domingo, 12 de abril de 2015

Exorcismos



Origen e Historia de la idea de la reencarnación  
La idea de la reencarnación es un concepto que se remonta a épocas tan antiguas y remotas casi como el propio Ser humano.
Términos como alma, espíritu, reencarnación (la idea), inmortalidad, etc, no son inventos de esta época , sino que ya aparecía en pueblos por toda la Tierra, desde muchos siglos antes de la aparición de Cristo.
En los tiempos primitivos esta idea era intuida por el Ser humano con su sentido innato de lo religioso. Se puede comprobar por hallazgos arqueológicos , como en la Edad de Piedra, hace unos 10.000 años, se hacían entierros en posición fetal, porque creían que así facilitaban el renacimiento..
El Ser humano desde su origen, ya experimentó la idea de haber vivido antes, al retomar emociones y recuerdos de un pasado desconocido; a estas sensaciones y recuerdos, posteriormente se les llamó “dejá vú ”, (ya visto).
Si nos remontamos unos 50.000 años, podemos comprobar como el hombre de Neanderthal enterraba a sus muertos provistos de alimentos y utensilios, expresando su fe en otra vida semejante a la terrena.
En las tumbas de los etruscos, que florecieron en Italia antes de la época del Imperio Romano, se han encontrado muebles y carrozas para el uso de los Seres que habían partido de este mundo, lo que confirma el concepto que tenían sobre el más allá..
En el antiguo Egipto , 3000 años antes de nuestra era, la supervivencia del espíritu y su reencarnación ya eran conocidas y afectaba a la aristocracia de los reyes cuyos nombres terminaban en “Keres”, porque atribuían que todos ellos eran reencarnaciones de “Keres”. En un principio la
reencarnación solo era atribuida a los poderosos, pero ya en la XVIII Dinastía se creía que las personas inferiores también renacían.
De los egipcios esta idea pasó a los Griegos, a través de Pitágoras- unos 500 años antes de C- y sus discípulos Sócrates, Platón, Empedocles, Apolonio,etc
Asimismo fueron figuras históricas destacables que sostuvieron este concepto, Aristóteles, -350 años antes de C. aproximadamente-, Plutarco – unos cien años a. de C. aprox) y Herodoto, Este último fue un historiador
Aristóteles
griego que vivió cinco siglos antes de C. y reflejó las creencias egipcias de su tiempo. Creían en la entrada del alma humana en un animal inferior como castigo por sus pecados. Ya entonces la enseñanza se concretaba en que el alma ascendía a través de todos los grados hasta que se convertía en humana, y después guiada por Espíritus Superiores, ascendía a través de miles de grados hasta la Perfección.
En el oriente viene siendo esta idea sostenida desde hace miles de años , no solamente a nivel religioso, sino también popular. Los induístas y los budistas han sido sus principales paladines, y desde ellos formó parte de las raíces religiosas de casi todas las religiones asiáticas.
En el occidente este concepto no ha sido desconocido, pues aunque pueda parecer extraña esta afirmación, la idea de la reencarnación ha sido un pilar básico en la cuna de la cultura occidental.
En Europa, según los galeses, esta idea comenzó con los Celtas y de allí pasó al Este en donde coincidió y se afianzó con el Hinduismo y con el Budismo.
La cultura occidental nació en base a cultura Helénica, en Grecia, en donde filósofos
Sócrates
como
Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, etc, defendieron y explicaron estos conceptos a sus discípulos.
Posteriormente diversas Escuelas Esotéricas continuaron manteniendo esta idea hasta el momento en que surgió el Cristianismo.
Durante los primeros cuatro siglos del mismo, surgieron por Europa oriental y en la parte occidental de Asia, varias escuelas de pensamiento que trataron de lograr una síntesis del platonismo, conjugando enseñanzas griegas, judías, orientales y cristianas. Constituyeron el Neoplatonismo, cuyos máximos exponentes fueron las escuelas de Alejandría, de Atenas, Siria, Pérgamo y Roma, que buscaron reunificar la sabiduría de oriente y occidente, siguiendo el hilo conductor de la doctrina de Platón.
El Cristianismo fue un fenómeno social de importantísimas y transcendentes dimensiones que en su historia ya presenta testimonios que prueban que la idea de la reencarnación era una creencia firme y consolidada entre los primeros cristianos. Entre las más destacas figuras que la sostuvieron y defendieron estuvieron Orígenes y Sto.Tomás de Aquino.
Confucio
Sin embargo el propio Cristianismo y con posterioridad el Islam, combatieron severamente este milenario concepto que tuvo que quedar oculto y disperso entre grupos minoritarios debido a las discrepancias que presentaba con respecto a la religión oficial impuesta, por lo que la Iglesia de Roma lo persiguió como “herejía”. Así crearon la “Santa Inquisición” que persiguió, torturó y dió muerte en las hogueras a muchos cientos de aquellos primeros cristianos que han pasado a la negra historia de la Iglesia como “Albigenses”.
La Reencarnación no solamente está contemplada en las primeras y mas remotas obras escritas, sino que fue adoptada por grandes pensadores, filósofos y reformadores morales que ha tenido la Humanidad, desde los de la antigua Grecia hasta los asiáticos Confucio o Buda, y hasta el mismo Cristo, o por otros personajes mucho mas recientes, como Voltaire, Franklin, Niestzche, Shopenhauer, etc.

