martes, 7 de febrero de 2023

Liberando preocupaciones

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Recuerdos

2.-  El verdadero espírita

3.- Sin caridad no hay salvación

4.- Liberando preocupaciones

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                                                   RECUERDOS


La palabra recordar, tiene varios significados según el diccionario, pero aquí usaré la siguiente:

  • Traer a la memoria propia algo percibido, aprendido o conocido, o retener algo en la mente.

¿Recordamos aquellas sensaciones de cuando empezábamos a comprender la verdad de las Leyes Divinas a través del estudio de La Revelación Espírita?

Alegría, gozo, tranquilidad, paz; votos sinceros de aprender para rectificar, para transformar nuestros conceptos errados y ajustarlos a la enseñanza de Los Espíritus nobles, esclarecidos, que siguen colaborando con Cristo Jesús desde las esferas de Lo Alto.

La Codificación Kardeciana, leída y estudiada repetidamente; libros excelentes de literatura espírita tan comentados por los magníficos ejemplos que nos trasladan los Espíritus comprometidos  con la tarea de la Caridad, la Abnegación, la Indulgencia, el Perdón, la Humildad, la Benevolencia…

Virtudes todas ellas que ayudan a elevar la moral, despacio, poco a poco, por lo tremendamente duros de cerviz que aún somos.

¿Dónde quedaron aquellas emociones que apaciguaban la mente, el corazón, el espíritu?

Hay un libro, pequeño en su formato, sin embargo, creo que viene muy bien recordar ahora su introducción; bajo el subtítulo, El Traductor opina leemos literalmente:

«El hombre integral… según la versión idiomática (expresión de secuencia de palabras) es aquel que es cabal, entero, completo, total, justo, adjetivos que nos muestran un hombre ideal, que pareciera estar tan lejano de nuestras posibilidades, de nuestros días…

No obstante, en esta conjunción de palabras que conforman materialmente este libro, surge, no sin dificultad, claro es, la fórmula para lograr esa integridad que nos parece utópica, justamente por la pérdida de los valores trascendentes que debieran primar en la sociedad moderna.

Y esa carencia notoria, no es por falta de ejemplos como para conformar el “ideal” que todos aspiramos a que algún día habite en la tierra.

Y es que desde los últimos decenios, miramos azorados cómo progresan las ciencias, cómo las artes, cómo triunfa la tecnología de la mano de la electrónica y la cibernética, haciendo que el mundo exterior que rodea al hombre se convierta en facilista (facilitador), para acondicionarlo al clima que más le agrada, obviamente, en lo material, pero que no tiene por objetivo el mundo interior, del que aún no conoce profundamente su contenido, (ni siquiera cómo alcanzar a vislumbrarlo).

El extremado cuidado por el cuerpo, las técnicas revolucionarias para mantenerlo en una línea estética, y las posibilidades que la sociedad consumista le inyecta por los sentidos le hacen postergar (¿indefinidamente?), la observación introspectiva de su propio yo.

Pese a los métodos de meditación a los que se adhiere, pero que no utiliza en los momentos apropiados, es decir: cuando realmente los necesita; pese a las disciplinas orientalistas, que están representadas por los “gurús” de turno, el hombre contemporáneo no se conoce, no se ha encontrado consigo mismo, no se ha identificado aún con su yo, que es lo único que trasciende de su individualidad, transpuestos (medio dormidos) los límites demarcados por la existencia biológica.

Y en esa profusión de escuelas, de disciplinas, de sistemas, entrega algunas horas de su vida -aquellas que le exige la conformación narcisista del momento- a las tendencias de moda y habla, con la autosuficiencia de que realizó tal o cual método de “control mental” y que ahora, es un hombre libre e independiente que maneja su mente como él quiere, cosa que desmiente con los hechos, tan pronto las circunstancias lo permiten.

No obstante, los Espíritus del Señor, que contemplan a este ejemplar superior de la escala zoológica, cada vez más estético y pareciera también, más instintivo, vuelven a traernos una nueva-vieja orientación, con sistemas legítimos para el reencuentro con nosotros mismos, con la visión clara y profunda de nuestra individualidad interior que, desde luego, no está aún tan elaborada como la exterior.

