INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Percepciones, sensaciones y sufrimientos de los Espíritus
2.- Consideraciones sobre el Más Allá: Las E.C.M y la muerte
3.- La espiritualidad en el momento de la crisis
4.- La tristeza
5.- La Eutanasia
*************************
PERCEPCIONES, SENSACIONES Y SUFRIMIENTOS DE LOS ESPÍRITUS
237 Vuelta al mundo de los espíritus, ¿conserva el alma las percepciones que tenía durante la encarnación?
237 Vuelta al mundo de los espíritus, ¿conserva el alma las percepciones que tenía durante la encarnación?
«Sí, y otras que no poseía; porque su cuerpo era como un velo que se las ocultaba. La inteligencia es un atributo del espíritu; pero se manifiesta más libremente, cuando no tiene trabas.»
238 ¿Las percepciones y conocimientos de los espíritus son indefinidas, o, en una palabra, saben éstos todas las cosas?
«Mientras más se aproximan a la perfección, saben más. Los espíritus superiores, saben mucho, y los inferiores están más o menos ignorantes de todas las cosas.»
239 ¿Conocen los espíritus el principio de las cosas?
«Según su elevación y su pureza. Los espíritus inferiores saben de esto como los hombres.»
240 ¿Comprenden los espíritus la duración como nosotros?
«No, y de aquí depende el que no nos comprendáis siempre, tratándose de fijar fechas o épocas.»
Los espíritus viven ajenos al tiempo, tal como lo comprendemos nosotros, y para ellos desaparece la duración; y los siglos, que tan largos nos parecen a nosotros, no son a sus ojos más que instantes que se borran en la eternidad como las desigualdades del terreno para el que se eleva en el espacio.
241 ¿Los espíritus tienen del presente una idea más precisa y exacta que nosotros?
«Poco más o menos como el que ve tiene más exacta idea de las cosas que el ciego. Los espíritus ven lo que vosotros no veis y juzgan, por lo tanto, de diferente modo; pero, volvemos a repetirlo, siempre según su elevación.»
242 ¿Cómo adquieren los espíritus el conocimiento del pasado? ¿Este conocimiento es limitado en ellos?
«Cuando de él nos ocupamos, el pasado se nos convierte en presente, como te sucede a ti que recuerdas lo que te ha llamado la atención en el curso de tu destierro terrestre. Existe la diferencia de que, como el velo material no obscurece nuestra inteligencia como la tuya, recordamos cosas que se han borrado de la memoria; pero los espíritus no lo conocen todo, especialmente su creación.»
243 ¿Conocen los espíritus el porvenir?
«También depende esto de su perfección. Con frecuencia solo lo entrevén; pero no siempre les es permitido revelarlo. Cuando lo ven, les parece presente, y lo ven más claramente cuanto más se aproximan a Dios. Después de la muerte, el alma ve y abraza de una ojeada sus emigraciones pasadas; pero no puede ver lo que Dios le prepara, para lo cual le es preciso pertenecerle por completo, después de muchas existencias.»
– Los espíritus que han llegado a la perfección absoluta, ¿tienen completo conocimiento del porvenir?
«Completo no es la palabra; porque Dios es el señor soberano, y nadie puede igualársele.»
244 ¿Ven los espíritus a Dios?
«Solo los espíritus superiores lo ven y lo comprenden; los inferiores lo sienten y adivinan.»
– Cuando un espíritu inferior dice que Dios le prohíbe o le permite alguna cosa, ¿cómo sabe que procede de él?
«No ve a Dios; pero siente su soberanía, y cuando no debe hacerse otra cosa o decirse algo, percibe como una intuición, como una advertencia invisible que le impide hacerla. ¿No tenéis vosotros mismos presentimientos que son como advertencias secretas de que hagáis o dejéis de hacer tal o cual cosa? Lo mismo nos sucede a nosotros, pero en mayor grado; porque comprenderás que, siendo más sutil que la vuestra la esencia de los espíritus, pueden percibir mejor las advertencias divinas.»
– ¿El mandato le es directamente transmitido por Dios, o por mediación de los espíritus?
«No lo recibe directamente de Dios, pues es preciso ser digno de ello para comunicar con Él. Dios le transmite sus mandatos por espíritus más elevados en perfección e instrucción.»
