alegría duradera es necesario primeramente que hayamos alcanzado la paz interior que nos propicia el encuentro con nuestro yo, y la serenidad que nos permite la aceptación de ese "yo" viviendo el momento cero; ocasionando los cambios que se hiciesen necesarios. Al final, solo podemos cambiar lo que conocemos.
La alegría también es un estado del espíritu, por tanto nace de nuestro interior y es independiente del escenario donde nos encontremos exteriormente.
Muchos espíritas aún traen consigo la imagen de que no está permitido ser "alegre"; pues confunden alegría con libertinaje, con falta de responsabilidad. Esa imagen es equivocada y fruto todavía de nuestros entendimientos incompletos de la vida.
Piensen conmigo: ¿Por qué no podríamos vivir con alegría, incluso en los momentos de estudio, de trabajo, si fuimos creados para el Amor?. La alegría, así como el amor, es contagiosa y debe ser experimentada por todos.
La alegría de vivir establece reencuentros. Es el puente que liga nuestro "yo" a los demás y a Dios. Vamos ahora a imaginar ese escenario; a través de la paz interior descubrimos las simientes adormecidas que están en nosotros, y que formarán nuestro jardín, Con el desarrollo de la serenidad esas simientes germinarán. Y es en esa alegría donde disfrutaremos de la magnífica visión del colorido y de los diseños que logremos construir.
Compartamos esa belleza sencilla con todos, y volvámonos hacia el Creador para agradecerle tamaña dádiva.
Así, amigos míos, ¿Como podría ser incorrecto vivir esa alegria?
Incorrecto es escondernos en llantos, en lamentos, y no trabajarnos el suelo, para que las simientes puedan germinar y florecer, brindándonos con su alegría. Las flores tienen la misión de enseñarnos la Alegría de Vivir, Misión esa que cumplen con total fidelidad y amor.
La Alegría de vivir es lo que nos impulsa a ir hacia delante, a continuar caminando, aun cuando tropecemos, aun cuando encontremos barreras.
Alegría de vivir es la verdadera alegría interior que se extiende a todos los que tenemos el placer de conocer en el camino. Por tanto, esta alegría es diuradera, al contrario que la alegría que sentimos con las cosas efímeras, como un coche nuevo, una ropa nueva, o incluso, una conquista amorosa.
La verdadera alegría nace del esfuerzo de cautivar. Cautivar es hacerse importante, pero no indispensable. Es cuidar sin sofocar. Es el ejercicio del libre albedrío con responsabilidad. Es estar al lado del otro, pero sin hacer por el otro lo que le compete solamente a él. Es hacer lo que nos compete a nosotros sin exigir que otros lo hagan. Es realmente, amigos míos, asumir el control de nuestras elecciones durante la vida.
Alegría de vivir es la construcción de los lazos de amor, amistad y confianza, que van siendo consolidados con todo y con todos,
Entonces, volviendo a la cuestión inicial, ¿Por qué no estaría permitido vivir con alegría en nuestras actividades?.
¿En nuestra casa espírita?; ¿ En nuestro trabajo?; ¿Entre amigos y familiares?.
Creo que todos ya encontraron las respuestas.
Permitamos, amigos míos, en esta semana, vivenciar la Alegría de Vivir en todos los momentos de nuestra rutina, no guardándola solamente para los "grandes momentos", pues estos con frecuencia son más escasos y perderíamos la oportunidad de disfrutar de la ALEGRÍA DE VIVIR HOY,
Con mucha alegría, os abrazo, extendiendo los lazos que nos unen.
Médium; Lucía (Grupo Mediúmnico María de Nazaret-CAVILE) Espíritu: Hermano Matheus
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Evolución, Creación y Regeneración
Antonio Lledó Flor
Desde hace más de siglo y medio, la batalla dialéctica, ideológica y científica sobre el origen de la vida y el hombre está plenamente vigente. Las posturas mantenidas por los científicos evolucionistas y creacionistas sigue presentando argumentos a favor y en contra sobre los orígenes del universo y el salto del primate al homo-sapiens. Ni siquiera nuevos descubrimientos científicos de renombre como la presentación del genoma humano en el año 2000, han logrado acabar con el debate.
A la discusión mantenida por los biólogos evolutivos (evolucionismo) y los científicos que defienden el creacionismo, se ha unido últimamente la tesis del “Diseño inteligente” que apoyan estos últimos. Mientras el extraordinario avance de la tecnología y de la ciencia continúa, las ideas siguen su curso, e, innovadoras concepciones antropológicas, filosóficas, psicológicas e investigadoras aportan nuevos enfoques sobre la mente, la conciencia y el alma, que nos recuerdan nuestra auténtica naturaleza espiritual.
Como ha ocurrido siempre en la historia de la ciencia, las ideas preceden y confirman el axioma científico. Este manual es la presentación de una “Tercera Vía”; aquella que tiene que ver con la naturaleza profunda del ser humano; aquella parte del mismo que es capaz de trascender la tercera dimensión, alcanzar la inmortalidad y que, por ser nuestro propio “yo evolutivo” nos permite conocer de dónde procedemos y cuál es nuestro origen, tanto en la forma de la especie humana como en nuestra realidad interior. Este origen espiritual del hombre, unido a la concepción de la evolución y al principio creador de la vida y el universo, plantea una perspectiva diferente que aclara con certeza, lógica y razonamiento el debate planteado, ofreciendo también las respuestas de hacia dónde vamos. La comprensión de esta nueva perspectiva, nos permite descubrir algo más que las otras dos tesis no alcanzan a explicar: el complejo momento de transición por el que vive nuestro planeta y que anuncia una nueva etapa de Regeneración para toda la humanidad.
Evolución, Creación y Regeneración por: Antonio Lledó Flor
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