Y de la mano de Divaldo Pereira FrancoJuana de Angelis deja caer, en estos capítulos, el método apropiado para el auto conocimiento y, lo que es mejor: la aceptación, remodelación y manifestación de nuestro yo interno. Para ello, busca en el fondo de la historia de la Humanidad, aquellas normas que le permitieron a los hombres de otras civilizaciones lograr el control sobre sí mismos y nos coloca como paradigma a la figura siempre actual de Cristo.

    Al concluir la traducción de esta obra, sentimos, una vez más, la necesidad de que a través de la lengua española, un mayor número de seres pueda tener acceso a ese sistema que la Mentora Espiritual nos presenta, recordándonos que el Hombre Integral es aquel que se ha modelado ya en el sentir cristiano y que lo trasluce (lo práctica) en su conducta a fin de que los demás compañeros de jornada evolutiva, si no logran imitarlo, al menos lo acompañen de cerca.»

Juan Antonio Durante, Buenos Aires, junio de 1994.

«La Humanidad ha realizado hasta hoy, incontestables progresos; los hombres por su inteligencia han llegado a resultados que nunca habían alcanzado en lo que respecta a las ciencias, las artes y el bienestar material; pero les queda aún que realizar un inmenso progreso: es el de hacer reinar entre sí la caridad, la fraternidad, y la solidaridad, para asegurar el bienestar moral. 

Esto no lo podían conseguir ni con sus creencias, ni con sus instituciones anticuadas, restos de otros tiempos, buenas para cierta época, suficientes para un estado transitorio, pero que habiendo dado ya lo que podían dar de sí, serían hoy una rémora.  No es sólo el desarrollo intelectual lo que el hombre necesita, es la elevación del sentimiento, y para esto es necesario destruir todo lo que pudiera sobreexcitar, en él, el egoísmo y el orgullo.»

 Allan Kardec, La Génesis, capítulo XVIII, ítem 5 (primer párrafo)

 

      «…Buenos espíritas, queridos míos, todos vosotros sois trabajadores de la última hora.

…Vosotros habéis venido cuando fuisteis convocados, más temprano o más tarde, para la encarnación cuya cadena arrastráis. ¡Pero han pasado siglos desde que el Señor os llamó a su viña, sin que quisierais entrar en ella!  Ha llegado el momento de que recibáis el salario. Emplead convenientemente la hora que os queda nunca olvidéis que vuestra existencia, tan extensa que os parece, sólo es un momento fugitivo en la inmensidad de los tiempos que componen para vosotros la eternidad.» (Constantino, Espíritu protector. Burdeos, 1863)capítulo XX, ítem 2 (cuarto párrafo)

Mª Teresa Fondevila Borrell

Bibliografía :

Pereira Franco, D., El Hombre Integral                                                                                                                             Kardec, A., La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo                                                        Kardec, A., El Evangelio según el Espiritismo.

( Art. tomado de la Asociación de Divulgadores Espíritas)

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EL VERDADERO ESPIRITA



“El espirita es reconocido por el esfuerzo que hace para su transformación moral y para vencer sus tendencias hacia el mal.” – Allan Kardec

El verdadero espirita, es aquél que acepta los principios básicos de la Doctrina Espirita.

Cuando se pregunta al practicante: ¿Usted es espirita? Comúnmente responde: “Estoy intentando”. En verdad, la respuesta debería ser sin vacilación: ¡Soy espirita!

En cuanto al hecho de ser perfecto o no, al calificarnos moralmente, ese es otro asunto, que no exime el que profesa la doctrina, de ser incisivo en su respuesta.

 En este punto, el practicante no tiene que dudar su definición, visto que Allan Kardec fue claro en su esclarecimiento, al afirmar que se reconoce el espirita por su esfuerzo, por su transformación, y no por sus virtudes o presuntas cualidades, difíciles de encontrar en habitantes de este planeta.

Lo que pasa con frecuencia, sea un principiante o uno de los más antiguos, es que es más cómodo, no asumir una postura responsable y permanecer con un pie en la canoa y otro el en tierra.

Se admite en determinadas ocasiones, que se quiera dar una demostración de modestia, pero que no se justifica, bajo el punto de vista de una definición personal.

