Trabajos que se ofrecen en este día:
- Destinos
-Frase de Vera Jakubowski-
- Fe inavalable
-¿Quien decide cómo y cuando reencarnamos?
- Penas temporales
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Una existencia es como un soplo, comparado a menos de un segundo en la Eternidad Universal"
- Vera Jakubowski-
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Fe inavalable
La fe es el mayor tesoro del alma.
Es la gran luz que ilumina nuestros destinos, enriquece nuestra inteligencia y exalta nuestro corazón.
La fe es el emblema de la perfección y la insignia del poder.
Por eso, Jesús dice a sus dicípulos: Si tuvieseis fe del tamaño de una simiente de mostaza, diréis a esta morera: transplántate en el mar y ella os obedecería.
La fe es un tesoro que valora al alma, tal como el oro en el mundo valora al hombre.
En la esfera material el hombre ha sido considerado por lo que tiene,
En la esfera espiritual cada uno vale por la fe que posee.
Para poseer legalmente bienes materiales en la Tierra, es necesario trabajo, razocinio y esfuerzo.
Para adquirir la verdadera fe también es indispensable el trabajo, el razocinio, el estudio y el esfuerzo.
La prosperidad material es producto del trabajo.
La prosperidad espiritual es una conquista del Espíritu.
El dinero facilita el bienestar físico.
La fe, por su vez, felicita al hombre, no solo espiritualmente, sino también alcanza a su físico.
Ña fe no se c ompra en los templos de los mercaderes, ni en las ferias. no se da como limosna ni se adquiere por herencia.
La fe se adquiere especialmente por la adquisición de conocimiento.
Sobre ese asunto, Allan Kardec nos dejó la siguiente enseñanza: Fe verdadera, es la que puede encarar la razón cara a cara, en cualquier época de la Humanidad.
Dios tiene concedidas a los hombres las más variadas bendiciones, menos la fe.
Por esa razón se ve en todas las religiones a personas capaces de cautivar por la bondad, maravillarnos por su paciencia y atraernos por su caridad.
Entretanto, fácilmente notamos también en ellas la ausencia de la verdadera fe.
¿Por qué?
Porque la fe no se adquiere sin estudio, sin trabajo, sin el ejercicio del libre albedrío.
Muchos hombres aun se encuentran ciegos de cara a la luz. y sordos en relación a los sonidos. Son todavía, personas sin fe.
Tienen el entendimiento ocultado por los velos de los dogmas y de los preconceptos.
La fe verdadera es poderosa, pero no se impone por la fuerza.
A cada uno de nosotros se nos dio la libertad para buscar la verdad y abandonar el engaño.
La fe es el alimento que sustenta al Espíritu.
Es el agua que sacia al alma.
Y así como el comer y el beber exigen un esfuerzo dirigido de la voluntad, también la fe no se conquista sin la aplicación de los medios adecuados para su obtención.
La fe es sabiduría consustanciada en el amor que nos conduce a Dios.
Esta sí, la fe razonada, es la fe que efectivamente nos ha de salvar.
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No es la repetición automática de palabras decoradas que nos aproximen a Dios.
No es la oferta de valores y de bienes lo que nos concederá la paz que tanto deseamos.
No serán los rituales ni los trajes específicos lo que garantizarán a nuestra almas el consuelo y la orientación que necesitamos.
Dios nos dispensa de fórmulas para extender sus brazos amorosos en nuestra dirección.
Solamente la fe verdadera, es la que debe ser conquistada por cada uno de nosotros, individualmente y a costa de esfuerzo y dedicación. es como nos ofrecerá tantas bendiciones de forma efectiva y permanente.
Somente a fé verdadeira, que deve ser conquistada por cada um de nós, individualmente e à custa de esforço e dedicação, é que nos oferecerá tais bênçãos de forma efetiva e permanente.
¡ Pensemos en eso!
Redacción de Momento Espírita
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¿Quien decide cómo y cuando reencarnamos ? Esto depende del grado de adelanto evolutivo del Ser reencarnante, pero en cualquier caso en el plano espiritual rige la Voluntad Divina y solamente Dios por medio de sus fieles servidores, elevados Espíritus encargados de aplicar y realizar las leyes espirituales de la reencarnación y la de Causa y Efecto, es quien para cada Ser se prevé y se permite su reencarnación en las circunstancias que justamente necesita en particular, para seguir su normal proceso evolutivo.
