lunes, 14 de mayo de 2018

Desencarnación y perturbación




 Hola amigos;
Hoy nuevamente, os presento:

- En el Más Allá...
-El poder de Dios
.-Desencarnación y perturbación
-Código Penal de la vida futura







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                                             EN EL MÁS ALLÁ

Los Espíritus se comunican generalmente con placer, y para ellos es una satisfacción ver que no fueron   olvidados;  describen voluntariamente sus impresiones 
al dejar la Tierra, su nueva situación, la naturaleza de sus alegrías y de sus sufrimientos en el mundo de los Espíritus donde se encuentran; unos son muy felices, otros infelices, incluso algunos soportan horribles tormentos, según la manera como vivieron y el empleo bueno o malo, útil o inútil que hicieron de la vida. Observándoles en todas las fases de su nueva existencia, según la posición que ocuparon en la Tierra, su género de muerte, su carácter y sus hábitos como hombres, se llega a un conocimiento si no completo, por los menos bastante preciso, del mundo invisible, para darse cuenta de nuestro estado futuro y presentir la suerte feliz o infeliz que nos espera allí. 

EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN. ALLAN KARDEC.

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                                    EL PODER DE DIOS

¿Queréis dar al pueblo, a los ignorantes, a los pobres de espíritu, una idea del poder de Dios?. Mostrádselo en la sabiduría infinita que rige todas las cosas, en el sorprendente organismo de todo lo que vive, en la fructificación de las plantas, en la adaptación de todas las partes de cada ser a sus necesidades, de acuerdo con el medio donde le ha tocado vivir.- 
Mostradles la acción de Dios en una brizna de hierba, en el pimpollo que se convierte en flor, en el Sol que a todo vivifica. 
Mostradles su bondad en la solicitud que dispensa a todas las criaturas, por ínfimas que sean; su previsión en la razón de ser de cada cosa, ninguna de las cuales es inútil, y en el bien que siempre proviene de un mal aparente y transitorio. 
Hacedles comprender, sobre todo, que el mal verdadero es obra del hombre y no de Dios; no tratéis de amedrentarlos con el cuadro de las penas eternas, en las que acaban por dejar de creer, y que los llevan a dudar de la bondad de Dios. En lugar de eso, dadles 
valor mediante la certeza de que un día podrán redimirse y reparar el mal que hayan cometido. 

Señaladles los descubrimientos de la ciencia como revelaciones de las leyes divinas, y no como obra de Satanás. Enseñadles, por último, a leer el libro de la naturaleza, siempre abierto ante sus ojos; ese libro inagotable en cuyas páginas están inscritas la bondad y la sabiduría del Creador. Entonces ellos comprenderán que un Ser tan grande, que se ocupa de todo, que todo lo cuida, que todo lo prevé, forzosamente dispone del poder supremo.. El labrador lo verá cuando are su campo, y el desdichado lo bendecirá en sus aflicciones, diciendo: “Si soy desdichado, es por culpa mía”. Entonces, los hombres serán auténticamente religiosos, racionalmente religiosos sobre todo, mucho más que si 
creyeran en piedras que rezuman sangre, o en estatuas que pestañean y derraman lágrimas. 


