INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Breve historia del Espiritismo en España
2.-¿Creer o saber?
3.- Superar el dolor
4.- Médiums curativos
Reflexión: Date el tiempo
5.- El arte del amor
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Breve Historia Del Espiritismo En España
La historia del Espiritismo en España comienza en 1860 cuando José Fernández Colavida, notario y filántropo tarragones, entabla amistad con el capitán de la marina mercante Ramón Lagier y Pomares (éste, había conocido el Espiritismo tras encontrar “El libro de los espíritus” en una librería de Marsella, y le regala un ejemplar). Colavida, amante de los ideales de libertad y progreso y con inclinación a lo trascendente por encima de lo religioso, queda impresionado con la lectura de esta obra, intuyendo el mensaje superior de sus páginas que anunciaba una época nueva en el terreno de las ideas, toda una revolución de la ciencia, la filosofía y la moral… Conocedor del idioma francés, se ofrece para su traducción al español, que finaliza un año después.
Para la importación de esta obra a España, Fernández Colavida contó con la colaboración inestimable del escritor y editor francés, Maurice Lachâtre(Lachâtre vivía en Barcelona, en aquel entonces, debido a las persecuciones que el régimen de Napoléon III le infligía por haber publicado el “Diccionario Universal Ilustrado”). Una persona de París con quien Lachâtre mantenía correspondencia recibió de Allan Kardec* los libros y periódicos encomendados y los envió a Barcelona en una caja con unos 300 ejemplares, incluyendo las obras de Kardec, la “Revue spirite”, “La historia de Juana de Arco” (obra mediumnica de Ermance Dufaux), “La realidad de los Espíritus demostrada por la escritura directa” (por el barón de Guldenstubbé), etc. España, sin saberlo, se preparaba para recoger el testigo de Francia en la difusión de la filosofía espiritista…
El auto de fe de Barcelona
(…) pero el obispo de Barcelona Antonio Palau y Térmens, dicta su incautación. Informado de la decisión del obispo, el propietario de las obras pidió al Gobierno que, si su circulación no estaba permitida en España, se le consintiera reexpedirlas al lugar de su procedencia. La petición fue rechazada en base al siguiente argumento: «La Iglesia Católica es universal y, al ser esos libros contrarios a la fe católica, el Gobierno no puede consentir que vayan a pervertir la moral y la religión de los otros países».
El 9 de octubre, una gran muchedumbre reunida en la plaza barcelonesa de la Ciudadela, asistía atónita a la quema pública de las obras prohibidas por el oscurantismo religioso…
Y ocurrió que el acto despertó un fuerte rechazo entre el pueblo y los intelectuales (de hecho fue el último acto de la Inquisición en nuestro país), a la vez que sirvió de excelente propaganda para el interés del Espiritismo como doctrina universal de ciencia, moral y progreso, a lo que también contribuyó la publicacion del Libro de los Espíritus y las otras obras de Kardec traducidas al Español por Colavida.
¿CREER O SABER?
“Fé razonada es aquella que puede mirar frente a frente a la razón en todas las épocas de la humanidad”
SUPERAR EL DOLOR.
La edad dorada
Entre esa fecha 1861 y 1873, la nueva fe (ciencia, filosofía y moral), de revolucionarios planteamientos en el campo de lo social y lo espiritual, va calando en el pueblo con sed de conocimiento y entre los grupos intelectuales de la izquierda con sed de un nuevo orden.
Se destaca en esta época la labor admirable de Amalia Domingo Soler (la poetisa de los pobres), Miguel Vives, Quintín López, etc, asi como apoyos inestimables a la causa espiritista como la de Emilio Castelar (ministro de Estado y presidente de la Primera República).El 26 de agosto de 1873 se presentó en las Cortes la proposición de ley para que el Espiritismo formara parte del sistema de Enseñanza español, finalmente frenada cinco meses más tarde por el golpe de Estado de 1874… A pesar de la continua oposicion de la Iglesia y la monarquia, en 1888 se celebró en Barcelona el I Congreso Espiritista Internacional.
