lunes, 6 de abril de 2015

Kardec y el autoconocimiento



                SI CREES EN DIOS 

Si crees en Dios, por grande que fuesen las amenazas de anuncios pesimistas en relación a probables calamidades futuras, conservarás el corazón tranquilo en la convicción de que la Sabiduría Divina sustenta y sustentará el equilibrio de la Vida, por encima de toda perturbación reinante.

Si crees en Dios, en lugar alguno experimentarás soledad o tristeza, porque te hallarás en constante unión con todo el universo, reconociendo que los lazos de Amor y Esperanzas te identifica con todos los seres.

Si crees en Dios, nunca te perderás en el laberinto oscuro de la sublevación o de la desesperación frente a los golpes y las injurias que encontrarás en el camino, porque considerarás a los ofensores y delincuentes en su condición de hermanos desdichados, mucho más necesitados de bondad y protección, que de odio y censura.

Si crees en Dios, recorrerás la Tierra sin adversarios, pues por más que se multipliquen en la senda quienes te agredan o menosprecien, aceptarás a enemigos y adversarios como a hermanos nuestros ubicados en puntos de vista diferentes.

Si crees en Dios, jamás te faltarán la confianza y el trabajo, porque te levantarás cada día con la certeza de que dispones de la bendita oportunidad de comunicación con los demás, disfrutando del incesante privilegio de ayudar y bendecir, comprender y servir.

Si crees en Dios, caminarás sin aflicción y sin temor en los caminos del Mundo por graves que fuesen los peligros y los riesgos que te oscurezcan la senda, porque aún frente a la muerte, percibirás que estás con Dios al mismo tiempo que Dios está siempre contigo, más allá de las pruebas y las sombras, las limitaciones y los cambios.

Por este motivo, permanece siempre fiel al bien en la confianza de que Nuestro Amado Padre Celestial, estará por toda la Eternidad a tu lado y vive confiante, ya que es Voluntad Divina que la luz domine a las tinieblas y amparándote en Su Divina protección refúgiate en Él.

“Solo por el Amor Sera Salvo el Hombre” 

Enviado por el hermano Bras.


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           Consolador prometido.

3. Si me amáis, guardad mis mandamientos. - Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que more siempre con vosotros. - El espíritu de la verdad a quien no puede recibir el mundo, porque ni lo ve, ni lo conoce; mas vosotros lo conoceréis; porque morará con vosotros, y estará en vosotros. - Y el Consolador, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mí nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo aquello que yo os hubiese dicho. (San Juan. cap. XIV, v. 15,16, 17 y 26).

4. Jesús promete otro Consolador; es el "Espíritu de la Verdad", que el mundo no conoce aún, porque no tiene la suficiente madurez para comprenderle y que el Padre enviará para enseñar todas las cosas y para recordar lo que Cristo dijo. Sí, pues, el Espíritu de Verdad debe venir más tarde a enseñar todas las cosas, es porque Cristo no lo dijo todo: si viene a recordar lo que Cristo dijo, es porque lo habrán olvidado o comprendido mal.

El Espiritismo viene en el tiempo señalado a cumplir lo que Cristo prometió; el Espíritu de Verdad preside a su establecimiento, llama a los hombres a la observancia de la ley y enseña todas las cosas haciendo comprender lo que Cristo sólo dijo en parábolas.


Cristo dijo: "que oigan los que tengan oídos para oír", el Espiritismo viene a abrir los ojos y los oídos, porque habla sin figuras y sin alegorías; levanta el velo que dejó exprofeso sobre ciertos misterios, y viene, por fin, a traer un consuelo supremo a los desheredados de la tierra y a los que sufren, dando una causa justa y un objeto útil a todos los dolores.