La Génesis - Capítulo XIII 
Allan Kardec 
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DESENCARNACIÓN Y PERTURBACIÓN
Helio Roca Da Silva Pinto
 Las preguntas que van del número 154 al 165 de “El Libro de los Espíritus” traen enseñanzas muy importantes para nuestro propio equilibrio y el de los entes queridos que desencarnaron.
El desconocimiento de lo que es Desencarnación y de la existencia de un periodo de perturbación del desencarnado, llevan a las personas a tomar actitudes desequilibradas, causando, con ello, un sufrimiento mayor para ellos mismos y, lo que es peor, sufrimiento al espíritu amado.
La separación del cuerpo no siempre es dolorosa, al contrario, muchas veces es un alivio, pero todo espíritu pasa por una perturbación después del desligamiento del cuerpo.
El espíritu ya depurado de sus faltas y conocedor de la realidad del mundo espiritual, caso bastante raro en este planeta, reconoce en el nuevo estado casi inmediatamente.
Según nos informan los espíritus, todos sin excepción pasan por una perturbación, aunque sea por algunos segundos.
Otros, infelizmente la gran mayoría, entran en un estado de perturbación, que llega hasta el reconocimiento de su nueva situación y la consecuente adaptación a la nueva vida.
Ello puede llevar horas, días, meses y hay casos que han sido años.
La duración varía en cada espíritu.
El carácter, la obra, el conocimiento anticipado de la vida espiritual, o sea, la creencia profesada en la existencia material recién acabada, con agravantes en sus actos, puramente materialistas, son tan solo, algunos de los motivos para la mayor o menor duración.
El tipo de muerte también puede influir en el tiempo de la adaptación.
Las muertes violentas causan sorpresa a los espíritus alcanzados, que no creen que murieron e intentan continuar normalmente la existencia material. Al no conseguirlo, sufren por ello.
Los suicidas son las mayores víctimas de esa sorpresa.
Además de no acabar como esperaban, continúan sintiendo las aflicciones, a veces ampliadas, que los llevaron a la rebeldía contra las directrices divinas.
Vimos, así, que los compañeros que desencarnan, necesitan, y ciertamente merecen nuestra ayuda, nuestra colaboración para obtener, más rápidamente, el equilibrio espiritual.
Sabemos que nuestras vibraciones mentales llegan a los espíritus.
Es necesario, entonces, que desde el momento de la Desencarnación, pasando por el velatorio y entierro, y prosiguiendo después, tan sólo enviemos al espíritu que desencarnó, vibraciones de calma y equilibrio.
¿Añoranza? ¡Sí, claro!, Las lágrimas no necesitan ser reprimidas, mientras sean originadas por un sentimiento noble.
Jamás lágrimas basadas contra los designios divinos, de desespero, de angustia, vibraciones desequilibradas que, fatalmente, agravarán hasta límites incalculables el sufrimiento del compañero que deja la materia.
No será difícil mantener ese equilibrio para quien realmente posee una religión de uso interno y no tan solo para exteriorizaciones o datos estadísticos.
Que la persona que desencarnó sigue existiendo, todas las religiones lo enseñan.
De este modo, no hay que encarar a la muerte como el fin de todo.
Todos nos encontraremos nuevamente, es como un viaje, tan solo eso.
Escenas desagradables de desespero e indignación, demuestran solamente la falta de preparación, descontrol, egoísmo y falta de fe verdadera, a parte de herir profundamente al espíritu, casi siempre ya perturbado por el cambio de estado.
En verdad, a veces, hay más representació n que sentimientos.
Todo puede evitarse con el uso de la oración.
Una oración por el desencarnado, oración para que obtengamos equilibrio, oración para el equilibrio de las demás personas, envueltas emocionalmente en la desencarnación.
 DEJAR AL ESPÍRITU AMADO EN SOSIEGO
 Muchos parecen olvidar que Dios nos dio, a cada uno de nosotros, un espíritu protector perfectamente capaz de ayudarnos.
No evoquemos a nuestros entes queridos para resolver nuestros problemas.
A parte de ser una ingratitud hacia nuestro protector, que nos acompaña desde el vientre materno, la evocación puede afligir al espíritu amado, por sentirse sin medios para atendernos.
Es un engaño pensar que basta con estar en vida espiritual, para tener poderes y conocimientos que no se poseían aquí.
Pedir ayuda otros, que no fuere el designado por Dios para atendernos, no solo es dudar de la competencia de la elección de Dios, sino que puede incluso apartarse de nosotros, por absoluto desinterés nuestro, el protector espiritual, como puede, también, retardar la recuperación del ente querido, que se anticipó a nosotros en la vuelta a la espiritualidad.
Tan solo oremos por ellos.
 Tomado del Libro “Todo Estaba Escrito”
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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CÓDIGO PENAL DE LA VIDA FUTURA