245 ¿Está circunscrita la vista de los espíritus como la de los seres corporales?
«No; reside en ellos.»
246 ¿Los espíritus necesitan claridad para ver?
«Ven por sí mismos y no necesitan la claridad exterior. Las tinieblas no existen para ellos, fuera de aquellas en que por expiación pueden estar sumidos.»
247 ¿Tienen necesidad los espíritus de trasladarse de un lugar a otro, para ver lo que pasa en dos puntos distintos? ¿Pueden, por ejemplo, abarcar lo que ocurre en los dos hemisferios del globo?
«Como el espíritu se traslada con la rapidez del pensamiento, puede decirse que ve a la vez lo que sucede en todas partes. Su pensamiento puede irradiar y fijarse al mismo tiempo en muchos puntos diferentes; pero esta facultad depende de su pureza, de modo que, mientras menos puro es, más limitada tiene la vista, y solo los espíritus superiores pueden abarcar el conjunto.»
La facultad de ver es en los espíritus una propiedad inherente a su naturaleza y reside en todo su ser, como reside la luz en todas las partes de un cuerpo luminoso; es una especie de lucidez universal que a todo se extiende, que abarca a la vez el espacio, los tiempos y las cosas, y ante la cual desaparecen las tinieblas y obstáculos materiales. Se comprende que así debe suceder. Verificándose la visión en el hombre por el funcionamiento de un órgano al ser impresionado por la luz, faltando ésta aquel permanece en la obscuridad; pero siendo la facultad de ver un atributo de los espíritus con independencia de los agentes exteriores, la visión en ellos es independiente a la luz. (Véase Ubicuidad, núm. 92)
248 ¿El espíritu ve las cosas tan claras como nosotros?
«Más clara aún; porque su vista penetra lo que no la nuestra. Nada la empaña.»
249 ¿Percibe el espíritu los sonidos?
«Sí, y percibe otros que no pueden percibir vuestros sentidos obtusos.»
– ¿La facultad de oír reside en todo su ser como la de ver?
«Todas las percepciones son atributos del espíritu y forman parte de su ser. Cuando se encuentra revestido del cuerpo material, solo por conducto de los órganos las recibe; pero en estado de espíritu no las tiene localizadas.»
250 Siendo las percepciones atributos del espíritu, ¿le es posible substraerse de ellas?
«El espíritu ve y oye lo que únicamente quiere. Esto debe entenderse en general y sobre todo de los espíritus elevados; porque los imperfectos ven y oyen a menudo y a pesar suyo, lo que puede ser útil a su mejoramiento.»
251 ¿Son sensibles los espíritus a la música?
«¿Quieres hablar de vuestra música? ¿Qué significa vuestra música comparada con la celeste, con esa armonía de que nada de lo de la tierra puede daros una idea? La una es a la otra lo que el canto del salvaje a las suaves melodías. Los espíritus vulgares pueden, no obstante, experimentar cierto placer oyendo vuestra música, porque no les es dado aún comprender otra más sublime. La música tiene para los espíritus infinitos encantos en razón de estar sus cualidades sensitivas más desarrolladas; entiendo hablar de la música celeste, que es lo que la imaginación espiritual puede concebir de más bello y más suave.»
252 ¿Son sensibles los espíritus a las bellezas de la naturaleza?
«Las bellezas naturales de los globos son tan diferentes, que se está lejos de conocerlas. Sí, son sensibles a ellas según su aptitud para apreciarlas y comprenderlas. Para los espíritus elevados existen bellezas de conjunto, ante las cuales se desvanecen, por decir así, las bellezas de detalles.»
253 ¿Experimentan los espíritus nuestras necesidades y sufrimientos físicos?
«Los conocen, porque los han experimentado; pero no los sienten materialmente como vosotros, pues son espíritus.»
254 ¿Sienten los espíritus cansancio y necesitan de descanso?
«No pueden sentir cansancio tal como lo entendéis vosotros y, por lo tanto, no han de menester de vuestro descanso corporal, puesto que no tienen órganos cuyas fuerzas hayan de ser recuperadas; pero el espíritu descansa en cuanto no está en constante actividad. No procede de un modo material; su acción es completamente intelectual y totalmente moral su reposo, es decir, que en ciertos momentos su pensamiento cesa de ser tan activo y no se fija en un objeto determinado, lo cual constituye un verdadero reposo, aunque incomparable con el del cuerpo. La especie de cansancio, que pueden sentir los espíritus está en proporción de su inferioridad; porque mientras más elevados son, menos necesarios les es el descanso.»
