INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El por qué del Espiritismo
2.- ¿Somos espíritus inmortales?.La Inmortalidad a debate
3.- La Virtud
4.- ¿En qué consiste la adoración?
5.- La Homosexualidad
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EL POR QUÉ DEL ESPIRITISMO
Espiritismo, no solo significa diálogo o
intercambio de ideas e informaciones con los espíritus. Es mucho más.
Necesario y esencial es estar completamente
convencido de la existencia del espíritu o alma, como algunos también lo
denominan.
El Ser, como Hijo del Creador, es el
espíritu; el cuerpo es la herramienta temporal que utiliza para progresar en su
existencia universal. Definir algo cuyo plano y sutileza es diferente a nuestro
mundo material y con el pobre idioma terrestre, significa tener que entrar en
comparaciones que merman mucho la idea inicial que se intenta expresar.
Espiritismo, como moral cristiana ante todo,
porque parte de las enseñanzas de Jesús Cristo, que recomiendan un
comportamiento digno. Ellas nos dicen “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y
de ahí es donde sus raíces toman su máxima fuerza.
También se define como filosofía, que con su
búsqueda de la lógica nos explica la supervivencia del Ser, con sus anteriores
y futuras reencarnaciones, la pluralidad de mundos habitados, que demuestran la
grandeza de la Creación Universal y nuestra descendencia de un Único Padre
Creador.
Esto tiene como respaldo la Ciencia, que
aclara a través de constantes y minuciosos estudios, la razón de hechos que por
su conformación se salen de las costumbres y hábitos materiales.
No es la primera vez que se presenta al
Espiritismo como Moral, Filosofía y Ciencia, por ser la forma más expresiva de
hacerlo y quizás la única que lo haga con cierta claridad. También suele ser
presentado con la forma imaginaria de un triángulo equilátero, tanto de Moral
como de Filosofía y Ciencia.
También se podría presentar esa idea con la
forma imaginaria de una gran palanca que mueve el mundo. En el punto de apoyo
estará la Ciencia, la Filosofía ocupará el lugar de contacto y la Moral será el
brazo de palanca, que cuanto más grande sea más fuerza hará..
La Ciencia que por sí sola tiene avances
maravillosos: Naves que surcan el espacio en dirección a otros planetas; el
control de átomo; los rayos gama, laser, etc. Pero todo esto puede ser
peligroso- y de hecho lo es-, si no van acompañados de la Moral, porque también
la Ciencia ha preparado grandes máquinas de destrucción y de guerra.
La Filosofía, si no es moralizadora, ¿para
qué sirve?. Ella anima al estudio útil y para que este sea beneficioso tiene
que estar dentro de la Moral.
La Moral por sí sola es capaz de grandes
creaciones y hermosos sacrificios en beneficio del mundo, que podrían incluso
llegar a parecer milagros, todo ello sin necesidad de las otras compañeras ya
mencionadas, ( aunque sea más completo el conjunto de las tres).
Ahí podríamos mencionar muchos ejemplos de
amor y abnegación, pero sirva solo el mayor de todos y el que está en todas las
mentes: el amado Maestro Jesús con su vida dedicada a sembrar amor.
Una vez explicado este planteamiento y
haciendo uso de la imaginaria palanca, se presenta la forma principal de
Espiritismo verdadero- forma de vida- porque ese es el concepto que se puede
poner al comportamiento del espíritu
sincero, que trata por todos los medios de que su vida tome una forma más en
consonancia con las leyes Divinas y Naturales, poniendo en práctica su
transformación interna y externa, en un estado mental limpio de perturbaciones
erróneas o egoístas, desechando ideas que pueden perjudicar a alguien y
poniendo en práctica la Ley de Caridad, tanto espiritual como material-como ya
fuera dicho: “Fuera de la Caridad no hay salvación”.
Sabiendo el Espíritu la influencia y la
energía que emana del pensamiento y de que del buen o mal empleo que haga de
ella, será responsable, procurará acondicionarse para producir el mayor bien
que pueda alrededor, incluso aprovechando la fuerza de esa energía mental, y
poder ayudar a distancia con Fe y con Amor.
