1.- Centros de fuerza
2.- Inquietudes, ¿Por qué las tenemos?
Frase de Allan Kardec
3.- Educar para la muerte
4.- El Ángel de la Guarda
5.- La "Pena de Muerte"
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CENTROS DE FUERZA
(Chacras)
DEFINICIÓN DE CENTROS DE
FUERZA: son los receptores y transmisores de energía cósmica y espiritual; alimentadores del
metabolismo periespiritual (1)
EL CUERPO ESPIRITUAL:
los Espíritus, incluso en el plano de los desencarnados, poseen un cuerpo:
periespíritu, según Allan Kardec, también llamado cuerpo espiritual, según
André Luiz. En ese cuerpo se estructuran los medios por los cuales el Espíritu
se expresa, por evolución, según el grado de desenvolvimiento alcanzado. La
actividad, la acomodación, las experiencias vividas, el conocimiento que
gradualmente alcanza son elementos que, según las leyes naturales, desenvuelven
“todo el equipo de recursos automáticos que gobiernan billones de entidades
microscópicas, al servicio de la inteligencia” (2).
CENTRO CORONARIO: se
localiza en la región central del cerebro y rige la actividad funcional de los
órganos. Asimila los estímulos del Plano Espiritual, orienta la forma, el
movimiento, la estabilidad, el metabolismo orgánico y la vida consciente del
alma encarnada o desencarnada. Supervisa aun otros centros, todos interligados
a el y entre sí. Tenemos, particularmente, en el centro coronario el punto de
interacción entre las fuerzas determinantes del Espíritu y las fuerzas
fisiopsicosomáticas organizadas. (2).
CENTROS SECUDANRIOS:
CEREBRAL – contiguo al
coronario, gobierna el cortex encefálico en la sustentación de los sentidos, la
actividad de las glándulas endocrinas y del sistema nervioso;
LARÍNGEO – controla la
respiración y la fonación;
CARDÍACO- dirige la emotividad
y las fuerzas de base;
ESPLÉNICO – para las
actividades del sistema hepático;
GÁSTRICO – para la
digestión y la absorción de alimento;
GENÉSICO – guía el modelaje de nuevas formas o el establecimiento de
estímulos creadores, con vistas al trabajo, a la asociación y a la realización entre las almas (2).
CENTROS VITALES Y
CÉLULAS: los centros vitales son focos energéticos que, bajo la dirección
automática del alma, imprimen a las células la especialización extrema, que
posibilita al hombre poseer un cuerpo denso (2).
(1)
Armond, E. Desenvolvimiento Mediúmnico Práctico.
(2)
Luiz, A. Evolución en dos Mundos, cap. II.
(3)
Luiz, A. Misioneros de la
Luz , cap. III
João Cabral
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INQUIETUDES
¿POR QUÉ LAS TENEMOS?
Al tratarse de un tema muy amplio, en nuestro caso vamos a centrarlo en el aspecto más transcendente para nuestra vida, que es el que buscamos, de la siguiente forma: ¿Qué entendemos por inquietudes? Vamos a tomar la definición de inquietud como sinónimo de agitación interna, de descontento ante determinados acontecimientos o circunstancias de la vida que nos afectan, no comprendemos, nos desagradan o queremos cambiar; a esos estados de nerviosismo que generan preocupación, quitando la paz interior; al hecho de no estar contentos ni satisfechos con el desarrollo de nuestra vida. Estos estados afloran en un momento concreto de nuestra vida y se van configurando con el tiempo por la experimentación de determinados acontecimientos, aumentando con ello nuestro estado interior de agitación. En su desarrollo suelen surgir inclinaciones hacia algunos temas o facetas de la vida, la sociedad, la Naturaleza, etc. De ellos vamos a entresacar las inquietudes que nos conducen hacia la necesidad de mejorar algunos aspectos de nuestra personalidad y de nuestra existencia, con la finalidad de alcanzar una mayor comprensión de sus causas y consecuencias.