- Belén Peytavi-
Impreso en la conciencia del ser llevamos la noción del bien y del mal, así como la existencia de un Dios creador y dador de vida. Siendo el hombre un ser trascendente, desde la aceptación de una vida futura se planteó cómo sería la vida después del túmulo. El destino, más allá de la tumba, ¿sería igual para el justo que para el que no se ajustó a las leyes divinas? El sentido común y la intuición de las leyes divinas llevaban a considerar que la situación sería muy diferente y así, en función de la evolución que en cada momento presentaban las sociedades, se intentó dar explicación a esta cuestión. Con diversas interpretaciones de acuerdo a las diferentes filosofías, religiones y según también el grado de adelanto de las sociedades, se daba una coincidencia en una suerte de “paraíso” de paz y felicidad para el justo y un sufrimiento para aquellos que faltaron a la ley divina, a los que se les suponía una localización física. Las visiones de los místicos, extáticos, sensitivos, médiums en definitiva, fueron interpretadas ajustándolas a sus preconceptos religiosos (Dante Alighieri, Santa Teresa, Swedenborg …) 
Allan Kardec en el capítulo VII del libro El Cielo y el Infierno nos habla del código de las penas futuras en la interpretación del espiritismo. Explica que –al igual que con el resto de las obras espíritas- siguió un método de observación y análisis, sin preconceptos previos, fruto de la observación, a través de numerosas comunicaciones recibidas por una cantidad ingente de médiums, en lugares diversos: «No se trata aquí de la relación de un solo espíritu, que podría ver los acontecimientos desde su punto de vista, bajo un solo aspecto, o estar todavía dominado por las preocupaciones terrestres, ni de una revelación hecha a un solo individuo que podría dejarse engañar por las apariencias, ni de una visión extática, que se presta a las ilusiones y muchas veces no es más que resultado de una imaginación exaltada, sino de innumerables ejemplos suministrados por toda categoría de espíritus, desde lo más alto hasta lo más bajo de la escala, con ayuda de innumerables intermediarios diseminados sobre todos los puntos del globo, de tal modo que la revelación no es privilegio de nadie, sino que cada uno está en disposición de ver y de observar, y nadie está obligado a creer en la palabra de otro». 
Establecida una gradación en los “goces” y en las “penas”, según se deduce de las manifestaciones de los espíritus (recomendamos al lector la lectura de la Parte II de El Cielo y el Infierno, donde se recogen, a modo de ejemplo, algunas comunicaciones), surge la cuestión de si esa situación es puntual, eventual o será ya permanente, para el resto de la eternidad, como preconizan ciertas religiones. A través de un análisis racional y lógico, Kardec demuestra que un Dios bueno, justo, misericordioso no casa con la idea de un Dios vengativo, incapaz de sentir misericordia por sus hijos extraviados; que ante una caída condena para siempre cuando Él pide el ejercicio del perdón a todos sus hijos. Por otro lado, el Divino Pastor nos dijo que no se perdería ni una sola de sus ovejas. Si se admitiera la teoría de las penas eternas estaríamos ante una discriminación, por cuanto si el hombre se arrepiente durante su vida aún puede aspirar a la dicha eterna, pero si el arrepentimiento le llega después de la muerte ya todo para él está determinado y no hay nada que hacer. ¿Por qué el arrepentimiento no ha de tener eficacia sino durante la vida, que no es más que un instante, y no lo ha de tener durante la eternidad que no tiene fin? En estas circunstancias, estaríamos ante un Dios inclemente, menos misericordioso que el propio hombre que permite la rehabilitación y la reinserción del delincuente en la sociedad. 
