Presento en este día los siguientes textos:
- Biología y Espíritu
-Ley del Amor
-¿Qué ser debe entender por Ley Natural?
- Para reflexionar
- Don de Curar en el Espiritismo-
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BIOLOGÍA Y ESPÍRITU
NUEVOS PARADIGMAS DE LA CIENCIA (3)
A la hora de abordar la relación entre biología y espíritu, solemos enfocar el tema a nivel humano. Cuando adoptamos un contexto más general que tiene que ver con la evolución biológica, sin duda hemos de remontarnos a los aspectos que también afectan a otros reinos de la naturaleza, es decir, los animales y las plantas.
Comprendiendo algo de la evolución biológica, el paradigma mayor que la ciencia incorporó a finales del siglo XIX fueron las aportaciones de Charles Darwin y su teoría de la evolución de las especies y de la selección natural. No es nuestro objetivo explicarlas, sin embargo, desde su aparición hasta ahora han ido sucediéndose distintas evidencias científicas que confirman que la evolución es una realidad, pero también que no afecta por igual a todas las naturalezas ni puede explicar en absoluto la totalidad del origen biológico y su desarrollo posterior.
Darwin desconocía la biología molecular y la genética, motivo por el cual sus análisis, en líneas generales acertados, abrieron un camino, pero en absoluto han de ser tomados como una verdad incuestionable. De hecho, muchos científicos discrepan de algunos de sus postulados pues se han demostrado erróneos en su aplicación universal; no así en una mayoría de los procesos de selección natural y evolución biológica en los que sí son perfectamente válidos.
Ofrecemos esta explicación, porque al igual que con Darwin se abrió un nuevo paradigma para la ciencia biológica, por sus mismas fechas apareció la codificación de Allan Kardec -1857- (concretamente tres años antes de publicar Darwin “El origen de las Especies”, Kardec presentaba en París “El Libro de los Espíritus”). La visión religiosa del origen del hombre, que presentaba la iglesia de la época nacido del barro y del soplo divino, quedó defenestrada con los descubrimientos de Darwin al demostrar que la naturaleza del hombre era animal y procedente de los simios.
Sin embargo la visión kardecista amplió el horizonte de forma extraordinaria. Al definir al hombre por su doble naturaleza: el cuerpo (naturaleza animal) y el alma (naturaleza espiritual), Kardec reconoce la evolución en su doble aspecto.(1) El vínculo que une a ambas es el periespíritu (una envoltura semimaterial), que no es otra cosa que el Modelo Organizador Biológico (2) que permite la vida y la evolución, organizando el funcionamiento y la estructura celular desde los primeros estadios evolutivos de los distintos reinos de la naturaleza.
Tanto es así que ya recoge la posibilidad de proceder de ancestros animales en lo que respecta al cuerpo, mientras que afirma la evolución espiritual al colocar el principio espiritual en permanente evolución desde el origen de las formas más simples y primitivas con vida orgánica (animales unicelulares, virus, bacterias, etc.). La diferenciación biológico-psicológica-espiritual del hombre sobre otros reinos de la naturaleza vendría dada por la inclusión del espíritu (principio inteligente), una vez que el principio espiritual ha llegado a desarrollar en una etapa pre-humana todos los aspectos necesarios para albergar las cualidades superiores de la mente. Esa chispa divina sólo se incorpora en la especia humana en ese momento, nunca antes, y procede directamente de Dios.
Así pues, la evolución del principio espiritual se inicia en los primeros estadios de la naturaleza; es famosa la frase “el alma duerme en el mineral, siente en la planta, se emociona en el animal y piensa en el hombre”. Este aspecto espiritual tiene así una evolución paralela a la evolución biológica de las especies concretada por Darwin.
Con el transcurso del tiempo, y a pesar de las corrientes naturalistas que niegan un origen o principio espiritual en la biogénesis (3), cada vez más se confirma que en la intimidad de la célula, el ADN contiene códigos de información que se combinan dando como resultado las distintas organizaciones celulares que forman toda vida orgánica, vegetal, animal o humana.
Los ateos naturalistas para quienes no existe nada más que genes ciegos combinados aleatoriamente y responsables de las formas debido a las modificaciones que la selección natural produce para preservar en la herencia del más fuerte, suelen confundir códigos con patrones. Ellos consideran que un patrón se repite y da origen a una transición de fase que produce los distintos tipos de vida biológica.