¿Cómo enfocamos la vida? Para la inmensa mayoría de las personas, el significado de la vida se reduce a mantener una existencia lo más placentera posible. Impera la idea de que solo se vive una vez y que todo finaliza en la oscuridad que hay más allá de la muerte; por ello, se desarrolla el deseo de disfrutar al máximo el presente, viviendo exclusivamente lo más llamativo y placentero. Es bueno vivir con alegría e ilusión, disfrutando de los mejores momentos; relacionarnos con los demás con satisfacción, confianza y seguridad. Pero vivir sin problemas es imposible, porque las situaciones de dificultad aparecen de continuo en nuestro quehacer diario.
La vida no solo consiste en vivir por vivir, pues sería marchar a la deriva sin ningún fundamento en las acciones, encontrándonos a merced de todos aquellos acontecimientos que nos afectan. Cuando nos apartamos de todo aquello que supone esfuerzo, también estamos alejando grandes oportunidades de desarrollo personal. Vivir sin conciencia de lo que nos ocurre e influye no es una buena opción; desde luego, no es la mejor. Es como el barco que va a la deriva en un inmenso océano. Para llegar al punto deseado tiene que marcar bien el rumbo, sabiendo que no todos los vientos ni todas las mareas llevan al mismo puerto. Por tanto, el hecho de ser conscientes de nuestra vida va a marcar la diferencia entre el triunfo y el fracaso. Pensamos que lo que hacemos no nos afecta, y no es así porque son todas esas circunstancias las que van conformando nuestro devenir. Lo que nos sucede no es por casualidad. Hoy día somos el resultado de nuestros actos y nuestras decisiones del pasado, de igual modo que estamos siendo los arquitectos de nuestro futuro.
No somos entes individuales a la deriva, sino seres con una individualidad dentro de un Todo perfectamente relacionado. No estamos fuera del Universo sino inmersos en él, afectados por todas esas fuerzas que convergen en la vida, lo que implica el desarrollo de las cualidades y aspectos que abarcan un sinfín de circunstancias que actúan y la hacen completa. Y es ahí donde puede intervenir nuestra voluntad de querer y de hacer. Buscar el bienestar material, el poder, el éxito o los placeres, sin buscar también la utilidad para el bien social, la alegría y la ilusión de vivir conscientemente, nos deja incompletos, al no poder satisfacer lo más importante para uno mismo, cual es la autorrealización como ser universal. Para estar completos necesitamos desarrollarnos individual y colectivamente. Y para conseguirlo es preciso conocernos bien y efectuar los cambios interiores necesarios para reajustarnos a la convivencia social y a la vida.
¿Por qué surgen las inquietudes? Hay una fuerza invisible que empuja a todo lo que existe en el Universo hacia una evolución constante e imparable, tendente a generar armonía, equilibrio y perfección, de la cual nada ni nadie escapa, incluido el ser humano, al formar parte del mismo. Ante una fuerza tan persistente como esta, y que podemos observar en los continuos cambios y desarrollos en todos los aspectos de la vida, sólo nos queda aplicar esa capacidad de adaptación que tiene cualquier ser vivo. Si queremos trabajar, es necesario adaptar nuestra oferta a la demanda de trabajo, o quedaremos fuera del mercado laboral. Si hablamos de economía, hay que adaptarse al sistema económico vigente para no padecer dificultades insalvables. A nivel familiar, nos vamos adaptando a las distintas etapas de nuestras relaciones afectivas, incluidas la dolorosa falta de nuestros padres y seres queridos, llegado tal momento. En definitiva, nuestra vida es una continua transformación que tiene en la adaptación la clave para nuestra supervivencia, lo que implica a 15 su vez nuestro crecimiento personal. Pero en su proceso tenemos periodos de inadaptación o estancamiento en los que nos acomodamos, rezagándonos en exceso, momentos en los que comienzan a surgir esas inquietudes a modo de insatisfacciones. Son impulsos internos de nuestro ser que ejercen a modo de guía, orientándonos hacia aquello que puede llenar nuestro interior y satisfacer realmente nuestras necesidades.
