sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Alimentación de los espíritus?


Andre Luiz
 Hay un consenso en las informaciones de los amigos espirituales en lo que atañe a este asunto. Aunque en esencia espiritual no tenga forma, pues es el principio inteligente, los espíritus de mediana evolución o sea aquellos relacionados a nuestro planeta, poseen un cuerpo espiritual anatómicamente definido y con fisiología propia.


En los “planos” espirituales tenemos noticias por numerosos médiums fiables, como Chico Xavier, Divaldo Franco, etc., de la organización de comunidades sociales que los espíritus constituyen, a veces semejante a las terrestres.

Aun ateniéndonos al criterio Kardecista de valorar un concepto apenas cuando hubiera multitud de fuentes serias, confirmándolo, nos referiremos al cuerpo espiritual y su alimentación.

La energía cósmica que llena el universo, (“fluido cósmico”) es la materia prima que bajo el comando mental de los espíritus es utilizada para la constitución de los objetos por ellos manipulados. Ved en “El libro de los médiums” capítulo “del Laboratorio del Mundo Invisible”.

El cuerpo de los espíritus, ya mencionado hasta por el apóstol Pablo y conocido en las diferentes religiones o doctrinas, como periespíritu, cuerpo astral, psicosoma y más de 100 (cien) sinónimos, es constituido de un tipo de materia derivada de la energía cósmica universal (“Fluido cósmico universal”).

El cuerpo espiritual se presenta moldeable conforme las emanaciones mentales del espíritu. Cada espíritu presenta su periespíritu o cuerpo espiritual como aspecto correspondiente a la elevación intelecto-moral. Su estado psíquico va a determinar la sutilidad de su cuerpo.

Conforme se tiene noticia a través de numerosos autores espirituales, el cuerpo espiritual se presenta estructurado por aparatos o sistemas que se constituyen de órganos; estos órganos están formados por tejidos que , a su vez, son constituidos por células. Hay inclusive patologías celulares tratadas en hospitales de la espiritualidad. El llamado mundo espiritual es (en nuestro nivel) un mundo material de otra dimensión.

Las células del cuerpo espiritual, en un nivel más detallado, son formadas por moléculas que se constituyen de átomos. Los átomos del periespíritu están formados por elementos químicos nuestros conocidos, más allá de otros desconocidos del hombre encarnado.

En las obras de Gustavo Geley como de Jorge Andréa hay referencias más específicas.

Para no alargar estas consideraciones preliminares, diríamos que el cuerpo de los espíritus está compuesto de unidades estructurales que presentan una vibración constante. Sabemos por los más elementales principios de la física, que todo cuerpo en movimiento (vibración) en el universo gasta energía, luego necesita reponerla lo que equivale a alimentarse.

Las leyes de la física no son leyes humanas sino leyes divinas (o naturales) a las cuales están sujetos todos los elementos del cosmos. Hay por tanto un desgaste energético natural del cuerpo espiritual por sus actividades lo que lo lleva a la necesidad de ser alimentado por fuentes de energía.

Dependiendo del nivel evolutivo del espíritu, y consecuente densidad del periespíritu, varía la calidad del alimento o energía que él mismo necesita para mantener sus actividades. Espíritus superiores simplemente absorben del cosmos los elementos energéticos (“fluídicos”) que necesitan. Al colocarse en oración (en el sentido más profundo), sintonizan con niveles energéticos aun más elevados (frecuencias más altas) prenden para sí el influjo magnético revitalizador, alimentando sus “baterías” espirituales.

En colonias espirituales, los espíritus necesitan de la ingestión de alimentos energéticamente más densos, haciéndolo de forma muy semejante a nosotros, encarnados. Recomendamos a propósito el estudio más detallado de la obra “Nuestro Hogar” de André Luiz, que fue precursora de decenas de otras donde se hace referencia a la alimentación, hasta las más recientes “Violetas en la Ventana”, etc.

Las unidades energéticas del espíritu, los núcleos en potenciación, con el paso del tiempo van teniendo cada vez mayor dificultad de recargarse en cuanto más primitiva fuera la evolución de la entidad espiritual. Ocurre un desgaste progresivo de estas unidades energéticas, que pasan a vibrar más lentamente.

A medida que las vibraciones se vuelven más lentas por el desgaste, y hay dificultad de reponer las energías, se va procesando una neutralización energética con reducción progresiva de las actividades del espíritu. Cuando este proceso se instala va a determinar un sopor o somnolencia de la entidad impulsándola a la reencarnación automática o compulsiva.
 
- Dr. Ricardo di Bernardi -

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