Del análisis de todas las comunicaciones se llega a una serie de conclusiones en las que nos parece importante señalar cuanto sigue: La dicha y el sufrimiento de los espíritus son directamente proporcionales al grado de perfección e imperfección que presentan. Esta situación es eventual, pues sometido el espíritu a la Ley del progreso, y con destino final la Felicidad, irá progresando, deshaciéndose de sus imperfecciones para alcanzar la dicha que a todos nos está reservada. «Ninguna oveja se perderá» nos dijo el Divino Pastor. 
Las penas y sufrimientos inherentes a las imperfecciones, entre las que se incluye la falta de práctica del bien cuando se tuvo ocasión y no se hizo, se pueden padecer tanto en el mundo físico –en la misma encarnación o en sucesivas reencarnaciones– como en el mundo espiritual. El arrepentimiento supone el punto de inflexión para cambiar el estado de “penalidad”, ya que la ayuda se manifiesta de forma más activa y se modifica la situación en que está el espíritu. Puede darse tanto durante la vida material como en la espiritual. Cuanto antes se dé el arrepentimiento antes se acortará el tiempo del sufrimiento del culpable. Además del arrepentimiento, son necesarios la expiación y la reparación para que la falta y sus consecuencias queden totalmente “borradas”, superadas más bien, porque todo formará parte de nuestros archivos personales. 
Si a cada cualidad corresponde una dicha y a cada falta una pena, la determinación de ésta no es automática, rígida, por cuanto entran en juego los agravantes o atenuantes aplicables al caso, entre los que se contempla el grado de responsabilidad, de madurez intelecto-moral del espíritu, así como la propia actitud, ya que las situaciones, en función de la ley de causa y efecto, se están modificando a cada momento. Recordemos las palabras de Jesús: «El amor cubre la multitud de pecados». Y no olvidemos que la duración también se podrá acortar con un arrepentimiento temprano. 
Las penas no se imponen como medio vengativo, sino que tienen una finalidad, como no podría ser de otra manera ante un Dios infinitamente justo y misericordioso: hacer reflexionar al espíritu para que se produzca un cambio de actitud; por eso son temporales. La dicha y el sufrimiento son inherentes al espíritu, no hay localizados geográficamente un “cielo” o un “infierno”, aunque existan diversos mundos con diferente grado de adelanto en donde concurren espíritus con el mismo grado de evolución. 
El mensaje que nos trae el espiritismo, desde el razonamiento lógico y la experimentación –que se ha seguido manteniendo vigente a lo largo de las comunicaciones y revelaciones en obras mediúmnicas– es esperanzador. Sin ocultar las consecuencias que alcanzan a los espíritus infractores, nos muestra una limitación en la duración de las penas, duración que depende únicamente de nosotros, pues somos los arquitectos de nuestro futuro. La ayuda divina nunca falta. En cuanto el espíritu se muestra arrepentido y decidido a cambiar, la ayuda se le muestra más activamente, permitiendo una reparación, una superación mediante la vuelta al bien, “al camino recto”: es el regreso del hijo pródigo. 
Día a día, momento a momento con nuestros pensamientos, nuestras acciones así como con las omisiones en la práctica del bien, estamos creando nuestro futuro, preparando “la morada” en la que habitaremos al desencarnar. Afanémonos, pues, para encontrarnos plenos y dichosos por la labor bien hecha y agradezcamos a Dios Padre su misericordia infinita, que nos ofrece infinitas oportunidades, tiempo ilimitado para que podamos rectificar, volver al camino y avanzar hacia su encuentro, lo que nos llevará a estar liberados de toda penalidad y sufrimiento. ¡Bendito destino el que Dios preparó a todos sus hijos! «Tal es la ley de la justicia divina: A cada uno según sus obras, así en el cielo como en la tierra»
(Art. tomado de la Rev nº 13 de la FEE)
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