Cuando tenemos una falta de sintonía entre lo que hacemos, lo que nos gustaría hacer y lo que debemos hacer o necesitamos, es normal que tengamos inquietudes, sinsabores, falta de ilusiones, desencantos, desasosiego interno o amargura, porque nuestra conciencia, nuestros deseos y nuestras necesidades no van al unísono. Esta situación terminará generando esa insatisfacción que invade e impregna todo lo que hacemos con una sensación de vacío interior. ¿Qué finalidad persiguen? Es la forma que tiene la vida de indicarnos, desde la fuerza de nuestro interior, que no estamos viviendo nuestra realidad plena e intrínseca, que nos estamos alejando de la sintonía real y auténtica con ella.
Cuando comenzamos a experimentar la necesidad de un cambio personal, si no lo buscamos realmente, entraremos en una situación de agitación que, en realidad, es una llamada interior a nuestras necesidades más inmediatas y urgentes, buscando un mayor y más amplio desarrollo de nuestras capacidades. La insatisfacción es un aviso de que no estoy conduciendo bien mi vida.
Cuando llega ese instante en que no me encuentro satisfecho con la vida que llevo, ha llegado el momento de realizar cambios en lo que estoy haciendo para plantearme nuevas ilusiones, conseguir nuevos retos y terminar con esas situaciones que no me dan satisfacción. Estamos necesitando una renovación en nuestro modo de vivir. Si no escuchamos esa llamada interior, esas sensaciones que estamos experimentando no cesarán sino que se acentuarán de variadas formas, como por ejemplo con el surgimiento de multitud de preguntas, pensamientos e incógnitas sobre nuestra existencia y nuestro papel en ella o en la sociedad. Su función es hacernos pensar para reorientarnos hacia aquello que realmente está reclamando nuestro interior, hacia esa demanda de satisfacción, plenitud y felicidad que aquel anhela.
¿Cómo se calman? Olvidarlas sin prestarles atención o intentar anestesiar nuestra conciencia no es la solución, porque volverán a ursgir con más fuerza e incluso con manifestaciones internas de cierto desequilibrio mental y emocional, añadiendo más dificultad a nuestras necesidades de cambio interior. Observemos con atención hacia dónde quieren dirigirnos, ya que son la mejor guía para reeducar nuestra personalidad, mejorar nuestras relaciones sociales y alcanzar un estado de paz y plenitud capaces de ampliar y mejorar nuestro modo de vivir. En cambio, si nuestra respuesta es positiva y las apoyamos con el deseo de vivirlas y desarrollarlas, experimentaremos un estado de satisfacción. Nos sentiremos bien, viviendo ese equilibrio interno que solo podemos conseguir conociéndonos a nosotros mismos, nuestro entorno, las circunstancias que nos afectan, de qué forma lo están haciendo y cómo podemos mejorarlas. Es el momento de emprender nuevas realizaciones que sirvan para vivir más amplia y profundamente, con la finalidad de mantener un desarrollo gradual y progresivo del auténtico ser que hay en nosotros. En ese avance encontraremos la paz interior que calmará nuestras inquietudes. En su aspecto más profundo nuestra vida tiene un propósito, y hacia ese propósito van dirigidos todos los hechos que nos acontecen. A medida que lo vayamos identificando, irán desapareciendo esas agitaciones que estamos teniendo.
Antonio Gómez Sánchez © Amor, Paz y Caridad,
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" El hombre es así, árbitro constante de su propia suerte. Él puede aliviar su suplicio o prolongarlo indefinidamente. Su felicidad o su desgracia dependen de su voluntad de hacer el bien".
