Podemos ver aquí:
- Amor a la Naturaleza
-Sobre los Espíritus
-El Espírita y la Humanidad
- Los "Textos Sagrados" y sus interpretaciones
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AMOR A LA NATURALEZA
El amor tiene infinidad de manifestaciones, una de ellas es el amor a la naturaleza; amar el medio ambiente que nos rodea, los animales, las plantas, todos los seres vivos. No debemos pasar por alto los momentos reconfortantes que podemos pasar en medio de la naturaleza.
La naturaleza nos ofrece todo, es una manifestación de Dios, es la obra de Dios. Estar conectado con la naturaleza nos ofrece multitud de beneficios, la luz, el sol, el aire puro, las corrientes de energía, la serenidad, la contemplación de las bellezas que encierran sus paisajes, sus formas, la vida que encierra por doquier. Es todo un esplendor, es una obra perfecta, que se nos ha dado para nuestro disfrute y bienestar, y por consiguiente, hemos de aprender a experimentarla, y debemos tenerle todo el respeto, por su grandiosidad, por su generosidad. Por todos los bienes que nos concede debemos amarla, cuidarla y preservarla.Estamos muy acostumbrados a vivir en la cuidad, siempre bajo techo, bajo un entorno urbano, y en muchos casos nos hemos olvidado de que existe esa naturaleza a nuestro alrededor, que no la disfrutamos, no la valoramos y por ello dejamos de obtener sus beneficios, los que podemos gozar con el solo hecho de dar una paseo por un bosque, una montaña, un valle, una playa, etc. Nos estamos olvidando de que vivimos gracias a la naturaleza, al campo, sin ellos no habría aire que respirar, se perdería el equilibrio necesario para que fuese posible la vida del ser humano en la tierra, al menos por los medios naturales.
La naturaleza es inagotablemente sostenible si cuidamos de ella. Es nuestra responsabilidad universal pasar una tierra sana a nuestras generaciones. (Dennis Gabor)
No nos damos cuenta de que nos es preciso salir a los espacios abiertos, donde la providencia nos habla por medio de la naturaleza, donde se respira otro tipo de vida, donde es más fácil pensar con profundidad, meditar, sentir que somos uno con la propia naturaleza, y que ésta nos conecta y nos eleva a estadios de conciencia más puros, nobles y sencillos.
Las comodidades de la vida en las ciudades nos sumergen en mundos cada día más artificiales, nos conducen a sentirnos como una especie de seres aparte en la Creación, y nos creemos con derecho a todo, superiores a todo, y en muchas ocasiones incluso nos creemos dueños de la propia Naturaleza, no nos importa destruirla.
Unido esto a los intereses materiales, procedemos a talar hectáreas y hectáreas de bosque, destruyendo el medio ambiente en donde viven infinidad de especies de animales y plantas, abusamos de la explotación de los mares, contaminamos las tierras con fertilizantes y venenos, que a largo plazo dejan si vida a la tierra; contaminamos los ríos, los mares, todo tipo de aguas, matamos a los animales, por deporte, por placer, por dinero, sin respetar las especies. En fin, todo un extenso catálogo de barbaridades y despropósitos que han dejado muy mermado y trastocado nuestro planeta. Aquel que debíamos cuidar y respetar, lo estamos destruyendo y reduciéndolo a la más mínima expresión.
Prefiero rosas en mi mesa, que diamantes en mi cuello. (Emma Goldman)
Todo ello por no comprender que todos somos UNO, que somos parte integrante de la naturaleza, y que debido a nuestra superioridad con el resto de las especies tenemos una responsabilidad sobre la misma, y debemos asumir el deber de cuidarla y respetarla, haciendo que no se pierda el equilibrio y la perfección del que Dios la ha dotado.Esto es cosa de todos y cada uno de nosotros, no es responsabilidad de los gobiernos solamente. Los gobiernos si no se sienten presionados por la sociedad en general, acaban descuidándose, haciendo la vista ciega y permitiendo que las industrias y todo tipo de empresas, para sacar beneficio, hagan lo que están haciendo hasta ahora. Debemos ser partícipes todos en hacer cumplir las leyes, que están creadas, para cuidar el medio ambiente y restablecerlo de los errores y los abusos que se han cometido durante décadas.