A propósito, recuerdo haber oído en una emisora de radio en Sao Paulo, Brasil, un pronunciamiento de un padre católico, al referirse a los católicos, que frecuentan los Centros Espiritas para los habituales Pases y la “agüita fluidificada” y pasan la vida sin tener la mas mínima noción de que representa el Pase y el agua. Para esos medio-aquí-medio-allá, el mencionado reverendo, los denominó de “catóritas”. ¡Gracioso, no!?

Como llamar entonces a los espiritas que se dedican a los trabajos en los Centros Espiritas, pero que continúan bautizando los hijos, bajo el pretexto de que cuando mayores elegirán su propia religión, casan los hijos en la Iglesia con las pompas y las ceremonias habituales, ¿hacen la Primera Comunión con las tradiciones de la Iglesia Católica, etc?

Cuando los Centros Espiritas se organizaren verdaderamente, proporcionando a los sus frecuentadores, además del Pase y de la Agua Fluidificada , la orientación doctrinaria, para mayor comprensión de los principios básicos que deben tener el aprendiz y los trabajadores en la Siembra Espirita , ciertamente, el verdadero espirita tendrá una nueva postura en la sociedad, mas convincente, porque pasará a distinguir lo que es ser espirita, según la analogía explicada por Allan Kardec, en las obras básicas organizadas por el codificador, bajo la orientación dos Bienhechores Espirituales.

Jamil Salomion

(Publicado en el Jornal “A Voz do Espírito” Edición 92: Diciembre de 1998)

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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              Sin caridad no hay salvación. 

En tanto que la máxima: "Sin caridad no hay salvación", se apoya en un principio universal y prepara a todos los hijos de Dios al acceso en la felicidad suprema, el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", no se apoya en la fe fundamental en Dios y en la inmortalidad del alma, fe común a todas las religiones, sino "en la fe especial en dogmas particulares". Es exclusivo y absoluto; en vez de unir a los hijos de Dios, los divide; en lugar de excitar el amor de sus hermanos, mantiene y sanciona la irritación entre los sectarios de los diferentes cultos, que se consideran recíprocamente como malditos en la eternidad, aun cuando fuesen parientes o amigos en este mundo; desconociendo la grande ley de igualdad ante la tumba, los separa también en el campo del reposo. 
     La máxima: "Sin caridad no hay salvación", es la consagración del principio de la igualdad ante Dios y de la libertad de conciencia; con esta máxima por regla, todos los hombres son hermanos, y cualquiera que sea el modo de adorar a Dios, se tienden la mano y ruegan unos por otros. Con el dogma: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", se lanzan el anatema, se persiguen y viven como enemigos; el padre no ruega por el hijo, ni el hijo por su padre, ni el amigo por el amigo; sino que se creen recíprocamente   condenados para siempre. Este dogma es, pues, esencialmente contrario a las enseñanzas de Cristo y a la ley evangélica. 

9. "Sin la verdad no hay salvación", sería el equivalente de: "Fuera de la Iglesia no hay salvación", y enteramente exclusivo, porque no hay una sola secta que no pretenda tener el privilegio de la verdad. ¿Qué hombre es el que puede vanagloriarse de poseerla por completo, cuando el círculo de los conocimientos se ensancha sin cesar y cuando las ideas se rectifican todos los días? La verdad absoluta es sólo patrimonio de los espíritus del orden más elevado, y la humanidad terrestre no podía pretenderla, porque no le es dado el saberlo todo; sólo puede aspirar a una verdad relativa y proporcionar a su adelantamiento. Si Dios hubiese hecho de la posesión de la verdad   absoluta la condición expresa de la felicidad futura, este sería un decreto de proscripción general; mientras que la caridad aun en su más alta acepción, puede ser practicada por todos. El Espiritismo, de acuerdo con el Evangelio, admitiendo que puede uno salvarse, cualquiera que sea su creencia, con tal que observe la ley de Dios, no dice: "Fuera del Espiritismo no hay salvación"; y como no pretende enseñar aún toda la verdad, tampoco dice: "Sin la verdad no hay salvación", máxima que dividiría en vez de unir y perpetuaría el antagonismo. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC

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 LIBERANDO PREOCUPACIONES

                                        