Cristo dijo: "Bienaventurados los afligidos porque ellos serán consolados", pero ¿cómo se puede ser feliz, sufriendo sí no se sabe por qué se sufre? El Espiritismo enseña que la causa está en las existencias anteriores y en el destino de la tierra, donde el hombre expía su pasado; enseña también su objeto, indicando que los sufrimientos son como las crisis saludables que conducen a la curacion y que son la depuración que asegura la felicidad en las existencias futuras. El hombre comprende que ha merecido sufrir y encuentra justo el
sufrimiento; sabe que este sufrimiento ayuda a su adelantamiento y lo acepta sin  murmurar, como el trabajador acepta el trabajo que debe valerle su salario. El Espiritismo le da una fe a toda prueba en el porvenir, y la duda punzante no tiene acceso en su alma; haciéndole ver las cosas de lo alto, la importancia de las vicisitudes terrestres se pierden en el vasto y espléndido horizonte que abraza; y la perspectiva de la felicidad que le espera le da paciencia, resignación y valor para marchar hasta el término del camino.


De este modo el Espiritismo realiza lo que Jesús dijo del Consolador prometido:  conocimiento de las cosas que hace, que el hombre sepa de dónde viene y a dónde va y
por qué está en la tierra; recuerdo de los verdaderos principios de la ley de Dios y consuelo por la fe y la esperanza.


EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC


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KARDEC Y EL AUTO CONOCIMIENTO
Wellington Balbo


Complicado es el caminar por tierras extrañas, en un viaje donde falta conocimiento del camino a seguir.
Cuando esto ocurre las posibilidades de error son grandes. Imprescindible, por lo tanto, es abastecerse de todas las mejores condiciones, para que este viaje transcurra de la mejor forma posible.
El viaje al cual nos referimos aquí, es el retorno del Espíritu al mundo de la materia, por las puertas sagradas de la reencarnación.
¿Pero, y el planeamiento? ¿No planificamos este viaje de retorno al mundo físico?
Si lo hicimos, no será algo extraño, al final, es como si recordásemos los caminos a recorrer, basta seguir lo planificado y no nos perderemos.
Si; la verdad es que si seguimos el plan elaborado, procurando cumplirlo, todo es más fácil, a pesar de las posibilidades de cambios de rumbo.
Todo dependerá de nuestra elección.
Podemos seguir lo que fue planeado en el plano espiritual, como también podemos, entorpecernos con los sentidos de la carne y desviarnos por otros caminos.
Entonces, cómo lograr el éxito en nuestra jornada terrena, ¿si no cumplimos lo que nos fue trazado otrora, en el plano espiritual?
A final, si optamos por otros caminos, no estudiados, ni planificados, nuestras posibilidades de éxito se hacen menores
Esto no quiere decir, que sea imposible la salida de lo que fue planeado, ni que sea un fracaso existencial.
Entretanto, hay en toda esta historia, un ingrediente que hace la diferencia en nuestro favor: ¡el auto conocimiento!
Auto conocimiento que está explícito en la codificación de la Doctrina Espírita, precisamente en la cuestión nº 919, de “El Libro de los Espíritus”, donde los bienhechores indican al auto conocimiento, como condición esencial para el éxito en la vida.
Quien ejercita el auto conocimiento, conoce las virtudes que posee y las limitaciones a superar.
Y digo de paso, que conocer las virtudes no quiere decir ser prepotente, pero si saber de los éxitos conquistados, ¿o alguien duda que tenemos muchos triunfos?