No hay mayor beneficio que el de poder disfrutar de un planeta limpio, sano, en armonía con las leyes naturales, un planeta vivo, en donde convivan todos los seres vivos aportando cada uno sus cualidades y bellezas. Un planeta al que si se le respeta y se le mima, da ciento por uno, un planeta al que por el contrario, podemos estar condenando a la esterilidad, la destrucción y la fealdad.
¿Quién puede asegurar que algunos fenómenos que se producen como la sequía, los desajustes climatológicos, por ejemplo no son consecuencia de la falta de respeto y los abusos que estamos cometiendo con nuestro entorno?
En la naturaleza no hay recompensas ni castigos, hay consecuencias. (Robert Green Ingersoll)
Aprendamos a vivir en armonía con la naturaleza, disfrutemos de las maravillas que nos ofrece, salgamos a la naturaleza a pasear, meditar, a sentirnos unidos a ella como parte de Dios mismo. Recordemos que amar a Dios es amar su obra. Cuando amamos a una persona respetamos lo que ella hace, la protegemos; igualmente debemos respetar y proteger a la naturaleza porque es parte de Dios mismo.
El amor es un sentimiento, una actitud, una forma de vivir, el amor no se limita a una persona, familia u otras cosas que forman de la vida de uno, es algo más grande y conceptual. El amor va creciendo vida tras vida, a medida que el ser espiritual que está dentro de cada uno de nosotros se va sensibilizando, va de menos a más. El amor hacia los seres más queridos, es solo un ensayo para ir aprendiendo y creciendo cada vez más. Como un sentimiento, una emoción y una manera de vivir, el amor no se limita, ni se encoge, se expande y se abre cada vez más hacia todo y hacia todos.
Cuando dañamos la naturaleza y no le guardamos el debido respeto, nos estamos dañando a nosotros mismos.
Amor a la naturaleza por: Fermín Hernández Hernández 2016, Amor, Paz y Caridad
Mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor. Albert Einstein.
( ARTÍCULO TOMADO DE LA REVISTA AMOR, PAZ Y CARIDAD
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SOBRE LOS ESPÍRITUS
Los espíritus pueden venir con formas diferentes y tienen la capacidad de deslizarse sin ningún movimiento aparente.
Su aparición requiere una cantidad increíble de energía para llegar a nuestra vista y oÍdo.
Un médium experimentado se acostumbra pronto a las limitaciones físicas de esas almas elevadas y sabe cuando la comunicación se acerca a su finalización.
El mundo de los espíritus es nuestro mundo futuro y es muy diferente al nuestro.
Un guía espiritual es un protector.
No todo el mundo tiene uno en cada momento.
Pocos son los afortunados en llegar a conocer incluso sus nombres.
Los espíritus elijen visitar a quien quieren y cuando quieren.
Nosotros seguimos el tiempo lineal, para ellos no existe el tiempo.
Los espíritus pueden encontrarse en un estado mental confuso, algunos incluso están enfadados y son hostiles,depende del grado de progreso que alcanzaron.
Normalmente se comunican con el pensamiento, aconsejando para que tomemos las mejores resoluciones.
También podemos verlos en sueños, incluso en ocasiones oírlos.
Tenemos a nuestro gía espiritual y también tenemos espíritus protectores, sobre todo en los momentos difíciles de nuestras vidas, con el propósito de aconsejarnos mediante la voz de nuestra conciencia y ayudarnos en lo que puedan y les esté permitido.
Ángeles C.M
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El espírita y la humanidad
Dice el Señor: «Vos sois la sal de la tierra; si la sal pierde su sabor, ¿con qué se ha de salgar?» Y fue como si dijese: que sois la luz del mundo; si la luz pierde su claridad, ¿con qué se iluminará? Todo espírita que hace profesión pública de su creencia no debe jamás olvidarse de que, por donde pasa, donde va y allí donde frecuenta está siendo observado y estudiado».
Porque nos observan y estudian, para ver como obramos nosotros, los espíritas, pues saben que nuestra manera de pensar es muy diferente de la manera de los que no siguen las ideas nuestras. De forma que debemos tener bien presente aquellas palabras de un gran espíritu: «Prudencia en el pensar, prudencia en el hablar, prudencia en el obrar». Porque, si nos olvidamos de las reglas que el espiritismo nos prescribe, alguna de las cuales están anotadas en los capítulos anteriores, podemos caer en ridículo, por no estar nuestros actos de acuerdo con la moral que el mundo espera de nosotros.