- Allan Kardec-
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EDUCAR PARA LA MUERTE
. El pensamiento recorre las distancias y el tiempo en todas sus dimensiones, pudiendo invadir el futuro y sumergirse en el pasado, en los fenómenos de precognición (profecía) y de retrocognición (adivinación del pasado). El entrenamiento telepático (transmisión del pensamiento) perfecciona y desenvuelve la acción del pensamiento. Cuando sabemos que esta energía mental es la misma que constituye al espíritu humano, compren-demos que la sobrevivencia espiritual del hombre es una ley natural y que el dominio de la muerte se restringe apenas al campo material. En las fotos paranormales obtenidas por los pesquisidores de Kirov, según los señalamientos de Lynn Schroeder y Sheila Ostrander, el cuerpo bioplasmático aparece radiante, sin la opacidad del cuerpo material. Científicos rusos dijeron que este cuerpo espiritual se asemeja al brillo de un cielo intensamente estrellado. Es esto lo que somos, y no materia. Y en esta condición estelar gozamos de la juventud eterna, puesto que el espíritu no está sujeto a desgastes ni al envejecimiento. No somos perecederos ni estamos sujetos a envejecer. Educar para la muerte es preparar a los hombres para el paso natural del mundo material hacia el mundo espiritual. Esta preparación no demanda un curso especial y rápido, mas exige un progresivo esclarecimiento de la realidad humana a través de la existencia. Tenemos que arrancar de la mente humana la visión errónea de la muerte como oscuridad, soledad y terror, sustituyendo este anatema del terrorismo religioso por la visión de los planos superiores de que la verdadera vida fluye hacia la Tierra. El luto, los velorios sombríos, las lamentaciones de las plañideras antiguas o modernas, la frente arrugada por las preocupaciones pesadas y dolorosas, todo esto debería pasar en el futuro para los museos de antigüedades macabras y estúpidas. En todo esto nada existe de sobrenatural. En la Tierra o en el Cielo estamos dentro de la Naturaleza. Las leyes naturales que conocemos en la materia son las mismas que abarcan a todo el Universo, en la riqueza y en el esplendor de la naturaleza. La salvación que todos los creyentes desean no viene de los formalismos religiosos de ninguna Iglesia, sino de nuestro esfuerzo cotidiano para transformarnos de prisioneros de la materia y de la animalidad primitiva hacia la espiritualidad que cargamos oculta y mal ventilada en nosotros mismos. La Filosofía Existencial de nuestro siglo considera la existencia como subjetividad pura, lo que vale decir que somos espíritus. La juventud eterna del Espíritu es la herencia que nos fue reservada, como hijos de Dios que somos. Porque Dios, la Suprema Consciencia, no nos creó del barro de la Tierra, sino de la luz de las estrellas. | |||
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EL ÁNGEL DE LA GUARDA
Una doctrina hay que debiera convertir a los más incrédulos, por su encanto y dulzura: es la del ángel de la guarda... Pensar que tenéis junto a vosotros a seres que os son superiores y que están permanentemente ahí para aconsejaros y sosteneros, para ayudaros a ascender la áspera montaña del bien; que son amigos más seguros y abnegados que las amistades más íntimas susceptibles de ser contraídas en esta Tierra, ¿no es acaso una idea muy confortadora? Tales seres se encuentran allí por orden de Dios. Él les ha puesto cerca de vosotros y ahí permanecen por amor a Él, cumpliendo a vuestro lado una bella aunque penosa misión. Sí, sea donde fuere que os halléis, él estará con vosotros: prisiones, hospitales, antros del vicio, soledad, nada de esto os separa de ese amigo a quien no podéis ver pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha vuestra alma.
