lunes, 3 de abril de 2017

La violencia, en la visión espírita


Contenido de este Blog para este día:
- Si a la vida, no a la muerte
-Autismo: Una visión médico-espírita
- Evolución del Alma
- La violencia, en la visión espírita


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SI A LA VIDA, NO A LA MUERTE
Mercedes Cruz Reyes
Todo hombre siente el deseo de vivir, de gozar, de querer, de ser feliz. Con la creencia en la nada, el hombre concentra forzosamente todos sus pensamientos sobre la vida presente, y no es posible, en efecto, preocuparse lógicamente de un porvenir en el cual no se cree. Esa preocupación exclusiva del presente que conduce naturalmente a pensar en sí mismo ante todo es, pues, el más poderoso estimulante del egoísmo.
Si el respeto humano detiene a algunos, ¿qué freno tendrán aquellos que nada temen? Dicen que la justicia humana sólo alcanza a los torpes, por esto discurren cuanto pueden para eludirla. Si hay una doctrina malsana y antisocial, seguramente es la del nihilismo, porque rompe los verdaderos lazos de la solidaridad y de la fraternidad, fundamentos de las relaciones sociales.
El Espiritismo viene a oponer un dique a la invasión de la incredulidad, no sólo con el raciocinio, no sólo con la perspectiva de los peligros que trae consigo, sino más bien con hechos materiales, haciendo palpables al tacto y a la vista el alma y la vida futura.
Cada uno es libre, sin duda alguna, en su creencia, de creer algo o de no creer nada. Pero aquellos que quieren hacer prevalecer en la mente de las masas, de la juventud sobre todo, la negación del porvenir apoyándose en la autoridad de su saber y del ascendiente de su posición, siembran en la sociedad gérmenes de turbación y de disolución, y contraen una grave responsabilidad.
La educación, sin duda alguna, modifica las cualidades intelectuales y morales del alma.
El hombre quiere saber de dónde viene y a dónde va.
El hombre tiene instintivamente la creencia en el porvenir. Pero no teniendo hasta hoy ninguna base cierta para definirlo, su imaginación ha forjado sistemas que han traído la diversidad de creencias. No siendo la doctrina espiritista sobre el porvenir una obra de imaginación más o menos ingeniosamente expresada, y sí el resultado de la observación de hechos materiales que se desarrollan hoy a nuestra vista, reunirá, como lo hace ya actualmente, las opiniones divergentes o flotantes, y traerá poco a poco y por la fuerza natural de las cosas la unidad de creencias sobre este punto, creencia que no tendrá por base una hipótesis, sino una certeza. La unificación hecha en lo relativo a la suerte de las almas será el primer punto de contacto entre los diferentes cultos, un paso inmenso hacia la tolerancia religiosa primero, y más tarde hacia la fusión.
El hombre, a cualquier grado de la escala a que pertenezca, desde el estado salvaje, tiene el sentimiento innato del porvenir. La creencia en el porvenir es intuitiva de una forma generaliza.
El temor a la muerte es un efecto de la sabiduría de la Providencia y una consecuencia del instinto de conservación, común a todos los seres vivientes. Es necesario, mientras, que el hombre no esté bastante enterado de las condiciones de la vida futura, como contrapeso a la propensión que, sin este freno, le induciría a dejar prematuramente la vida terrestre y descuidar el trabajo que debe servir para su adelanto.
Por eso, para los pueblos primitivos el porvenir sólo es una vaga intuición. Más tarde, una sencilla esperanza, y después, una certeza, pero todavía neutralizada por un secreto apego a la vida corporal.
A medida que el hombre comprende mejor la vida futura, el temor a la muerte disminuye. Pero al mismo tiempo comprende mejor su misión en la Tierra, y espera su fin con más calma, resignación y sin temor. La certeza de la vida futura da otro curso a sus ideas, otro objeto a sus trabajos.
Antes de tener certeza, sólo trabaja para la vida actual. Con esta certidumbre, trabaja en vista del porvenir sin descuidar el presente, porque sabe que su porvenir depende de la dirección más o menos buena que da al presente. La seguridad de volver a encontrar a sus amigos después de la muerte, de continuar las relaciones que tuvo en la Tierra, de no perder el fruto de ningún trabajo, de aumentar sin cesar en inteligencia y en perfección, le da la paciencia de esperar y el valor para soportar las fatigas momentáneas de la vida terrestre. La solidaridad que ve establecerse entre los difuntos y los vivientes le hace comprender la que debe existir entre los vivos. La fraternidad tiene desde entonces su razón de ser y la caridad un objeto en el presente y en el porvenir.
Para liberarse del temor a la muerte, hay que contemplar a ésta desde el verdadero punto de vista, es decir, haber penetrado, con el pensamiento, en el mundo espiritual y haberse formado del porvenir una idea lo más exacta posible, lo que manifiesta en el espíritu encarnado cierto desarrollo y cierta aptitud para desembarazarse de la materia. Para aquellos que no están lo suficientemente adelantados, la vida material es preferible a la vida espiritual.
El temor a la muerte procede, pues, de la insuficiencia de las nociones de la vida futura, pero manifiesta la necesidad de vivir, y el miedo de que la destrucción del cuerpo sea el fin de todo está provocado por el secreto deseo de la supervivencia del alma, todavía semi oculta por la incertidumbre.
El hombre tardará mucho tiempo, sin duda, en deshacerse de las preocupaciones. Pero lo logrará a medida que su fe se consolide, y se forme una idea sana de la vida espiritual.