Esa moral, cuando bien practicada, es el mejor medio de propagar y exaltar nuestros principios. De manera que una actitud correcta y llena de dulzura tiene gran poder de atracción, y podemos conquistar con ella la simpatía de muchos, haciéndonos agradables por nuestro trato. Nuestras maneras y costumbres son el primer instrumento que todo espírita debe usar en la propaganda doctrinaria. Primero, obrar; después, hablar. A no ser que la necesidad y las circunstancias nos obliguen a hablar primero. Cuando así tengamos que hacer, debemos ser muy prudentes y humildes, dando pruebas de una buena educación. Sin embargo, siempre que sea posible, debemos obrar primero. Vale más que nos conozcan primero por nuestras obras, que por nuestras palabras. Así cuando llegue nuestra hora de hablar, nos escucharán con más respeto y seremos mejor atendidos. Evitemos entrar en la propaganda de nuestras ideas, aguardando la ocasión oportuna.
Comencemos entonces por demostrar lo que es la moral del Espiritismo, cuáles sus tendencias y sus fines, que son tornar los hombres mejores, conquistar la paz para la Humanidad y revelar un porvenir más feliz que aquel que nos espera en la Tierra. Sólo debemos entrar en la explicación de los fenómenos espíritas, cuando las personas a quienes hablamos ya tengan aceptado la moral, comprendiendo algo de su sublimidad. En esos casos en que podamos hablar de los fenómenos, debemos explicar aquellos que pueden ser mejor comprendidos, de acuerdo con el alcance de nuestros oyentes. Hemos oído, a veces, algunos espíritas exponer fenómenos entre personas extrañas a la doctrina, dando explicaciones de hechos que están muy fuera del alcance de los oyentes. Eso, casi siempre, resulta en burla o en una mayor incredulidad, porque el espírita es luego considerado como fanático, perdiendo así toda influencia moral sobre esas personas. Por eso, la propaganda moral es casi siempre bien recibida, y más aún si el espírita que la propaga sabe portarse de manera correcta, lo que es muy fácil para todo espírita estudioso, que esté bien compenetrado con lo que el Espiritismo le prescribe. No se debe olvidar que uno de los primeros mandamientos de la ley es: Amarás al prójimo como a ti mismo. Si bien que sea muy difícil practicar este mandamiento al pie de la letra, no es menos verdad que los espíritas están obligados a practicar la caridad con sus hermanos de creencia.
Ora, si entre nosotros debemos ser indulgentes, benévolos, y debemos de ayudar, cerrar los ojos y hasta perdonar, no hemos de hacer menos por la Humanidad. Los no espíritas empéñanse a veces en cuestiones, altercados, disputas, riñas y no raramente se maltratan. Debemos huir enteramente de todo eso. Si con buenas maneras podemos colocar las cosas en sus lugares, es así que debemos hacer. Mas, si para tanto debemos apartamos de las reglas prescritas, es preferible callar, buscando la mejor manera de salirnos de la dificultad. Y si, a pesar de ello, de nuestra prudencia y de nuestro amor, no pudiéramos librarnos, debemos sufrir con paciencia las iras de la ignorancia y de la mala fe. Debemos perdonar sin reservas, del fondo de nuestra alma, y pagar el mal con el bien, siempre que sea posible. Por eso, no podemos olvidar la figura del Maestro y Señor. Él es el modelo, la verdad y la vida. ¿Qué dijo Él cuando lo insultaban, apostrofaban, maltrataban y escupían? Nada. Bajaba los ojos y perdonaba en su corazón. ¿Pues si Él, que era tan elevado y tanto podía, hizo exactamente como enseñó, haremos nosotros lo contrario? ¡Desgraciado del espírita que tiene la oportunidad de devolver el bien como pago del mal y no lo hace! ¡Desgraciado del espírita que puede perdonar y no perdona! Pues días vendrán en que exclamará, «¿De qué me sirvió saber lo que sabía, y de haberme llamado espírita? ¡Más me valiera nada saber, para no arcar con tamaña responsabilidad!».
