martes, 31 de julio de 2012

FE Y RAZÓN




    Para el diccionario, la definición de fe es la convicción y creencia firme e incondicional, ajena a argumentos de la razón.  Inclusive concebimos como una especie de fuerza intrínseca, una certeza racional, sin embargo  instintiva en la Bondad de Dios.    La práctica de las lecciones espíritas, a través de una fe racional, desempeña una función relevante en la terapia de las muchas patologías que nos atormentan, principalmente, por descubrir el medicina del alma con bases en el amor.
     La mayoría de las personas inquietas pide alivio apresuradamente, como si la consolación real fuese obra de la imprevisión, para imponerse de fuera para dentro. Allan Kardec afirmó, en “El Evangelio Según el Espiritismo”, que  “Fe inalterable  solo  es la que puede encarar a la razón, cara a cara, en todas las épocas de la Humanidad”. Por tanto, es importante que se establezcan  las relaciones entre  la fe y la razón, pues forman parte  del contexto espirita. Con todo, sin tender hacia consideraciones de orden filosófico, conviene reflejar, concretamente, que no todos los espiritas, comprenden la dimensión del concepto de lo que es la fe razonada, y existen  los más extraños puntos de vista de la “fe” en las terapias “doctrinarias” propuestas en muchos Centros Espiritas.
     Kardec nos enseña que la fe razonada es aquella que permanece en constante contacto con la razón (el buen sentido), esto es, busca, siempre, un encuentro con la transcendencia, argumenta y cuestiona. Motivo por el cual,  la fe espirita ha de ser una fe en constante reciclaje, una fe siempre renovada, siempre reconstruida), aunque ciertamente, sin que exceda sus límites. Caso contrario, sucumbirá, en una especie de fe ciega, “ inteligente”: la que se contenta con, apenas, descubrir placebos para “tratamientos espirituales” que en  nada ayudan.
     La fe, apoyada en la razón, es indispensable para que registremos el socorro  que necesitamos. Mas, no nos reportaremos al fanatismo religioso o a la ceguera de la ignorancia, y sin embargo, si, a la actitud de seguridad intima, sensatez con reverencia y sumisión  ante las Leyes de Dios, en cuya sabiduría y amor procuramos el respaldo.

     Nada tenemos contra las propuestas terapéuticas en las Casas  Espiritas, para aliviar las molestias del cuerpo y del espíritu. Más no podemos olvidar que, por mucho tiempo, aun, no podremos prescindir  de la contribución del clínico, del cirujano y del farmacéutico, misioneros de la salud colectiva. Indudablemente, es en el alma donde reside la fuente primaria de todos los recursos medicamentosos definitivos. La asistencia farmacéutica  del mundo no puede remover las causas transcendentes del carácter mórbido de los individuos. El remedio eficaz está en la acción de propio espíritu enfermizo movido por la fe racional, porque nada, ni nadie, conseguirán eliminar los efectos, cuando las causas permanecen.
 
     Una fe espirita legitima nos demuestra que las amarguras, resentimientos, irritaciones, celos, cólera, desesperación, crueldad e intemperancia, crean zonas mórbidas de naturaleza particular en el cuerpo físico, imponiendo a las células las desarmonías por las cuales se anulan casi todos los recursos de defensa, abriéndose campo fértil para el cultivo de microorganismos patogénicos en los órganos menos inmunes. De esa forma, atormentan el pensamiento,  proporcionando lesiones mentales  (espirituales), verdaderas matrices de dolencias que desembocan en el cuerpo físico. Por otro lado, el ejercicio del amor encierra la filosofía del ideal superior y nos da la visión correcta de una vida en constante mejoramiento espiritual.

     Conquistar la fe es alcanzar la posibilidad de no decir más: “yo creo”, sino de afirmar: “Yo se”, con el respaldo dela razón, tocado por la luz del sentimiento. Esa fe, que es fuerza y vitalidad, no se paraliza bajo cualquier pretexto o circunstancia de la vida y bien comprendida y asimilada, se intensifica ante del dolor, contribuyendo para que soportemos cualquier desafío existencial.

     La fe es la virtud que traspasa las montañas, dijo Jesús. Todavía  yacen depositados en los corazones de los hombres la impureza y todos los vicios que derivan de la impureza.

     La fe es el resultado de nuestro conocimiento interior. Cuanto mayor fuera nuestra identidad con la fe, más  fuerte aparecerá en nuestras vidas la felicidad. La edificación de la paz interior con la luz divina exige trabajo constante y sereno. No será tan solamente al precio de promesas verbales como erguiremos los templos de la fe razonada.

Jorge Hessen



DIOS ES ETERNO. Si hubiese tenido  un comienzo, habría salído de la nada, o habría sido creado por un ser anterior. Y es así  como poco a poco remontamos el  infinito y la eternidad.

ES INMUTABLE. Si  El estuviese sujeto a mudanzas las leyes que rigen el Universo no tendrían ninguna estabilidad.

ES INMATERIAL. Quiere decir, su  natureza difiere de todo lo que llamamos materia, pues de otra forma El  no seria inmutable, estando sujeto a las transformaciones de la matéria.

ES ÚNICO. Si  hubiese muchos Dioses, no habría unidad  de vistas ni de poder en la organización  del Universo.

ES  TODO-PODEROSO. Porque es único. Si no tuviese el poder soberano, habría alguna cosa más poderosa o tan poderosa como El, que así no  habría hecho todas las cosas. Y aquellas que el no hubiese hecho serian obra de  otro Dios.

ES  SOBERANAMENTE JUSTO  Y BUENO.  La  sabiduría providencial de las leis divinas se revela en las menores como en las mayores cosas, y esta sabiduría no nos permite dudar de su justicia ni de su bondad.

Extraído del Libro de los Espíritus de Allan Kardec




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