La finalidad
del Espiritismo es llevar a las personas hacia un buen comportamiento y
buen pensamiento.
Los que ya llevamos mucho tiempo preocupados
de este tema estamos convencidos de que el Espiritismo es el Consolador que
prometió Jesús; por tanto, es la Tercera Revelación, y esta vez no solo está
limitada a Galilea, sino que está por todo el mundo; hasta en los rincones más
alejados se habla de Espiritismo, y así surge la Luz, una Luz de Amor que
transformará el planeta y hará comprender el por qué de la vida y el por venir
que nos aguarda como resultado de nuestros comportamientos.
De la etapa difícil que atraviesa la Tierra
no es necesario dar muchas explicaciones: guerras, violencia, drogas, crímenes,
abortos a millares, hambre, crueldad. Todo esto es reflejo de un materialismo
inseguro del futuro, queriendo controlar un insignificante presente que se le
escapará de las manos sin darse apenas cuenta.
Por eso, no faltará incrédulos que
pregunten: Espiritismo, ¿por qué ?.
Porque, si todas las personas del mundo
practicaran el amor desinteresado a los demás, el planeta sería, lógicamente,
un lugar perfecto para vivir, pues eso es lo que buscamos los espiritistas, la
Unión Universal por el Amor, porque él nos enseña el camino del progreso,
aunque nosotros, tendremos que recorrerlo.
-
Manuel
de Paz Martinez-
Centro de Estudios y divulgación Espírita de Madrid.
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¿Somos espíritus inmortales? La inmortalidad a debate
Entre las diversas preguntas que el ser humano se realiza a lo largo de su vida cuando se tienen inquietudes espirituales destaca la cuestión de si existe vida después de la vida, y en el supuesto de que así sea, de qué forma y cómo se manifiesta.
En la historia de las religiones vemos coincidencias en el axioma de la transcendencia del hombre después de la muerte, pero existen profundas divergencias en cuanto a la forma de acceder a ese nuevo estado y cómo se vive en él. También la semántica en este tema, define de forma diferente conceptos que significan lo mismo pero a los que se denominan de distintas maneras.
Dando por supuesto que existe vida después de la muerte, lo que es exactamente cierto es que la misma no puede ser biológica de ninguna manera, pues la ciencia nos demuestra que cuando una persona fallece su cuerpo va desintegrándose hasta desaparecer por completo, disgregándose sus átomos hasta pasar a formar parte de la naturaleza, al igual que ocurre con cualquier ser vivo, planta, mineral u organismo que acaba un ciclo y se transforma.
De esta reflexión anterior se infiere que la parte del ser humano que sobrevive a la muerte no puede ser biológica, pero sí podría ser mental, psicológica, emocional o de otra índole. La complejidad del cerebro humano es tal que en pleno siglo XXI la neurología moderna sólo alcanza a comprender, y con un enorme esfuerzo; un 10% de su funcionamiento. Esto nos indica que si la mente humana tiene su lugar de “residencia” en el cerebro, cuando el cuerpo fallece la mente debería desaparecer igualmente.
Por ello, si alguna parte del ser humano sobrevive a la muerte ésta debería ser un compendio psíquico que no sólo abarque las facultades mentales, sino las emocionales, y psíquicas, ya que desde la aparición de la psicología moderna y el psicoanálisis posterior la ciencia acepta con rotundidad que la persona está formada por aspectos mentales, emocionales y psicológicos que nos diferencian de otros seres vivos. Y que todos estos aspectos no tienen un lugar de ubicación en ningún órgano biológico del ser humano sino que forman parte del ser integral, de la personalidad del individuo y lo diferencian por completo del resto de seres humanos. Desde antiguo se ha denominado de diversas formas (alma, espíritu, mente, etc.) a la parte no biológica que sobrevive a la muerte según las religiones. La preocupación del hombre por saber acerca del alma viene desde los albores de la historia. De hecho no podría comprenderse la misma sin los acontecimientos ligados o relacionados con las explicaciones de las religiones y la filosofía en todas las épocas de la humanidad, desde el antiguo Egipto, pasando por Grecia, Roma, el judaísmo, el cristianismo en occidente, el islam en medio oriente o el budismo e hinduísmo en Asia. En todas las grandes religiones monoteístas o politeístas existe definido el “daimon” de la antigua Grecia, que no es otra cosa que el alma humana o espíritu que sobrevive a la muerte. Las diferentes interpretaciones que dan las religiones a su forma de ingresar en la otra vida y cómo se desenvuelve en ella son cuestiones de debate pero en lo sustancial se coincide de forma sorprendente.