Hay espíritas que, guiados por su ardiente caridad, se dedican a curar enfermos por medios magnéticos, sea con agua sea con pases. Cuando a estas prácticas no se mezclan segundas intenciones, existiendo apenas un amor ardiente por los enfermos y el deseo puro de hacer el bien, con entusiástica fe en el Padre, pueden alcanzarse buenos resultados. Entre tanto, se debe de considerar que, si el espírita debe usar de prudencia en todos los casos, mucho más deberá usarla cuando pretende dar salud a los enfermos. Debe él llevar una vida muy pura, exenta de faltas y defectos que puedan retirarle la buena protección, por que, de lo contrario, en lugar de hacer bien a los enfermos, les hará mal, perjudicándolos. Aquel que desea aliviar o curar a la Humanidad doliente, aunque sea en el ámbito de sus relaciones particulares, debe llevar una vida de santidad. Llamémosla así, para distinguir mejor al que la practica, tanto más si el espírita que cura no es dotado de conocimientos médicos o de otra ciencia que lo autorice a tanto. Los que, sin embargo, sólo lo hacen por amor a la Humanidad, deben despojarse de todo lo que pueda empañar el brillo de sus espíritus, para que su periespíritu y su cuerpo puedan transmitir los buenos fluidos. De manera que deben aplicarse constantemente, la siguiente máxima: «Si quieres curar a los demás, cura primero tu cuerpo y tu alma, pues, de lo contrario, ¿cómo curarás a los otros, si estás enfermo?».
Claro que deben ser observadas las costumbres y las maneras que atrás señalábamos, absteniéndose de hacer a los enfermos promesas que no pueden ser cumplidas. Pues el que se dedica a prácticas tan elevadas nunca debe confiar en sus propias fuerzas, más contar apenas con su buen deseo, su buena voluntad y, sobre todo con la ayuda de Dios y de los Buenos Espíritus, procurando tener fe en Aquel que curó a los ciegos, los paralíticos y resucitó los muertos. Así haciendo, mucho podrá esperar del Todopoderoso, y su misión será un consuelo para los que sufren y lloran. (5) Mas no debe olvidar que precisa dar de gracia lo que recibe de gracia, porque es muy perjudicial y antiespírita hacer de la protección del Alto una profesión lucrativa. Es bueno hacer la caridad, pero es muy malo explotarla.
En Resumen: La Humanidad gime, llora, se desespera, por lo mucho que sufre; el egoísmo todo lo consume; las víctimas de la maldad se suceden sin parar; las religiones se desviaron del camino; los hombres de bien, intermediarios entre la Humanidad y la Providencia, son escasos; los espíritas están encargados de traer la luz, ya que saben por qué la Humanidad sufre, por qué llora, por qué se desespera; sacrifiquémonos, pues, para poder explicarle la causa de sus sufrimientos, de sus lágrimas, de su desesperación; procedamos de mas. El espírita que mucho quiere hacer por sus semejantes no debe perder de vista al Señor cuando lo azotaban atado al pilar, cuando lo coronaban de espinas, cuando cargaba la cruz, cuando consumaba su sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor por la Humanidad de abnegación y de sacrificio. «Vos sois la sal de la tierra; si la sal pierde su sabor, ¿con qué se ha de salgar?». Era a demostrar que el dolor depura, eleva, santifica, exalta, y así cumpliremos nuestra misión.
Miguel Vives
Extraído del libro "El Tesoro de los Espíritas"
Dice el Señor: «Vos sois la sal de la tierra; si la sal pierde su sabor, ¿con qué se ha de salgar?» Y fue como si dijese: que sois la luz del mundo; si la luz pierde su claridad, ¿con qué se iluminará? Todo espírita que hace profesión pública de su creencia no debe jamás olvidarse de que, por donde pasa, donde va y allí donde frecuenta está siendo observado y estudiado».
Porque nos observan y estudian, para ver como obramos nosotros, los espíritas, pues saben que nuestra manera de pensar es muy diferente de la manera de los que no siguen las ideas nuestras. De forma que debemos tener bien presente aquellas palabras de un gran espíritu: «Prudencia en el pensar, prudencia en el hablar, prudencia en el obrar». Porque, si nos olvidamos de las reglas que el espiritismo nos prescribe, alguna de las cuales están anotadas en los capítulos anteriores, podemos caer en ridículo, por no estar nuestros actos de acuerdo con la moral que el mundo espera de nosotros.