255 Cuando un espíritu dice que sufre, ¿qué clase de sufrimiento experimenta?
«Angustias morales que le atormentan más dolorosamente que los sufrimientos físicos.»
256 ¿De dónde proviene, pues, que algunos espíritus se hayan quejado de frío o de calor?
«Recuerdo de lo que habían sufrido durante la vida, tan penoso a veces como la realidad. A menudo es una comparación por medio de la cual, a falta de otra más exacta, expresan su situación. Cuando se acuerdan de su cuerpo, experimentan cierta impresión, como cuando nos quitamos la capa y creemos que la tenemos aún.»
Allan Kardec
Traducido por José María Fernández Colavida
Extraído del “Libro de los Espíritus”.
Extraído del “Libro de los Espíritus”.
************************************
Consideraciones sobre
el Más Allá
LAS E.C.M. Y LA MUERTE
El tema de la muerte o la frontera entre la vida física, que es la que
conocemos, y la otra vida, suscita permanentes debates e incertidumbres que
obligan al hombre común a buscar respuestas que le ofrezcan, a ser posible, una
claridad, una certeza sobre el porvenir.
La muerte y el Más Allá no son un tema a resolver exclusivamente desde un punto de vista filosófico o religioso, ni tan siquiera científico, puesto que
atañe a la esencia misma del ser humano y al grado de madurez espiritual que
haya sido capaz de alcanzar, de una sensibilidad que le permita captar el significado trascendente de la vida. Nace de dentro hacia afuera, muchas veces basta
con que encuentre los estímulos externos que le hagan despertar en su interior.
Anteriormente hemos repasado algunas creencias
establecidas en nuestra cultura religiosa: el cielo, el infierno, el purgatorio…,
incluso la “nada” como la opción más materialista. Sin embargo, en esta ocasión
nos vamos a detener en el terreno de las experiencias personales, aquellas que
guardan relación con los acontecimientos que les ocurren a ciertas personas que
se encuentran en el umbral de la muerte, e incluso llegan a estar clínicamente
muertas. Nos referimos a las ECM o Experiencias Cercanas a la Muerte.
Este tema lo consideramos de extraordinaria relevancia por cuanto contribuye con sus innumerables testimonios a reforzar otros ámbitos de las manifestaciones de tipo espiritual que nos hablan en un mismo sentido, como pueden ser las manifestaciones mediúmnicas o la transcomunicación instrumental
(TCI), por citar algunas.
Se trata de las experiencias que les ocurren a muchas personas en el
transcurso de una crisis orgánica, bien sea producto de un accidente o de una
enfermedad. En un momento dado quedan clínicamente muertas, es decir, se
detiene el corazón y la actividad cerebral se para. A partir de ese momento,
mientras los equipos sanitarios tratan de recuperar al paciente, este comienza a
vivir una experiencia que no olvidará jamás.
Se ve flotar y al mismo tiempo observa desde lo alto de la sala un cuerpo
al cual muchas personas tratan de reanimar; enfermeras y médicos corren de un
lugar para otro; ya no siente ninguna molestia física, y piensa que no merece la
pena recuperar el cuerpo inerte. En su nuevo estado se encuentra con que posee
un cuerpo espiritual idéntico al que acaba de dejar pero que no le perturba lo más
mínimo. Posteriormente, observa un punto de luz que por momentos se va haciendo más grande hasta que lo llega a envolver ofreciéndole una sensación de
paz y de amor indescriptible. Percibe a seres de luz que muchas veces no llega
ver, pero que los siente con claridad; le acompañan en todo momento, incluso
algunos de ellos los reconoce como familiares ya fallecidos.
En ocasiones, algunos sujetos que viven estas experiencias se ven trasportados a lugares maravillosos, de un colorido y de una belleza imposible de
comparar con nada de la Tierra. Observan con los ojos del alma, durante un
tiempo imposible de medir, los acontecimientos de sus vidas, pero desde otra
perspectiva diferente, es decir, en base a los sentimientos y reacciones que ha
provocado en los demás.