Sin embargo no explican, cómo en la intimidad del ADN los patrones son la consecuencia de unos códigos que se auto organizan por sí mismos y que no responden a ningún patrón establecido. ¿Quién ha colocado esa información codificada en la célula? ¿porqué se articulan en multitud de formas diferentes dando origen a distintos tipos de células, cada una de las cuales cumple su función? ¿quien ordena, por ejemplo que una célula del hígado cumpla su función hepática y no la función que realiza una célula del corazón? ¿cómo explican funciones inteligentes y plenamente desarrolladas en las neuronas cerebrales y las diferencian de aquellas otras neuronas que tenemos en nuestro aparato digestivo?
La información es la marca de la mente. Allí dónde hay un efecto inteligente, su causa es inteligente. De la materia no puede surgir la inteligencia, ni siquiera la vida. Confirmando esto, tenemos que también muchos genetistas abogan por una causa originaria, un primer motor que es el que pone en marcha el mecanismo y crea la información.
Así pues el Dr. Dean Hammer, en su libro “El Gen de Dios” especifica que todos los seres humanos, independientemente de su raza, religión, sexo, ateísmo o agnosticismo, poseemos un gen que él denomina Vmat2 en el que se encuentra el sustrato y el recuerdo celular de esa causa primera que pone en marcha la vida.
“El gen VMat2 es un gen que todos tenemos en el ADN y cuya actividad a través de los neurotransmisores llamados mono-aminas determinan que en las personas espirituales sus conexiones son mayores segregando en el hombre mayor sentido de su conciencia y de su trascendencia personal”
El mayor especialista en el genoma humano, que presentó este proyecto en la Casa Blanca junto al presidente Clinton en el año 2000, opina lo siguiente:
“Como alguien que ha tenido el privilegio de dirigir el proyecto sobre el genoma humano, he tenido la oportunidad de estudiar nuestro propio libro de instrucciones que es el ADN con un detalle que no había sido posible antes. Recientemente también ha sido posible comparar nuestro ADN con el de otras muchas especies. La idea de que todos los seres vivos descendemos de un precursor común se apoya en una evidencia contundente.” Dr. Francis Collins – Libro ¿Cómo Habla Dios?
Simplemente estas dos opiniones deberían hacernos pensar respecto al origen de la vida biológica y de la causa que la provoca. Con cada avance de la genética y de la biología molecular encontramos nuevas evidencias acerca de la imposibilidad de crear vida partiendo de la materia. Es más, por mucho que multitud de investigadores expliquen a la perfección el desarrollo y evolución de los sistemas biológicos y de las leyes que los articulan, el origen sigue siendo el gran misterio, la gran incógnita, pues las leyes no se crean a sí mismas, obedecen a un orden natural codificado que ha sido creado y puesto a funcionar en la primera célula.
Es pues acertado suponer que ese primer motor que origina la vida en la célula tiene una causa ajena a la materia, evidentemente un principio vital que la anima y le posibilita la vitalidad. Este principio vital en el hombre está localizado en el periespíritu (Modelo Organizador Biológico) que dinamiza desde la concepción del cigoto el desarrollo vital del hombre a través de sus centros de fuerza o energía electromagnéticos (Chakras). Cuando los órganos, como consecuencia del transcurso del tiempo van perdiendo la vitalidad, enferman, y la energía de esa envoltura semimaterial va disminuyendo, de tal forma que cuando el principio vital se extingue, sobreviene la muerte.
Es preciso el estudio profundo del sistema electromagnético de este cuerpo que como un lazo, une el cuerpo físico y el alma. Cuando esto se lleve a cabo en profundidad el avance de la biología y del origen de la vida estará más cerca de comprenderse. Algunas terapias alternativas trabajan directamente sobre los centros de fuerza del periespíritu (Ej. Acupuntura y otras), reactivando la energía deteriorada y restaurando de esa forma el equilibrio celular perdido, dando así mayor vitalidad.
Como conclusión afirmaremos que el origen biológico de la vida es imposible sin un principio vital que la sustente, y que siempre está presente en la materia orgánica. Junto a este principio, aparece otro de origen espiritual que permite esta evolución simultánea biológico-espiritual a través del tiempo y las especies. Esta evolución culmina en el hombre, dónde se incorpora la chispa divina (conciencia, inteligencia, libre albedrío y voluntad) cuando la psiquis (principio espiritual) alcanza su máximo desarrollo procedente de estadios inferiores. A partir de aquí aparece la etapa humana caracterizada por el “principio inteligente” (principio espiritual desarrollado) que es el alma, ya preparada para iniciar su proceso evolutivo con conciencia de sí misma.