Esa moral, cuando bien practicada, es el mejor medio de propagar y exaltar nuestros principios. De manera que una actitud correcta y llena de dulzura tiene gran poder de atracción, y podemos conquistar con ella la simpatía de muchos, haciéndonos agradables por nuestro trato. Nuestras maneras y costumbres son el primer instrumento que todo espírita debe usar en la propaganda doctrinaria. Primero, obrar; después, hablar. A no ser que la necesidad y las circunstancias nos obliguen a hablar primero. Cuando así tengamos que hacer, debemos ser muy prudentes y humildes, dando pruebas de una buena educación. Sin embargo, siempre que sea posible, debemos obrar primero. Vale más que nos conozcan primero por nuestras obras, que por nuestras palabras. Así cuando llegue nuestra hora de hablar, nos escucharán con más respeto y seremos mejor atendidos. Evitemos entrar en la propaganda de nuestras ideas, aguardando la ocasión oportuna.
Comencemos entonces por demostrar lo que es la moral del Espiritismo, cuáles sus tendencias y sus fines, que son tornar los hombres mejores, conquistar la paz para la Humanidad y revelar un porvenir más feliz que aquel que nos espera en la Tierra. Sólo debemos entrar en la explicación de los fenómenos espíritas, cuando las personas a quienes hablamos ya tengan aceptado la moral, comprendiendo algo de su sublimidad. En esos casos en que podamos hablar de los fenómenos, debemos explicar aquellos que pueden ser mejor comprendidos, de acuerdo con el alcance de nuestros oyentes. Hemos oído, a veces, algunos espíritas exponer fenómenos entre personas extrañas a la doctrina, dando explicaciones de hechos que están muy fuera del alcance de los oyentes. Eso, casi siempre, resulta en burla o en una mayor incredulidad, porque el espírita es luego considerado como fanático, perdiendo así toda influencia moral sobre esas personas. Por eso, la propaganda moral es casi siempre bien recibida, y más aún si el espírita que la propaga sabe portarse de manera correcta, lo que es muy fácil para todo espírita estudioso, que esté bien compenetrado con lo que el Espiritismo le prescribe. No se debe olvidar que uno de los primeros mandamientos de la ley es: Amarás al prójimo como a ti mismo. Si bien que sea muy difícil practicar este mandamiento al pie de la letra, no es menos verdad que los espíritas están obligados a practicar la caridad con sus hermanos de creencia.
Ora, si entre nosotros debemos ser indulgentes, benévolos, y debemos de ayudar, cerrar los ojos y hasta perdonar, no hemos de hacer menos por la Humanidad. Los no espíritas empéñanse a veces en cuestiones, altercados, disputas, riñas y no raramente se maltratan. Debemos huir enteramente de todo eso. Si con buenas maneras podemos colocar las cosas en sus lugares, es así que debemos hacer. Mas, si para tanto debemos apartamos de las reglas prescritas, es preferible callar, buscando la mejor manera de salirnos de la dificultad. Y si, a pesar de ello, de nuestra prudencia y de nuestro amor, no pudiéramos librarnos, debemos sufrir con paciencia las iras de la ignorancia y de la mala fe. Debemos perdonar sin reservas, del fondo de nuestra alma, y pagar el mal con el bien, siempre que sea posible. Por eso, no podemos olvidar la figura del Maestro y Señor. Él es el modelo, la verdad y la vida. ¿Qué dijo Él cuando lo insultaban, apostrofaban, maltrataban y escupían? Nada. Bajaba los ojos y perdonaba en su corazón. ¿Pues si Él, que era tan elevado y tanto podía, hizo exactamente como enseñó, haremos nosotros lo contrario? ¡Desgraciado del espírita que tiene la oportunidad de devolver el bien como pago del mal y no lo hace! ¡Desgraciado del espírita que puede perdonar y no perdona! Pues días vendrán en que exclamará, «¿De qué me sirvió saber lo que sabía, y de haberme llamado espírita? ¡Más me valiera nada saber, para no arcar con tamaña responsabilidad!».