En el caso de Espíritus primitivos o escasamente evolucionados, son guiados inconscientemente a modo de lo que sucede con las almas de los animales, de forma bastante frecuente y casi inmediata, pero cuando más adelante ya alcanzan cierto grado de evolución y de consciencia, como en general sucede ya en nuestra Humanidad actual, se respeta el libre albedrío y entonces el propio Ser es el que decide responsablemente por sí mismo, el donde, como y cuando desea renacer. Esto lo hacen siempre asesorados por los Espíritus Guías y Maestros Espirituales, que son Espíritus Superiores, especializados en planificar las vidas humanas y guiar adecuadamente la reencarnación de los Seres espirituales “jóvenes” y atrasados, con arreglo a las circunstancias particulares de cada uno y con respecto a la Ley de Consecuencias.
Esta planificación realizada antes de sumergirse en una nueva vida humana, se basa primeramente en la necesidad evolutiva del Ser espiritual, así como en los méritos o deméritos de sus vidas anteriores, de acuerdo siempre con lo que en cada caso determine el equilibrio que impone la ley del Karma que está subordinada a la Ley de leyes: La del Amor.
En el caso de Seres más evolucionados, estos sí gozan de una mayor libertad para elegir, lo cual les supone una mayor responsabilidad, y les viene dado por su mayor grado de lucidez y desarrollo de la conciencia , lo que les capacita para poder elegir la clase de vida y el ambiente familiar y social que más les conviene , aunque nunca prescinden del asesoramiento y consejo de los Espíritus Guías, dentro de lo que les señale y permita para cada caso particular la ley de Causa y Efecto, escogiendo las pruebas que afrontarán en esa vida, como acontecimientos generales, que a grandes rasgos constituyen el destino de cada persona , pero no así en los pequeños detalles que acompañen y se deriven de esos acontecimientos, pues estos dependerán del libre albedrío de cada uno en cada momento y circunstancia.
En estos casos la reencarnación es casi siempre aceptada y hasta solicitada voluntariamente por el Ser, porque a partir de cierto grado evolutivo, es condición indispensable que exista un acto previo de su voluntad que le impulse a afrontar una nueva existencia humana.
A veces sucede que algún Espíritu que se encuentra realizando alguna labor en el plano astral, comienza a sentir como su actividad va estando cada vez más entorpecida a causa de su falta de madurez en algún aspecto, por lo que comprende que tiene aspectos que le son necesario modificar y corregir en la vida humana, para poder proseguir después correctamente su actividad en el mundo espiritual en que habita o en el que aspira poder habitar. Este impulso evolutivo es la principal razón que le induce al deseo de volver al plano físico para corregir o aprender las nuevas lecciones que le hacen falta.
-Jose Luis Martín-
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“Los padres que deseen tener hijos intelectual y moralmente superiores,pueden atraer seres espirituales más evolucionados para encarnar como sus hijos, mediante pensamientos elevados y acciones honestas, así como manteniendo un ambiente de armonía en el hogar, especialmente antes de la concepción”
- Sebastián de Arauco (Tres enfoques...)-
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PENAS TEMPORALES
– El Espíritu que expía sus faltas en una nueva existencia, ¿no experimenta sufrimientos materiales, y si esto es así, es exacto decir que después de la muerte, sólo sufrimientos morales experimenta el alma?
– Es muy cierto que, cuando el alma está reencarnada, las tribulaciones de la vida son para ella, un sufrimiento; pero ella no tiene sino el cuerpo que sufre materialmente.
Con frecuencia decís del que ha muerto que ya no sufre, y esto no siempre es cierto. Como Espíritu, no experimenta dolores físicos; pero, según las faltas que haya cometido, puede sentir dolores morales más agudos, y en una nueva existencia puede ser más infeliz aún. El mal rico pedirá limosna y será víctima de todas las privaciones de la miseria; el orgulloso de todas las humillaciones, y el que abusa de la autoridad y trata a sus subordinados con desprecio y dureza, se verá obligado a obedecer a un señor más duro aún de lo que él fue. Todas
las penas y tribulaciones de la vida son expiación de faltas de otra existencia, cuando no son consecuencia de las de la actual. Cuando hayáis salido de aquí lo comprenderéis. (273,393, 399).
