Contenido de este blog para este día:
- Causas actuales de las Aflicciones
- La educación
- Anotaciones sobre la Mediumnidad
- Serenidad
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Causas actuales de las Aflicciones
De dos clases son las vicisitudes de la vida, o si lo prefieren, provienen de dos fuentes bien distintas, que importa diferenciar. Unas tienen su causa en la vida presente; otras fuera de esta vida.
Remontándonos al origen de los males terrestres, reconoceremos que muchos son consecuencia natural del carácter y del proceder de los que los soportan.
¡ Cuantos hombres caen por su propia culpa !. ¡ Cuantos son víctimas de su imprevisión, de su orgullo y de su ambición !.
¡ Cuantos se arruinan por falta de orden, de perseverancia, por su mal proceder, o por no haber sabido limitar sus deseos !
¡ Cuantas uniones desgraciadas, porque resultaron de un cálculo de intereses o de vanidades en las que el corazón no tomó parte alguna !
¡ Cuantas disensiones y funestas disputas se habrían evitado con un poco de moderación y menos susceptibilidad !.
¡ Cuantas dolencias y enfermedades provienen de la intemperancia y de los excesos de todo género !.
¡ Cuantos padres son infelices con sus hijos, porque no les combatieron desde el principio las malas tendencias!. Por debilidad o indiferencia, dejaron que en ellos se desarrollasen los gérmenes del orgullo, del egoísmo y de toda vanidad, que producen sequedad en el corazón; luego, más tarde, cuando recogen lo que sembraron, se admiran y se afligen por la falta de deferencia con que son tratados y de la ingratitud de ellos.
Interroguen friamente sus conciencias todos los que son heridos en el corazón por las vicisitudes y decepciones de la vida; remonten en paso a paso al origen de los males que os torturan y verifiquen que en las más de las veces, no podrán decir: Si yo hubiese hecho o dejado de hacer tal cosa, no estaría en semejante condición.
¿ A quien, entonces, ha de responsabilizar el hombre por todas esas aflicciones, sino a si mismo?. El hombre pues, en gran número de casos, es el causante de sus propios infortunios; pero, en vez de reconocerlo, encuentra más simple y menos humillante para su vanidad, acusar a la suerte, a la Providencia, a la mala fortuna, a la mala estrella, al paso que la mala estrella solamente es su incuria.
Los males de esa naturaleza suministran, indudablemente, un notable contingente al cómputo de las vicisitudes de la vida. El hombre las evitará cuando trabaje por mejorar moralmente, tanto como intelectualmente.
La ley humana alcanza ciertas faltas y las castiga. Puede, entonces, el condenado reconocer que sufre la consecuencia de lo que hizo. Pero la ley no alcanza, ni puede alcanzar todas las faltas; incide especialmente sobre las que solo perjudican a quienes las cometen. Dios, por tanto, quiere que todas sus criaturas progresen y, por tanto, no deja impune ningún desvío del camino recto. No hay ninguna falta, por más leve que sea, ninguna infracción a su ley, que no forzosas e inevitables consecuencias, más o menos deplorables. De ahí se sigue que, en las pequeñas cosas, como en las grandes, el hombre es siempre corregido por aquello en que pecó. Los sufrimientos que derivan del pecado le son una advertencia de que procedió mal. Le dan la experiencia, le hacen sentir la diferencia existente entre el bien y el mal y la necesidad de mejorar para, en el futuro,evitar lo que le originó una fuente de amarguras, sin lo que no habría motivo para enmendarse. Confiado en su impunidad, retardaría su avance y consecuentemente, su felicidad futura.
Entretanto, la experiencia algunas veces llega un poco tarde: cuando la vida ya fue desperdiciada y turbada; cuando las fuerzas ya están gastadas y sin remedio el mal. Entonces puede decir el hombre: "Si al comienzo de mis días yo hubiera sabido lo que se hoy,¡ cuantos pasos en falso habría evitado!. Si hubiese de recomenzar, me conduciría de otra manera. ¡ Pero ya no hay más tiempo! ". Como el obrero perezoso, que dice: "Perdí mi día", también él dice: "Perdí mi vida". Con todo, así como para el obrero el Sol se levanta al día siguiente, permitiéndole en éste reparar el tiempo perdido, también para el hombre, después de la noche del túmulo, brillará el Sol de una nueva vida, en la que le será posible aprovechar la experiencia del pasado y sus buenas resoluciones para el futuro.
Allan Kardec. De la obra: El Evangelio Según el Espiritismo.
COMUNIDAD ESPIRITA CRISTIANA DE ATLANTA - www.atlantaespirita.org
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LA EDUCACIÓN
Por qué los adultos se olvidan de que ya fueron niños.