Si, tenemos muchas virtudes, muchas habilidades que desarrollamos a lo largo de nuestras existencias. El gran problema, es que muchos consideran, que reconocer de la existencia de estas virtudes, es en si, vanagloriarse.
Nada de esto; eso es conocerse, saber lo que ya fue conquistado. Lo que no puede es resbalar a los excesos e idolatrar la propia figura, o utilizar las conquistas efectuadas en el campo de la cultura, por ejemplo, para constreñir al semejante, eso es otra historia.
Quien se considera profesor de la vida, y estar efectivamente ocupando un dignísimo lugar al lado de “DIOS”, entra en letárgica existencial, dejando de avanzar por la simple razón de considerarse perfecto.
Somos seres en constante construcción, insertados en un incesante proceso de aquilatar virtudes y superar limitaciones.
Con todo, es necesario conocer las virtudes que faltan por conquistar y las malas que se deben depurar.
Es ilustrativo el caso del alcoholismo, una enfermedad que solo es vencida cuando el alcohólico se entera de su condición.
Es necesario que el alcohólico primero admita que está enfermo, para después vencer el vicio.
Mientras el alcohólico intenta engañarse, considerando que nada tiene, persistirá enfermo por un simple motivo: ¡ ignorancia !
Este ejemplo, apenas demuestra la necesidad constante que tenemos de cultivar el auto conocimiento, estudiándonos permanentemente para que no quedemos sometidos a nuestras debilidades.
Y en el tópico de auto conocimiento, vale la pena recordar a Kardec, ya que, se auto conocía y sabía de las virtudes que poseía, como también tenía plena conciencia de que no era el único capaz de desempeñar el trabajo de organización de la Doctrina Espírita.
Y demostrando de esa manera objetiva y segura, sin aires de superioridad que caracteriza el ser prepotente.
Nos dice en “Obras Póstumas”, refiriéndose a la caridad:
(...) “Es cierto que no me pertenece formular el inventario del bien que pude hacer; pero en un momento en el que todo parece olvidarse, debe serme permitido manifestar a los que me sobrevivan, que mi conciencia me dice que no he traicionado a nadie, que he hecho todo el bien que me ha sido posible y que he respetado y no he pedido cuentas a la opinión; sobre este punto mi conciencia está tranquila,” (...)
Y en la misma obra antes citada, extraemos otra prueba de auto conocimiento que poseía el codificador, quien no se consideraba insubstituible, dejando explícito que una obra gigantesca como el Espiritismo, no queda subordinada a solamente un hombre, prueba cabal de la magnitud divina:
(...)” no tengo la pretensión de ser el indispensable, que Dios es muy sabio para hacer descansar el porvenir de una doctrina que debe regenerar el mundo sobre la vida de un hombre, y que además, me ha sido dicho que para cumplir mi tarea de constituir la doctrina, me será otorgado el tiempo necesario.(...)
En la familia, en la sociedad, en el trabajo y en las actividades voluntarias que desempeñamos, somos todos importantes, pero no insubstituibles.
Tener consciencia de la condición de eternos alumnos de la vida y es el secreto para no estacionarnos en la prepotencia, ni hundirnos en las obscuras aguas, de falta de confianza en nosotros mismos.
Todos tenemos virtudes, y es importante saber esto. Todos tenemos limitaciones, y más importante aun es no ignorarlas, para que cumplamos fielmente los designios del creador, que augura a todos un futuro promisor.
Pensemos en esto.