Hay espíritas que, guiados por su ardiente caridad, se dedican a curar enfermos por medios magnéticos, sea con agua sea con pases. Cuando a estas prácticas no se mezclan segundas intenciones, existiendo apenas un amor ardiente por los enfermos y el deseo puro de hacer el bien, con entusiástica fe en el Padre, pueden alcanzarse buenos resultados. Entre tanto, se debe de considerar que, si el espírita debe usar de prudencia en todos los casos, mucho más deberá usarla cuando pretende dar salud a los enfermos. Debe él llevar una vida muy pura, exenta de faltas y defectos que puedan retirarle la buena protección, por que, de lo contrario, en lugar de hacer bien a los enfermos, les hará mal, perjudicándolos. Aquel que desea aliviar o curar a la Humanidad doliente, aunque sea en el ámbito de sus relaciones particulares, debe llevar una vida de santidad. Llamémosla así, para distinguir mejor al que la practica, tanto más si el espírita que cura no es dotado de conocimientos médicos o de otra ciencia que lo autorice a tanto. Los que, sin embargo, sólo lo hacen por amor a la Humanidad, deben despojarse de todo lo que pueda empañar el brillo de sus espíritus, para que su periespíritu y su cuerpo puedan transmitir los buenos fluidos. De manera que deben aplicarse constantemente, la siguiente máxima: «Si quieres curar a los demás, cura primero tu cuerpo y tu alma, pues, de lo contrario, ¿cómo curarás a los otros, si estás enfermo?».
Claro que deben ser observadas las costumbres y las maneras que atrás señalábamos, absteniéndose de hacer a los enfermos promesas que no pueden ser cumplidas. Pues el que se dedica a prácticas tan elevadas nunca debe confiar en sus propias fuerzas, más contar apenas con su buen deseo, su buena voluntad y, sobre todo con la ayuda de Dios y de los Buenos Espíritus, procurando tener fe en Aquel que curó a los ciegos, los paralíticos y resucitó los muertos. Así haciendo, mucho podrá esperar del Todopoderoso, y su misión será un consuelo para los que sufren y lloran. (5) Mas no debe olvidar que precisa dar de gracia lo que recibe de gracia, porque es muy perjudicial y antiespírita hacer de la protección del Alto una profesión lucrativa. Es bueno hacer la caridad, pero es muy malo explotarla.
En Resumen: La Humanidad gime, llora, se desespera, por lo mucho que sufre; el egoísmo todo lo consume; las víctimas de la maldad se suceden sin parar; las religiones se desviaron del camino; los hombres de bien, intermediarios entre la Humanidad y la Providencia, son escasos; los espíritas están encargados de traer la luz, ya que saben por qué la Humanidad sufre, por qué llora, por qué se desespera; sacrifiquémonos, pues, para poder explicarle la causa de sus sufrimientos, de sus lágrimas, de su desesperación; procedamos de mas. El espírita que mucho quiere hacer por sus semejantes no debe perder de vista al Señor cuando lo azotaban atado al pilar, cuando lo coronaban de espinas, cuando cargaba la cruz, cuando consumaba su sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor por la Humanidad de abnegación y de sacrificio. «Vos sois la sal de la tierra; si la sal pierde su sabor, ¿con qué se ha de salgar?». Era a demostrar que el dolor depura, eleva, santifica, exalta, y así cumpliremos nuestra misión.