Finalmente, llegan a una especie de frontera en que se les advierte que
no la pueden traspasar, pues esto ocasionaría la ruptura total con la vida física. Se les comunica que su misión no ha finalizado todavía; una misión que
consiste básicamente en aprender a amar incondicionalmente y a adquirir
sabiduría.
Posteriormente vuelven al cuerpo físico y retoman los dolores y sufrimientos propios del estado en el que se encontraban, recuperan la consciencia
y observan al equipo médico, pero esta vez ya desde “dentro de su cuerpo”.
Esta es, a grosso modo, el modelo de experiencia común a una mayoría
de pacientes que se han visto envueltos en este tipo de crisis fisiológica graves,
variando de unos a otros algunos matices y circunstancias.
Los trabajos, entre otros, del Doctor Raymond Moody, la doctora Elisabeth Kübler Ross, del cardiólogo Pim van Lommel o Sam Parnia, de la Universidad Stony Brook en Nueva York (EE.UU.), son encomiables, puesto que
fueron capaces de recabar y clasificar entre todos ellos miles de casos en todo
el mundo, poniendo de relieve la importancia de las Experiencias Cercanas a
la Muerte. Cabe destacar sobre todo a los dos primeros, el doctor
Moody y la doctora Kübler Ross, quienes fueron verdaderos pioneros, puesto que abrieron una vía nueva de observación de los fenómenos denominados “casi muertes”.
Moody y la doctora Kübler Ross, quienes fueron verdaderos pioneros, puesto que abrieron una vía nueva de observación de los fenómenos denominados “casi muertes”.
Un estudio serio, objetivo y riguroso que, sin embargo, no les supuso un reconocimiento inmediato de su trabajo, sino todo lo contrario, un rechazo, como suele
ocurrir cuando surgen ideas nuevas que amenazan las que están ya establecidas
desde tiempo casi inmemorial. Estamos hablando de una época, finales de los
60, e incluso bastantes años después, donde la muerte continuaba siendo una
cuestión tabú en el campo de la medicina; nadie le prestaba atención en los ámbitos académicos y científicos.
En la medicina de aquella época se observaba la muerte como un fracaso de la ciencia, y que una vez se había consumado en el paciente ya no se le
prestaba ninguna atención. Las experiencias cercanas a la muerte se observaban
con mucho escepticismo o incluso eran catalogadas como “anomalías” extrañas
e irrelevantes.
Tuvieron que ser estos investigadores audaces ya mencionados,
así como otros posteriores, los que abrieran el tarro de las esencias del verdadero
sentido de un fenómeno muy común pero escondido a la luz pública.
¿Por qué es tan importante el fenómeno de las experiencias cercanas a
la muerte? Sin ninguna duda, por muchos motivos:
– Porque no discrimina edad, creencias u origen cultural. Cualquier persona de cualquier país del mundo es susceptible de vivir este tipo de experiencias.
– Porque los testimonios son abrumadoramente coincidentes. Pueden
variar en matices o detalles más o menos extensos, pero la base fundamental es
común a todos ellos.
– Porque también atañen a los niños, seres que todavía no han tenido
tiempo de ser manipulados o fuertemente influenciados por creencias o informaciones recibidas.
– Porque marcan extraordinarias similitudes y coincidencias con lo vivido por ciertos místicos de todas las épocas y de diferentes religiones, al narrar
sus experiencias de verse desprendidos de su cuerpo físico, en un estado de
alteración de la conciencia.
– Porque también ha alcanzado a los propios médicos y a personajes
ilustres del campo de la medicina o de la ciencia, personas tan poco dudosas como es, por ejemplo, el doctor Eben Alexander, neurocirujano de Harvard,
quien vivió una experiencia muy intensa y extraordinaria, recogida en su obra
best seller “La Prueba del Cielo”.
– Porque coincide con los mensajes recibidos a través de numerosos
médiums, y que fueron codificados y ampliamente explicados por Allan Kardec,
el padre del espiritualismo moderno, bien llamado Espiritismo.
Es digno de mención el paralelismo existente entre el método de trabajo
riguroso e imparcial de los doctores Moody, Kübler Ross, Van Lommel o Sam
Parnia de la época actual, con las investigaciones de Allan Kardec a mediados
del siglo XIX.