Dentro de la variedad de explicaciones existen unas más racionales, menos dogmáticas y que resisten el análisis de la razón y la lógica mejor que otras, sin que ello signifique que haya que creer en ellas al 100%. Una cuestión es creer y otra razonar y comprender la lógica de los planteamientos que nos llevan a deducir que el ser humano no aparece en la Tierra por generación espontánea sino que su desarrollo es fruto de su evolución no sólo física sino también mental, psicológica y espiritual.
Entre las múltiples teorías que podríamos destacar sobresalen fundamentalmente dos que explican como ninguna otras la lógica de la vida en el más allá, de dónde venimos y hacia dónde vamos, cual es el sentido de nuestro paso por la Tierra y qué nos encontraremos en ese “más allá” al que llegaremos.
La primera de ellas es la Reencarnación o “palingenesis “(nacimiento de nuevo) griega. Concepto que encontramos desde el antiguo Egipto, Grecia, India, China, etc.. El sentido de la reencarnación se enmarca en un concepto más amplio que permitiría al ser humano (en su parte transcendente, aquella que sobrevive la muerte) un proceso evolutivo de perfeccionamiento desde mundos primitivos a mundos evolucionados a través de las experiencias de muchas vidas en la tierra (siempre con forma humana) con el fin último de la perfección y por ende la felicidad.
La reencarnación también es aceptada no sólo por muchas religiones sino que está en la base de muchos movimientos espirituales y se acepta comúnmente como una ley que rige la evolución del espíritu humano. La ciencia ha estudiado igualmente la reencarnación demostrando fehacientemente su existencia en infinitos casos de reencarnación comprobada, terapias de vidas pasadas, casos de muerte clínica y vuelta a la vida, etc, y mediante el método científico más riguroso llevado a cabo por prestigiosos neurólogos, psiquiatras, médicos, entre otros: los doctores Raymond Moody, Elísabeth KlüberRoss, Helen Wambach, Hamendra Banarjee, Edith Fiore, Mª Julia de Moraes Prieto, Carol Bowman, etc.
Las manifestaciones psíquicas del siglo XIX en Estados Unidos y los fenómenos de médiums en toda Europa despertaron el interés de un gran científico y pedagogo francés llamado Hipólito Denizart Rivail, que adoptó el seudónimo de Allan Kardec. Y, después de una investigación de años con multitud de médiums en diferentes países, se propuso la tarea de dar a conocer al mundo el resultado de sus investigaciones a través de la Codificación Espírita, compendio de varias obras que tratan del origen y naturaleza de los espíritus, de su relación con el mundo físico y las consecuencias filosóficas y morales que este conocimiento comporta.
Esta doctrina conocida como Espiritismo, es junto a la Reencarnación, la explicación más lógica y coherente que podemos encontrar acerca de la vida después de la vida y de la forma en cómo nuestra personalidad abandona de forma integral la vida física cuando se fallece y se incorpora a un mundo no tan diferente como el que tenemos en la Tierra, para seguir evaluando nuestro progreso, recomponer aspectos desviados del mismo y prepararnos para nuevos retos de evolución y desarrollo personal.
El espiritismo no se limita únicamente a dar explicaciones sino que a través de las comunicaciones con aquellos que nos precedieron en el más allá nos ofrece la valiosa información de las leyes que rigen la evolución del espíritu humano, y una de las más importantes es precisamente la reencarnación que junto a la ley de causa y efecto (similar a la ley del karma de los orientales) regula no sólo el proceso evolutivo del espíritu sino las consecuencias de las actuaciones del mismo en la Tierra y su repercusión en el “más allá” y en las próximas existencias en la Tierra.