J Herculano Pires
Si hiciesen un poco de esfuerzo, ¿no los educarían mejor? Los dos problemas: el de la educación en el hogar y el de la educación en la escuela giran en torno de un mismo eje. Los padres son los profesores en el hogar y los maestros son los padres en la escuela. Mucho más que un fenómeno biológico, la paternidad y la maternidad constituyen una relación psíquica y por lo tanto espiritual.
El Espiritismo enseña y demuestra que los padres no generan al espíritu de los hijos, sino solamente sus cuerpos. El niño ya nace con el acervo personal de sus conquistas en el proceso evolutivo. Entonces, la tarea de los padres, como la de los maestros, es ayudarlos a integrarse, durante la presente existencia, en la posesión de ese acervo, y a enriquecerlo aún más. Así, para que la educación se desenvuelva de manera armónica y eficiente es necesario la conjugación del hogar con la escuela, de los padres con los maestros.
No será muy fácil conseguir esto en el mundo de hoy, principalmente en las grandes ciudades. Pero hay un medio por el cual se pueden superar las dificultades actuales. Si los padres y los maestros se acuerden de que también fueron niños, si procuraren mantener este recuerdo en sus actividades en el hogar y en la escuela, la conjugación necesaria se hará naturalmente.
Educación afectiva
Los adultos se olvidan fácilmente de que ya fueron niños por que se encuentran integrados en un mundo diferente, el mundo de la gente grande. Este mundo de los adultos está hecho generalmente de ambiciones, temores, odios y violencias. Es un mundo hostil, muchas veces brutal. Los adultos se tornan criaturas prácticas, objetivas, eficaces, lo que quiere decir egoístas, secas, frías e insensibles. Si hiciesen algún esfuerzo para vencer esta frialdad mortal, acordándose un poco de la infancia, volverían a vivir y serían capaces de amor y ternura.
La Educación es un acto de amor, es la ayuda de las personas grandes para que los niños también puedan crecer. Los adultos sin amor no pueden educar. Por lo contrario, deseducan. A veces la escuela destruye la educación iniciada en el hogar, y a veces es el hogar que destruye la educación dada en la escuela. Si los padres son insensibles, el niño será infeliz, carente de amor. Si los maestros son estúpidos, el niño le temerá a la escuela. Pero lo peor de todo es la indiferencia, la frialdad.
Padres y maestros que miran hacia los niños con ojos de momias, de rostro impasible, son verdugos ejecutando víctimas inocentes. Queman estas plantitas tiernas, que son los niños, como un sol ardiente encrestando las siembras en el campo. Los niños necesitan de afecto, de cariño, de atención.
La naturaleza humana es diferente de la naturaleza animal. No se puede ni se debe querer domesticar a un niño como si fuese un cachorrito, domarlo como si fuese un potro. Cada niño es una inteligencia despertando hacia la vida, y más que esto, es una consciencia que desabrocha. Esta inteligencia y esta consciencia precisan de aceptación y comprensión, puesto que de lo contrario se resecan, se tornan amargas, rebeldes y malos. Los animales no pueden ser domesticados solo con violencia.
J. Herculano Pires
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Anotaciones sobre la mediumnidad
Las inescrutables leyes de justicia son inderogables y nadie consigue burlarlas conforme muchas personas suponen hacerlo. Las simientes de la insensatez, se reproducen siempre en modalidades diferentes, hasta que el orden, la templanza y la acción proficua les erradiquen la cultura perniciosa en las criaturas. He aquí por que, a todos los que Jesús atendía, no les dejó de amonestar en cuanto a los actos futuros, imponiéndoles como condición de paz, de conservación de salud, que no volvieran a pecar, cometiendo faltas contra el propio equilibrio, el del prójimo o el de la Vida.
En lo referente a las subyugaciones físicas, nos acordamos del Maestro, enfrentando en diversas oraciones, entidades perversas, que producían impedimentos motores y disturbios fisiológicos en sus victimas, así como perturbaciones en el área mental.
El evangelista Mateo se reporta, en los versículos treinta y dos y treinta y tres del capitulo noveno, al hecho de que “Le fue traído un mundo endemoniado. Expulsado el Espíritu inmundo el mudo habló… Mas adelante, el mismo Evangelista, en el capitulo doce, versículo veintidós, comento que,… “Le trajeron un endemoniado, ciego y mudo; El lo curó, de forma que el enfermo hablaba y veía.” Epilepsia, paralasis de las piernas, hidropesía, deformación orgánica, sordez bajo acción espiritual enfermiza, recibieron del Maestro la cura, mediante el alejamiento del factor causal – el espíritu obsesor en trama de cruel venganza.