¿Por qué no conocéis mejor esta verdad? ¡Cuántas veces os ayudaría en los instantes de crisis! ¡Cuántas veces os salvaría de los malos Espíritus! ... Pero en el día supremo este ángel del bien tendrá que manifestaros: “¿No te lo dije? Y tú no lo has hecho. ¿No te señalé el abismo? Y tú te despeñaste por él. ¿No te hice escuchar en tu conciencia la voz de la verdad? Y ¿no seguiste, en cambio, los consejos de la mentira?” ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles de la guarda. Estableced entre ellos y vosotros esa tierna intimidad que entre los mejores amigos reina. No penséis en ocultarles nada, porque ellos tienen la vida de Dios y no podréis engañarlos. Pensad en el porvenir: tratad de avanzar por ese camino, y con ello vuestras pruebas serán más cortas, vuestras vidas más dichosas. ¡Ea, hombres, tened valor! Arrojad lejos, de una vez por todas, los prejuicios y las segundas intenciones. Tomad por la nueva senda que ante vosotros se extiende. ¡Marchad, marchad! Tenéis guías: seguidlos… No puede faltaros la meta, puesto que esa meta es Dios mismo.
A aquellos que pensaran que es imposible para los Espíritus realmente elevados sujetarse a una tarea tan laboriosa y de todos los instantes, les diremos que nosotros influimos sobre vuestras almas aun estando a muchos millones de leguas de vosotros. Porque para nosotros el espacio nada significa, y aunque residamos en otro mundo nuestros Espíritus conservan su relación con el vuestro. Disfrutamos de facultades que no estáis en condiciones de comprender, pero tened la certeza de que Dios no nos ha impuesto una tarea que exceda a nuestras energías, y que no os ha abandonado a vosotros mismos en la Tierra sin amigos ni amparo. Cada ángel de la guarda tiene su protegido, por el cual vela, como vela un padre por su hijo, y es feliz cuando le ve marchar por el buen camino. En cambio, solloza si son desdeñados sus consejos.
No temáis cansarnos con vuestras preguntas. Antes bien, permaneced siempre en relación con nosotros. Seréis con ello más fuertes y más dichosos. Son esas comunicaciones de cada hombre con su Espíritu familiar las que hacen médiums a todos los individuos, médiums ignorados en la hora actual, pero que se manifestarán más adelante, y se derramarán como un océano sin límites para rechazar la incredulidad y la ignorancia. Hombres instruiros: instruid… Hombres talentosos: educad a vuestros hermanos… No os imagináis qué obra cumpliréis de ese modo: la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Por qué os ha concedido Dios inteligencia y conocimientos si no es para que hagáis partícipes de ellos a vuestros hermanos, a fin de hacer que avancen por la senda de la felicidad y de la ventura eterna?
SAN LUIS. SAN AGUSTÍN. El Libro de los Espíritus 246
ALLAN KARDEC.
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La “Pena de Muerte”-
Todavía, en pleno siglo XXI hay algunos
países en donde esta clase de pena máxima y extremada, que es impuesta a los
reos por
ser hallados culpables de cualquier delito según las leyes de esos
países, aun se halla en vigor.
Esto pone de manifiesto el
retraso evolutivo y la crueldad de los seres humanos que mantienen esas terribles leyes
inhumanas, así como la total falta de conocimiento espiritual de sus
gentes. Y digo "conocimiento espiritual", que no es lo mismo que
"religión", pues en algunos de esos paises tan atrasados moralmente,
se ejecuta sin escrúpulos la pena capital, precisamente por delitos contra su
religión; o sea, por tener ideas religiosas o morales diferentes a las establecidas
en el país en cuestión.
El Ser humano , bajo ningún concepto,
nunca puede moralmente justificar ante la Conciencia Cósmica o Dios, el acto de
segar la vida de un semejante, por mucho mal que este haya hecho . La Vida
es un don sagrado que viene de Dios, y
el Ser humano, no tiene autoridad moral alguna, en ningún caso, para interrumpir una vida por mucha justicia
que crea hacer con este supremo acto de venganza, siempre fría, cruel y
calculada.
Si el reo al que se condena a muerte ha cometido contra la sociedad o contra algún
miembro de la misma algún delito moral o
algún perjuicio, matándolo no se le hace pagar su falta porque el daño que hizo
no se ha reparado después de quitarle la
vida..