TOMADO DEL LIBRO “CIELO E INFIERNO”.

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A finales de 2015, un listado hecho por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, constató que la incidencia de autismo entre los niños había aumentado: ahora, un niño de cuarenta y cinco está dentro del trastorno del espectro autista (lo que representa cerca del 2,25% en el país americano). Entre 2011 y 2013, esa tasa era apenas de uno de cada ochenta y, en 2008, uno de cada cien.

De esa forma, se estima que Brasil, con sus 200 millones de habitantes, posee cerca de dos millones de autistas. Son más de trescientos mil casos solo en el Estado de São Paulo. Para saber un poco más sobre esta enfermedad, entrevistamos al Dr. José Fernando de Souza, que es médico neuropediatra, director médico del núcleo Integrado de Neurología Infantil en Juazeiro del Norte, Ceará, y presidente de la AME – Cariri.

He aquí la entrevista:

¿Qué caracteriza el autismo?

El autismo es definido por el desarrollo anormal y/o regresión de la interacción social y comunicación asociados a intereses y comportamientos repetitivos y estereotipados.

¿Cómo los padres o cuidadores identifican las primeras señales? ¿A partir de cuántos meses o años?

Uno de los principales marcadores biológicos en los trastornos globales del desarrollo infantil en el espectro autista han sido las ventanas del desarrollo. Esos marcadores hoy representan los principales parámetros que tenemos y que transcurren de la siguiente manera: la orientación social (capacidad de responder a una llamada) y la atención compartida (capacidad de dividir la atención con alguna persona) son habilidades adquiridas el primer año de vida; así, actualmente han sido buscados retrasos de esas áreas citadas, el llamado análisis del fenotipo (observación del comportamiento). De los marcadores, es decir, de los indicadores que puedan ser medidos, los endofenotipos, o sea, las predisposiciones individuales a desarrollar los trastornos globales del desarrollo, son actualmente los más acertados. De ese modo, la precocidad del diagnóstico podrá ser detectada en un niño que no responda a una llamada con su mirada (orientación y atención compartida) o que no haya desarrollado el lenguaje hasta los 30 meses de edad.

¿Existen predisposiciones genéticas para el autismo?

Existe un grupo de genes que han sido considerados como envueltos en la génesis de los disturbios sociales que componen el trastorno del espectro autista, tales como las neuroliginas 3 y 4, las neurexias 1 y 3, el FMR1 y MECP2, en el caso de los dos últimos, estudios envueltos con el síndrome del cromosoma X frágil y el síndrome de Rett.

¿Espiritualmente, hay explicaciones o posibilidades para esa enfermedad?

La mayor explicación para el trastorno del desarrollo infantil del espectro autista es la ley de causa y efecto. Como nos dice el Espíritu Joanna de Ângelis en su libro "Plenitud": “los sufrimientos humanos de naturaleza “kármica” pueden presentarse bajo dos aspectos que se complementan: prueba y expiación. Ambos buscan educar y reeducar”.

Espiritualmente, los niños son espíritus en proceso de educación y evolución, con demandas kármicas (ley de causa y efecto) que deben ser depuradas. No son los padres los que generan los espíritus que vuelven, solo ayudan en la composición genética de la formación de la materia en la cual ese espíritu habitará. El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu, porque el espíritu existía antes de la formación del cuerpo que va a habitar.

Hoy, vemos más casos de autismo. ¿Por qué? ¿El diagnóstico viene perfeccionándose?

El hecho de ver más casos siendo diagnosticados hoy día para trastornos del espectro autista se debe a una mayor notificación por aquellos que luchan con la enfermedad y a la divulgación hecha en los medios por las asociaciones de madres y niños autistas de todo Brasil, que de forma inequívoca, han divulgado la historia natural de la enfermedad y cómo diagnosticarla. Es evidente que el conocimiento viene perfeccionándose a lo largo de los años.
¿La sociedad está más preparada para apoyar no solo a los niños, sino también a su familia?

La sociedad está mucho mejor preparada para aceptar y acoger a esos niños, en vista de la comprensión de la enfermedad y para aquellos que aceptan el paradigma espíritu-materia.

¿En su opinión, cuál es la mejor lección a aprender con el autismo?

La mejor lección que aprendemos con el autismo infantil es estar delante de un ser que sufre porque hirió, y normalmente hirió mucho, como nos informan los Espíritus superiores en las palabras de Hermínio Miranda, Chico Xavier y Suely Caldas Schubert. “Las expiaciones —dicen ellos, —buscan restaurar el equilibrio perdido, al tiempo que conducen al infractor a la posición espiritual en que se encontraba antes de la caída desastrosa.”

Hay que considerar la propuesta de las casas espíritas para la atención de los niños autistas, enfocando dos puntos igualmente importantes:

1. Atención espiritual permanente a las familias y al paciente en la casa espírita y en su hogar de origen.

2. No apartarse de las atenciones médicas y rehabilitadoras proporcionadas por las diversas técnicas conocidas.

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