Y la causa primera que origina el proceso no es otra que un Creador, una Inteligencia Suprema, que mediante un sentido y propósito desconocido para nosotros, articula el origen de la vida y pone a evolucionar los seres vivos, desde la ameba al hombre.
Biología y espíritu por: Antonio Lledó Flor
©2018, Amor, Paz y Carida
“Dios tuvo un plan para crear unas criaturas con las que pudiera relacionarse, en las que pudiera inspirar una ley moral, en las que pudiera infundir un alma, y a las que pudiera dar una voluntad libre como regalo para poder tomar decisiones sobre nuestro propio comportamiento; un don que nosotros a menudo utilizamos para hacer lo que no debemos. Yo creo que Dios utilizó el mecanismo de la evolución para conseguir su objetivo.”
Dr. Francis Collins
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LEY DEL AMOR
El Amor como fuerza armonizadora para una vida mejor.
Realización del Amor en nuestro mundo.
Comenzamos con la primera y principal de esas leyes universales: Ley del Amor. Mas, para comprenderla, habremos de reducirla a nuestro lenguaje humano.
El Amor es, en sí, una vibración poderosa que emana de Dios como energía vivificante que alimenta toda la creación. Y en el aspecto humano, el amor es un sentimiento que emana del Alma (superior) cuando ésta ha alcanzado ya cierto grado de evolución, manifestándose en la personalidad humana como afecto, cariño, compasión, ansia de ayudar, deseo de auxiliar al que sufre, anhelo y goce en hacer felices a los demás y otras manifestaciones en las relaciones humanas; así como ese sentimiento de atracción hacia las bellezas de la Naturaleza en sus diversos aspectos, que va percibiendo a medida que el alma va sensibilizándose.
En las fases primeras de la etapa humana, el Alma espiritual (superior) poco desarrollada aún, es ahogada por el alma humana (inferior) que transmuta esa vibración divina hacia sí, en la personalidad humana, resultando eso que denominamos egoísmo; egoísmo característico de las primeras fases de la etapa humana.
Y a medida que va evolucionando, a medida que ese alma humana va pasando por el dolor en las múltiples vidas humanas, comienza a sensibilizarse, con lo que el egoísmo va cediendo en intensidad, para dar cabida a la vibración de amor puro, poco a poco, comienza a manifestarse como sentimientos de bien hacia los demás seres sin distinción. Entonces es cuando se establece contacto con la vibración de Amor que emana de Dios, y empieza a recibirse esa vibración sutil que va ayudando a sutilizar el alma humana y capacitándola para recibir las vibraciones del Alma (superior) y percibir las bellezas de la vida, dulcificándola, a la vez que armonizando la mente humana.
Pero, veamos: ¿qué es el amor para el común de las gentes? Tan solo un sentimiento más o menos intenso de atracción y acercamiento entre algunas personas amigas y familiares, así como entre personas de sexo opuesto.
Estos son aspectos humanos del Amor, como el amor de los padres, de los hijos, hermanos y esposos. Y a medida que ese amor va evolucionando, comienzan a percibirse también esos sentimientos hacia los demás seres, sin distinción. Porque el verdadero amor es impersonal, manifestándose como sentimiento espontáneo de ayuda hacia otras personas para asistirlas y auxiliarlas en los diversos aspectos que la vida ofrece, y tan sólo con ese sano deseo de servir, de contribuir a su felicidad; deseo o sentimiento que brota del Alma de las personas bondadosas que han superado ya o están superando el egoísmo. Y ese sentimiento, que es vibración sutil, dulcifica la vida de la persona que lo siente. Porque el Amor es energía vivificante y generador de armonía y felicidad.
Sebastian de Arauco.
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¿Qué se debe entender por la ley natural?
- La ley natural es la ley de Dios. Es la única verdadera para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer, y sólo es desdichado porque de ella se aparta.
Libro de los espíritus.
Allan Kardec.
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PARA REFLEXIONAR
No te quejes contra la vida.
Si estás sufriendo no olvides que nadie pasa por esta tierra libre de sufrimientos, tenemos que superar las pruebas, el alumno no puede pasar de grado sin someterse a los exámenes.
Estemos preparados para soportar con paciencia y resignación las pruebas a que estámos sometidos.
Todo lo que nos sucede tiene su razón de ser, y de los males siempre surge algún bien o algo que aprender.