En ella rea mental, la interferencia de Jesús, enfrentando los alineados por obsesión está, reiteradas veces, narrada por los testigos y por los que oyeran las informaciones de los que se presenciaran, o de la boca de sus propias victimas. “Cuando los estudiosos del fenómeno paranormales penetren mejor en los intrincados mecanismos de las causas morales que rigen la vida, más fácilmente elucidaran los graves problemas en el área de la salud, ya sea física como mental, comprendiendo que, en el espíritu, se encuentran las llaves para solucionarse los aparentes enigmas del comportamiento y de la vida humana. Por los hábitos mentales y morales, por la acción, el hombre reúne los valores para la paz o elabora las cadenas con las que se ata por tiempo indefinido. En razón del mal uso de su inteligencia, en vidas anteriores, aunque no lleguen a ser retrasados mentales, muchos espíritus reencarnan con dificultades en el raciocinio y la memorización.
En las casas de Beneficencia y Sociedades el trabajo es una bendición mayor para aquellos que la desarrollan. Se ve a compañeros dedicados y entusiastas trabajando con optimismo en Obras Sociales que crean y mantienen, siendo, lentamente descorazonados, cayendo en el desanimo, ante los resultados, a veces decepcionantes, bien distintos, de lo que esperaban. Se agotan, hora tras hora para que nada falte en la Obra y que todo este en orden, dándose con amor y luchando con fervor en los nobles objetivos.
Los beneficiarios, no obstante salvadas raras excepciones, se vuelven exigentes, se hacen ingratos y difamadores, reaccionando a las buenas orientaciones y asumiendo actitudes soberbias, ofensivas, que insuflan rebeldía y malquerer. Oimos a personas dedicadas al bien formulando doloridas interrogaciones sobre sus posibles fallos y fracasos, impelidas a la desistencia por falta de estimulo de aquellos que son o fueron socorridos por su dedicación y renuncia. Sucede que los donadores de hoy son los usurpadores de ayer en recuperación; anteriores servidores desastrados, ahora honestamente arrepentidos, gozan de paz con la feliz oportunidad de realización; forman los grupos de obreros que despertaron para servir, antes que recibir, ya que no deben guardar cualquier resentimiento ante la ingratitud o la ofensa de sus pupilos transitorios, y si perfeccionándose, cincelando las aristas morales y creciendo para Dios mediante el trabajo libertador. La aflicción y el desconocimiento del bien que esparcen, han de constituirles emulación para producir más y mejor. A pesar de saberse humanos y débiles, deseando comprensión y amistad, les cabe reconocer que, por el momento, esas monedas luz todavía son escasas, y ellos deben ser los ofertantes de esos tesoros que, en sus manos, cuanto más los distribuyan más se les multiplican, no desanimándose, ni desatendiendo nunca.
En la oración en la meditación, en la lectura edificante y en los ejemplos de los héroes de todos los matices encontraran la fuerza e inspiración para el proseguimiento, sin detenerse en el examen negativo de las ocurrencias, sino cuando la necesidad de mejorar o corregir algo adquiriendo el salario de la armonía de conciencia por el deber rectamente cumplido, en un ofrecimiento espontáneo a la Vida, siguiendo los pasos el Donador no comprendido, el Maestro Jesús. Muchos espíritus cuando son favorecidos con el renacimiento carnal se consideran punidos, arrojados a un exilio que dicen no merecer o que se sienten olvidados en procesos de expurgación de los que no son merecedores. Otros innumerables, al recogerse en el cuerpo material, anestesian los centros de los recuerdos y, deliberadamente, dejándose enloquecer por los más groseros placeres, se desligan de los compromisos firmados al otro lado de la vida, comprometiéndole más dolorosamente y haciendo el viaje de regreso en lamentable estado de descomposición emocional y de perturbación interior. Otros tantos, acordándose de los locales purificadores donde permanecieron en la Erraticidad, se entregan al pesimismo y a la depresión, sin abrir claros a la esperanza o espacio mental a la liberación de si mismos.
No faltan aquellos que se reencuentran con amigos y adversarios antiguos, a fin de santificar el afecto; sin embargo, derrapan en delitos de amor que se corrompe o, en vez de reconquistar para la ternura, iluminados por el pendón, a aquellos que se apartaron, albergando animosidad y rencor, se aferran al egoísmo y resucitan, inconscientemente , las amarguras; empeorando la situación que deberían superar por la conquista de títulos de ennoblecimiento, mediante los cuales ampliarían los círculos de la amistad fraternal… Pocos espíritus valoran debidamente la oportunidad redentora, invirtiendo el esfuerzo hasta el sacrificio y la devoción al deber; con renuncia a las invitaciones fascinantes de la degeneración moral, que produce placer por un breve instante y se hace notar después por el amargor infeliz de la hiel del arrepentimiento o por la amargura sin paz… l La victoria contra las vicisitudes está al alcance de todos aquellos que se empeñan honestamente por conquistarla. El trabajo edificante bien dirigido; el culto al deber conscientemente realizado; la integración en una ética optimista como la evangélica, constituyen metodologías de perfeccionamiento, en cuya aplicación personal nadie fracasa. La reencarnación representa una de las revelaciones más antiguas de que la humanidad terrestre ha conocido.