Miguel Vives
Extraído del libro "El Tesoro de los Espíritas"
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- “En el principio era el Verbo…” -¿Cómo deberemos entender esta afirmación del texto sagrado? El apóstol Juan aún nos advierte que “el Verbo era Dios y estaba con Dios”. Dios es amor y vida y la más perfecta expresión del Verbo para el orbe terrestre era y es Jesús, identificado con su misericordia y sabiduría, desde la organización inicial del planeta. Visible u oculto, el Verbo es el rasgo de la luz divina en todas las cosas y en todos los seres, en las más variadas condiciones del proceso de perfeccionamiento. - ¿Por qué razón la palabra de las profecías parece dirigida invariablemente al pueblo de Israel? En todos los textos de las profecías, Israel debe ser considerado como el símbolo de toda la humanidad terrestre, bajo la égida sacrosanta de Cristo. - ¿Se debe atribuir al judaísmo misión especial, en comparación con las demás ideas religiosas del tiempo antiguo? Aunque las elevadas concepciones religiosas que florecieron en la India y en Egipto y todos los grandes ideales de conocimiento de la divinidad, que poblaron la antigua Asia en todos los tiempos, se debe reconocer en el judaísmo la gran misión de la revelación del Dios único. Mientras los cultos religiosos se perdían en la división y en la multiplicidad, solamente el judaísmo fue bastante fuerte en la energía y en la unidad para cultivar el monoteísmo y establecer las bases de la ley universalista, bajo la luz de la inspiración divina. Por ese motivo, no obstante los compromisos y los débitos penosos que parecen perpetuar sus sufrimientos, a través de las generaciones y de las patrias humanas en el doloroso curso de los siglos, el pueblo de Israel debe merecer el respeto y el amor de todas las comunidades de la Tierra, porque solamente él fue bastante grande y unido para guardar la idea verdadera de Dios, a través de los martirios de la esclavitud y del desierto. - ¿Cómo debe ser considerada, en el Espiritismo, la llamada “Santísima Trinidad”, de la teología católica? Los textos primitivos de la organización cristiana no hablan de la concepción de la Iglesia Romana, en cuanto a la llamada “Santísima Trinidad”. Debemos esclarecer, aún, que el punto de vista católico proviene de sutilezas teológicas sin base seria en las enseñanzas de Jesús. Por largos años, antes de la Buena Nueva, el brahmanismo guardaba la concepción de Dios, dividido en tres principios esenciales, que los sacerdotes denominaban Brahma, Vishnú y Siva. (1) (1) El padre Alta, en “El Cristianismo de Cristo y el de sus vicarios”, nos dice que la fórmula del catecismo – 3 personas en Dios – era verdadera en latín, donde el vocablo persona significa forma, aspecto, apariencia. Es falsa, sin embargo, en francés o en portugués, con la acepción de individuo. – Nota de la Editora Con todo, la Teología, que se organizaba sobre los antiguos principios del politeísmo romano, necesitaba presentar un complejo de enunciados religiosos, a fin de confundir a los espíritus más simples y esto porque sabemos que si la Iglesia fue, al principio, depositaria de las tradiciones cristianas, no demoró mucho que el sacerdocio eliminase las más bellas expresiones del profetismo, inhumando el Evangelio bajo un acervo de convenciones religiosas, y robando a las revelaciones primitivas su aspecto de simplicidad y de amor. Para ese deseo, las fuerzas que venían a disputar el dominio del estado, en vista de la invasión de los pueblos considerados bárbaros, se apresuraron, en el poder, en transformar las enseñanzas de Jesús en instrumento de la política administrativa, adulterando los principios evangélicos en sus textos primitivos y asimilando viejas doctrinas como las de la India legendaria, y organizando novedades teológicas, con las cuales el Catolicismo se redujo a una fuerza respetable, pero puramente humana, distante del Reino de Jesús, que, en la afirmación del Maestro, simple y profunda, no tiene aún fundamentos divinos en la faz de la Tierra. - ¿Cómo interpretar la antigua sentencia– “Dios hizo el mundo de la nada”? El primer instante de la materia está, para los Espíritus de mi esfera, tan oscuro como el primer momento de la energía espiritual en los círculos de la vida universal. Comprendemos, con todo, que, siendo Dios el Verbo de la Creación, la “nada” nunca existió para nuestro concepto de observación, porque el Verbo, para nosotros, es la luz de toda la Eternidad. -Los días de la Creación, en las antiguas referencias del Viejo Testamento, ¿corresponden a períodos enteros de la evolución geológica? Los días de la actividad del Creador, tal como nos refiere el texto sagrado, corresponden a los largos períodos de la evolución geológica, dentro de los milenios indispensables al trabajo de la génesis planetaria, deduciéndose que, con esos, la Biblia encierra otros grandes símbolos inherentes a los tiempos inmemoriales,de los orígenes del planeta, - ¿Cuál es la posición del Viejo Testamento, en el cuadro de valores de la educación religiosa del hombre? En el cuadro de valores de la educación religiosa, en la civilización cristiana, el Viejo Testamento, a pesar de sus expresiones altamente simbólicas, pocas veces accesibles al raciocinio común, debe ser considerado como la piedra angular, o como la fuente madre de la revelación divina. EL CONSOLADOR – VIEJO TESTAMENTO. REVELACIÓN -. Por el Espíritu Emmanuel – Chico Xavier | |||
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