Así pues, cotejando lo que las religiones nos han venido diciendo acerca de la sobrevivencia del espíritu después de la muerte, analizando las conclusiones de materias como la metapsíquica de Charles Richet en el siglo XIX, o las investigaciones de Williams Crookes (ambos premios Nobel) la parapsicología de Rhine en el siglo XX y revisando las investigaciones y métodos científicos que desde hace más de un siglo se vienen realizando sobre vida después de la vida, llegamos a un punto en el que la observación y el análisis nos llevan a aceptar como mucho más lógica la transcendencia del ser después de la muerte que la inexistencia de la vida después de la vida.
Esto significa que muchos fenómenos ahora no explicados por la ciencia tendrían una explicación racional, lógica y coherente si se valorara el estudio de la personalidad humana bajo el prisma de su supervivencia como ser integral después de la muerte del cuerpo físico. Afrontando este ángulo de investigación, algunos neurólogos ya los han llevado a cabo en sus estudios sobre terapias de vidas pasadas y han obtenido excelentes resultados para solucionar problemas psicológicos cuyo origen se remonta a las vidas anteriores de los individuos.
Se nos ofrecen pues los razonamientos necesarios para afirmar con rotundidad y desde la lógica, no desde la creencia que el ser humano sobrevive a la muerte mediante un proceso natural. Podemos afirmar sin duda alguna que somos espíritus inmortales inmersos en un proceso evolutivo que contempla etapas de desarrollo con cuerpo físico y otras sin él.
Para profundizar en cómo son esas etapas, de qué manera nos vemos afectados por las leyes que rigen este proceso y cómo podemos dirigir y forjar un futuro mejor, les invitamos a conocer el contenido del espiritismo de Kardec; en la seguridad de que encontrarán las respuestas lógicas y coherentes a muchas de las dudas existenciales que se hayan planteado alguna vez, así como el consuelo y la esperanza de la inmortalidad del ser humano y la confianza en la justicia divina.
La aceptación de estas leyes espirituales y la incorporación de las mismas a sus propios principios es algo que solamente compete a ustedes en el ejercicio de su libre albedrío y que, como no podría ser de otra forma, respetamos profundamente.
- Grupo Villena-
“El espiritismo, marchando con el progreso nunca se desbordará, pues si la ciencia demostrara su equivocación sobre un punto, se modificará sobre ese punto, y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría.”
Allan Kardec. El libro de los Espíritus
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LA VIRTUD
Para Cicerón, virtud es la fuerza viril o valor moral que se sobrepone al sufrimiento y a la muerte..
Y afirmaba Aristóteles que el "el hombre virtuoso es aquel que encuentra placer en hacer actos de virtud".
Con eso, la virtud se transforma en el hábito del bien, pues se incorpora al modus operandi del individuo, tornándose parte integrante de su naturaleza.
La virtud siempre trabaja fiel a las manifestaciones psicológicas y delante de las leyes, creando necesidad de actuar y produciendo placer al realizarlo´
El hombre la adquiere con el esfuerzo dirigido al bien que lo inspira, e, insistiendo en practicarla, conforma su vida a sus dictámenes.
Para conseguir esa disposición es imprescindible adquirir el conocimiento del bien: es decir, que el hombre sepa del valor moral de sus actos, de acuerdo con las leyes morales.
Así, la tendencia al bien es el primer paso para la virtud: su realización se transforma en experiencia estimuladora; pero, sólo es virtud cuando se constituye en un hábito natural, consciente y placentero.
Así, la tendencia al bien es el primer paso para la virtud: su realización se transforma en experiencia estimuladora; pero, sólo es virtud cuando se constituye en un hábito natural, consciente y placentero.
El motivador de la virtud y su alimento es el amor al bien, como afirmaba Aristóteles, que el "hombre virtuoso es aquel que hace del bien, una necesidad imprescindible, que pone su felicidad en el bien"
Solamente los hombres libres interiormente poseen la virtud, porque sus actos son resultado de su libre determinación, por orden intima de su voluntad personal.