Crepúsculo y Renacimiento
El Espiritismo, por ser un movimiento libertador en lo social, cultural y filosófico, fue objeto de censura y persecución del fatídico golpe de estado franquista de 1939. A partir de entonces muchos historicos centros cerraron ( o, con gran riesgo y amor al ideal, continuaron en la clandestinidad…), y las obras espíritas que no fueron requisadas o destruidas fueron cuidadosamente ocultadas durante … ¡más de cuatro décadas!
En los 70, con la llegada de la democracia, la cosa mejoró algo… aunque el desconocimiento y/o rechazo de lo que es el Espiritismo (herencia de muchas décadas de manipulación religiosa que lo vinculaba con el culto al Diablo, etc) arraigó una pésima opinión pública; al contrario de lo que sucedió en Brasil, donde es conocido y apreciado en casi todos los sectores.
Pese los prejuicios en su contra, en 1981 se celebró en Madrid el Primer Congreso Nacional de Espiritismo… Esto, alentó en 1984 la legalización del movimiento por mediación de Rafael González Molina, creando la Federación Espírita Española.
…y, en 1993, se celebró el Minicongreso de Montilla (Córdoba), que representó el germen de lo que luego serían los tradicionales congresos nacionales que se celebran cada año.
Desde esa fecha, la Federación Espírita Española ha sido un agente dinámico a nivel nacional y extrajero, siendo socio fundador del CEI (Consejo Espírita Internacional) en 1992, y sede del VI Congreso Espírita Mundial celebrado en 2010, en Valencia.
…y, en 1993, se celebró el Minicongreso de Montilla (Córdoba), que representó el germen de lo que luego serían los tradicionales congresos nacionales que se celebran cada año.
Desde esa fecha, la Federación Espírita Española ha sido un agente dinámico a nivel nacional y extrajero, siendo socio fundador del CEI (Consejo Espírita Internacional) en 1992, y sede del VI Congreso Espírita Mundial celebrado en 2010, en Valencia.
Por Juan Manuel Ruiz González para ZonaEspirita
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¿CREER O SABER?
“Fé razonada es aquella que puede mirar frente a frente a la razón en todas las épocas de la humanidad”
Traemos a colación esta frase de Kardec para resaltar la importancia de la fe en la vida humana. La fe entendida como fuerza motora de todas las realizaciones, físicas, psicológicas, espirituales, materiales, etc. Despojamos de ella la connotación religiosa de la fe irracional, ciega o fanática que asumen determinadas ideologías o religiones en sus postulados, impidiendo la crítica, la duda o el cuestionamiento más simple.
Cuando hablamos de fe, utilizamos la palabra en su acepción más importante, la de una fuerza interior del ser humano que le permite creer en sí mismo, en sus capacidades de progreso intelectual, cultural, científico, moral, etc. La fe en uno mismo es una poderosa herramienta que permite al ser humano enfrentar las dificultades y conseguir los objetivos de todo tipo que éste se propone.
Esta “creencia” en las posibilidades de uno mismo, tiene mucho que ver con la autoestima de la persona; lo que le permite superar los miedos que nuestro inconsciente trae de vez en cuando al plano consciente y que nos atenazan y nos inmovilizan para crecer, evolucionar o progresar en la vida.
Hablamos de creencia en uno mismo como un aspecto positivo que nos permite levantarnos después de los errores, retomar el camino a pesar de los obstáculos, enfrentar las pruebas que la vida nos presenta; no rendirnos nunca ante la adversidad si nuestro objetivo en la vida está claramente definido y aceptado.
Desde este aspecto, la creencia en uno mismo, o en una escala de valores culturales, educativos o religiosos que nuestra sociedad nos ha inculcado, forman parte de ese conglomerado de principios que todo ser humano posee en mayor o menor medida. Cuando estos principios no son analizados ni cuestionados, y simplemente se aceptan como únicos o verdaderos, cometemos el error de no discernir suficientemente, cayendo con frecuencia en la descalificación de aquel que es diferente, aquel o aquellos que por cultura o educación no tienen los mismos principios que nosotros o piensan de otra forma.