- Ángeles Calatayud -
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DON DE CURAR EN EL ESPIRITISMO
La causa original de las enfermedades que afligen a la humanidad, pertenece esencialmente al orden psíquico.
El hombre continúa sufriendo fuertes golpes contra la salud de su cuerpo físico.
El Espiritismo no tiene por finalidad curar las enfermedades del cuerpo. Aunque coopera en ese sector del orden humano, su objetivo principal es enseñar, orientar y liberar al espíritu de sus debilidades o instintos inferiores hasta alcanzar la “salud moral” la Angelitud. No pretende competir deliberadamente con la medicina del mundo, como presuponen algunos médiums y neófitos espiritas.
La espiritualidad inspira y coopera en las actividades terapéuticas utilizando a los médiums, pero sin la finalidad de deprimir o debilitar la noble profesión de los médicos, cuyos derechos académicos deben prevalecer por encima de las actuaciones de los legos.
Por ser la mediúmnidad un fenómeno circunscrito a las causas del plano astral o invisible, es necesario investigarla en lo más íntimo, traerla a la superficie y considerarla debidamente, para que luego sirva de orientación a los discípulos y obreros de la Siembra del Maestro.
Cuando la ciencia médica analice el introspectivo del alma, comprobará que ciertas molestias de carácter virulento son el producto de graves “infecciones morales” existentes en la conciencia de la misma, las cuales, por efecto de repercusión vibratoria, afectan al periespiritu y al cuerpo físico, al que está sujeta.
Aunque son útiles y eficientes los recursos preventivos de las vacunas y la profilaxis contra ciertas endemias y epidemias, y benéficos los medicamentos específicos para curar las molestias comunes, la ciencia médica, en su marcha evolutiva reconocerá el poder curativo de los fluidos magnéticos y consagrará la magnetoterapia como fuente de nuevos recursos en beneficio de la salud.
El periespiritu es el laboratorio invisible que modela a nuestro cuerpo desde el embrión fetal hasta la completa estructuració n física, dado que posee órganos similares al nuestro, pero más sutiles y que desempeñan funciones sumamente delicadas, que en definitiva son “moldes o matrices” de los órganos del cuerpo humano, estructurados a su imagen y semejanza.
Si el periespiritu está afectado en alguno de sus órganos por fluidos cáusticos, provenientes de las emociones toxicas del alma, el cuerpo carnal que tuviera que modelarse en el vientre materno heredará esas deformaciones clasificadas como congénitas.
De esta interdependencia psico orgánica existente, nacen los pensamientos negativos del alma, como el odio, ira, venganza, orgullo, egoísmo y celos que generan fluidos irritantes que se adhieren al periespiritu, formando “postulas” de magnetismo toxico, que además afectan el metabolismo psíquico, perturbando y retardando la evolución espiritual del alma. El periespiritu, agitado por la “fiebre” acentuada por la saturación de los fluidos infecciosos, los vierte hacia el cuerpo carnal; transfusión que se produce mediante el “doble eterico” elemento intermediario que desempeña la función de una especie de “válvula de escape” por donde el alma expurga los residuos tóxicos de las emociones violentas. Estos fluidos corrosivos, una vez transferidos hacia el cuerpo físico, producen o se convierten en lesiones mórbidas y virulentas, como son el cáncer, la lepra, la tuberculosis y otras molestias de carácter benigno.
A medida que reencarna sucesivamente se espiritualiza, adquiriendo gradualmente los atributos morales de la santidad, su periespiritu también se diafaniza y los órganos que componen su contextura eterico-fisioló gica van perdiendo “peso” o densidad eterica.
Los espíritus Benefactores ayudan, a través de la intuición, a los médicos honestos y piadosos que se dedican a curar a los humanos, los profesionales de la medicina son una legión de misioneros, útiles a la humanidad, pues además de sus funciones comunes se dedican a las investigaciones que tienen el objeto curar las enfermedades rebeldes de consecuencias fatales.
El Espiritismo no concursa con los médicos terrícolas, ni pretende sobreponerse a su capacidad profesional. El alivio, el reajuste psíquico o las curas alcanzadas por medio de la facultad mediúmnica, tienen por objetivo sacudir el ateísmo del enfermo, despertándole para atendimiento hacia las enseñanzas de la vida espiritual.
Jesús cuando curaba a los enfermos que iban a buscarlo curaba los “cuerpos” para después alcanzar “la cura del alma” de cada uno. La mediúmnidad de cura se propone igual finalidad.