San Agustin, que la adquirió con gran esfuerzo y perseverancia, repasando mentalmente, antes de acostarse, todos sus actos para verificar en cuales no fuera correcto y poder corregirlos al día siguiente, enseñaba: "Virtud es la buena cualidad del ánimo, por la cual se vive bien y la cual nadie usa mal" de acuerdo con su razonamiento moral.-
Así el hombre se inclina moralmente a una constante acción del bien que le hace bien a través de los actos buenos .
Extraído del libro Hacia las Estrellas.
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¿En qué consiste la adoración?
Es la elevación del pensamiento hacia Dios. Mediante la adoración acercamos nuestra alma a Él.
650. La adoración ¿es resultado de un sentimiento innato, o producto de una enseñanza?
- Sentimiento innato, como el de la Divinidad. La conciencia de su debilidad lleva al hombre a prosternarse ante Aquel que puede protegerlo.
- Sentimiento innato, como el de la Divinidad. La conciencia de su debilidad lleva al hombre a prosternarse ante Aquel que puede protegerlo.
651. ¿Han habido pueblos carentes de todo sentimiento de adoración?
- No, porque jamás hubo pueblos de ateos. Todos comprenden que hay por encima de ellos un Ser Supremo...
652. ¿Se puede pensar que la adoración tenga su origen en la ley natural?
- Está en la ley natural, puesto que es el resultado de un sentimiento innato en el hombre. De ahí que la encontremos en todos los pueblos, si bien con formas diferentes..
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS.
ALLAN KARDEC.
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La homosexualidad
La homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, siempre ha sido despreciada por una
sociedad llena de prejuicios, tal vez
influida por las religiones que han señalado la homosexualidad como
algo pecaminoso o vicioso
y siempre anormal.
Es muy mal
vista y condenada por las religiones en general, que siempre la han despreciado y perseguido. Para
el cristianismo católico y evangélico, estas personas están en
pecado mortal porque consideran imperdonable su actitud sexual, que
consideran como anormal, porque afirman que se profana el cuerpo, que es templo de Dios (1
Cor. 3:9). Algunos clérigos destacados desde su posición jerárquica, más recientemente, también han afirmado con
bastante ligereza que es una enfermedad curable por la psiquiatría.
Particularmente creo que la homosexualidad no convierte a la persona
en ningún ser abominable, ni es ninguna enfermedad, pues demostrado está que,
independientemente de su inclinación o actitud sexual, hay personas de estas características, llenas de grandes valores humanos y viceversa, como también
existen muchos heterosexuales
perversos y de muy baja condición moral.
El
homosexual solo se
siente culpable de su
condición, si tiene
este sentimiento debido a una nefasta educación recibida que le ha hecho sentirse como un ser anormal
y culpable, llegando a sentirse rechazado y señalado por la mayoría social. Hay homosexuales que viven en
medio de una lucha interior
porque la religión y
la misma sociedad
les ha infundido la idea de la anormalidad y del pecado.
Desde un punto de vista religioso, así es el caso,
pues por definición, pecado es
la transgresión mas
o menos grave
de un precepto o dogma religioso,
que si está
clasificado como leve
o venial, se
soluciona con una
pequeña penitencia que
puede consistir simplemente
en hacer alguna
oración o rezo, pero
si es considerado como muy grave o “mortal”,
como es en el caso del
tema que nos ocupa, la
única perspectiva que les queda
es la condenación eterna y un ardiente infierno para toda la eternidad, si es que no se arrepienten de ello, pasan por un confesionario y hacen próposito de cambiar, lo cual es tan imposible en la realidad como lo sería a una gallina volverse gallo. El organismo de los animales hembras fisiológicamente es diferente a de los animales macho y la parte psicológica va íntimamente unida e influenciada por el organismo físico, por tanto, por mucho que quisieran, cada uno es como es, y ellos no son ningún error de la Naturaleza.