- Jose Luis Martín -

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Una vida en la carne no es mas que un eslabón en la larga cadena de la evolución del alma”

- Pitágoras -


               
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                        UNIÓN FELIZ

Dolorosa, sin duda, la unión considerada menos feliz. Es, claro, que no existe obligatoriedad para que alguien soporte, a contra gusto, la truculencia o el peso de alguien, ponderándose que todo espíritu es libre  en pensamiento para  definirse, en cuanto a las propias resoluciones. Que haya, sin embargo, equilibrio suficiente en las parejas  unidas por el compromiso afectivo, para que no pierdan la oportunidad de construir la verdadera libertad.
Indiscutiblemente, los débitos que abrazamos son anotados en la Contabilidad de la Vida; todavía, antes que la vida los registre por fuera, se grava en nosotros mismos, en toda extensión, la marca y características de nuestras faltas.
La piedra que lanzamos al prójimo tal vez no vuelva sobre nosotros en forma de piedra, más permanece con nosotros en la figura de sufrimiento. Y, mientras  no se quite la causa de la angustia, los efectos de ella perduran siempre,  tanto  como no se extingue la molestia, en definitiva, si no el origen del mal.
En las ligaciones terrenales, encontramos las grandes alegrías; no en tanto, es también dentro de ellas que somos habitualmente enfrentados a las más duras pruebas. Eso porque, mientras no percibamos de inmediato, recibimos, casi siempre, en el compañero o en la compañera de la vida íntima, los reflejos de nosotros mismos.
Es natural que todas las conjugaciones afectivas en el mundo se nos figuren como siendo encantados jardines, enaltecidos de belleza y perfume, recordando libros de educación, cuyo prefacio nos eleva con exaltación de los objetivos para atender. La existencia  física, entretanto, es proceso especifico de evolución, en las aéreas del tiempo, y así como el alumno ninguna ventaja obtendrá de la escuela si no pasa de los ornamentos exteriores del curso en el que se matricula, el espíritu encarnado ningún provecho recogerá del casamiento, en el caso pretendiese  inmovilizarse en el éxtasis del noviazgo.
Los principios cármicos  se desarrollan con las horas. Pruebas, tentaciones, crisis salvadoras o situaciones expiatorias surgen en la ocasión exacta, en el orden en que se nos recapitulan oportunidades y experiencias, como ocurre a la simiente que, debidamente plantada, ofrece el fruto  en cierto tiempo.
El matrimonio puede ser precedido de dulzura y esperanza, más eso no impide que los días subsiguientes, en su marcha incesante, traigan a los cónyuges los resultados de las propias creaciones que dejaron para atrás.
El cambio espera  a todas las criaturas en los caminos del Universo, a fin de que la renovación nos mejore.
La joven dulce que hoy nos fascina, para la ligación afectiva, en muchos casos será tal vez mañana la mujer transformada, capaz de  imponernos dificultades enormes para la consecución de la felicidad; no en tanto, esa misma joven dulce fue, en el pasado – en existencias  ya transcurridas -, la victima de nosotros mismos, cuando le infligimos los golpes de  nuestra  propia deslealtad o inconsecuencia, convirtiéndola en la mujer temperamental o infiel que nos cabe ahora  revelar y rectificar. El rapaz distinto que atrae en el presente  a la compañera, para los lazos de la comunión más profunda, muchas veces será probablemente después el hombre cruel y desorientado, susceptible de constreñirla a cargar un calvario de aflicciones, incompatibles con las ansias de ventura que le palpitan en el alma. Ese mismo rapaz distinto, mientras, en el pretérito fue  - en existencias que ya pasaron – la propia víctima, cuando desarreglada o caprichosa. Le desfiguró el carácter, metamorfoseándolo en el hombre vicioso o falso que le compete tolerar y reeducar.
Toda vez que amamos a alguien y nos entregamos a ese alguien, en el ajuste sexual, ansiando por no desligarnos de ese alguien, para después – solamente después – sorprender en ese alguien  defectos y faltas que antes no veíamos, estamos  al frente de criatura anteriormente dilapidada por nosotros, para herirnos justamente en los puntos en que la perjudicamos, en el pasado, no solo para cobrarnos el pagamiento de ciertas cuentas, más, sobretodo,  para prestarnos comprensión y asistencia, tolerancia  y misericordia, para que se repongan  ante las leyes del destino. La unión supuesta infeliz deja de ser, por tanto, una cárcel de lágrimas  para ser una escuela educadora bendita, donde el espíritu equilibrado y afectuoso, lejos de abrazar  la deserción, acepta, siempre que le es posible, al compañero o compañera que merece o de la que necesita, a fin de quitarse con los principios de causa y efecto, liberándose de las sombras de entonces para elevarse,  en silenciosa victoria sobre si mismo, para los dominios de la luz.