El denominador común a todos ellos fue y es la recopilación de
testimonios de personas que se “fueron” y vivieron una intensa experiencia,
para después “volver” al cuerpo físico. En el caso espírita, son aquellos que se
fueron pero ya no volvieron con su propio cuerpo físico, pero que ayudados por
intermediarios sensibles (médiums) fueron capaces de transmitir su experiencia
a nuestro plano material.
¿Coincidencia? ¿Casualidad? Sería mucho decir. Más bien se trata de
unas evidencias que cada día, en base a los progresos de la humanidad, se hacen
más patentes. El grado de aceptación e interés por estudiar estos temas trascendentes que tienen que ver con el Más Allá y lo que ocurre después de la muerte
ya no son extraños para una mayoría, incluso en el campo científico y en base a
los nuevos descubrimientos que la física cuántica está constatando:
Universos
paralelos, partículas que varían su comportamiento sólo cuando son observadas,
etc., nos abren un abanico de posibilidades que converge con aquello que nos
transmite la doctrina espirita recopilada por el propio Allan Kardec.
Por lo tanto, podemos afirmar que la muerte no existe. Las ECM siguen
siendo a día de hoy un poderoso pilar donde se puede apoyar el ser humano
para confirmar aquello que a nivel teórico ya sospechaba, dándole un sentido
definitivo a su vida, priorizando el trabajo que atañe a su realidad espiritual y
que es, sencillamente, el aprendizaje del amor incondicional y el conocimiento
práctico. Un camino seguro hacia la plenitud.
José M. Meseguer
© Amor, Paz y Caridad,
**************************************
LA ESPIRITUALIDAD EN EL MOMENTO DE LA CRISIS
Jane Maiolo
********************************************
LA TRISTEZA
**************************************
LA ESPIRITUALIDAD EN EL MOMENTO DE LA CRISIS
Jane Maiolo
"Entonces dijeron los fariseos entre ellos: ¡vean que nada es rentable! He aquí, el mundo va tras él . ¹
Las notas en el capítulo 12 del versículo 19 del Evangelio de Juan nos traen el diálogo de los fariseos sobre la trampa infructuosa de arrestar a Jesús, quien días antes había criado a Lázaro, el amigo de Betania. Tratar con la verdad y vencer no es una tarea fácil para el hombre contemporáneo, arraigado en el materialismo y la inmediatez de la vida terrenal.
Vivimos en tiempos de crisis disfrazados de conflicto existencial, subversión de valores éticos, deficiencias morales. Ante esto, la incapacidad humana para hacer frente a los desafíos de las experiencias cotidianas es sorprendente. Estamos escandalizados por el comportamiento de los demás, estamos sorprendidos por la libertad de los demás, no estamos de acuerdo con los propósitos de muchos, y a menudo nos engañamos con lo que nos concierne a nosotros mismos.
De hecho, todo crecimiento es doloroso según la explicación de Allan Kardec en The Genesis: “(...) La humanidad se transforma, como lo ha sido en otros tiempos, y cada transformación está marcada por una crisis que es, para el género. que son, para los individuos, crisis de crecimiento ". 2
El hombre atormentado, producto del siglo XXI, no se deja callar para disfrutar de la belleza de la vida. Sin embargo, hay victorias diarias silenciosas y logros inmensos en el mundo íntimo de quien gradualmente despierta a su realidad espiritual inmortal que él es. Tanto es así que el mundo espiritual no ha faltado en sus esfuerzos por arrojar luz sobre nuestros días. El comportamiento de crisis que ahora se manifiesta en abundancia marca un período de grandes y profundas decisiones.
La inteligencia emocional tiene que desarrollarse mucho, pero tendremos que lidiar con situaciones de crecimiento.
La advertencia de Cristo persiste activa y altiva, instando a los hombres de buena voluntad a la lucha, que es y siempre será individual e intransferible, en cualquier plano de la vida. El Evangelio de Cristo es el único guión infalible para nuestra redención. Podemos seguir otros itinerarios más animados, festivos, largos o sinuosos, pero es la ley de Dios que hasta que incorporemos la vida evangélica cristiana en nuestro comportamiento no habrá equilibrio ni lucidez para el espíritu inmortal.