Traducción : Cassio Lopes
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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FELICIDAD SIN CULPA

La mayoría de las personas se sienten infelices  u odian su felicidad a causa  de la internalización de un mecanismo poderoso, sea social, moral o religioso, introductor de la culpa. El ser humano se estructura dentro de la sociedad sin la debida reflexión sobre los valores que asimila. No siempre percibe que, aquello que reciben en sus orígenes, en la adultez, merece reflexión y consecuente liberación  de los que   no condicen con su madurez.  No siempre las personas consiguen liberarse  de la presión ejercida por la sociedad de la cual forma parte. Esa presión no es apenas ejercida a través de normas y leyes, más si principalmente  a partir de aquello  que no es dicho ni explicado.
 Las leyes de la convivencia  entre las personas,  las cuales no siempre forman parte de algún código escrito, promueven  sanciones que psicológicamente imponen  culpa y necesidad de alivio psíquico. En este contexto se suman los preceptos extraídos de las interpretaciones humanas a los códigos de las religiones, muchas veces usados como mecanismos represores, para limitar  aun más las posibilidades del ser humano de entender su propia vida y alcanzar la felicidad.
El gran generador de la infelicidad es la culpa que nos permite,  cuando está instalada, esperar algún tiempo de punición para alivio de aquellos  que consideramos una transgresión. Vivimos siempre a  la espera de que esa punición ocurra,  generando ansiedad  y odiando nuestra felicidad.
Es claro que todo eso ocurre también  como un mecanismo que posibilita la percepción de la propia libertad individual. Hay personas que necesitan límites para mejor administrar su libertad, sin embargo esa regla es utilizada de forma excesiva y castradora, cara al miedo que tienen el ser humano de perder  el control sobre uno mismo.
El propósito de todo ser humano es alcanzar la felicidad posible sin perder la noción de responsabilidad individual por los propios actos. Ser feliz es posible a través  de la libertad con responsabilidad. Quien no es capaz de asumir las consecuencias de sus actos, no conseguirá vivir  con la conciencia en paz y en armonía.
Las religiones y filosofías fueron – y aun lo son – utilizadas como mecanismos de dominación colectiva bajo el argumento de que el pasado de la humanidad demuestra su necesidad de imponer limites. Es necesario que percibamos el espíritu como ser presente que, aunque asentado sobre su pasado, esté siempre mirando para el futuro. Sin olvidar el pasado es preciso vivir el presente  con la mirada en el futuro. Las religiones valorizan más  el pasado  que el futuro del ser humano, imponiéndole  que cargue siempre  alguna culpa.
Las religiones, como son practicadas, sirven para determinadas clases de creyentes. Para otras ellas necesitan de interpretaciones y comprensión más avanzada  bajo pena de extinguirse. Ellas deben ser entendidas de formas distintas  y de acuerdo con el nivel  de evolución del espíritu.
En la mayoría de ellas, el concepto de felicidad pasa por la  culpa  y por la negación a la vida material. Entender que ella, la felicidad, solo podría ocurrir  a las mujeres, después de la muerte, es negar el sentido de la existencia, consecuentemente el presente. No entregue su felicidad a la crítica de las religiones, de las filosofías, de los otros o a los equívocos que cometió. La religión, por naturaleza, debe facilitar el proceso de crecimiento del ser humano. Tome la suya  como auxiliar  de su equilibrio psicológico y espiritual. no coloque su felicidad a merced de las contingencias accidentales de su vida o aun mismo de una  fase de turbulencia por la que usted esté pasando, acuérdese de que vivir  no es  acto aislado de un ser humano. Es un contexto, una conexión y un sentido. En la unión de esas realidades se junta el espíritu que es usted. Asuma el comando de su vida y colóquela al servicio del propósito de ser feliz. Siga aquel dictado que dice “viva y deje vivir”.
Nadie en el mundo está irremediablemente  condenado a sufrir  o a penar eternamente, sea en vida o en la muerte.  Las teorías que llevaron al ser humano  a hallarse perdido o condenado a sufrir por los actos  lo distanciaron de su propia felicidad. El ser humano está  “condenado” a ser feliz y esa conquista es hecha individual y colectivamente. El fue presentado por Dios  que le dio la vida.
 Invito al lector  a despojarse de conceptos, para penetrar en el propio corazón y pensar en la felicidad como un estado posible del espíritu. Acuérdese de que el corazón y la razón son caras de una misma moneda, que representa al ser humano. Intentar separarlas es de niños tontos.
Intente dejar de lado sus culpas y sus miedos, a fin de que pueda adquirir instrumentos que posibiliten alcanzar la paz que desea. Retire el  velo que cubre su visión de sí mismo, despójese de la ropa que el mundo le ayudó a tejer  y vístase con el manto de la sencillez y de la pureza del corazón, a fin de captar el significado más profundo y los sentimientos   de su esencia.  Acuérdese que no hay nada en el mundo  que valga más que la paz interior. Y que ella, para ser real, debe manifestarse en el mundo  en su práctica diaria y en su vida de relaciones con los otros. La felicidad real y la paz verdadera son vividas en el mundo.
Reúna sus más íntimos propósitos, junte sus mejores intenciones, fortalézcase con las mejores energías y entre en contacto con dios que habita en usted, para encontrar su plena felicidad. No se olvide de repartirla por donde pase  y con quien esté, pues eso es la garantía de su perpetuidad.

Aportado por  Merchita

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