El hombre que se cree feliz en la tierra, porque puede satisfacer sus pasiones, es el que menos esfuerzos hace para mejorarse. Con frecuencia expía desde esta vida su felicidad efímera, pero, ciertamente, la expiará en otra existencia
de todo punto material.
984 – Las vicisitudes de la vida, ¿son siempre castigo de faltas actuales?
– No; ya lo dijimos: son pruebas impuestas por Dios, o escogidas por vosotros mismos en estado de Espíritu y antes de vuestra reencarnación, para expiar las faltas cometidas en otra existencia, porque nunca las infracciones a las leyes de Dios, y sobre todo a la ley de justicia, quedan impunes. Si no es en esta vida necesariamente será en otra y por esta razón el que para vosotros es justo, con
frecuencia está marcado por su pasado. (393).
985 – La reencarnación del alma en un mundo menos grosero, ¿es una recompensa?
– Es consecuencia de su depuración, porque a medida que los Espíritus se depuran, se reencarnan en mundos cada vez más perfectos, hasta que se hayan despojado de toda la materia y lavado de todas sus manchas, para gozar eternamente de la felicidad de los Espíritus puros en el seno de Dios.
En los mundos donde la existencia es menos material que en éste, las necesidades son menos groseras y todos los sufrimientos físicos menos vivos.
Los hombres no sienten las malas pasiones que en los mundos inferiores, siembran la enemistad entre ellos. Careciendo de objeto el odio y los celos, viven todos en paz, porque practican la ley de justicia, de amor y de caridad. No conocen los disgustos y las inquietudes que nacen de la envidia, el orgullo y el egoísmo, que atormentan nuestra existencia terrestre. (172 – 182).
986 – El Espíritu que ha progresado en su existencia terrestre, ¿puede reencarnarse, a veces, en el mismo mundo?
– Sí, si no ha podido cumplir su misión, y él mismo puede pedir terminarla en una nueva existencia; pero entonces no es una expiación. (173)
987 – ¿Qué se hace del hombre que, sin hacer mal, tampoco hace nada para sacudir la influencia de la materia?
– Puesto que ningún paso ha dado en dirección a la perfección, debe empezar una existencia de misma naturaleza de la que dejó; permanece estacionario, y es así como puede prolongar los sufrimientos de la expiación.
988 – Hay personas cuya vida corre en completa calma y que no teniendo nada que hacer por sí mismas, están exentas de cuidados. Esa existencia feliz, ¿prueba que nada tienen que expiar de otra anterior?
– ¿Las conoces bien? Si lo crees, te engañas. Pues, con frecuencia, la calma es sólo aparente. Pueden haber escogido semejante existencia, pero, cuando la dejan, perciben que no les sirvió para progresar, y entonces, como el perezoso sienten el tiempo que han perdido. Sabed bien, que el Espíritu no puede adquirir conocimientos y elevarse sino por la actividad; si se duerme en la
negligencia no avanza. Se asemeja al que necesita trabajar (según vuestras costumbres) y que se pone a pasear o se acuesta con la intención de no hacer nada. Sabed también que cada uno habrá de dar cuenta de la inutilidad voluntaria de su existencia. Esa inutilidad es siempre fatal para la felicidad futura. La suma de la felicidad futura está en razón de la suma del bien que se ha hecho, y la de la desdicha está en razón del mal y de los infelices que ha hecho.
989 – Hay personas que sin ser positivamente malas, hacen infelices a todos los que las rodean, por su carácter. ¿Qué consecuencias les acarrea esto?
– Seguramente, esas personas, no son buenas y expiarán con el espectáculo de aquellos a quienes han hecho infelices, lo que será para ellos reprochable. Después, en otra existencia, sufrirán lo que hicieron sufrir.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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PENAS TEMPORALES
– El Espíritu que expía sus faltas en una nueva existencia, ¿no experimenta sufrimientos materiales, y si esto es así, es exacto decir que después de la muerte, sólo sufrimientos morales experimenta el alma?
– Es muy cierto que, cuando el alma está reencarnada, las tribulaciones de la vida son para ella, un sufrimiento; pero ella no tiene sino el cuerpo que sufre materialmente.