Muchos médicos, inconscientes del fenómeno, actúan como verdaderos “médiums” son hombres conscientes, pues cuando se extingue la vida del paciente sufren, viendo que su empeño en salvarle no ha surgido efecto.
La mediúmnidad de cura mediante el Espiritismo, es una elevada cooperación del objetivo crítico, condicionada a la evangelizació n del hombre.
La función del Espiritismo es la de “curar el espíritu enfermo” siendo un vehículo beneficioso que instiga al hombre a despertar su conciencia hacia los deberes y responsabilidades del espíritu inmortal.
El auxilio de lo Alto no se condiciona únicamente a los espiritas o médiums, sino a todas las criaturas y dedicados a los objetivos espirituales de orden superior. El médico no necesita ser espiritista para recibir la buena asistencia de los espíritus dedicados a las dolencias de la humanidad.
Los médiums presuntuosos, adversos al estudio, viven rodeados de almas inferiores que perturban sus intuiciones, induciéndoles a cometer los peores ridículos y desaciertos, pues esto no les impide ser antenas vivas que atraen a los espíritus gozadores, perversos o mistificadores, en cambio, los médicos buenos y atentos, reciben constantemente la cooperación del Espacio.
Criaturas mercenarias usan su facultad mediúmnica para los negocios impuros, uniendo la práctica de la caridad en la siembra espirita, a la remuneración fácil de la moneda del mundo.
Pese a la protesta de la medicina oficial, por la intromisión del médium o del curandero en su área profesional, fracasa ente los casos de las obsesiones, cuando pretende tratarlas por métodos diferentes a la técnica tradicional adoptada por los espiritistas y médiums.
Ni el médium, ni el médico lograran eficacia alguna sobre el enfermo que esté condenado por la Ley Carmica a abandonar el cuerpo físico en la Tierra. Cuando se presentan esos casos, son inútiles todos los recursos terapéuticos de la medicina, y algunos espíritus desencarnados desaciertan en sus diagnósticos y recetario a través de los médiums curativos
Delante del sufrimiento correctivo decretado por la Ley de Causa y Efecto no hay la menor duda, de que fracasarán el médico y el médium, pues el dolor, en ese caso, no es accidente ni enfermedad, sino un recurso disciplinario para que el espíritu retorne a su verdadera ruta espiritual evitando mayores prejuicios para el futuro.
Aunque el Espiritismo no sea un movimiento llamado a competir con la medicina oficial, corresponde a la promesa bendecida de Cristo, cuando prometió, el envió del Consolador en el momento oportuno para curar a los enfermos de Espíritu, aunque eso se consiga curando primero el cuerpo físico
La cura mediúmnica y excepcional termina demostrando el poder de los espíritus desencarnados que actúan con el mundo material, cuando vitalizan células, corrigen disturbios nerviosos, desenvuelven músculos atrofiados, eliminan infecciones y hasta devuelven el raciocinio a las personas alineados beneficiados sienten la responsabilidad espiritual pesándole en los hombros, exigiéndoles mayor comprensión moral de sus deberes humanos en el contacto diario con la humanidad.
Los espiritas siempre bendicen el sufrimiento y el dolor, reconociendo que la enfermedad los conduce a la sombra amiga y confortadora de la doctrina espirita, tonificando notablemente la personalidad humana, por el tratamiento sencillo del agua fluidificada, del pase mediúmnico o por la receta de los desencarnados.
Los mentores espirituales inciden en el recetario mediúmnico bajo el patrocinio del Espiritismo, a pesar de las recetas inocuas o anímicas, producto de la precipitación o ignorancia de los médiums incipientes. El bien espiritual conseguido por el servicio benefactor del recetario mediúmnico, supera satisfactoriamente las equivocaciones e imprudencias de un mediumnismo de urgencia, preocupado solamente por la cura del cuerpo físico, antes que por la salud del espíritu inmortal
Los hechos prueban que es inútil la movilización de los más espectaculares y avanzados recursos de la terapéutica del mundo, si el hombre no es merecedor de la salud física, pues si la medicina ha prolongado la vida, no puede vencer la muerte.
Las criaturas mansas de corazón y bondadosas que sufren de cáncer, no son más que almas que delinquieron en el pasado y actualmente se encuentran en trance de purificación espiritual.
Desgraciadamente, la tierra jamás puede protestar contra su sufrimiento redentor, pues desde su infancia sabe que las virtudes pertenecen al mundo angélico, y los pecados, al reino instintivo animal.