El pensamiento del hombre debe estar inundado de espiritualidad. Los avances científicos y tecnológicos no pueden eliminar la idea del hombre de Dios, de la inmortalidad, de la esperanza y de la fe racional. Toda ciencia que promueve este alejamiento de lo divino es inhumana en sí misma. La espiritualidad es el canal invisible que permite al hombre continuar su camino de ascensión.
Reflexión oportuna de John para el día de hoy: “¡Mira que nada es rentable! He aquí, el mundo va tras él ", continuemos, incluso en crisis, buscando a Jesús el Cristo para nuestra verdadera transformación.
Referencias bibliográficas:
1-Juan 12:19
2- KARDEC, Allan / The Genesis - CAP.XVIII- Los tiempos están llegando
Jane Maiolo - Es profesora de primaria, graduada en Letras y posgraduada en Psicopedagogía. Graduado en Psicoanálisis por el Instituto Brasileño de Psicoanálisis Contemporáneo, colaborador de la Sociedad Espírita Allan Kardec de Jales. Investigador del Evangelio. Colaborador de la Agenda Espírita de Brasil- Revista de descuento O / Macaé / RJ - Periódico de la región de Folha da Araçatuba / SP - Blog Bruno Tavares –Recife / PE - contribuidor del sitio www.kardecriopreto.com.br- Revista Verdad y Luz de Portugal, Revista Spiritist Tribuna de João Pessoa, presentador del programa de semillas del Evangelio de la red de amigos espiritistas.
********************************************
La tristeza es una emoción natural cuando experimentamos alguna pérdida. Es muy común que sintamos tristeza cuando perdemos a un ser querido, cuando sufrimos una desilusión afectiva, cuando nos sentimos fracasados en relación a las circunstancias de la vida.
La tristeza afecta sensiblemente las estructuras psíquicas de las personas: cubre el alma de herrumbre y diezma su potencialidad. No confundamos tristeza con introspección, que es el momento que utilizamos para introducirnos en nuestro mundo interior o para reconstruir nuestro equilibrio.
La energía destructiva acumulada por la tristeza profunda generalmente se descarga mediante las lágrimas como si se tratara de un proceso de asimilación de la tristeza y un cierto alivio de la tensión interna en busca de recuperar la integridad del organismo.
Puede observarse, por ejemplo, que los sucesos que alimentan tensiones o provocan tristeza profunda están relacionados con los afectos. En la escala Holmes-Rahe (impacto del cambio de vida) se verificó que la muerte de un cónyuge llega al valor máximo de 100 puntos; el divorcio a 73 puntos; la muerte de un pariente cercano a 63 puntos y así sucesivamente.
En Australia un estudio demostró que ocho semanas después de la muerte del cónyuge, los viudos y las viudas tienen las reacciones de inmunidad disminuidas y quedan vulnerables a las infecciones y al cáncer.
En las horas difíciles para el ser humano adquiere importancia el apoyo social (amigos y familiares), que contribuye a una recuperación más rápida y al mismo tiempo evita enfermedades ocasionales que suelen declararse en esos momentos. En numerosos casos quedó demostrado el valor de los grupos de apoyo. Incluso en los animales se verificaron los efectos favorables por el amparo del grupo.
Un mono, por ejemplo, se agita más cuando enfrenta solo a una serpiente que al hacerlo con el grupo. Un hombre que perdió el empleo tres veces, se mantenía equilibrado, pese a todo. Cuando se le preguntó cómo lograba su equilibrio, respondió: "Tengo una esposa maravillosa y voy a la iglesia todos los domingos". Compartir significa repartir con familiares y amigos nuestras angustias. El fardo pesa menos y la recuperación es más rápida.
- Jasón de Camargo- (Educación de los Sentimientos)
******************************
LA EUTANASIA
En principio
esta práctica así como el simple deseo de llevarla a cabo, siempre resulta ser una falta de resignación
ante las pruebas de la Vida y producto del desconocimiento sobre la realidad
existencial después de la muerte.
Cuando es un
acto voluntario y solicitado por parte del eutanasiado, este acto no deja de
ser una variante del suicidio y por lo tanto una responsabilidad similar ante
las Leyes de la Vida, por la falta de conocimiento espiritual que lleva a ignorar que realmente con la muerte no
termina la Vida; que existe Vida después de esta vida, y que su acto le implica
unas graves consecuencias semejantes a las del suicida, las cuales habrá de
afrontar una vez desencarnado y ya en el mundo de los espíritus, y también
cuando regrese de nuevo al plano
material en otro cuerpo físico.