Con frecuencia decís del que ha muerto que ya no sufre, y esto no siempre es cierto. Como Espíritu, no experimenta dolores físicos; pero, según las faltas que haya cometido, puede sentir dolores morales más agudos, y en una nueva existencia puede ser más infeliz aún. El mal rico pedirá limosna y será víctima de todas las privaciones de la miseria; el orgulloso de todas las humillaciones, y el que abusa de la autoridad y trata a sus subordinados con desprecio y dureza, se verá obligado a obedecer a un señor más duro aún de lo que él fue. Todas
las penas y tribulaciones de la vida son expiación de faltas de otra existencia, cuando no son consecuencia de las de la actual. Cuando hayáis salido de aquí lo comprenderéis. (273,393, 399).
El hombre que se cree feliz en la tierra, porque puede satisfacer sus pasiones, es el que menos esfuerzos hace para mejorarse. Con frecuencia expía desde esta vida su felicidad efímera, pero, ciertamente, la expiará en otra existencia
de todo punto material.
984 – Las vicisitudes de la vida, ¿son siempre castigo de faltas actuales?
– No; ya lo dijimos: son pruebas impuestas por Dios, o escogidas por vosotros mismos en estado de Espíritu y antes de vuestra reencarnación, para expiar las faltas cometidas en otra existencia, porque nunca las infracciones a las leyes de Dios, y sobre todo a la ley de justicia, quedan impunes. Si no es en esta vida necesariamente será en otra y por esta razón el que para vosotros es justo, con
frecuencia está marcado por su pasado. (393).
985 – La reencarnación del alma en un mundo menos grosero, ¿es una recompensa?
– Es consecuencia de su depuración, porque a medida que los Espíritus se depuran, se reencarnan en mundos cada vez más perfectos, hasta que se hayan despojado de toda la materia y lavado de todas sus manchas, para gozar eternamente de la felicidad de los Espíritus puros en el seno de Dios.
En los mundos donde la existencia es menos material que en éste, las necesidades son menos groseras y todos los sufrimientos físicos menos vivos.
Los hombres no sienten las malas pasiones que en los mundos inferiores, siembran la enemistad entre ellos. Careciendo de objeto el odio y los celos, viven todos en paz, porque practican la ley de justicia, de amor y de caridad. No conocen los disgustos y las inquietudes que nacen de la envidia, el orgullo y el egoísmo, que atormentan nuestra existencia terrestre. (172 – 182).
986 – El Espíritu que ha progresado en su existencia terrestre, ¿puede reencarnarse, a veces, en el mismo mundo?
– Sí, si no ha podido cumplir su misión, y él mismo puede pedir terminarla en una nueva existencia; pero entonces no es una expiación. (173)
987 – ¿Qué se hace del hombre que, sin hacer mal, tampoco hace nada para sacudir la influencia de la materia?
– Puesto que ningún paso ha dado en dirección a la perfección, debe empezar una existencia de misma naturaleza de la que dejó; permanece estacionario, y es así como puede prolongar los sufrimientos de la expiación.
988 – Hay personas cuya vida corre en completa calma y que no teniendo nada que hacer por sí mismas, están exentas de cuidados. Esa existencia feliz, ¿prueba que nada tienen que expiar de otra anterior?
– ¿Las conoces bien? Si lo crees, te engañas. Pues, con frecuencia, la calma es sólo aparente. Pueden haber escogido semejante existencia, pero, cuando la dejan, perciben que no les sirvió para progresar, y entonces, como el perezoso sienten el tiempo que han perdido. Sabed bien, que el Espíritu no puede adquirir conocimientos y elevarse sino por la actividad; si se duerme en la
negligencia no avanza. Se asemeja al que necesita trabajar (según vuestras costumbres) y que se pone a pasear o se acuesta con la intención de no hacer nada. Sabed también que cada uno habrá de dar cuenta de la inutilidad voluntaria de su existencia. Esa inutilidad es siempre fatal para la felicidad futura. La suma de la felicidad futura está en razón de la suma del bien que se ha hecho, y la de la desdicha está en razón del mal y de los infelices que ha hecho.
989 – Hay personas que sin ser positivamente malas, hacen infelices a todos los que las rodean, por su carácter. ¿Qué consecuencias les acarrea esto?
– Seguramente, esas personas, no son buenas y expiarán con el espectáculo de aquellos a quienes han hecho infelices, lo que será para ellos reprochable. Después, en otra existencia, sufrirán lo que hicieron sufrir.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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