Por el Espíritu Emmanuel,
 Médium: Francisco Cándido Xavier. Del libro: Vida y Sexo.

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"La desilusión de ahora será bendición después."
- Emmanuel-

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        IRRITABILIDAD Y RESENTIMIENTO

Las personas, que se irritan con facilidad, que muy fácilmente se salen de si,  no tienen la capacidad de ver las cosas como realmente son, ya que dejándose llevar del mal humor, observan muy poco y terminan la mayoría de las veces arrepintiéndose de lo que han dicho, o la forma en que han respondido y ya no pueden dar un paso atrás.
Arrepentidos y pesarosos, o tienen algo de humildad y se disculpan, o por el contrario orgullosos, pese a saber que no tienen razón, defienden su postura a toda costa, aunque por ello, terminen una amistad para siempre,  o un afecto querido pase  a ser alguien que has dejado a un lado de la vida, y al que no quieres más a tu lado.
Así sucede con muchos hermanos, que riñendo por herencias, por afectos, por celos, envidias, y demás, se marchan para nunca más encontrarse.  No son capaces de olvidar y perdonar o perdonarse, para seguir adelante con esa relación, muchos de ellos, dicen que no les desean ningún mal, pero que cada uno por su camino.
El rencor es una emoción que nos come por dentro y nos hace menos humanos.
El Rencor Se encuentra emparentado con el odio, el resentimiento, el espíritu de venganza y todo otro sentimiento destinado a infligir sufrimiento a quien lo padece y sin resolver el problema que lo ocasionó
.Si alguien nos ha querido lastimar intencionalmente, a través del rencor o el odio, estaremos permitiéndole instalarse dentro nuestro y continuar torturándonos en forma sistemática todo el tiempo que dichos sentimientos perduren .Si sentimos rencor es porque hemos sido heridos en nuestro ego o dañados emocionalmente de alguna manera, agregando a veces la sensación de decepción respecto de la persona que nos ha ofendido.
Esto pareciera provocar suficiente sufrimiento en nosotros ¿Con qué motivo podríamos desear agregar más pesar a nuestro dolor? Sólo por desconocimiento. ¡Entonces enterémonos! El dolor emocional que alguien nos haya causado, lo causó en el presente. No atormentemos nuestro espíritu prolongando a través del rencor un dolor que no hemos originado. Intentemos comprender aun lo incomprensible a nuestra mente con la sabiduría de entender que también lo que no comprendamos tiene su explicación. Entonces podremos liberarnos y liberar a quien nos dañó.
Ya es sabido que toda emoción negativa no sólo es perjudicial desde un punto de vista, precisamente, emocional, sino que también repercute en nuestro organismo, en nuestra salud física. Sobre esta conexión ha salido recientemente un artículo en la revista Women´s Health.
Cuando las personas tienen rencor o piensan en situaciones de venganza, tanto la presión arterial como el ritmo cardiaco se incrementan casi en el doble su actividad normal. Si uno alberga estos sentimientos con frecuencia, y produce estos estados insanos, con el tiempo, no sólo genera estrés sino que también puede desencadenar en algún daño cardiovascular.
Sin embargo, no todo es tan nefasto y como es de esperar, al provocar en uno mismo las emociones opuestas, se revierte ese estado en el organismo: si se piensa, por el contrario, y se imagina que se perdona, los ritmos vuelven a normalizarse.
Toda acción produce su reacción. Realmente somos lo que pensamos y lo que sentimos.
El rencor siempre perjudica. Por tu salud, no lo consientas. La aceptación de que cada uno es como es y no como nos gustaría que fuera. Hay que intentar dar una solución al problema, que aunque no sea del todo verdadera, sí al menos te aporte paz, y sea “socialmente” correcta. El desconcierto del que desencadena el odio es tal que no sabrá si es realidad lo que ve, ya que la inyección de rencor suministrada no tuvo los efectos esperados. En otras palabras, hay que intentar arreglar la situación por parte de uno lo mejor que se pueda, sin esperar nada a cambio. No hay que esperar nunca amor de parte de aquel que suministró odio.
- Merchita-
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EXORCISMO.

