martes, 10 de marzo de 2015

Relaciones con los Espíritus



Ivonne do Amaral Pereira
Anotaciones de un espíritu suicida

1 – ¡El hombre es un compuesto de triple naturaleza: - humana, astral y espiritual, o sea - materia, fluido y esencia. Ese compuesto podrá también ser traducido en una expresión mas concreta y popular, asimilable al primer grado de observación: - cuerpo carnal, cuerpo fluídico o perispíritu, y alma o Espíritu, siendo de este último que se irradian Vida, Inteligencia, Sentimiento, etc., etc. - centella donde se verifica la esencia divina y que en el hombre señala la herencia celeste!. De esos tres cuerpos, el primero es temporal, obedeciendo apenas a la necesidad de las circunstancias inalienables que rodean a su poseedor, destinado a la desorganización total por su propia naturaleza putrescible, oriunda del limo primitivo: - es el de carne. El segundo es inmortal y tiende a progresar, desarrollarse, perfeccionarse a través de los trabajos incesantes en las luchas de los milenios: - es el fluídico; mientras que el Espíritu, eterno como el Origen del cual proviene, luz imperecible que tiende a rebrillar siempre mas hermoseada hasta retratar en grado relativo el Fulgor Supremo que le dio la Vida, para gloria de su mismo Creador - es la esencia divina, imagen y semejanza - (que lo será algún día) - del Todo-Poderoso Dios!.  

2 - Viviendo en la Tierra, ese ser inteligente, que deberá evolucionar hacia la Eternidad, se denomina Hombre! siendo, por tanto, el hombre un Espíritu encarcelado en un cuerpo de carne o encarnado.  3 - Un Espíritu vuelve varias veces a tomar un nuevo cuerpo carnal sobre la Tierra, nace varias veces a fin de tornar a convivir en las sociedades terrenas, como Hombre, exactamente como este es llevado a cambiar de ropa muchas veces...  

4 - El suicida es un Espíritu criminal, fracasado en los compromisos que tenia para con las Leyes sabias, justas e inmutables establecidas por el Creador, y que se ve obligado a repetir la experiencia en la Tierra, tomando un cuerpo nuevo, ya que destruyó aquel que la Ley le confiara para instrumento de auxilio en la conquista de su propio perfeccionamiento - depósito sagrado que el antes debería estimar y respetar antes que destruir, visto que no le asistían derechos para faltar a los grandes compromisos de la vida planetaria, tomados antes del nacimiento en presencia de su propia consciencia y ante la Paternidad Divina, que le diera la Vida y medios para ello.  

5 - El Espíritu de un suicida volverá a un nuevo cuerpo terreno en condiciones muy penosas de sufrimiento, agravadas por las resultantes del gran desequilibrio que el desesperado gesto provocó en su cuerpo astral, o sea, en el perispíritu.  

6 – La vuelta de un suicida a un nuevo cuerpo carnal es la ley. Es la Ley inevitable, irrevocable: Una expiación irremediable, a la cual tendrá que someterse voluntariamente o no, porque por su propio beneficio no habrá otro recurso sino la repetición del programa terreno que dejó de ejecutar.  

7 - Sucumbiendo al suicidio el hombre rechaza y destruye una ocasión sagrada, facultado por ley, para la conquista de situaciones honrosas y dignificantes para la propia consciencia, pues los sufrimientos, cuando son heroicamente soportados, dominados por la voluntad soberana de vencer, son como una esponja mágica para eliminar de la consciencia culpable las tinieblas infamantes, muchas veces, de un pasado criminal, en anteriores etapas terrenas. !Mas, si, en vez del heroísmo salvador, prefiere el hombre la fuga a las labores promisorias, valiéndose de un auto-atentado que bien revelará la degradación moral y la inferioridad que le descompone el carácter, retardará el momento ansiado para la satisfacción de sus más caros deseos, visto que jamas se podrá destruir porque la fuente de su Vida reside en su Espíritu y este es indestructible y eterno como el Foco Sagrado del que descendió!.  

8 – En la Espiritualidad raramente el suicida permanecerá durante mucho tiempo. Bajará a la reencarnación prestamente, según sea el acervo de las dañosas consecuencias acarreadas; o postergará el cumplimiento de aquella inalienable necesidad en caso de que circunstancias atenuantes provean condiciones para el ingreso a cursos de aprendizaje educativos, que facilitaran los combates futuros en pro de su misma rehabilitación.  

9 - El suicida es como un clandestino de la Espiritualidad. Las leyes que regulan la armonía del mundo invisible son contrariadas con su presencia en sus páramos antes de la época determinada y legal; y son tolerados y amparados y convenientemente encaminados porque la excelencia de las mismas, derramada del seno amoroso del Padre Altísimo, estableció que a todos los pecadores les sean incesantemente renovadas las oportunidades de corrección y rehabilitación!.  