En esta actitud; si no somos capaces de dudar, cuestionar o replantearnos los valores y principios adquiridos por herencia, educación familiar o social, tradición o costumbres que son contrarias a la razón y al sentido común, caemos en el foso del prejuicio, el preconcepto, el dogmatismo y la inflexibilidad. Hay quien lleva esta actitud a extremos de auténtica violencia: nacionalismos, extremismos, sexismo, racismo, xenofobia, etc.. No son más que expresiones de la errónea interpretación de creer que somos diferentes; y del orgullo exacerbado al pensar que solamente a nosotros nos asiste el exclusivismo de la verdad y la razón. A lo largo de la historia estas actitudes han sido el detonante de violencias, injusticias y millones de muertos en las guerras de religión, de raza superior, etc..
La creencia sin razón y sin sentido crítico supone una ceguera mental que nos lleva al fanatismo, la destrucción y la exclusión; viendo en los que piensan diferente sólo adversarios o enemigos. En vez de aceptar la diversidad, la riqueza de valores, principios y pensamientos de todos los seres humanos, comprendiendo que todos somos iguales y que nadie es diferente en su origen y naturaleza espiritual, nos obcecamos en dividir, fragmentar, separar y distinguir a unos de otros simplemente por lo que “creen, piensan o son”.
Esta es la parte negativa de la creencia; aquella que es ciega y no permite discernir ni usar un sentido crítico de la misma. Y no hablamos sólo de creencia religiosa, sino también de la creencia política, de raza, de nación, científica incluso. Este “exclusivismo” que se atribuyen algunos en cuanto a su “única visión del mundo y de la vida” no es más que el error propio de mentes obtusas; encerradas en la comodidad de principios que no se atreven a cuestionar por comodidad, fanatismo, orgullo intelectual o de raza o creencias ciegas a la razón y al sentido común.
La creencia no es un mal atributo, por la fuerza que otorga al hombre en sus realizaciones, pero en nuestra humilde opinión debe ir después de la sapiencia; primero saber, dudar, cuestionarse, discernir, abrir la mente, razonar y aplicar el sentido común; para después, una vez aceptados los principios que nos parecen justos y razonables, creer en ellos con convicción y fomentarlos con absoluta fortaleza y determinación.
Este razonamiento anterior es válido para la ciencia, la religión, la filosofía, la espiritualidad, etc. El comprender la realidad de la vida que nos rodea, cuestionar aquellos principios que por educación, cultura, tradición o herencia damos por sentados y que nos parecen ilógicos o incoherentes, es un ejercicio mental saludable que nos hace libres y nos ayuda a discernir. Por practicar esta actitud no atentamos contra nada ni contra nadie, sólo elevamos nuestra capacidad de pensar, de actuar acertadamente, de razonar y eliminar con valentía aquello que hemos recibido y que sin duda no es lo que nuestra razón y sentido común acepta como válido.
Por ello el conocimiento es luz, acaba con la ignorancia, desbroza los caminos de la superstición, del engaño, del fanatismo, de la irracionalidad de algunas creencias; y coloca al hombre en la cima del discernimiento, para que pueda, por sí mismo, libremente elegir el camino a recorrer en su vida, alejado de los condicionamientos sociales, culturales o religiosos que le impone la sociedad y la educación recibida.
Sólo así se es libre verdaderamente; pues la libertad de conciencia, de pensamiento y de actuación, la libertad de poder elegir, es el atributo más grande de Dios concedió al hombre para su evolución y progreso. Todo lo que cercena o intenta restringir esta cualidad en el hombre es sin duda equivocado y contrario a la naturaleza del ser humano.
La cuestión entre creer o saber se dilucida pues rápidamente; lo primero es comprender, desterrar la ignorancia, razonar, cuestionar, discernir y actuar; y la convicción sobre aquello que aceptamos como válido, se convierte entonces en creencia indestructible, fortaleza mayor, que ha superado los test de la duda, el razonamiento, y nos acerca a la verdad de la vida y del hombre.
En el terreno de lo espiritual, cuando se destierra la ignorancia, el fanatismo, los prejuicios y los preconceptos religiosos recibidos desde niños, se está en condiciones de comprender la verdad del alma, del espíritu de Dios y de sus leyes.