El casi total desconocimiento de la vida espiritual o la ignorancia al respecto, son responsables de las extrañas prácticas de exorcismo desde épocas... remotas. La presunción y falso conocimiento de las personas que se creen capacitadas para imponer su falsa autoridad sobre otro, hacen que transfieran el mismo sentimiento a los espíritus sufrientes o perversos que embisten contra aquellos a quienes afligen con insistente crueldad. 
La obsesión es el resultado del intercambio psíquico, emocional o físico, entre dos seres que se aman o se detestan. La raíz del fenómeno se encuentra, en la identificación vibratoria que facilita el proceso perturbador. Aquel que se sintió engañado o traicionado por su opositor, busca retribuir el mal que sufrió, imponiéndole la crueldad de la persecución sin cuartel, desde el mundo espiritual donde hoy se encuentra. 

Disponiendo de mayor campo de comprensión mental y de técnicas sofisticadas para imponer su voluntad, sobre aquel a quien detesta y desea martirizar, establece el intercambio nefasto, que culmina con la instalación de disturbios, que se convierten en sufrimiento de corto o largo curso, siempre dolorosos. Otras veces, son vinculaciones amorosas de cualidad inferior, en las cuales ambos intercambian sentimientos vulgares, que los llevan a una convivencia mental de torpes satisfacciones o de deseos inconfesables, que la muerte de uno de ellos no permite realizar más.

La obsesión solamente se instala, porque está la receptividad del paciente, que lo envuelve en las mallas constrictoras. Cualquier tentativa de tratamiento, deberá iniciarse con el conocimiento de las razones que desencadenaron el acontecimiento infeliz. No hay razón para que alguien imponga su voluntad sobre la de otra, y especialmente en lo que respecta a las ingratas obsesiones, también, a nadie se le ha dado el derecho de afligir a su prójimo sin incurrir en la auto punición, de cara a las soberanas leyes que se establecen en la vida de todos.

La imprudencia y las pasiones que predominan en la naturaleza humana, lo llevan a desviarse en el cumplimiento de sus deberes, transformándose en insensato enemigo de su compañero de jornada, quien entonces, sufre la crueldad o persecución sistemática, afligiéndolo, y generándole situaciones embarazosas mediante las cuales se siente feliz…

Esa conducta nefasta, que muchas veces pasa inadvertida para la víctima, luego de su desencarnación pasa a entender lo que le ocurrió, y mediante procesos de sintonía y afinidad, se vincula a su verdugo, y al no poseer valores ético-morales para comprender el perdón, toma la maza de la justicia en sus manos y se cree con el derecho de desquitarse de aquel que tanto daño le hizo. Si tuviese otro conocimiento de la vida, de sus leyes y de la Justicia Divina, que jamás engaña o desvía, y se apoyara en el olvido del mal para tornarse feliz, se liberaría mentalmente de quien lo ha atormentado y ha sido responsable por su desdicha.
Sin embargo, la inferioridad moral de la víctima, cualidad peculiar en la mayoría de los temperamentos humanos, impone la venganza como el mejor mecanismo para cobrar el mal que padeció, tornándose, a su vez, en perseguidor, cuando podría continuar siendo creadora del respeto, en su condición de acreedor compasivo. Siendo así, la práctica del exorcismo resulta inútil, particularmente en lo atinente a los llamados gestos sacramentales y las palabras cabalísticas, que producen risa en los Espíritus perseguidores, más aún cuando los Espíritus burlones, se complacen acompañando al ridículo de aquellos que pretenden expulsarlos con comportamientos extraños, sin ningún requisito moral que los acredite en la terapéutica curativa.