Hace tiempo ,
tras mucho meditar este delicado tema, llegué a comprender que no es ningún pecado el ser naturalmente
homosexual. No perdamos de vista
que Dios es infinitamente
misericordioso, y que
somos Seres perfectibles dotados de
inteligencia y libre albedrío, por lo que en conciencia solo somos responsables de
la limpieza o
maldad de nuestros
actos e inclinaciones buenas o malas que sean aceptadas
íntimamente y en principio hay que
pensar que quien nace con esa naturaleza o tendencia psicológica, será por algo que trasciende a las apariencias de la
vida y no porque Dios lo haya hecho así
caprichosamente o se haya equivocado.
La tendencia o
inclinación homosexual o bisexual, llamada también transexualidad, puede tratarse simplemente de una sexualidad
viciada, que saturada de experiencias y de
placeres sexuales repetitivos, busca la
novedad de los mismos por otros derroteros. Esto suele ser mas frecuente en los casos de
bisexualidad, que son también casos de mediana adaptación o de transición entre
las dos polaridades sexuales. Normalmente
se trata de inclinaciones naturales con las que nace la persona y lo son, o
bien por reminiscencias e inclinaciones que conserva
del sexo contrario
que tuvo en
una vida anterior, o
por causas kármicas
para su correcto
y equilibrado aprendizaje espiritual, como por ejemplo, cuando
estando en el mundo espiritual
después de haber pasado por esta vida, el espíritu
que ha sido hombre o mujer, comprende que ha
abusado de su rol sexual,
perjudicando y dañando por medio del mismo a otra u otras persona del
sexo opuesto, por lo cual, en una nueva existencia renace con
ese sexo al que perjudicó, para comprender y asimilar íntimamente en su
alma el error de la actitud que sostuvo en aquella existencia ; el que fue hombre, tal vez nace mujer para
que como tal, comprenda que hay que respetar a la mujer y a no abusar de
ella y el que fue mujer, comprenda lo que es ser hombre para que
asimile el respeto y
fidelidad que se
debe al hombre sobre el que tanta influencia ejerce normalmente la mujer
. Y estas causas kármicas motivan
que el espíritu que apoyándose en su sexualidad se portó mal con el sexo
contrario, nazca en la siguiente existencia con sus anteriores tendencias
intactas, pero con el sexo contrario al
que psicológicamente aún conserva, no son nunca un castigo, sino un proceso
necesario de aprendizaje para la
evolución y mejora de esos espíritus.
El homosexual, así como cualquier otra
persona que se deja arrastrar por cualquier otro vicio, por muy atávico que
sea, con la fuerza de su voluntad, y
aun después de conocer estos
matices que enseñan
las Leyes Naturales, a pesar de
todo no podría dejar de serlo ni de sentir de otro modo el rol sexual que le toca vivir en la
vida, comprendiendo al fin que su personalidad particular nunca es un error
de la Naturaleza ni de Dios y que la
genética no le dio esa inclinación con la que nació, aunque sí que existe un factor genético que la determina y
le permite manifestarse cuando por causas espirituales debe aparecer
precisamente en determinado ser reencarnante.
Según sea el grado de inclinación o de influencia de su sexualidad anterior, el hombre a veces se podrá sentir mujer y femenino, mientras otros se sienten como hombres aunque les atraiga el mismo sexo, como hay mujeres lesbianas que se sienten hombres en un cuerpo femenino, mientras otras se sienten mujeres, pero con una atracción y gusto por otras mujeres como ellas.
La persona homosexual podrá simplemente considerar
su condición como una prueba difícil de superar en esta vida, pues en medio de una sociedad de mayoría heterosexual es a veces muy complicado desenvolverse sin discriminaciones o rechazos de algúon tipo, pero si lo puede conseguir, viviendo de modo digno y honrado, poniendo sus esfuerzos y afanes en hacer todo
el bien posible a los demás, de modo que cuando lo haya conseguido, su Ser espiritual no volverá a encontrarse más con esta prueba en el camino de su evolución a través de las
personalidades que deba de encarnar en cualquiera de los sexos.
La homosexualidad no es algo de esta época,
sino que se ha manifestado siempre desde la antigüedad en todos los
pueblos. En cada pueblo y en cada época
ha sido aceptada o rechazada según el grado
de tolerancia social o de represión que ha habido ante estas personas consideradas diferentes.