El hombre, en sus momentos de subversión espiritual y conforme al pecado que lo domina, alimenta un tipo específico de virus, generando determinada enfermedad que la medicina después clasifica en la tabla patológica, conforme a las características etiológicas y a la virulencia identificada. La cólera, la irascibilidad, violencia mental o emotiva, producen el campo fluidito mórbido para nutrir y manifestar las afecciones cutáneas o eczemas ticas; las maledicencias, la calumnia o la magia mental, verbal, o física, generan tóxicos responsables de la vida de los ultravirus que producen la molestia Carmica de “prejuicio al prójimo” conocido como cáncer. Del mismo modo, la indiferencia, la egolatría, o el egoísmo, ponen en movimiento los fluidos perniciosos que más tarde abonan el terreno orgánico del hombre y lo predispone para las enfermedades contagiosas, como la tuberculosis.
El enfermo contagioso es normal que esté obligado a aislarse de la familia y de las relaciones comunes y también del público, debiendo someterse a tratamientos especiales en los instituciones apropiadas y que lo apartan de convivir peligrosamente con el prójimo. Así recoge los efectos generados por su egoísmo y egolatría en vidas pasadas cuando siendo sano, y en posesión de sus facultades normales, decidió dedicarse con excesivo amor a su propio bien, sin importarle los problemas aflictivos del prójimo. De acuerdo con la Ley Carmica que establece que “el hombre cosecha conforme a su siembra”, el enfermo contagioso, aislado de sus relaciones con el resto del mundo, es el espíritu egocéntrico y frió que en el pasado vivía solamente para sí mismo. El efecto enfermizo de hoy es el resultado de la causa censurable del pasado, y así, hoy vive obligatoriamente en la misma condición generada otrora por su libre voluntad, pero en obediencia a la Ley del Amor y la Fraternidad, que le permite rescatar su debito pecaminoso.
Las personas de mejor graduación espiritual o que se hayan al fin de sus pruebas cármicos dolorosas, debido a expurgaciones anteriores, en la actualidad, son elegidas y beneficiadas por la homeopatía, irradiaciones fluídicas, pases mediúmnicos o agua fluidificada liberadas de la medicina, que produce reacciones toxicas. Por eso hay tanta decepción y variedad con respecto al éxito de los tratamientos para los hombres en la tierra, pues la terapéutica salvadora par determinada criatura, es completamente inocua, cuando se aplica a otro enfermo de las mismas condiciones físicas.
El recetario alopático ofrece serios peligros, y no es aconsejable para los médiums intuitivos, que no posean el más mínimo conocimiento farmacéutica que le permita prever las reacciones toxicas de los medicamentos para el cuerpo humano.
El médium intuitivo recetita, que prescribe homeopáticamente, debe saber, cuales son los medicamentos antídotos, complementarios o incompatibles, clasificados científicamente por la farmacología homeopática. Debe familiarizarse con los métodos apropiados para el tratamiento de las dosis infinitesimales, como también con los tipos más indicados para los casos agudos o crónicos. La homeopatía ejerce una acción pronunciada en el periespiritu, por eso las mezclas de medicamentos, neutralizan la cualidad terapéutica. Por ignorar los preceptos más comunes de la medicina homeopática, ciertos espíritus incipientes juzgan que recetando simplemente media docena de medicamentos homeopáticos mezclados en el mismo frasco, bastará para que uno de ellos produzca el milagro esperado. Ignoran que las leyes sutilísimas que rigen la acción homeopática en el cuerpo humano, no aceptan la mezcla de ciertas dosis que son antídotos, incompatibles o neutras entre sí.
Las altas dosis de receta médica, por su acción atómica y profunda en la contextura del periespiritu, desprenden las toxinas que se encuentran adheridas y después convergen hacia el cuerpo físico, exigiendo la ayuda de la baja dinamización, para que se efectúe el drenamiento por las vías emuntorios.
El homeopático es un medicamento energético capaz de actuar en los intersticios atómicos y etéreo-astrales del periespiritu, por eso puede tranquilizar los temperamentos excitados, eterizando los residuos mórbidos que oprimen el psiquismo de los enfermos. Al mismo tiempo que revitaliza todos los centros energéticos del cuerpo físico y del “doble eterico” accionando los “chacras” y despertando el tonos vital de los plexos nerviosos – su acción es profunda penetrante, y expurgadora de las toxinas que forman el residual de la mente, cuando esta se descontrola. Las altas dosis, actúan en lo íntimo del ser, desalojando las impurezas o combustible usado por el espíritu, y que queda adherido a su delicada tesitura peri espiritual.