10 - ¡Renaciendo en un nuevo cuerpo carnal, remontará el suicida a la programación de trabajos y combates diferentes a los que imaginó erradamente poder escapar por los atajos del suicidio; experimentará nuevamente tareas, pruebas semejantes o absolutamente idénticas de las que pretendiera esquivarse; pasará inevitablemente por la tentación del mismo suicidio, porque el mismo se colocó en esa difícil situación cargando para la reencarnación expiatoria las amargas consecuencias de un pasado delictivo!. A esa tentación, no obstante, podrá resistir, ya que en la Espiritualidad fue debidamente ilustrado, preparado para esa resistencia. !Si sin embargo fuese a fallar por una segunda vez - lo que será improbable -, se multiplicará su responsabilidad, multiplicándose, por eso mismo, desastrosamente, las series de sufrimientos y combates rehabilitantes, ya que es inmortal!.  

11 – !El estado indefinible, de angustia inconsolable, de inquietud aflictiva, tristeza e insatisfacción permanente; las situaciones anormales que aparecen y siguen en el alma, en la mente y en la vida de un suicida reencarnado, indescriptibles a la comprensión humana y sólo asimilables por él mismo, solamente le permitirán el retorno a la normalidad al terminar las causas que las provocaran, después de existencias expiatorias, testimonios severos donde sus valores morales serán duramente comprobados, acompañándose de lágrimas ininterruptas, realizaciones ennoblecientes, renuncias dolorosas de las que no se podrá librar... pudiendo tan dificultosa labor suya exigir la perseverancia de un siglo de luchas, de dos siglos... tal vez mas... según sea el grado de sus propios deméritos y las disposiciones para las refriegas justas e inalienables!.  

Esas conclusiones no nos dejaban, absolutamente, ilusiones acerca del futuro que nos aguardaba. Enseguida, por tanto, comprendimos que, en la espinosa actualidad que vivíamos, un solo camino se presentaba como recurso a posibles suavizaciones en el porvenir cuya distancia no podíamos prever: - Someternos a los imperativos de las leyes que habitamos infringido, observar consejos y orientaciones ofrecidas por nuestros amorosos mentores, dejándonos educar y guiar al sabor de sus altos criterios, como ovejas sumisas y deseosas de encontrar el supremo consuelo de un aprisco...  
Ivonne do Amaral Pereira ( "Memorias de un suicida") 

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CONCIENCIA Y DEBER

...Se puede medir el nivel evolutivo del ser por su conciencia del deber. 

Si esta le faltara, ese es un indicio de primitivismo aun cuando él haya realizado conquistas intelectuales; mientras tanto, si se pone de manifiesto, evidencia el proceso de acumulación de valores ético-morales. 

La inteligencia refleja los esfuerzos que se exteriorizan por medio del cerebro, mientras que la conciencia proviene de la intimidad del espíritu.


Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco


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                 RELACIONES CON LOS ESPÍRITUS