Krisma en la antiquísima India; Hermes, en el remoto Egipto; Lau-Tseu, en la viejísima China heredaron de las culturas as centrales desaparecidas el conocimiento de la polinganesia- y transmitieron a las Escuelas Exotéricas y a los templarios de las civilizaciones orientales la edificante información de los renacimientos, instruyendo al hombre con los recursos necesarios para el éxito durante la temporada humana, preparatoria para la liberación del espíritu, tras los compromisos realizados…. Sócrates en Grecia; Jesús en Israel confirmando la enseñanza de los Esenios. Buda cambien en la India; Pitagoras, en Crotona los druidas en la Galicia y otros misioneros como Plotino, Perfirio, Orígenes, Tertuliano, en el Cristianismo primitivo confirmaron este hermoso mecanismo de crecimiento hacia Dios, convocando a los hombres a la lucha, a la liberación del alma que en ellos se detiene, a fin de alcanzar el bien que los aguarda. Allan Kardec, actualizó los postulados reencarnacionista sirviéndose de una dialéctica profundamente racional y científica que puede enfrentar el escepticismo y la negación, ofreciendo la visión anticipada del futuro feliz que se encuentra al alcance de cuantos se empeñen, honesta y sinceramente, por conquistarlo.
Las criaturas se reencarnan en verdaderos clanes unidos unos a los otros por las realizaciones conjuntas en que fracasan, a veces, o crecen para la Vida. Todos nos encontramos todavía unidos a la atmósfera terrestre, donde se detienen afectos poderosos que nos llaman al retorno, y caídos que nos aguardan para la recuperación. “Como el pasado nos significa dolor y arrepentimiento, el hoy hace surgir bendita hora de recuperación y productividad para el futuro de paz y alegría que nos espera. “No nos desanimemos nunca ante el esfuerzo de redención, ocurra lo que ocurra, y recogiéndonos en oración, busquemos las fuentes inspirativas de la Verdad, adquiriendo fuerzas para proseguir y jamás desesperar. “
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco
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SERENIDAD
El buen ciudadano no puede ni debe abdicar de la serenidad en cualquier situación en que se vea expuesto. Dejarse dominar por las secretas pasiones del ego es un comportamiento peligroso, porque ellas lo ciegan, le quitan el discernimiento y lo precipitan a situaciones embarazosas. La serenidad demuestra seguridad personal, consciente de la actitud y confianza en el bien.
Normalmente, en los momentos de crisis, se encienden incendios voraces y llamas inesperadas que como devoradoras surgen por todos sitios, dificultando el entendimiento del hecho y precipitando conductas lamentables. La verdad es falseada, suposiciones malévolas son transformadas en acusaciones insensatas y la decisión es siempre infeliz, porque está basada en ideas preconcebidas.
La crisis de cualquier naturaleza es siempre el clímax de una cuestión mal cuidada que se va agravando a medida que no recibe la consideración merecida, hasta el momento en que ya no es posible ser postergada. Luego surgen temperamentos exaltados de un lado y del otro, que se desafían ansiosos por debates inútiles y acusatorios, revelando también a los aprovechadores que se excusan de comprometerse, porque son pusilánimes y siempre desean lucrarse.
La serenidad no es condescendiente con el error ni con los comportamientos ilegales, inmorales y agresivos, solamente actúa con equilibrio, no aumentando la inquietud que se generaliza y casi siempre termina en acciones que no dignifica a los seres humanos. En esos períodos de crisis, de incertidumbres, surgen rumores asustadores, las calumnias son aceptadas con exaltación y la justicia mal aplicada huye a sus propios estatutos.
La mejor forma de comportarse durante hechos de esa naturaleza es actuar correctamente, sin las implicaciones emocionales de ocasión, contribuyendo en favor de la armonía de todos. En estos días en los cuales las noticias corren con altísima velocidad y las conductas de enfermos emocionales se aprovechan para generar pánico, es necesario vigilancia para no abandonar la serenidad.
DIVALDO PEREIRA FRANCO.
Traducido por: Johnny M. Moix
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