Cuando ocurren resultados positivos en el tratamiento de la obsesión por medio de ese recurso, se debe a las cualidades espirituales del terapeuta y no a los rituales extraños que realiza, por cuanto, solamente las energías elevadas, que devienen de una conducta moral y mental, pueden apartar a los Espíritus infelices de aquellos que padecen la imposición penosa. A pesar de eso, para que el proceso curativo se de correctamente, son indispensables la transformación ética del paciente, en sus actividades de beneficencia y de fraternidad y en el compromiso con el amor y la oración, a fin de revestirse de valores elevados que le permitan la sintonía con otras fajas vibratorias, evitando la influencia de nuevas perturbaciones.

Es ahí el porque, en el tratamiento de las obsesiones, el diálogo con el enfermo espiritual se torna esencial, a fin de esclarecerlo en cuanto al mal que ejecuta, cuando podría ser feliz liberando a su opositor y entregarlo a su propia conciencia y a la Conciencia Divina. Prosiguiendo en la obstinación de hacer el mal a quien lo perjudicó, permanece sufriendo, afligiéndose sin cesar, cuando tiene el derecho de disfrutar de paz y renovación, ya que todos nos dirigimmos hacia la felicidad a la que estamos destinados.

El proceso de iluminación interior es la meta fundamental de todas las experiencias espirituales, por proporcionar direccionamiento saludable y equilibrado a quien experimenta el infortunio, resbalando por las rampas del odio y de las pasiones más primitivas.

Cuando Jesús, exhortaba a los Espíritus inmundos y a la Legión a que abandonasen a aquellos a quienes atormentaban, había en el Maestro la energía liberadora que interrumpía el flujo de la obsesión. Además, el Señor sabia cuando terminaba la deuda del antiguo verdugo, liberándolo del dolor. A su vez, las Entidades infelices lo veían aureolado de luz y se conmovían ante su irradiación, alterando su conducta y descubriendo la necesidad de cambio en su comportamiento.
A través de los tiempos, algunos seguidores de la doctrina cristiana, enfrentando a los Espíritus enfermos y vengativos, intentaron repetir las hazañas del Nazareno, muy distantes sin embargo, de las cualidades vibratorias indispensables para el acometimiento superior, fracasando de inmediato en sus objetivos. Y cuando eso acontecía sin poseer resistencias psíquicas propias, se irritaban, pasando a exigencias descabelladas, cuando no se entregaban a griterías y pugnas verbales injustificables con los obsesores, que se fortalecían en dichos combates.

Con el conocimiento del Espiritismo, gracias a las seguras informaciones ofrecidas por los mismos desencarnados, se pueden descubrir las saludables terapias para atender las obsesiones y sus víctimas, atendiendo no sólo al encarnado, sino también al hermano que sufre más allá de la cortina carnal, quien sufre la influencia perversa y continua, experimentando sinsabores y amarguras.

La criatura humana, sedienta siempre de novedades, y sufriendo las consecuencias de su conducta arbitraria, resbala en los profundos fosos de las obsesiones, pero deseando recibir ayuda sin el mayor esfuerzo, se adhiere a los procesos de exorcismo, en escenas grotescas de debates entre los presuntuosos terapeutas y los Espíritus, provocando admiración y creciente fascinación. Sucede que, en muchos casos, aquellos que aturden a los negligentes, a fin de volver a la carga posteriormente, fingen estar arrepentidos del mal que están practicando, y abandonan a su compañero espiritual, sólo por algún tiempo, volviendo después con mayor carga de aflicción y rebeldía.

En cualquier situación de enfermedad espiritual, las conductas terapéuticas a adoptar son la compasión y la caridad, el amor y el perdón en relación a la víctima, así como a su perseguidor, ambos incursos en los soberanos códigos de la Vida de los cuales ninguno consigue huir.

Espíritu: Manoel Philomeno de Miranda
Médium: Divado Franco

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