La pena de muerte es en
realidad un acto de venganza humana camuflada muchas veces en
la legalidad y a veces ni siquiera eso,
y Dios que es Amor, no es vengativo sino
infinitamente misericordioso.
Recordemos el 5º Mandamiento de la Ley Divina dado a Moisés, en la 1ª
Relevación: “ No matarás “. ¿No es lo
suficientemente claro?.
Hay lugareas en donde además se hace un espectáculo público de las
ejecuciones de condena, en los que la morbosidad y la crueldad de los
espectadores se ve incentivada con el horror de los asesinatos presenciados. En
la Edad Media, se hacía exactamente así: Acudian a las plazas públicas en donde
se ofrecía un espectáculo “ejemplificante” para los curiosos. Vemos por esto que el ser humano ha avanzado
moralmente muy poco, pues la misma falta de piedad que entonces había es la que
ahora se aprecia en los pueblos en los que esta práctica cruel y macabra está normalizada.
arrepentimiento y transformación moral, se tenga la
certeza suficiente de que no intentará ni podrá reincidir.
Menos
justificado aún está, bajo un punto de vista moral, cuando la ejecución de la
“pena capital” es por condenas a causa
de ideas políticas diferentes a las del poder establecido, o debido a
credos religiosos diferentes,
fanáticos e irracionales que así la imponen o la alientan.
La condena al reo culpable
siempre debe tener un fin regenerativo del mismo, para la reintegración social del que ha delinquido, nunca su muerte, por lo que
no se debe usar su condena como un
instrumento de venganza y menos aún si esa condena conlleva su muerte, porque entonces, la regeneración moral,
el arrepentimiento por el daño que pudo hacer con su delito y su posible vuelta
a la sociedad, ya no son posibles. Si realmente es culpable de algo, solamente
le quedará poder responder en el plano espiritual, porque en su existencia material ya no tendrá oportunidad
de regeneración ni de arrepentimiento
alguno.
Por otra parte, cuando se aplica esta cruel
venganza a sangre fría a un condenado por algún delito, las personas que fueron
sus víctimas y que creían encontrar en ese acto de la ejecución el colmo de la justicia, de la felicidad y de
la tranquilidad espiritual, se encuentran con que después de la misma, tras una
inicial satisfacción por la que su odio
y su resentimiento quedan desahogados y descargados, después les queda un
vacío interior y un mal estar o desequilibrio psíquico añadidos como un
peso en su conciencia.
Esta clase de justicia humana tan cruel, en realidad es una
injusticia, porque solo es un acto de venganza y la venganza siempre es ciega
en cuanto al concepto de justicia. Supone
también una falta de fe en la Justicia Divina que es la que en el tiempo pone todo en su lugar; esta falta de fe viene derivada de una falta de
conocimiento espiritual adecuado. No debemos condenar a morir a nadie,
pues sabemos que por encima de estos criterios
humanos de justicia que suelen ser
imperfectos y a veces hasta injustos, existe una Justicia Divina real, perfecta, inmanente e inexorable para
con todos nuestros actos, que restablece el desequilibrio de la injusticia, y
lo hace tanto en este mundo como en el más allá.
Es importante tener en cuenta que
muchas veces se ha condenado a un inocente, cosa que se ha probado después, al
cabo del tiempo. Si se le hubiese aplicado de inmediato la pena capital, se
habría matado a esa persona inocente,
mientras el verdadero culpable quedaría libre de cargo
por su delito y este quedaría
impune ante la sociedad que condenó y mató a un inocente. La pena de muerte es un terrible error y peor aún
si se ha aplicado ya y después se comprueba la inocencia del ejecutado.
Otro tema bien distinto al de
la pena de muerte ejecutada fría y despiadadamente por una leyes crueles, es
cuando a un Ser humano se le arrebata la vida, no mediante penas de muerte o venganzas mas o menos
legales y calculadas , sino cuando esa muerte es causada por otra persona como consecuencia
de un acto proporcional de
legítima defensa de la vida propia o de la de otro..
- Jose Luis Martín-
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