  Todos  mantenemos relaciones con los  espíritus,  muchos ni se dan cuenta, pero es a través del pensamiento que ellos dialogan con nosotros, nos inspiran ideas, buenas o malas, todo va en función de la afinidad que nos ligan a ellos.
 Una comparsa de espíritus afines están a nuestro lado, y casi todas las ideas que nos vienen en su mayoría son inspiradas por ellos.
 La relación con el mundo espiritual se reviste de engañosa simplicidad. Cualquier persona dotada de facultades mediúmnicos, aunque incipientes,  puede establecer contacto con los desencarnados, consciente o inconscientemente, serena  o desordenadamente. Unos lo hacen compulsivamente o con resistencia; otros con espontaneidad; unos con respeto y amor, otros con liviandad e indiferencia; y muchos sin percibir  lo que pasa  o lo que se debe hacer para ordenar un fenómeno que, como tantos otros, es natural, no teniendo nada de místico, fantástico o sobrenatural. Hay que tener un mínimo de preparación, apoyada  en un mínimo de información para tratar con los espíritus. El que trata con los espíritus sin estos requisitos, se arrastra a la mediúmnidad indisciplinada o desequilibrada, y se expone a riesgos  imprevisibles para su equilibrio emocional y orgánico. La práctica  mediúmnica  no debe ser improvisada, pues no perdona la falta de preparación e ignorancia. 
El mundo espiritual está poblado de seres  que fueron hombres y mujeres  como nosotros mismos, encontrándose  en diferentes estados de desarrollo moral. Podemos deducir ese otro mundo, como es el nuestro de aquí, . allí, como aquí, encontramos Espíritus  nobles y dotados  de atributos morales avanzados, pero también hay los inferiores que son en gran número, y que se encuentran  en extremos dolorosos del envilecimiento moral , de ignorancia, , de rebeldía, de angustia, de rencor, de venganza.  Son con estos últimos por nuestro estado inferior de evolución con los que generalmente contactamos.
Sin embargo, esto no quiere decir que nos encontremos a merced de los espíritus inferiores, compañeros sublimados siempre velan por nosotros y están siempre dispuestos a ayudarnos, pero no debemos olvidar que ellos no hacen las tareas que nos corresponde hacer a nosotros.
Como nos pasa con los amigos encarnados, debemos seleccionar nuestras amistades,  y también procurar ser buenas personas para merecer que  los buenos quieran estar a nuestro lado.
No nos ilusionemos con respecto a la formación mediúmnica. Desarrollo medianímico sin perfeccionamiento del vehículo para las manifestaciones espirituales, es lo mismo que trabajo sin orientación del operario, que resulta invariablemente en cansancio inútil.
Convenzámonos de que legiones de mediumnidades, así como legiones de inteligencias, enjambran en todas partes, pero perfeccionar unas y otras dándoles provecho y responsabilidad, exige estudio y trabajo pacientes para que se realice la educación. Pues sabemos todos que educación no aparece sin disciplina, como disciplina no llega hasta nosotros sin sacrificio, y el sacrificio no es fácil para nadie.
En toda parte, seremos enfrentados por aquellos que real-mente no nos conocen y que, juzgándonos por las impresiones superficiales o por las opiniones de oídas, se transforman en instrumentos de nuestras dificultades.
El perfeccionamiento de la mediúmnidad y la espiritualización renovadora son problemas de buena voluntad en la decisión de trabajar y en la cooperación, porque solamente buscando traer el Cielo al mundo, por nuestra aplicación al bien, es como descubriremos el camino verdadero que nos conducirá efectivamente hacia los Cielos.
Acordémonos de que la Tierra es sencillamente un escalón en nuestra escalada hacia las cimas resplandecientes de la vida y, despiertos a las oportunidades del servicio, avancemos hacia delante, aprendiendo y amando, auxiliando a los otros y renunciando a nosotros mismos, en la certidumbre de que, así, caminaremos del infortunio de ayer hacia la felicidad de mañana.

- Merche Cruz-

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LAS RAZAS ADÁMICAS Y LA LEY DE LA REENCARNACIÓN

Las razas adámicas son generaciones de espíritus llegados a la Tierra de otro mundo más adelantado, y ocurrió cuando nuestro planeta estaba habitado por tribus de hombres aún en estado primitivo y sin civilizar. El planeta de origen de esas razas adámicas había evolucionado a un estado superior, y este grupo de espíritus al no estar moralmente adaptados, fueron expulsados para no perjudicar a la mayoría que sí había alcanzado un estatus moral más elevado. El recuerdo inconsciente de un mundo con muchas comodidades y adelantos científicos logrados, originó el mito del paraíso perdido. Es necesario comprender la ley de reencarnación para entender que esos espíritus llegados de otro planeta venían a este a continuar su evolución, habían sido castigados por su terquedad y vi
cios morales a un mundo primitivo en el que tendrían que esforzarse mucho más para sobrevivir (ganarás el pan con el sudor de tu frente) y, a la vez, ayudar a los espíritus más primitivos con los conocimientos que aportaron. Para acelerar su progreso moral Dios envía a sus misioneros, espíritus superiores, para indicar el camino que debemos seguir, y ganar el regreso a ese mundo mejor. El compromiso de Dios de enviar al mesías es para enseñarles aquello que aun no saben, o no quisieron aprender, y que les conduciría de vuelta a ese paraíso. A los espíritus que va dedicado el mensaje que nos trajo Jesucristo son los mismos que los de la época de Adán. Esto lo puntualiza Kardec como una prueba más de la realidad de la ley de reencarnación y lo expone con un ejemplo: si los espíritus de la época de Jesús 
hubieran sido creados al nacer, no tendrían ninguna relación con los que vivieron en la era de Adán y no tendrían ninguna responsabilidad de lo hecho por aquellos. La promesa de Dios de enviar un salvador en un tiempo futuro, hecha a las razas adámicas, no tendría sentido si no hubiesen de reencarnar más tarde y poder presenciar la llegada del Cristo. Conclusión: las razas llamadas adámicas, el pueblo judío de Moisés, y el pueblo judío que escuchó las predicaciones de Jesús son la misma generación de espíritus, confirmando la ley de reencarnación.

( Parte de un artículo extraido de la Revista Actualidad Espiritista)

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