 Queridos amigos, hola buenos días, todos tenemos preocupaciones, cosas que corren más o menos prisa por resolver, que se pueden dejar por un tiempo aplazadas, hasta esperar un tiempo para solucionarlas, pero son inevitables, forman parte de nuestro día a día, no salen de nuestro interior, algunas nos torturan hasta el punto de volverse obsesivas, por ser de difícil solución. Es un merito muy grande para el Espíritu, que sabe inhibirse de ellas, no darle nada más que la importancia justa, en su momento, Jesús se preocupa aun de nosotros, aun no nos purificamos, seguimos siendo su obra a conquistar. Por eso aun “Espera por nosotros”, mientras tanto, confía en el tiempo, ese que más o menos largo, nos permitirá poder ir a donde El está para poder conducirnos hasta el Padre, que es Su obra primordial. Las personas tenemos una capacidad de atención limitada, si bien es cierto que podemos atender a varias cosas que nos interesan o nos preocupan. Por eso, mantenerse con alguna ocupación agradable evitará que nuestra atención esté centrada por entero en los asuntos que nos preocupan. Sin darnos cuenta, somos nosotros quienes arruinamos nuestra vida diaria, preocupándonos innecesariamente por situaciones que no podemos controlar y que generalmente nunca suceden. Por poner un ejemplo, todo buen padre se preocupa por el futuro de su hijo, hace en su mente y en sus sueños un croquis de lo que desea para su descendiente, y lo inclina hacia esos objetivos, que nada tiene que ver, con el proyecto divino, que todos traemos para desarrollar a lo largo de la existencia, y cuando somos mayores, vemos cuanto sufrimos en balde, porque nuestro hijo, creció y siguió su camino, que nada se parece al que nosotros ideamos para él. Cuando la preocupación se vuelve un hábito, vivimos en un constante estado de tensión que afecta nuestra manera de percibir a las personas y al mundo que nos rodea, sin que nos demos cuenta de ello. Nos enfocamos con mayor frecuencia en el aspecto negativo y le damos mayor importancia a las consecuencias que nos pueden perjudicar. Vivimos con cierto temor inconsciente y no reconocemos, en nosotros mismos, la claridad y fuerza necesarias para enfocarnos en los aspectos necesarios para lograr nuestras metas o resolver los problemas. Deja a un lado las preocupaciones y te sorprenderás de la belleza del cielo, del color de las flores, del frescor de la brisa y de la generosidad del sol. Te sentirás parte de la creación, y la vida empezará a tener sentido. La mayor riqueza es saber apreciar lo que tenemos y lo que somos. 
     Pensar en lo que los demás están haciendo puede darte dolor de cabeza. En lugar de ello, piensa en lo que tienes que hacer. Hazlo, y verás cómo te sientes. Nadie en realidad te produce intranquilidad. Tú eres tu propio amigo o tu propio enemigo. Son tus limitaciones, debilidades, expectativas y hábitos negativos los que te roban la paz y te hacen sufrir. 
     Si alguien está haciendo algo erróneo, en lugar de perder tu paz y dejar que la mente se queje, pregúntate: "¿Qué puedo hacer yo para beneficiar a esa persona?" Una de las principales razones por la que hay tanto miedo en nuestra sociedad es que pasamos la mayor parte del tiempo escuchando noticias negativas sobre violencia y conflictos. Proponte cambiar de tema y hablar de lo que la vida te ofrece. Es necesario crear esperanzas y entusiasmo en el futuro y una visión más positiva de la realidad del presente. De esta forma promovemos la paz. 
     La humanidad es como un árbol, cada ser humano está conectado con la Semilla y pertenece al mismo árbol. La belleza del árbol es que tiene diferentes ramas y en cada una innumerables hojas. Cada individuo también es diferente y tiene su propio papel. Piensa en lo que tenemos en común y apreciarás a cada ser humano. Esta es una clave para permanecer en paz. Hay que restar importancia a los pensamientos que se imponen una y otra vez e intentar no realizar la conducta que sigue a dichos pensamientos. La solución no es algo sencillo y requiere mucho tiempo. Es posible que incluso tras el tratamiento adecuado, la persona tenga que seguir poniendo en práctica las estrategias que ha aprendido para que el problema no vuelva a aparecer. Ante los imposibles, dejemos todo en las manos de Dios, y hagamos nuestra parte, sin olvidar de que: “Dios escribe derecho en renglones torcidos” .

Merchita.

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