La eutanasia
puede ser activa o pasiva, según que la muerte se provoque mediante un acto
voluntario, o que simplemente se deje
morir al que se le aplica, retirando cualquier terapia que pudiera prolongar la vida por algún tiempo más.
Fundamentalmente somos un alma inmortal y no
es casual si precisamente atravesamos
nosotros por una difícil situación humana, que
siempre es transitoria y si la
tenemos que afrontar es porque nos corresponde y es para nuestro bien, porque la necesitamos como experiencia
auto-redentora necesaria para
nuestra evolución espiritual.Nada acontece gratuitamente ni porque sí; tengamos en cuenta que antes de esta vida ya hemos vivido antes muchas veces.
El Ser humano
consciente de su realidad existencial, debe desterrar absolutamente de su mente
y de su intención, cualquier clase de eutanasia, y en su lugar, tener el coraje
de luchar con todos los medios posibles para aliviar el dolor y el sufrimiento,
manteniendo la mejor calidad de vida posible, mientras esta dure naturalmente.
En la eutanasia que llaman pasiva, el ser humano que la aplica o la
autoriza, vuelve a considerarse dios dueño de la vida y de la muerte, adoptando
el papel de verdugo ejecutor, a veces convencido de que su decisión es la correcta, pero sin comprender que la vida de cada persona no es nuestra, ni tan
siquiera de ella; no la hemos creado nosotros sino que nos ha sido dada
para la existencia humana y solo Dios es
el único autor y dueño de la
Vida y de la muerte, por tanto
esta debe acontecer naturalmente, solamente cuando El lo disponga.
No obstante,
cuando el enfermo o moribundo no puede en modo alguno manifestar su voluntad,
la aplicación de la eutanasia pasiva queda totalmente en la conciencia de quien
la autoriza o la comete, pero en este caso nunca existe ninguna responsabilidad
moral en el enfermo o moribundo, a no ser que previamente a su estado de coma,
lo haya manifestado como su último deseo y aun en este caso no se le debiera
secundar del mismo modo que no se le ayuda al suicida a cometer su acto de
exterminio, sino que por todos los medios siempre se trata de disuadirlo e
impedírselo; entonces ¿ por qué esa diferencia ética entre quien
estando sano se quiere causar la muerte y quien estando enfermo pide que
se la causen?.
Hay que tener en
cuenta que el sufrimiento y el dolor tienen un por qué y un para qué, y que
nadie sufre nada que no le corresponda o que no deba sufrir, aunque
humanamente sea duro de aceptar o difícil de comprender. El ser humano no es
como una res herida que por piedad puede ser
abatida en el campo para evitarle el dolor.
Esta idea es
fruto de los conceptos materialistas que promulgan que todo termina con la
muerte, ignorando que tras la destrucción del cuerpo, el Ser continúa
existiendo y viviendo como espíritu
desencarnado, y que al evitarle la experiencia del sufrimiento por una enfermedad
terminal, no se le ha hecho ningún favor, pues tendrá que volver a enfrentarse
a ella en una próxima existencia humana.
Sin embargo sí es totalmente ético el tratar de evitarle el dolor físico y
aliviarle física y moralmente tanto como se pueda, pero sin tratar de
abreviarle la vida.
Menos justificativo
es aún el
caso de aplicación de una
eutanasia pasiva a una persona por el hecho de que está en estado vegetativo y
la ciencia médica afirme que es irrecuperable. En este caso no se está
liberando de dolor o del sufrimiento a un ser humano, pues se sabe que vive y
no padece, al menos fisicamente; pero sin embargo al considerarlo como una
simple maquinaria averiada e irrecuperable, se permite su extinción fría y
lentamente, aunque sea con una eutanasia pasiva que lo extermine por inanición o por asfixia..
Es de señalar
que existen Espíritus de sacrificio que
al encarnar pidieron vivir voluntariamente una situación dolorosa para ayudar a
los demás mediante su ejemplo de fe y de abnegación, y mediante el hecho de que se vean obligados a cuidarlo y a servirle con amor bajo su tutela a una persona en esas condiciones extremas, enferma o desahuciada.