El agua fluidificada es la medicina ideal para los espiritas y médiums recetistas, pues aunque sea destinada a fines terapéuticos, su aplicación no debe ser censurada por los médicos, dado que no infringe las leyes del Código penal del mundo, y su prescripción no hace parte de la práctica ilegal de la medicina.
Cuando el agua es fluidificada por los médiums o personas de físico y psiquismo sano, se potencializa extraordinariamente en su energía eterica natural, volviéndose un medicamento saludable, capaz de revitalizar los órganos físicos debilitados y restablecer las funciones orgánicas desarmonizadas. El agua es un elemento energético y optimo vehículo para transmitir fluidos bienhechores al organismo humano. Es sensible a los principios radiactivos emanados del Sol y al magnetismo áurico del periespiritu humano
Si el individuo que debe fluidificar el agua está enfermo, debilitado, o su mente se encuentra en efervescencia, o bajo el influjo de emociones nocivas, en ese caso, el agua se transformara en un elemento deletéreo.
No quiere decir esto que el donador de fluidos deba ser un santo, sino un espíritu que tenga “buena salud”. El agua fluidificada es un medicamento eficaz exceptuado de los tóxicos de drogas y producto de la farmacología moderna, que muchas veces, son fabricados por industriales, que en su avidez por mayores lucros, no atienden a las correctas características de las formulas.
Los médiums poderosos y de sana vitalidad, alcanza el “guaritun” energético y bienhechor de la homeopatía en su 100,000 dinamización infinitesimal, esto no es frecuente, pero sucede a veces.
Los médiums vegetarianos, sin vicios deprimentes y liberados de las pasiones esclavizadoras, son capaces de producir curas prodigiosas por el empleo de agua fluidificada, lo que, a su vez es súper activada por las energías movilizadas por los espíritus desencarnados en el servicio de ayuda a los encarnados.
No es suficiente que los médiums fluidifiquen el agua, suministren pases o decepcionen recetas para que se logren resultados positivos. Necesitan mejorar su salud física y sanar sus desequilibrios morales.
Todas las molestias físicas ceden con suma facilidad al tratamiento medicinal o psíquico, siempre que el enfermo se disponga y esfuerce en espiritualizarse, en el sentido de mejorar su conducta particular y social, pues ningún tratamiento es más eficiente que el remedio bendecido y prescripto por el Evangelio de Jesús. La evangelizació n del espíritu enfermo no siempre llega a tiempo para curarle el cuerpo físico, que está saturado de venenos psíquicos generados en vidas pasadas y en la existencia actual.
Aun así, su anhelo espiritual por evangelizarse, le proporciona cierto alivio en la vida más Allá de la Sepultura después de su desencarnació n; y es una credencial para que en el futuro le sea ofrecida una reencarnación más saludable.
Por todo lo expuesto, se deduce que la salud física depende mucho de la “salud espiritual”. Esto es porque el auto evangelizació n, aunque no produzca una cura milagrosa, dará sensibles mejoras porque el enfermo deja de generar y verter los venenos psíquicos que anteriormente le agravaban la enfermedad.
Cuando los pasistas, curanderos o médiums son abnegados y desprendidos de los intereses mercenarios, también gozan de la asistencia de los buenos espíritus, que los ayudan a lograr éxitos en sus tareas con los enfermos del cuerpo y del alma.
El médium no debe olvidar que su facultad es un medio para renovarse espiritualmente, por eso no debe especular de ninguna manera.
La ley Carmica, a pesar de su función rectificadora, tiene una acción educativa, ella favorece al espíritu para el rescate de sus débitos pasados, sino que también lo sitúa en la carne en las condiciones de evitarle nuevos desatinos, gracias a la reducción en sus bienes en el cuerpo físico, la Ley que es muy sabia, le reduce los valores que en el ayer le llevaron a hacer un mal uso.
Cuando enfrenta duras dificultades económicas y se entristece por no poder sustentar a la familia, vemos al médico negligente, que en su vida anterior hacia del dolor ajeno un lamentable negocio para su enriquecimiento condenable. La ley lo hace volver al mismo mundo donde cometió los deslices y le sobrecarga de obligaciones en el seno del espiritualismo.
Debiendo ejercer la mediúmnidad gratuitamente, en pago a las deudas pasadas, no debe cobrar absolutamente nada, ni recibir atenciones materiales que significan agradecimientos por la cura realizada.