Cuando aplicamos la fe razonada, derivada de la convicción adquirida libremente en principios espirituales que nuestra conciencia y sentido común nos sanciona como válidos, estamos ya en condiciones de andar por nosotros mismos en el camino del progreso espiritual. Sin tutelas de ningún representante de Dios en la tierra, sin restricciones dogmáticas de religiones proselitistas con intereses espurios. Con el paso firme y seguro de la convicción personal que nos concede una conciencia clara, nítida y sin manchas, que no entorpezca nuestro camino de ascensión hacia la plenitud, encontrando así la llave de la felicidad.
Es a partir de ese momento cuando, ayudados por la instrucción que nos ofrece el conocimiento de la vida espiritual, abrigamos la esperanza de conquistar nuevos atributos de felicidad que descubrimos en nuestro interior; y que nos encaminan con la determinación inexpugnable, de aquel que va descubriendo día a día nuevos conceptos de verdad, a la consecución del objetivo mayor de la vida de todo ser humano: el crecimiento en el amor a través de la transformación moral.
¿Creer o saber? por: Antonio LLedó Flor- Amor, paz y caridad
“En el comienzo no se trata de creer, es preciso saber; para alcanzar la convicción que nos proporciona la fuerza de la fe razonada y que nos concede un progreso espiritual libremente aceptado mediante la transformación moral”
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Hoy nos corresponde el estudio de ese algo imponderable, que el solo nombre atemoriza a mucha gente, y que tan a disgusto es soportado por la mayoría de los afectados, por desconocimiento de su origen y función.
Necesario es borrar de la mente ese concepto, carente de verdad, de que el dolor humano es un castigo de Dios, como algunas gentes en su ignorancia así lo suponen; sino que es consecuencial, es la reacción de las energías psíquicas y aún biológicas desequilibradas por nosotros mismos, con nuestras actuaciones contrarias a las leyes que rigen la Vida en sus aspectos: físico, psíquico y espiritual.
Necesario es borrar de la mente ese concepto, carente de verdad, de que el dolor humano es un castigo de Dios, como algunas gentes en su ignorancia así lo suponen; sino que es consecuencial, es la reacción de las energías psíquicas y aún biológicas desequilibradas por nosotros mismos, con nuestras actuaciones contrarias a las leyes que rigen la Vida en sus aspectos: físico, psíquico y espiritual.
El dolor y sufrimiento humano pueden ser: físico, psíquico y espiritual.
Son físicos, cuando se reflejan en el cuerpo físico, como dolencias y enfermedades, cuyas causas pueden corresponder a hábitos de vida antinatural, en la alimentación, excesos, vicios y por estados afectivos desarmónicos. Según está ya comprobado por la ciencia médica, los hábitos degradantes ocasionan dolencias y enfermedades por el debilitamiento de las energías del propio organismo.
Son psíquicos esos estados anormales considerados como neurosis, psicosis en manifestación diversa, así como psicopatías en diversos grados; resultando, en su gran parte, de las tensiones emocionales, sentimientos de índole inferior, o de actitud mental desacertada frente a la vida, así como deseos de baja naturaleza.
Y son sufrimientos espirituales, las sensaciones de reproche y acusación que el Espíritu manifiesta en la persona, conocidos con esa frase: “La conciencia acusa”. Resultante de la debilidad del Espíritu ante los requerimientos negativos que hacen el egoísmo, la ambición, el rencor, la concupiscencia, etc. Sensaciones y reproches que no pueden ser acallados con las diversiones ni placeres pasajeros; llegando en ciertos casos a la desesperación.
El dolor, en sus comienzos con diversos síntomas o aspectos, es una llamada de atención a la ley violada, llamada que el ser humano recibe a fin de que pueda atender su amenazada salud física, psíquica o espiritual, y buscar las causas. Y cuando se desatiende esa llamada, el dolor se intensifica.
Las leyes que rigen la Vida, en sus tres aspectos: físico, psíquico y espiritual, están concebidas por la Sabiduría Cósmica dentro de un plan perfecto para un funcionamiento perfecto. Pero, los humanos en su acendrado egoísmo y ambiciones, o dominados por las pasiones, o en la búsqueda de los placeres; han ido adquiriendo hábitos contrarios a esas leyes. Y como consecuencia, reciben la reacción de las mismas, en forma de dolencias y enfermedades, así como trastornos psíquicos en diverso modo.
Sebastián de Arauco.
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