En el caso de la eutanasia activa, esta siempre es un crimen para
quienes la aplican y un suicidio para quien la solicita. Se debe tener en cuenta que aun cuando en un momento de lucidez el disminuido o enfermo lo haya pedido
voluntariamente, nunca se podrá saber si en el último instante antes de
fallecer, no se arrepiente de haber hecho esta petición.
El que en plena y normal conciencia solicita y acepta la muerte
provocada por otra persona, pretendiendo evitar el dolor físico o el sufrimiento moral, adquiere el mismo
papel y la misma responsabilidad que el suicida
y por esto la Ley de Consecuencias
se pone en acción de modo semejante a como sucede con los demás
suicidios después de su muerte.
Quienes la aplican o quienes colaboran en su ejecución, adoptan el papel
del verdugo, con la creencia, tal vez
atenuante, de que es un acto de piedad
lo que hacen, por el hecho de que el moribundo se lo pide o porque creen que
así lo liberan de su sufrimiento. Para estos, la Justicia Divina mediante la Ley de Consecuencias también pasará
factura en su justa medida antes o después.
Quien participa
en este acto, cualquiera que sea su papel, se equivoca gravemente al creer que somos dueños absolutos de nuestro cuerpo
y de nuestra vida física, y que no tenemos ninguna responsabilidad ante nadie por cometer este acto .
Las religiones
humanas con sus conceptos de un dios lejano y despreocupado por las miserias
humanas o injusto, ha llevado a la descreencia a tantas personas sobre la
existencia de Dios y del concepto de Justicia Divina, como del
desconocimiento de que la Vida
continúa después de la muerte, así como el que la vida humana
no es propiedad de cada uno, sino que es un regalo que se nos dió y una
oportunidad maravillosa que hay que
aprovechar hasta el último segundo que se nos conceda.
Cabría preguntarse qué se gana
adoptando esta decisión; ¿ no sufrir durante unos días?, ¿meses?, ¿años?. Si
sabemos que vamos a continuar viviendo, pensando y sufriendo en el “Mas Allá”, sin medida de tiempo, y que
finalmente tendrá que volver otra vez a una vida humana en la que va a tener que sufrir lo que ahora
se quiere esquivar, entonces, ¿ que se ha adelantado con esta forma de
suicidio? ; tal vez como mucho, un pequeño paréntesis o tregua que no compensa en
absoluto, porque sabemos que las consecuencias serán peores.
Evidentemente si
el dolor es el efecto de una causa que tenemos en el alma, y esta se depura de
su energía mórbida a través del cuerpo físico que actúa como un drenaje que
purifica la infección del alma, al interrumpir la existencia del cuerpo,
interrumpimos también este proceso de drenaje doloroso pero necesario y
curativo para el alma, con lo que conlleva de perturbación en el desarrollo
evolutivo del Ser.
Los que
defienden la idea de la eutanasia como
un derecho humano a poder tener una muerte digna, no se dan cuenta lo poco
digno que es forzar una huida precipitada de este mundo cuando creen que ya no
les interesa vivir más. La auténtica muerte digna está precisamente en el
ejemplo de coraje de esas almas que aun soportando una penosa vida de dolor , dan la talla humana al
mantener así su vida hasta el final, dando un admirable ejemplo de voluntad por
luchar y estar presentes en el mundo
hasta su último aliento
Todas las
personas tenemos la obligación moral de auxiliar y aliviar a quien sufre, pero
respetando y cuidando la vida por encima de todo, incluso de los equivocados
deseos de suicidio o eutanasia que un hermano nuestro de esta humanidad pueda tener.
Al enfermo
terminal o desahuciado se le puede ayudar acompañándole en su última etapa para
que en ningún momento se sienta solo o abandonado, comprendiéndole y
escuchándole, así como preparándole anímicamente para afrontar con tranquilidad
y esperanza su paso por la muerte cuando
esta llegue de forma natural.
Por estos y
tantos otros razonamientos que se podrían hacer sobre este tema, se comprende
la necesidad que existe de divulgar el conocimiento espiritual con una fe
razonada, que evite tantos cuadros de dolor
como crean estos errores humanos.
- Jose Luis Martín-
“Aguarda un poco más, cuando todo te empuja a la
desesperación”
No hay comentarios:
Publicar un comentario