Muchas personas de palabra fácil, raciocinio sensato y sentimientos altruistas, considerando que todos somos médiums, producen más beneficios al prójimo que ciertos médiums negligentes que trabajan en un servicio oficial bajo la égida del Espiritismo.
Allan Kardec advierte constantemente en sus obras fundamentales del Espiritismo, la responsabilidad del médium mercenario en el ejercicio de su facultad, aunque esté necesitado. El dio ejemplo de su advertencia, renunciando a todos los derechos de autor de sus obras a favor del bien colectivo, también demostró profunda discordancia con aquellos que pretenden explotar los valores de lo Alto
El médium debe cumplir con sus obligaciones junto a la familia, pues es su principal compromiso asumido en el Espacio antes de reencarnar. El hogar, el vestido, el alimento y la educación de la prole representan la primera responsabilidad del médium.
Aunque la mediúmnidad sea una gracia concedida por lo Alto a los espíritus errados, deben ejercerla con ánimo y dignidad, pero sin el holocausto de la familia, que son obligaciones esenciales de la vida humana
Los espíritus superiores no sobrecargan a los médiums más allá de su necesidad; jamás lo obligan a sacrificar a la familia para atender el servicio mediúmnico, solamente les permiten servirse del tiempo disponible para aprovecharlo a su favor. Por eso algunos médiums prefieren mantenerse solteros en el mundo carnal, con el fin de ejercer con más eficiencia la severa responsabilidad de su redención espiritual mediante el ejercicio de la facultad mediúmnica.
El médium enfermo no debe dar pases pues en vez de transmitir fluidos terapéuticos o vitalizadores, termina por agotar las energías ajenas, en beneficio de su equilibrio vital.
El médium enfermo, despreocupado o irresponsable, contamina, sin poderlo evitar, a sus pacientes con los gérmenes nocivos del cual es portador.
Los médiums prudentes y sensatos, aunque eviten dar pases, practicar el soplo magnético de fluidificar el agua porque están enfermos, pueden transmitir el consejo espiritual benefactor, el estimulo que levanta el ánimo de aquellos que se encuentran moralmente abatidos.
No basta el pedido a lo Alto y el deseo sincero del médium de servir al prójimo, para ser verdaderamente asistido. Es necesario esforzarse en modificar los malos pensamientos, y abandonar las costumbres viciosas, a fin de ser apto para captar los fluidos transmitidos desde el mundo espiritual.
El médium cuando está enfermo, debe contentarse con ser el intérprete fiel de los consejos e intenciones superiores para transmitirlas a sus compañeros menos esclarecidos, orientándolos en los caminos difíciles de la vida humana.
El mantenimiento del equilibrio psíquico y emocional es de fundamental importancia para la sustentación de la salud.
El visualizarse saludable y cultivar pensamientos optimistas, cimentado en el amor, en la acción dignificante, en la esperanza.
Liberar todo residuo mental, que pueda significar una fuente de intoxicación y estimulo a las vidas microbianas perturbadoras, conservando la paz intima.
Si la enfermedad nos visita, aprovechemos su presencia para hacer reflexiones valiosas en torno a nuestro comportamiento y a la programación de las actividades.
Pensemos en la salud y deseémosla ardientemente, sin imposiciones, sin presiones, pero con noble intención.
Elaboremos planes para estar saludables y ser útiles; imaginemos que ya nos hemos recuperado y estamos desempeñando en la convivencia familiar y social como un instrumento valioso dentro de la comunidad.
Vinculemos a la Fuente Generosa de donde fluyen todas las fuerzas, y absorbamos de ella recursos necesarios para recuperar el equilibrio.
Volvamos a abastecer nuestra casa mental con pensamientos de paz, de compasión, de solidaridad, de perdón y ternura; y comprometamonos emocionalmente con la Vida, a fin de que nos sintamos integrados en ella, conscientes y felices.
La enfermedad en cualquier circunstancia, es una prueba bendita, excepto cuando, el ser mutiladora, alienante o limitadora, constituye una expiación oportuna de la que las Soberanas Leyes se valen para auxiliar a los transgresores que, de un modo u otro, somos todos nosotros.
Si estamos sanos, aprovechemos la oportunidad para preservarnos, produciendo más y mejor. Si estamos enfermos, agradezcamos a Dios y ampliemos los horizontes mentales en el amor para recuperarnos, hoy y más tarde, y prosigamos la marcha en paz y confiados.
Trabajo elaborado por Merchita, extraído de diversos libros y del libro Momentos de Salud de (Divaldo Pereira Franco).
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