Hay países que consideran la homosexualidad como un atentado al pudor y
hasta como un crimen contra la sexualidad, y en
países socialmente más avanzados, en los que comprende que las uniones
de hecho entre personas del mismo sexo vienen siendo un hecho desde siempre, se
ha visto la necesidad de regular estas uniones y hacerlas lícitas,
normalizándolas, con el fin de que no las exiban causando escándalo en sitios públicos. Por
ese motivo existen familias formadas por parejas homosexuales que viven en una
normal cooperación familiar y hasta criando hijos, unas veces de adopción (cuando se los permiten), y otras veces hijos naturales aportados por
alguno de los miembros de la pareja a su hogar , en el que ambos ejercen, y a veces muy bien, los papeles de padre y de madre a la vez.
La
unión civil o matrimonial
entre homosexuales, es
un asunto que
tiene unos aspectos políticos
y sociales, particulares
en cada país,
así como unas
delimitaciones éticas y
jurídicas, que desde
un punto de
vista de este
conocimiento espiritual, afectan
esencialmente a la
libertad de
expresión y de
desenvolvimiento humano, en
cuanto a sus relaciones afectivas
y sexuales se
refiere, por lo
que parece necesario
que esa unión
sea jurídicamente lícita, con independencia de que se le llame
matrimonio o de otra forma para diferenciarlas del matrimonio convencional formado por una
pareja heterosexual, facilitando la
convivencia en la
intimidad de un
hogar estable y
evitando así espectáculos
callejeros de cualquier manifestación sexual desordenada, sea del orden que sea, pues esta clase de actos antisociales pueden
resultar escandalosos o faltos de
respeto para otras
personas y para
ellos mismos, por lo
que es razonable
y lícito que
estas parejas o familias
tengan los mismos derechos y consideraciones sociales que cualquier
otra. .
Tengamos presente que la
homosexualidad, como la heterosexualidad, son tendencias naturales que las
lleva el ser humano en el alma procedentes de vidas anteriores y no son apetencias o tendencias meramentes sexuales o psicológicas.
El homosexual como
el heterosexual en cuanto a sus
apetencias de este tipo, si quisieran, podrían controlar al menos en parte, sus impulsos libidinosos, transfiriendo sus
energías sexuales en un trabajo de
reeducación de su
espíritu, mediante la ayuda desinteresada a los demás,
y controlando los instintos
animales en el campo de la sexualidad,
lo cual eleva
y engrandece espiritualmente a la persona, siempre que esa actividad no le
suponga un extremado
sufrimiento psicológico , lo cual sería
“contra natura”, y no
serviría de mucho.
No es que tengamos que ser partidarios,
defensores, o simpatizantes de estas uniones, parejas o matrimonios entre
homosexuales, (hombres y mujeres- gais y lesbianas), pero en nuestro enfoque
espírita y reencarnacionista, debemos considerar a los homosexuales como
hermanos dignos de todo nuestro respeto
y cariño, así como de respeto a sus vidas y
a sus uniones en parejas y núcleos familiares, sin caer en juicios
infundados ni desprecios basados en su diferente inclinación hacia lo que muchos
consideran como antinatural o vicioso.
Debemos estar dispuestos a ayudarles y a
comprenderles siempre, poniéndonos en su lugar, muchas veces de gran sufrimiento
por la incomprensión y el desprecio de sus propias familias, pues no sabemos lo que a nosotros nos puede
aguardar en la próxima curva del camino de las vidas múltiples y sobre todo no
juzgar ni condenar nunca a nadie por este motivo, pues también nosotros mismos
alguna vez en nuestra historia evolutiva hemos podido sufrir mas de una vez este trastorno psíquico al cambiar de sexo
sin cambiar de sexualidad entre una vida y otra. Además es saludable que
recordemos que “ con la vara que midamos
seremos medidos”.
- Jose Luis Martín -
“ Prohibir y
condenar, es siempre una forma contraproducente de examinar una cuestión
existente que merece orientación, educación y esclarecimiento”
Divaldo Pereira Franco -
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